Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La eternidad para encontrarte por Rukkiaa

[Reviews - 50]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Pasión

Pasión. Está dentro de todos nosotros. Durmiendo. Esperando. Y aún sin desearlo, se desata. Abre sus fauces y aúlla.

Esa misma noche, ya Sanji estaba harto de buscar a Zoro por todas partes. Lo único que le quedaba era volver a casa del vampiro y esperarle en ese lugar si es que se dignaba a aparecer.

Nada más cruzar la puerta del apartamento, vio que el peliverde estaba allí, aparentemente, recién salido de la ducha y con solo un pantalón.

-¡Zoro!-corrió a abrazarle con fuerza.

-Oh, hola.

-Estaba muy preocupado.

-No tenía intención de asustarte.

-¿Dónde has estado?.

-Por ahí-dijo restándole importancia al asunto.

-Casi me vuelvo loco-el rubio seguía abrazándolo-desapareciste.

El otro se soltó del agarre-que va, me marché.

-Pero no me dijiste nada, te marchaste.

-Si...no tenía intención de quedarme después de lo que pasó-dijo Zoro mientras se ponía una camisa.

-¿Qué?-el ojiazul no sabía como tomarse aquello.

-Tienes mucho que aprender sobre los hombres, pequeño. Aunque eso lo demostraste anoche.

-¿Qué estás diciendo?-su tono de voz había descendido.

-No hay porque darle importancia ¿vale?. De hecho, no hay ni porque hablar de ello. Olvídalo.

-No te entiendo...¿es culpa mía?¿no estuve bien?.

El peliverde rió-estuviste genial, de verdad, eres un profesional.

-¿Cómo puedes decirme eso?-preguntó muy afectado.

-Tranquilo, lo pasamos bien, pero no tiene ninguna importancia.

-¡Para mi si la tiene!-una lágrima furtiva descendía por el ojo visible del rubio.

-¿El qué?, ¿el sonar de campanas?, ¿los fuegos artificiales?, ¿el dulce coro de bellos pájaros?-rió una vez más-vamos Sanji, uno ya tiene experiencia-quiso acariciar el rostro del rubio, pero éste se apartó.

-No me toques.

-Sabía que no lo llevarías bien-empezó a alejarse hacia la salida.

-¡Zoro!-el otro se volteó a mirarle-te quiero.

-Y yo a ti. Te llamaré-añadió antes de salir por la puerta y marcharse.

Nami y Luffy continuaban en el instituto a pesar de las tardías horas. Les había entrado hambre investigando y salieron a los pasillos para abastecerse de alimentos en las máquinas expendedoras.

-Todos los libros dicen lo mismo, no existe ningún arma-el moreno abrió una lata de refresco y se sentó en una mesa-hace falta un ejército.

-No nos vendría mal un ejército-la chica se había decantado por una bolsa de patatas.

-Creo que tengo una idea...shishishi, es una idea....y ahora tengo un plan-de pronto, las luces se apagaron. Quedando casi a oscuras-y ahora tengo miedo.

-¿Qué ocurre?.

-Vamos a la biblioteca.

-Nami-escucharon la voz de Zoro-Luffy.

-Zoro.

-Gracias a dios que estás bien ¿has visto a Sanji?-preguntó la pelinaranja.

-Si...¿qué le pasa a la luz?.

-No lo sé. Oye, se me ha ocurrido una idea-dijo el moreno.

-Olvídate de eso ahora, tengo algo que enseñaros. Luffy ve a buscar a Robin.

-Vale-empezó a caminar rumbo a la biblioteca.

-Y tu Nami, ven aquí-lo único que podía ver del vampiro era su silueta en la oscuridad del pasillo. Algo recelosa se acercó.

-¿Qué pasa Zoro?.

Luffy, por alguna razón se quedó a medio camino. Algo no iba bien y volvió a donde estaba Nami.

Zoro cuando tuvo a la chica lo suficientemente cerca, le rodeó el cuello con su brazo.

-¡No la toques!-Luffy estaba horrorizado con lo que estaba pasando y no entendía el motivo.

-Creo que ya lo estoy haciendo. Si la mato...Sanji se enfadaría de lo lindo ¿verdad?. Dale un mensaje de mi parte-Zoro mostraba sus colmillos.

-¿Por qué no me lo dices directamente?-el rubio apareció a su espalda.

-Bueno, no es un mensaje que se exprese en palabras, se trata de encontrar los cadáveres de todos tus amigos.

-No puedes ser tú.

-Ya hemos hablado de ese asunto.

-Zoro ¿por qué estás haciendo esto?.

-Es mi naturaleza pequeño. Jugué contigo hasta que tuve lo que quise. Ya no significas nada para mi. Ahora solo quiero torturarte.

-Deja a Nami en paz y enfréntate a mi.

-Es tan mona e indefensa-cogió una de las mejillas de la chica, como lo haría una abuelita y la soltó sin cuidado alguno, siendo cogida por Luffy antes de caer al suelo.

Fue hacia el rubio y lo sujetó por los hombros fuertemente-las cosas van a ponerse muy interesantes-le besó con rudeza en los labios y le empujó contra la pared. Desapareciendo por la puerta.

Sanji estaba como en shock. No reaccionaba, ni participaba en la conversación posterior que tuvo lugar en la biblioteca, solo miraba el anillo que conservaba en la mano derecha desde su cumpleaños.

-No puedo creer que Zoro hiciera eso-Robin deambulaba de un lado a otro con las gafas de pasta en la mano.

-No te lo puedes imaginar, estaban tan...ha venido aquí para matarnos-dijo Nami aún con el susto en el cuerpo.

-Maldita sea, ya teníamos bastante con lo de El juez, y ahora que Zoro se pase al otro bando...no estamos preparados para eso-dijo la mujer.

Nami se levantó y fue donde el rubio-Sanji ¿estás bien?-el otro negó con la cabeza-¿puedo hacer algo?.

-Que tonto he sido, cuando le vi en la casa estaba muy raro, las cosas que dijo...

-¿Qué cosas?-se interesó la morena.

-Es privado.

-Si al menos supiéramos por qué ocurrió.

-¿Qué quieres decir?-el ojiazul se temía lo peor.

-Bueno, debió suceder algo. Algún acontecimiento desencadenó que decidiera dejar de estar de nuestro lado. Si alguien puede saberlo Sanji, ese eres tú.

-No lo sé.

-¿No sucedió nada anoche que...?

-Robin por favor, no puedo...-dijo y se marchó.

-Sanji, lo siento pero no podemos permitirnos...¡Sanji!.

-Déjalo Robin-dijo Nami consciente por fin de lo que ocurría.

Para no atosigar a Sanji, Luffy llevó a cabo su plan en colaboración con Nami. Agenciarse un lanza cohetes colándose en una base militar de la ciudad.

Y en la fábrica abandonada, ya El juez estaba listo para acabar con todo el mundo.

El grupo, dadas las circunstancias y con un Sanji dispuesto a acabar con el demonio. Llegaron a la conclusión de que el mejor lugar para empezar a buscar a El juez sería un centro comercial, puesto que estaría lleno de gente.

Efectivamente, estaba allí, acompañado de Ace, Zoro, uno de los miembros de la Orden, en concreto Doflamingo y algunos de sus vampiros lacayos.

El juez mató a varias personas, quemándolas con solo tocarlas, hasta que una flecha se le clavó en el pecho. Se la quitó como si nada, y vio de donde procedía. Sanji con una ballesta.

-¿Cómo te atreves?-preguntó con su ronca voz.

-He conseguido que me hagas caso.

-Eres tonto, ningún arma puede detenerme.

-Eso era antes, ésto es el siglo XXI- dijo mientras sus amigos le pasaban el lanzacohetes y Ace y los demás se alejaban lo más posible de El juez.

-¿Para qué sirve eso?-fueron sus últimas palabras antes de convertirse en millones de trocitos de si mismo que se esparcieron por todas partes. El humo activó los detectores y empezó a llover sobre sus cabezas. La gente huía aterrada.

Sus amigos se encargaron de recoger los miembros que quedasen por si acaso. Y Sanji corrió en busca de Ace, Zoro o cualquier vampiro antes de que escapasen.

En uno de los pasillos se encontró con Zoro, que le asestó un fuerte golpe en la cara, lo que provocó que cayera al suelo.

-¿Sabes qué ha sido lo peor de todo?-preguntó el vampiro-tener que fingir que te amaba. De haber sabido con que facilidad te ibas a rendir, no me habría ni molestado.

El rubio se levantó del suelo-de los errores se aprende, tu ya no eres Zoro, al menos no el que yo creía.

-Eso es lo que tu quisieras ¿verdad?, da igual, lo importante es que te aborrezco tanto que ahora solo tengo deseos de matarte.

Sanji le dio una fuerte patada y se comenzaron a pelear. Ambos se golpeaban con fuerza. Rompían cosas y se revolvían por los suelos.

El rubio demostraba ser infinitamente mejor. Lo tenía a su merced y la estaca en la mano. Solo un último movimiento y acabaría con todo.

-No puedes hacerlo, no puedes matarme-chinchó el vampiro, provocando.

Entonces, Sanji bajó la estaca, pero le arreó una potente patada en sus partes más íntimas. Lo que dejó al vampiro retorciéndose de dolor en el encharcado suelo.

-Dame tiempo-dijo dándole la espalda y alejándose de el.

Tras todo lo acontecido, Robin llevó a Sanji a casa en coche.

Cuando aparcó, la vigilante le habló.

-Esto no ha acabado. Supongo que te darás cuenta. Seguramente irán a por ti y con saña. Lo más probable es que te ataquen a ti y a los que te rodean.

-Sabes lo que ocurrió entre Zoro y yo ¿verdad?-el rubio no podía ni mirarla.

-Nami me lo dio a entender.

-Debes estar muy decepcionada conmigo.

-No, en absoluto-con eso se ganó una mirada de sorpresa.

-Todo ha sido culpa mía...lo volví en nuestra contra, yo...

-Yo no lo creo. ¿Quieres que te regañe y que te diga que te has precipitado?, lo has hecho. Y puedo regañarte. Pero sé que tú le querías y él demostró en más de una ocasión que también te quería-tuvo que contenerse para no contarle lo que confidencialmente una vez le había contado el vampiro. No le cabía en la cabeza que de la noche a la mañana, un amor de siglos se esfumara. Tenía que haber alguna razón de peso-tu no podías saber que algo así iba a ocurrir. Los próximos meses van a ser muy duros, me temo que para todos, pero...si lo que quieres es que te culpe, no cuentes conmigo. Lo único que obtendrás de mi es mi apoyo y mi respeto.

Sanji se lo agradeció con un gesto emocionado y salió del coche.

Después de darse una ducha y ponerse el pijama, se puso a ver una película antigua en la televisión del salón. Zeff llegó entonces de la cocina con una tarta de chocolate y diecisiete velas rojas. La puso sobre la mesita y se sentó junto a su nieto.

-Siento no haber tenido tiempo para hacerte algo especial.

-No, está bien así.

-De todos modos iremos de compras el sábado. ¿Qué has hecho por tu cumpleaños?¿te has divertido?.

-He envejecido-respondió triste.

-Pues yo te veo igual-dijo apartando el mechón de pelo que tapaba su otro iris azul.

Se inclinó y encendió las velitas-feliz cumpleaños-dijo-no hace falta que cante ¿verdad?.

-No.

-Bueno, vamos, pide un deseo.

Se quedó en silencio unos segundos y dijo-voy a dejar que se apaguen solas-y se recostó en el hombro de su abuelo, que le acarició el cabello con dulzura.

Pasión. Nos habla, nos guía. La pasión nos gobierna a todos y nosotros obedecemos. Que remedio nos queda.

Se acercaba peligrosamente el White day. Unas fechas que no llamaban demasiado la atención del rubio y menos después de que Robin le advirtiera que tuviera mucho cuidado por si Zoro le jugaba alguna mala pasada.

En la fábrica, los vampiros estaban reunidos.

Zoro, con aire melancólico estaba sentado en un rincón apartado del resto. Crocodile se le acercó.

-Así que sigues jugando con ese cazavampiros ¿no?. Es lo más divertido antes de matarlo-se sentó a su lado-he de confesarte que me sorprende que decidieras acabar con su vida tu mismo. Se nota que no lo quieres como al otro y eso que Doflamingo me dijo que físicamente es exactamente igual.

-No es igual-respondió el peliverde. No podía dejar claro que lo amaba con la misma e incluso mayor intensidad. Debía denotar que de verdad lo había utilizado en su propio beneficio.

-Tienes razón, el de hace años no hubiera podido matar a un demonio como El juez-decir eso le molestó-no tardes mucho en acabar con su vida. Nos fastidia demasiado. Y no te lo tomes a mal, hacemos las leyes para que se cumplan, sino, sería un caos.

Habría una fiesta en el Baratie por el White day, pero era tal el estado depresivo de Sanji que no estaba dispuesto a ir. En lugar de eso, se quedaría en casa con su abuelo. Ambos solteros y solitarios.

Mientras disfrutaba de una copiosa cena sentado cómodamente en el sofá, alguien llamó a la puerta.

Cuando abrió no vio a nadie, pero en la puerta trasera, Zeff había encontrado una misteriosa caja negra. Al abrirla, se topó con doce hermosas rosas rojas y una nota que únicamente decía 'Pronto'.

Luffy también estaba deprimido. Ya el rubio de sus sueños no andaba con el maldito vampiro que le había hecho perder la oportunidad de su vida. Pero sabía que Sanji sentía algo muy fuerte por él, y que en la actualidad sería imposible plantearle una relación amorosa. Era espantoso estar en un club el White day rodeado de parejas felices, y Nami, que bailaba contenta disfrutando del grupo musical de esa velada. Pensaba una y otra vez como podía plantearle a su mejor amigo la posibilidad de ser algo más sin parecer un insensible. Quizá si se enamoraba de el por otros métodos...

Y tuvo una idea. Tal vez era una locura. Tal vez no sirviera para nada. Pero en el instituto había una alumna con conocimientos de magia. Podría ser que con un conjuro...sus anhelos se cumplieran por fin. Así que habló con la chica al día siguiente. Quería que Sanji lo amara, lo deseara, que solo pensara en él y en nadie más sobre la faz de la tierra. Y aunque la 'bruja' le advirtió que ese tipo de conjuros podían salir mal, se arriesgó. Solo necesitaba un objeto suyo y abracadabra. Se conformó con una estaca robada de su taquilla y listo.

Sanji por su parte, estaba atemorizado. Corrió a la biblioteca con la nota que le había dejado el vampiro la noche anterior.

-¿Pronto qué, Robin?-cuestionó poniendo la nota en las narices de la mujer-nunca me ha ocultado nada, hasta que el ser grande y malvado de la oscuridad se convirtió en mi ex novio.

-¿De dónde ha salido esto?.

-Me lo ha dicho con flores. Mira, este no es el momento adecuado para convertirte en doña protectora, no puedo quedarme sin hacer nada y no puedo prepararme si no sé lo que va a pasar.

-No, tienes razón, por supuesto.

Debían averiguar que estaban planeando los vampiros.

A la mañana siguiente, lo primero que hizo Luffy fue ir en busca de Sanji, al que encontró en la biblioteca. Robin estaba en su despacho rebuscando en más libros y el rubio estaba sentado frente a un ordenador.

-Hola-dijo el moreno para llamar su atención. Lo que funcionó, porque el ojo del otro se apartó de la pantalla.

-Luffy-se alegró de verlo.

-¿Qué tal?-el chico estaba ansioso por lo que iba a ocurrir. Cabía la posibilidad de que el hechizo hubiera salido mal.

-Muy bien...vaya Luffy, te ves muy guapo hoy ¿no te lo habían dicho?-cuestionó levantándose de su asiento.

-Pues no...gracias-la cosa iba por buen camino.

-¿Sabes lo que me apetece de pronto?¿por qué no hacemos algo ésta noche?, los dos solos.

-¿Enserio?.

-Puede ser divertido.

-¿Incluye la propuesta el baile lento?, porque eso me divierte mucho.

Sanji se aproximó más a el-si juegas bien tus cartas...-dijo coqueto.

-Vale...sabes que soy Luffy ¿verdad?.

-No sé, acabo de verte entrar aquí y me he sorprendido de mi alegría. Es divertido, se puede ver a alguien todos los días y no verle en realidad ¿sabes?.

-Si...divertidísimo-añadió nervioso el moreno- y cada vez más...-el rubio le silenció poniéndole un dedo en los labios. Y cuando estaban a punto de besarse, la chica que le ayudó con el conjuro hizo acto de presencia.

-Luffy.

El chico sintió que el mundo se derrumbaba bajo sus pies.

-¡¿Qué?!-estaba más que molesto por la intromisión. Sanji volvió a su asiento desganado y él salió fuera con la chica.

-Luffy, me parece que el hechizo no ha funcionado, lo siento, soy nueva en esto.

-Shishishi ha funcionado y mejor de lo que esperaba. Ya Zoro no existe, es solo una fea mancha en la pared de sus recuerdos.

-Si ha fallado Luffy y para colmo no encuentro el contrahechizo. Creo que se ha extendido a algunos chicos del instituto.

-¿Cómo dices?.

-Hola Luffy-un chico pelirrojo se acercó a el-tienes clase de historia ahora ¿verdad?, podemos sentarnos juntos.

La cara del moreno fue de pavor-disculpadme.

Salió corriendo bajo la atenta mirada de algunos chicos.

A la mañana siguiente la cosa empeoró. Parecía que la plaga se había extendido más aún y era el centro de atención de todos y cada uno de los chicos. Cosa que le agobiaba mucho.

Se escondió en la biblioteca. Era genial porque no parecía afectar a las mujeres.

-Soy un desastre Robin-dijo nada más verla-hay una alumna que hace brujería y yo le pedí un favor, un hechizo de amor, pero se ha ido de las manos. Aunque si hago que ella lo elimine, lo que deseo se acabará.

-¿Qué es lo que te pasa?¿a quién iba dirigido?.

-Pues...

-¿A quién?.

-¿Eso que importancia tiene?.

-Importa si has sido tan estúpido como para hacer una cosa semejante.

-Por Sanji...

-¡Luffy!.

-¿De qué otro modo se fijaría en mi?.

-Habla con esa chica y que anule ese hechizo ¡ya!.

-Pero es que ella no recuerda el contrahechizo y...una gran parte de mi no quiere hacerlo.

-¡Ahora!.

-Es una parte inmensa, más del setenta y cinco por ciento.

-Luffy...-la mujer se estaba enfureciendo-si no tienes intención de solucionarlo, ¿para qué me lo cuentas?.

-Porque nadie más me creería.

-Luffy ¿tienes idea de lo peligroso que es esto?, las personas bajo los hechizos de amor, son mortíferos. Pierden toda su capacidad de razonamiento. No salgas de la biblioteca por ahora. Eres una amenaza pública. Buscaré a esa chica y veré si podemos detener esto con alguno de mis libros.

En cuanto Robin salió por la puerta, entró Sanji. Que llevaba puesto un albornoz de seda negra. Sólo el albornoz.

-Al fin solos-dijo.

-Sanji...casi me provocas un infarto.

-Voy a provocarte algo más que eso-el rubio se acercaba a el mientras se empezaba a desanudar la cinta que le ataba el albornoz a la cintura.

-Por amor de dios, no te abras eso-jamás creyó que diría una cosa semejante.

-Venga, esto es una fiesta. ¿No vas a abrir tu regalo?.

-No...no...no es que no quiera, a veces la posibilidad remota e imposible de que yo pueda gustarte es lo único que me ha sostenido. Pero no ahora. Por desgracia sé que éste no eres tú realmente. Sé que es lo que yo quería, pero nunca me lo perdonaré si hiciéramos alguna cosa bajo estas circunstancias. Si creyera que sabes lo que esto significa para mi...pero no lo sabes.

Sanji le miró unos instantes confuso-¿entonces esto no es más que un juego?-preguntó enfadado.

-¿Un juego?, no.

-¡¿Me haces sentir así y luego me rechazas?!¡¿qué soy?!¡¿un juguete?!.

-No, Sanji, por favor cálmate.

-¡Me calmaré cuando me expliques!.

-¡Sanji!-Robin llegó a tiempo-¡Luffy te quiere!, pero no quiere ir demasiado deprisa.

-Eso es.

El rubio parecía calmarse.

-¿Así que no quieres correr?-el otro asintió temeroso-¿ni siquiera si yo te doy pista libre?.

-¿Sabes qué?, si se lo pides así no puede negarse-dijo la morena-¿por qué no lo esperas aquí, mientras él va a arreglarse un poco?.

-Pero si está perfecto-el rubio le lanzó un beso volado que sonrojó a Luffy.

-Quiero estar mejor para ti, cariño-eso hizo sonreír a Sanji que se dio por satisfecho y se sentó en una de las sillas de la biblioteca.

Robin no había tenido suerte buscando a la bruja y Luffy tuvo que ir a ayudarle. Nada más poner un pie fuera de la biblioteca, los chicos le abordaron y volvió a salir corriendo. Pero en la calle el panorama era similar. Encima los chicos se estaban volviendo locos y querían matarlo antes de que se fijara en otro que no fuera uno de ellos.

Corriendo llegó casualmente a casa de Sanji y pidió refugio allí a Zeff.

-Luffy ¿qué pasa?¿por qué estás todo arañado?¿dónde está Sanji?.

-El está...por ahí.

-Bueno, siéntate y cuéntamelo todo-habían llegado a la cocina-te daré algo de beber. ¿Prefieres una bebida caliente o fría?-poco a poco, el hechizo iba haciendo efecto en el hombre-hace una noche más bien caliente ¿no te parece?.

-Ah no, esto si que no-dijo Luffy incómodo-quiero a alguien de su familia, pero no a usted-cogió al abuelo del brazo y lo obligó a salir fuera. Cerrándole la puerta en las narices.

Pero a los pocos segundos, Zeff rompió uno de los cristales tratando de entrar nuevamente.

Luffy corrió al piso superior. Al dormitorio de Sanji.

-Bien, estaré a salvo aquí.

-En teoría-dijo Zoro cogiéndolo del cuello de la camisa y sacándolo fuera a través de la ventana-¿qué hacías en el cuarto de Sanji?¿estás con él?-espetó mientras lo tiraba sobre el césped del jardín-¿me estás engañando?-estaba dispuesto a pegarle un puñetazo, pero entonces alguien dio un fuerte empujón al peliverde, apartándolo.

Era Ace.

-No temas pequeño-dijo cariñosamente a Luffy y ayudándole a levantar del suelo-estoy aquí.

-Suéltalo Ace, no te pertenece-amenazó Zoro furioso.

-Si tocas un solo pelo de la cabeza de este chico, te mataré.

-No si yo te mato antes.

-¡Luffy es mio!-Sanji había llegado justo a tiempo.

-Ni lo sueñes-Zoro corrió a enfrentarse al cazavampiros.

Un gran grupo de chicos llegó también y Luffy huyó al interior de la casa. Ace intentó entrar, pero al no haber sido nunca invitado, no le fue posible.

En el instituto, Robin había conseguido dar con la hechicera y entre ambas estaban intentando deshacer el estropicio.

Cuando finalmente lo consiguieron. Todos los afectados se quedaron perplejos y confusos. Nadie sabía porque estaba en la casa de Sanji y Luffy les hizo creer que habían ido a cazar ratones. Zoro y Ace también estaban confundidos. Y Sanji se avergonzó al darse cuenta de que con la pelea, el albornoz se había roto y cada vez le cubría menos.

Por la mañana, todo y todos habían vuelto a la normalidad.

Luffy y Sanji paseaban por los pasillos.

-Bueno...he vuelto a ser increíblemente impopular-dijo el moreno.

-Es preferible a que todos intentemos asesinarte.

-Tú te acuerdas de todo ¿verdad?.

-Oh si. Recuerdo que intenté ligar contigo. Recuerdo que te pedí que me desnudaras. Y recuerdo que no lo hiciste. Lo que me dijiste me llegó al alma.

-Venga Sanji, no podía aprovecharme de ti en ese estado...vale, durante un momento estuve a punto.

-Lo superaste. Quizá aún haya esperanza para ti. Lo que se ha perdido Nami por estar resfriada.

Esa misma noche, Sanji se fue a dormir como de costumbre. Aunque tenía la extraña sensación de que alguien le observaba. Tras un rápido vistazo por la ventana, se acostó.

Y ya estaba dormido profundamente cuando cierto peliverde accedió a su cuarto.

Zoro se recostó delicadamente a su lado y le acarició el rostro. No le gustaba en absoluto comportarse de ese modo con el rubio, pero de lo contrario, no generaría odio en el. Odio necesario para que lo matase y no a la inversa.

A la mañana siguiente cuando despertó, Sanji se topó con un inquietante regalo en la almohada. Un dibujo de si mismo durmiendo. Obra, claro está, de su ex.

-Anoche estuvo en mi cuarto-fue lo primero que dijo a su vigilante nada más verla.

-¿Quién?-como no había recibido ni un saludo en condiciones, la mujer andaba perdida.

-Zoro, estuvo en mi cuarto-ni se había dado cuenta de que sus amigos también estaban allí.

-¿Estás seguro?.

-Segurísimo. Cuando me desperté encontré un dibujo que había dejado en mi almohada.

-Una visita del Ratoncito Pérez- dijo Luffy- espero que hayas aprendido la lección y no vuelvas a invitar a extraños a tu dormitorio.

Sanji lo ignoró- Robin, tiene que haber algún hechizo que invierta la invitación ¿no?. Algo como una barrera, como un cartel de prohibido entrar o está cerrado.

-Buscaré en mis libros...-pareció dudar unos instantes-parece que Zoro ha decidido aumentar el acoso.

-¿Entrando a hurtadillas en su cuarto y dejándole cosas por las noches?-cuestionó Nami asustada.

-Mira Sanji, es la estrategia clásica, dejar fuera de juego al adversario. Está intentado provocarte claramente. Burlándose. Incitándote a que cometas algún error-continuó Robin.

-La famosa estrategia del chincha rabiña- canturreó Luffy.

-Si Luffy- dijo la vigilante-una vez más has conseguido reducir un pensamiento complejo a la forma más simple posible.

-Robin-dijo Sanji- lo que más me preocupa es que ataque a Zeff, ahora que se dedica a entrar en mi casa como si nada. Voy a tener que decirle algo ¿la verdad?.

-No, eso no puedes hacerlo-acotó Robin.

-Si, cuanta más gente sepa el secreto, menos interés tendrá para nosotros-dijo su amigo moreno.

-Pero tengo que decirle algo. Tengo que hacer algo. Robin, Zoro puede entrar en casa cuando quiera  y yo no siempre estoy con mi abuelo ¡no puedo protegerlo!.

-Ya te he dicho que encontraré un hechizo-intentó calmar la mujer.

-¿Y qué pasa hasta que lo encuentres?.

-Sanji, comprendo tu preocupación, pero es fundamental que mantengas la serenidad en estos momentos.

-Para ti es muy fácil decirlo. No tienes a Zoro husmeando en tu cuarto por las noches.

-Sé que esto es duro para ti...-el chico la miró-bueno, no lo sé. Pero siendo el cazador no puedes permitirte el lujo de ser esclavo de tus pasiones. No puedes dejar que Zoro te altere, por muy provocadora que su actitud pueda llegar a ser.

-¿Entonces lo que me estás diciendo es que lo ignore y que así a lo mejor se va?.

-Si...exactamente.

-¿Cómo es que a Sanji no le dices eso de ''una vez más has conseguido reducirlo todo a la forma más simple''?-recriminó Luffy- eres un enchufado.

Robin, en la biblioteca, encontró un libro que podría servirle. Y Sanji esa noche, cenaba a duras penas con su abuelo.

-Bueno...-dijo éste dejando de comer viendo la actitud de su nieto-¿qué te pasa?.

-Nada.

-Vamos, puedes contarme lo que sea. Sé mucho sobre paternidad, no vas a sorprenderme.

-Ahm...se trata de un chico...Zoro. Él...yo...ahm...estamos saliendo, ¡estábamos! saliendo. Ahora estamos en una fase de inestabilidad.

-No me lo digas. Ha cambiado, ya no es el mismo chico del que te enamoraste-dijo como si fuera lo más común del mundo y no se extrañara.

-Más o menos...en fin, desde que...cambió...ha estado siguiéndome a todas partes. Le cuesta trabajo dejarme.

-Sanji, ¿ha hecho alguna cosa qué...?.

-No, no, no, no es eso, lo que pasa es que no me deja en paz. Me envía notas y esas cosas. Simplemente no quiero verle. Bueno, si viene hablaré con él, pero...no le invites a entrar.

Tras la charla llamó a Nami para contarle como había solucionado el asunto.

-Estoy de acuerdo con Robin-dijo Nami después de escucharle por teléfono-tienes que intentar que no te influya. Zoro está haciendo todo esto para ver si cometes algún error. Ya sabes lo estúpidos que son algunos hombres-mientras hablaba se paseaba por su dormitorio-vivos y muertos.

-Confío en que Robin encuentre un hechizo pronto-dijo el rubio por el auricular-dormiré más tranquilo cuando pueda...dormir tranquilo.

-Seguro que lo encontrará-la chica dio de comer a sus peces, sin darse cuenta de que la pecera estaba vacía-lo suyo son los libros. Mientras tanto, procura estar contento y...-algo llamó su atención sobre su cama.

-¿Y qué?¿Nami?¿Nami?.

Encima de la colcha de su cama, la pelinaranja tenía un misterioso sobre. Cuando lo abrió, encontró todos sus peces muertos.

Esa noche la pasaría en casa de Sanji.

Ambos estaban acurrucados en la cama del rubio, y la chica sostenía una estaca con fuerza.

-Gracias por haberme invitado Sanji, sobretodo siendo entre semana.

-No te preocupes-él sostenía un crucifijo-oye...siento lo de tus peces.

-No importa. No habíamos tenido tiempo de hacernos muy amigos. Aunque por primera vez me alegro de que mis padres no me regalaran un cachorro.

Sanji se puso triste-es curioso, siempre que ocurre algo así, mi primera reacción es ir a ver a Zoro. No puedo creer que siga siendo la misma persona. No se parece en nada al chico que conocí.

-Pues si...solo que...

-Solo que ¿qué?.

-Que tu sigues siendo lo único en lo que piensa.

En la fábrica abandonada. Lugar de refugio de los vampiros de la Orden. Boa Hancock se paseaba felizmente con un gatito en los brazos. Crocodile y Doflamingo jugaban distraídamente al póquer. Alvida limpiaba todo lo que podía del lugar con un plumero ennegrecido y Ace se relajaba en su diván.

-Pobrecita- dijo Boa refiriéndose al minino-es huérfana. Su amo a muerto...porque yo le maté-añadió orgullosa-la he llamado rayo de sol. ¿Te gusta?-preguntó a Ace- es un buen tentempié.

-Aleja eso de mi-el vampiro moreno no estaba de muy buen humor últimamente.

El peliverde apareció.

-Zoro mio ¿dónde has estado?-preguntó Hancock contenta de verlo-ya casi ha salido el sol, y puede hacerte mucho daño. Estábamos preocupados.

-No es verdad-dijo Ace.

-Tienes que perdonar a Ace- dijo la vampiresa-parece que está de muy mal humor esta noche. Ya no sale casi nunca.

-Quizás deberías ir con Zoro, Ace- dijo Doflamingo- puedes ayudarle a matar al cazavampiros, porque ya se está tardando demasiado ¿no crees?.

-Ace nunca irá conmigo, tiene miedo de Sanji-dijo Zoro burlón- por eso no sale a la calle.

-¿Qué estás diciendo?-Ace se levantó dispuesto a darse de golpes con el peliverde- has olvidado que no eres más que un maldito invitado en esta casa.

-Vamos Ace, Zoro es de la familia-intervino Crocodile- aunque a veces se le olvide-puntualizó.

Boa rió-sois como niños. Deberíais colaborar por la misma causa. No enfrentaros. Os queremos a ambos, chicos.

A la mañana siguiente, Sanji fue en busca de Robin, a la que encontró en el comedor.

-¿Qué tal anoche?-preguntó al verle.

-No dormí, pero no hubo ninguna desgracia.

-Tengo buenas noticias. He encontrado un ritual para revocar la invitación a vampiros. Es bastante simple la verdad, consiste en recitar unas cuantas poesías, quemar un poco de musgo, rociar con agua bendita...

-En mi casa tengo todo eso.

Hicieron el ritual primero en casa de Robin, y después en la de Nami. Y encima de la cama de la chica encontraron otro sobre. Dentro había un dibujo, pero esta vez de Zeff dormido.

Zeff llegaba por fin a su casa del trabajo. Había pasado por el supermercado para comprar algunas cosas que le hacían falta antes de llegar.

Cuando se bajó del coche, le abordó cierto peliverde.

-Señor, tengo que hablar con usted-fue lo primero que le dijo el otro.

-Zoro me imagino-estaba claro que no le agradaba su presencia. Se bajó del vehículo cargando con un par de bolsas de papel hasta los topes de comida.

-¿Le ha hablado Sanji de nosotros?-eso lo sorprendió.

-Me ha dicho que quiere que le dejes en paz, chico.

-No puedo. No puedo hacerlo.

-Eres mayor que él, búscate otro de tu edad. Deja de perseguir a un crio. Lo tienes asustado.

-Tiene usted que ayudarme- el hombre decidió seguir su camino para entrar en la casa, pero el peliverde le seguía- Zeff, necesito estar con él, y usted puede convencerle, tiene que convencerle.

-Oye, te estoy diciendo que lo dejes en paz-estaba empezando a molestarse.

-Tiene que hablar con él, Zeff. Dígale que le necesito.

-Por favor, quiero entrar en mi casa ¿vale?-comenzó a sacar las llaves de su bolsillo, pero el otro continuaba el seguimiento.

-Usted no lo entiende, sin Sanji moriré. Y él morirá sin mi.

-¿Lo estás amenazando?-se detuvo frente a la puerta, encarando a Zoro, furioso.

-Por favor, ¿por qué está haciéndome esto?.

-Voy a llamar a la policía.

-Dígale que no he podido dormir desde la noche en la que hicimos el amor-el hombre le miró sorprendido-lo necesito. Sé que usted me comprende.

Zeff abrió la puerta y entró- déjanos en paz.

Zoro iba a entrar detrás del hombre, pero le fue imposible. Una barrera invisible se lo impedía.

Sanji y Nami estaban en el interior. La pelinaranja llevaba un libro en sus manos, y el rubio le miraba serio.

-Lo siento Zoro, he cambiado la cerradura-dijo antes de cerrar, dándole un portazo en las narices.

Rato después, Robin se pasó por la casa del rubio. Le abrió Nami.

-Nami, buenas noches.

-Hola, pasa. Aquí tienes el libro.

-Bien, me voy a casa a seguir leyéndolo. ¿Ha ido bien el ritual?.

-Si, muy bien, bueno, ha ido bien hasta que ha aparecido Zoro y le ha dicho al abuelo de Sanji que él y Sanji habían...bueno, ya sabes...que habían, ya sabes...lo sabes ¿verdad?.

-Ah, si si, perdona.

-Menos mal-dijo aliviada-porque acabo de darme cuenta de que siendo bibliotecaria a lo mejor no lo sabías.

-No, gracias, lo he entendido.

-Pero te hubieras sentido orgullosa de él. Ha estado de lo más sereno. Bueno, le diré a Sanji que has venido.

-¿Crees que tal vez deba defender a Sanji ante su abuelo?¿decirle algo?.

-Si, pero ¿qué vas a decirle?.

-Bueno...dile a Sanji que he venido-dijo y se fue.

En el dormitorio del rubio, la tensión podía cortarse con un cuchillo. Zeff estaba sentado en la silla del escritorio y Sanji sobre la cama, cabizbajo.

-¿Ha sido el primero?-cuestionó el anciano-no espera, no quiero saberlo-se levantó de la silla y anduvo un poco por la habitación, incómodo-creo que no quiero.

-Si, ha sido el primero...el único.

-Es mayor que tu.

-Lo sé.

-Demasiado viejo Sanji, y evidentemente no es muy equilibrado. Pensaba que serías más sensato.

El rubio le miró, dolido-antes no era así.

-¿Estás enamorado?.

-Lo estaba.

-¿Tomaste medidas?.

-Abuelo, este no es...

-Por favor Sanji, no cambies de conversación. Te has acostado con un chico del que ni siquiera te habías atrevido a hablarme.

-Cometí un error-admitió.

-No me digas eso para hacer que me calle porque sí lo cometiste.

-¡Ya lo sé!...no puedo contártelo todo.

-No me cuentas nada. Sanji, puedes dejarme al margen de tu vida, ya estoy acostumbrado a eso. Pero no esperes que deje de preocuparme por ti, porque eso no va a ocurrir nunca. Te quiero más que a nadie en el mundo-suspiró y se sentó a su lado en la cama-ahora es cuando tu empiezas a llorar y me dices que te estoy dando la lata.

-No es verdad.

-Bueno...ya te he dado la charla.

-¿Entonces puedo irme?.

-No lo sé-rió-es la primera vez.

La pasión es la fuente de nuestros mejores momentos. La alegría de vivir. La claridad del odio. Y el éxtasis del dolor.

A veces duele más de lo que podemos soportar. Si pudiéramos vivir sin pasión, tal vez encontraríamos algo de paz, pero estaríamos vacíos. Habitaciones vacías, destartaladas y húmedas. Sin pasión, estaríamos realmente muertos.

No estaba preparado para matarle, pero creo que por fin lo estoy. No puedo seguir aferrándome al pasado. Zoro se ha ido. Nada me lo va a devolver.

Continuará...

Notas finales:

Me encanta lo de todos por Luffy jajajaja

Hasta el próximo ^^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).