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Una romántica declaración por Paz

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Notas del capitulo:

Siento que el tiempo corre en mi contra... por ello aquí tenéis la continuación.

Una romántica declaración

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko

By Paz

Capítulo II: Un accidente imprevisible

 

Viéndoles durante los entrenamientos me preguntaba si sus compañeros eran conscientes de la relación que sostenían. Aunque querían mantenerlo en secreto, yo, acaso porque sabía que eran pareja, veía más allá de sus pequeñas rencillas que aún seguían manteniendo, ellos procuraban ser comedidos en sus actos, Rukawa ocultaba mejor sus sentimientos ante los demás, no así Hanamichi que era totalmente transparente. Su actitud hacia Rukawa era una declaración pública de su amor.

Entonces ocurrió el accidente, desde lo alto de las gradas observe que al intentar bloquear el tiro de Rukawa, Mitsui cargó excesivamente fuerte y no solo desvió la dirección de la pelota sino que también empujó con su cuerpo a Hanamichi que estaba preparándose para recibir el rebote. Algo impensable tratándose de Rukawa.

El contundente golpe del cuerpo de Hanamichi contra la duela fue sonoro porque fue su cabeza la que se golpeó duramente, durante unos segundos todos quedaron inmóviles al ver al pelirrojo inmóvil en la duela.

Hanamichi tenía la cabeza dura, pero aún así se le veía aturdido. Me apresure a descender para acercarme. Nadie se fijo en la palidez de Rukawa más acentuada si era posible.

Akagi se apresuró a ir a su lado.

-Mitsui, Kogure llevarlo a la enfermería.

-¡No le toques…! –el grito de Rukawa sobresaltó a todos, nunca le vieron así, tan alterado. Yo reconocí que eran celos, estaba sumamente celoso y su mirada era como un arma letal cuando se clavó en Mitsui.

Rukawa apartó de un empellón al jugador de tres tiros. No era tonto, al igual que yo había visto el interés que Mitsui mostraba hacia Hanamichi.

Vi como se inclinaba junto a mi amigo posando una rodilla en el piso y  ayudándole a incorporarse con suavidad, casi con temor a lastimarlo más aún si cabe, apoyando su espalda contra su pierna doblada.

-¿Cuántos dedos ves? –le preguntó alzando dos ante sus ojos.

-Demasiados… -hizo un amago de asirlos más su mano solo encontró el vacío- Kae…

Hanamichi estaba conmocionado.

-Tranquilo, Do’aho. Estoy aquí.

Rukawa tomó su brazo pasándolo por detrás de su cuello para que se sujetara a el. Deslizó sus brazos por debajo de los suyos y el otro por detrás de sus rodillas, levantándole sin esfuerzo, Hanamichi apoyó su cabeza contra su pecho, acurrucándose en él. Por la expresión de su rostro agradecía su proximidad.

-¿Qué fue eso? –preguntó Kogure rompiendo el impresionante silencio que la actitud de Rukawa provoco en los jugadores. Tras su apresurada salida del gimnasio todos parecieron recuperar el habla.

-Rukawa estaba más pálido que el pelirrojo –aseveró Ayako, mentalmente le dí la razón.

-Por eso estaban últimamente tan tranquilos –dijo Migayi.

-¿Qué quieres decir? –preguntó Mitsui.

-Es evidente, Rukawa no te dejo acercarte a él, se le ha visto preocupado por el pelirrojo, ¿Cuándo se le ha oído gritar? Una actitud muy inusual en él, y Hanamichi no le ha rechazado, yo diría más bien que agradecía su cuidado.

-Son pareja –dijo Kogure.

-Exacto…

-¿Ellos…? –Mitsui no podía creerlo.

Una palmada y la voz de Akagi les hicieron volver al entrenamiento, nada me quedaba por hacer allí y me fui hacia la enfermería.

-¿Cómo esta? –pregunté a un nervioso Rukawa.

-No lo se, el doctor esta con él.

Me senté a esperar, en tanto que Rukawa iba de un lado a otro, sus pasos me estaban poniendo nervioso, así que cuando se acercó, le tomé del brazo y le detuve.

-Siéntate, por favor.

Sus ojos me miraron friamente por mi atrevimiento. Le ví asentir y me hizo caso, entonces fui yo el sorprendido. Media hora después la puerta de la enfermería se abrió dando paso al doctor, los dos nos levantamos a un mismo tiempo y casi nos echamos encima del médico, nos dijo que era preciso esperar veinticuatro horas para saber que estaba recuperado, siendo conveniente que durante ese tiempo no se le dejara dormir por completo, para ver como reaccionaba y comprobar que sus pupilas no estuvieran dilatadas, si así fuera tenia que ser internado.

-Iré a buscar vuestros bolsos –dije- y te acercaré la bicicleta.

-Gracias. –me dijo dándome la llave del candado.

Salí corriendo hacia el gimnasio, Kogure me indicó sus taquillas y Akagi me entretuvo unos instantes preguntándome por Hanamichi, después me apresuré a buscar la bicicleta. Llegue a la puerta principal antes que ellos, poco después Rukawa salía con Hanamichi en brazos, quien al verme me sonrió. Al ver mi expresión preocupada trato de animarme con una cálida sonrisa.

-Estoy bien… -me aseguró.

-Tu déjate mimar –le dije con una sonrisa.

Supieron que estaba enterado de su relación, las mejillas de Hana se sonrojaron.

-Akagi me dijo que mañana no cuenta con vosotros. Que te cuides.

-Gracias…, este talentoso pronto estará jugando. –su risa se cortó con un gesto de dolor que no pudo evitar.

Rukawa acomodó a Hana delante de él, sentado en la barra de la bicicleta, sus brazos le rodearon mientras mi amigo recostaba su espalda contra su pecho, quedando su mejilla apoyada en el hombro de su novio. Hana se hizo cargo de los bolsos.

-¡Cuídate! –le recomendé.

-Ven mañana a verme –me pidió Hana.

Titubee en aceptar, mirando a Rukawa que asintió con un cabeceo, al tiempo que me daba su dirección.

***************

Llame a la puerta preguntándome que diría Rukawa al verme que me presentaba con toda la tropa, contando además que era bastante tarde, advertí que no se sorprendió, era como si esperara algo así, se hizo a un lado para que entráramos y tras quitarnos los zapatos nos llevo hasta la habitación donde reposaba Hana.

-¡Muchachos! –saludó alegre al vernos- ¡Que gusto me da que hayáis venido!

Al principio, nos quedamos quietos junto a la entrada, sorprendidos o más bien diciéndonos que aquella habitación era excesivamente lúgubre, las paredes estaban pintadas de color negro, ni una pincelada de color, esta lo daba los muebles, una cama de matrimonio, dos mesillas a los costados, una cómoda y un armario de cuatro cuerpos componían todo el mobiliario la madera de color claros, despejaba en parte aquella profunda oscuridad.

Al principio nos quedamos de pie, tras algunas bromas respecto a su caída y a la oscura habitación, enseguida tomamos confianza y nos sentamos en la cama alrededor suyo. Se le veía feliz, me dí cuenta aunque nos aseguro que estaba perfectamente que su rostro mostraba imperceptibles gestos de dolor, conseguí que los muchachos se calmaran preguntándole que tal se había portado con él Rukawa. Así supimos que estuvo pendiente de su estado en el transcurso de las horas desde que se accidentó.

-¿Podéis creer que ha estado despierto toda la noche? –inquirió feliz con sus atenciones. Se paso la mano por la cabeza y una vez más le ví fruncir el ceño.

-¿Te duele? –pregunté posando mi mano sobre la suya confortándolo.

-Un poco… -reconoció- Tengo un chichón del tamaño de un huevo. La tropa quiso verlo.

Antes que pudieran rodearlo más aún y le hicieran mostrar su nuca, apareció Rukawa y su presencia les cohibió, el muchacho venía trayendo una bandeja con refresco para todos y un vaso de agua para Hanamichi, junto con un comprimido que recogió de una repisa. Su solicitud era aplastante, con seguridad que estaba pendiente de nuestra conversación y se apresuró a poner los medios para evitarle el dolor.

-Gracias, Kitsune…

El muchacho asintió, delante de los muchachos se mostró muy comedido, es decir, siguió siendo el chico de hielo.

Rukawa nos dejo solos con Hanamichi quien nos contó que después del entrenamiento los jugadores se pasaron por allí para interesarse por su bienestar.

Al parecer durante toda la tarde hubo un continuo ir y venir de jóvenes, no solamente jugadores, Rukawa no negó la entrada a su casa a nadie, pero las visitas no se quedaban más de diez minutos con la consabida frase “Sakuragi necesita descansar”, así les aventaba a todos. Nosotros tras asegurarnos que está tan animado y que parecía que el golpe no iba a tener más consecuencias que un molesto y doloroso chichón también nos fuimos antes de darle ocasión a Rukawa de enseñarnos la puerta.

Al levantarnos para irnos, me sorprendió la invitación del Rukawa para que volviéramos cuando quisiéramos. El brillo en los ojos de Hana era una prueba evidente de su deseo de que aceptáramos.

-¿No es demasiada molestia? –pregunte.

-Si lo creyera así no os invitaba a volver. Además así podré librarme por unas horas de él –sonrió al verle poner un pucherito muy gracioso. Se inclinó dándole un beso en la frente, los muchachos aunque sorprendidos mantuvieron en silencio sus pensamientos.- Les acompaño hasta la puerta.

Salió con nosotros para despedirnos.

***************

Pensé que Rukawa iba a necesitar ayuda y me presente por la mañana temprano en su casa, ví alivio en su mirada, no quería dejarle solo porque Hana insistía en levantarse, me pidió que no le dejara hacerlo mientras salía a hacer unas compras.

-Ve tranquilo –le aseguré- Si es necesario le ataré a la cama.

Me sorprendió ver una sonrisa en sus labios. Nunca creí posible que el rey del hielo fuera capaz de reír, bueno, solo era una sonrisa, pero por algo se empieza. Me imaginaba que con Hana era capaz de reír, ¿quien podía estar a su lado sin hacerlo? Su risa era contagiosa.

Cuando una hora después Rukawa regreso nos encontró jugando a las cartas, los dos sentados sobre la cama, con las piernas cruzadas. Alrededor de Hana estaba toda mi ropa, me había desplumado por completo, dejándome solamente con el bóxer, por suerte Rukawa llego a tiempo de impedir que perdiera la última prenda que me quedaba, aquella era la única manera de mantener quieto al pelirrojo, el póquer era su otra pasión, lo único que le mantendría concentrado en el juego.

La aparición de Rukawa recordó a Hana que deseaba levantarse bufaba y protestaba porque su guardián no accedía a sus deseos, llevaban así unos cinco minutos, yo aproveche para recuperar mi ropa y vestirme.

-Estoy bien, kitsunito…. –decía meloso- Déjame levantarse, ¿si?

-Mañana…, -un gesto de protesta por parte del pelirrojo- por favor un día más ¿si?–su tierna mirada se posaba en mi amigo quien se derretía ante ella y accedía casi sin pensar a los deseos de Rukawa. Me apresuré a dejarles solo cuando el ambiente empezó a  caldearse.

-Estaba en el salón hojeando una revista de basquetball cuando apareció Rukawa.

-Quédate a comer, así me ayudarás a contener al Do’aho. –me pidió, su tono de voz me convenció, suave y cálido.

-¿No me digas que no puedes controlarle? –pregunte burlón.

-Si, puedo. -le vi entrecerrar los ojos y una sonrisa maliciosa apareció en sus labios. Le comprendí, volví la cabeza para que no viera el rubor de mis mejillas- Solo que no quiero lastimarlo.

Volví junto a Hana mientras Rukawa nos preparaba la comida. Antes llame a mi madre para advertirla que no me esperaran a comer que lo haría con Hana.

Después de una apetitosa comida, elogie las habilidades de Rukawa, le ayude a lavar los cacharros entretanto él los secaba y guardaba, cuando volvimos al lado de Hana él se tumbó a su lado, era entretenido verles juntos, sus dulces miradas, las suaves caricias, cuando encendieron el televisor me invitaron a recostarme junto a ellos, así que estuvimos viendo una comedia hasta que nos interrumpió la llamada a la puerta. 

Rukawa fue a ver quien era, algunos minutos después daba paso en el dormitorio a Kogure, Mitsui y Migayi.

-Mira quien ha venido –dijo Rukawa a Hanamichi.

La inflexión de su voz parecía querer decir “no hacia falta que vinieran”, la mirada que intercambiamos confirmó mi suposición, sonreí al interpretar correctamente sus palabras. Hanamichi les saludo amistosamente, todo risas y carcajadas. Su inocencia era su mayor virtud. Rukawa dijo.

-Os traeré sillas –vió la intención de Mitsui de sentarse en la cama, en el mismo lugar que ocupaba anteriormente Rukawa.  Yo seguía tumbado al lado de Hana.

-¿Qué hacíais? –preguntó Kogure.

-Veíamos una comedia.

-Sentimos interrumpiros. –dijo Migayi fijándose que el televisor estaba encendido pero sin volumen.

-No os preocupéis, la hemos visto anteriormente. –les aseguro mi amigo.

Rukawa como buen anfitrión además de asientos para las visitas, trajo bebidas y luego marcando su propiedad ocupo su sitio al lado de Hana, pasando su brazo por su espalda, ví como un delicioso rubor lleno las mejillas de Hana, que al instante buscó el apoyo de su pecho.

Tuve la certeza que Rukawa no se fiaba de Mitsui, cosa que no hizo conmigo, me dejo solo con Hana entretanto él salía a hacer compras, y cuando volvió no se sintió celoso por encontrarme prácticamente desnudo con Hana, ese pensamiento encendió levemente mis mejillas.

Su confianza en mí me halagó, porque mi opinión de él era bastante pobre. Empezaba a verle bajo otro prisma. Que Hana estaba enamoradísimo de él y viceversa era algo innegable. Si Rukawa estaba en la misma habitación que Hana, este no apartaba sus ojos de él, su mirada le seguía y cuando dejaba de verlo, reía tontamente e intentaba proseguir una conversación interrumpida sin saber que decir, el moreno no corría peligro de perderlo, los demás hombres no existían para el pelirrojo, Mitsui nunca tuvo oportunidad de conquistarlo.

-Habéis formalizado vuestro compromiso?

-Aún no –dijo Hanamichi.

-Pronto. –añadio Rukawa.

-¿Si? –alzó el rostro para mirarlo.

-Aha…-sin importarle nuestra presencia le dio algo más que un tierno beso.

Pude ver que Mitsui se moría de envidia y ví algo que me sorprendió, Kogure le miraba a su vez con una expresión de angustia reflejada en sus ojos. -¡Vaya, vaya! –murmuré para mi- Kogure interesado por Mitsui.

Rukawa se apartó del sonrojado pelirrojo, quien lucia encantador con ese rubor, nuestras miradas se cruzaron unos segundos.

-¿Será privada? –preguntó Mitsui, si las miradas mataran, Rukawa hubiera caído fulminado.

Rukawa le miro gélido. Hanamichi con su habitual inocencia replico.

-No vamos a publicarlo en la gaceta estudiantil.

-Do’aho… -una sonrisa distendió el rostro de Rukawa, pudiendo comprender los sentimientos que despertaba en Hana. Su sonrisa me provocó un cosquilleo en el corazón aunque no estaba dirigida a mí. No le dí mayor importancia pues todo mi interés estaba centrado en los cuatro jugadores, observando las reacciones de unos y otros, sin percatarme que me estaba involucrando en sus vidas más de lo que me estaba permitido.

Decidí que era el momento de marchar y así lo dije, me puse de pie. Migayi que había permanecido callado estuvo de acuerdo conmigo, Kogure le apoyó y Mitsui no tuvo más opción que salir con ellos.

-Ven mañana a comer con nosotros.

La invitación de Rukawa me sorprendió.

-No puedo, se reúne toda la familia. –murmuré.

Rukawa asintió.

-Adiós… -cerró la puerta dejándome perplejo.

***************

Sus ojos inexpresivos se posaron en mí al abrir la puerta. No reflejaban ninguna emoción.

-¿Y tu familia? –atinó a preguntarme.

-Se quedo en casa. Traigo pastelitos de chocolate. –sabía que Hana era un autentico goloso. Zampaba los dulces como si fueran grageas. Le mostré el paquete, los había comprado de camino a casa de Rukawa.

-Pasa, ya conoces el camino.

Encontré al pelirrojo sentado en un sillón del salón con gesto aburrido.

-¡Yohei!!! –casi salto sobre mi cuando me vió. En realidad lo hizo, me tomo tan de sorpresa que intente proteger mi precioso cargamento retrocediendo un paso, con tan mala fortuna que resbale hacia atrás, los pastelillos salieron volando por encima de mi cabeza.

-¡Oh no! –gemí ante el desastre que se avecinaba, solo pensaba en los dulces, sin preocuparme de mi propia seguridad.

Rukawa salvo la situación al atajar el paquete de dulces antes que llegará al suelo y aun tuvo reflejos suficientes para evitar que yo diera con mis huesos en el suelo, sin saber como me encontré en sus brazos, me apresure a separarme de él agradeciéndole profundamente su ayuda.

Más tarde comprobamos con cuanta delicadeza recogió el paquete ya que ninguno de los pasteles había perdido su forma.

Pase una tarde entretenida con los dos, hablamos de su deporte favorito, como no, el basquetball, vimos algunos partidos de la NBA que tenía Rukawa grabados y otros que estaban trasmitiendo esa tarde.

Respingados los tres en el sofá, ellos con sus largas piernas estiradas disputándonos entre los tres el mando a distancia para rebobinar y discutir las jugadas ellos, yo para impedírselo, conseguí pasar un rato agradable hasta que Hana le dio por sentarse a horcajadas de su novio.

Entonces se acabó la tranquilidad, sus arrumacos, besos y caricias me divertían, sobre todo porque Hana sacaba a relucir el niño que llevaba dentro y fingía enfuruñarse cuando Rukawa prestaba más atención a la pantalla que a él.

No me atrevía a apartar la mirada de las imágenes, como si estuviera profundamente interesado en lo que allí sucedía, evitar escucharles era tiempo perdido, finalmente decidí que tres éramos multitud e hice ademán de levantarme para marchar, entonces los dos se me echaban encima inmovilizándome contra el sofá e insistían en que me quedará, renovando sus promesas de portarse bien, cosa que no cumplían.

Fue una de las mejores tardes que pase, pensando que debía hacerlo más a menudo, a veces los parientes eran bastante pesados, no lamente haberme marchado después de saludarles, aunque seguramente que en casa me esperaba una regañina.

 Continúa… 


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