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La historia no contada por lizergchan

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Disclaimer: Los personajes de Harry Potter no me pertenecen, sino a su autora J. K. Rowling, este fic lo hice sólo y únicamente como diversión.

Parejas: SiriusxOC, Harryx¿? (por el momento)

Aclaraciones y Advertencia: Este fic contiene YAOI, semi AU, Lemon, fantasía, gore, tortura y lo que se me vaya ocurriendo, kesesesese.

 

 

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La historia no contada

 

 

 

Capítulo 09.- Un par bastante singular

 

 

 

Una semana después del partido, todos los alumnos se encontraban cenando en el gran comedor. Faltaban algunas semanas para navidad y el clima ya comenzaba a sentirse cada vez más frío, algo que Harry e Iktan comenzaban a odiar, pues en Tollan, el clima era cálido y en invierno, la temperatura no bajaba tanto.

 

En un momento Dumbledore se levantó, llamando la atención de los alumnos y profesores.

 

—Sé que esto no es común… —comenzó a hablar el director; esperó un momento antes seguir —, pero hoy se unirán a nosotros… dos nuevos alumnos.

 

Los alumnos comenzaron a murmurar entre ellos; no entendían el porqué se integrarían nuevos estudiantes a esas alturas. De pronto, el Gran Comedor quedó en silencio; dos jóvenes entraron escoltados por la profesora Mcgonagall. Sus cuerpos estaban cubiertos por largas capas de plumas multicolores.

 

—Tleyotl… Ameyatzin… —murmuró Harry sorprendido; no pudo evitar sonrojarse cuando la joven lo miró fijamente.

—¿Los conoces? —le preguntó Pansy. Harry asintió con la cabeza.

—Son los hijos de mi tío Uema, son mellizos.

 

Dumbledore presentó a los dos jóvenes; todos admiraron al par de hermanos. Ameyatzin tenía los cabellos negros y le llegaban hasta la cintura, ojos de un extraño color rojo, el tono de Tonalli y sus hermanos. Tleyotl era unos centímetros más alto que su hermana, en muchos aspectos, era idéntico físicamente a su hermana, salvo por el largo de sus cabellos, que llegaban hasta los hombros, como Iktan.

 

—Tleyotl Tezcatlipoca —lo llamó Mcgonagall. El joven se siguió a la profesora, quien le indicó que se sentara en el banquillo y le después le puso el sombreo seleccionador.

—Oh, interesante —murmuró el sombrero antes de ser interrumpido por Tleyotl.

Escúchame bien, trapo viejo; ya que has entrado en mi mente, te abras dado cuenta de todo lo que soy capaz, así que te propongo un trato. Me pones en la misma casa que Yoltic o… alimentaré el fuego contigo —el sombrero sintió pánico y no dudo en gritar Slytherin, (Aunque de todos modos pensaba enviarlo ahí).

 

La mesa de las serpientes aplaudió al recién llegado quien sin esperar invitación, se sentó junto a Harry.

 

—Ameyatzin Tezcatlipoca —la niña hizo lo mismo que su hermano, pero en vez de amenazarlo para estar con Harry, le ordenó al sombrero ser enviada a Gryffindor.

 

La joven se acercó a donde se encontraba Iktan, hizo una leve reverencia para mostrar sus respetos.

 

—Me alegra verlo, su majestad —dijo Ameyatzin e Iktan le pidió que se sentara, ésta lo hizo junto a él.

—Ameyatzin, ¿Qué hacen aquí?

—Tlatoani nos ha permitido cambiarnos a esta escuela, pues mi hermano deseaba estar al lado de Yoltic —Iktan dio un largo suspiro; Harry iba a vérselas duras desde ese momento.

—¿Por qué no estás usando el uniforme de Hogwarts? —habló Hermione en tono molesto —Va contra las reglas.

—También el que permitan que una mocosa como tú se dirija de una forma tan poco educada a un miembro de la nobleza —agregó Ameyatzin. —Es una lástima que no pueda castigarte arrancándote la lengua o cocerte los ojos.

 

Hermione se estremeció, la recién llegada hablaba con tal falta de sentimientos que hacían un extraño efecto tenebroso en su palabras.

 

—Ameyatzin, si vas a estar en este colegio debes acatar las reglas —la aludida  miró de reojo a Iktan, quien lucía enojado; ella bajó la cabeza, sintiéndose avergonzada y al mismo tiempo humillada.

—Lo siento, mañana usaré las ropas correctas.

 

Iktan suspiró, comenzaba a sentir remordimiento por haber hecho sentir mal a su prima, pero la culpa desapareció cuando tres chaneques se presentaron para poner diferentes platillos delante de él y Ameyatzin. Iktan miró la mesa de los Slytherin, encontrando una escena parecida con su hermano y Tleyotl.

—La comida extranjera me resulta asquerosa y no deseo que su alteza se enferme por consumirla —dijo Ameyatzin, quien le ofreció a su primo un plato con nopales, tortillas y carne. A Iktan se le aguo la saliva, había pasado tantos meses comiendo lo que preparaban en Hogwarts, que añoraba un exquisito platillo de su país. —Mi hermano y yo nos tomamos el atrevimiento de cocinar, espero que a su alteza no le sea una molestia.

 

Iktan dio un largo suspiro, agradeció el gesto y sonrojado, comenzó a comer.

 

—Oye Iktan, ¿puedo probar? —Ron ni bien había metido la mano a uno de los platos cuando un cuchillo lo clavó por la manga a la mesa; aún la mano ejecutora se encontraba sosteniendo el arma.

—No toques la comida de mi príncipe —Ron sintió que el mundo se le venía encima. Ameyatzin parecía no tener emociones, pues su rostro ni siquiera cambio y ese rojo de sus ojos la hacían lucir como un demonio.

—Ron es mi amigo y te suplico que te abstengas de amenazarlo a él o a cualquier otro estudiante.

—Como ordene.

 

Iktan volvió a suspirar, preguntándose la razón por la que su padre y el director habían aceptado que ese dúo psicópata fuese transferido a Hogwarts, ¡¿Es que querían ver sangre correr?!

 

 

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

 

 

Tonalli se encontraba en el ministerio de magia, observando como Xareni, su tía, hablaba a toda la cámara a favor de Sirius, pero el Ministro se negaba a aceptar las pruebas como verdaderas.

 

—Sirius Black es el consorte real del Tlatoani de Tollan, como tal, goza de inmunidad diplomática y…

—¿Está sugiriendo que dejemos que un criminal sea libre solo porque es a puta de un rey? —preguntó uno de los miembros de Wizengamot.* Un fuerte golpe atrajo la atención de los presente a Tonalli quien parecía una serpiente a punto de inyectar su veneno.

—Le pido, “caballero” que no insulte a mi esposo —dijo Tonalli con tono frío; se acercó al centro de la sala donde se encontraba Sirius, atado a una silla mágica. Frunció el ceño, esos malnacidos trataban a su pareja como un vulgar ladrón y Dumbledore ni pio decía. —Éste hombre es mi esposo y rey consorte; nos casamos bajo la ley de británica y también la de Tollan. Muchos de ustedes, caballeros, asintieron a nuestro enlace; así que no voy a permitir que nuestra unión se ponga en tela de juicio. —El hombre que insulto a Sirius abrió la boca pero no se le permitió hablar.

—Mauitsotsin* Sirius fue uno de los primeros que luchó contra Voldemort —dijo Xareni —, tal es su amor por estas tierras que dejó a su hijo por venir en la ayuda de sus amigos.

Sirius bajó la mirada, sitiándose terriblemente mal por haber actuado de aquella forma en el pasado, jamás se perdonaría haber abandonado a Iktan y a Tonalli.

 

—Tal vez Black, traicionó a Potter por celos: después de todo, Lily Evans y Tonalli Quetzalcóatl fueron novios en la escuela y existían rumores de que James Potter no era realmente el padre de Harry y que en realidad era del rey de Tollan. Eso explicaría porque “su alteza” estaba tan desesperado por adoptarlo.

 

Tonalli rechinó los dientes; no iba a permitir que insultaran a su familia y la memoria de sus queridos amigos.

 

—Escuchen, ¡escuchen! —dijo Xareni furiosa. —Una cosa es que se atrevan a ofender al consorte del Tlatoani (lo cual ya por si solo es grave), pero insultar al Tlatoani es una declaración de guerra.

 

La sala se llenó de murmullos, el tener a Tollan de enemigo no era una idea que les agradara, pues en contraste con América latina muggle, los reinos mágicos eran ricos, prósperos y sobre todo poderosos. De pronto, Tonalli comenzó a reír, mirando el techo y cubriéndose la mitad del rostro con una mano. Xareni, al ver esto, sintió un gran terror; un Tlatoani jamás reía en público y si es llegaba a hacerlo, era porque alguien iba a morir.

 

—¿Qué Lily y yo engañamos a Sirius y James? —preguntó Tonalli en tono de burla. —¿Será que a usted le hicieron algo así y por eso cree que todos somos iguales? —el mago se sonrojó furiosamente. —Les diré algo, podemos hacer las cosas fáciles; las pruebas están ahí, Sirius no traicionó a los Potter. Exonérenlo, pidan disculpas y yo trataré de fingir que nada pasó o… traigo aquí a mis guerreros, destruyo el ministerio y Azkaban, me llevo a mi esposo y a mis hijos; en cualquiera de los dos caso yo obtendré lo que quiero.

 

Dumbledore, que hasta ese momento se había mantenido en silencio; decidió intervenir. Estaba seguro que Tonalli no había amenazado por hacerlo, seguramente ya tenía listo a su ejército, esperando para atacar a su señal, sin darle la oportunidad al ministerio de llamar a los Aurores.

 

—Caballeros, es hora de aceptar que se cometió un error en el caso de Sirius Black y exonerarlo de todos los cargos que se le imputan.

—Pero Dumbledore…

—Sirius Black es un buen hombre, puso su vida en peligro, incontables veces luchando contra los mortifagos. En verdad dudo que hubiese sido capaz de traicionar a los Potter.

 

Las deliberaciones tardaron más de una hora pero finalmente, encontraron Sirius inocente de todos los cargos. Tonalli llevó a su esposo a Grimmauld Place 12 para que descansara, algo que a Sirius no le agradó, pero al llegar a la casa, se sorprendió de todos los cambios que el Tlatoani había hecho.

Grimmauld Place 12 ya no lucía como una casa abandonada, había recuperado su antigua gloria esplendor; había figuras de dioses mesoamericanos por todo el lugar, hechos de oro, jade o piedra. El cuadro de la madre de Sirius aun permanecía en su lugar, pero a la vista de todos.

 

—No me gusta este lugar —dijo Sirius una vez su cabeza se apoyó en la mullida almohada. Su habitación era lo único que permanecía igual, pero él odiaba esa casa con todo su corazón. —, prefiero estar en Azkaban que aquí.

—Canuto, solo estaremos aquí un par de días —Sirius gruñó por lo bajo y Tonalli suspiró, su esposo era como un niño en ocasiones. —Bien, mañana buscaremos una casa acorde a nosotros.

—¿No regresaremos a Tollan? —preguntó incorporándose. Tonalli negó con la cabeza, no pensaba forzar a su esposo a realizar un viaje tan largo, al menos no hasta que los sanadores que trajo con él, le dijeran lo contrario.

 

La pareja se mantuvo en silencio; tantos años separados parecían haber hecho meya en su relación. De un momento a otro, Tonalli atrapo a Sirius contra la cama, se miraron fijamente a los ojos: grises y rubís enfrascados en una lucha sin cuartel.

 

—Te extrañe, Perro idiota —dijo el Tlatoani antes de besarlo con pasión y deseo. Sirius correspondió sin restricciones, él también había extrañado a Tonalli.

—Yo también, Serpiente terca.

 

Sirius por fin estaba libre, pero Tonalli no olvidaría lo que su esposo había sufrido, su venganza caería sobre sus enemigos cuando estos menos lo esperaran, por ahora, disfrutaría del feliz reencuentro.

 

 

Continuara…


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