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La historia no contada por lizergchan

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Notas del capitulo:

 

 

Disclaimer: Los personajes de Harry Potter no me pertenecen, sino a su autora J. K. Rowling, este fic lo hice sólo y únicamente como diversión.

Parejas: SiriusxOC, Harryx¿? (por el momento)

Aclaraciones y Advertencia: Este fic contiene YAOI, semi AU, Lemon, fantasía, gore, tortura y lo que se me vaya ocurriendo, kesesesese.

 

 

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

 

 

 

La historia no contada

 

 

 

Capítulo 10.-

 

 

 

Harry despertó al sentirse observado; en un auto reflejo, sacó el arma que guardaba bajo su almohada y atacó, deteniéndose a milímetros del cuellos del invasor.

 

—Excelentes reflejos, Yoltic —dijo Tleyotl sonriendo con suficiencia. —Es bueno ver que no has perdido capacidad a pesar de estar en un lugar tan aburrido como este.

 

Harry gruñó molesto. No había ni salido el sol y ya su primo lo estaba molestando. Frunció el ceño cuando Tleyotl se sentó en la cama sin pedirle permiso.

 

—Estos dormitorios son demasiado pequeños —hizo una mueca de asco al ver a los compañeros de Harry acostados en sus respectivos colchones. —Un príncipe no debería compartir sus aposentos con nadie que no fuese su consorte. Sin mencionar lo diminuto que es este lugar.

—Si tanto te molesta, puedes regresar a Tollan —dijo Harry dándole la espalda y ocultando su cabeza bajo las sábanas. —Vete, quiero dormir.

 

Tleyotl se acercó más a Harry, apartó la colcha y lo besó en los labios, ocasionando que éste le soltara un golpe que esquivó con facilidad.

 

—No me vuelvas a tocar —siseó amenazante, pero Tleyotl no se inmutó; hizo una reverencia y se fue con paso elegante pero firme.

 

Harry frunció el ceño. No le gustaba para nada tener que estar tan cerca de su primo. Suspiró, si fuese Ameyatzin no tendría problemas, pero Tleyotl era como un dolor de muelas.

 

 

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Sirius recorría el cuerpo de Tonalli, con carisias, besos y una que otra lamida; aquella piel canela estaba cubierta por cicatrices; fue bajando lentamente, hasta llegar a la entrepierna de su querida serpiente. Pasó su lengua a todo lo largo de ése miembro viril que se irguió orgulloso e imponente; despacio, fue metiendo el falo en su boca, degustándolo como si se tratara de un delicioso dulce.

 

Tonalli gimió por las acciones de Sirius. De repente se tensó cuando el animago le abrió más las piernas, frunció el ceño.

 

—Ni lo pienses, perro pulgoso —dijo Tonalli antes de realizar un hábil movimiento e intercambiar los papeles. Sonrió al ver la molestia de Sirius; se besaron con violencia, como si estuvieran en una guerra.

 

Sus encuentros sexuales, más que demostraciones de amor, parecían una lucha de poder, donde ninguno de los lados deseaba ceder.

 

—Debes recibir tu castigo por haberte ido sin decirme nada —Sirius se estremeció; esos ojos rojos tenían un brillo casi maligno. —Creo que ya es tiempo de que Tollan tenga un nuevo miembro en la familia real, ¿no crees?

 

Black se estremeció, la última vez que Tonalli dijo eso, terminó encerrado en sus aposentos hasta quedar en cinta.

 

 

 

Sirius se despertó adolorido, especialmente de la cadera; Tonalli había estado demasiado… entusiasta en la cama y ahora él debía pagar las consecuencias.

 

Kreacher, el elfo doméstico de la familia Black, entró trayendo el desayuno de su amo; Sirius hizo una mueca de asco al ver a la criatura, le ordenó dejar la bandeja y retirarse.

 

A Sirius Black le desagradaban los elfos domésticos, para él, eran simples criaturas ignorantes que no merecían respeto alguno y cuya única razón de existir era para servirles a sus amos.

 

—Se ve delicioso Kreacher, gracias por las molestias —dijo Tonalli quien salía del baño. El elfo hizo una leve inclinación y se fue sin decir nada.

—No deberías ser tan amable con esas cosas, Tonalli.

—A los sirvientes hay que tratarlos con respeto, Sirius. Sean criaturas mágicas o no, merecen un dignidad.

 

Sirius rodó los ojos, Tonalli era demasiado amable con las criaturas; incluso recordaba haberlo visto confraternizando con los elfos domésticos de Hogwarts cuando eran estudiantes.

 

—Le he pedido a Kreacher y a Ixtlixóchitl que preparen todo para mudarnos a la embajada de Tollan.

—¿La embajada? —preguntó confundido, pues esperaba que Tonalli comprara una casa como le había dicho la vez anterior.

—Tengo asuntos que tratar con el ministerio y me parece más práctico vivir en un lugar donde puedes readaptarte a la vida de nuestro reino que solos, en una casa sin más compañía que la de los elfos que tanto “aborreces”.

—¿Estarás mucho tiempo fuera? —no quería admitirlo, pero Sirius se sentía deprimido pues esperaba pasar su estancia en Inglaterra en compañía de su esposo, no solo.

—No, serán un par de horas al día. La princesa Xareni se encargará de la mayoría de los asuntos, yo sólo de los que estrictamente necesiten de mi presencia.

 

Sirius no dijo nada más; sólo tenía la esperanza de ver pronto a su hijo, ¿lo perdonaría por haberlo abandonado tantos años?

 

—Tal vez hagamos un banquete para Navidad, así podrás ver a Iktan y Yoltic —dijo Tonalli adivinando los pensamientos de su pareja. Sé que no será fácil, pero te prometo que estaré a tu lado en cada paso —el tlatoani tomó a Sirius por la barbilla y lo besó con cariño, para sellar su promesa.

 

 

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Se acercaba la Navidad. Una mañana de mediados de diciembre Hogwarts se descubrió cubierto por dos metros de nieve. El lago estaba sólidamente congelado y los gemelos Weasley fueron castigados por hechizar varias bolas de nieve para que siguieran a Quirrell y lo golpearan en la parte de atrás de su turbante. Las pocas lechuzas que habían podido llegar a través del cielo tormentoso para dejar el correo tuvieron que quedar al cuidado de Hagrid hasta recuperarse, antes de volar otra vez.

 

Todos estaban impacientes de que empezaran las vacaciones. Mientras que las salas comunes y el Gran Comedor tenían las chimeneas encendidas, los pasillos, llenos de corrientes de aire, se habían vuelto helados, y un viento cruel golpeaba las ventanas de las aulas. Lo peor de todo eran las clases del profesor Snape, abajo en las mazmorras, en donde la respiración subía como niebla y los hacía mantenerse lo más cerca posible de sus calderos calientes. Era un verdadero calvario para los cuatro miembros de Tollan que estaban acostumbrados a los climas cálidos, pero su orgullo les impedía mostrarse débiles a los demás.

 

 

—Mi padre hará un magnifico banquete al que asistirán las familias —dijo Draco, en una de las clases de Pociones a Tleyotl del que se había vuelto amigo —, por supuesto que tú estás invitado.

—Te lo agradezco Draco, pero mi padre me dejó venir a esta escuela con la condición de que regresara en vacaciones para continuar con mi preparación para sucederlo.

 

 

Harry e Iktan habían pensado en quedarse en el colegio durante las vacaciones de invierno, ¿Qué mejor manera de superar su debilidad que enfrentándola? Por eso, cuando la profesora McGonagall comenzó con lista de los alumnos que iban a quedarse allí para Navidad, y Harry puso su nombre de inmediato. Ron y sus hermanos también se quedaban, porque el señor y la señora Weasley se marchaban a Rumania, a visitar a Charles.

 

Cuando abandonaron los calabozos, al finalizar la clase de Pociones, encontraron un gran abeto que ocupaba el extremo del pasillo. Dos enormes pies aparecían por debajo del árbol y un gran resoplido les indicó que Hagrid estaba detrás de él.

 

Harry e Iktan contemplaron el árbol; jamás en su vida habían visto algo parecido. Incluso los mellizos se detuvieron a admirarlo, curiosos de las costumbres de ese país que a sus ojos era tan extraño.

 

—Hola, Hagrid. ¿Necesitas ayuda? —preguntó Ron, metiendo la cabeza entre las ramas.

—No, va todo bien. Gracias, Ron.

—¿Te importaría quitarte de en medio? —La voz fría y gangosa de Malfoy llegó desde atrás—. ¿Estás tratando de ganar algún dinero extra, Weasley? Supongo que quieres ser guardabosques cuando salgas de Hogwarts... Esa choza de Hagrid debe de parecerte un palacio, comparada con la casa de tu familia.

 

Ron se lanzó contra Malfoy justo cuando aparecía Snape en lo alto de las escaleras.

 

—¡WEASLEY!

 

Ron soltó el cuello de la túnica de Malfoy.

 

—Lo han provocado, profesor Snape —dijo Hagrid, sacando su gran cabeza peluda por encima del árbol—. Malfoy estaba insultando a su familia.

—Lo que sea, pero pelear está contra las reglas de Hogwarts, Hagrid —dijo Snape con voz amable—. Cinco puntos menos para Gryffindor; Weasley, y agradece que no sean más. Y ahora márchense todos.

 

Malfoy, Crabbe, Goyle y Tleyotl pasaron bruscamente, sonriendo con presunción.

 

—Voy a atraparlo —dijo Ron, sacando los dientes ante la espalda de Malfoy—. Uno de estos días lo atraparé...

—Tleyotl es un idiota —comentó Iktan haciendo una mueca de disgusto; no le agrava que su primo se rebajara al nivel de Draco.

—Me disculpo por él —dijo Ameyatzin. —Mi hermano está deshonrando a nuestra familia.

—No es tu culpa —le aseguró Harry, sonriéndole con cariño.

—Vamos, arriba el ánimo, ya es casi Navidad —dijo Hagrid—. Les voy a decir qué haremos: vengan conmigo al Gran Comedor; está precioso.

 

Así que los niños siguieron a Hagrid y su abeto hasta el Gran Comedor, donde la profesora McGonagall y el profesor Flitwick estaban ocupados en la decoración.

 

El salón estaba espectacular. Guirnaldas de muérdago y acebo colgaban de las paredes, y no menos de doce árboles de Navidad estaban distribuidos por el lugar, algunos brillando con pequeños carámbanos, otros con cientos de velas.

 

Harry, Iktan y Ameyatzin quedaron embelesados y maravillados con todo lo que veían… parecía como salido de algún sueño.

 

—¿Cuántos días les quedan para las vacaciones? —preguntó Hagrid.

—Sólo uno —respondió Hermione.

 

Harry pensó en su padre, esperando que éste no se molestara porque él y su hermano habían decidido quedarse en el colegio y no regresar a Tollan junto con su con sus primos, pero tenían cosas importantes que resolver.

 

 

Continuará…

 
Notas finales:

 

 

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