Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

EL ZORRO NEGRO por Mirelle

[Reviews - 13]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen.

Notas del capitulo:

Espero que les guste :D

A finales del siglo XX, un ladrón amenaza las calles de Londres. El Zorro Negro no es el típico ladronzuelo de barrios bajos acostumbrado a robar carteras de señoras descuidadas. No. El Zorro Negro – tal y como lo han caracterizado los críticos – se trata de un ladrón inteligente, que envía cartas provocadoras a sus siguientes víctimas para que llamen a la policía y poder jugar un mejor papel durante su robo. ¿Que qué roba? El Zorro Negro va en busca de lujosas joyas de familias importantes de la ciudad. Nadie conoce la auténtica apariencia del zorro e incluso la policía tiene muchos problemas para atraparle…

 

 

EL ZORRO NEGRO

 

 

Desde la cocina de su casa, un joven rubio leía el periódico mientras desayunaba tostadas con un café. El joven, llamado Naruto Uzumaki, sonreía cada vez que veía alguna crítica a la incompetente policía de Scotland Yard y se relamía cada vez que alguien alababa las increíbles dotes artísticas del Zorro Negro.

 

En efecto, ese rubio de pelo despeinado y ojos azules era el temible Zorro Negro.

 

De pronto, una noticia en el periódico le llamó la atención; La policía había conseguido una ayuda para atrapar al ladrón. Se trataba de un hombre de calle, una especie de detective que había resuelto miles de casos en toda Europa. Sasuke Uchiha.

 

La noticia le pareció demasiado corta para su gusto. No comprendía por qué no habían puesto una foto del susodicho, unas declaraciones contra el Zorro o tal vez algún caso en el que hubiese trabajado en Eurpo y que se hubiese resuelto. Bufó cansado; ya ni los medios eran fiables…

 

Decidido, se levantó, se abrochó la capa y bajó a la calle, a enviar una pequeña carta que llegaría a la familia Haruno mañana por la mañana. Lo suficiente para que les diese tiempo a llamar a la policía y prepararle una emboscada. Naruto sonreía con la idea de robar el “ojo de halcón”, una de las mayores gemas del mundo. Tal vez también sonreía por el hecho de conocer por fin al hombretón contratado por la policía. Estaba seguro de que ese nuevo hombre, Uchiha, no conseguiría nada.

 

 

 

 

Esa noche, en casa de los Haruno, se celebraba una fiesta en celebración de los veinte años que cumplía su heredera, Sakura Haruno. La familia había sabido llevar muy bien la amenaza del Zorro Negro para que nadie a parte de ellos supiese que el ladrón actuaría esa noche. Pudieron seguridad alrededor de la piedra “Ojo de halcón” y contrataron a policías, que se infiltraron entre los invitados de la fiesta.

 

Naruto era uno de los invitados. Estaba recostado sobre la pared, al lado de la mesa de la comida. Observaba con una sonrisa el escenario. Había descubierto ya a cinco policías infiltrados, entre ellos, al jefe de policía. Tenía la esperanza de que ese detective se encontrase también entre los invitados, pero como no le había visto la cara, esperaba que algún policía hiciese algún movimiento sospechoso con alguien, hecho que delataría al detective a los ojos de Naruto.

 

De pronto, descubrió a una mujer que se encontraba cerca de él. Hacía exactamente lo mismo; observaba, persona por persona, a todos los invitados, y parecía sacar las mismas conclusiones que él. Naruto sintió curiosidad y se acercó a ella.

 

-Buenas noches. – saludó, cortésmente, con una sonrisa. La chica gruñó y siguió observando alrededor. Parecía agobiada. - ¿La ha dejado plantada su cita?

 

-Controle sus palabras, conde Naruto. – gruñó con una voz áspera, girándose hacia el recién llegado. – No tolero que nadie me hable así.

 

-Oh, le ruego que me disculpe, madame. – Naruto sonreía cada vez más. Le estaba gustando el juego.

 

-Si no tiene otra cosa más para hacer que molestarme… - la chica seguía mirando alrededor. Naruto tenía razón, estaba clasificando a los invitados. Buscaba a alguien. Y ese alguien… una nueva frase de la mujer interrumpió sus pensamientos y le devolvió a la realidad. - ¿Es que tengo algo en la cara?

 

-No, por favor. Su cara es perfecta… - concedió Naruto. – No, simplemente me preguntaba qué estaría buscando una mujer tan hermosa como usted en una fiesta como esta… - su tono denotaba ironía. Se estaba burlando de ella. Ella lo notó, y por fin se giró a ver a Naruto a los ojos.

 

El rubio se quedó sin respiración. Su rostro no era delicado, pero sí tenía un gran carácter sensual. Sus labios, levemente pintados, eran carnosos y estaban entreabiertos, mostrando un poco sus dientes, blancos como la nieve pura. Su nariz era un poco respingada, pero sin llevar a ser horrorosa. Sus ojos eran negros completamente, un color que a Naruto le llegó a dar escalofríos. Las mejillas estaban un poco sonrojadas, pero el rubio pudo deducir que se trataba por el maquillaje. Su pelo era oscuro y estaba recogido en una especie de moño alto, dejando a la vista la maravillosa nuca de la chica.

 

-¿Me recompensaría la compañía con su nombre? – preguntó Naruto. Nunca se imaginó en esa situación, siendo seducido por una mujer…

 

-No. – sus ojos se volvieron más negros. Parecía como si ella descartara a Naruto sólo observándole por encima. Naruto tragó saliva.

 

-Si no deja de mirarme así, acabaré enamorándome de usted, y no sería adecuado teniendo en cuenta que no sé quién es…

 

Un brillo de júbilo apareció un segundo en el rostro de la dama. Sonrió triunfante.

 

-¿Quería preguntarme algo, señor?

 

-La verdad es que sí… - tosió, observando alrededor y asegurándose que nadie les estuviese escuchando. Reconoció a uno de los policías infiltrados observándoles con una mueca; pensó que se trataría de alguien que había caído en los encantos de la mujer igual que él y que estaría celoso.

 

-Sé que las mujeres soléis estar muy enteradas de todo lo que ocurre. – ella pareció reírse con el tono que puso Naruto, como haciéndose el interesante. – También sé que no dais a conocer estos secretos tan fácilmente pero…

 

-Déjelo ya, señor. Simplemente pregunte. No soy como todas esas mujerzuelas…

 

-Muy bien. Quiero saber información sobre Sasuke Uchiha.

 

Ella le observó unos segundos con los ojos abiertos por la sorpresa, y después sonrió.

 

-Bueno, una conversación, una pregunta. Dígame, ¿qué es lo que quiere saber de él?

 

Naruto sintió como si le acabasen de poner miel en la boca; un rico sabor dulce. Tenía ante él un pozo de conocimientos infinito. Sabía que esa mujer conocía bien al Uchiha y podría proporcionarle buena información. De la misma manera, sabía que sólo tendría una oportunidad. Sólo una pregunta. Debía preguntar adecuadamente.

 

Podría preguntar por su aspecto, pero estaría evitando muchas otras preguntas importantes. ¿Sobre su origen? No le importaba su origen, sólo le interesaba saber porqué era tan importante para la policía… O… La verdad es que no sabía qué tenía que preguntar. Finalmente, preguntó lo que le proporcionaría más pistas para descubrirlo.

 

-¿Qué edad tiene?

 

Ella sonrió.

 

-¿Usted cuantos cree?

 

-Treinta. – respondió, sin pensárselo mucho.

 

-Eso es lo que el periódico le ha hecho creer. Un señor hecho y derecho. Un buen detective… Pues no, señor conde de los ojos azules. Debo admitir que no tiene esa edad.

 

-¿Cuántos? – su tono dejó de ser juguetón para volverse impaciente. Ella sonrió; había caído en su trampa.

 

-Quince.

 

-Quince… - susurró el rubio, sin poder creérselo. Debía de ser un genio. Ese Uchiha…

 

-¿Y el Zorro?

 

-¿Eh? – Naruto notó que el sudor frío empezaba a empaparle la frente.

 

--Creía que era un intercambio equivalente. Usted me ha hecho una pregunta. Yo merezco hacerle otra… - la mujer parecía muy confiada. Naruto asintió.

 

-¿Cuántos años tiene el Zorro Negro?

 

-Eso nadie lo sabe… - Naruto sonrió avergonzado. Nunca se habría imaginado ese tipo de pregunta, y supuestamente, el Zorro era un misterio para todo el mundo. Ella no pareció querer escuchar sus excusas.

 

-¿Te rehúsas a responderle a una dama?

 

-Veinte.

 

Ella sonrió, triunfante.

 

-Qué casualidad… Usted también debe tener unos veinte… - sonrió. Empezó a bajar el tono de voz, volviéndolo más… sensual. – Además, tiene una figura atlética excelente para hacer lo que hace el Zorro Negro… - lo tenía contra la espada y la pared. Se acercó a su cuerpo y le acarició los abdominales, reteniéndolo y cortándole la respiración, como una serpiente a punto de ahogar a su víctima.

 

-Eso no quiere decir nada. Usted también podría ser Uchiha… - sonrió, apartándose de ella.

 

-¿Cuántos años cree que tengo? – rió.

 

-Podría tener quince perfectamente…

 

-¡Qué maleducado! – aumentó el tono de voz, para que los invitados que tenían cerca pudieran oírla. – Preguntarle su edad a una dama… ¡Menudo agravio! – le sonrió socarronamente. Naruto intuyó el peligro en su mirada.

 

De pronto, se fue la luz.

 

Los invitados gritaron aterrorizados.

 

La dama alargó su brazo con fuerza, para intentar agarrar al rubio; él no estaba. Gruñó disconforme y empezó a correr hacia la sala del “ojo de halcón”. Mientras corría, dejó atrás los zapatos de tacón, que no eran recomendables para ese ejercicio. Finalmente, llegó a la sala de la joya, donde el ladrón, ocultando su rostro con una máscara y su ropa con una capa negra enorme, le sonreía desde las alturas, agarrado a una escalera que subía por el techo de cristales roto hasta un zeppelín y con la joya de la familia en la mano.

 

-¡Maldito! – gritó colérica.

 

-Me encanta su rostro cuando está enfadada, Madame. – sonrió el ladrón. – Debo decir que tengo que marcharme, pero tenga por seguro que sino fuese esta la situación, me tomaría una copa con usted. – a continuación, le envió un beso con un movimiento de manos, le guiñó el ojo y se marchó.

 

La dama gritó de furia y volvió al salón, donde la luz había vuelto y los incompetentes de Scotland Yard se abrazaban entre ellos, temerosos.

 

-¡Uzumaki! ¡Naruto Uzumaki! – gritó ella furiosa. Al comprobar que no aparecía, sonrió. ¡Le había pillado!

 

-Qué gran honor que una gran dama chille mi nombre así. – de pronto, de debajo de la mesa, apareció Naruto, un poco despeinado. Ella le observó, patidifusa, con la respiración cortada. – Oh, no me mire de esta forma, por favor… - susurró, apenado. – Tenía miedo y me oculté debajo de la mesa. ¿Alguien puede culparme?

 

Le gruñó y se marchó hacia otra sala, echando chispas. Naruto se puso a reír. Justo a tiempo, pensó.

 

 

 

 

En otra sala, la dama se tiraba sobre la cama y empezaba a pegar el cojín con el puño. ¡Qué rabia! Si Naruto Uzumaki no hubiese aparecido después del robo de la gema, tendría la prueba perfecta de que se trataba del ladrón. Podría entrar en su casa, descubrir los tesoros robados, y acabar el caso. Después de todo, había estado toda la noche acosándola.

 

Se incorporó en la cama y se sacó el moño, una especie de peluca que llevaba enganchada. Se sacó los clips que llevaba en el pelo para sujetar el moño y se levantó, sacándose el vestido y descubriendo un cuerpo de hombre.

 

 

 

 

 

Naruto estaba preocupado. Necesitaba saber porqué el detective Sasuke Uchiha no se había presentado a la fiesta de los Haruno. Si su intención era capturarle, ¿porqué no ir a la escena del próximo crimen? Necesitaba respuestas, y como no las obtuviese rápido se volvería loco.

 

Salió de su casa y se dirigió directamente al departamento de policía, usando su cargo político para entrar. Se dirigió directamente al despacho del jefe y entró.

 

-Buenos días, señor. Vengo a solicitar información sobre Sasuke Uchiha.

 

El jefe, un hombre con bigote negro y gran barriga empezó a sudar.

 

-No… no puedo darle la información que solicita, señor…

 

-¿Es acaso que no me conoce, señor? – Naruto puso un tono de voz de enfado. - ¿No está enterado usted de mí cargo?

 

-¡No! – el hombre se asustó. – Sé perfectamente quién es, señor Uzumaki, pero… Pero… es… información confidencial. No puedo…

 

-A ver… - Naruto se apoyó en la mesa, para tener más cerca la cara del hombre. – Si no quiere que explique a los medios de comunicación la auténtica edad del “hombre” Uchiha, más te vale que me digas todo lo que sabes.

 

El hombre asintió con la cabeza y nervioso empezó a buscar algo en su cartera. Naruto se le quedó mirando, molesto.

 

-Es… Es el último miembro de una familia bastante poderosa de Francia… Él es muy inteligente, ha resuelto muchos casos y… - pareció encontrar lo que buscaba en su maleta. Cogió una fotografía y se la pasó a Naruto. – Ésta es su fotografía.

 

Naruto la sostuvo en la mano unos momentos.

 

-No puede ser…

 

 

 

 

La dama del pelo negro había acudido a otra fiesta donde aparentemente la familia había recibido una tarjeta del Zorro Negro. Estuvo esperando casi toda la noche, sacándose de encima a varios pesados. Su humor estaba empeorando por momentos. Creía que Naruto Uzumaki era el ladrón, pero ni siquiera se había presentado esa noche a la fiesta. Tal vez simplemente odiaba no tener compañía.

 

A medianoche se apagaron las luces.

 

Sasuke ya sabía lo que ocurriría después.

 

Se sacó los zapatos de talón y empezó a correr hasta la sala donde estaba la gema. Antes de llegar, un desconocido salió de un pasillo detrás de él, le agarró por los brazos y lo atrajo a otro pasillo, oscuro. Le tapó la boca con un paño con cloroformo y esperó a que la dama se desmayase en sus brazos.

 

 

 

 

La dama abrió los ojos lentamente. La luz del sol la cegaba. Notó que estaba estirada en una cama, demasiado cómoda para ser de alguien de clase baja. Intuyó entonces que el que le había hecho perder el sentido no había sido un vulgar ladronzuelo de calle baja. Cerró los ojos de nuevo y suspiró. Notó su pelo revuelto y pudo ver a su derecha el moño de pega, suelto. Su vestido también estaba abierto, mostrando su blanca piel.

 

Miró hacia la izquierda. Había una ventana abierta; ya era de día. Las cortinas eran bonitas y caras, de buen gusto. Había una mesita con una taza de café caliente y una silla… allí estaba Naruto Uzumaki, de espaldas a él, observando por la ventana.

 

-¿Qué has hecho…? – preguntó. La voz le salió más ronca de lo que pensaba.

 

-Empecé a investigar a Sasuke Uchiha. – susurró el rubio, sin girar a mirarle. No podía ver su rostro, pero le pareció que estaba triste. – Conseguí una foto de él y no me podía creer lo mucho que se parecía a ti. Decidí organizar un nuevo robo para que fueses a la fiesta y cuando por fin te vi, entre todo el lío que había, decidí llevarte. No creí que fueses Uchiha…

 

-¿Y ahora…?

 

-Eres un hombre. – susurró, girándose hacia él / ella.

 

-Por eso me has sacado el vestido… - no era una pregunta. Naruto asintió.

 

-Eres Uchiha Sasuke… - susurró. El moreno asintió. – Quiero hacer un trato contigo. – La mirada de Naruto se endureció. Sus ojos azules se clavaron en los negros de Sasuke, provocando un escalofrío en ellos.

 

-Dime.

 

-Te quiero esta noche.

 

-¿¡Qué!? – Sasuke estaba visiblemente asustado y sus mejillas habían enrojecido.

 

-No, no digo para eso. – recalcó, sonrojado también. – No, Dios, no. Quiero… quiero que me acompañes hoy por la noche. Por favor. – El rubio se levantó y se sentó en la cama donde estaba estirado el moreno. Le acarició levemente la mejilla y sonrió. Sasuke se sentó encima de la cama y le observó a los ojos. Parecía sincero.

 

-De acuerdo.

 

Naruto sonrió con ganas y sus ojos se iluminaron. Se levantó de un salto y le observó, con las manos en jarras.

 

-Muy bien. Ahora, si quieres, te haré el almuerzo y luego saldremos juntos a pasear.

 

Al moreno se le contagió la sonrisa del rubio.

 

Así lo hicieron. Naruto le preparó a Sasuke un plato de huevos fritos y un zumo y se lo llevó a la cama. Estuvieron bromeando un rato sobre las preferencias sexuales de Naruto al haberlo desnudado y luego ambos se vistieron y salieron a la calle. Pasaron por muchas tiendas; de ropa, donde decidieron comprarse algunas prendas, de pasteles, donde Sasuke aclaró que odiaba los dulces y Naruto se compró un panecillo dulce, y hasta en una barbería, donde Naruto se recortó un poco las puntas mientras Sasuke se reía de él.

 

¿Era posible enamorarse de una persona en un día?

 

Al final del día, Naruto le pidió a Sasuke volver a casa. Una vez allí, Naruto se vistió de Zorro Negro, mientras daba a Sasuke un traje negro para que se pusiera. Le entregó también una capa y una máscara parecida a la suya.

 

-¿Quieres que vaya contigo a robar? – preguntó Sasuke, molesto. Naruto le hizo callar poniéndole un dedo en los labios.

 

-Me has prometido que vendrías. – El moreno no tuvo más remedio que asentir con la cabeza y ambos subieron al zeppelín.

 

Sobrevolaron las oscuras calles de Londres hasta llegar a casa de los Hyuga, otra de las familias ricas de la ciudad. Naruto le pidió que esperara unos segundos, hasta que las luces se apagasen gracias a un mecanismo que dejaba. Rompió la claraboya de cristal y entró con Sasuke, bajando la escalera del zeppelín hasta el suelo también.

 

-Coge la joya. – pidió el rubio mientras se cruzaba de brazos.

 

Sasuke le observó con el ceño fruncido.

 

-No pienso robar una joya.

 

-¿Es que acaso quieres que te deje aquí y diga que tú eres el Zorro Negro? – ante la amenaza, Sasuke se aproximó a la joya. – Agáchate cuando la cojas. Tiene una trampa que lanza flechas. – Dicho y hecho. Si Sasuke no se hubiese agachado al coger la gema, hubiese muerto. La agarró y saltó la alarma. Ambos subieron por la escalera.

 

-¡Alto, ladrón! – gritaron los recién llegados. Naruto les guiñó un ojo.

 

-Quería presentaros a mi nuevo compañero, el halcón. – sonrió, señalando a Sasuke. - ¡Qué os vaya bien! – Y ambos desaparecieron en la oscuridad, llevándose el tesoro.

 

 

 

 

 

 

-¿¡Cómo has podido meterme en esto!? – Sasuke estaba verdaderamente furioso.

 

-Oh, vamos. Ahora vas a decirme que no te has divertido robando. – A diferencia de Sasuke, que se encontraba dando vueltas como un loco, Naruto estaba sentado cómodamente en el sillón, observándole.

 

-¡Te has vuelto loco! ¡Me largo!

 

-No. – cortante.

 

-¿No? – Sasuke se giró lentamente. Algo no encajaba del todo bien, y Sasuke temía conocer la respuesta.

 

-No, no puedo permitir que te vayas. – la sonrisa de Naruto era triunfal, dejando entrever su blanca dentadura. Observó a Sasuke con orgullo, como si hubiese estado esperando ese momento durante toda la noche y por fin se hubiese cumplido su fantasía. La realidad se aproximaba bastante a esa idea…

 

A Sasuke, el mundo se le vino abajo con esas palabras.

 

-¡Me lo prometiste!

 

-Pero no puedo dejarte marchar ahora que conoces mi secreto… - la sonrisa de Naruto creció y observó al moreno con un brillo juguetón en los ojos.

 

-Pero fuiste tú quien… - Las acciones del anterior día giraban en la cabeza de Sasuke y los hechos y las palabras empezaban a encajar como si de un rompecabezas se tratase. Entonces, y sólo entonces, lo comprendió. - ¡Lo tenías todo planeado! ¡Naruto Uzumaki, lo planeaste todo para no dejarme marchar desde buen principio!

 

Naruto se levantó, haciendo un gesto de indiferencia con las manos.

 

-Efectivamente, detective Sasuke Uchiha… - sonrió todavía más.

 

-Yo… bajé la guardia… - bajó su cabeza, derrotado. Naruto puso la cabeza de Sasuke en su propio hombro, como consolándole con un abrazo paternal. – Me has… engañado… - susurró.

 

-Al fin y al cabo… soy el Zorro Negro, ¿verdad? Y ahora te acabo de robar a ti con un inteligente juego de manos…

 

-Embustero.

 

-Yo prefiero llamarme… triunfador…

 

 

 

 

 

Pues la cosa no se iba a quedar así, no señor. Sasuke se dirigió al cuarto que le había dado Naruto y se esperó – oyendo en la puerta – que el rubio se alejase. Sonrió con orgullo; a él nadie le encerraba, y menos un ladrón de poca monta. Bueno, el Zorro Negro no era un ladrón de poca monda precisamente, pero se iba a arrepentir de haberle encerrado. Abrió la ventana e hizo una especie de cuerda con las sábanas. La ató bien y bajó por esa cuerda improvisada hasta la calle.

 

Ya era libre.

 

-¡El Zorro!

 

-¿Qué?

 

Sasuke se giró hacia donde venían los gritos. Había un grupo de personas observando a alguien en mitad de la plaza. Se acercó a ellos y comprobó qué era lo que miraban. Un hombre con capa vestido de negro y con máscara estaba robándole la cartera a una señora, que le gritaba y le pegaba. La gente no se atrevía a mover, observaban callados como el hombre salía corriendo.

 

Sasuke no se lo pensó dos segundos y salió a correr detrás de él.

 

Cuando el ladrón se dio cuenta de su perseguidor, entró en un callejón y esperó a que entrase el otro para cortarle el paso.

 

-¿Te atreves a seguir al Zorro Negro? – preguntó el ladrón.

 

-Tú no eres el Zorro Negro. – Sasuke parecía muy seguro, sentimiento que hizo dudar al “falso” Zorro Negro.

 

-¿Qué te hace pensar eso? – preguntó con interés el desconocido.

 

-La ropa… la ropa es ligeramente diferente. La voz… la voz no se parece en nada, la tuya es mucho más fuerte, la del Zorro Negro, en cambio, es más suave y más teatral… El Zorro Negro está un poco menos musculoso que tú y… - Sasuke tragó saliva. – El Zorro Negro me hubiese reconocido.

 

-Bueno, creo que me has pillado… Mi nombre es Madara. – desveló el desconocido, sacándose la máscara y enseñándole su rostro a Sasuke. Se trataba de un hombre de unos cincuenta años, en buen estado físico, con el pelo negro y los ojos oscuros. – Y ahora que conoces mi identidad… no puedo dejarte ir…

 

Sasuke golpeó una piedra con el pie, frustrado.

 

-¡Es la segunda vez que me lo hacen hoy!

 

-Entonces supongo que ya sabrás lo que viene ahora… - susurró el hombre, sacándose un pañuelo del bolsillo y mojándolo con una botella de cloroformo. Sasuke suspiró, cerró los ojos y se dejó hacer.

 

-No seas demasiado rudo en el transporte, gracias…

 

 

 

 

Mientras tanto, Naruto leía el periódico. En él, había una noticia sobre la desaparición del detective Sasuke Uchiha, y mucho decían que había sido el Zorro Negro, que había acabado con su vida. Esa parte de la historia no le gustó nada.

 

Se acabó su té, se levantó de la silla y fue en busca de Sasuke, para mostrarle la noticia del periódico, que seguro que le causaría gracia. Llamó tres veces pero nadie le contestó. Finalmente, se decidió a abrir la puerta; la habitación estaba vacía y las ventanas estaban abiertas.

 

-¡Ese chico…!

 

Gruñó de molestia y decidió salir a la calle a buscarlo. No podía estar demasiado lejos.

 

-¿Señor Uzumaki? – Naruto se giró, se trataba de una vecina. – Suerte que está usted aquí… ¡Ha aparecido el Zorro Negro en plena luz del día y le ha robado su cartera a una señora! Haga algo, por favor… - Naruto se sorprendió; no recordaba que fuese sonámbulo… Después recordó que no había dormido y reconoció que quizá se tratase de un imitador.

 

-Sabe si… - tenía que preguntarlo. - ¿Sabe si un chico de unos quince años le ha estado siguiendo? – la mujer asintió.

 

-Sí, parecía jugar muy bien a los detectives…

 

-¡Maldita sea! ¡Ése mocoso…!

 

-¿Es que acaso era su hijo, señor Uzumaki? – preguntó inquieta la mujer.

 

-No, no… Un primo, es un primo… - “Buena excusa”, pensó. La mujer no pareció creérselo. – Es un poco rebelde y se ha escapado de casa. Lo que no esperaba es que se marchase detrás del primer ladrón que encontrase… A este chico le gusta demasiado la aventura… - sonrió. – En fin, me voy a buscarle. Gracias.

 

La vecina le sonrió, enamorada.

 

 

 

 

 

Cuando Sasuke abrió los ojos, descubrió que se encontraba en lo que sería una antigua celda de castigo. El suelo y las paredes eran de piedra gris y parecía haber mucha humedad. Se descubrió a sí mismo inmovilizado por unas cadenas que le rodeaban el torso y le mantenían los brazos pegados a la espalda. Sus pies también parecían estar atados.

 

Debía reconocer que “el despertar” con Naruto de después del cloroformo había sido mucho mejor que “el despertar” con Madara de después de la misma sustancia.

 

Madara observó como el chico despertaba y habló.

 

-¿Cómo te llamas? – preguntó.

 

El moreno se pensó unos segundos si desvelarle su nombre o no. Finalmente, no encontró ningún motivo para mentir y lo desveló.

 

-Sasuke.

 

-Oh, lo sabía… - la sonrisa del sujeto se ensanchó. - Eres famoso, sales en los periódicos. – alegó, enseñándole al menor la página del periódico que estaba mirando. – Tal vez podría pedir una recompensa por ti…

 

-No creo que te diesen demasiado…Actualmente sólo soy un maldito crío que no tiene familia de la que vivir y que se ha de buscar la vida trabajando. Los que podrían darte más recompensa por mí serían los policías, pero dudo que den algo por mí tras no haber sido capaz de desvelar la identidad del ladrón. Seguramente, querrán ahorrarse un sueldo y será por eso que los medios han conocido tan rápido la noticia de mi desaparición.

 

-Qué gracia, no pareces de los que hablan mucho. Me siento emocionado… - susurró el mayor, teatralmente.

 

Sasuke le frunció el ceño. Madara pareció meditar unos momentos.

 

-Antes has asegurado conocer al auténtico Zorro Negro… – Sasuke sintió un escalofrío. - ¿Cuánto me daría él por ti…?

 

-No te hagas ilusiones, sólo somos conocidos. – alegó. – Y creo que él también se alegraría de perderme de vista. Sólo represento un peligro para su identidad oculta.

 

-Pues entonces haremos un trato tú y yo… - Madara sonrió. – Pareces un chico listo… Si me desvelas la auténtica identidad del Zorro Negro, te dejaré ir vivo. ¿Qué me dices? Tú vida a cambio de una patética información… Me parece un trato más que razonable…

 

-Entonces ya me puedes ir matando porqué no pienso desvelarte nada.

 

El secuestrador gruñó de molestia por las palabras del menor y pateó fuertemente su estómago, provocando que Sasuke vomitase una gran cantidad de sangre. Madara se marchó, cerrando la puerta con llave tras de sí y Sasuke se quedó en el suelo, en posición fetal, con los ojos cerrados y deseando que la pesadilla se acabase.

 

 

 

 

 

 

Dos días pasaron. Sasuke no había recibido nuevas noticias de Madara. Estaba cansado, tenía hambre y necesitaba una buena ducha. Extrañamente, sus primeros pensamientos no fueron dirigidos a sus familiares murtos, ni a ninguna chica en especial. Su cabeza repasaba sin cesar las imágenes de Naruto Uzmaki, sus gestos, sus sonrisas, sus palabras… Las sensaciones que sintió al estar con el rubio llenaron de nuevo el cuerpo del moreno, impidiéndole morir.

 

Seguidamente, se preguntaba qué estaría haciendo el rubio o porqué no estaba salvándole.

 

Finalmente, recordaba que no era ningún vínculo importante para Naruto, y lloraba.

 

No soltaba lágrimas, ya que le era imposible debido a su orgulloso carácter, pero sentía como su corazón y sus intestinos se hacían pequeños, se enredaban, le dolían y notaba como si la garganta se le apretase. Odiaba sentirse débil, pero los sentimientos de un amor no correspondido le hacían sentir cada vez peor.

 

Al tercer día, Madara volvió a aparecer en la celda.

 

-Tenía la esperanza de que alguien viniese a por ti y pudiese pedir una recompensa, pero me temo que tenías razón. – Sasuke le observó a los ojos. – Nadie te busca. Nadie te necesita. Nadie te quiere.

 

El moreno menor asintió lentamente.

 

-Pero…

 

-¿Eh?

 

-Sí que hay un servicio que puedo ofrecerte… - susurró.

 

-Oh, eso ya me gusta más. – Madara se arrodilló al lado de Sasuke, que seguía tumbado en el suelo en posición fetal.

 

-Todavía tengo mi cuerpo… Puedo… convertirme en tu compañera…

 

El ladrón estalló en risas.

 

-¡Eso sí que es bueno! ¿Y cómo pretendes hacerlo, señor “no te diré nada porqué soy orgulloso”? ¿Te das cuenta de las estupideces que dices? – su tono de voz denotaba burla.

 

-Puedo… puedo disfrazarme de mujer… se me da bien… Puedo… ayudarte en tus robos durante las fiestas…

 

-¿Por qué has cambiado ahora de parecer? – preguntó ya más serio. Sasuke se encogió de hombros.

 

-Necesito sobrevivir.

 

-Entonces… ¿Te ofreces también a ser mi compañero de cama? – El cuerpo del menor se estremeció. No se esperaba una pregunta como esa y realmente tampoco sabría como responder. Su orgullo estaba muy por encima de todo eso y le había costado tres días pedirle a Madara ser su compañero en las fiestas. ¿Podría él…? – Sólo bromeaba, chico. ¡Tendrías que haber visto la cara que has puesto!

 

Sasuke se relajó.

 

- No estoy interesado en hombres… - Madara se levantó, observando al menor desde arriba. - Acepto tu propuesta.

 

-Yo… creo que sería bueno… ir a una fiesta donde atacase el Zorro Negro… - susurró.

 

-¿Por qué crees eso?

 

-Porqué… puedes robarle el botín… en su cara… Y eso es todavía más interesante. – Los labios de Madara formaron una gran sonrisa.

 

-¡Eres listo, chaval! – se carcajeó, aplaudiendo repetidas veces. - Juntos vamos a hacer grandes cosas, lo intuyo… Levántate, te arreglaremos para la ocasión.

 

Madara permitió a Sasuke ducharse. Después, entre los dos lo prepararon. Sasuke llevaba una peluca rubia, de pelo rizado que le llegaba por los hombros. Su cara había quedado perfectamente maquillada y Madara le había dado un vestido que le quedaba perfectamente bien. Con maquillaje cubrieron también un moratón en la frente que le había hecho Madara a Sasuke cuando le había llevado hasta su celda medio inconsciente.

 

-Te ves perfecto. – el mayor sonrió. – Sé de buena pasta que el Zorro Negro piensa atacar hoy la casa de los Miura, en el este de la ciudad. Tal vez debamos presentarnos en la fiesta que celebran, ¿cierto? – Sasuke asintió. – Pues vayamos…

 

 

 

 

 

 

Últimamente, Naruto no había parado de robar joyas y amuletos. Ni él mismo sabía el motivo del incremento de los robos, pero era o porqué tenía una angustia que sólo se le pasaba con eso o porqué guardaba secretamente las joyas a parte por si algún día le pedían un rescate por Sasuke.

 

Internamente, había estado muy preocupado por ese pequeño detective. Bueno, si le oyera Sasuke, se enfadaría… Vamos a dejarlo en “joven detective”.

 

Se coló en la fiesta de los Miura y esperó a que su mecanismo funcionase y se fuese la luz.

 

Los invitados hablaban entre ellos. Algunos, incluso bailaban al son de la música del cuarteto que había contratado la familia para la ocasión. Naruto, sencillamente estaba situado al lado de la comida, como solía hacer, pasando desapercibido y controlando a los invitados.

 

De pronto, dejando callados a todos los invitados, aparecieron dos personas en la puerta. El hombre, era moreno, alto, de unos cincuenta años y estaba musculoso. Sus ojos buscaban en la sala alguna puerta por la que poder acceder a la joya guardada. Naruto pensó que sería un avaricioso. La mujer que le acompañaba era rubia, tenía los ojos negros y... realmente le pareció una de las mujeres más bellas que había visto.

 

Aunque, verdaderamente, Sasuke le parecía más atractivo.

 

La mujer estaba demasiado pálida, con un gran exceso de maquillaje en el rostro. Se le podía ver un pequeño moratón en la frente cubierto de polvos, intentando disimularlo. Naruto pensó que seguramente el marido sería un maltratador. La mujer, además, tenía la mirada baja, como temerosa.

 

-Buenas noches. – saludó la anfitriona. El hombre le sonrió, alegre por la bienvenida. Ella, simplemente asintió con la cabeza.

 

Naruto la observó durante toda la fiesta. La veía tan… débil, tan… rota…

 

No pudo quitarle los ojos de encima. Tenía ganas de protegerla de lo que le estaba dañando, de protegerla del marido que tenía, que seguramente se emborrachaba y pagaba sus desgracias con ella. Cuando el moreno que la acompañaba se marchó un momento al baño, Naruto aprovechó para acercarse a ella.

 

-Bonita noche…

 

-Es horrible. – susurró ella, sin mirarle a los ojos, como si las baldosas del suelo fuesen la cosa más importante del mundo. No se atrevía, realmente, a mirar al rubio a la cara.

 

-Se ve hermosa, señorita… - Naruto intentó animarla, pero ella pareció molesta y frunció el ceño.

 

-¿Le dices lo mismo a todas?

 

-Oh, perdóneme, no sabía que la estaba ofendiendo… - Naruto no sabía muy bien como lidiar con ella. – Esto… su marido y usted… esto…

 

-No es mi marido. – respondió en un tono demasiado frío.

 

-¿Prometido?

 

-Tampoco.

 

-¿Hermano?

 

-No, se trata de mi secuestrador. – susurró. Naruto bufó, creía que le estaba tomando el pelo.

 

-Oh, interesante… ¿Y normalmente la tiene atada a la cama?

 

-No, duermo en una antigua celda de piedra. – respondió. Naruto se relajó un poco; si ella estaba bromeando, sería que le aceptaba como compañía y que quería hablar con él. Naruto siguió con sus preguntas, como si se tratase de un juego.

 

-¿Y por qué la ha dejado salir esta noche…?

 

-Esto no es un juego. – gruñó ella, levantando por primera vez el rostro. Su mirada empezó por la pierna del rubio y fue subiendo por su vestidura hasta llegar a su clavícula, donde se quedó. Naruto suspiró; estaba cansado.

 

-¿Cuál es su nombre…?

 

-¿Me lo estás diciendo en serio? – la ira empezaba a ponerse en las finas facciones de la mujer.

 

-Por supuesto.

 

-Entonces eres más estúpido de lo que creía… - susurró  con odio ella.

 

Naruto estuvo a punto de responderle y perder los estribos, pero de pronto la luz de apagó. Había llegado el momento.

 

Iba a alejarse, cuando la mano de la dama le agarró fuerte la camiseta.

 

-Llévame contigo.

 

-¿Eh? – Naruto ya no entendía nada. – Mire, si tiene miedo a la oscuridad, puede…

 

-¡Llévame contigo, maldita sea! Secuéstrame esta noche, Naruto Uzumaki… - y seguidamente, le besó. El rubio estuvo tan sorprendido, que no reaccionó.

 

-Eh….

 

Ella entonces le agarró de la muñeca y empezó a correr por el pasillo donde supuestamente estaba la joya. Oyó la voz de Madara a sus espaldas, enfadado.

 

-¿Sasuke? ¡Sasuke! ¿¡Qué es lo que ocurre ahora!?

 

Naruto reaccionó.

 

-¿Sasuke? ¿Sasuke está en la fiesta? ¿Dónde está…?

 

-Lo tienes agarrándote de la muñeca, zoquete.

 

Naruto se detuvo, deteniendo también a la chica. No podía ver a causa de la oscuridad,  así que no tenía ni idea de cuál era el carácter del moreno en ese momento, pero intuyó por la voz que estaba enfadado. Fue entonces, cuando en un arrebato, le abrazó.

 

-Sasuke… Yo… estaba preocupado…

 

-No viniste a por mí. – reprochó.

 

-¡No sabía por donde empezar la búsqueda! Empecé a robar más… para… ¡Y yo que sé! Para poder verte, o para dar un rescate, o para… no lo sé. Sasuke, por favor, perdóname. Yo… estos días me he dado cuenta de que me lo paso bien a tu lado…

 

-Eres un lento.

 

-¿Eh?

 

A causa de la falta de luz, Naruto no podía descubrir bien qué sentimientos estaba mostrando su compañero.

 

-Eres lento. Si quieres ser un buen ladrón, acompáñame, robemos rápidamente la joya y salgamos de aquí. – El rubio asintió.

 

-Juntos.

 

Ambos corrieron hasta donde se encontraba la gema y tal y como habían hecho anteriormente, se despidieron del público y salieron volando con el zeppelín del rubio. Al llegar a casa de Naruto, ambos se quedaron en la azotea, contemplando las estrellas.

 

-¿Qué has hecho estos tres días? – preguntó Naruto.

 

-Realmente, nada. Sólo pensar. No sabía porqué, pero… sólo podía pensar en ti…

 

-Es que soy un conde encantador. – rió el rubio. Sasuke sonrió.

 

-Nos notarán a faltar en la fiesta.

 

-Ya daremos una excusa. A mí me da igual.

 

-…

 

-¿Cómo fue lo de la cabeza? – preguntó el rubio.

 

-¿Lo de la cabeza? – Naruto le señaló el moratón de la frente.

 

-¿Él te pegó?

 

-Sí, pero no en la frente. Esto es del transporte. – rió. – Si otra vez soy secuestrado… creo que prefiero que lo hagas tú.

 

-¿Fuiste secuestrado? – el moreno asintió. – Pensé que tú habrías seguido voluntariamente al ladrón…

 

-Y fue así, pero él siguió tu mismo truco.

 

-¿Mi mismo truco?

 

-Déjalo, eres demasiado zoquete y no quiero enfadarme esta noche. – Sasuke sonrió, observando la ciudad que tenía a sus pies. - ¿Crees que… podemos llegar a… enamorarnos?

 

Naruto se giró rápidamente a observar su rostro, sonrojado y asustado por la pregunta.

 

-¿¡Qué!?

 

-A mí me gustas.

 

-Sasuke… tanto vestirte de mujer, te está afectando…

 

-Oh, no seas cruel. – rió. – No quiero decir que vayamos a ser como una pareja de enamorados de universidad, pero… No sé, creo que podríamos llegar a tener algo…

 

-Yo no sé como tienen sexo dos hombres… - susurró el rubio. Sasuke le dio un pequeño golpe en la cabeza.

 

-Tener algo no es simplemente tener sexo. Podemos tener amor sin necesidad de tener sexo. No todo en esta vida es sexo…

 

-Estos tres días te han cambiado mucho. – comentó Naruto con una sonrisa. Le cogió la mano y las alzó ambas, como si quisiera llegar a tocas las estrellas con ellas. – Me gusta el cambio…

 

Sasuke se temió que hubiese un “pero”.

 

-¿Pero? – preguntó. Naruto sonrió al sentirse pillado.

 

-También me gustaría probar el sexo contigo.

 

-¿Crees que dos hombres pueden tener sexo? – ahora era Sasuke el que le estaba tomando el pelo.

 

Naruto hizo un berrinche y ambos se echaron a reír.

 

-Esta noche… me encuentro generoso. – susurró el moreno. Naruto le observó. – ¿Te gustaría probar el sexo entre hombres esta noche, Naruto? – el rubio se sonrojó de vergüenza. Finalmente, asintió.

 

Ambos llegaron a la cama y una vez ahí, ambos de pie, se besaron. Fueron unos besos un poco inexpertos, pero transmitían perfectamente sus emociones. Poco a poco se fueron empujando, hasta quedar los dos estirados en la cama. Aún así, seguían besándose, ya más provocativamente.

 

Sasuke se sacó el vestido, lanzándolo sobre cualquier sitio y se sacó la peluca, sonriéndole al rubio. Éste se sacó sus ropas, quedándose únicamente en ropa interior, como el moreno. Ambos siguieron besándose, intercambiando gemidos o risas de nerviosismo por momentos.

 

-¿Y ahora? – preguntó el rubio.

 

-Ahora esto… - Sasuke le bajó la ropa interior y empezó a lamer su miembro. Rápidamente, el rubio le apartó.

 

-¡Eso es asqueroso! – Sasuke le apartó de un manotazo y siguió con su tarea de lamer el miembro del rubio, que empezaba a ponerse bien erecto. Finalmente, mientras lamía, con un dedo acarició el ano de Naruto, provocándole un pequeño susto. - ¿Y qué es lo que estás intentando hacer ahora?

 

-Realmente, eres como un crío. – gruñó el moreno. – Déjate hacer. Luego preguntas. – siguió nuevamente con su tarea y metió el dedo dentro de Naruto, preparándole para la acción. Chupó y lamió más hasta que Naruto se hubo relajado y coló otro dedo, moviéndolos para ensanchar a Naruto.

 

-No sé lo que… ah… quieres conseguir… pero… ah… parece que a mi… cuerpo… ah… le gusta… - El rubio casi estaba sin palabras. Sasuke le besó una vez más y puso su erecto miembro en la entrada virgen del rubio, a punto para penetrarle.

 

-¿Listo?

 

-¿Así es como lo hacen… los hombres, Sasuke? – preguntó Naruto. – Colando su miembro en sitios tan insospechados… - antes de que Naruto pudiese seguir pensando y decir alguna idiotez, Sasuke entró en él con una embestida, provocándole un grito de placer.

 

-Eres… estrecho… - susurró el menor, sintiendo como su miembro era fuertemente apretado. – Duele…

 

-Pues a mí me gusta… - susurró el rubio con una sonrisa, mientras besaba a Sasuke en la boca. – Puedes seguir… - Una nueva embestida llegó, haciendo gritar de placer a Naruto.

 

El rubio se estiró sobre la cama con las piernas abiertas y permitió que Sasuke se posicionara sobre él, en una buena posición para seguir embistiéndole. Con cada embestida, los testículos de Sasuke chocaban con las duras y tensas nalgas de Naruto, provocando un ruido de frote. Finalmente, incapaz de resistir al primer placer que se le proporcionaba, Naruto eyaculó. Sasuke estuvo a tiempo de sacar su miembro y eyacular fuera de Naruto.

 

-¿Te ha gustado… la experiencia con un hombre? – preguntó el moreno con una sonrisa. Naruto sonrió.

 

-Mucho. ¿Y a ti? – Sasuke asintió.

 

El rubio se echó sobre la cama, observando como Sasuke le observaba, sentado a su lado.

 

-¿Ocurre algo?

 

-Yo… - no sabía cómo pedirlo. – Nada, no ocurre nada…

 

-Sasuke, si ocurre algo, me lo puedes decir…

 

El moreno suspiró. Se estiró sobre la cama en dirección contraria a Naruto y elevó el trasero, enseñándole su rosado y virgen ano al rubio. Por primera vez, Naruto pareció entender algo y comprendió el mensaje de Sasuke. Agarró con su mano el miembro de Sasuke y empezó a masturbarlo, mientras repetía el proceso que había visto hacer a Sasuke y metía dos dedos en su interior, provocándole cierto placer.

 

Naruto se posicionó encima del chico que estaba a cuatro patas y le susurró al oído.

 

-¿Sabes que así lo hacen los perros en celo?

 

-Entonces, aunque no me guste mucho, puedo ser tu perrita esta noche.

 

La risa de Naruto no se hizo esperar.

 

-Los perros se muerden así… - susurró, mordiéndole la nuca suavemente. – Y antes de que te des cuenta… - Naruto entró dentro de Sasuke completamente por sorpresa, sacándole un grito al menor. – Lo siento, ¿te duele? – su tono de voz ahora denotó que estaba preocupado. – Lo siento… me dejé llevar…

 

-Realmente eres un estúpido… - susurró el moreno. Giró su rostro para besar a Naruto y le indicó con las caderas que podía empezar a moverse, pero despacito. Finalmente, el rubio empezó su vaivén, asegurándose de entrar profundo en Sasuke para causarle mayor placer.

 

A causa de las embestidas, Sasuke se vio obligado a agachar su cabeza y a morder las sábanas, intentando soportar las oleadas de placer que le decían que gritase fuerte y alto. Naruto le besaba la espalda y le lamía la nuca y el sudor mientras seguía embistiéndole, siendo consciente del placer que le estaba causando a su amante y sintiéndose verdaderamente feliz por ello. Finalmente, el orgasmo vino sin avisar, y Naruto no tuvo tiempo de apartarse; eyaculó dentro del moreno. Sasuke eyaculó también, sintiéndose verdaderamente feliz por ello.

 

-Realmente, eres sensual…

 

-¿Eh?

 

-Da igual si te vistes de mujer o de hombre, eres realmente sensual. – rió el rubio. Sasuke le enseñó la lengua, molesto, y se echó sobre la cama, dispuesto a dormir.

 

-¿Ya estás cansado? – Naruto parecía decepcionado. – Vamos a seguir un poco más, no…

 

-No sé porqué, pero creo que he creado un monstruo…

 

Y así fue como el detective se enamoró del ladrón y el ladrón cayó preso de los encantos del detective. Desde ese día, Londres dejó de temer al Zorro Negro. Y no fue porqué hubiese cesado su actividad, que ahora se había trasladado misteriosamente a mediodía – el Zorro tendría cosas más importantes que hacer de noche – sino porqué ahora la ciudad le temía, no sólo al Zorro, sino que también al Halcón. Y así sería por muchos años.

 

FIN.

Notas finales:

Bueno, hasta aquí :)

Espero que lo hayan disfrutado tanto como yo he disfrutado escribiéndolo. ^^

¿Reviews o tomates para mi ensalada? :D


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).