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La eternidad para encontrarte por Rukkiaa

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Notas del capitulo:

Empieza oficialmente la historia. 

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No había siquiera desembalado la ropa que tenía en las cajas y ya tenía que irse al instituto. Sería un día sumamente incómodo. Presentarse a medio semestre, sin conocer a nadie y encima teniendo que ocultar sus habilidades especiales al resto de la gente.

Siempre había vivido con su abuelo Zeff y se habían tenido que mudar de su eterna vivienda por culpa de los malditos vampiros. Si no se hubieran metido en pandilla dentro del gimnasio del instituto, no hubiera provocado el nefasto incendio que se salió de madre y le generó la expulsión inmediata. Y por ende, ahora vivían en Going Merry, una ciudad famosa por su alto índice de mortalidad. Pero para eso estaba él ahí ¿no?, para jugarse el cuello por la humanidad, como llevaba haciendo casi un año, desde que un extraño individuo le comunicó aquello para lo que había nacido. Él, el elegido, el único capaz de exterminar a los vampiros y demonios del mundo. Lo odiaba, porque había pasado de ser el popular, al rarito y finalmente, al pirómano.

A resignarse tocaba.

Prefería ir andando al instituto, a pesar de que su abuelo se había ofrecido a llevarle (lo más seguro para vigilarle tras los últimos actos vandálicos). Declinó el ofrecimiento, porque aprovecharía para echarse un pitillo antes de llegar al centro de estudios. Estaba mal, pero fumaba desde los catorce y no tenía intención de dejarlo. Ya que probablemente moriría joven, no se iba a privar de nada.

Antes de lo que creyó, ya veía estudiantes por todos lados, y el edificio que estaba claro, era el instituto. En grandes letras, en la fachada, se podía leer : Instituto Thousand Sunny. Tiró la colilla, la apagó de un pisotón y subió los escalones mientras expulsaba el enfermizo humo de sus pulmones con la chulería que le caracterizaba.

No se acostumbraba a verse vestido con el mismo uniforme que los demás, se sentía como una oveja del mismo rebaño. Al menos no era tan feo como se esperaba y a él, le sentaba bien.

Fue al despacho del director, le proporcionaron por fin un horario y caminó relajadamente a clase. Siempre había sido un buen estudiante, hasta que las cosas habían cambiado, quitándole las ganas que podía haber tenido de estudiar y destacar. Ya no se lo podía permitir. Pero evitaría hacer pellas en la medida de lo posible.

De repente, alguien le dio un fuerte golpe en el hombro, haciendo que su mochila a medio cerrar cayera al suelo, derramando su contenido poco apropiado. Pero la persona, había salido peor parada que él, porque se dio de bruces contra la dura superficie de granito.

Se apresuró a recoger las estacas y el crucifijo mientras escuchó al que había ocasionado el estropicio.

-Perdona-era un chico de pelo negro, que se arrodilló a su lado y le ayudó a recoger un par de cuadernos mientras reía nervioso-iba a llegar tarde y ya me han echado demasiadas broncas ¿te hice daño?

-No tranquilo, estoy bien-ambos se pusieron en pie-¿y tú?.

El muchacho parecía mirarle absorto y tardó varios segundos en reaccionar-eh...shishishi- se rascó la cabeza nervioso. Se notaba a leguas que era un desastre andante, porque llevaba la camisa por fuera, la corbata mal anudada y el pelo revuelto. Lo que más llamaba la atención, era una pequeña cicatriz que tenía bajo el ojo izquierdo-eres nuevo ¿verdad?-el rubio solo asintió-me llamo Luffy D. Monkey- le tendió la mano mientras le brillaban extrañamente los ojos.

-Yo soy Sanji Kuroashi- al devolverle el saludo, el otro pareció sonrojarse ligeramente y amplió su sonrisa todo lo humanamente posible.

-Hola Luffy ¿quién es tu amigo?-una chica se había plantado junto a ellos, era pelirroja y desprendía un ligero olor a cítricos.

-Nami, éste es Sanji, es nuevo-la jovencita, tendió su mano, obligando a que el moreno soltase la del rubio de una vez por todas.

-Menudo día has elegido-añadió Luffy- nos toca historia a primera hora.

Al término de las clases y como no tenía ni un solo libro, no le quedó otra opción que ir a la biblioteca del instituto para que se los prestasen hasta que los adquiriese por su cuenta. Cuando entró, no había ni un alma en la gran sala.

-¿Hola?-se acercó al mostrador y lo tamborileó con los dedos mientras echaba un vistazo a su alrededor.

-¿Si?-una joven morena, de largos cabellos negros hizo acto de presencia por la puerta de un despacho contiguo, y en cuanto vio a Sanji, el rostro le cambió.

-Hola, soy un nuevo estudiante y me han mandado a por los libros...hasta que yo...

-Sanji Kuroashi- la mujer se había entusiasmado mucho de pronto y se acercó a él-te estaba esperando.

-¿Perdón?...¿cómo sabe mi nombre?-se planteaba el salir corriendo de allí, porque no le gustaba golpear a las mujeres, ni aún siendo vampiros podía hacerlo a gusto, y aquella joven le estaba poniendo nervioso y había sembrado en él la desconfianza.

-Soy Nico Robin, tú vigilante- Sanji no se movía y la chica le abrazó contenta-eres mi primer caza vampiros, no sabes lo emocionada que estoy-de no haber sido como era, habría muerto estrujado por los brazos de esa mujer.

-¿Vi...vigilante?-seguía sin entender nada.

Ella se apartó un poco y le miró a los ojos-yo me encargaré de enseñarte todo sobre el mundo sobrenatural y te entrenaré para que te hagas cada vez más poderoso de lo que ya eres.

-Ya...-le empezaba a parecer una completa pirada, y peligrosa, porque sabía su secreto, se separó de ella-mejor yo...me voy, no necesito los libros, me los presta un amigo-iba a escabullirse, pero la mujer continuó hablando.

-Has venido aquí a Going Merry porque está la boca del infierno, una de varias que hay en el mundo, por lo que la afluencia de vampiros y demonios en esta zona es mayor. Es tú destino, eres el elegido, uno que nace por generación. Eres único. Un caza vampiros sólo se crea cuando muere el anterior...no es una casualidad que tu abuelo y tú os hayáis mudado a esta ciudad Sanji, tienes una responsabilidad y yo estaré a tu lado.

-¿Responsabilidad?, discúlpeme señorita, pero me empiezo a hartar de que den por hecho que debo hacer esto-furioso dio un manotazo sobre el mostrador-yo no quería ser así, yo prefiero ser como los demás. Solo preocuparme de estudiar, salir con mis amigos y que mi abuelo no esté pensando en ponerme un chip de rastreo para evitar que me vuelva a meter en líos. Solo tengo dieciséis años y nadie me ha preguntado lo que quiero o no hacer con mi vida, así que no actúe como si esto fuera un maravilloso regalo que he recibido, porque con gusto lo devuelvo-se marchó airado y salió fuera.

Sacó la cajetilla de tabaco de la mochila y lo encendió con rapidez. Le había alterado demasiado la reciente conversación. Apoyó la espalda en un árbol y disfrutó de la agradable sombra que le cobijaba bajo sus ramas.

-¡Ey Sanji!-Luffy apareció corriendo y llegó a su lado-¿vienes esta noche al Baratie?

-¿El Baratie?

-Es un club- Nami les alcanzó-está muy de moda entre los alumnos y ponen muy buena música.

-Podemos ir juntos-añadió el moreno-¡los tres!.

-Esta bien, iré-el otro amplió su sonrisa y la chica también sonrió.

Le había costado horrores convencer a su abuelo para que lo dejase ir al Baratie un día entre semana, pero finalmente, lo había conseguido. Y salió.

Quedaba algo lejos y caminaba deprisa, porque sus nuevos amigos le estaban esperando. Pero, al cruzar la carretera frente a su casa, empezó a sentir que alguien le seguía y, efectivamente, en un callejón, abordó al que estaba realizando la labor de espionaje hacia su persona. No muy delicado, cabe decir, puesto que arreó una potente patada al misterioso chico, que acabó en el suelo.

Le puso una pierna encima del pecho, ejerciendo presión para evitar que se levantase y le observó desde arriba-¿qué quieres?-era una persona curiosa la que se encontraba debajo de él. Tenía unos cabellos y unos ojos asombrosamente verdes, muy fuera de lo común. Y llevaba tres pendientes en la oreja izquierda, que habían hecho un peculiar tintineo al caer el joven al suelo. Parecía mayor, pero no mucho más que él.

-Solo quería evitar que te pasara algo-el peliverde ni trataba de zafarse.

-¿Crees que soy una damisela en apuros?-se lo había tomado como un insulto, y presionó más el torso del otro.

-No, pero los vampiros andan muy alterados estos días y podías verte en problemas- Sanji recibió esto con sorpresa ¿otra persona sabía lo que él hacía? ¡joder!, nada de anonimato.

Por fin dejó de pisar al chico y dándole la espalda se encendió un cigarrillo, mientras éste se ponía en pie-sé defenderme solito, gracias-iba a alejarse, pero el otro le detuvo.

-¡Espera!...también quería darte esto-el rubio se giró a mirarle, y el chico sostenía una pequeña cajita oscura en la mano. La cogió y la abrió. Era un colgante con una cruz de plata.

-¿Por qué me das esto?, no me conoces.

-Sí te conozco, Sanji.

-Claro...olvidaba que eras un acosador ¿tienes nombre o te puedo llamar marimo, mi espía particular?

-Me llamo Zoro Roronoa, y quiero ayudarte, porque las cosas se van a poner difíciles por aquí.

-Lo que tu digas...-expulsó humo-pues nos veremos cuando pase, adiós-hizo un movimiento con la mano y echó a andar, dándole la espalda al peliverde-¡y gracias!.

Nada más cruzar la puerta del concurrido club Baratie, se puso el colgante que le había regalado el extraño y atractivo chico en el callejón. Y en una mesa, localizó a Nami y a Luffy, que estaban sentados y con un par de bebidas refrescantes en las manos.

-Hola-ocupó el taburete que estaba libre junto a la pelirroja.

-¡Hola!-Luffy se entusiasmó e hizo ademán de levantarse-¡has tardado!

-Lo siento, me encontré con un...nuevo amigo.

-¿Amigo?-la cara del moreno cambió a decepción.

-¿A que está genial el sitio?-preguntó Nami, que estaba claro no sentía el mismo interés por las nuevas amistades del rubio.

-No está mal-echó un vistazo alrededor, realmente estaba muy concurrido.

-Oye Sanji- el moreno se acercó un poco a él-¿por qué llevabas estacas y una cruz en tu mochila?

¡Mierda!-porque...soy supersticioso-¿qué se supone que iba a contestar?¿porque mato vampiros?-y...bueno...he oído que en esta ciudad pasan muchas cosas raras, y no me fío.

-No hace falta que nos ocultes a que te dedicas Sanji, Nami te escuchó en la biblioteca con la señorita Robin, y nos parece super guay-¡¿entonces a qué venían tantos rodeos?!...-nos gustaría que confiaras en nosotros, no se lo hemos dicho a nadie.

-Que siga así, por favor, y entiendo que ya no queráis estar conmigo-quiso levantarse, pero la delicada mano de la chica sobre la suya le hizo detenerse.

-¿Por qué no querríamos estar contigo?

-Porque es peligroso, mato vampiros y demonios, no es algo que a la gente le agrade, de echo, esto me ha vuelto antisocial e impopular.

-¡Pues yo si quiero estar contigo!, quiero decir...seguiremos siendo tus amigos, y te ayudaremos cuando nos necesites ¿a qué si Nami?

A pesar de haber disfrutado de la diversión nocturna con sus nuevos amigos, por la mañana todo cambió. Ya que, al leer el periódico mientras desayunaba, los titulares anunciaban nada más y nada menos que seis misteriosas muertes.

-¡Esta bien!¡haré lo que tenga que hacer para proteger a la gente de esta ciudad!¡pero no me envíes más espías ni nada por el estilo!-abrió de par en par las puertas vaivén de la biblioteca-¡no puedo tener seis muertes en mi conciencia!¡y todo por salir de fiesta una noche!¡una!

-¿Perdón?-Robin apareció detrás de una de las estanterías con varios libros en la mano y colocándose unas gafas de pasta azul-¿espías?.

-Si, ese tal Zoro, no me gusta que me vigilen como si yo fuera un criminal, dile que me deje en paz-se sentó de un brinco en el mostrador, con ambas piernas colgando en el aire.

-¿Quién?-la morena no entendía un ápice.

-Zoro...pelo verde, aspecto intimidante, pero atractivo...

-Mmm lamento decir que no conozco a nadie así, lo siento.

-¿No?-se bajó del mostrador, eso no se lo esperaba-pero si él sabe lo que soy, y parecía saber lo que pasa en esta ciudad, yo creí...

-Oh ¿de veras?, pues nos sería de gran ayuda, porque ando perdida en este asunto, sé que algo ocurre, eso es evidente...¿cómo dices que se llama tu amigo?-ya la mujer estaba a su lado y le miraba muy interesada.

-No es mi amigo, pensé que era el tuyo ¿no me estabas escuchando?

-Lo siento, me perdí en cuanto me dijiste que no te enviara espías, aunque también leí el periódico esta mañana, y sobra decirte, que se podía haber evitado si no fueras tan desconfiado y hubieras hecho tú trabajo-recalcó las dos últimas palabras con mucho énfasis.

-Hasta donde yo sé...por los trabajos se cobra un sueldo-sacó la más adorable de sus sonrisas y le extendió la mano a la morena a ver si le daba algo de dinero, pero no hubo suerte.

-Si dices que ese tal...Zurdo...

-Zoro.

-Eso, Zoro, si sabe algo tal vez deberías hablar con él, a ver si te cuenta alguna cosa que nos ayude, para saber por donde empezar.

-¿Y tú eres mi vigilante?, eso podía haberlo deducido yo solito, aunque el problema está en que ese tipo sabe dónde encontrarme, pero yo no sé donde encontrarle a él...hum, sin embargo, si él me persigue a mi, por lógica, debería de andar cerca-observó a su alrededor-¿no has visto a un tío imponente?¿o has escuchado un tintineo sospechoso?-la chica le miró con cara de no entender absolutamente nada-mejor será que intente dar con él cuando salga del instituto.

-Pues será más tarde, porque debes entrenar y patrullar por el cementerio, todo lo que no hiciste ayer señorito.

Hizo un puchero, pero aquella mujer parecía estar hecha de hielo y salió de la biblioteca molesto.

Por la noche, tal y como le había 'obligado' su vigilante, había salido de caza, y como no, las seis personas asesinadas la noche anterior, ésta, eran seis peligrosos vampiros.

Y para colmo, los seis habían salido casi al mismo tiempo de sus tumbas y las estaba pasando un poco canutas. Recibió algunos golpes. Se dio de bruces contra una lápida y por escasos centímetros no esquiva un puñetazo en el estómago. Hasta que apareció el peliverde, y se puso a golpear a diestro y siniestro, a su lado.

-¡Vaya!¡ahora si que me alegro de verte marimo!-dijo a la vez que clavaba una estaca en el corazón de una de las criaturas y ésta se desvanecía dejando un rastro de polvo-¡pero podrías haber llegado antes!.

-Creía que no eras una damisela en apuros-le guiñó un ojo y empujó hacia él un vampiro, para que lo hiciera añicos, como a su compañero.

-Porque sé que tengo la exclusividad como caza vampiros, sino pensaría que eres un sustituto o algo por el estilo...¿donde aprendiste a pelear así?-estaba agotado tras acabar con los chupasangres, y se había sentado sobre una lápida de frío mármol, mientras se fumaba un merecido cigarrillo.

-Todo lo aprendí por mi mismo-añadió el otro a la vez que se sentaba junto al rubio-y no deberías fumar, es malo para la salud-a la vez que lo dijo, le arrebató la colilla a Sanji, y la lanzó lejos.

-Que sea la última vez que haces eso marimo, o te enterraré en alguna de estas tumbas vacías-le miró con furia, que se disipó en cuanto Zoro le dirigió la palabra nuevamente.

-Llevas el colgante que te regalé-automáticamente, el rubio se llevó una mano a la pequeña cruz de plata que le colgaba del cuello.

-¿Qué está pasando?¿por qué han matado a tanta gente?-miraba al frente, donde la cantidad de lápidas y panteones se perdían en la oscuridad de la noche. Extrañamente se había puesto muy nervioso, tan cerca del peliverde- tú sabes lo que está pasando, por eso me sigues, porque te preocupa que me pase algo malo ¿no es lo que me dijiste en el callejón la otra noche?

-Si...-Zoro le cogió del mentón para que lo mirara a los ojos, al menos, con su único ojo visible, tan azul como lo recordaba-no quiero que te pase nada, y debes tener mucho cuidado...un vampiro muy peligroso llamado Mihawk ha resucitado al Maestro, un vampiro muy antiguo y extremadamente letal...-el silencio sepulcral del cementerio y los grillos eran lo único que se escuchaba-por suerte, el maestro aún no tiene suficiente poder como para salir de su prisión mística, pero cuanta más gente asesine, más rápido se recuperará...

-Espera...si dices que está retenido...¿quién ha matado a esas personas?

-El Maestro, pero no ha salido él personalmente a buscarlas, Mihawk se las ha proporcionado.

-Vale...-se puso en pie y empezó a caminar de un lado a otro con una mano en la barbilla-entonces ese tal Mihawk le lleva la comida a domicilio...para que el Maestro ese salga de su prisión mágica e...¿intente matar a todo ser viviente? ¡para eso estoy yo aquí hombre!

-El Maestro no es un vampiro común, es sabio, astuto, su mente tiene un increíble poder...sucumbirías a su influjo antes de darte cuenta siquiera de que lo tienes cerca, además su objetivo es aniquilar a la raza humana, abriendo la boca del infierno y Mihawk le está ayudando.

-Parece que los conoces bien ¿te has enfrentado a alguno de ellos?

-No podría...-Zoro se levantó del suelo con agilidad-el Maestro está en las alcantarillas, Mihawk realizó el ritual de la resurrección ahí, pero no vayas, porque te estarán esperando. Lo que debemos evitar es que el Maestro se alimente y se fortalezca, al menos, hasta que se nos ocurra una forma de poder derrotarle.

-Esta bien, se lo contaré a Robin, y supongo que a Luffy y a Nami también, seguramente quieran ayudar...

-¿Luffy?-un pinchazo de celos apareció en el muerto organismo del peliverde, y eso que no sabía si éste Sanji tenía la misma orientación sexual que el del pasado.

-Si...es mi nuevo mejor amigo, supongo, es muy simpático...no te caería bien-rió de su propio comentario, mientras, el otro, serio, caminaba silencioso a su lado. Tras un rato andando y ya lejos del cementerio, Sanji se dio cuenta de una cosa-¿me estás acompañando a casa?-dijo a la vez que se detenía en medio del asfalto.

De haber podido ruborizarse, lo habría hecho. Sus sentimientos cada vez eran más difíciles de controlar estando tan cerca y su sentido de la extrema protección para con el rubio, le había llevado a una situación embarazosa.

-So...solo vi...vigilo que no te pase nada, no sabemos si te pueden atacar por el camino-había salido bien del apuro ¿no?

Continuará...

Notas finales:

Gracias por los comentarios jeje, no me esperaba tantos *_* muchas gracias, por vosotr@s actualizo tan pronto.


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