Estúpida carta.
“Para: Kim JongHyun
Hyung, lamento si te molesto con esta carta, ni siquiera te preguntes cómo conseguí tu nueva dirección porque fue toda una odisea, y la conseguí sólo para enviarte mis sentimientos plasmados aquí, porque soy un cobarde, lo sé, no fui capaz de decírtelo a la cara jamás. Cada vez que me lo proponía por las mañanas a decírtelo te veía a la cara y esa fuerza que tenía desaparecía completamente ¿sabes lo que es eso? No sabía qué decir y me hacías parecer un tonto, alguien sin cerebro, y esa sensación no me agradaba para nada. Ahora me pregunto ¿si te lo hubiese dicho hubieses permanecido a mi lado? No, no lo creo, creo que si te lo decía te hubieses alejado de mí más rápido de lo que nos conocimos, y eso me daba miedo, hyung, porque te quiero, de verdad te quiero y no quería perderte ¿y qué si te tenía sólo como amigo para siempre? Al menos así estarías cerca.
Pero ahora ni siquiera puedo escuchar tu voz ¿por qué te fuiste así, sin decirme nada? ¿Acaso no me querías tanto como me lo decías? ¿No eras mi amigo, hyung? No te imaginas lo desagradable que fue saber que te habías ido de la escuela, y luego llamarte y que tu número estuviera fuera de servicio, preguntar por ti a tus vecinos y que me dijeran que te habías mudado. Sentí como lentamente me destrozaba por dentro, porque ya no podría molestarte, verte, si quiera hablarte, escucharte, y lo extraño, realmente extraño todo eso.
¿Acaso ya me olvidaste? Porque yo encuentro imposible sacarte de mi cabeza. Recordar tu boba risa, esa que decía que odiaba pero que realmente me gustaba ¿Tú no extrañas nada sobre mí? O nuestras discusiones, cuando nos enojábamos por cosas estúpidas y a los minutos después ya estábamos disculpándonos, o incluso discutiendo nuevamente. Yo de verdad extraño todo eso.
Y por último, quiero decir que, me siento un estúpido por no decírtelo a la cara, pero, te amo, te amo demasiado como para olvidarte, te amo más que a un amigo, hyung, por favor regresa, al menos sólo para golpearme y decirme lo patético que soy, pero regresa, por favor.
Esto fue escrito con mucho amor por
El chico cara de rana
Tu amigo, Choi MinHo.”
Una semana después de enviada la carta, MinHo seguía igual de decaído, bajando sus calificaciones, casi sin dormir, y todos lo notaban, excepto él mismo.
—Entonces… —comenzó hablando el profesor—, comenzaré a pasar a lista, por favor presten atención.
Y así pasaba otra mañana para MinHo, no prestar atención sino hasta que dijeran su nombre, sólo… sólo sentarse allí a mirar por la ventana, a estar presente de cuerpo pero no de mente. Aunque algo cambió esa mañana.
—Kim JongHyun.
—¡¿JongHyun?! —casi gritó el alto mirando sorprendido al profesor.
—Sí, JongHyun, pero veo que no está presente. Joven Choi ¿no lo sabía? Ayer volvieron a inscribir al revoltoso JongHyun a la escuela.
Y en el rostro de MinHo se formó una sonrisa de bobo, que no se borró por toda la mañana, hasta la hora de salida, momento en el cual fue corriendo en dirección a la casa donde vivía su amigo antes de irse de la ciudad.
Luego de haber tocado el timbre un par de veces, abrió una mujer adulta.
—¿Sí? ¿Puedo ayudarlo?
MinHo hizo le una reverencia. —Hola, d-disculpe, busco a… ¿Kim JongHyun?
—Lo siento, nosotros nos mudamos hace poco a esta casa.
—Entiendo… —miró al suelo perdiendo las pocas esperanzas que tenía—. Lamento las molestias —se inclinó nuevamente y salió de allí.
Se dirigió a su casa a paso lento, sin querer llegar en algún momento realmente, pero llegó, y cuando lo hizo su sorpresa fue grande.
—Hola, Choi.
—¿H-Hyung?
—No, sólo soy su fantasma que vino a visitarte. ¡Claro que soy yo, imbécil! —le dijo sonriendo.
—¡Hyung! —MinHo corrió para abrazar a su amigo, pero éste lo detuvo estirando su brazo.
—No tan rápido, rana —el más bajo busco algo en su bolsillo—. Esto —y le mostró la carta, la misma que había enviado hace una semana—. Dímelo.
—¿Eh? —balbuceó confundido el menor.
—Dímelo y no seas un cobarde —le dijo mientras volvía a guardar la carta en su bolsillo.
—Hyung… —susurró apenado—. Yo… te quiero.
—Lo sé, yo también te quiero, pero no es eso lo que busco que me digas, y bien lo sabes.
—Tú… —susurró sonrojándose.
—¿Yo? —preguntó el mayor incitándolo a continuar.
—Tú me gustas… y mucho, JongHyun —le dijo armándose al fin de valor—. Te amo.
—Eso es… simplemente lo mejor —susurró mientras se acercaba y se colgaba del cuello del más alto a la vez que juntaba sus labios en un beso esperado por ambos.
MinHo no hizo más que tomarlo por la cintura, abrazándolo posesivamente, mientras correspondía el beso.
Choi MinHo, gracias a Dios enviaste esa estúpida carta.
—Fin—