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La eternidad para encontrarte por Rukkiaa

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Notas del capitulo:

Las cosas se ponen más ineteresantes jujuju

Muerto

Tal y como estaban las cosas, estaba claro que el Maestro no iba a reparar en peligrosos colaboradores. No cesaban de aparecer demonios y vampiros. Les estaban haciendo sudar la gota gorda, en especial al rubio cazador.

En cuanto a Zoro, pasó unos días sumido en una profunda tristeza, sin salir de su casa. Revivía una y otra vez la muerte de Sanji, y como, al igual que hace cuatrocientos años, no había sido capaz de impedirla. A pesar de que tenía claro que aquello fue la jugarreta de un demonio, no podía dejar de torturarse con la culpabilidad.

Necesitaba desahogarse. Confiar en alguna persona a la que relatar la trágica historia de su pasado y con la que contar para proteger aún más al rubio. Por lo tanto, debía ser alguien cercano a él.

Sabía que ella era una de las últimas personas en abandonar el instituto. A altas horas de la noche, tras haber estado todo el día sumida en libros.

La pilló saliendo por la puerta trasera, cerrándola con llave, antes de ir directa a su coche.

-Robin.

-¡Uaaaa!-la mujer se sobresaltó. Había sido demasiado silencioso.

-Lo siento...¿podemos hablar?-el vampiro parecía inquieto.

-¿Te importaría que fuera mañana?, estoy deseando llegar a casa y darme una ducha-los verdes ojos permanecían fijos en ella, suplicantes-esta bien...ven conmigo, hablaremos allí.

El trayecto en coche fue algo incómodo, porque ninguno sabía muy bien qué decir. No obstante, en sus años de estudio para ser una buena vigilante, Robin jamás creyó que estaría en una situación similar con un vampiro. Uno al lado del otro, como dos personas normales y corrientes, y mucho menos que lo llevaría a su casa, como si tal cosa.

La morena residía en una tranquila urbanización. En una vivienda de dos plantas, decorada con un toque tradicional, en el que los libros eran una parte más del mobiliario.

-Pasa-dejó el bolso encima del sofá, y entró en la cocina para prepararse un té caliente. Algo le decía que lo iba a necesitar. Dejó la tetera al fuego y volvió al salón, donde el vampiro estaba de pie, inmóvil.

-Siéntate-ella hizo lo propio y Zoro ocupó una butaca frente a la suya.

-Quería contarle una cosa, sobre mi pasado-la chica lo observaba con creciente interés-antes de llegar a Going Merry, yo ya conocía a Sanji. Vivía soñando con el momento en el que lo volvería a ver, porque hace cuatrocientos años, él se convirtió en el amor de mi vida.

La tetera empezó a silbar, y la mujer refunfuñó al levantarse para quitarla del fuego.

Volvió al cabo de unos minutos, con una taza humeante en las manos, para ocupar de nuevo el mismo asiento. En completo silencio.

Zoro estaba nervioso, porque ella no había mostrado atisbo alguno de sorpresa ante ninguna de sus palabras. Tal vez no le creía, o quizás no le importaba en lo más mínimo.

-Una de las normas de los vampiros, es que los seres humanos son comida, nada más. Por lo que la Orden lo asesinó-continuó.

La Orden. Robin recordó a los cuatro vampiros que días atrás habían aparecido en el instituto, reduciendo a Sanji a cenizas como si nada.

-Jamás creí que fuera posible, pero lo que tanto deseé se cumplió. Sanji volvió a mi vida. Idéntico. Y yo tenía una cosa bien clara, debía protegerlo, debía evitar que ocurriera lo mismo que entonces...

-Un momento-por fin, la voz de Robin había aparecido en escena-si amas a Sanji, como interpreto que lo haces, y quieres evitar que lo maten por estar contigo...lo lógico sería que te alejaras de él.

-No me pida eso-Zoro se levantó-no puedo alejarme de él, aún sabiendo que es lo mejor...-se llevó las manos a la cabeza, acariciando su cabello-ha sido demasiado tiempo.

La morena empezó a sentirse culpable por sus palabras, le había herido sin proponérselo-¿por qué me lo has contado?¿ha pasado algo entre vosotros que deba saber?

La imagen de los besos que él y Sanji habían compartido, le vinieron a la mente, pero negó con la cabeza.

-Necesitaba contárselo a alguien, además, así está al corriente de lo que podría ocurrir. No obstante, sería posible que sucediera de nuevo, porque la Orden conoció a Sanji entonces y si lo vuelven a ver acabarán con él, independientemente de que esté conmigo o no.

Robin no sabía que decir. Hasta ese momento, el mayor peligro que veía a corto plazo era al Maestro, pero había todo un terrible mundo ahí fuera aparte de él, y ser el cazavampiros era como una diana.

-Después de escucharte, solo puedo decir que tu amor por Sanji me parece poético.

El vampiro sonrió un poco ante la apreciación.

-En cuanto al Maestro-puntualizó finalmente-cada vez está más ansioso por salir y seguramente ya tenga muchos planes para conseguirlo. Pero hay algo que podría ayudarnos, un libro, el Códice.

-¿El Códice?, es muy difícil de encontrar, es un libro profético-la mujer se entusiasmó.

-Yo tengo mis contactos, mañana lo tendrá aquí-Zoro anduvo hacia la puerta y la abrió-por favor, no le diga nada de esto a Sanji-agregó antes de desaparecer.

Los días pasaban y cada vez estaba más cerca el baile de fin de curso.

En el Baratie, Luffy mantenía una conversación con Nami.

-Ya sabes lo que siento por ti, salta a la vista ¿no? para mi nunca ha habido nadie más que tú, somos buenos amigos y ha llegado el momento de dar el paso ¿quieres salir conmigo?...oh estupendo, salir conmigo, es horrible ¿verdad?-Nami comía ganchitos concentrada en lo que le estaba contando su mejor amigo, que desde hacía rato estaba ensayando como confesar sus sentimientos a cierto rubio-lo que debería hacer es empezar a hablarle de bailes-se removió en el asiento-mira Sanji, el baile de fin de curso no es un baile cualquiera, es el momento para que los estudiantes escojan pareja y luego...luego podemos observar...sus rituales de apareamiento ¡soy un imbécil!

-Lo estás haciendo muy bien-intentaba animar la pelirroja, la verdad es que su compañero no era muy dado a las cosas como esas.

-¿Por qué es tan difícil? debería acercarme a él y decirle, mira me gustas, ven conmigo al baile.

-Directo y al grano.

-Estoy listo, quiero hacerlo ahora-una pequeña inyección de valentía afloró en el joven de cabellos negros-tengo que hacerlo ahora.

-Sanji no está aquí-dijo Nami, echando a su vez un vistazo alrededor.

-No puedo esperar a mañana...me obsesionaré demasiado-ya tenía las palmas de las manos sudorosas y las pasaba una y otra vez por la tela del pantalón que cubría sus muslos-¿por qué no ha venido Sanji?¿qué estará haciendo?.

-Ya sabes, lo de siempre.

Cazando. Tres vampiros en una noche.

-El Maestro se alzará...-una mujer de cabellos azabache estaba leyendo concentrada en su despacho-y el cazavampiros...-levantó consternada la vista del libro-dios mio...

De repente, toda la ciudad empezó a temblar. Las paredes y el suelo se resquebrajaban en muchos edificios. El Maestro, extasiado, recibía esto como una señal, se acercaba su hora para abandonar aquel espantoso lugar de una vez por todas.

La biblioteca había quedado seriamente dañada y Robin aún seguía consternada por lo que había leído en la noche.

Cuando los tres amigos salieron de clase a la mañana siguiente, Luffy puso en marcha su plan.

-Nami, ¿no tenías algo que hacer?-mientras decía esto, movía la cabeza, como indicándole que se fuera y los dejara a solas.

-Ah, eso...que tenía que hacer...si, no tengo más remedio que irme-se escabulló por donde pudo.

-¿Qué está intentando ocultarnos?-Sanji nunca la había visto actuar tan mal.

-Ella es así-le restó importancia el otro-oye Sanji, quería...hay algo que quería preguntarte-mientras hablaban, seguían caminando-digo, hablarte...

-¿De qué se trata?

-Vamos a sentarnos ahí-era lo mejor, porque le temblaban las piernas.

-Me estás poniendo nervioso-Sanji hizo lo que le había indicado su amigo, pero estaba muy extraño.

-No, no tienes porque ponerte nervioso, es una bobada-soltó una risa falsa y se sentó enfrente del rubio. Apenas y podía mirarlo a los ojos mientras jugaba con sus manos inquieto-verás Sanji, el baile de fin de curso es una ocasión para que los estudiantes se reúnan y...dios mio-nunca le había costado tanto expresar algo. ¡Por favor! ¡si él era Luffy D. Monkey!-Sanji quiero que vayas al baile conmigo, tú y yo, en plan pareja.

La cara del otro cambió a leve sorpresa e incomodidad-no sé que decir.

-No te has reído, eso es un buen comienzo...Sanji, me gustas...mucho, y sé que somos amigos y que hemos tenido experiencias, hemos luchado contra los vampiros y lo hemos pasado muy bien, pero yo quiero más, quiero bailar contigo.

-Tú eres uno de mis mejores amigos, tú y Nami.

-Nami no quiere ser tu pareja...o si lo quiere lo está disimulando muy bien.

-No quiero estropear la amistad que tenemos.

-Yo tampoco quiero estropearla...pero no se trata de eso, o sientes algo o no lo sientes.

El rubio bajó la mirada-no lo siento...Luffy perdóname, pero no pienso en ti de ese modo.

-Inténtalo-a pesar de haber sido rechazado, mantenía la sonrisa.

-Luffy...

-No, olvídalo-se levantó molesto-yo no soy él, ya veo que hay que ser un muerto viviente para gustarte.

-Eso no es justo.

-Lo siento, no llevo muy bien el rechazo...es curioso, con toda la experiencia que tengo-y se marchó, dejando al rubio con la culpa.

Robin llevaba mucho tiempo sin pegar ojo. Rebuscaba una y otra vez en los libros que tenía en la biblioteca. Lo que había leído la había perturbado extremadamente.

Luffy estaba cabizbajo sentado sobre un pupitre, en un aula vacía. Nami llegó.

-¿Cómo te ha ido?

-En una escala del uno al diez...fatal...bueno, podría haber sido peor, podría tener gangrena en la cara.

-¿Qué te ha dicho?

-Aparte de no ¿qué más da?, sigue obsesionado con Zoro, yo no le importo nada.

-Al menos ahora lo sabes-ella se sentía mal por su amigo, al fin y al cabo, sabía mejor que nadie, que el amor de Sanji era para el vampiro.

-Si, tienes razón, ya está hecho...oh, ya sé lo que voy a hacer, iremos juntos, serás mi pareja, lo pasaremos en grande, bailaremos y haremos el loco ¿qué me dices?.

-No-el otro la miró sorprendido-¿crees que quiero ir al baile contigo sabiendo que tu querrías haber ido con él?¿crees que eso puede divertirme?, siento que las cosas no te hayan salido bien.

Al caer la noche, Sanji estaba en el lavabo del instituto, y cuando abrió el grifo, en lugar de agua, salió sangre. Así que corriendo, fue a la biblioteca a comunicarlo.

Pero cuando llegó...

-Está claro que eso es lo que va a pasar-la voz de Robin llegaba desde su despacho. Estaba hablando con alguien, y al acercarse comprobó que se trataba de Zoro, pero ninguno se percataba de su presencia y seguían con su conversación-ya está pasando.

-No es posible, tiene que estar equivocada-el peliverde observaba un libro, incrédulo.

-Lo he contrastado con los demás libros, es muy real.

-Pero tiene que haber alguna forma de evitarlo.

-Mira...algunas profecías son algo confusas, son mutables, gracias a Sanji, muchas no se cumplieron, pero ésto es el Códice, aquí no hay nada que se pueda evitar.

-Lo está interpretando mal.

-¡Ojalá fuera así!, pero es muy sencillo. Mañana por la noche, Sanji se enfrentará al Maestro y morirá, después se abrirá la boca del infierno y se acabará el mundo tal y como lo conocemos.

-Pero ¿ha verificado usted el texto?

Empezaron a oír unas carcajadas y vieron que el rubio les había estado escuchando junto a la puerta.

-Conque es eso ¿eh?, recuerdo el procedimiento, muere un cazavampiros y viene otro...me pregunto quién será...¿lo entrenará usted?-a pesar de parecer entero, se notaba que podía derrumbarse en cualquier momento. Tenía los ojos acuosos-¿o enviarán a otra persona?

-Sanji, yo...

-¿Dice ahí cómo me va a matar? ¿me dolerá?-sabía que dedicándose a lo que se dedicaba, la muerte era una gran posibilidad. Pero jamás había sabido con precisión la fecha exacta, y eso le asustaba.

Zoro hizo ademán de abrazarlo, pero Sanji se apartó.

-¡No me toques!, ¿no pensabas decírmelo?-esa pregunta era para Robin, que parecía más consternada que él.

-Confiaba en no tener que hacerlo, en que iba a poder resolverlo.

-Yo ya lo tengo resuelto, abandono.

-No es tan sencillo-el peliverde estaba en extremo preocupado, él era el último que quería que esa profecía se hiciera realidad, pero sabía que esas cosas no siempre fallaban y que aunque las quisieras evitar, te seguían. Si era tu destino, se cumpliría.

-¡Pues para mi es muy sencillo!¡lo dejo!¡abandono!¡estoy despedido!, buscad a otro que impida que el Maestro se haga con el poder.

-No sé si nadie más podría hacerlo-esta vez habló la morena-todos los signos indican...

-¡¿Los signos?!, ¡eres muy útil aquí sentada con todos tus libros!¡eres de una gran ayuda!

-No...supongo que no lo soy.

-Sé que esto es muy duro-añadió Zoro.

-¿Qué sabes tú de esto?¡tú nunca vas a morir!

-¿Crees que quiero que te pase algo?¿crees que podría soportarlo?, tenemos que encontrar una forma de que...

-Yo ya la he encontrado, lo dejo ¿recuerdas?¡presta atención!

-Sanji-dijo Robin-si el Maestro se alza...

-¡Me da igual!-las lágrimas ya caían por su rostro, y con furia, se arrancó el colgante de la cruz de plata que el peliverde le había regalado-me da igual...Robin, tengo dieciséis años...no quiero morirme-tiró la cruz al suelo, y salió de la biblioteca.

Al día siguiente, todos los alumnos estaban alterados. Esa misma noche sería el baile de fin de curso. Sanji estaba convencido de que no iría, pero Zeff le había comprado un esmoquin bastante caro, y se sentiría demasiado mal si no lo aceptaba e iba, aunque fuera solo.

Se había devanado los sesos. Temía a la muerte, sí. Pero si no se enfrentaba al Maestro peligraría el mundo.

Cuando se acercaba la hora del baile, se enfundó las costosas y elegantes ropas, y marchó a la biblioteca, donde comunicó a Robin su decisión, se volvió a poner el colgante de la cruz y partió a las alcantarillas, con una ballesta como arma, mientras era guiado por una misteriosa niebla blanca.

-¡¿Que ha hecho qué!?-cuando Luffy se enteró de lo que el rubio estaba dispuesto a hacer y de las consecuencias que acarrearía, se puso histérico.

-Por más que hubiera querido impedírselo, es su destino, y ninguno de nosotros tiene la más mínima posibilidad con el Maestro, sólo Sanji.

-¡Pero tenemos que ayudarle!¡no puede ir solo!

-Aunque quisiéramos ayudarle, no sabemos dónde está el Maestro, Luffy-Robin estaba muy preocupada y Nami también.

-Hay alguien que sí lo sabe...

Zoro estaba sumido en sus pensamientos, sentado en el sofá de su casa, cuando de pronto, alguien llamó a la puerta insistentemente.

-Vaya...mira quién está aquí-dijo el peliverde en cuanto abrió, fingiendo sorpresa.

-¿Puedo pasar?-Luffy entró sin esperar respuesta-ha desaparecido.

-¿A quién te refieres?-preguntó el otro, mientras volvía a cerrar la puerta.

-A Sanji, ha ido a enfrentarse con el Maestro.

-Lo matará.

-Eso dicen, pero no permitiremos que suceda.

-¿Y qué es lo que propones que hagamos?-¿podría él solo contra el Maestro, Mihawk y además proteger a Sanji y a Luffy?...poco probable.

-Sé que tú puedes encontrar al Maestro, está bajo tierra ¿no?, llévame junto a él.

-No sabes lo que dices-Zoro no pudo evitar reírse de las ocurrencias del más joven-el Maestro te mataría sin darte tiempo a respirar...si tienes suerte.

-¿Cómo puedo decirlo claramente?-sacó un crucifijo y lo plantó frente al rostro del peliverde, que soltó un gruñido de molestia-no me caes bien, a fin de cuentas, para mí no eres más que un vampiro, pero Sanji está loco por ti, él te ve como una persona real y vas a tener que demostrárselo.

-Estás enamorado de él.

-¿Y tú no?

Robin con ayuda de Nami, investigan a ver donde podría abrirse la boda del infierno.

Sanji por fin llegó al lugar donde estaba confinado el dichoso Maestro. Parecía una cueva, llena de velas encendidas por todas partes y gotas de agua insistentes cayendo del techo.

-Bienvenido-la voz ronca se escuchó de entre las sombras. El rubio aún seguía con la ballesta en alto, alerta.

-Gracias por recibirme-dijo irónico.

El Maestro por fin se mostró ante él y el ojiazul no perdió el tiempo. Le lanzó una flecha al corazón, pero el vampiro la detuvo sin el menor esfuerzo, antes de que alcanzara su objetivo.

-Buen disparo, pero no podrás matarme con eso-rompió la flecha con los dedos de una mano, como si fuera un frágil mondadientes.

-No estés tan seguro.

-Sigues sin entender tu papel en todo esto ¿verdad?, tú no eres el cazador, eres el cordero.

-Según esto-Nami había encontrado algo en uno de los libros-los vampiros se empezaran a reunir cerca de la boca del infierno, al parecer notan su influencia, una especie de llamada-en cuanto terminó de leer en voz alta la última palabra, se percataron de que los vampiros estaban accediendo al instituto.

La boca del infierno estaba allí.

Mientras, en las alcantarillas, el Maestro parecía estar jugando con Sanji, puesto que se mantenía escondido, al acecho.

-Para alguien que es tan poderoso, le gusta mucho esconderse.

-Te estoy esperando...quiero que este momento dure.

-Pues yo no.

Sin darle tiempo a reaccionar, ya el Maestro estaba en su espalda.

Le arrebató la ballesta con agilidad y le sujetó por el cuello. Sanji logró zafarse, pero el poder hipnótico del Maestro era suficiente para someterlo. Deteniendo su huida e inmovilizándolo.

Volvió a situarse a su espalda y le quitó la chaqueta del esmoquin.

-Lo has intentado, muy noble por tu parte-podía sentir el aliento del vampiro en su cabello.

Sanji temblaba de pies a cabeza. La profecía iba a cumplirse. Quería gritar, pero no serviría de nada. Los huesudos dedos del Maestro le desanudaron la corbata, que cayó al suelo con suavidad.

-Oíste la profecía de que yo iba a liberarme y has venido a detenerme, pero las profecías son engañosas, no lo dicen todo-acercó la boca al oído del rubio-tú eres el que me dará la libertad, si tú no hubieras venido, yo no podría salir, piénsalo bien-una lágrima rodó por la mejilla derecha del cazavampiros, antes de que el Maestro le mordiera en el cuello-por fin, el poder-añadió por último. Dejó caer el cuerpo del rubio en un profundo charco de agua y salió de su prisión sin oposición alguna-a propósito, me gusta tu esmoquin.

Hubo un leve temblor de tierra.

-¡Es demasiado tarde!¡ya ha salido!-Zoro sintió pánico al percatarse de que no iban a llegar él y Luffy a tiempo.

Corrieron por los pasadizos hasta que finalmente dieron con Sanji, al que el peliverde se apresuró en sacar del agua.

-¡Sanji!¡Sanji!-Luffy sólo podía contemplar la escena mientras Zoro intentaba reanimar al rubio.

-¿Está muerto?

-¡No!¡tiene que respirar!¡Sanji!-le apartó el pelo húmedo del rostro.

-Si se ha ahogado, tenemos que hacerle el boca a boca-Luffy podía ser muy avispado cuando se lo proponía.

-Tendrás que hacerlo tú-cómo le dolía pronunciar esas palabras. Otra ocasión en la que no podía salvar a su amado de la muerte, pero...-los vampiros no respiramos oxígeno como los seres humanos.

Luffy ni se lo pensó. Se puso manos a la obra. Y después de varios intentos, por fin consiguió que el rubio expulsara agua por la boca, entre tos y tos.

Nami y Robin cogían todo lo que podían para bloquear las puertas de la biblioteca. Pero cada vez eran más vampiros y estaba furiosos.

La boca del infierno empezó a abrirse. Era justo en la biblioteca.

Cuando Sanji se puso en pie, con la ayuda de los otros dos, se sentía diferente. Fuerte. Decidido partió en busca del Maestro. Por alguna razón, sabía dónde se encontraba.

La azotea.

Extrañas criaturas empezaron a salir de la boca del infierno, que atacaban a las dos mujeres encerradas en la biblioteca.

El Maestro, por el tragaluz de la azotea, contemplaba todo, henchido de orgullo.

-Has mojado mi esmoquin, cara de pasa-fue lo primero que dijo el rubio en cuanto se encontró con el maldito vampiro que le causaba tantos problemas.

-Si estabas muerto...-el Maestro no salía de su asombro.

-Puede que esté muerto, pero sigo siendo guapo, cosa que no se puede decir de ti.

-Tu destino era morir, estaba escrito.

-¿Qué quieres que te diga?, suspendí el escrito.

El Maestro intentó someterlo de nuevo con su control mental, pero fue en vano.

Le arreó un puñetazo y se enzarzaron en una pelea. Que terminó cuando Sanji lo empujó, cayó por el tragaluz y murió al atravesarle el corazón un inoportuno escombro en posición vertical. Sellando así, la boca del infierno.

-¡Tenemos que celebrar el fin de curso!-gritó a sus amigos, asomándose por el hueco del techo.

Continuará...

Notas finales:

Adiós Maestro!!!

Nos leemos en el próximo ^^


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