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Cita en el cementerio de Praga por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

Acción de lord Marco y su doncel en 3, 2, 1, yaoiii!!!

Antes de que la claridad del día desapareciera del todo, borrando los hermosos tonos malvas y azules, las orillas del Moldava comenzaron a poblarse de ruinas paganas, pastores y campamentos de gitanos de la raza bohemia. Marco y Juha se vistieron para la cena, pues los trajes de viaje de ninguna manera eran apropiados para el comedor con la más fina cristalería que jamás vieran a bordo, y previnieron sus maletas. Al pasar por la cubierta nuevamente el río era aun más oscuro que el cielo y los reflejos de las luces de Praga parecían fuegos.

El capitán lamentó no tener casa que ofrecerles para que se quedaran durante su estadía.

-No se preocupe Otakar, - respondió Marco - nos quedaremos en el Libuše.

-¡Ah! Una pensión deliciosa. A milady le encantará: esta decorada con estatuas y cuadros de Libuše, el legendario duque doncel que predijo la fundación de la ciudad.

-¿El que mataba a sus amantes luego de yacer con ellos? – preguntó Juha.

El capitán lo miró sorprendido. Marco se limitó a reír por lo bajo, dando su visto bueno a la conducta de su esposo.

-El mismo. – el capitán bebió un sorbo de su copa. Luego prosiguió- La ubicación de la pensión es excelente, a dos pasos de Vysehrad.

-¿Y del cementerio judío? – preguntó Juha.

-¡Milady! – se escandalizó el capitán – Un doncel de vuestra categoría no debería frecuentar los guettos, y menos que ninguno éste, donde solo han quedado los mas miserables y heréticos judíos.

-Oh, créame capitán, no estoy interesado en la cábala. Pero he oído decir que su cementerio es singular.

-Tétrico. – Otakar tocó su amuleto bajo el chaleco – Los esqueletos de esos infieles están apiñados unos sobre otros y dicen que las noches sin luna se levantan a sacudirse la tierra, a descansar de la fatiga de cargarse unos a otros durante siglos... Dicen que hasta veinte generaciones de judíos están sepultados unos sobre otros, todos condenados.

Juha escuchaba el cuento con interés, pero Marco había colocado la cucharilla horadada sobre la copa de absenta, el cubo de azúcar sobre la cucharilla y vertía lentamente agua para diluirlo.

-No espante a mi esposo Otakar, o dormirá abrazado a mí. Pensándolo mejor, siga espantándolo.

-Eso es todo. – dijo – Ni los judíos se acercan a su cementerio de noche. En cuanto a la colina de Vysehrad, dicen que a veces el fantasma de Libuše se asoma al amanecer a la torre, a suspirar por todos los amantes que arrojó al río.

-¡Que romántico! – Juha hizo una caricia a su marido con la cabeza, como un gatito restregándosele a su amo.

Marco correspondió a su caricia con su cabeza también y le dio a probar la absenta. Juha le dio un sorbito; no terminaba de gustarle su sabor. Muy amargo.

La cena continuó. La compañía armadora obsequió con una botella de champan a los viajeros que terminaban su crucero en Praga, invitándolos a que tomaran el que salía para Rumania dos veces por semana.

-No te duermas – dijo Marco a Juha al ver que cabeceaba – que esta noche voy a darte el uso que se le da a un esposo.

Juha sonrió y entreabrió un ojo.

-Todas. – le dijo, dándole un tironcito cariñoso a la mitad izquierda de la barba (la llevaba recogida en dos trencitas).

Al terminar la cena los esposos desembarcaron. Se despidieron del capitán, prometiéndole que harían llegar a su cuartel una tarjeta con el número de la habitación en que se alojaran, y en un coche de alquiler se dirigieron a la pensión. Una ligera niebla subía del río, envolvía toda la ciudad como un velo, o la premonición de una mortaja.

El aire no se sentía demasiado húmedo pero su presencia se apreciaba en el efecto que producía en la luz, como difuminándola. Incluso las farolas de gas adquirían un halo. Las losas del pavimento, pequeñas como ladrillos parecían mojadas, brillaban, dando la sensación de que el carruaje se deslizaba por un canal en vez de por una calle. Pasaron frente a una iglesia de cuento de hadas, de altos vitales y cúpulas cónicas, salpicada de agujas.  Doblaron una esquina y pasaron frente a un castillo aun mejor iluminado que la iglesia, frente a cuyas rejas hacían guardia varias parejas de húsares. Cruzaron un puente que les pareció demasiado oscuro, en contraste, bordeado de estatuas de santos cuyos bultos, entre la oscuridad y la niebla, parecían gente viva acechando.

Y del otro lado se divisaban las murallas del barrio judío.

 

***

 

Fue durante una de las largas noches, casi sin día, del invierno finlandés cuando Marco se sinceró con Juha.

Le contó que el motivo por el que no podía casarse con él, a pesar de amarlo (esto lo había admitido a poco de llegar a Oulu, a sabiendas que era ceder el primer paso) era porque pertenecía a una hermandad secreta, una logia que honraba los verdaderos principios de la revolución francesa, con la que, podría decirse, estaba casado, pues había puesto su persona a disposición de ésta, y tan pronto podían enviarlo en urgente misión a Atenas como mantenerlo sedentario largos meses en una capital o, como era el caso, en un pueblito.

Juha, que había escuchado paciente, dijo:

-Pues ahora no podría enviarte tu logia a ninguna misión, pues estamos incomunicados.

-Créeme, amor mío, que si mi logia necesitara enviarme un mensaje urgente me lo haría llegar, aquí o en Impaviraa, y yo acudiría a su llamado, a despecho del lamento de mi corazón.

-¡Y de los peligros del viaje! – añadió Juha. Luego se quedo pensativo. – Si es la lealtad a tu logia lo único que te impide casarte conmigo, yo no veo impedimento. ¿Acaso la logia prohíbe casarse a sus miembros?

-No, de hecho la mayoría están casados…

-¡Ahí esta!

-Pero lo que he visto no me ha gustado para nada. – Marco estaba serio, las llamas de la chimenea, ya débiles, lo iluminaban desde abajo – Donceles hastiados que terminan por tomar un amante… o varios. Donceles que no soportan el dolor de perder a su marido… Maridos que nunca confiesan la verdad a sus esposos, que guardan secretos en su matrimonio – dijo con disgusto -. No Juha, créeme: ningún doncel quiere por marido a un varón que ya esta comprometido y cuya salud es tan precaria. – cogió su mano – Si me casara contigo, solo te haría desgraciado, y quizá te dejara viudo muy pronto.

Juha acunó  la mano que lo había cogido entre las dos suyas.

-No me importa. – dijo, cuando las llamas apenas si danzaban sobre los rescoldos – Prefiero un año, un mes, un día contigo a toda una vida solo.

-Juha…

-Te amo Marco. – besó sus manos – Quiero casarme contigo. Si lo que quieres es evitar que yo sufra despósame. Y seremos felices los dos.

-Pero mis misiones…

-Iría contigo. Me uniré a la logia.

Marco rió. Paro casi al instante, al ver que iba en serio.

-Sería peligroso…

-Puedo defenderme solo.

-Habrá cosas que hayan de guardarse con el mayor de los secretos…

-Puedes confiar en mí. – Juha vio la duda en sus ojos azules y se ofendió – Yo confío en ti. Confío tanto en ti y te quiero tanto que me fugué para ir contigo. Te ofrecí lo más valioso que tiene un doncel, sin exigirte nada, porque sé que no me traicionarías.

Marco no decía nada. Reconocía el valor de Juha, su lealtad… Hasta podía ser que fuera más valiente y leal que él.

Juha, para quien la igualdad, la legalidad y la fraternidad no valían lo que el amor, llevó vehementemente su mano al pecho.

-Compruébalo. – apretaba la mano contra su pecho – Tómame. Asegúrate de que te amo, de que puedes confiar en mí… Vamos, tómame… – Marco apenas podía ver sus ojos, enfebrecidos, ¿o era el reflejo de las llamas que se extinguían? - ¿No te atreves?

Marco se atrevió. No iba a tolerar que el doncel que amaba lo llamara cobarde.

Tomó sus labios suaves entre los suyos. Tomó su esbelto torso en sus brazos y lo estrechó contra sí. Sentir su cuerpo cálido tan cerca del suyo era tan agradable. Sentir sus cabellos entre sus dedos, tan sedosos. Cuando liberó sus labios del primer beso Juha suspiró. Acarició su rostro, desde la mejilla hasta la punta de las barbas, mirándolo como si quisiera grabarse cada uno de sus rasgos a fuego en la memoria.

Finalmente era suyo. Marco era suyo. Había luchado arduamente por ganarse a su amado y en los momentos más negros llegó a dudar de que lo lograría. Pero ahí estaba, finalmente había caído. Estiró el cuello para tomar su recompensa de esos labios.

Sin voltear, Marco pateó un par de leños a la chimenea: quería ver a Juha en toda su hermosura. Mientras le enseñaba a besar comenzó a desabotonar los innumerables botoncitos que cerraban su vestido por detrás. Para facilitarse esta labor se giró con él, cargándolo, de modo que él estaba recostado en el sofá y Juha sobre él, con las piernas tan abiertas como se lo permitía la falda del vestido.

Aprendida la lección uno, Juha dirigía el beso desde arriba. Había aprendido a colar la lengua y a recorrer con ella el interior de la boca del amado. Sus manos tampoco permanecían ociosas. Pronto estuvo acariciando el desnudo pecho de Marco, con el chaleco y la camisa abiertos a los lados. Sentía frio en su espalda desnuda, donde Marco no lo tocaba. Separó sus bocas y se puso a besarle el rostro, todo, apasionado, amoroso.

Llevado de su rol activo, bajó a besar su pecho. Restregó su mejilla contra el vellito de Marco, volvió a besar su pecho y ya no supo que hacer.

Marco retomó el control bajándole el vestido: su pecho y sus brazos quedaron desnudos. Se quedó sin aliento ante la visión de los pequeños pezones, bien erguidos. Le dejo el vestido colgándole de la cintura y lo abrazó por la misma, sentándose para pegar sus labios a una de las rosadas protuberancias. La presionó entre sus labios delgados y luego sacó su lengua ávida y mojada para acariciarla con ella.

Juha sintió que todo su cuerpo vibraba; había temblado cuando quedó semidesnudo delante suyo, pero ahora que lamía, chupaba y hasta mordía su pezón, vibraba. Agradecía que el vestido, arrugado en su regazo, disimulara la impúdica erección que tenía. Sintió que las mejillas se le ponían ardientes, de vergüenza o de otra cosa, cuando Marco se la buscó por debajo de la falda. Se la acarició sobre el calzón y luego soltó el lazo que lo sujetaba, bajándoselo a tirones para acariciar su pene desnudo.

-Soy de la opinión de que el doncel debe gozar por los dos lados. – le dijo, mirándolo de tal modo que sintió las mejillas arderle aún más.

Afortunadamente, Juha no tuvo que soportar aquella mirada que quemaba durante mucho tiempo, pues Marco concentró su atención en el otro pezón. Se lo lamía, chupaba y mordía como al otro mientras su mano rodeaba con una firmeza casi excesiva su pene, frotándolo de arriba abajo mas rápido de lo que el acostumbraba hacerlo. Gimió.

-No tan duro, por favor. – le pidió con una vocecita entre avergonzada y excitada.

Marco flipó aquella frase, pues apenas estaban en los preliminares.

-Disculpa amor mío – se repitió que con los vírgenes había que ser el doble de delicado y lo acarició de un modo más suave - ¿Así te gusta más?

Juha asintió. Esa manera menos ruda de ser masturbado le gustaba mucho más, como también encontraba muy de su gusto los besos que Marco le prodigaba por el cuello mientras, suavemente, entre dos dedos, frotaba uno de sus pezones.

-¿Cómo se siente? – le preguntó luego de chuparle el lóbulo de la oreja.

-Bien… - ronroneó Juha.

-¿Sólo bien? – usó  tono decepcionado y frotó con su pulgar la resbalosa puntita del pene de Juha. Este ahogo un jadeo.

-¡Muy bien! – se corrigió el pelirrojito.

-¿Me ayudas a sentirme bien? – dijo tomando su mano y llevándola al bulto entre sus propias piernas, esperado que Juha no se mostrara remilgoso a tocar su pene.

Pero no, Juha no era de esos. Sentía verdaderos deseos por agarrar la erección de Marco. Luchó torpemente contra el pantalón. Marco lo ayudó abriéndose la bragueta y se sintió excitantemente desvergonzado de sacársela y jalársela delante del doncel virgen que tenia sentado en las piernas. Se la jaló duro y rápido, como necesitaba, comiéndoselo con los ojos, relamiéndose sin darse cuenta. Luego cogió la mano de su doncel y la puso sobre su carne palpitante, enseñándole como le gustaba.

Juha prestaba atención a esta nueva lección. Sus ojos grises estaban atentos a la mano de Marco guiando la suya. Luego Marco retiró su mano y Juha continuó  con los movimientos, completamente embelesado. ¡Así que así se sentía y así se veía el pene de un varón! Era más grande y cabezón que el suyo. ¡Oh! Y también tenía vello rubio en las bolas y alrededor del pene. El vello en torno a su pene subía por su panza hasta el ombligo, haciéndose más estrecho hacia arriba, como un delta que desembocara en su virilidad.

Juha soltó el pene para verlo mejor. Se agachó. Se veía tan…

-¿Puedo besarlo? – lo miraba con carita de haber hecho una pregunta indebida.

-¡Oh sí! – respondió Marco, dando gracias al cielo por haberle destinado una joya entre los donceles – Bésalo, lámelo, chúpalo: hazle lo que quieras.

Contento, Juha satisfizo su curiosidad a placer. No hacia falta detenerlo porque estaba bien duro. Le dio de besitos por todos lados y luego sacó la punta de la lengua para lamerlo tímidamente. Le sorprendió que unas gotas espesas y calientes le salpicaran la cara. Se volvió a mirar a Marco con indignación.

-Es normal Juha. – le dijo, conteniendo la risa para no ofenderlo – Es semen.

-¿Y porque esta tan transparente? – su semen era blanquito. Y los donceles solo expulsaban fluidos al final.

-Mi amor, deja las disertaciones biológicas y sigue con lo que estabas haciendo, por favor. – suplicó Marco.

A regañadientes Juha accedió, pero mejor a darle besitos. Sin embargo, sabía tan rico que cedió a la tentación de volver a lamerlo. Como no lo volvió a salpicar lamió con más confianza.  Lo lamió de arriba abajo, hurgado con su lengüita en el borde entre tronco y punta. Marco se sobaba el abdomen sin perder de vista lo que Juha le hacia. Recogió a un lado su roja cabellera para ver mejor.

-Si quieres evitar que te salpique la cara, métetelo en la boca. – sugirió el rubio.

Juha lo intentó. Era muy grande y tenía que abrir mucho la boca. Lo sacó y se acomodó mejor para volverlo a intentar: pudo meterse más de la mitad.

-Ahora chupa. – le dijo Marco. - ¡Oh sí! Así precioso, sigue… ummm…

Marco se retorcía de placer. Acariciaba la cabeza y la guiaba para que la moviera, procurando ser delicado. Al ver que le gustaba tanto Juha no protestó  aunque sentía la mandíbula cansada: procuraba chupar y mantener adentro lo más que pudiera del gran pene.

Marco gozó aquello hasta que sintió que se acercaba al clímax. Si quería desvirgarlo era momento de cambiar de actividad. Y sí quería.

-Suficiente. – dijo, retirándolo cuidadosamente por los cabellos.

¡Que bueno!,  pensó Juha, sobándose la mandíbula. Marco lo tendió sobre el sofá, empujó otro leño al fuego, para mantenerlo encendido y le quitó el vestido, el calzón, el liguero y las medias, acariciando cada pierna al desnudarla y besando los deditos de sus pies. Le separó los muslos, masajeándoselos hacia arriba, procurando no mirar fijamente sus partes privadas por más gloriosa que fuera la vista en primer plano de sus nalgas, sus bolitas y su pene.

Miró arriba, a su torso desnudo y deslizó la mirada hasta su rostro. Sus labios apretados delataban su nerviosismo. Trató de relajarlo con besos y caricias desde sus muslos hasta su cuello. Entonces le susurró al oído.

-Si no quieres llegar hasta el final no tienes que hacerlo.

-¡Ah, no! – protestó Juha – A mí no me vas a dejar todo manoseado. – le jaló  la barba para verlo directo a los ojos – Ahora lo hacemos. Quiero ser tuyo. – le dijo, aunque creía que en realidad quien pasaba a pertenecerle era Marco.

Marco había sonreído al oír lo de todo manoseado, pero con la última declaración se sintió profundamente conmovido. Le dio un beso largo y lleno de cariño para luego arrodillarse en el piso, entre sus piernas. Las puso sobre sus hombros y esperando que Juha no lo considerara muy pervertido separó sus nalgas y se puso a lamer entre ellas.

Como le había sucedido a lo largo de esa noche, Juha primero se sintió avergonzado de que lo vieran y  tocaran ahí donde nadie nunca lo había visto ni tocado, pero luego, considerando que era el hombre a quien amaba quien se lo hacía, y lo bien que se sentía, dejó el pudor y lo disfrutó. Pronto el atrevido contacto de la lengua de Marco sobre su hoyito lo hizo gemir. Pasaba la lengua una y otra vez, mojándolo. Picaba su hoyito buscando entrar, lográndolo cuando el dejó de apretarse.

Luego fue un dedo, un dedo mojado y resbaloso el que presionó hasta que entró. Juha gimió.

-¿Duele? – le preguntó Marco.

-Un poquito.

El rubio dejó su dedo dentro, inmóvil, y capturando sus bolitas con la boca las chupó, primero una y luego la otra. Luego lo masturbó hasta ponerlo bien duro y entonces llevó el pene a su boca, engulléndolo por completo y haciendo sentir a Juha los niveles de maestría a los que se podía llegar en el arte de chupar y lamer un pene al mismo tiempo. Escuchó su respiración agitada por el placer y movió el dedo que mantenía en su culito. Lo movió sin causarle molestias así que lo estimuló  a dos frentes, con dedo y boca. La mano libre la llevó a su propia erección, sobándosela para aplacarla mientras terminaba de preparar a su hermoso doncel.

Consideró que lo mejor era no hacerlo eyacular, para, mientras lo penetraba, mitigar con el placer de ese lado el dolor que sentiría en el otro. Cuando intuyó estaba listo sacó su dedo del estrecho túnel, tomó a Juha por la cintura y lo tendió sobre la mullida alfombra (era más fácil limpiar de ahí las manchas de sangre), acomodándose sobre él para penetrarlo.

-Es inevitable que duela un poco. – advirtió mientras presionaba con la resbalosa punta de su pene el hoyito que no parecía capaz de recibirlo.

Juha le respondió con un beso. Rodeó su espalda con sus brazos y se aferró a ella apretando los dientes mientras Marco lo penetraba. Que poquito ni que nada; dolía un montón. Cerró con fuerza los ojos para que no se le salieran las lágrimas; no fuera a creer Marco que lo hacia llorar, era sólo que dolía.

Marco entró lentamente, pero entró por completo. Juha le clavaba las uñas en la espalda y estaba tenso. Una vez adentro paladeó unos instantes la exquisita sensación que era estar adentro de Juha. Luego acarició sus costados para que se relajara.

-Tranquilo amor – le habló procurando infundirle confianza – pronto pasará el dolor y entonces te va a gustar.

Ojala, pensaba Juha, porque tener que aguantar ese dolor seguido, sólo porque amaba mucho a Marco. Pero no, porque…

-Sólo duele la primera vez, ¿verdad Marco?

-A veces también duelen la segunda y la tercera – Juha se espantó – pero tranquilízate hermoso – besó su hombro – te prometo que te va a gustar.

Comenzó a moverse despacito dentro de él, masturbándolo algo más animadamente. A Juha seguía doliéndole, pero si Marco decía que se tranquilizara y que le gustaría, confiaría en él. Se dejó flojito bajo él, recibiéndolo dentro de su cuerpo, recibiendo sus besos y sus caricias. Procuraba concentrarse en lo bien que se sentía lo que Marco le hacia en el cuello y en el pene. Se alegró al ver que Marco tenia razón y el dolor se iba.

Juha empezó a disfrutarlo antes de lo que Marco calculó. Era un doncel increíblemente bien dispuesto para las labores del amor. Tenía instinto, tenía pasión, tenía belleza. Su cuerpo se fusionaba con el suyo y a pesar de su inexperiencia resultaba buen amante. Mientras lamía su oreja se regodeó pensando en lo bueno que sería cuando lo enseñara.

-Juha, ¡oh Juha! – le dijo, clavándose placenteramente para ambos - ¡Oh Juha! – repitió antes de besarle la boca.

Practicaron el juego de lenguas mientras el rubio le enseñaba la danza suprema del placer. Una y otra vez se hundía en su estrecho túnel, tan suave, tan caliente. Una y otra vez se hundía en él. Una y otra vez sus lenguas se acariciaban. Una y otra vez su mano recorría su erección, apretándola más en la punta.

Juha jadeaba y estaba sonrojado. Sus labios estaban húmedos de tanto besar. Sacudía a un lado y otro la cabeza; en su rostro se dibujaban expresiones de placer. Volvía a tensarse, pero solo en los muslos, para facilitar que Marco lo penetrara. Se sentía tan bien el vaivén de Marco en su interior que sentía que iba a desmayarse. Arqueaba la espalda, se aferraba a él, pujaba. Fue consciente de arañarlo mientras lo sacudía el placer más grande de cuantos había conocido, y habría gritado despertando a toda la familia si Marco no lo hubiera intuido y callado con un beso que le cortó la respiración.

Marco retiró su mano impregnada de semen de doncel y la llevó a sus labios. Probó sus eróticos jugos y se los dio a probar a Juha. Este los chupó mirándolo, dedo por dedo. Volvía a retorcerse pues Marco seguía penetrándolo. Mordió suavemente uno como protesta a los desaforados embates del rubio, eran casi dolorosos. Marco apoyó aquella mano junto al rostro de Juha y terminó pujando de una manera casi gutural. Juha sintió el semen en su interior, tan caliente, tan resbaloso. Los embates finales de Marco lo hicieron rebozar.

Salió de Juha y permaneció jadeante sobre él, sosteniéndose en sus propios brazos para no aplastarlo. El pelirrojo le acarició los costados y el pecho y volvió a besarlo por todo el rostro. Cuando recuperó el aliento se apoderó de su boca, enseñándole como chupar la lengua.

Se separó de él antes de ponerse duro de nuevo (o de que Juha se pusiera). Además de que era una barbaridad follarse por segunda vez a un doncel recién desvirgado alguien podría despertar y bajar a ver porque la chimenea seguía encendida tan noche.

Ayudó a Juha a ponerse de pie y este hizo gesto de dolor.

-¿Puedes caminar? – si no podía, cuando el día (o su sucedáneo)  se hiciera iba a tener que dar explicaciones a los puños del padre y el hermano de Juha.

-Sí.

-Lávate y ponte alguna pomada que tengas, pero sin perfume.

-Sí.

Se puso su vestido sin abotonar y se dirigió sin zapatos a su habitación. Marco limpió lo mejor que pudo las gotitas de sangre, cortando los pelos que estaban demasiado sucios. Le dio la vuelta a la alfombra para que se notara menos y en cuanto el padre de Juha se levantó le pidió su mano.

 

 

Notas finales:

Gracias por leer, espero que lo hayan disfrutado tanto como lady Juha ;)

Praga es una ciudad bellisima y les quiero compartir algunas fotos que me inspiraron al escribir este relato:

Vista de la colina de Vysehrad (corazon del centro histórico) desde el Moldava, en tonos rosas y violetas (foto real, no photoshop) http://czechfolks.com/wp-content/uploads/2009/01/praha-hrad.jpg

Vista del castillo donde estuvo la sede de gobierno en la época del fanfic, con el peculiar efecto humedo de su pavimento: http://www.tunliweb.no/Bilder_SM/_album_Praha/Prague_Castel-1.JPG

Vista del puente Carlos, bordeado de estatuas: http://www.tunliweb.no/Bilder_SM/_album_Praha2/A2.jpg

Proxima actualizacion mas o menos en una semana, si no me da un colpaso nervioso o me desmayo en medio de la locura electoral en que trabajo :/


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