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¡Cuidado cachorritos, familia numerosa! por Cherry Cheshire

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Notas del fanfic:

No tengo remedio ni consuelo, ya estoy aquí otra vez dando por saco con mis idas de olla. 

Naruto no me pertenece, es obra y gracia de Masashi Kishimoto sensei.

 

Notas del capitulo:

Espero que os guste :) está hecho con mucho amor, azúcar y otros dulces.

 

-¡Mamá! ¡Que vamos a llegar tarde a la escuela ninja!

-¡Mamá!¿¡Has visto mis sandalias!?

-¡Mamá! ¡No queda leche!

 

Tres niños vociferaban a las 9 de la mañana de un lunes llamando a su desaparecida “madre”. Estos tres niños, hermanos trillizos, responden a los nombres de Oki, Shiki y Kino, y sus apellidos son Aburame Inuzuka; por tanto, no cuesta mucho hacerse a la idea de dónde han salido.

 

-¿Dónde estará mamá? Aún tenemos que desayunar y como no nos deja usar la cocina...-se pregunta Oki, el más mayor, una mezcla perfecta de ambos padres, con piel pálida, ojos oscuros y pelo castaño muy oscuro.

-Sí, y para colmo mis sandalias han desaparecido.-se queja Shiki, el mediano, una copia hecha a medida de Shino, salvo por su tez ligeramente más morena.

-Joo, ojalá papá no se hubiera ido tan temprano hoy.-Kino, el más pequeño, hace un puchero, la mini copia de Kiba con el pelo de su padre y largo.

 

Los tres niños bufaron; en un desequilibrio, Shiki, que estaba mirando debajo de la mesa, se cayó de la silla y chocó con las patas de una de las otras dos sillas donde estaba sentado su hermano Oki, haciéndole caer a él también. Sin embargo, lo peor fue que Oki, cuando sintió que se tambaleaba, se agarró al mantel de la mesa en un vano intento de sujetarse de algo y lo arrastró en su caída con todos los utensilios que tenía encima.

 

Kino, en otras circunstancias, se habría reído hasta que le doliese la tripa, pero al ver semejante estropicio en el suelo de vasos, el centro de mesa, platos y demás rotos en el suelo se llevó las manos a la cabeza.

 

-¡Mamá nos va a matar!

-¡Tranquilo eh, que estamos bien!—gruñeron sus hermanos desde el suelo.

-¡Shiki eres un torpe!—gruñó Oki.

-¡Ha sido culpa de la silla, yo sólo buscaba mis sandalias!

-¡Claro, nunca es culpa tuya! ¡Escarabajo pelotero!

-¡Repíteme eso otra vez! ¡Cucaracha coja!

 

Ambos niños se pusieron a pelear en el suelo de la cocina, enredándose con el mantel. De fondo, Kino trataba de calmarlos a voces; el jaleo era tal que las paredes hasta vibraban. De repente un portazo y unos pasos, que azotaban el pobre suelo de madera, hizo que el jaleo cesara y que los tres niños mirasen hacia el marco de la cocina.

 

-Niños...

-M-m-mamá, jeje buenos d-días...

-Si son buenos días...¿¡A qué viene ese maldito jaleo que tenéis montado!?

 

Casi temblando, los tres niños se escondieron debajo del mantel y asomaron un poco sus pequeñas narices.

 

-Lo sentimos mamá.

-Sí, no te enfades con nosotros.

-Además, ha sido un accidente.

 

Dijeron con voz trémula, los enfados de su “madre” eran temibles.

 

-Oh, venga vamos salid de ahí debajo, que no os voy a comer.

 

Poquito a poco, los tres niños salieron de su escondite y se pusieron en fila. La figura adulta frente a ellos zapateaba.

 

-¿No habrá una sola mañana en que no la arméis? Anda, tomad—dijo tendiéndoles un billete a cada uno—compraos algo de camino a la escuela, que ya no me da tiempo a haceros el desayuno.

-¡Gracias mamá!—exclamaron los tres cogiendo el dinero, la oportunidad perfecta de comprar dulces.

 

Ya iban a salir disparados cuando uno de ellos se paró en seco y se señaló los pies descalzos.

 

-Aquí las tienes.—dijo su “madre” tendiéndoselas con un dedo.

-¡Gracias!

-¡Y nada de insultaros con nombres de insectos!

 

Kiba sacudió la cabeza y suspiró, sus trillizos no le daban ni un sólo día de tranquilidad. Se dio la vuelta y contempló el monumental estropicio que habían causado. Yendo a agacharse, sintió que se mareaba y tomó asiento en una silla masajeándose la frente.

 

-Al final tendré que ir a ver a la vieja de Tsunade...—suspiró. Ya hacía por lo menos una semana que no se estaba sintiendo del todo bien, empezó con ligeras jaquecas y mareos que culminaron en vómitos diarios que venían de sorpresa. No le había comentado nada ni a su marido Shino ni a sus tres hijos para no preocuparlos, ya les diría si acaso la vieja le decía que era algo a tener en cuenta.

 

Mientras, de camino a la escuela, los trillizos devoraban dos bollos cada uno. La gente de la aldea les saludaba y ellos sonreían con afabilidad, después de todo no había nadie que no supiera quiénes eran; los famosos trillizos de uno de los primeros embarazos masculinos de la Villa. En parte el reconocimiento se lo debían a su padre Shino, que todavía ostentaba el título de “Semental por Excelencia” ,muy a su pesar, por haberlos engendrado a los tres de golpe y a la primera.

 

-Mamá está raro últimamente.

-Papá dice que siempre ha sido así.

-Kino, tiene razón, está más raro que de costumbre. Acordaos ayer cuando le montó un pollo tremendo a papá porque se comió el último melocotón.

 

Los niños cavilan, distraídos llegan a la escuela casi sin darse cuenta. Un niño rubio les hacía señas con la mano.

 

-¡Vamos tardones! ¡La clase ya va a empezar!

-¡Ya vamos Minato!

 

Minato Uchiha Namikaze sonrió como su “madre” Naruto y corrió hacia dentro del edificio, Los trillizos cogieron carrerilla y entraron tras él. Entraron en tropel justo cuando Genma sensei estaba por cerrar la puerta.

 

-Por un pelo lentorros.—bromeó.—Venga sentaos, que hoy tenemos visita.

 

Los niños y niñas se mostraron intrigados, los trillizos que ocupaban una de las bancas se inclinaron para hablar con Minato, que estaba delante de ellos sentado al lado de los mellizos Hyuga, Hiko y Himeko. La puerta corredera se abrió y entró el invitado.

 

-¡Abuela!—exclamaron a coro los tres niños al reconocer a la figura recién llegada.

-¡Qué hay niños!

 

Tsume Inuzuka saludó con un movimiento de mano a sus tres nietos y al resto de niños y después estrechó la mano de Genma sensei.

-Bien niños, como os decía antes la visita de hoy corre a cuenta de Tsume Inuzuka, la líder del clan Inuzuka.

-Los apodados hombres bestia.—terminó la mujer tomando asiento en la silla del profesor, los trillizos rieron, su abuela nunca cambiaría.—Y mi misión hoy consistirá en daros una pequeña charla sobre lo importante que son los sentidos para un ninja. ¡Y vosotros tres prestad atención!—gruñó a sus tres familiares—¡Que ya os estoy viendo bostezar!

 

Los compañeros de clase estallaron en carcajadas, especialmente Minato, que por poco no se cae de su asiento, Genma sintió una gota resbalar por su frente.

 

Mientras, Kiba llegó al hospital de Konoha y se topó con Sakura en la puerta.

 

-Hey Sakura.

-Hola Kiba. ¿Qué haces por aquí?

-He venido a ver a la vieja Tsunade ¿sabes dónde está?

-Pues hoy está algo liada preparando varias operaciones.

-Vaya...

-Vamos chico, que yo soy la segunda al mando aquí prácticamente, dime en qué puedo ayudarte.

-Cierto. Vale pues me quedo contigo.

-Acompáñame a mi consulta.

 

Unos minutos después el Inuzuka se encontraba explicándole su problema a la ninja médico que escuchaba con atención.

 

-¿Y desde cuando te has sentido mal?

-Más o menos una semana, quizá un poco más.

-Bueno, pues voy a hacerte una revisión.

 

 

Era la hora del descanso de los jóvenes futuros ninjas, lo que vendría a ser el recreo, y los trillizos jugaban junto a varios de sus compañeros en el patio de la academia, de lejos divisaron a su abuela, que ya se marchaba.

 

-Esperadnos que ahora volvemos, vamos a despedirnos de la abuela, que si no luego nos regaña.r34;—dijeron a coro.

-¡Ok!—exclamó Minato levantando el pulgar pegándole después un pequeño empujón a Hiko, la mini copia de Neji con el pelo de Hinata—¡Tú la llevas Hiko-chan!

-¡Como te agarre vas a llamar Hiko-chan a quién yo te diga rubio oxigenado!—bramó el más joven echando a correr detrás suyo.

-¡Hermanito!—exclamó luego Himeko, la mini Hinata, persiguiéndoles también para evitarle la muerte al joven rubio.

 

Los hermanos rieron divertidos y corrieron a por su abuela.

 

-¡Baba-chan!

-Oish ¿hasta cuándo me vais a llamar así? Que ya sois mayorcitos hombre, y así me decíais cuando apenas sabíais hablar.

-Mamá dice que no te importa que te llamemos así.—se excusó Kino con sonrisa inocente.

-Ya le pillaré un día de estos. Dentro de poco cumpliréis seis años, ya vais creciendo, aún recuerdo cuando no eráis más que unos cachorros revoltosos tras los que había que ir corriendo.

-¡Pero ya no somos cachorros!—exclamó Shiki, sus hermanos asintieron.

-¡Dentro de poco seremos grandes, como nuestro padre!—exclamó ahora Oki, Tsume rió.

-Para ser como vuestro padre aún os faltan muchos años, y mira que me cuesta admitirlo pero os vais a tener que esforzar ¡que os ha tocado un padre demasiado grande*!

-¡Pues nosotros vamos a ser igual de altos!¡Y seremos ágiles y rápidos como mamá!—corearon muy seguros.

-¡Sin duda, sin duda! Oh, y hablando de mi hijo, a lo mejor no está cuando lleguéis a casa.

-¿Por qué?—se extrañaron.

-Me lo topé de camino aquí, dijo que iba al hospital.

-¿¡Al hospital!?

-Sí, pero...

 

¡Ziuuum! Tsume se quedó con la palabra en la boca, pues sus nietos salieron corriendo a la velocidad del rayo, saliendo a galope desbocado de la academia, y a ver quién los pillaba. Y es que, a pesar de lo que hacían enfadar a su “madre” a veces, Oki,Shiki y Kino adoraban a Kiba; por eso sus pequeños corazones latieron con desenfreno cuando escucharon la palabra hospital asociada a su “madre”. La líder de los Inuzuka elevó los brazos denotando rendición, detener a sus tres alocados nietos era como intentar parar un tsunami con un dedo; sonrió, la adoración por Kiba la habían sacado completamente de su padre, que al igual que ellos sería capaz de atravesar el mundo entero sólo por su castaño.

 

-Bueno Kiba, no dictamino virus ni enfermedad, tampoco son vértigos...

-¿Entonces qué puñetas tengo, indigestión? Porque a mi pobre estómago últimamente no le sienta bien nada.

-No...—contesta la pelirrosa repasando unos documentos.

-¿Qué lees tanto?

-Tu historial médico.

-¿Y?—inquirió, comenzando a impacientarse por el gesto que la mujer tenía en la cara.

-Pues que sólo me queda probar una cosa.—dijo levantándose de la silla en la que estaba sentada, pidió que Kiba se levatara también y fue a su lado. Puso una mano en su espalda, a la altura de las lumbares, y otra en la zona abdominal, activó su chakra.

 

-¡Mamá!

 

Los trillizos por fin llegaron al hospital, entrando dando voces como unos posesos y miraron en todas direcciones. Kino, que era el que más desarrollado tenía el olfato, olisqueó el aire.

 

-¡Niños! ¡Que esto es un hospital, no se puede estar dando voces!—regañó una enfermera, los niños hicieron caso omiso.

-¡Por aquí!—exclamó finalmente el trillizo más pequeño echando a correr otra vez, sus dos hermanos salieron corriendo tras él.

-¡Niños! ¡Quietos ahí!—gritó la enfermera corriendo tras ellos.

 

-¿Y bien Sakura?

-Lo que me imaginaba.—dijo esbozando una sonrisa divertida.

-Me estás asustando Sakura.

-No tienes por qué asustarte, porque lo que te voy a decir no es motivo de susto alguno si sabes en qué campo juegas.

-¿Eh?

 

-¡El olor de mamá está allí! ¡En esa consulta!

-¡Resiste mamá! ¡Ya vamos a por ti!

 

En tropel, los niños alcanzaron la puerta de la consulta y por poco no la derriban al abrirla. Al mismo tiempo, Sakura, sonriendo afablemente, soltó la bomba.

 

-Felicidades Kiba, estás encinta de nuevo. Tú y Shino volveréis a ser padres.

-¡¿Qué?!—exclamaron a coro cuatro de los allí presentes.

 

 

Notas finales:

*Recordemos que Shino es el más alto de los 12 de Konoha además del mayor de los 9 novatos según el Databook.

Primer capítulo. Espero que os haya gustado aunque sea un poquitín jeje y que me dejéis algún review

¡Se aceptan apuestas sobre la preñez de Kiba! ¿Uno o varios? ¿Niño o niña? xD

atte.-Cherry Cheshire ;)


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