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El Magnetismo de Andromeda por Luna Kaze no Kizu

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Notas del capitulo:

Hola, muchas gracias a todos los lectores que me dejais comentarios por alegrarme el dia.

Y tambien a todos los lectores silenciosos. (Soy una de ellos xD)

Aqui regrese con el proximo capitulo de esta historia que me salio de un solo senton cuando estaba desocupada.

espero que lo disfruten.

y lamento haberlos hecho esperar tanto

Silenciosamente contemplaba la lejanía… no dejaba de meditar sobre la situación que se había desatado entre Atenea y Hades, situación que tarde o temprano le afectaría.

 

_ Señor Poseidón- una voz lo saco de su ensimismamiento.

Se centro en quien interrumpía sus reflexiones…

Sorrento.

 

Asintió para darle la señal de que podía comenzar con su informe.

_ Hilda de Polaris le envía sus cordiales saludos y le pide que se tranquilice, su postura con respecto al reciente conflicto es neutral. Tal como la suya. Por lo que cuenta con su apoyo en las medidas futuras que desea implementar.- anuncio el general.

 

Eso le dio cierto alivio después de todo los guerreros divinos de Asgard eran una ayuda que no se podía despreciar y de llegar a necesitarla era bueno saber que contaba con ella.

 

_Gracias por tu ayuda Sorrento- repuso mientras se levantaba de su silla, había sentido la presencia de alguien mas, el general marino pareció perplejo hasta que opto por seguirle. Llegaron hasta el pilar principal y allí de pie se encontraba su hermano Zeus.

 

_Sorrento por favor déjanos a solas, tengo algunos asuntos que discutir con mi hermano.

 

Sin decir ni una sola palabra el general cumplió las órdenes de su señor.

 

 

 

Despertó lentamente al principio creyó que era debido a los rayos del sol que le daban directamente a la cara, pero cuando se percato de esa cálida respiración contra su cuello, su acto reflejo fue empujar a la persona, un sudor frio recorrió su rostro, ¿Estaría lastimada esa persona? Era muy consciente de que su sola cercanía era veneno para un individuo común y corriente. Incluso podía lastimar a los caballeros.

Cuando se le paso la sorpresa, sobrevino el malestar… realmente se sentía fatal, la vista le era algo borrosa, haciendo todo lo posible en enfocarla se percato de que su acompañante era Deathmask.

 

Ese fue el momento preciso que escogieron sus nauseas para manifestarse, conteniéndolas a duras penas se las arreglo para dirigirse al baño, definitivamente después de esto no volvería a beber en la vida.

 

 

Cuando Hécate le dedico una mirada fugaz… Hades se supo descubierto, y por alguna razón que realmente lo enfadaba, se sintió terriblemente avergonzado.

 

_ ¿Hay algo que te moleste, Shun?- pregunto la hechicera amablemente.

 

El chico levanto la mirada del piano al saberse descubierto.

 

_ No, nada- respondió, aunque Hades y Hécate sabían muy bien que estaba mintiendo.

 

_ Puedes hablar conmigo sin temor alguno a que pueda traicionarte- aseguro ella mirándolo a los ojos- No es bueno que te aísles- añadió con dulzura.

 

_ No tengo garantías de poder confiar verdaderamente en ti, debes estar aquí bajo sus ordenes- el rostro del chico se frunció con una expresión de enfado, la cual no le quedaba nada bien.

 

_ En efecto, estoy a tu lado por órdenes del señor Hades. Pero no para vigilarte de la manera que imaginas, sino para protegerte. Y además quiero ayudarte- dijo ella.

 

Shun la miro pidiéndole silenciosamente que continuara.

 

_ Fuiste atacado, no sabemos quien pero si sabemos que esa persona volverá a intentarlo.- dijo, y algo le decía a Shun que ella no estaba mintiendo, que confiara en ella… pero la situación era tan complicada…

 

Fue rápido, tanto que no se dio cuenta del momento en que ella lo abrazaba firmemente.

 

_ Lamento que tengas que pasar por todo esto pero sin embargo es necesario- dijo ella, estrechando el abrazo. Shun estaba demasiado sorprendido para reaccionar, pero luego estrecho el abrazo al corresponderle. No había sido consciente de cuanto necesitaba de el.

 

_ Me mintió para traerme a este sitio y cada día que pasa me pregunto que es lo que quiere de mi- dijo el peli verde, sintiendo un peso abandonar sus hombros.

 

_ El señor Hades nunca miente, puedes esperar a hablar con el o buscarle tu mismo un sentido a sus palabras- dijo ella.

 

_ ¿Crees que se tarde mas en venir a hablar conmigo?- pregunto el.

Algo en su mirada consiguió hacer sentir culpable al dios del inframundo…

¡Mierda!- pensó, demasiado… sobrepasado por aquel peli verde y todo lo que estuviera relacionado con el.

 

_ No lo se- contesto Hécate a la pregunta del chico, sinceramente. Aunque deseaba poder decirle que el motivo de sus preocupaciones se encontraba con ellos en ese momento, escuchando todas y cada una de sus palabras…

 

Desde su lugar, observándolo todo silencioso y sin ser percibido por el peli verde… Supo que no podía tardar mucho tiempo mas en hablar con el.

 

 

 

Lentamente, casi de manera vacilante, Camus avanzaba hacia adelante, detrás de el… Milo contemplaba atentamente sus pasos, preparado para atraparlo si es que caía.

 

Camus le había pedido salir un momento a que le diera la luz del sol. Y como siempre no había sido capaz de negarse a una de sus peticiones. Y al ver la expresión que tenia su rostro en ese momento, supo que no se hubiera negado a su petición de haber tenido que decidir de nuevo.

 

Camus se detuvo al pie de las escaleras y extendió su mano, para que le terminara de alcanzar.

 

_ Gracias por acompañarme, Milo.- repuso, mirando al cielo azul brillante con una expresión serena.

 

Ambos se sentaron en los escalones del templo para seguir contemplando el cielo.

 

 

 

_ ¿A que se debe tu visita?- pregunto Poseidón contemplando a su hermano desde su posición con los brazos cruzados.

_ Tu y Hades tienen muy malos modales con sus visitas- repuso el rey de los cielos de manera burlona- ¿Quién ha dicho que viene a visitarte a ti de todas maneras? Vine a ver a esa belleza que cuida el pilar del Atlántico Sur.

 

_ ¡No te quieras pasar de listo!- estallo Poseidón realmente furioso apuntándolo con su tridente.

 

Zeus se rio con ganas.

 

_ Solo bromeaba- añadió, poniéndose serio- ¿Podemos hablar en otro lugar?

 

Poseidón emprendió el camino y Zeus lo siguió. Entrando los dos en el templo del segundo

 

_ ¿Qué es lo que quieres hablar conmigo?- pregunto Poseidón ni bien su invitado acababa de sentarse.

 

_ Quería saber si podrías reconsiderar tu postura con respecto a la situación- dijo Zeus.

 

_ No estoy dispuesto a entrometerme en asuntos que no me conciernen. Hasta ahora Atenea no me ha dado mayores problemas, no quiero ponerme en su rango de mira sino hasta el momento preciso- repuso Poseidón.

 

_ Estoy muy seguro que esta parte de tu plan no se la has dicho a Hilda de Polaris- dijo Zeus con mirada algo retadora.

 

_ Mis intensiones no son algo que a ella le competa- dijo Poseidón con aplomo y sin amilanarse ante las palabras de Zeus.- Además lo que suceda en la tierra, el océano o el inframundo no es algo que te afecte desde hace unos cuantos siglos. Por ello no puedo entender porque tu repentino interés precisamente en este asunto.

 

_ Como siempre, eres demasiado astuto- dijo Zeus, levantando las manos en señal de aparente rendición.

 

_ Supongo que no me dirás que es lo que tienes en mente, tengo muchas cosas que hacer- repuso poniéndose en pie.

_ Deberías dejar de ser tan amargado y desconfiado, así podrías darte cuenta de las cosas que realmente vale la pena saber.

 

De nuevo esa frase, siempre que hablaba con Zeus le dedicaba esa frase. ¿Qué demonios era lo que se le estaba pasando por alto? Tenia que descubrirlo para cerrarle la boca de una sola vez.

 

 

 

De camino a su pilar se distraía en un montón de cosas. Pero mas que nada iba a parar a cierto Dios… y no es como si pudiera hacer mucho para evitarlo, de hecho ya se había resignado a que no podía hacer demasiado, saco su flauta y empezó a tocar para pasar el rato hasta llegar a su pilar.

Estaba de buen humor… porque lo había visto.

A el…

A su dios. Y a la vez la única persona importante para el

 

Contrario a lo que se pudiera pensar no podía verlo todos los días y aprovechaba al máximo los escasos momentos en los que podía estar en su presencia. Para contemplar hasta el mas mínimo detalle en sus expresiones y ademanes.

 

Ya podía saber de que humor se encontraba con solo darle una mirada. Cuando había acudido a darle su informe, lo había encontrado meditativo. Sin duda la situación entre Atenea y Hades.

 

Cuando Poseidón había pedido un voluntario para la misión de mensajero se hacia ofrecido de inmediato. Sabia que sus compañeros jamás lo harían, de hecho era una misión bastante fastidiosa más que todo por el lugar al que tenía que dirigirse.

En el reino de Hilda hacia demasiado frio. Y como ellos vivían bajo el mar estaban mas que propensos al frio, por ello exponerse a ese frio inclemente no era algo que estuvieran muy ansiosos de hacer. De hecho aun estaba muriéndose de frio y estaba muy cansado. Moría por irse a dormir.

 

 

 

Suspiro… finalmente su amenaza no había surtido el efecto esperado. No le quedaba nada más que hacer, debía comenzar. Además los espectros de Hades deambulaban por la tierra, no sabia con que propósito y ya había tenido suficiente. Si Zeus y Hades no iban a tomarla en serio entonces tenia que actuar para demostrarle a ambos que ella no amenazaba en vano. Ordenaría el ataque.

 

Y sabía que sus caballeros estaban más que ansiosos por recibir esa orden. Aunque ella había querido evitarlo, porque pensaba que las peleas eran el último recurso.

 

 

 

 

Había hecho café, llevaba al menos dos tazas pero seguía sintiéndose fatal. Y al ver el desastre que lo esperaba en la sala, sintió deseos de dar media vuelta y volverse a acostar. Pero una vez despierto no podía volverse a dormir y menos con ese desastre en su casa. Aunque con Deathmask era otro asunto, el caballero dormía profundamente a pesar del ruido que el debía de estar haciendo, en especial al recoger las botellas de vidrio y lavar lo que habían dejado sucio la noche anterior.

 

Cuando ya se había acabado una cafetera completa, decidió poner a hacer más café.

Fue cuando capto un movimiento con el rabillo del ojo, al fin Deathmask había decidido abrir sus ojos al mundo, tenía un aspecto realmente terrible.

 

_ Te ves fatal- dijo Aphrodite como saludo matinal.

_ No mejor que tu- respondió con su sonrisa socarrona el caballero de cáncer, aunque perdió algo de efecto debido a que tenia aspecto muy enfermo.

 

_ Por la cara que tienes supongo que quieres una tasa de café- dijo Aphrodite a la vez que buscaba una tasa para servirle el café.

_ Podría besarte en este momento- repuso el caballero a la vez que tomaba la taza humeante.

_ No vayas a comenzar con tus bromas de mal gusto- espeto Aphrodite de mal genio.

_ Tú siempre tan dulce- dijo Deathmask antes de darle un trago a su taza de café.

_ Solo reacciono de la manera en que lo haría una persona normal- repuso el de piscis para terminar la conversación.

 

_ Nosotros no somos normales Dite- respondió el de cáncer en tono serio, ese que casi nunca usaba y que a Aphrodite le gustaba escuchar. No sabia a ciencia cierta porque. Y tampoco quería analizarlo a fondo.

 

Un momento… ¿Le había llamado Dite? Se tenso.

 

_ Dime, ¿Recuerdas algo de lo que paso anoche?- pregunto Deathmask

 

Como reacción instantánea e incontrolable sus mejillas enrojecieron. ¿Qué pudo haber dicho?

¿Realmente pudo haber bebido tanto como para contarle algo?

La risa de Deathmask lo saco de su tortura mental.

 

_ Solo me diste permiso para llamarte Dite- lo tranquilizo el caballero de cáncer.

Eso fue un gran alivio para el de Piscis, quien no se dio cuenta de la mirada del de Cáncer.

 

 

Era una tarde tranquila por lo que había optado por leer un libro, tocar el piano era algo que le gustaba hacer cuando estaba relajado, de lo contrario prefería hacer otra cosa. Hécate lo había dejado solo hacia al menos unos 20 minutos…

 

Y cuando escucho pasos leves en la habitación pensó que se trataba de ella…

Aunque cuando su visitante estuvo mas cerca como para poder distinguirlo…

No era otro que Hades.

Que al fin había acudido a hablar con el.

 

 

 

 

Iban todos de camino al campo de entrenamiento… era el único sitio lo suficientemente grande para que todos los caballeros de Atenea pudieran acudir a la reunión que su diosa había convocado…

Entre todos los caballeros que encabezaban hacia el lugar, se encontraban los Caballeros de Bronce: Shiryu, Hyoga, Seiya e Ikki.

 

Todos ellos lo único que habían hecho era entrenar en las ultimas semanas. Ikki era el que encabezaba la marcha, con una expresión realmente fiera en su rostro. Y es que como no fuera importante, Saori lo iba a escuchar.

Ya estaba bastante cabreado por la maldita barrera de los infiernos que la chica había puesto para impedir que mas de uno saliera del Santuario.

Y es que los animos estaban exaltados. Muchos estaban ansiosos porque ella diera la orden de empezar el ataque al Inframundo.

Y el más ansioso de todos ellos, era Ikki.

 

Al llegar, todos los caballeros se encontraban allí, contemplando atentamente a su diosa, que era escoltada por Shaka y Mu.

_ Visto que no tengo otra alternativa. El día de hoy declaro la guerra al Inframundo. Todos los caballeros de este Santuario tienen vía libre para capturar o asesinar a cuanto espectro encuentren en la tierra. No escatimaremos en lo que sea necesario para traer a Shun de vuelta al Santuario.

 

Las palabras de Atenea fueron acogidas con vítores de los caballeros.

Ikki, que pensaba que se había tardado demasiado en tomar acciones, tenía una sonrisa en el rostro que definitivamente asustaría a cualquiera que tuviera el más mínimo aprecio por su vida.

Al fin, la ira de los caballeros del Santuario se desataría.

¿Cómo se atrevían a secuestrar a uno de los suyos?

Lo que se desataba ese día, era algo que tendría consecuencias para todos.

De lo que ninguno se libraría.

 

 

 

 

 

 

Ahora que al fin lo tenia ante el, no sabia que hacer.

Era una sensación que no le gustaba sentir en lo absoluto, y después de todo… ¿Por qué tenia que sentirse de esa manera?

El único que debería sentirse incomodo si es que tenia algo de vergüenza, era el dios que estaba ante el, con su pose que podía considerarse altiva e impenetrable.

El silencio entre ambos pesaba.

Shun no estaba dispuesto a romperlo. Que se las apañara el señor del Inframundo.

Levanto la mirada, verde enfrentándose al gris.

 

Hay que joderse.- pensó el dios del Inframundo, al ver que el peli verde no pensaba romper el silencio, y que además de eso, poco a poco sus ojos verde esmeralda se estaban llenado de una emoción que no tardo en reconocer como la ira.

Sin embargo… lo que le impedía enfrentarlo de la manera en que enfrentaba a cualquier otro que se atreviera a mirarlo de esa manera… era que precisamente se trataba de el.

_ Lamento haberme tardado tanto tiempo en acudir- fue lo que le salió al final, después de mucho pensar en que podía decir… aunque el no quedo demasiado satisfecho con eso… ¿Desde cuando se disculpaba?

Se estaba volviendo jodidamente loco.

Y esa locura, tenía nombre, apellido, y estaba sentada en ese preciso momento frente a el.

El único indicio de que escuchaba atentamente sus palabras, fue que la ira disminuyo al menos un poco en sus ojos.

_ ¿Qué es lo que quieres de mi?- es la pregunta que le dirige el peli verde. Al cabo de unos minutos.

Ojala lo supiera- piensa Hades, mientras busca una respuesta que darle al muchacho.

Finalmente, se decidió a molestarle un poco. Después de todo le incomodaba que el chico consiguiera alterarlo mas que cualquier cosa o ser viviente. Y estaba mas que seguro que el peli verde no se daba cuenta de la clase de poder que tenia sobre el. Y quizá esto le serviría para hacerle entender unas cuantas cosas.

Ya después se preocuparía por los resultados.

Con ese chico, las cosas simplemente salían sobre la marcha.

 

_ Fue debido a un error de Pandora- dijo, tranquilamente. Y la respuesta no se hizo esperar por parte del chico ante el, su rostro comenzó a pasar de la incredulidad, a la sorpresa y de ultimo a la ira.

 

 

Shun lo miro, seguramente la sorpresa debía de reflejarse en su rostro… ¿Esa era la respuesta que había anhelado desesperadamente desde su llegada al inframundo?

Sintió que la ira volvía a la superficie.

_ Entonces, ¿Por qué no me dejas regresar a casa?- dijo Shun.

Más le valía que le tuviera una buena explicación.

_ Estaba dispuesto a dejarte volver.- dijo Hades.

_ ¿Qué quieres decir con “estaba”?- Shun hacia grandes esfuerzos para no lanzarle un puñetazo. Aunque lo más probable era que fallara miserablemente en su intento, después de todo no estaba tratando con cualquiera sino con un dios.

_ Ahora te quedaras aquí, como mi invitado. Quizá eso le enseñe a la mocosa de tu diosa que no hay que jugar con las guerras- si le preguntaban porque estaba diciendo eso, no sabría responder. ¿Qué demonios le pasaba? Pues no tenia ni puta idea. Pudo haber escogido otras maneras de proceder que le ahorraran todo aquel proceso, porque de alguna extraña saber que la ira casi homicida en los ojos del peli verde estaba dirigida a su persona… era motivo de una fuerte opresión en su pecho que jamás había sentido.

Y en lo profundo de su ser, su parte mas oscura que siempre mantenía bajo control comenzaba a removerse, la energía mas siniestra de su interior quería abandonar las cadenas que el había impuesto para defenderlo de la amenaza…

Pero así tuviera que destruirse a si mismo, jamás osaría levantar una mano contra el, su amado peli verde.

Y no dejaría que nadie lo hiciera.

Tampoco dejaría que nadie se lo quitara de su lado.

Solamente le gustaría poder hacerlo feliz.

Pero por ahora, solo debía centrarse en mantenerlo a su lado. Sin importar el precio.

 

La mente de Shun iba a mil por hora, intentando inferir por lo que había dicho Hades… ¿Qué demonios estaba pasando? ¿Guerra?

La confusión debió reflejarse en su rostro…

_ Atenea ha declarado la guerra al Inframundo. Parece que se cree con la suficiente fuerza para desafiarme. No deja de sorprenderme lo ilusa que puede ser esa mocosa. Sus caballeros son mortales y los míos inmortales. Es solo cuestión de tiempo para que todos mueran a manos de mis espectros.

 

A medida que lo escuchaba, no era capaz de describir el sentimiento que lo estaba embargando… no era tristeza… ¿Por qué habría de sentirla? ¿Decepción quizá?

 

Si, eso tenía que ser. Cuando había aceptado descender al Inframundo había creído que en lo profundo de Hades había una parte bondadosa. Y como resultado de eso, actualmente era prisionero del Dios del Inframundo, sus amigos y su diosa estaban en peligro ahora. Y todo gracias a el.

 

No podía soportarlo… todo era su culpa, culpa de ese deseo feroz que había en el. De creer que en todas las personas debía haber algo de bondad.

 

Era obvio que había escogido mal a quien brindarle su confianza.

Pero no quería que nadie más pagara las consecuencias de sus actos. No debía permitir que les pasara algo malo. Haría lo que fuera.

 

Hécate contemplaba desde la entrada de la habitación, se había hecho completamente invisible para no interrumpir el momento, ni siquiera el mismo Hades podía percatarse de que estaba allí, y no podía más que sentirse frustrada.

Hades se estaba encargando solo de complicar aun mas las cosas.

Ahora podía ver que el señor del Inframundo no reaccionaba bien ante las cosas que lo sacaban de balance. Lo que estaba logrando era que el peli verde le ganara resentimiento. Y necesitaría mucho empeño para reparar todo el daño que en esos momentos estaba causando.

Suspirando de manera silenciosa, se apoyo en la pared para seguir contemplando la escena que seguía.

Después de todo, la que tendría que recoger los platos rotos después de la tormenta seria ella.

 

_ Sin importar cuantos espectros tengas, jamás serás capaz de derrotar a los caballeros de Atena- los ojos de Shun refulgían, aquellas esmeraldas que Hades pensó no podían albergar sentimiento impuro, en ese momento comenzaban a resplandecer con resentimiento… era mas de lo que podía soportar. Y antes de que pudiera controlar sus acciones, se encontró a si mismo frente al peli verde.

Cuyos ojos se ampliaron expresando su sorpresa, seguramente Hades no había modulado su velocidad, (lo había estado haciendo en presencia del chico para no espantarle) pero invadido por la rabia… por el dolor… había dejado de lado simplezas como aquellas.

Cruzo la cara del chico con una sonora bofetada.

 

Shun cayo al suelo, mirando al dios ante el con los ojos  bien abiertos… seguía habiendo resentimiento en ellos, resentimiento, y miedo.

 

_ ¿Eso crees? ¡Un montón de mortales jamás podrán derrotar a mis espectros! No hablemos entonces de derrotarme ¡A mi! ¡El señor del Inframundo!- Shun lo contemplaba silencioso, desde donde había caído, sujetando el lugar donde le había propinado la bofetada que seguramente comenzaría a inflamarse- ¿Cómo van a derrotarme si mi ejercito nunca muere? En cambio a todos los mortales les espera la muerte. Me causan lastima, atreviéndose a desafiarme con su tan celebrada unidad cuando lo cierto es que se matan entre ellos. ¡Incluso tu, mi ángel tienes tus blancas manos manchadas de sangre! ¡Sangre de aquellos que en su existencia terrenal fueron “Caballeros de Atena”!

Shun solo atinaba a quedarse en silencio, perfectamente inmóvil, contemplando a aquel ser ante el, sin que existiera ninguna mascara de por medio. Y lamentando su ceguera. Profundamente.

Sus palabras, le dolían. Porque tenían mucho de ciertas. La sola idea de que sus amigos y su hermano estuviesen en peligro le atenazaba y remordía la conciencia.

Sabía que ellos irían hasta el fin del mundo por rescatarlo. Y no los quería siendo atrapados y asesinados por Hades y sus espectros.

_ Ustedes los caballeros de Atena son mortales como cualquier persona que había en la tierra. E incluso son peores que ellos. Sus manos manchadas de sangre, incluso la sangre de sus propios camaradas…

_ Es un sacrificio al que todos los caballeros de Atena estamos dispuestos- dijo Shun, interrumpiéndolo.

Iba a hacerle frente.

 

_ ¿Estas dispuesto a entregarlo todo? Quizás porque eres tan joven no comprendes el alcance de lo que implica entregarlo todo- de nuevo la voz de Hades había vuelto a tener el tono tranquilo y correcto que siempre utilizaba con el,  ese tono tan malditamente convincente- Crees que no hay nada que perder pero te equivocas. Aun te queda mucho que perder. Y créeme que cuando lo pierdas definitivamente ya no habrá vuelta atrás. En tu mirada puedo sentir tu desconfianza, créeme que me gustaría que entendieras lo que intento decirte sin hacerme llegar a estos extremos. Lo lamento Shun.

 

 

Y antes de que el peli verde pudiera reaccionar. Una esfera oscura se estaba dirigiendo a el. Y le dio de lleno en la frente. Perdió el control de su cuerpo, unos brazos fuertes le evitaron la caída.

Sabía que eran los de Hades y a pesar de que era engullido progresivamente por la oscuridad, se sentía seguro en esos brazos.

Los brazos de su enemigo.

 

 

Se encontró solo en medio de un espacio cubierto por la oscuridad que poco a poco fue convirtiéndose en la imagen de una batalla que le resultaba muy familiar. Se vio a si mismo peleando sin armadura contra Aphrodite, era el ultimo momento de la batalla. Ambos cayeron al suelo.

El estaba muriendo y Aphrodite había muerto instantáneamente. Verlo de nuevo le hizo sentir una opresión en el pecho.

 

¿Lo ves Shun? Ya llevas remordimientos a cuestas. Recuerdas esta pelea con mucho detalle. Un día en que te viste obligado a matar sin remordimiento.- La voz de Hades provenía de todos lados-  Solo pensabas en la flecha dorada atravesando el corazón de Saori. Preferiste dejar de lado el hecho de que el hombre que estaba peleando contra ti era un hermano. El cual había jurado lo mismo que tu. Lo viste como el mal para poder pelear al máximo. Terminaste con su vida.

¿Qué hubiera pasado si en lugar de Aphrodite hubieras tenido que pelear con uno de tus amigos?

 

En ese momento el cadáver de Aphrodite se transformo en el cuerpo sin vida de Hyoga, casi inmediatamente cambio al de Shiryu. Cayo de rodillas, el corazón martilleándole con fuerza, la respiración se le hizo trabajosa, los ojos se le llenaron de lágrimas. El cadáver de Shiryu había dado lugar al de Seiya.

¡Basta!- Pudo haberlo gritado con todas sus fuerzas pero se había quedado sin voz.

Las lágrimas frías corrían por sus mejillas, se sentía como si realmente los hubiera matado. Ya no se sentía tan seguro de ellos estuvieran a salvo en el Santuario.

¿Ves como cambia cuando los afecta a ellos? Ellos han sido lo más importante para ti. Temes perderlos y serias capaz de todo por protegerlos. Eso es amor, pero a la vez es egoísmo. No tuviste reparos en acabar con Aphrodite. Y con los caballeros de plata. Esa es la oscuridad que habita en tu alma. Y a cada día que pasabas en la tierra, tu alma se iba a corromper más.

¡Cállate!- pensó con furia, eran muchos sentimientos encontrados. Ver los cadáveres de aquellos a los que más quería le había afectado sobremanera. Su único consuelo al permanecer en el Inframundo era pensar que sus amigos estaban a salvo.

¿Y a ti que te importa lo que pueda pasarme?- espeto, después de que el silencio se había hecho- ¡Soy un simple mortal! ¡No debería importarte lo que me suceda! Cuando me trajiste aquí me dijiste que necesitabas mi ayuda. ¡Y fui lo suficientemente idiota para creerte!

 

Desde las tinieblas Hades contemplaba el arranque del peli verde. Parecía que Shun no se percataba de que la energía de su interior se estaba manifestando causando estragos en la habitación, donde algunos objetos de porcelana estaban explotando…

 

Mientras contemplaba aquello, la hechicera no dejaba de rumiar por lo bajo sobre “idiotas” y miraba de manera bastante peligrosa a su “señor” Hades.

 

 

 

 

 

Llevaban más o menos un mes en aquella especie de convivencia, que hacia mucho había dejado de ser forzada.

Y a los demás caballeros no se les estaba pasando por alto que la relación extremadamente volátil y conflictiva de los santos de cáncer y piscis parecía haberse transformado, dejando atrás los golpes.

A pesar de que la guerra entre el Inframundo y el Santuario estaba en pie, pocas habían sido las batallas en las que los caballeros se habían visto envueltos y hasta ahora no había habido ninguna victima.

Atena sin embargo tenia razones para temer que esa momentánea calma desencadenara en algo peor, y mientras más tiempo se mantenía Hades sin dar señales de atacar. Más se multiplicaban sus preocupaciones.

Confiaba en sus caballeros con su vida, porque gracias a ellos era que aun la conservaba. Pero… era consciente de la desventaja que tenían sus caballeros en relación a los espectros de Hades. Y más de una vez se cuestionaba si había tomado la decisión correcta, pero ya no había manera de que diera marcha atrás.

Su decisión había causado divisiones entre los mismos dioses. Si bien Zeus había optado por no intervenir abiertamente en todo esto, se notaba que estaba a favor de Hades. Y teniendo en cuenta que ella era su hija, ya era bastante.

Poseidón se había declarado imparcial y había declarado que no intervendría a favor o en contra de alguno de los dos. Y no era como si la postura de Hilda de Polaris le sorprendiera demasiado. Sabia que la mujer era extremadamente pacifica y sumamente devota. Que no iba a tomar parte en algo como aquello si no le veía la necesidad. Ella y su pueblo se encontraban lo suficientemente alejados para no ser incluidos en todo aquello.

Aquello era la calma antes de la tormenta…

¡Y que tormenta!

 

 

 

 

Camus ya se encontraba lo suficientemente recuperado para tomar parte en los entrenamientos con los otros santos. Aunque Milo aun tenia sus reticencias no era como si pudiera encerrar al acuariano en su habitación (lo cual no le faltaban ganas de hacer)

Sabía que era muy afortunado de tenerlo de vuelta. Que debía agradecerle infinitamente a su diosa que hubiera empleado su cosmos en traerlo a la vida de nuevo. Sin embargo había algo que no dejaba de rondarle la mente y causaba que se pasara horas pensando en ello, haciéndose la misma interrogante cada vez que su mente tenia un momento libre, una pregunta recurrente a la cual no estaba cercano en encontrarle alguna respuesta.

¿Cómo había podido Atena traer de regreso a sus compañeros?

En lo que respectaba a la vida y la muerte, eso era potestad de Hades. Y dudaba que el dios del Inframundo hubiera hecho la vista gorda ante ese hecho. Necesariamente tenia que haberse percatado de cuando Atena estaba reviviendo a los caballeros y no hizo nada para impedirlo.

Además… el día que se llevaron a Shun del Santuario, dos caballeros más hicieron su aparición. Shion de Aries y Aioros de Sagitario.

¿Qué estaría pasando por la mente del señor del Inframundo? Puesto que dejar escapar a los caballeros de su enemiga declarada de sus dominios no era una acción lógica por su parte.

Al igual que secuestrar a Shun.

Suspiro, cualesquiera fuesen las razones del dios del Inframundo, a ellas le debía que Camus estuviera de vuelta de su sueño congelado. A sentir la dicha de respirar de nuevo sin que el corazón se le deshiciera. Y a exhalar cada aliento sin desear con ferviente dolor que fuese el ultimo.

 

 

 

 

La melodía de un arpa se escuchaba en aquel silencioso bosque cubierto de nieve, era un ambiente deprimente para aquel que lo viera por primera vez, pero para los que estaban acostumbrados a habitar en ese espacio, se habían acostumbrado a su aspecto desolado e increíblemente hermoso a su manera.

El chico de cabellos rubios y peculiares ojos rubí estaba tocando su arpa con la mirada perdida en el horizonte, puede que en recuerdos o reflexiones. El que lo miraba con detalle podía decir que para la juventud del muchacho, era demasiado el peso que llevaba en sus ojos.

Un joven de alma envejecida.

Mime pasaba sus días tocando su arpa cuando terminaba con sus otras labores, consistentes en cortar leña y cazar algo para comer.

Vivía aislado de las demás personas, de esa manera la era más fácil. Además, nunca le gusto darles explicaciones a las personas sobre sus acciones. La época en la que había tenido que hacerlo había quedado atrás hacia mucho tiempo.

Y no estaba dispuesto a desenterrarla.

Una sonrisa con un tinte escalofriante se manifestó en su bello y solemne rostro. La única persona que había podido exigirle y hacerlo sentirse realmente miserable había muerto por su mano. Aquel que tanto le había amargado la infancia con sus absurdas ideas de convertirlo en un guerrero divino de Asgard. Le daba algo de pena ajena el viejo senil. Después de todo sus ansiados deseos de verlo siendo un guerrero se habían ido a la fregada antes de poder llevarse a cabo.

La señorita Hilda era una amante de la paz. Y solo autorizaría a los guerreros divinos a tomar sus armaduras si es que el pueblo de Asgard se veía realmente amenazado. Y de llegar ese momento no estaba totalmente seguro de que era lo que haría. Trataba incluso de no pensar demasiado en ello.

Después de todo… ¿Por qué pelearía a favor de los asesinos de sus verdaderos padres?

Su risa cargada de tantos sentimientos negativos resonó en el silencio.

Los deseos de su “ilustre” padre se habían convertido en algo tan transitorio como la hierba. Aquel guerrero que con tanto esfuerzo entreno, había quedado para cortar hierba y tocar sus melodías en el silencio de un bosque que lo amparaba como un viejo amigo.

 

La tensión se respiraba en el aire, incluso había alcanzado un lugar tan tranquilo y distante como Asgard. La guerra santa iba a estallar de un momento a otro.

Había visto al mensajero de Poseidón.

Tenía el presentimiento de que no seria la última vez que lo viera…

Cuando se disponía a seguir tocando…

 

_Al fin te he encontrado Mime- una voz amable lo interrumpe. Pero aun así contempla desconfiado al hombre de cabello rubio miel y ojos plateados que lo miraba- Tenemos que entrenar. Se acercan tiempos difíciles.

 

 

 

La rutina entre ambos se había hecho bastante sencilla. Cuando terminaban sus labores o cuando tenían un momento libre, uno de los dos siempre terminaba buscando al otro.

Aunque lo que si se tenia por sentado, era al santo de cáncer que iba todas las noches al templo de piscis con una o dos botellas bajo el brazo.

Lo que no se había repetido era que el de cáncer se quedara a dormir en el templo de piscis. Siempre encontraba la manera de llegar a su templo de una pieza sin importar cuantas copas se echara.

Deathmask iba camino al templo del de Piscis. No tenía una razón para hacerlo, pero quería hacerlo, y para el eso era suficiente.

No estaba acostumbrado a darle explicaciones a nadie, nunca podría acostumbrarse a hacerlo. Hacia lo que se le antojara y cuando se le antojara.

En un estilo de vida como aquel no era frecuente ser presa de las confusiones.

Pero no sabia de que otra manera definir lo que sentía con todo lo que estaba relacionado a cierto pisciano.

Cuando llego a la puerta, lo encontró sentado en la entrada del templo de Piscis, con un libro en las piernas, estaba muy concentrado en la lectura, su rostro estaba algo sonrosado seguramente por el calor que estaba haciendo ese día, llevaba unos jeans y una camiseta blanca sencilla. Ese día no tenían entrenamiento por lo que todos ellos habían botado por usar ropas de diario comunes y corrientes. En días como esos, era que podían tomarse un descanso de su vida como caballeros.

Cuando estaba llegando al último escalón, Aphrodite levanto la vista del libro que estaba leyendo tan atentamente, y para su sorpresa le dedico una leve sonrisa.

_ No te esperaba tan temprano- comento simplemente.

_ Como no teníamos entrenamiento y no tenia nada más que hacer… pensé que podía pasar más temprano.- dijo Deathmask.

_ Yo tampoco tengo gran cosa que hacer, de hecho hace un rato termine con el jardín y me puse a leer un poco- contesto Aphrodite, marcando la pagina y dejando el libro en el escalón.

_ ¿Quieres pasar?- invito finalmente el de Piscis. Se había percatado de las botellas que llevaba el de Cáncer bajo el brazo.

 

 

 

 

 

 

Estaba sentado en un muro de piedra bajo, al costado del camino que conducía a su pilar, no le apetecía estar encerrado ese día, a pesar de que no se encontraban en tierra firme, el cielo que se contemplaba en el templo de Poseidón era igualmente hermoso. Podía ver los bancos de peces de todos los colores, formas y tamaños, además de las anemonas, los tiburones y los delfines.

Sus favoritos definitivamente eran los delfines.

Eran animales sumamente inteligentes, hermosos.

Se había tomado un descanso de tocar la flauta y mientras contemplaba el fondo del océano dejaba que su mente divagara en cualquier cosa. Hacia tiempo que había acabado sus deberes y a diferencia de sus compañeros, prefería pasar su tiempo libre a solas.

No le encontraba el placer a fumar, o a beber.

Tampoco le apetecía ir buscando aventuras de una noche.

La única persona… o mejor dicho, el único Dios que le interesaba era su señor Poseidón.

Y era realista. Sabia que no había posibilidades de que entre ambos ocurriera algo. Por lo que se conformaba en estar allí, en el templo de Poseidón. Como uno de sus caballeros donde podía protegerlo y servirle hasta que llegara el último de sus días. Inclusive su pasión por la música había pasado a un segundo plano cuando pensaba en cierto dios de cabello azul.

 

_ Sorrento

Se sobresalto, tal había sido su distracción que no se había percatado de que alguien se acercaba a donde se encontraba.

_ Buenos días Eo, no te escuche llegar- saludo al caballero, algo azorado.

_ Como siempre estas con la cabeza perdida en otra parte- el otro le dedico una sonrisa.- Tenemos una reunión en el templo del Señor Poseidón.

Se puso de pie para seguir a su compañero, algo extrañado. Si su señor los estaba reuniendo a todos definitivamente tenia que ser por algo importante.

 

 

 

 

En medio de la caminata su acompañante se había presentado como Siegfried de Doble Alfa.

El que llevaba el cargo del líder de los Guerreros Divinos de Asgard.

Y lo guiaba al castillo de Hilda, podía contemplar incluso desde allí la estatua del dios Odín, sosteniendo su gigantesca espada

No entendía porque habían acudido a buscarle. Pero cuando llego al salón y vio a los demás hombres reunidos, supuso que el no era el único que había sido sacado de su rutina diaria. La curiosidad empezó a carcomerle, a pesar de que no tenía el menor interés en luchar como un guerrero.

_ Lamento haberos hecho acudir tan intempestivamente.- Hilda se presentaba ante ellos, con su rostro algo demudado por la preocupación.

A su lado, su hermana permanecía silenciosa.

Todos los presentes permanecían en silencio, esperando a que la mujer empezara a hablar.

_ Tengo razones para temer por la seguridad del pueblo de Asgard si esta guerra santa estalla.- comenzó ella finalmente, después de unos minutos de silencio en que se hubiera escuchado la caída de una gota de agua- Por lo cual los he convocado. Necesito de la fuerza de todos vosotros para proteger Asgard.

Todos los presentes permanecieron en silencio.

_ En el momento en que considere de mayor riesgo, liberare sus armaduras del sueño en que estas han permanecido. Aunque espero que ese momento nunca llegue.

¿Y para esto he venido?- pensaba un rubio con algo de fastidio, dejando que su mirada recorriera la sala, estudiando a cada uno de los hombres que allí se encontraban. Grabándose sus rostros. Y cuando su mirada llego al último de ellos.

Simplemente no pudo apartarla. Tenia unos ojos sumamente atrayentes, que de alguna manera le hacían sentirse inquieto, de una manera que nunca había pensado posible, su cabello era muy largo y se veía algo descuidado pero no por ello se veía mal. Sin embargo lo que mas llamo la atención del rubio era el hecho de que ese chico parecía no sentirse incomodo estando rodeado de tanta gente… de alguna manera le recordó a un lobo rabioso.

Quería saber mas de el, y no se cuestiono el porque. Era como una necesidad.

Por eso cuando Siegfried y el otro rubio que se presento como Hagen les guiaron hacia el jardín del castillo para entrenar, Mime no se negó como había pensado hacer desde un principio.

 

 

 

Poseidón estaba sentado en su trono y a la derecha de el, se encontraba como siempre que había reuniones, Kanon de Dragón Marino.

El hombre era el caballero de más confianza de su señor Poseidón y Sorrento no podía más que envidiar al hombre. Pero era envidia mezclada con admiración.

Sorrento estudiaba a Kanon con tanta atención como la que le dedicaba a su señor Poseidón. Pero en caso de Kanon, solo lo hacia para descubrir la razón del favoritismo que el señor de los siete mares sentía hacia el hombre.

Y no encontraba razones. Kanon le parecía alguien que escondía un secreto, se notaba en su rostro, en la manera que se esforzaba en evitar el contacto con cualquiera. El hombre le parecía desagradable. Y parecía que estaba muy satisfecho con todo ese asunto de la Guerra Santa.

_ Los he llamado a todos porque tengo que discutir un asunto que es de su entero interés. Como sabrán la situación entre Atenea y Hades me resulta beneficiosa en más de un sentido. No obstante por motivos de estrategia debo mantener mi alianza con Hilda de Polaris, la razón de esto es simple. Hay una entrada a mi templo en Asgard. No estoy seguro de hasta que punto Hilda este enterada de este hecho, sin embargo me conviene estar preparado para cualquier contingencia…

La sorpresa no se hizo esperar. Para todos, menos para Sorrento. Después de todo el había sido enviado como mensajero a Asgard.

_ No tengo razones para temer un ataque de Hilda. La conozco lo suficiente para descartarlo. Pero si tengo razones para temer ataque el Santuario llegado el momento. Y puede que hasta del Inframundo. Por ello no debo dejar cabos sueltos. Uno de vosotros debe ir a Asgard con el motivo de investigar. Y si es posible debe destruir todo indicio de que existe esa entrada…

En ese punto, el entusiasmo por acudir a esa misión era mínimo.

_ Por supuesto el que acuda a esta misión debe ir de incognito. La excusa será mi deseo de colaborar con Hilda en la seguridad de su reino. El motivo de la reunión es escoger a la persona que llevara a cabo esta misión. Dentro de dos días debe estar ya en Asgard. Esta misión debe ser un éxito y sin importar el tiempo que tome debe ser llevada a cabo.

 

_ Mi señor, me sentiría honrado de llevar a cabo esta misión pero mis deberes me lo impiden, aun trabajo en la restauración de mi pilar- Bian se inclino respetuosamente.

Y uno a uno, sus compañeros fueron presentando sus excusas.

_ Kaza y Kanon sus habilidades me son mas útiles si permanecen en el templo.- dijo Poseidón con el ceño ligeramente fruncido. Y es que…

_ Si me permite mi señor, yo me hare cargo de esta misión.- se ofreció Sorrento. Siendo consciente de que sus compañeros ya se habían excusado y solo quedaba el.

Por lo que le pareció una milésima de segundo pudo ver un resplandor tenue en la mirada del dios…

_ Así sea- declaro su señor.- Esperare tus informes regulares. Tienes dos días para poner en orden cualquier asunto que tengas antes de tu partida.

Inclinándose respetuosamente ante su señor, Sorrento abandono la sala de reuniones.

 

 

 

 

 

Se escucho un estruendo proveniente del lugar de entrenamiento...

A pesar de que había sido un ruido fuerte, los demás caballeros no habían acudido a ver de que se trataba. Después de todo ya se habían acostumbrado.

Cuando el fénix estaba de malhumor, entrenaba hasta destrozarlo todo. Muy literalmente.

_ ¡Jodidos espectros de mierda! ¡Son mas difíciles de encontrar que una aguja en un jodido pajar! ¡¿Cómo demonios se supone que encuentre a Shun si no puedo interrogar a uno de ellos?!

Sentado cerca estaña un rubio con expresión de pocos amigos, que parecía pensar lo mismo que el fénix.

_ Si destrozas todo el lugar de entrenamiento no vas a encontrar la respuesta- dijo cansinamente.

_ ¡¿Tienes algún problema, pato?!- estallo Ikki tomándolo de la camisa.

Hyoga permaneció inmutable.

_ Ninguno, ¿y tu pajarraco rostizado?- respondió fríamente.

La escena estaba servida. Y como había ocurrido las veces anteriores una pelea comenzó entre ambos caballeros.

Para nadie era un secreto que la relación del caballero del cisne con el caballero fénix, era tan mala como lo había sido la del caballero de Cáncer con el caballero de Piscis.

Pero a raíz de la desaparición de Shun, esta había empeorado (si es que aquello era posible)

Y cada vez que estaban en un mismo sitio, siempre terminaban peleando. Nadie iba a detenerlos, de esa manera esos dos drenaban un poco de frustración (por no mencionar que la integridad física de medio Santuario se mantenía intacta)

_ POLVO DE DIAMANTES

_ AVE FENIX

Los ataques cargados de toda la frustración, ira y preocupación que ambos sentían, fueron muy potentes.

Ikki se encontró congelado de las rodillas para abajo. Pero no tardo en liberarse y volver al ataque.

 

Un poco mas alejados…

 

_ Debemos hacer algo, a este paso van a terminar matándose- dijo Seiya que no apartaba la mirada de la pelea que se estaba desarrollando ante sus ojos.

Shiryu, quien también los veía, solo suspiro.

_ A este paso si se mataran entre ellos creo que seria el menor de nuestros problemas- respondió.

Seiya lo miro, sin comprender. El pelinegro tenía una expresión pensativa y analítica a la vez.

Desde que había regresado al Santuario se encontraba deprimido por la muerte de Shunrei. Y después de lo que acaecía con Shun…

No era necesario ser un genio.

_ ¿Qué es lo que quieres decir?

_ Aquí esta a punto de estallar una tormenta, y cuando pase. No quiero estar presente.- y después de dedicarle esas palabras el dragón se puso en pie y abandono el lugar.

Seiya dio una última mirada a los dos contrincantes para luego seguir al pelinegro. Sentía que tenía que preocuparse más por Shiryu que por esos dos.

Después de todo, nunca había visto tanta tristeza en la mirada del joven dragón.

Pero… ¿Qué quería decir con eso?

 

 

 

 

Después de aquel incidente con Hades, la hechicera no encontraba manera de sacarle palabra al chico de cabellos esmeraldas.

Se estaba planteando seriamente lanzar un hechizo para saber que demonios era lo que estaba pasando por su cabeza cuando…

_ Dijiste que querías ayudarme… ¿Puedes hacerme un favor?

Ella asintió.

_ ¿Hay alguna manera de que me muestres que esta pasando en la tierra?- ella comprendió, era una silenciosa manera de pedirle que le dejara ver que estaba pasando con las personas que eran importantes para el.

Hades no se lo había prohibido expresamente, por lo que le sonrió levemente y asintió. Para luego concentrarse…

Ante ellos se formo lo que parecía ser un espejo. Ella no podía ver nada en el. Pero al parecer el chico de cabellos esmeraldas si, porque no apartaba la mirada.

Algo parecido a una sonrisa asomo en su rostro. Para luego desaparecer nuevamente.

Sintió ganas de maldecir, cuando pensó que había encontrado una manera de alegrarlo, se entristecía de nuevo.

Lo vio cerrar los ojos, apretar los puños...

Desvaneció el hechizo y permaneció inmóvil.

Era consciente de que el chico había alcanzado su límite. Y esos eran sus últimos esfuerzos para no echarse a llorar delante de ella.

Una lagrima solitaria de deslizo por una de sus pálidas mejillas.

_ No lo contentas… a veces es mejor dejarlo salir ¿sabes?- recomendó, con un tono calmado y lleno de dulzura que solo le demostraría a el. Después de todo el chico necesitaba mucho de ella.

A pesar de sus palabras, el seguía intentando retenerse…

_ ¡Maldita sea! ¿Quién te dijo que era malo llorar? Nunca he creído esas majaderías de que los hombres no lloran.- decidió dejarse de sutilezas.

Una mueca que pudo hacer sido una sonrisa se dibujo en sus labios. Y finalmente no pudo contenerse más. Las lágrimas salieron cual cascada de sus ojos. Y a pesar de la intensidad de su llanto, aun se esforzaba por contener sus sollozos.

Ella solo atino a abrazarle mientras el chico dejaba salir todo lo acumulado.

Y con el quebrado peli verde entre sus brazos, tuvo que contenerse las ganas que tenia de salir a formarle un lio a Hades… se encontró acariciando el sedoso cabello verde intentando relajarlo. Permaneciendo a su lado en silencio y sin saber que decirle para hacerlo sentir mejor.

Supongo que solo puedo brindarle una silenciosa compañía- pensó.

 

 

 

 

Uno de los tres jueces del Inframundo caminaba hacia sus aposentos, furioso era poco.

Se gastaba un humor de los mil demonios desde que cierto peli verde había llegado al Inframundo.

Al principio pensó que la luz en su cosmos bastaría para hacer que los espectros se mantuvieran alejados de el y lo consideraran repulsivo.

Pero debió suponer que lo que sea que ese jodido niño tuviera causaba un efecto demasiado fuerte (por no decir casi imposible de evitar)

Más de la mitad de la población tenía pensamientos indecentes hacia ese niño.

Muchos deseaban hacerlo sufrir, y mas de uno quería divertirse con el en el proceso.

Pero a quien notaba cada vez mas afectado por el influjo de ese maldito niño era a su señor Hades.

Tenia que encontrar una manera de librarse de ese chico y el tiempo apremiaba cada vez más.

Debía haber alguna manera de burlar a Hécate y así poner fin a su problema y al de todo el Inframundo.

Y como que se llamaba Radamanthys de Wyvern que encontraría alguna.

 

 

 

Los dos días otorgados por su señor para poner sus asuntos en orden, habían llegado a su fin.

Dándole una última mirada al pilar del Atlántico Sur y tomando mas firmemente su equipaje, emprendió el camino que lo llevaría a la salida del templo de Poseidón…

Y posteriormente a Asgard. A cumplir la misión que su señor le había encomendado.

Fue cuando lo sintió por primera vez… un llamado tan profundo como desesperado.

Una silenciosa pedida de ayuda. Una intensa llamada de atención.

Como le hubiera gustado estar en la tierra para darle una mirada al cielo…

Donde quiera que estuviera esa persona… estaba sufriendo muchísimo y comparándose con quien había emitido esa silenciosa llamada…  el era afortunado.

 

Notas finales:

Bueno, aqui aparecen mis bien amados los guerreros de Asgard.

Las apuestas suben a ver quien acierta en algun evento futuro de esta historia... a ver quien me predice el futuro xD

Me despido e intentare actualizarles apenas tenga tiempo libre.

matta ne

atte:Cyss


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