CAPITULO II: LA ZORRA DE HOWARTS.-
Ese día, como era miércoles se volvió a sentar en Gryffindor.
- Emm…. Hermione, ¿Me ayudarás?
- Sí, pero necesito saber que usaron.
- Ni idea, solo caí en la poción por error… Esos idiotas me la pagarán cuando llegue… sobre todo Ted…
- ¿Ted? – preguntó Harry - ¿El hijo de Lupin y Tonks?
- Si, tu ahijado… convenció a tu hijo de apostar de que él podía hacerlo, como James es un idiota cuando su novio le apuesta algo, pues…
- ¿Perdón? – preguntó Harry asombrado.
- Nada, ¡Rayos! ¡Siempre abro la boca de más!... como decía – cambió el tema – fue una poción que sacaron un libro de la biblioteca. Al yo no prestarle mucha atención solo le vi el color de la tapa… era de color azul oscuro, bastante viejo.
- Ya veo… lo buscaré.
- Gracias – sonrió, agarró una manzana y se fue.
- Bien… - dijo Hermione dirigiéndose a todos – se me hace que es hija de uno de nosotros.
- ¿Tú… crees? – decía Ron entre comida.
- No seas cerdo Ron, pero sí, lo creo. Conoce a varios de los hijos de nosotros, es más creo que es hija de un Gryffindor y un Slytherin – Ron casi se ahoga.
- ¡¿Estás loca?! ¡Si no nos aguantamos!
- Pero véanlo… la chica conoce a los hijos de Draco, los de Harry, y quien sabe a cuantos más.
- Si, tiene sentido que vaya de mesa en mesa – concluyó Harry.
- A parte se siente segura y cómoda en nuestro grupo y en el de Malfoy. Ay lo otro es el uso del apellido Black.
- Tal vez sea hija de Sirius y el profesor Snape…
- No losé… tal vez – dijo la chica pensativa ya veremos.
Se levantaron pensando los tres en quien sería los padres de la chica, mientras la castaña arrastraba a los dos hombres del trío de oro a la biblioteca, tal vez ahí podía encontrar el libro.
Mientras Bella iba camino a su sala común por sus cosas, se sentía triste; nunca había estado tanto tiempo separada de su hermano mellizo y eso la hacía sentir enferma. Se mojó la cara para despejarse un rato. Cuando pasó por su habitación, quedó parada frente a la cama mirando a Pansy que estaba sentada en esta:
- ¿Se te ofrece algo? – preguntó de manera pesada.
- Si… quiero saber si conoces a mis hijos.
- Si, lo conozco… tienes un solo hijo de 13 años.
- ¿Con Draco? – preguntó ilusionada. A pesar de ser la novia de Blaise, no podía dejar de sentir algo por el que años atrás fuese su novio… esperaba que la chica le dijera que sí para sentirse feliz, ya que en el diario de ésta no lo puedo encontrar.
- Nop. Ya sabes con quien… ahora si me disculpas… - le hizo un ademán con la mano para que se retirase.
- Esta bien, me voy… pero hay algo de lo que estoy segura… tú eres hija del dragón. Tus facciones y modales, sobre todo en la mesa te delatan – sonrió con superioridad al ver la cara que puso Bella – no sé con quien, pero lo averiguaré. Por el momento seré una tumba.
¡Rayos! Sabía que Parkinson no era tonta, pero ¿Cómo lo descubrió tan rápido? Miró hacia la cama y sacó su diario. Seguro y leyó solo una parte, todo por no haberle puesto algún hechizo en cima…. Mejor y lo volvía a guardar en su túnica, no vaya a ser que por andar dejándolo por ahí se destape la olla por completo. Aún no era tiempo.
En lo pronto el trío de oro, luego de haberse ido a la biblioteca y no encontrar mucho, se fueron a su primera clase del día, historia de la magia con Ravenclaw.
Harry estaba distraído con el libro levantado para que el profesor no lo viera, estaba en eso cuando una pajarita llegó a su pupitre; al abrirlo quedó completamente impactado, ¡Era un foto! Y no cualquier foto; una donde su novia con Terry Boot, quedó en shock mirando como la Ginny de la foto le agarraba sobre el pantalón el miembro a Terry, mientras el chico le agarraba grotescamente los senos y se besaban de manera asquerosa.
- Hermano… ¿Qué miras? – preguntó Ron al verlo tan pálido, al mirar sobre su hombro, y ver lo mismo que su amigo miraba, quedó en el mismo estado que él - ¿¡Qué es eso!? – gritó.
Todos voltearon a mirarlo, y más rojo entre vergüenza y la rabia no podía estar. En eso tocaron el timbre y Ron jaló inmediatamente a Harry fuera de la sala. Siendo seguidos por una Hermione que no entendía nada.
- ¿Qué pasa? – preguntó la chica.
- Esto… esto me llegó – le pasó la foto y la chica quedó tan perpleja como los otros dos.
- ¡Oh Harry!
Nadie dijo nada más. Pero… ¿Quién envió la foto? Ron furioso fue a buscar a Bella, seguro y esa Slytherin del futuro había sido. La divisó sentada bajo un árbol.
- ¡Oye Black! – la chica le miró enojada.
- ¿Qué? – éste le tiró la foto en cima.
- ¿Tú enviaste esto?, ¿Verdad?
- No, no fui yo. Pero deberías estar feliz Harry – dijo dirigiéndose a él – por lo menos no te enteraste estando ya casado con ella. Dejémosle así, ¿Quieren? ¿Por qué crees que fui yo?
- Pues eres una Slytherin. Seguro y vienes del futuro a cambiar las cosas.
- ¡Claro que no! Harry nunca se casó con ella. Sus hijos son de otra persona. Ahora, si ya dejaron de fastidiarme, por favor lárguense que aún tengo mucho que hacer.
Sabía lo que seguía… no solamente recibiría fotos de ella con él; si no que con muchos más. Ojala y rompiera pero ya con esa zorra, y de paso tratar de juntarlo con su padre. Según lo que escuchó, jamás se encontró al responsable.
Suspiró cansada, se fue a su siguiente clase, pociones con Horace Slurghon, esperaba ser buena, ya que siempre lo había sido. Antes de llegar, escuchó voces en un pasillo aledaño, ahí la vio otra vez con alguien más. De seguro y habían más tipos que se prestaban a engañar al Salvador del mundo mágico, que asco.
A la hora de almuerzo decidió sentarse junto a Harry, y a lo mejor así sabía que pasaba mejor. Tomó un poco de puré con carne y se dispuso a comer. Podía notar lo tenso que era el ambiente, seguro y era por ella… o tal vez porque la maraca (n/a: forma de decir en mi país puta o zorra, o perra XD) estaba sentada a unos dos puestos de ahí, aún así decidió hablar.
- Harry – el aludido lo miró - ¿Cómo te encuentras?
- Te lo diré, después de todo pareces saber sobre esto – Bella asintió – me han llegado 3 fotos más de Ginny y… McLaggen - hizo un mohín - ¿Serán reales? – se preguntó para sí mismo, pero Bella escuchó y no quiso perder oportunidad para contestarle.
- Si, lo son. Ella en mi tiempo – hizo un gesto de desagrado – sigue igual, aunque para mi suerte no es nada mío… me cae bastante pesada cuando la veo. Sé que te hará sufrir si sigues.
- ¿Conoceré a alguien más?
- ¡Por su puesto! Tú y tu pareja son una de las parejas (valga la redundancia) – agregó – más poderosos y bonitas que hay… eso dicen todos.
- ¡Vaya! Hablas con tanta adoración que cualquiera diría que tu eres su hija – le dijo Hermione. Claro que la pequeña Potter estaba impactada. No podía dejar que supiese más. Y como buena nieta de Lucius Malfoy, la miró seria y gélidamente y se fue.
No muy lejos de ahí había un niño sacando fotos; era Colin… “de ahí debieron venir las fotos”, pensó Bella, así que aplicándose un hechizo desiluminador lo siguió. Y sí, notó como la seguía con la mirada y le sacaba fotos conteniendo el asco, ¿Por qué lo haría? No se entretuvo más, si quería dejarla por el suelo, que lo hiciera, se lo merecía por su mal comportamiento. Si no hubiese hecho lo que hizo, su padre se hubiese desvivido por atenderla, complacerla y amarla, tal y como lo hacía por su padre. Aunque eso era lo mejor… sus padres estaban destinados a estar juntos.
Por ese día no tenía más clases, por lo que se fue a la biblioteca a buscar el bendito libro que utilizaron Ted y James para su tonta poción. Amaba a su hermano, pero a veces sentía ganas de lanzarle un crucio por un largo rato.
Lo encontró luego de estarlo buscando un largo rato. Seguro y si se lo entregaba a su tía esta enloquecía por que ella lo encontró primero… ni modo. Lo pidió prestado y salió de ahí, estaba cansada y necesitaba una fiesta. Sin la magia de su hermano se sentía muy mal.
Despertó a las 7:30 de la tarde, por lo que bajó a comer, acomodándose entre Goyle y Draco (“Entre mi futuro suegro y mi padre”, pensó la chica).
Lo que era Harry aún no se atrevía a hablar con Ginny pues no sabía que pensar… Hermione le decía que mientras más pronto lo afrontara, mejor. Y Ron, bueno este prefería no hablar del tema. Sabía que con esto su hermana se había quitado la posibilidad de ser feliz, y no culparía a su mejor amigo si la botara delante de todo el colegio… eso le pasaba por ligera.
Estaban todos sumidos en sus pensamientos o conversaciones, cuando una enorme esfera de papel de color rojo se posó en cima del comedor, explotando y saliendo de su interior las miles de fotos de la colorida con cientos de tipos (bueno, solo eran una docena más o menos) y con grandes letras rojas en la parte posterior de las fotos, decía:
“La gran zorra de Howarts.”
Ni si quiera la directora pudo detener el desorden que se armó. La imbécil solo salió de ahí, luego de ser tratada pésimo por todos, los amantes de ellas corrieron con la misma suerte.
A eso de las nueve y media por fin todos se fueron a sus salas comunes.