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Porque las despedidas no existen y las promesas no se rompen por X-Dvir

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Notas del fanfic:

Simplemente es el primer fic que escribo y me gustaría algún comentario para saber que pensais.

Notas del capitulo:

Lo cambie un poco porque creo que antes tenía un pequeño fallo, bueno sigue siendo el mismo fic espero que siga gustando

Era un día lluvioso, quizás para muchos un día cualquiera, pero ese no era el caso de dos huérfanos. Era doloroso que te separaran de la persona que más quieres y más aún de aquella con la que has vivido la mitad de tu vida, eso lo sabían bien Guillermo y Alexis. Ellos tenían una amistad irrompible forjada con los años, aunque solo tuvieran trece. Muchos dirían que era imposible conseguir amistades duraderas a esa edad pero ellos lo eran todo el uno para el otro, siempre había sido así y eso no cambiaría nunca.

Desde que se conocieron estaban juntos, al entrar Guillermo al orfanato, con cinco años,  no se había separado  ni un momento de Alexis. Guillermo un niño de cabello rubio oscuro con los ojos  negros era bastante serio y frío, quizás demasiado, mientras que Alexis un moreno con ojos azules , bastante alegre, travieso e hiperactivo, por ello en el orfanato todas las personas,  adultas o niñas, se preguntaban cómo podían siquiera hablar, puesto que  eran completamente opuestos.  Aunque todo el mundo pensaba eso ellos simplemente no pensaban igual, después de todo opinaban que se complementaban y que juntos podrían con cualquier cosa. Pero los del orfanato no sabían eso y sin mala intención dejaron que una familia adoptara a Alexis. Los chicos al saberlo no sabían que hacer, no querían separarse, incluso intentaron escaparse pero no funciono, los cogieron al instante. Ya no tenían tiempo, a la mañana siguiente Alexis se marcharía, pero no se les ocurría nada para impedirlo. Guillermo estaba demasiado angustiado.

-No te preocupes Guille ya se nos ocurrirá algo, seguro- intentaba tranquilizarlo Alexis.

-¡Yo no estoy preocupado, lárgate y déjame solo de una vez, no me importas te odio!- gritó Guillermo mientras salía de la habitación en la que se quedaban juntos.

Después de esas palabras Alexis se sentía mal, después de todo entendía a su amigo, no quería que se fuera, pero él no tenía la culpa de que se lo quisieran llevar, puesto que él también echaría de menos a su amigo.

A la mañana siguiente la directora del orfanato acompaño a Alexis a la salida donde le esperaba su nueva familia. Alexis estaba deprimido como nunca se le había visto, aunque era normal, ni siquiera se había podido despedir de Guillermo y eso lo hacía sentirse culpable. Se iba acercando al coche de aquellos desconocidos que serían su familia cuando de repente oyó que lo llamaban, gritaban su nombre y enseguida reconoció la voz, aunque estaba bastante alterada. Se giró, lo vio allí corriendo hacía él con todas sus fuerzas ,llegó y cuando lo abrazó lo notó, aquel chico frío que solo se había relacionado con él en todo el orfanato,  aquel ser orgulloso que no se dejaba aplastar por nadie al que todos tachaban como el ser más insensible del mundo,  estaba llorando. Cuando Alexis sintió los brazos de su amigo alrededor de su cuerpo correspondió al abrazo sin dudarlo y lloró junto a él. No se querían separar y sabían que no podrían soportarlo.

-Alexis te tienes que ir- decía la directora mientras cogía a Guillermo y lo alejaba de Alexis, mientras la ahora madre de Alexis lo cogía de la mano y lo alejaba rumbo al coche que estaba al otro lado de la calle.

Alexis miraba todo el rato a Guillermo y veía la desesperación  con la que intentaba soltarse pero la señora lo sujetaba con fuerza. Por un momento los ojos de los dos chicos se cruzaron y se sintieron comprendidos,  sus sentimientos se reflejaban en los ojos del otro: ira, desesperación, tristeza, soledad,  coraje, culpa y sobre todo miedo, miedo a que les quitaran su otra mitad.

Entonces fue cuando  pasó, Alexis ya había cruzado la calle sin apartar la mirada de Guillermo y vio como este se soltaba del agarre de la directora y corría con todas sus fuerzas hasta donde se encontraba mientras la directora intentaba alcanzarle y gritaba que se parara, pero no oyó lo que decían simplemente corría para intentar alcanzar la luz, su vida, su amigo para poder recriminarle que era un mentiroso que no había cumplido con la promesa que hicieron. Pero todo pasó muy rápido, cuando Guillermo estaba cruzando la calle un coche estaba a punto de atropellarlo, iba muy rápido y sucedió lo inevitable, un chico estaba en el suelo inconsciente lleno de sangre y el otro corriendo hacia el cuerpo. No se podía creer lo que había pasado, todo era su culpa pensaba mientras se acercaba al cuerpo ensangrentado de su amigo, se arrodillaba a su lado, miró a al chico y entonces gritó con todas sus fuerzas.

-¡Alexis! ¡Alexis por favor despierta!- estaba desesperado no sabía qué hacer, oía unas voces a su espalda que decían algo de una ambulancia pero él no podía apartar la mente de lo que había pasado, su amigo al ver que lo iban a atropellar había corrido hacia él y lo había empujado para salvarlo. Él era el que tendría que estar en el suelo no Alexis.

La directora llamaba a la ambulancia pero no podía quitarse de la cabeza lo que había causado por separar a esos dos niños.

Por fin la ambulancia llegó y llevaron a los niños al hospital, Guillermo solo tenía unas magulladuras pero Alexis si estaba grave por lo que lo estaban operando. Guillermo al igual que los demás estaban en la sala de espera haber como salía Alexis, estaban demasiado angustiados no sabían lo que podría pasar, estaban esperando lo peor. Guillermo quería ayudar pero no podía hacer nada solo esperar y rezar para que Dios no los abandonara en ese momento. Fue entonces cuando salió una enfermera apurada y se dirigió hacia ellos.

-No tenemos suficiente sangre grupo 0 para el paciente ¿alguno puede donar?- preguntó nada más llegar la mujer.

-Lo siento no tenemos el mismo tipo de sangre- hablo la el hombre acompañado por su esposa que lloraban por el que sería su hijo.

-Yo tampoco…- iba diciendo la directora pero fue interrumpida

-¿Yo que grupo tengo?- preguntó apresurado Guillermo, rogando en su interior que tuvieran el mismo.

-Tienes 0 pero eres menor y…

-Entonces yo le donaré la sangre-dijo con una madures y una seguridad muy rara a su edad.

-Está bien-aunque la enfermera dudo al final acepto, no había tiempo, el joven que estaban operando estaba muy grave y aunque fueran mínimas las posibilidades de que viviera, sin esa sangre moriría seguro.  Cuando esta ya tuvo la sangre corrió hacia dentro de la sala de operaciones, dejando a Guillermo otra vez en la sala de espera.

Guillermo se sentó y espero. Eso es lo único que podía hacer esperar, solo esperar. En ese momento rememoró todos y cada uno de los recuerdos que tenía de Alexis, recordó todas las travesuras que hicieron e idearon, en algunas los pillaron pero había bastantes en las que no, recordaba la cara de ilusión que tenían ambos cuando hacían cosas divertidas juntos, como se apoyaban mutuamente en los momentos difíciles, recordó la promesa que se hicieron poco después de conocerse, lo a gusto y protegido que se sentía a su lado…

En la sala de operaciones todo iba bastante bien, la operación era complicada pero la estaban atendiendo con maestría, pero entonces sucedió, el paciente no tenia pulso…

 

 

En la entrada del orfanato se encontraba un muchacho, de unos 16 años de cabello rubio oscuro y ojos negros, mirando a la carretera que tanto le había hecho sufrir y no pudo evitar que una lágrima traicionera resbalara por su rostro. Simplemente no podía olvidar lo que había pasado hacía tres años. Entonces sintió como unos brazos lo rodeaban.

-No pienses más en eso Guillermo eso sucedió hace tiempo- intentaba tranquilizarlo un muchacho de la misma edad que su compañero, aunque un poco más alto que él, de cabellos negro y ojos azules.

-Lo sé, pero casi se muere- dijo tristemente

-¿Cómo que casi se muere?- cuestiono extrañado el pelinegro mientras lo soltaba y aparentaba estar enfadado.

-Si casi se muere mi corazón cuando pensé que estabas muerto-contesto sonriendo mientras lo miraba, el otro al oír la respuesta también sonrió.

-Pero si sabías que no me iba a morir- respondía intentando aparentar incredulidad.

-¿Cómo lo iba a saber, idiota?- Guillermo estaba confuso

-Fácil, después de todo te prometí que siempre te protegería ¿no?, sabes que no me gusta romper las promesas- decía mientras sonreía, y por un momento Guillermo pensó como podría vivir si no la veía.

-Entonces porque no me prometes que no volverás a hacer lo que hiciste ese día.

-¿El qué? ¿Sobrevivir? ¿No morirme?- preguntó divertido- Si eso es lo que quieres…

-¡Estúpido, me refería a no hacer aquel acto suicida!

-Lo siento pero eso no te lo puedo prometer- respondió serio

-¿Cómo que no?- contestó enfadado, estaba empezando a perder lo nervios, que quería ese chico ¿matarse?

-Porque te prometí que te protegería, ya te lo he dicho, no me gusta romper las promesas.

-Entonces hagamos otra promesa- Guillermo sonrío y levantó el dedo meñique, Alexis imitó el gesto- prométeme que siempre estaremos juntos.

-Lo prometo, después de todo ya lo tenía pensado, aunque si lo hubiera dicho yo hubiera quedado mejor- decía mientras movía la cabeza con un gesto de incredulidad

- ¡Solo cúmplelo ¿vale?!- gritaba enfadado mientras se giraba para entrar al establecimiento.

-Sabes que no me gusta romper las promesas y mucho menos despedirme.

Alexis corrió y lo alcanzo y juntos siguieron su camino, una vida que había tenido sus malos momentos pero a la que se le había dado una oportunidad que ellos no iban a desperdiciar, en la que las promesas siempre se cumplen y las despedidas no existen ¿Por qué? Porque no se las necesita.

Notas finales:

Espero que alguien haya llegado hasta el final y que por favor me comente algo


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