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La historia no contada por lizergchan

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Disclaimer: Los personajes de Harry Potter no me pertenecen, sino a su autora J. K. Rowling, este fic lo hice sólo y únicamente como diversión.

Parejas: SiriusxOC, Harryx¿? (por el momento)

Aclaraciones y Advertencia: Este fic es YAOI (lo siento pero no me gusta el hetero), semi AU, Lemon, fantasía, gore, tortura y lo que se me vaya ocurriendo, kesesesese.

 

 

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

 

 

 

La historia no contada

 

 

 

Capítulo 14.-

 

 

 

Harry e Iktan ya estaban preparados para regresar al colegio, cada uno cargando su bolso donde llevaban —encogidos con magia—, regalos para sus amigos.

 

—Es una pena que no quieran quedarse hasta que terminen las vacaciones —dijo Sirius mirándolos con tristeza.

—Le hicimos una promesa a una persona y nuestro deber de príncipes es cumplir —comentó Harry; aunque aceptaba un poco la presencia de Sirius, aún no le agradaba.

—Ha… Yoltic, esto es para ti. James quiso que lo tuvieras en cuanto tuvieses edad suficiente.

 

Sirius le entregó un paquete, Harry lo tomó y notó que era muy ligero. Lo desenvolvió. Algo fluido y de color gris plateado se deslizó hacia el suelo y se quedó brillando.

 

—¿Qué es? —El tocarlo producía una sensación extraña, como si fuera agua convertida en tejido. Sirius sonrió.

—Es una capa de invisibilidad —dijo su padrino, con una expresión de melancolía —. Anda... Pruébatela.

Harry se puso la capa sobre los hombros  e Iktan lanzó un grito no muy propio de un príncipe de Tollan (por suerte, Tonalli no estaba ahí para reprenderlo).

 

 —¡Lo es! ¡Mira abajo!

 

Harry se miró los pies, pero ya no estaban. Se dirigió al espejo. Efectivamente: su reflejo lo miraba, pero sólo su cabeza suspendida en el aire, porque su cuerpo era totalmente invisible. Se puso la capa sobre la cabeza y su imagen desapareció por completo.

—Úsala con responsabilidad —dijo Sirius —. Y que Tonalli no se entere que te la he dado —les giñó un ojo —, se supone que no debías recibirla hasta cumplir 17 años.

 

Ambos hermanos asintieron, prometiendo no decir nada, si los llevaba a todos los partidos de quidditch posibles en las siguientes vacaciones.

 

 

 

Era de noche cuando los dos príncipes regresaron a Hogwarts, justo a tiempo para la cena; luego de contarles a Ron y a Hermione acerca de Sirius.

 

r13;¿Enserio Sirius Black es su padre? r13;preguntó Ron, sorprendido. Él, como todos en el mundo mágico, sabía acerca de la supuesta traición que había cometido a los Potter y aunque Tonalli hubiese demostrado la inocencia de su consorte, aún existía la desconfianza entre magos y brujas.

r13;Sí r13;dijo Harry, frunciendo el ceño; aún él, no se sentía tan emocionado como su hermano por la llegada de su papá, aunque eso alejara a todas y todos los pretendientes de su padre.

r13;Es una persona agradable r13;agregó Iktan r13;, prometió llevarnos a todos los partidos de quidditch posibles.

 

Luego de un rato, los tres se despidieron; era hora de ir a la cama.

 

 

 

 

 Tenía que probarla. Se deslizó fuera de la cama y se envolvió en la capa. Miró hacia abajo y vio sólo la luz de la luna y las sombras. Era una sensación muy curiosa. r13;Utilízalo bien r13;. De pronto, Harry se sintió muy despierto. Con aquella capa, todo Hogwarts estaba abierto para él. Mientras estaba allí, en la oscuridad y el silencio, la excitación se apoderó de él. Podía ir a cualquier lado con ella, a cualquier lado, y Filch nunca lo sabría. Pensó en Iktan. ¿Debía ir a despertarlo? Algo lo detuvo. La capa de James Potter, su padre biológico... Sintió que aquella vez (la primera vez) quería utilizarla solo. Salió cautelosamente del dormitorio, cruzó la sala común y salió de las Mazmorras.

 

Anduvo rápidamente por el pasillo. ¿Adónde iría? De pronto se detuvo, con el corazón palpitante, y pensó. Y entonces lo supo. La Sección Prohibida de la biblioteca. Iba a poder leer todo lo que quisiera, para descubrir quién era Flamel. Se ajustó la capa y se dirigió hacia allí. La biblioteca estaba oscura y fantasmal. Harry encendió una lámpara para ver la fila de libros. La lámpara parecía flotar sola en el aire y hasta el mismo Harry, que sentía su brazo llevándola, tenía miedo. La Sección Prohibida estaba justo en el fondo de la biblioteca. Pasando con cuidado sobre la soga que separaba aquellos libros de los demás, Harry levantó la lámpara para leer los títulos. No le decían mucho. Las letras doradas formaban palabras en lenguajes que Harry no conocía. Algunos no tenían títulos. Un libro tenía una mancha negra que parecía sangre. Tal vez se lo estaba imaginando, tal vez no, pero le pareció que un murmullo salía de los libros, como si supieran que había alguien que no debía estar allí. Tenía que empezar por algún lado. Dejó la lámpara con cuidado en el suelo y miró en una estantería buscando un libro de aspecto interesante. Le llamó la atención un volumen grande, negro y plateado. Lo sacó con dificultad, porque era muy pesado y, balanceándolo sobre sus rodillas, lo abrió. Un grito desgarrador; espantoso, cortó el silencio... ¡El libro gritaba! Harry lo cerró de golpe, pero el aullido continuaba, en una nota aguda, ininterrumpida. Retrocedió y chocó con la lámpara, que se apagó de inmediato. Alarmado, oyó pasos que se acercaban por el pasillo, metió el volumen en el estante y salió corriendo. Pasó al lado de Filch casi en la puerta, y los ojos del celador; muy abiertos, miraron a través de Harry. El chico se agachó, pasó por debajo del brazo de Filch y siguió por el pasillo, con los aullidos del libro resonando en sus oídos. Se detuvo de pronto frente a unas armaduras. Había estado tan ocupado en escapar de la biblioteca que no había prestado atención al camino. Tal vez era porque estaba oscuro, pero no reconoció el lugar donde estaba. Había armaduras cerca de la cocina, eso lo sabía, pero debía de estar cinco pisos más arriba.

 

—Usted me pidió que le avisara directamente, profesor, si alguien andaba dando vueltas durante la noche, y alguien estuvo en la biblioteca, en la Sección Prohibida.

 

Harry maldijo mentalmente. Filch debía de conocer un atajo para llegar a donde él estaba, porque el murmullo de su voz se acercaba cada vez más; volvió a maldecir, al escuchar a Snape contestar.

—¿La Sección Prohibida? Bueno, no pueden estar lejos, ya los atraparemos.

 

Harry se quedó quieto, tratando de ocultar cualquier resquicio que pudiese delatarlo, mientras Filch y Snape se acercaban. No podían verlo, por supuesto, pero el pasillo era estrecho y, si se acercaban mucho, iban a chocar contra él. La capa no ocultaba su materialidad. Retrocedió lo más silenciosamente que pudo. A la izquierda había una puerta entreabierta. Era su única esperanza. Se deslizó, sin hacer ruido, tan silencioso como una pluma al caer. Entró en la habitación sin que lo notaran. Pasaron por delante de él y Harry se apoyó contra la pared, respirando profundamente, mientras escuchaba los pasos que se alejaban. Habían estado cerca, muy cerca.

 

—Gracias a los dioses —suspiró aliviado.

 

Transcurrieron unos pocos segundos antes de que se fijara en la habitación que lo había ocultado. Parecía un aula en desuso. Las sombras de sillas y pupitres amontonados contra las paredes, una papelera invertida y apoyada contra la pared de enfrente... Había algo que parecía no pertenecer allí, como si lo hubieran dejado para quitarlo de en medio. Era un espejo magnífico, alto hasta el techo, con un marco dorado muy trabajado, apoyado en unos soportes que eran como garras. Tenía una inscripción grabada en la parte superior:

 

Oesed lenoz aro cut edon isara cut se onotse.

 

Ya no oía ni a Filch ni a Snape, pero Harry seguía con la guardia alta. Su padre siempre le dijo que no debía relajarse mientras su enemigo siguiera respirando. Se acercó al espejo, deseando mirar para no encontrar su imagen reflejada. Se detuvo frente a él. Tuvo que llevarse las manos a la boca para no gritar. Giró en redondo. El corazón le latía más furiosamente que cuando el libro había gritado... Porque no sólo se había visto en el espejo, sino también a Tonalli, Iktan y otras personas más detrás de él. Pero la habitación estaba vacía. Respirando agitadamente, volvió a mirar el espejo. Allí estaba él, reflejado, blanco y con mirada de miedo y allí, reflejados detrás de él, estaba su padre, hermano, su abuelo y personas que nunca conoció. Harry miró por encima del hombro, pero no había nadie allí. ¿O también eran todos invisibles? ¿Estaba en una habitación llena de gente invisible y la trampa del espejo era que los reflejaba, invisibles o no? Miró otra vez al espejo. Una mujer, justo detrás de su reflejo, le sonreía y agitaba la mano. Harry levantó una mano y sintió el aire que pasaba. Si ella estaba realmente allí, debía de poder tocarla, sus reflejos estaban tan cerca... Pero sólo sintió aire: ella y los otros existían sólo en el espejo. Era una mujer muy guapa. Tenía el cabello rojo oscuro y sus ojos... r13;Sus ojos son como los míosr13;, pensó Harry, acercándose un poco más al espejo. Verde brillante, exactamente la misma forma, pero entonces notó que ella estaba llorando, sonriendo y llorando al mismo tiempo. El hombre alto, delgado y de pelo negro que estaba al lado de ella le pasó el brazo por los hombros. Llevaba gafas y el pelo muy desordenado. Y se le ponía tieso en la nuca, igual que a Harry. Harry estaba tan cerca del espejo que su nariz casi tocaba su reflejo.

—¿Lily? —susurró—. ¿James?

 

Entonces lo miraron, sonriendo. Y lentamente, Harry fue observando los rostros de las otras personas, y vio a Tonalli, a Iktan, a su abuelo sonreírle, pero también estaba Sirius con sus manos en los hombros de su hijo, la gente de Tollan detrás de todos ellos. Estaba mirando a su familia reunida por primera vez en su vida. Los Potter sonrieron y agitaron las manos Tlatoani asintió con la cabeza, su hermano le sonrió, Sirius apoyó la cabeza en su esposo, y Harry permaneció mirándolos. En su interior sentía un poderoso dolor, mitad alegría y mitad tristeza terrible. No supo cuánto tiempo estuvo allí. Los reflejos no se desvanecían y Harry miraba y miraba, hasta que un ruido lejano lo hizo volver a la realidad. No podía quedarse allí, tenía que encontrar el camino hacia el dormitorio. Apartó los ojos de los de su abuelo y susurró:

r13;Volverér13;. Salió apresuradamente de la habitación.  

 

 

—Podías haberme despertado —dijo malhumorado Iktan.

—Puedes venir esta noche. Yo voy a volver; quiero enseñarte el espejo.

—Me gustaría ver al abuelo nuevamente —comentó con interés. —Pero qué lástima que no encontraste a Flamel. ¿No quieres tocino o alguna otra cosa? ¿Por qué no comes nada?

Harry no podía comer. Había visto a sus padres biológicos y lo más importante, a su tan amado abuelo, el padre de Tonalli, los vería otra vez aquella noche. Casi se había olvidado de Flamel. Ya no le parecía tan importante. ¿A quién le importaba lo que custodiaba el perro de tres cabezas? ¿Y qué más daba si Snape lo robaba?

 

 

Lo que Harry más temía era no poder encontrar la habitación del espejo. Aquella noche, con Iktan también cubierto por la capa, tuvieron que andar con más lentitud. Trataron de repetir el camino de Harry desde la biblioteca, vagando por oscuros pasillos durante casi una hora.

 

—¿Estás seguro que recuerdas el camino? —cuestionó Iktan. Yoltic nunca fue bueno orientándose. Se perdía con facilidad, de hecho—. Olvidemos esto y volvamos.

—¡No! —susurró Harry—. Sé que está por aquí.

 

Pasaron al lado del fantasma de una bruja alta, que se deslizaba en dirección opuesta, pero no vieron a nadie más.

 

—Es allí... justo allí... ¡sí!

 

 Abrieron la puerta. Harry dejó caer la capa de sus hombros y corrió al espejo. Allí estaban. Su madre y su padre, su abuelo, sonrieron felices al verlo.

 

—¿Ves? —murmuró Harry.

—No puedo ver nada.

—¡Mira! Míralos a todos... Son muchos...

—Sólo puedo verte a ti.

—Pero mira bien, vamos, ponte donde estoy yo.

 

Harry dio un paso a un lado, pero con Iktan frente al espejo ya no podía ver a su familia, sólo a su hermano con su pijama de seda color azul que Sirius le dio como regalo de Navidad. Sin embargo, Iktan parecía fascinado con su imagen.

 

—¡Mírame! —dijo.

—¿Puedes ver a nuestro abuelo?

—No... pero yo... soy diferente... mayor...

—¿Cómo? —cuestionó Harry, confundido.

—Tengo... tengo el penacho de padre… ¡soy el Tlatoani!

 

Iktan apartó los ojos de aquella espléndida visión y miró excitado a Harry.

 

—Yoltic ¿Crees que este espejo muestra el futuro? —cuestionó Iktan mirando a su hermano.

—¿Cómo puede ser? Si Lily, James y el abuelo están muertos... déjame mirar de nuevo...

—Lo has tenido toda la noche, déjame un ratito más —se quejó Iktan.

—Pero si eres el Tlatoani, ¿qué tiene eso de interesante? Es obvio que tú sucederás a padre; eres el mejor guerrero de Tollan. Aparta quiero ver al abuelo.

—No me empujes.

 

Un súbito ruido en el pasillo puso fin a la discusión. No se habían dado cuenta de que hablaban en voz alta.

 

—¡Rápido! —Iktan tiró la capa sobre ellos justo cuando los luminosos ojos de la Señora Norris aparecieron en la puerta. Ambos hermanos permanecieron inmóviles, los dos pensando lo mismo: ¿la capa funcionaba con los gatos? Después de lo que pareció una eternidad, la gata dio la vuelta y se marchó.

—No estamos seguros... Puede haber ido a buscar a Filch, seguro que nos ha oído. Vamos.

 

Harry asintió con la cabeza. Su excursión había terminado por esa noche.

 

 

 

[Sirius se levantó temprano esa mañana. Era sábado y faltaban pocos días para las vacaciones de invierno. Su tercera Navidad lejos de casa; sonrió, eso le emocionaba. Como los dos años anteriores, pasaría las fiestas con los Potter, pero en esta ocasión, sería un poco diferente, pues Remus y Tonalli los acompañarían.

Black descubrió que el príncipe Slytherin no era tan malo, incluso los ayudaba con sus materias (sin sermonearlos como lo hacía Lily).

 

Entró al Gran Comedor; que a esa hora de la mañana estaba desierta, salvo por Tonalli, quien disfrutaba de una taza con chocolate caliente, luego de su acostumbrada rutina de ejercicios.

 

—Buenos días, Sirius —dijo Tonalli. Tenía una carta entre las manos. Black se dio cuenta que algo le pasaba a su amigo, a pesar de su expresión seria, él siempre era capaz de saber cuándo algo le ocurría al Slytherin.

—¿Pasa algo malo? —preguntó, sentándose junto a la joven serpiente. Tonalli le sonrió y Sirius se sintió dichoso (aunque jamás lo admitiría en voz alta), de ser el único privilegiado de tan hermoso espectáculo; aunque, en esta ocasión, dicho gesto se le antojó algo forzado.

—Es del Tlatoani.

 

Sirius asintió con la cabeza. Sabía que Tonalli era el hijo bastardo del rey de su país; en cualquier otra circunstancia, aquello hubiese significado que el niño no tendría derecho alguno, pero siendo su “madre” un hombre, y no cualquiera, sino uno de los principales sacerdotes de la diosa Ixchel, convirtiendo a Tonalli en alguien importante para los nobles, el consejo y los sacerdotes y ganando un lugar entre los candidatos a Tlatoani.

 

—¿Y qué dice? —Tonalli dejó la carta en la mesa; Sirius tomó la hoja pero le fue imposible leer su contenido.

—La madre de mis hermanos murió ayer y Tlatoani desposar a mi tsjtsin en cuanto los funerales concluyan.

 

Era demasiado cruel, aun si no amaba a su esposa, no era correcto decidir casarse tan pronto fuese enterrada, desechándola como trapo viejo.

 

—Al menos ya no te llamaran bastardo —era un tonto consuelo para su amigo y Sirius lo sabía.

—Eso nunca me ha importado —dijo serio —. Soy un guerrero, como tal, debo ganar la aprobación y el respeto de la gente por mis acciones y no por mi origen.

 

Sirius sonrió; atrajo al más bajo por los hombros, en un abrazo amistoso.

 

—Tu padre se pondrá orgulloso de ti.

—Dudo que a Tlatoani le importe lo que haga —dijo encogiéndose de hombros, pero sin separarse de Sirius. —Fui enviado a Hogwarts por mi abuelo y aunque Tlatoani sea el gobernante, no puede contradecir sus órdenes.

—¿Por qué?

—Es un anciano y lo que ustedes llamarían… profeta. Quetzalcóatl habla a través de él].

 

 

 

Sirius contempló la fotografía mágica entre sus manos; en ella aparecía un hombre mayor, tenía el cabello hasta la cintura, usaba una túnica de corte europeo, aunque sus facciones lo delataban como habitante de Tollan, a su lado, se encontraba un pequeño Tonalli; era la primera foto que algún habitante del nuevo continente se había llegado a tomar.

 

El animago sonrió; el abuelo de Tonalli fue el primero en apoyarlos con  su noviazgo y posterior boda.  Matlalcóatl, nunca fue considerado para convertirse en guerrero, pues había nacido ciego, pero él era importante entre los suyos: podía oír los designios de los dioses y ver el futuro, todo aquello le brindó un status aún más alto que el mismo Tlatoani.

Sirius lo tenía en alta estima, pues Matlalcóatl era un hombre afable, con gran corazón, que se preocupaba por su gente y principalmente por Tonalli, de quien siempre dijo, llevaría a Tollan a una era de oro, tal como Quetzalcóatl lo hizo en su momento.

 

Sirius dejó la fotografía en la cama, junto a todas las otras: los merodeadores; Sirius y Tonalli en su primera cita, su boda, la luna de miel. Sirius durante su embarazo —el Tlatoani había tomado afición a documentar cada pequeño cambio en su pareja durante la gestación—, cuando nació Iktan, luego del crecimiento de sus hijos, etc.

 

—¿Te encuentras bien? —dijo Tonalli desde la puerta de la habitación. Sirius lloraba en silencio y se apresuró a consolarlo. Black asintió con la cabeza.

—Estoy bien. Solo extraño Tollan, es todo —su esposo no le creyó del todo pero aun así, asintió con la cabeza.

—Hablé con los sanadores; me han dicho que podemos regresar a casa en un par de días más —esas eran excelentes noticias, Sirius deseaba retornar a su hogar.

 

Tollan. A Sirius le resultó un tanto irónico pensar en Tollan como su verdadero hogar y no Inglaterra, ¿pero cómo culparle? Aquel reino mágico era donde pasó los mejores años de su vida, junto a su esposo, donde nació el hijo de ambos, ahí era donde estaba su familia. Donde él pertenecía.

 

 

Continuará…

 

 

 

 

 

Sí, ya sé, me tardé una eternidad. En fin me disculpo y como he dicho en el fic del Origen de los Guardianes (El príncipe de la muerte y el hielo), estoy intentando retomar los fics que dejé congelados con la intención de terminarlos.

 

Haciendo un pequeño paréntesis (luego de mi intento  de disculpa). Me han llegado algunos reviews con pedidos de parejas para Harry y hasta ahora, que sería: Voldemort y Draco (a él lo tenía contemplado desde un principio, pero no es 100% seguro). Así que, veré como avanza la historia de aquí en más.

 

 

 


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