En los días siguientes Matt estuvo muy complaciente con Mello, pues al vivir en la misma habitación se habían convertido fácilmente en mejores amigos. Y aunque fuera inexplicable, en el poco tiempo transcurrido, Matt había desarrollado esa extraña sensación de mantener a Mello feliz, aunque para lograrlo tenía que dejarse maltratar y llamar de formas ofensivas. Pero a Matt no le importaba, no, porque cuando Mello estaba de buen humor reía y eso era lo único que lo hacía olvidar los malos tratos por parte del rubio.
En cambio Mello, lo disfrutaba, pues nunca había tenido un amigo que se dedicara en cuerpo y alma a complacerle cualquier capricho. En realidad no había tenido ningún amigo¹ por su mal carácter. Lo que Mello había comprendido en el transcurso del tiempo, e incluso desde que vio a Matt, era que tenía sentimientos hacia él, pero por claro temor a ser rechazado y perder su único amigo, lo trataba igual o peor que cualquier otro niño.
Ya había pasado el tiempo y pronto se acercaba la navidad. Toda la Wammy's House se encontraba decorada de forma navideña, con luces de colores por doquier, pinos decorados con esferas brillantes y botas rojas o coronas en las puertas de las habitaciones.
Un muy nervioso pelirrojo se encaminaba con velocidad a la habitación de su querida amiga Linda, a quien conoció en una práctica de laboratorio a la cual Mello faltó por estar con Roger. Pronto llegó frente a la puerta y sin esperar comenzó a golpear hasta que la joven somnolienta y cabellos revueltos, le abrió.
— ¿Matt? ¿Qué haces a las… — se giró a ver su reloj sobre el buró y al ver la hora continuó — 12 a.m. aquí?
— Pues…será navidad y ya no quiero esperar más. Vine a pedirte ayuda. — respondió agitado.
— Ya veo. ¿Piensas soltarle de una vez por todas a Mello que lo amas locamente? — comentó burlona y alegre por el sorprendente valor adquirido por su amigo.
— Sí, pero no sé qué decirle o cómo decirle sin que me castre. — su mirada era suplicante y había juntado las manos en acción de favor.
— Bien, me encantaría ayudar. Pasa. — dijo Linda haciéndole un ademán y apartándose para dejarle el paso a su dormitorio.
Mat entró feliz pero aún así nervioso por su plan de declararse en Navidad.
— Bien, ¿Qué quieres decirle exactamente?
— Pues, no sé. Expresarle lo que siento, que lo considero y siempre lo consideraré mi mejor amigo sin importar lo que pase. Que lo amo. — comentó soñador y con un brillo enternecedor en los ojos.
— Bien, algo podré hacer con eso. Ok, yo actuaré de Mello, tú sólo di lo que sientes, como si fuera él que está frente a ti.
En los pasillos…
Un rubio molesto buscaba sin cesar a cierto pelirrojo desaparecido, caminando muy deprisa pensando donde encontrar a su amigo. De repente, la imagen de una odiosa chica con pelo marrón vino a su mente y de inmediato se encaminó a su habitación, rezando por que Matt no estuviera ahí.
Aunque, ya era tarde como para que Matt anduviera en la habitación de una CHICA, pero después de la cena el oji-verde se encontraba muy agitado y nervioso y luego de estar casi 2 horas caminando de un lado a otro en la habitación salió con un: "Ahora vuelvo", sin regresar en mucho rato, por lo que Mello como buen amigo preocupado decidió ir en su busca.
Había buscado en cada habitación de la Wammy's House, el comedor, la sala común, la sala de juegos, la cocina e incluso la oficina de Roger, pero no lo había encontrado, y la habitación de su amiga Linda era la única que no había revisado pues confiaba que no estuviera ahí. Así que presuroso se encaminó a su destino y al llegar estuvo a punto de abrir e interrumpir como siempre hacía, cuando escuchó la voz de Linda, pero sonaba extraña. Pegó su oído a la puerta y escuhó con atención.
— ¿Qué querías decirme Matt? —acaso comió demasiado chocolate, o Linda sonaba fría y de voz grave. — No tengo todo el día perro.
¿Perro? ¿¡Perro! ¡PERRO! Sólo había una persona que podía llamarlo así y en definitiva no era Linda. Así que furioso quiso interrumpir y decirle unas cuantas palabras a la idiota, pero la voz de Matt lo descolocó y sólo pudo escuchar.
— Bueno, yo…esto…quería decirte algo desde hace tiempo, pues como hemos vivido muchas cosas juntos y eres mí mejor…
— Déjate de rodeos Matt ¿Qué quieres decirme? Escúpelo de una vez — y otra vez la inútil de Linda interrumpiendo a SU Matt con sus molestos chillidos, ahora graves, de cerdo. Mello sólo rodó los ojos y esperó.
— Bueno, quería decirte que…
— Date prisa animal, que no tengo toda la puta noche. — Mello se quedó perdido. Linda ¿maldiciendo? ¿Y llamando animal a Matt? ¿Qué se había perdido? Estuvo a punto de interrumpir, otra vez, para aclarar lo que sea que ocurría, cuando la voz de Matt lo interrumpió a él en su momento de interrupción.
— TE QUIERO DECIR QUE ME GUSTAS DESE QUE TE VI Y QUE TE AMO— soltó de golpe para luego dar un gran suspiro de alivio.
Pero Mello ya estaba lejos como para enterarse de lo que pasaría a continuación, puesto que al escuchar ese: "Te amo" de su amigo a la idiota más molesta del mundo, su corazón se hizo añicos y pronto le comenzó a faltar el aire, por lo que con las fuerzas que tenía se dirigió a cualquier lugar alejado de esa puerta, ese pasillo e incluso, de ese edificio hasta llegar a un pequeño bosque en el patio del orfanato, donde se sentó en el frío y húmedo suelo lleno de musgo y se recargó contra un árbol para llorar amargamente.
"Si antes era una maldito marica por enamorarme de mi mejor amigo, ahora lo soy más por llorar como estúpida colegiala con el corazón roto", pensó Mello, pero así se sentía, omitiendo la parte de la colegiala.
Y la verdad es que nunca había llorado, o al menos no así, con esa dolorosa opresión en el pecho que le cortaba la respiración.
De pronto, sintiéndose completamente ridículo paró de llorar y quitó violentamente con el dorso de su mano, cualquier rastro de lágrimas, poniéndose de pie altaneramente y encaminándose nuevamente a la Wammy's House con su expresión endurecida y dejando atrás los pedazos rotos de su corazón.
En la habitación de Linda…
— Wow, Matt, quién lo diría. Te quedó perfecto. — elogió alegre Linda a Mat, quien se encontraba tembloroso y desparramado en el suelo con la respiración agitada.
— ¿Tú crees? — preguntó con voz débil — La verdad, no creo que me salga así en el momento.
— No lo sabes, pero en el momento indicado, lo lograrás, Sé que sí.
— Bien —y con eso, el pelirrojo, ya menos decaído se encaminó a su cuarto para un muy merecido descanso.
A la mañana siguiente Matt muy alegre y con renovadas esperanzas se levantó de un humor increíble, mientras que su compañero soltaba gruñidos, groserías, golpes y patadas a diestra y siniestra.
Matt varias veces intentó alegrarlo con cosas estúpidas, pero era imposible levantarle el ánimo a Mello, ni tentándolo con chocolates logró alegarlo ni un poco. Lo único que consiguió Mat, fueron patadas, golpes y maldiciones hasta que al final, Mello decidió ignorarlo y ya. Así pasaron los días, Mello ignorando a Matt y Matt casi llorando por su actitud, además que la fecha indicada ya s acercaba cada vez más y pronto ya era el 24 de diciembre. Pero, ¿cómo le diría Mello lo que sentía si este le ignoraba? Muy decaído, Matt caminaba por los pasillos sin jugar con su PSP, hasta que Linda, al verlo así se acercó rápidamente de forma preocupada.
— ¿Qué te ocurre Matt? Te ves muy triste.
— Es que…Mello me ignora y hoy es noche buena. — dijo abatido.
— ¿Sólo eso? Si de verdad lo amas como dices amarlo, deberías tomar valor y decirle lo que sientes aunque te ignore.
— ¿Tú crees?
— Claro, ¿lo harás?
— Está bien. — comentó más feliz y corrió a su habitación luego de despedirse, pues necesitaba arreglarle y estar presentable para Mello.
Ya en su cuarto compartido, escogió unos jeans azules, camisa blanca y saco negro con converse negros. Luego se acomodó el cabello y se puso sus googles naranjas, para después encaminarse a la sala común para dar inicio a la posada² que se celebraría y tal vez si tenía suerte la terminaría con un candente rubio de carácter explosivo.
Al llegar al lugar, divisó a Mello cerca de la mesa de los postres comiendo pastelillos de chocolate con glaseados en forma de esferas, caramelos, etc. Iba muy guapo vestido con sus unos jeans negros y camisa negra. Matt, emocionado por dar comienzo a su plan se encaminó con velocidad al rubio para luego tomarlo de la mano y llevarlo casi a rastras al balcón del salón.
Ya afuera Matt tomó aire y se armó de valor.
— Mello ¿por qué me has estado ignorando? Si fue por algo que hice, lo siento demasiado, pero por favor perdóname — al ver que Mello sólo fruncía el ceño y miraba otro lado con claras ganas de seguir ignorándolo, continuó — Haré lo que sea que quieras, pero no me ignores.
El rubio miraba para todos lados, excepto a los ojos de su amigo, quien antes de hablar se quitó los googles; pronto centró su vista en un muérdago que estaba sobre la puerta y al escuchar las palabras mágicas de Matt de inmediato y sin pensarlo respondió seguro:
— Bésame — soltó y luego se sorprendió al procesar lo que había dicho. Pero se sorprendió aún más al ver como Matt, decidido, lo tomó del rostro delicadamente y acercó sus labios a los del rubio para besarlo dulce y castamente.
Pero Mello no lo dejaría así, por lo que pronto enredó sus brazos al cuello del pelirrojo profundizando así el beso y muriendo por dentro por la sensación de sentir aquellos labios sobre los suyos, pero recordando de inmediato lo que había escuchado se separó abruptamente y se giró cruzándose de brazos completamente sonrosado y avergonzado por lanzársele así a su amigo.
— Esto está mal, no deberías serle infiel a la idiota de Linda.
— ¿Infiel? ¿De qué hablas? — preguntó Matt confundido.
— No te hagas el estúpido, ya sé lo de ustedes.
— ¿Qué? No sé de qué estás hablando — respondió aún más confundido el pelirrojo.
— Sí lo sabes, yo te oí el otro día, decirle…eso a Linda, así que no juegues conmigo, tonto perro mujeriego. — y con eso se alejó rápidamente y con elegancia a su habitación, dejando muy desconcertado y triste a Matt.