¿Leche?
Como cada vez que lo hacíamos, Steve comenzó besándome lentamente al principio, después y conforme acariciaba mi espalda y mi cintura el beso iba subiendo de tono, hasta llegar al punto donde nuestras lenguas jugueteaban en mi boca y la saliva se combinaba dando como resultado un Ph diferente.
Steve se abstenía de besar más allá de mi boca, pues mi barba le picaba y lo molestaba un poco, es esa la razón, a al menos eso creo yo, de que se haya dispuesto torturar mis pezones sin razón aparente.
Mi mano viajó hasta la entrepierna del rubio, el cual en un rápido movimiento me detuvo y sujeto mis dos manos sobre mi cabeza. Gruñí ante eso. No era divertido si sólo yo me dejaba hacer.
—Parece que alguien tiene prisa, eh, Tony. —Se mofó Steve dándome un suave beso en la clavícula —Vayamos despacio. Déjame disfrutarte de pies a cabeza.
—Capi —corté el tierno monologo de Steve —, eso es completamente injusto, yo también quiero disfrutarte a ti. ¿Por qué yo no puedo ponerte contra la cama y sujetarte las manos.
—Si eso es lo que quieres, adelante. —me incitó Steve con una media sonrisa antes de soltar mis manos.
Me incorporé y me puse sobre él robándole un beso en el acto. Hice presión contra su boca y lo obligue a dejar entrar mi lengua para que reanudáramos el juego. Él llevó sus manos a mi espalda y comenzó a trazar círculos imaginarios con los dedos, a veces tan suaves que enviaban corrientes eléctricas por mi espina dorsal.
Descendí de su boca y pasé por su barbilla hasta llegar a su cuello donde succioné, lamí y mordí hasta que lo escuche soltar un ligero jadeo. Punto para Tony, me dije a mí mismo siguiendo con el juego en el cuello del capitán. Su manzana de Adán fue un punto clave para robarle un par de roncos gemidos al superhéroe más guapo de todos los tiempos; pero antes de que yo pudiera comenzar a jugar con sus pezones se dio la vuelta y me regresó a mi posición bajo su cuerpo.
—Aún no terminaba. —Me quejé relamiéndome los labios y llevando mi diestra a su trasero —No es justo que me cortes la inspiración de esa forma.
—Más bien pensaba inspirarte más. —susurró Steve contra mi oído antes de morder suavemente mi lóbulo mientras sus manos hacían los suyo acariciando mis pezones y pellizcándolos un poco.
Suspiré cuando Steve mordisqueó un punto en mi oreja que me era irresistible. Realmente que se sabía todos los puntos sensibles de mi cuerpo y eso me fascinaba.
—Steve —jadeé excitado —te quiero, vamos… deja de torturarme.
—Un poco más… —me pidió en un susurro mientras dejaba un rastro de besos y saliva desde mi cuello hasta mi pezón izquierdo — Sólo déjame divertirme un poco más.
Como ya era su costumbre comenzó a mordisquear y succionar mi pezón, aunque con la ligera diferencia de que ahora estaba teniendo menos cuidado que nunca. Con su derecha masajeó mi pezón derecho y lo presionó mientras que su otra mano hacía lo suyo con mis glúteos.
Arqué un poco la espalda al sentir que uno de sus dedos había entrado en mí y lo tomé del cabello queriendo que me besara, pero se negó y siguió ocupando su boca en mi pezón, hasta que una sensación extraña en mi ya muy maltratado pezón me obligo a separarme.
—¡No tan duro!
—Tony —me llamó Steve igual de impresionado que yo por lo que había hecho, quise suponer, pero no. —… te salió leche.
—¿Qué? —Grité entre impresionado, avergonzado y molesto —¿Cómo que me salió leche?
Palpé mi propio pezón un par de veces y sentí que salía algo de él. Me llevé los dedos a la boca y comprobé que, en efecto, me había salido leche.
—¡Oh, por Dios! —Gemí consternado —Esto no es normal, muévete Steve, tenemos que ir a ver a un médico… ¡A un hombre no le puede salir leche de los pezones!