La cena.
—Quedó bastante bien —susurró Steve tras haber acabado con el primer plato, salmón ahumado, como había planeado desde un principio —, y la cena también.
—Dale las gracias a Jarvis, él se ocupó de todo. —Me quejé no muy feliz por eso —¿Sabes lo endemoniadamente difícil que es hacer Dublín Coddle? Es imposible. Una reacción nuclear es más fácil.
Steve comenzó a reír y tomó mi mano antes de voltear la cara para señalar con la mirada a Spencer —A él también le gusto. ¿Verdad, bonito? Que lindo es…
—Sabes Steve, empiezo a ponerme celoso. Le estás haciendo demasiados mimos al bicho —me quejé no demasiado contento. Sí el zorrito era lindo, tierno, adorable, hasta parecía esponjocito, pero de eso a que Steve lo llamara bonito cada cinco minutos… ¡vamos!
—Pero a ti no te gusta que te haga tantos mimos —se defendió Steve encendiéndose de hombros —. Así que ahora le haré mimos a él. —Steve bajo la mano y le dio un pedazo de salmón que había quedado en mí plato y acarició la cabeza de Spencer. Fruncí el entrecejo. —Eso, buen chico, Spencer.
Me mordí ligeramente el labio inferior e intenté sonreír —Es un buen chico… aunque no sea un chico, sino un zorro.
Enterré el tenedor en mi pudín de queso y me deleité con el sabor. Delicioso. Un toque de dulzor al principio y después el indiscutible sabor del queso no tan dulce.
—¿Está rico? —Preguntó Steve fijándose en mi cara y sonriendo —Dame un poco.
Tomé un poco de pudín con el tenedor y se lo ofrecí. Steve lo tomó, lo saboreó y emitió un ligero suspiro de placer. Maldito. Se suponía que no tendríamos sexo y él subiéndome la libido.
—Bastante rico… —se regocijó Steve —No muy dulce, con una consistencia perfecta. ¿Sabes que más tiene una consistencia perfecta?
—No lo sé, quizá el excremento de Spencer —troné la lengua. Sí, no había sido el comentario más atinado, pero a una hora y media de conocer al animalucho ya dejaba de agradarme tanto.
Steve rio, contra todo pronostico mío y cargando a Spencer lo puso en la mesa. Afile los ojos. Steve acababa de subir a un animal a la mesa donde estábamos comiendo, imperdonable.
—Spencer —llamó Steve con una sonrisa traviesa —, dile a mami que papi quiere ir a la habitación y tocas su perfectamente consistente trasero y agradecerle de un placentera manera el haberte traído a casa.
El pequeño zorrito se me quedó viendo con sus enormes ojos color avellana y después volteó la cabeza en un gesto totalmente tierno.
—Spencer —le susurré al zorrito acariciándole la cabeza —, dile a tu papi que acepto, con la condición de que jamás me vuelva a llamar mami, porque de hacerlo pediré el divorcio y tu custodia completa.
Steve rio con ganas ante mi comentario y se incorporó lo suficiente para darme un beso en los labios —Creo que es más fácil que Spencer simplemente se aprenda mami y papi y no papi Steve y papi Tony. Pero como quieras, amor.
—Bien, pero sólo aquí —bisbisé no del todo feliz. Pero que más daba si me lo decía el hombre que más amaba en el mundo. —Entonces… ¿vamos al cuarto?
—Sí —susurró Steve insinuante —. Dejemos que Spencer se quede en la sala dormido y tú y yo hagamos el amor.
Besé a Steve profundamente antes de separarme, tomar a Spencer en mano y precipitarme hacia dentro del apartamento.
—Tony, espera…
Escuché la voz de Steve, pero estaba demasiado ocupado arropando a Spencer y desasiéndome de mi ropa como para ponerle atención. Aquella iba a ser, sin lugar a dudas, la mejor noche de mi vida.