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La eternidad para encontrarte por Rukkiaa

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Notas del capitulo:

Ya estoy aquí

Siento haber tardado en actualizar, pero tengo una semanita de locos buff

Secreto

La vida seguía como de costumbre. Ir al instituto, entrenar, estudiar por órdenes de Nami, patrullar de vez en cuando con el misterioso Zoro y salir alguna que otra noche de viernes al Baratie.

Una de esas salidas, bailaba animadamente con su mejor amiga. La pelirroja se dejaba llevar al compás de la estridente melodía que resonaba en sus tímpanos, sin importarle empujar levemente a los que danzaban a su alrededor.

Luces de varios colores diferentes les iluminaban y les cegaban al mismo tiempo. Como flashes esporádicos. Hasta que Sanji, entre la multitud, entrevió a Zoro, con gesto sombrío, vestido de riguroso negro, y el pelo verde con ese corte tan característico y llamativo.

-Ahora vengo-gritó a Nami en el oído y se alejó de ella, pasando entre un par de parejas.

Zoro estaba ya en la barra, como esperándole, sentado sobre un taburete con una pierna apoyada en el reposapies, y la otra en el suelo.

-¡¿Tenemos que patrullar?!-se acercó mucho al oído del peliverde, rozando con su muslo la rodilla que éste tenía a medio flexionar.

-Vamos fuera- Zoro le cogió rápidamente de la cintura, se puso en pié y andaron juntos hasta la salida, uno detrás de otro, pero antes de cruzar la puerta, el peliverde se quitó la chaqueta de cuero negro y se la puso sobre los hombros al caza vampiros-hace frío- añadió antes de salir.

-No era necesario...

-Hay problemas.

-¡Estás herido!-en el antebrazo izquierdo del mayor, habían tres profundos arañazos, que sangraban un poco a través de la rasgada camisa. Sanji quiso tocarle, pero no pudo, porque el otro se tapó con la mano derecha.

-No tiene importancia, pero se me han escapado un par de vampiros, maté a varios, pero uno de los que se me escapó estaba armado, llevaba una especie de guante con cuchillas en los dedos.

-Él te hizo eso ¿verdad?

-Te necesito...para matarles- puntualizó nervioso.

Recorrieron varias calles. Sanji se había puesto adecuadamente la chaqueta que le habían prestado y entre los dos acabaron rápidamente con los vampiros forasteros en cuanto dieron con ellos.

-¿Cómo es que siempre apareces en el momento adecuado? no es justo que tú sepas donde encontrarme y yo a ti no, dame una dirección o algo-comentó Sanji volviendo al punto de partida.

-Estaré por ahí-dijo como si tal cosa, marchándose en cuanto divisaron la entrada del local.

Cuando Sanji volvió a entrar al Baratie, Luffy parecía tener cara de deprimido y Nami intentaba sacarlo a bailar tirándole del brazo, sin éxito.

-¿Qué pasa?

-¡Sanji!-la actitud del moreno cambió en ese instante y se levantó a recibirle con un abrazo-¿dónde estabas?

-De caza, con Zoro- se sentó en el taburete libre y le robó la bebida a la chica.

-Zoro...siempre ese imbé...

-¿Y esa chaqueta?-Nami sonrió divertida.

-Es suya.

-¿Y por qué la llevas tú?-Luffy estaba rojo de rabia, no conocía a Zoro personalmente, pero le tenía muchas ganas, y por un impulso de ira, había cogido al rubio fuertemente del brazo.

-Me la dejó...¿estás bien Luffy?

-No-dijo el chico, se levantó y se adentró entre la danzante muchedumbre.

-Déjalo-excusó Nami, que se apoyó sobre la mesa, con cara de intriga-¿y qué tal te va con él?

-Igual-jugueteaba con los hielos que habían quedado solitarios en el fondo del vaso-quise saber su dirección, pero no quiso dármela...tal vez ya está comprometido y yo me estoy haciendo falsas ilusiones.

-No creo que sean falsas...él te mira como si...-se sonrojó-te deseara...y eso que siempre lo veo de lejos.

Esto también ruborizó a Sanji. ¿Y si era cierto?¿y si Zoro también lo deseaba a él?...si se lanzaba ¿no perdería su amistad o lo que quiera que tenían?

El domingo por la noche le tocó patrullar por el cementerio, en compañía de sus amigos y la chaqueta que no se quitaba salvo para ducharse y dormir, para mayor enojo de Luffy.

-Buenas noches-de entre las sombras, apareció Zoro, con una larga gabardina negra, que le daba aspecto de detective de película.

-Zoro...-Sanji dejó de hacer el crucigrama en el que había estado entretenido.

Luffy se levantó de un brinco y se acercó al recién llegado-así que tú eres Zoro- dijo en tono despreciativo.

-Un placer-estaba bastante claro, que no era cierto.

-Hola-dijo Nami con una sonrisa en la cara, que el peliverde intentó devolver, sin demasiado éxito.

-Chicos, Zoro, Zoro, mis amigos Luffy y Nami.

Todos permanecieron varios minutos en silencio. Había una extraña tensión en el aire. De Luffy hacia Zoro, de Zoro hacia Sanji y de Sanji hacia Zoro. Nami era la única espectadora libre de quebraderos de cabeza sentimentales y los miraba intercalando de uno a otro, con el rabillo del ojo.

Tras acabar con la 'vida' del vampiro de marras, se dispusieron a volver a casa. Un molesto Luffy acompañando a Nami y Zoro con Sanji, por direcciones opuestas.

-¿Estás mejor de las heridas del otro día?-el rubio solo miraba el asfalto, concentrado y con nerviosismo.

-No fue nada- Zoro llevaba ambas manos en los bolsillos de su abrigo, y parecía compartir el interés en la carretera.

No se dijeron nada más hasta llegar a la puerta de la casa del rubio, donde éste hizo ademán de quitarse la chaqueta, para devolvérsela a su legítimo dueño.

-Quédatela- dijo el peliverde antes de que se la quitase del todo-te sienta mejor a ti.

Sanji obedeció, se despidió con un gesto y entró a su casa.

En cuanto Zoro se alejó de la vivienda, Luffy lo abordó en medio de la calle.

-Zoro...-se acercó a él con el rostro enfadado y el dedo índice acusador en alto-sé perfectamente lo que estás haciendo, pero con Sanji no lo vas a conseguir, a él no le gusta ni que lo miren, ni que lo besen, no es de esos.

El peliverde no pudo reprimir una leve carcajada-ya veo lo que pasa-decidió ignorar al muchacho y seguir su camino.

-¿Qué?¿qué ves?¿qué pasa?¡oye Zoro!¡no te vayas!¡te estoy hablando!¡no has ganado!

Los días pasaron del mismo modo. Parecía que nada salía de la rutina, hasta que la noche del viernes, de camino al Baratie, Sanji fue atacado por tres musculosos y enormes vampiros, de vestimenta anticuada.

Demasiado fuertes. Obligando a Sanji, y a Zoro, que acudió en su rescate, a huir corriendo y casualmente llegaron a la calle donde vivía el rubio.

-¡Vamos a mi casa!¡si no los invitas, los vampiros no pueden entrar!-abrió la puerta más rápido que nunca-¡pasa!-Zoro hizo lo propio y un portazo puso fin a la persecución.

-¿Sanji?-la voz de Zeff sonaba desde la habitación del fondo, que era la cocina.

-¡Si abuelo!¡al final no fui al Baratie!-gritó- voy a por un par de vendas para curarte eso-dijo a Zoro, que había resultado herido en el costado-sube, mi cuarto es el primero a la derecha, ahora voy.

El peliverde obedeció. Nada más cruzar la puerta de la estancia, le invadió el inconfundible aroma de Sanji, en todos y cada uno de los rincones. Comenzó a pasearse y a tocar los objetos que estaban sobre el escritorio. Un bolígrafo, un marco con una fotografía del pequeño Sanji con sus padres, una manzana roja madura y brillante, un muñeco de peluche con apariencia de reno.

-Veo que ya conoces a Chopper- dijo el rubio entrando silencioso-lo tengo desde que tengo uso de razón-el otro puso el muñeco en su lugar-quítate la camiseta-no fue plenamente consciente de lo que había dicho hasta que ya era demasiado tarde y el peliverde estaba acatando la orden. ¡Menudo cuerpazo! y eso que solo veía la parte de cintura para arriba. Tragó saliva con dificultad y se acercó a él, con una gasa.

Zoro no emitía ni un sonido. No hablaba. Sentía el nerviosismo del más joven, tocándole con delicadeza. Sin ser consciente de que en ese momento lo que menos le preocupaba era la herida y no sentía dolor alguno. Solo pensaba en lo mucho que había extrañado esa cercanía, y las inmensas ganas de besarlo y hacerlo suyo como entonces.

-Ya está, por suerte era superficial-a pesar de haber terminado, Sanji no podía quitar la mano del vendaje-deberías quedarte a dormir, esos tres podrían estar afuera aún.

-No lo creo, los ha enviado el Maestro y han fracasado, ofrecerán su vida a cambio, son de ese estilo-sujetó la mano que el otro tenía sobre su pecho con intención de retirarla para irse, pero le fue imposible. Habían sido cuatrocientos años extrañándole y ya no era capaz, ni quería controlarse. Cogió al rubio de la barbilla, para que le mirase, pero éste tenia el ojo cerrado y parecía esperar el momento de que sucediera lo que estaba claro iba a suceder.

El mayor se acercó al cuerpo del chico, que irradiaba un irresistible calor. La mano que estaba en el mentón, fue desplazada hasta la nuca y lo atrajo para sí. Con un irrefrenable deseo. Por un momento, sintió que viajaba a su pasado. Sanji, inexperto, dejándose guiar por sus labios.

Las manos del rubio se aferraron en su espalda con fuerza, sobre la desnuda y fría piel. Las suyas no abandonaban la nuca, evitando así que se separasen lo más mínimo. Olvidando que los humanos necesitaban el oxígeno para vivir. Su lengua luchó levemente por invadir la boca del otro y saborearlo por fin.

El rubio aprendía deprisa, y besaba cada vez más demandante, jugueteando con su lengua, como si degustara algo delicioso. Para delirio de Zoro.

De repente.

-Auch- Sanji se llevó una mano al labio, después de que sintió como si le hubieran mordido. Al mirar al otro, comprobó que eso es lo que había pasado-¡eres un vampiro!

El peliverde, abrumado por la situación, saltó por la ventana y desapareció en la oscuridad, dejando a un conmocionado rubio con la vista fija por donde había desaparecido.

A la mañana siguiente, en la biblioteca, no le quedó otra más que contárselo a sus amigos.

-Ya decía yo que ese Zoro tenía algo muy muy malo-dijo Luffy orgulloso de sí mismo.

-Pues no me lo habría ni imaginado...-Nami sentía lástima por Sanji, porque esto cambiaba mucho la situación.

-¡Eso te pasa por no entrenarte adecuadamente!¡un cazador de vampiros debe diferenciarlos del resto de seres humanos sin ningún problema!

Sanji solo estaba cabizbajo. Sentado en una silla, frente a uno de los ordenadores. Se esperaba la reprimenda de Robin, que se tenía completamente merecida por otra parte. Pero no podía evitar estar sumido en sus pensamientos.

No había pegado ojo en toda la noche. Estúpido, se repetía mentalmente una y otra vez. ¿Cómo no se dio cuenta?¿tan omnuvilado estaba por Zoro qué había pasado por alto que su misión en la vida era matar a criaturas como él?¿de veras creyó por un momento que una persona normal y corriente podría hacer las cosas que podía hacer el peliverde?.

Estúpido.

-¡Sabes lo que tienes que hacer la próxima vez que lo veas! ¡¿verdad Sanji?! ¡acabar con él!

Estúpido.

-Pero Zoro le ha ayudado muchas veces, eso seguro es porque es bueno ¿no?.

Estúpido.

-¿Bueno? Nami, Robin tiene razón, los vampiros deben desaparecer, Zoro es un vampiro, así que, está claro.

El peliverde se encontraba en su minimalista apartamento. Tumbado en la cama boca arriba, con las manos detrás de la cabeza y mirando algún punto del techo.

Por un impulso, por dejarse llevar, todo se había ido al traste. Todos los pasos hacia delante que había dado con Sanji, ahora no servían de nada. Estaba convencido de que en éste momento le odiaba más que a nadie en el mundo. 'Quieres a alguien que te odia'

De repente, llamaron a la puerta.

Y aunque ya sabía de antemano de quien se trataba, al abrir se topó con una cara familiar.

-Hola Zoro-el aludido no devolvió el saludo, sólo se limitó a regresar a la cama y ocupar la misma postura que había tenido previamente. El recién llegado, en cambio, entró tranquilamente y cerró la puerta tras de si-¿no te alegras de verme?.

-No estoy de humor Mihawk ¿qué es lo que quieres?

-¿Es por tu caza vampiros?¿os habéis peleado?-bingo, había dado en el clavo. La reacción de Zoro fue una severa mirada-no te culpo, la verdad es que es idéntico al de aquel entonces...algo más joven eso sí...

El de ojos verdes sintió terror ¿Mihawk se lo habría contado a los de la Orden?

-¿Ellos...?

-No lo saben, pero tarde o temprano lo descubrirán Zoro, ese muchachito está causando demasiados problemas por aquí y acabará llamando su atención-el peliverde volvió a su estado de autismo-entonces...¿ya sabe quién eres?¿sabe que lo has estado anhelando por siglos?

-No...pero por mi estupidez, ya sabe que soy un vampiro...

La expresión del moreno cambió-¡pues tienes que matarlo!¡o él te matará a ti! lo sabes ¿no? está en su naturaleza.

-Me da igual que él me mate, yo sólo quería...-se sentó y se llevó las manos a la cabeza, con desesperación-que me amase como antes.

-Zoro, mátalo y te evitarás más quebraderos de cabeza.

-¡Jamás!-se puso en pie furioso-lárgate Mihawk, ni siquiera debería haberte abierto la puerta, estás confabulado con el Maestro.

-Y tú has olvidado lo que eres por lo visto, tan patético-le miró de arriba abajo-¿cuánto hace que no pruebas la sangre humana?¿desde que lo encontraste de nuevo?¿de qué vives?¿de las sobras de un carnicero? me avergüenzo de haberte creado Zoro Roronoa-añadió iracundo antes de marcharse dando un sonoro portazo.

-¡Ya basta!-Sanji había sido paciente. Había aguantado las recriminaciones de Robin y Luffy durante interminables horas, pero había una cosa que tenía bien clara. No odiaba a Zoro, ni aún sabiendo que era un vampiro y que dada su condición estaba muy, pero que muy mal-no voy a matarle, porque ha estado ahí siempre para ayudarme y para mi...es bueno.

Continuará...

Notas finales:

Bueno, por fin ya Sanji sabe la verdad, a ver que ocurre a partir de ahora...

Gracias por los comentarios!!

Hasta el próximo XD


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