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Memories of Rain por Witch Chameleon

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Notas del capitulo:

HI! Como les va?? Espero que bien, por que aca vengo a molestar!!

Quiero presentarles este fic, que lo cree, hace unos meses atras, al ver la lluvia que llevaba mas de 3 dias sin parar. Y por alguna extrana razon, me siento atraida a ella, por lo que mis escritos suelen fluir mucho mejor, cuando esta presente. Por lo menos asi me siento.

La idea base de este fic, para mi, era jugar con AU, ya que nunca vario y siempre trato a la pareja, de la misma forma con que la conoci, como musicos, aunque tendra algo de esa vida, veran que no es nada. Y otro reto era, crear un fic donde el Lemon quede en segundo plano y no sea explicito. Espero que esto no desilucione a quienes lo estan esperando.

Tengo en total tres fics empezados con esa idea, pero este fue el unico que alcance a terminar.

Agradecimientos especiales a:

SirIx

Por ser siempre mi Beta, y darme el visto bueno, aunque a mi no me termine nunca convenciendo nada de lo que escribo y mas sabiendo tus horarios. GRACIAS!

almagazette

Muchas Gracias por cada anotacion e idea que siempre la necesito, asi como la motivacion necesaria para poder escribirlos, tu sabes cada momento que el mismo fic traspasa, por lo que te estoy muy agradecida.Y por ser mi confidente n.n

 

Y ahora si... esto se extendio, pero quiero decirles que coloco el fic, celebrando mi cumpleanos. :)

DISFRUTENLO!

 

La lluvia caía tan libremente por las calles, mojando cada recoveco de la ciudad, mientras dos enamorados,  miraban la caída,  tan inaudita de esas gotas de agua, que bañaban el vidrio del zaguán.  Sus ojos interrogantes, observaban de un lado a otro, los autos pasar, como cada uno rociaba a su paso, debido a los  charcos de agua que las mismas calles contenían. Ninguno omitía una palabra, aunque el deseo inminente del más alto, era algo que simplemente se pronunciaba con sus ojos, que no necesitaba para nada, ni siquiera una palabra. En su mano derecha, colgaba un paraguas. Y en la izquierda, los dedos del castaño. Su mano apretaba fuerte, la del otro, sintiendo como ese calor familiar, lo embriagaba y como a cada segundo, el aroma cítrico y elegante, del perfume ajeno, lo envolvía.

 

Mientras que él más bajo, sentía la sus dedos traspirados, y en su corazón, la esperanza de escuchar esas tiernas palabras, salir de los labios ajenos. Como la calidez de esos dedos, la presión ejercida por los mismos, lograba sentir una seguridad que no había tenido en mucho tiempo. Miro de reojo, aquellos avellanas lavados, debido al día. Estaban más grises que de costumbre, nunca llegaba a entender esa mirada tan cambiante de color.  Y quizás era uno de sus puntos más débiles. La mirada de él y el contorno de su rostro tan perfecto. Pero había olvidado, un detalle, el más importante. Su voz

 

-          Takashi, quédate… por favor- exclamo el pelinegro, tomando con más fuerza la mano derecha del más bajo.

 

-          Debo volver a casa. Sabes que me están esperando- intento explicar, aunque simplemente eran excusas, estaba esperando esa petición.

 

 

-          Llama, explicas que por la lluvia, no puedes regresar. Quédate conmigo- esta vez el mayor, coloco más presión en sus manos, y apoyo el paraguas, contra la pared. No podía evitar, observar el contorno de los labios ajenos, sin el vivo deseo de tocarlos.

 

 

-          Sabes que eso está mal- recrimino el menor, mirándolo severo, cambiando su expresión, al notar, en los ojos grises, ese esplendor de suplica, que pocas veces veía.

 

 

-          Por Favor Takashi- pidió nuevamente, esta vez buscando, mirarlo de frente, poder delinear en su mente, cada centímetro de la piel de su rostro, aunque no hacía mucho que eran pareja, era embriagante tenerlo tan de cerca.

 

 

-          No me lo supliques- reclamo el menor, desviando su rostro al piso- tengo que volver. Se enojara conmigo- expreso.

 

 

-          ¡Mira Takashi!- expreso animado el más alto- está lloviendo fuerte, no quiero que te enfermes. Aparte…seguiremos con el trabajo y quiero que te quedes conmigo- a decir verdad el más alto de los dos, solo quería estar más tiempo al lado de la persona que había elegido, hace pocos días como su pareja. El problema estaba, que su casa quedaba lejos y aun vivía con sus padres. Aunque no eran unos niños, él entendía, que lo que menos deseaba el castaño, era preocuparlos.

 

 

 

-          Bueno- suspiro- los llamare. Pero quiero que sepas, que deseo terminar el trabajo- las palabras del castaño, se expresaron con sinceridad, hasta que sintió como el agarre de sus manos se evaporo y el pelinegro, lo tomo por los brazos, para besarlo intensamente. Buscando saciar sus enormes ganas de tocar, los labios sonrosados. Ante ese gesto, tan impulsivo, que lo sorprendió, simplemente se sonrojo y le correspondió.

 

 

El beso, pareció durar solo un par de minutos, pero para ellos, habían sido simplemente segundos. Aunque el mismo aire, faltara en ambos. El más alto,  encamino su retorno a la casa, seguido por el castaño, quien se quito su campera y observo la hora con desgano. No podía mentir. No tenia enorme ganas de terminar el trabajo, pero sabía que era mejor, hacerlo ahora, que mañana. Y que probablemente, seguir trabajando con el pelinegro, era lo mejor, puesto que sus diseños eran los más reconocidos por la empresa. Pero su principal, problema radicaba en esas ganas irrefrenables de hacer otras cosas,, como soportaría esa presión, se pregunta el mismo.

 

Sobre la mesa de diseño, se encontraba, lo que el pelinegro tenía pensado terminar solo. Lo observo con detenimiento, buscando cada detalle, respirando con normalidad, hasta sentir como unos dedos se colocaban en su cintura, tomándolo con suavidad. Un roce de los labios carnosos del mayor, hicieron presencia en su cuello, sin ningún tipo de doble intenciones, cálido y fugaz, una simple y especial caricia.

-          ¿Tienes alguna duda?- pregunto, acomodando su mentón en el hombro del castaño. Mirando los dibujos, perfectos.

 

 

-          No.- su voz sonó trémula- Pero creo que si terminamos los otros tres que faltan, ya mañana presentaríamos el proyecto completo- busco la mirada grisácea del más alto, encontrándosela, tan directa y elocuente, como estaba acostumbrado.

 

Llevaban aproximadamente más de 15 anos de conocerse, entendían sus miradas, y sus sonrisas, sin necesidad de las palabras. Aunque quizás, el hecho de haberse conocido por pelearse por una chica, fue algo que simplemente, el destino les tenía deparado a ambos, algo diferente. Que les cambio la vida, en varios sentidos. El castaño, aun recordaba en su memoria, el ímpetu, con el que el pelinegro golpeo su mejilla, propinándole, mas de una mala palabra y humillándolo en el medio del recreo a cuanto golpes insensatos, por haberse metido con su “novia”. La misma chica, con la que él, simplemente había salido a bailar y estaba interesado. Jamás pensando que tenía novio. Claramente, no se dejo pegar. Devolvió los golpes, hasta que sus propios compañeros lo separaron. La diferencia de edades entre ellos, es de dos anos, completamente  en ese estado, se habían comportado de la misma forma, sin mitigar en sus verdaderas edades, como dos niños, peleándose por una chica.

 

-          ¿Por qué sonríes Takashi?- pregunto el pelinegro, mirándolo atraves de sus gafas- ¿Te acordaste de algo?

 

-          Algo así- le devolvió la mirada. Y con su lápiz apunto a la ventana, detrás del más alto- la lluvia, parece implacable, pensé que quizás pararía- comento, observándola con detenimiento

 

-          Lleva así un día lindo- respondió, fijándose en su hoja de trabajo. El hubiese preferido, no presentar el trabajo, pero conociendo, la caratula de responsabilidad, del muchacho que frente a sus ojos estaba, lo comprendía. Solo esperaba que en unas horas terminaran y pudieran acurrucarse, durmiendo. No le importa mucho, si tenían relaciones o no. Para él, aquel castaño, le despertaba un fulgor en su interior que pocas veces había sentido. Mejor dicho,  solo con él, había sido la primera vez.

 

La pelea derivo a que los directivos del establecimiento, decidirían suspenderlos, por el escándalo que los dos crearon en pleno recreo. Aquello, fundió un odio entre ambos que no podían definir. Llevaron aproximadamente un año entero, donde cruzarse, en cualquier esquina o rincón del colegio, los llevaba directamente a la pelea verbal. Hasta que el pelinegro, rompió con su “novia” o la llamada, “novia del colegio” puesto que, la chica tenía un historial, que solo provoco que el más alto, perdiera su fe en ella. Creyendo por un momento que él podía cambiarla. Grave error.

Lo menos pensado, ocurrió. La decisión de formar una banda, locuras de adolescentes, la necesidad de escapar con amigos, y hacer algo juntos. Aunque no creyó, que su gran amigo Shou, fuera tan amigo de “Saga” si, su enemigo público número uno. Si bien, Kohara le había expresado, que aquel muchacho, tenía grandes dotes de músico, el no llegaba a creérselo. Hasta que lo escucho. El castaño, lo que menos deseaba era impresionarlo, le daba igual, lo que aquel alto engreído, podía pensar. Solo toco, lo primero que vino a su mente y aquello hipnotizo al muchacho de ojos indefinidos.

Fue un clic, algo tan simple, tan pequeño, que revirtió, su futuro.

 

-          Estoy realmente agotado- expreso el castaño, mirando la punta de su lápiz gastado- ¿Shin…puedes hacer café? Por favor- suplico, son su voz extenuada.

 

 

-          ¿Café? El que te gusta ¿verdad? Capuchino- expreso con aire de grandezas, haciéndolo reír al menor, acercándosele, mirando el progreso. Era increíble, lo rápido que llegaba a ser el castaño con sus manos. Aunque no olvida, sus dotes de bajista, no imagino, que sus  gráficos, podrían ser tan hermosos. Y más, tan dinámico. Sus manos se posaron e los hombros decaídos, para darle una leve palmadita  

 

Poco a poco, como si fueran simples pasos dados, por uno o por otro, “Tora” el niño de los ojos indefinidos, comenzó a dirigirle la palabra. A buscarlo por cualquier pequenes que la banda necesitara, y aun mas. Le pidió disculpas por la golpiza en pleno recreo. Algo extraño y vertiginoso. Tan rápido como una montana rusa.  Para el castaño, había sido algo tan repentino, que le costaba creer. Pero, existía una extraña conexión con esa mirada, que dejo que las cosas retomaran su curso. Intentando no pensar en nada. Como si empezar de 0 fuera tan fácil, aunque claro, no pensó que si lo seria. Tal como ese odio, que se había generado entre ellos, había nacido y avivado por los acontecimientos, como si una llama de fuego, pudiera purificar y hacerlos olvidar de ese odio tan repentino y monótono. Sin sentido. Comenzaron una amistad, que se volvió fuerte. Con el correr de los días, cada risa  o mirada, transformaba ese tonto rencor, en amistad. Impresionando al resto de la banda, logrando que su armonía sentimental, fuera trasladada a la armonía musical. Sus gustos eran similares, y sus puntos de vista, terminaban siempre en el mismo camino. Estaban unidos, inexplicablemente.

Aunque el sueno solo duro un par de años, ambos se mantuvieron cerca. Muy  Cerca.

 

-          ¡Taka!- llamo Tora, al cabo de unos minutos, que para el castaño, habían parecido anos. A paso lento se acerco a la cocina y lo miro desde el portal. Con su rostro dormido, demostrándole su fatiga. El reloj marcaba las 7:30 pm- vamos flojo, ¿pretendes que te lleve de el capuchino como niño?- espeto, con una voz molesta, que no significaba que estuviese realmente enojado. El más bajo, conocía esa voz.

 

 

-          Me duelen los ojos- exclamo, omitiendo, la “ofensa” del más alto. Tomando la elegante taza que el pelinegro sostenía entre sus dedos. Era una taza, que él mismo le había regalado, para sus encuentros, puesto que solo le gustaba tomar capuchino. Mientras que el pelinegro, le daba lo mismo. Tenían el estilo, remarcado, altas, y no demasiado finas, ni anchas. Perfecta, para un espumoso capuchino. De esos que el pelinegro, había aprendido hacer, solo para él-

 

 

-          Eres demasiado detallista- expreso el Shinji, tomando un sorbo del espumoso liquido. Sintiendo como el dulce sabor del café, se mezclaba con el chocolate. Debía admitir, que si no fuera por la manía de su pareja, seguramente, ese café, no le gustaría, pero tenerlo frente a él, con sus ojos cansados y su cuerpo rígido, debido a su postura en la silla, le reconfortaba el corazón, y el caliente liquido, solo le recordaba al sabor de su primer beso- creo que como lo hiciste, está bien. Quiero decir… ¿ese no era el diseño que me garabateaste, la ultima vez? – pregunto

 

 

-          Si. Más bien, quería agregarle algo que lo destacara.- respondió, escuchando en el silencio, el ruido de la lluvia sobre el tejado de la casa. La intensidad de cada gota, golpeaba tan fuerte, como sus recuerdos y su corazón, estando tan efusivo, como si estuviera completamente abierto. Expuesto. No era la primera vez, que estaba a solas con Tora, pero siempre era como si lo fuera. Se sentía nervioso.

 

 

-          ¿Mas?- pregunto incrédulo el más alto, entrecerrando sus cejas- ¿Estás loco?- exclamo enfadándose- No creo que ninguno de ellos, logren lo que tú hiciste. Por favor. Nadie te llega ni a los talones- dijo seguro.  En un impulso, tomo las mano libre del castaño  y la dirigió a sus labios, sintiendo como los mismos se encontraban fríos. Normal, el más bajo, en pleno nerviosismo, se le enfriaban los dedos. Los beso, provocándolo que Saga tomara de un sorbo el contenido de su café. Se estremeció- relájate. No me gusta verte tenso- expreso sincero, acariciando los castaño cabellos.

 

 

-          Lo siento. No puedo evitarlo- exclamo, sonriéndole con suavidad- lo dejare así. Pero no quiero pensar, que podría haberlo hecho mejor.

 

 

-          ¿Por qué no te convence?- su pregunta, esta vez salió, dándole la espalda al menor, tomando una galleta, mordiendo la mitad, ofreciéndole la parte restante.

 

 

-          Si me convence. Solo quería agregarle un estilo diferente. Quizás no salió como pensé- tomo la galleta, colocándosela  en los labios. La vainilla, comenzó a hacer estrago en su boca y un repentino beso, lo sorprendió. Cerró sus ojos, y sostuvo con la débil fuerza que le quedaba, la taza. Correspondió el beso y con su mano libre acaricio los cabellos del pelinegro, desordenándolos. Se separaron, el más alto se rio- No te cansas ¿verdad?-

 

 

-          Para serte sincero. No me cansare de ti- sus miradas se entrecruzaron

 

 

-          Tus cursilerías- expreso el castaño, retirándose de la sala. La sonrisa curva del mayor, se dibujo en sus labios. Conocía perfectamente aquella expresión, el tono de su voz y aun más, el orgullo del más bajo. Su forma de caminar, aquella de “no me importa” pero en realidad huyo, para no demostrarte, lo que me haces sentir. Aquel gran secreto que resultaba ser Saga, siempre, es lo que más le atraía.

 

 

 

Cuando la banda se disolvió, por razones tan dolorosas, como estudiar una carrera. Ambos sintieron, como si sus corazones se partieran. Como si esa decisión abrupta del cantante, los dejara roto, con una ilusión, tan difícil de sostener y por sobre todo alejados. Pero mágicamente, o quizás misteriosamente, una vez más el muchacho de los ojos ¿grises? Eligio la misma carrera que él, y no solo eso, la misma universidad, y dos anos después. Entrando con él, a la par. Como si tuvieran la misma edad. Si, como aquella vez que se agarraron a las pinas en pleno patio, pareciendo chicos de la misma edad, estaban juntos en un aula.

 

Aquel extraño encuentro, después de dos años, había sido algo fascinante. Para Saga, era como encontrarse con un viejo amor. Su corazón de repente, se acelero. Estaba cambiado, no sabía cómo en dos anos, alguien podía cambiar tanto. Y la expresión tan arrogante que solía colgar de su rostro, seguía presente, su sórdida  y ronca voz, llenándole los oídos. Sus brazos encerrándolo entre su pecho y sus manos. Pero su imagen, madura. Elegante. Si eso, justamente lo que lo volvía loco. Las personas elegantes, aquellas, que tienen el porte perfecto y caminan con estilo. Su varonil rostro, su pelo tan negro, sus ojos cambiantes. Sin duda Saga, se había sentido por unos minutos enamorados. Unos minutos, que le llevaron a golpearse, ¿Cómo? ¿Acaso no le gustaban las mujeres? Esa simple entrada, le hizo dudar, hasta la existencia.

 

La lluvia, parecía aumentar, en cada hora, las gotas que golpeaban con los charcos gigantes de agua, provocaban que no muchos autos pudiera moverse con normalidad. Las 9:00 pm marco el reloj de pared, anunciando que por fin aquel trabajo tan tedioso había culminado. El pelinegro, observaba como el castaño, apilaba cada uno de los diseños, fijándose el mínimo detalle y eligiendo el orden. Básicamente, Tora dejaba que él lo haga a su antojo, el ojo crítico del más bajo, era casi siempre muy acertado. Y aunque él quisiera tomar la iniciativa, estaba seguro que este no le dejaría.

 

-          Creo que es difícil elegir, entre los tuyos- afirmo mirándolos detenidamente- ¿por qué no me ayudas a ordenarlo?- pregunto, sin despegar de sus ojos de los dibujos.

 

 

-          No lindo. Confió en tu ojo crítico- afirmo el pelinegro, dejándolos, como el más bajo, lo había ordenando- para mí está bien, como los has colocado.

 

 

-          ¿Eso es sarcasmo Shinji?- pregunto el castaño, mirándolo a los ojos, con dudas

 

 

-          No. Lo digo en serio. Me gusta como tú lo haces- El mayor, como los dedos finos, aquellos con los que el ex-bajista, tocaba tan bellas melodías, de piano y guitarras, para tomar los dibujos y ayudarlo a ordenar, colocándolos en sus folios. Recordando que si bien, había elegido la carrera, mas porque sus padres insistieron, él estaba ahí, por Saga. Si por ese muchacho de ojos chocolates, que lo hipnotizaba.

 

Como podía llegar el pelinegro a olvidar, la belleza exótica que aquel hombre tenía. Las mujeres, eran su perdición, pero la  figura esbelta del castaño, era algo que nunca olvidaría en su vida. Aunque se habían mantenido, dos años sin verse, encontrarlo en esas mismas condiciones, vestido tan informal, no dejaba de  impresionarlo. Sus facciones finas, resaltadas, con sus cabellos, apenas tapando uno de sus ojos. Sus labios cerezas, tan rojizos, tan tentadores. El mayor, no podía pensar en otra cosa. Muchas veces, al verlo tocando su bajo, se obnubilaba. Con tan poco, siempre se veía tan sensual, su mirada era atrapante, capaz de dejarte ciego. Y sus performances…su sueños en esos escenarios, solo provocaban que el más alto, tuvieran sueños húmedos. El pelinegro, jamás entendía, como se excitaba mirándolo. Quizás debido a la edad, las hormonas revolucionadas,  las facciones finas de su rostro, su lengua tan hábil, lamiendo el mástil. Incluso lo hizo con su guitarra, provocándole un respingo en su entrepierna, que casi le tira con la guitarra en la cabeza. Como olvidar ese día,  Saga jamás buscaba provocarlo, lo sabía, a él solo le interesaban las mujeres. Pero cuando hacia eso… le generaba un mar de dudas. Sin embargo, aquel castaño, jamás se le tiro en encima, solo coqueteaba. Y si llegaba a pensar que Saga se fijaba en él, ahí mismo estaba coqueteando con el cantante, o incluso con el baterista. Era mentira, Saga no se fijaba en el. Solo coqueteaba, quería llamar la atención. Pero nadie, nadie podía llegar a pensar que ahí se encontraba ese chico sexy, sentado en esa mesa. Su corazón palpitaba fuerte, y hablaba con la misma intensidad de siempre, queriendo acaparar la atención del menor. Sus miradas se cruzaron, ese encuentro…

 

El castaño, observo la ventana húmeda, como cada gota del cielo, banaba el vidrio, de una forma celestial. Amaba las lagrimas del cielo, después de que sus parpados cayeran de cansancio, sus ojos le pesaban una tonelada, al igual que sus manos y su mente, la lluvia simplemente lo relajaba. Quedaba embelesado, ante el cielo que no quería dejar de llorar. Quizás de emoción o de tristeza, para él, solo significaba que cualquier dolor, se limpiaba. Que cualquiera alegría, se bendecía. Y en ese momento, que su cuerpo al fin se distendía.

 

Sintió el cálido aliento del más alto, en su oreja izquierda, quien lo abrazo por la cintura, sosteniéndolo con firmeza, los músculos de su abdomen se contrajeron, liberando un pequeño nudo, que se formo a la altura de su estomago. No emitió palabra, menos lo hizo el pelinegro, aunque el más bajo, no pudo evitar, mirarlo de reojo. Observar el perfil marcado de aquel de ojos raros. Quien también observaba las gotas de lluvia. Intento mirar la ventana, pero aquella calidez, comenzaba a estremecerlo.

 

Se conocían de hace mucho, el hecho de ser pareja, hace tan poco tiempo, le generaba un mar de nervios en su vientre. Sabia a la perfección, que el pelinegro, orgulloso como pocos, no hubiera soltado ese “te amo” con tanta facilidad, incluso, recordaba que el muchacho, solo se lo había dicho, a aquella novia que lo engaño, su “primer amor” como él lo catalogaba, pero  después…a nadie. Lo que significaba, que Shinji, no había podido entregarse a ninguna relación, después de eso, por mucho que lo intento. Por consiguiente, el castaño era un afortunado, que no sabía valorar, lo que tenía a su lado.

 

-          ¿Te acordas de Saga?- pregunto el mayor con prudencia. La voz del mayor, lo quito de sus pensamientos, sintiendo como la presión en su cintura, era un poco más fuerte.

 

 

-          Si…creo- dijo con mucho interés y curiosidad. No entendía a que venía, esa pregunta, tan de repente. Aquel personaje, que él mismo, se había encargado de enterrarlo.

 

 

-          Lo extraño- expreso con sinceridad. Una pequeña sonrisa, se formo en los labios del castaño. No entendía  absolutamente nada, pero, prefirió seguirle la conversación. No por nada, aquella torrencial lluvia, le llenaba de recuerdos y en la mayoría, “Tora” estaba presente.

 

 

-          ¿Por qué lo extrañas?- su pregunta, provoco que mirara atentamente al mayor, conservando en sus labios, esa sonrisa curiosa, que hizo sonreír al mayor en un acto reflejo.

 

 

-          Era muy sexy- expreso ante la atenta mirada del castaño, aunque él, había preferido, seguir mirando la lluvia, sintiendo como su cuello, era devorado por esos ojos intrigantes- incluso,  lamio el mástil de mi guitarra, aun lo recuerdo- el castaño rio ante ese comentario, y quito su mirada fija del cuello ajeno.

 

 

 

-          Eso es demasiado degenerado- dijo  riéndose suavemente- como puedes extrañar a alguien tan sucio- comento, para volver a buscar los ojos grises, encontrándose, con los labios del mayor, en una mueca de molestia

 

 

-          A mí me gustaba- su voz sonó  bufona, esa risa tan característica de él, que le encantaba al castaño- sin embargo- aclaro, volviendo a fijar su vista en las gotas de lluvia- nunca pude tener nada con él- expreso, levantando una ceja- aunque me hubiese encantado, verlo sobre un escenario, haciendo eso.- el más bajo se asombro de esas palabras y lo que aconteció, le corto la respiración- tiene mucho talento, y no solo para el bajo- suspiro, dejando al menor, con su mirada perdida- ahora solo me importas tu Takashi- esta vez, con sus manos atrajo al cuerpo del menor, hacia su cuerpo, pegándose inevitablemente, para comenzar a besarlo.

 

 

El sabor, el sabor que jamás pensó encontrar. Quizás el hecho de haberse pasado, su vida entera buscando el sabor en otras bocas, provoco que ese roce, ese simple roce, le erizara la piel. Sintió un nudo desatarse en su interior, la oleada de aleteos en su vientre, el caos, las lagrimas del cielo bañándolos. Las manos del más alto, en sus mejillas, sosteniéndolas con suavidad. El agua empapándolos, la calidez mezclada, con la humedad del ambiente. Sus dedos fríos y sus labios, pronunciando un “Te Amo” que pareció agigantarse en el medio del centro comercial. La gente que corría de un lado a otro, los pasos ajenos, tropiezos, y el tiempo deteniéndose, en esa declaración. Un abrazo que los fundió en uno, sintiendo el cálido aliento ajeno, besar el cuello. El caos, ese intenso escalofrió, recorriendo, la curvatura de su espina dorsal, el delirio. Aquel pelo negro, rozando sus mejillas, y la perdición. Se había enamorado y aun más, era correspondido.

 

El beso, fue lento, suave. Sin ningún tipo de pretensiones, un roce de labios, perfecto y eterno. Que en cada segundo, aumentaba el calor en los cuerpos, el sonrojo en sus mejillas y el característico toc- toc de los corazones. Ese palpitar tan pausado, que comenzaba a volverse moderado. La lengua del más alto, entro en la cavidad bucal del castaño, provocando un leve roce entre sus lenguas. Esas caricias dadas entre ellos, que solo podían ser observadas dentro de sus bocas. Tora dirigió una de sus manos, a la espalda del menor, generando un masaje lento, que subía y bajaba por sobre la tela. Pronto el castaño, subió una de sus manos al mentón del pelinegro, volviéndolo un beso aun más dominador, la falta de aire era inminente y se separaron. Los grisáceos ojos del pelinegro, miraron con deseo los chocolates del castaño, que parecían más claros que los normales.

-          Sé que aun tienes miedo- exclamo con sinceridad el más alto- pero sabes que te deseo- Tora seguía acariciando la espalda del menor, centrándose en la parte baja de su espalda.

 

-          Tú no eres el problema- expreso, mientras sus dedos, recorrían con naturalidad el rostro calmado del pelinegro, fundiendo en sus dedos, ese rostro tan peculiar- sé que me amas, como te amo-  pensó un momento, bajando su mirada al piso- solo sufrí mucho- culmino, mirándolo a los ojos

 

-          Solo quiero que confíes en mi- las manos del pelinegro, siguieron  con las caricias, lo abrazo, hasta fundirlo en el, reconfortándolo en su calor- no te hare daño.- Saga se aferro a ese abrazo, recordando lo mucho que le costó, llegar a encontrarlo. A verlo. Porque Shinji, siempre estuvo ahí, él simplemente no lo vio.

 

-          Confió en ti, más que en nadie- esas palabras estremecieron al mayor. Conocía a Takashi, como la palma de su mano, no decía las cosas, sino las sentía. Y arrancarles esos “sentimientos” de su corazón, era lo más difícil.  

 

Los pensamientos que encerraron al mayor, en esa burbuja, de algo que no terminaba de entender, se vieron confundidos, cuando el castaño, tomo la iniciativa y lo beso.  Sus labios se unieron y sus ojos se mantuvieron cerrados, ante el mínimo roce. Esta vez, sus bocas, comenzaron a pelearse por un liderazgo, pero Tora decidió, tomarlo, para besarlo con más cautela, conduciendo sus dedos a la ropa que comenzaba a estorbar. Un relámpago, ilumino la habitación, aunque ninguno se percato de ese brillo, simplemente eran consientes de ellos.  Manos veloces que desnudaban con parsimonia y dedicación el cuerpo ajeno, besos repartidos entre ambos cuerpos, el perfecto roce, que generaba oleadas de un placer, que parecía infinito.

 

La hermosura de su rostro, sus bocas unidas, al igual que sus manos, y esas palabras que parecían tan raras entre ellos, tan difíciles de asimilar. “Quiero hacerte el amor, Takashi” el temblor en sus dedos fríos, el nerviosismo que volvía a apoderarlo. La boca del mayor abarcándolo, hasta dejarlo sin aire, sus manos dubitativas, sin saber por dónde empezar. La seguridad en los ojos cambiantes, y el deseo que ambos tenían. Las sabanas claras, las únicas capaces de soportar, su delirio, el martirio con el que Tora comenzaba a amarlo, a desnudarlo. Sus oscuros cabellos, rozando sus tetillas, aquellas manos tan fuertes tomándolo con firmeza. Los masajes rozando su intimidad, el tiempo que parecía detenerse en su aliento.

 

El piso húmedo y frio, que rozaba la espalda del más alto de los dos. Manos que viajaban de un lado a otro, sus cuerpos ardientes, rozándose, tan torturante. La boca del castaño que se encargaba de acariciar, cada centímetro de piel. La tortura, la misma tortura, que ambos estaban acostumbrados. Las palabras no existían, no eran necesarias. Sus cuerpos hablaban, por ellos. Sus miradas, sus sonrisas torpes, y las yemas de los dedos, que lograban llenar, una parte del deseo más profundo.

 

La primera vez con él. Y no es que bastara con el simple hecho de mirarlo a los ojos, pues aunque le no quería demostrarlo, estaba más nervioso que el castaño. Porque aparte de ser su primera vez , con la persona que amaba, con su mejor amigo y confidente, era su primera vez con un hombre y tenía miedo. Pero los dedos del más bajo, lo alentaron, la forma en que lo tomo firme, sus ojos tan entregados a los de él. Quizás era muy prematuro, no hacia ni un par de horas que se le declaraba en el medio de la lluvia, y ahora tener sexo. ¿Estaba bien? No quería que el de ojos chocolates, dudara de lo que él sentía, pero no pude evitar decirlo. Encontrándose entre las piernas ardientes de ese hombre tan hermoso.  Besándolo, pegado a ese cuerpo húmedo, sintiéndose uno, en cuestión de segundos. Su rostro tan precioso, con la mueca del dolor grabada. El intentando calmar, lo que sentía era imposible, por la presión ejercida entre ambos, solo logro exclamar, jadeante, sin voz “Relájate, por favor Takashi”, el miedo lo estaba paralizando, el solo quería amarlo, no quería dañarlo. Aunque eso solo duro unos segundos, cuando al fin, logró compenetrarse, la mueca desapareció, el miedo se esfumo, y solo quedo entre ellos, el amor. Esas palabras tan mágicas “puedes moverte”, animaron al pelinegro a seguir, a fundirse en el, perder el conocimiento en el placer.

 

 

Por fin el más bajo de los dos, lograba el ritmo perfecto entre sus cuerpos, liberando diminutos suspiros, escuchando el jadeo constante del mayor y la lluvia, golpear la ventana. La tormenta liberaba esos fugases relámpagos que iluminaba a ambos, lo que hacia sonreír al castaño. Su ritmo era lento, sintiendo como los pasivos dedos del mayor lo acariciaban, no necesitaban apurarse. Sabían que el tiempo estaba a su favor, que no corría. El pelinegro, beso el cuello del castaño, cuando este cayó sobre su cuerpo, manteniendo las estocadas que tanto le gustaban al menor. Tiñendo la clavícula de este, de un intenso color rojizo. Sus cuerpos encajaban a la perfección, como si la frase  “nacieron el uno para el otro” se aplicara por completo a la regla. Sus bocas jadeantes, comenzaban a hacer eco, y en un ligero movimiento, el mayor dio una débil vuelta, lo justo y necesaria, para quedar sobre el cuerpo del castaño.

 

Como si no pudiera existir mas nada en este mundo, sus cuerpos se comunicaban como si se conocieran de tantos años, se complementaron rápidamente, sus bocas inquietas y torpes, se buscaban, por necesidad, por deseo. Queriendo calmar esas oleadas indescriptibles de placer que avecinaban en su vientre. No era la primera vez que tenían relaciones con alguien, pero era la primera vez que ambos sentían como si el vertiginoso delirio, se subiera a su corazón, palpitando tan fuerte, como si no quisiera llegar al final, y lo sintieran tan cercano. Palabras susurrantes cruzadas, y el inmenso rio que se expandía en sus ingles, llegando a la cúspide al mismo tiempo, el abrazo que se volvió tan estrecho y sus respiraciones irregulares volviéndose una sola. El éxtasis blanco, hasta la profundidad del puro amor. Sus cuerpos estáticos, sintiendo el calor ajeno, los palpitantes corazones y sus cuerpos cansados. Ojos brillosos en la semi-oscuridad y el destello de algo nuevo que empezaba, brillando en su interior.

 

 

El ritmo impuesto por el pelinegro era más certero, más dinámico, pero igual de electrizante. Solo había cambiado la posición, para admirar con detenimiento el cuerpo del castaño. Para marcarlo, y llenarlo de besos y caricias, incluso cuando sus vaivenes, habían empezado a ser más enérgicos, logrando que el final estuviera cerca. Fundiéndose profundamente, llegando al delirio con sus cuerpos enredados. Los brazos del castaño se aferraron a los brazos del pelinegro, segundos bastaron, para que ambos llegaran. Tal como la lluvia, banaba a los cuerpos solitarios en esa noche humedad, ellos  lograron bañarse internamente, el uno del otro. Se besaron, ante un suspiro que el más alto dio, mirándolo dulcemente, para abrazarlo y atraerlo a su cuerpo, sosteniendo el cansado castaño.

 

-          Eres hermoso- expreso con su voz cansada, aun sintiendo como el delgado cuerpo de su pareja temblaba, debido al orgasmo

 

 

-          No digas esas cosas- exclamo, cerrando los ojos. No es que no le creyera al pelinegro, pero, eso solo provocaba que su acelerado corazón galopara como un caballo salvaje. Sus dedos se aferraron a la espalda de este, y busco el aire necesario, contra el pecho del mayor. Por unos minutos se mantuvieron en silencio, sintiendo como el techo era bañado por duras lagrimas del cielo.  Ese sonido relajante, calmado, persistente, que lograba que sus respiraciones inestables,  volvieran a la normalidad.

 

 

-          Amo la lluvia- comento el pelinegro, una vez que su ronca voz, se acomodaba- la amo, porque así te conocí. La amo por que así te bese y te hice el amor por primera vez- exclamo en un suspiro, mientras acariciaba con la yema de sus dedos, los húmedos cabellos del castaño, que se encontraban desalineados. Para luego, buscar la mirada de este, regalándole una sonrisa sincera.

 

 

-          ¿Nos conocimos un día de lluvia?- pregunto, queriendo recordar ese momento, que se le había pasado por alto. Mientras disfrutaba de esas caricias, la humedad del día, no se sentía entre los brazos fuertes del pelinegro. Le devolvió la sonrisa, intentando no sonrojarse. No le gustaba hacerlo, pero no podía. Aquella mirada que el más alto, le dedicaba solo le provocaba ese estallido rojizo en sus mejillas.

 

 

-          El día en que te golpee en el patio del colegio, llovía- expreso riendo, al recordar cómo se habían conocido, el rostro del castaño se relajaba, al parecer lo había recordado- Así como también, cuando te pedí disculpas.- aquello lo dijo suavemente- sabes la lluvia da bendiciones, eso dicen, y creo que es así- beso los labios expuesto del más bajo, con dulzura, para luego reír un poco.

 

-          Estas risueño- dijo riendo, uno de los poderes del mayor, era hacerlo reír fácilmente, incluso si sus ojos, estuvieran plagados de lagrimas. Lo que le trajo un nuevo recuerdo, que le cambio el semblante- te acuerdas…cuando me dijiste, ¿que debería seguir adelante, sin importarme lo que otros opinaban?- pregunto el menor, recordando, cuanto había sufrido esos días, por los comentarios ajenos. Aunque siempre intento que no le afectaran, no lograba superarlos, con las palabras del más alto, había aprendido a hacer lo que mejor le parecía.

 

 

-          Sí, claro que lo recuerdo bonito. Si, ese día también llovía. Lo compare con tus ojos. Llorabas como el cielo, me afligió tanto verte así, que no sabía cómo actuar, sin que notaras, lo mucho que me gustabas- el pelinegro había corrido por un dilema. Aquel ser que muchas veces era tan orgulloso y fuerte, había llorado frente a sus ojos, demostrándole su debilidad de una forma brusca, que casi lo desmorona a él- ese día casi te beso- comento- pero iba a ser demasiado brusco, por lo que me contuve y te abrace.

 

 

-          Si, es cierto. Quizás en ese momento, te hubiera pegado si me besabas- comento riendo- pero el abrazo me reconforto, tanto como tus palabras- el castaño se guardo lo que sintió. Pero aquel acercamiento del pelinegro, después de tanto tiempo, solo le hizo afirmar lo mucho que se había enamorado de él. No lo reconocería, no aun.

 

 

-          Y seguro que nos casaremos un día de lluvia- comento en voz alta el mayor, provocando que en el rostro del mas bajo se dibujara una mueca- ¿qué?, ¿no quieres casarte conmigo?-

 

-          Es pronto Shinji- dijo incrédulo, ante aquel comentario del más alto, que aunque no quería reconocerlo, le daba mucho miedo. Pero que también le causaba un cosquilleo en su estomago- pero sí, quiero casarme contigo- y de nueva cuenta, el rubor en sus mejillas.

 

 

-          Te amo Takashi- dijo,  besándolo con mayor intensidad, perdiendo la fuerza de sus brazos en el cuerpo del castaño – hermoso,  vamos a ir a la cama. Te vas a enfermar así de desnudo

 

 

-          ¿Ahora te preocupas de mi salud?- pregunto riendo, sintiendo como sus cuerpos se separaban,  un jadeo escapaba de sus labios, al unisonó- Shinji Te Amo- expreso sincero, ante la atenta mirada del más alto, que estaba fija en la suya.

 

Unos cuantos minutos  les basto sobre la cama, para conseguir que sus cuerpos se acoplen y pudieran quedarse profundamente dormidos. El cuerpo del castaño sobre el del pelinegro, en un tierno abrazo. Las gotas  golpeteando las ventanas, su aura iluminada, por sus días de “lluvia”.

 

Notas finales:

OMG~! Me aniquilan?? No tengan piedad, diganme lo que realmente les parecio, por que esto es una prueba, y quiero en un furuto hacer mas fics, de este tipo.

MUCHAS GRACIAS POR LEER!!

Espero sus comentarios, tomatazos, libros, o diccionarios! XDD

CUIDENSEN MUCHO

BESOS~!


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