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La vida supera a los sueños... por Sooe Love

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Notas del capitulo:

 

 

Hola a todos, he regresado con el FF que más emoción me da por realizar. Verán la historia esta basada prácticamente toda en una historia real y sin duda que les encantara descubrir la extraña amistad que surge de entre dos personas que realmente no conocen lo que es amar, solo lo descubrirán con el paso de la trama. *-*

Bien en este primer capitulo no se desarrollará por completo la trama pero podrán ver el inicio de todo el embrollo que se armara.

Bien, si más me despido con una enorme sonrisa, deseando que de verdad les encante este nuevo proyecto que debo admitirlo me daba miedo comenzar.

Y obviamente estos personajes no me pertenecen, son de Konomi Takeshi.

 

 

  

 

 

Capitulo 1- Destino predeterminado

 

 

 

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El parque conurbano a su residencia siempre había sido su territorio de distracción preferido, observar a los infantes y próximos adultos jugar con objetos prácticamente ridículos era siempre entretenido e incluso hasta divertido.

 

 

Le parecía nostálgica la idea de que apenas unos años atrás el jugueteaba como un crio con tierra y vegetación silvestre del pequeño parque. Solo faltaban unos cuantos días y daría inicios el nuevo ciclo escolar, -Cambio de escuela y de aires…- Sería un nuevo año, nuevas personas, nuevo plantel, todo sería perfecto.  Regreso su mirada a aquellos juegos en los que los críos se balanceaban y reían.

 

 

-Que tiempos…- . 

 

 

-No te vez tan viejo como para decir eso ¿No lo crees? En todo caso yo debería sentirme igual-.

 

 

Una segunda voz demasiado conocida lo sacó por completo del soberbio y nostálgico recuerdo mental que mantenía, una gran sonrisa y unos zafiros encubiertos era lo único que miraba en ese momento de su amigo de la infancia Fuji Syusuke. Había estado tan distraído y concentrado que no había notado la presencia de este a su lado.

 

 

-Syusuke…¿Qué haces aquí?-.

 

 

-Te vez realmente distraído, ¿Estas bien?-. Su tono de voz sobre protector e interesado lo mantenía siempre en serenidad, sabía que podía contar cien porciento con él, quien había sido su mejor amigo desde hacia tantos años.

 

 

-Si. No te preocupes...solo…solo no podía dejar de verlos- Señalo con la mirada a los pequeños que cada vez se hacían menos, el sol comenzaba a esconderse y el hermoso ocaso de diario comenzaba a aparecer lentamente.

 

 

-¿Quieres dar un paseo?-.

 

  

-No puedo…Vengo con…- Sonrió mientras señalaba a un castaño con anteojos caminar hacia ellos con dos vasos aparentemente de café en sus manos. El frio era abrazador en esos momentos, podía observarse un humo ligero emanar de las bebidas que de seguro hubieran obstruido la visión del más alto si es que este no sabría que sucedería.

 

 

-¿Tezuka?...¿Estas con Tezuka?-. o_O

 

 

-Salimos a caminar un rato Seii, no es para tanto, ya estábamos algo aburridos en casa-.

 

 

-Entiendo…- Dijo con un aire de decepción.

 

 

-¿Yukimura?- El de ojo marrón observo al muchacho que estaba sentado al lado del castaño con un tanto de extrañeza.

 

 

-¿Qué tal Tezuka…?-. Con amabilidad movió su mano en señal de saludo y despedida.

 

 

-Aaaaa…Aquí tienes Suke, descafeinado, aun eres un niño- Extendió lenta y tímidamente su mano entregando el contenido caliente y escogido específicamente para el más chico.

 

 

-Gracias Kunimitsu…Bien Seiichi, creo que nos veremos luego, llámame ¿De acuerdo?-.

 

 

-Claro, que estén bien, hasta luego Tezuka-.

 

 

-Hasta luego Yukimura, nos vemos-. Y sin más vio como se alejaban por aquel sendero rocoso color terracota que adornaba aquel jardín.

 

 

De nuevo estaba el ahí solo en aquella banca color grisácea en el ahora casi vacío parque. Regreso su mirada a la persona y razón por la que había decidido asistir con tan tremento clima al parque. Un hombre, alguien a quien sin duda ya había notado un par de veces antes en ese lugar con un pequeño niño no muy parecido a él, si no mal recordaba era su sobrino dado que siempre le llamaba “tío” desde lo alto de algún árbol que el pequeño había trepado.

 

 

Ese hombre tenía la mirada más serena que había podido encontrar en alguien, normalmente la excusa más frecuente que utilizaba para ir al jardín y poder observarlo era llevar a su hermanita a jugar, dado que ella estaba enferma con catarro en esa ocasión, había decidido ir solo a aquel lugar. El tipo le parecía sumamente extraño y a la vez interesante que quería sin duda alguna conocerlo un poco más.

 

 

Aquel inusual encuentro con su amigo y Tezuka lo había dejado ensimismado, según en palabras de Syusuke, eran solo buenos amigos, aunque le parecía algo extraño que a pesar de los casi diez años que esos dos se tenían de diferencia, se llevaran tan “estupendamente”.

 

 

En definitiva no era una relación solo de conocidos, no era idiota ni mucho menos, y podía ver la chispa que tenían esos dos y las miradas que disimuladamente se lanzaban. Desde lo más hondo de su mente tal vez mantenía cierto recelo hacia la relación tan perfecta que esos dos tenían.

 

  

Miro su reloj notando que comenzaba a hacerse cada vez más noche y no era justo el clima apropiado para andar solo por las calles. Ahora que lo pensaba el tipo al que observa desde hace tiempo no iba tampoco acompañado ese día por el infante de cabellos negros que normalmente lo seguía. Era extraño, y podía jurar que la libreta color marro non inofensiva que el hombre cargaba tenía que ver col él.

 

 

-Creo que es hora de irme…- Con toda la pesadez que en ese momento se cargaba se puso de pie sintiendo un leve mareo y un desequilibrio acompañado de unas nauseas horribles y dolor en la cabeza inexplicable, de un momento a otro comenzó a ver aquel paisaje cubierto por poca luz algo borroso, intentando deshacerse de aquel efecto visual pestañeo varias veces sin éxito comenzó a perder el equilibrio.

 

 

-Pero que…- Y sin más que agregar o que hacer, apreció como su cuerpo liviano se estrellaba contra la tierra que cubría unas tantas yerbas y rocas pequeñas. Lo último que sus ojos divisaron fue a aquel individuo acercarse apresuradamente hasta donde él se encontraba. Nada más que la oscuridad y una voz increíblemente hermosa fue todo lo que puedo reconocer.

 

  

-¿Qué demonios me pasa? ¿Qué…que hace…?  Su mente de alguna extraña manera a pesar de estar inconsciente solo pensaba eso. Nunca en su vida había sufrido una descomposición de aquel tipo. Su vista comenzaba a reaccionar y podía sentir unos labios cálidos sobre su boca, un roce simple que hizo que sus sentidos se agudizaran en solo unos segundos. Abrió los ojos lentamente mientras sin decir nada analizaba por fin más de cerca aquella presencia que acababa de besarle. Ojos miel, cabello negro tal vez con tintes azulados, gorra, piel morena…y unos labios deliciosos.

 

 

-¿Estas bien? ¿Te pasa algo?- Su vista comenzaba a tornarse normal, y con un leve sonrojo en sus mejillas podía sentir la mirada algo angustiada de aquel misterioso y atractivo hombre -¿Atractivo?...- Como rayo y de manera fugaz aquella observación le había llegado a la mente, sin duda era bastante apuesto, y claramente era la razón por la que ese día había decidido ir de todos modos solo a mirarlo un rato.

 

 

-¿Eh?...Si…si eso creo…- Aparto de modo vergonzosa su mirada intentando no mirarlo a los ojos. Que mierda, acaba de haber sido ¿Besado? Por prácticamente un completo extraño, no es que, lo haya hecho con malas intenciones, solo le estaba salvando la vida.

 

 

-Levantate…- El más alto extendió su mano intentando ayudarlo a ponerse de pie, pero un temblor en las piernas del de cabellos añiles y el moreno lo condujo hasta la gradilla más cercana a ellos sin siquiera soltarlo un poco.

 

 

-Lo siento…en realidad no sé que me sucede, de un momento a otro perdí el control de mí-.

 

 

-No te preocupes, te ayudare- Seiichi noto un leve sonrojo en las mejillas ajenas y una mirada algo desorbitada, supuso que él también estaba algo apenado por aquel contacto que los dos habían compartido minutos antes.

 

 

-Deberías ir al medico, no es normal que alguien se desmaye de la nada-.

 

 

-Eso creo…nunca me había sucedido algo así…por cierto…soy Seiichi, Seiichi Yukimura- Extendió su mano como saludo cordial que fue correspondido al instante, sintió un extraño escalofríos recorrer su cuerpo, y un calor ascendiente desde sus pies hasta el ultimo cabello de su cabeza, junto con una emoción inexplicable y un acelero de sus latidos; hacia ya tiempo que no sentía tantas emociones por un contacto tan sumamente superficial.

 

 

-Genichirou Sanada…es…un gusto- No podía dejar de sentir aquella extremidad del más pequeño entre sus manos, era tan cálida y le proporcionaba un efecto de tranquilidad y paz. Extraño para alguien de su tipo, no era de los que se inquietaban tan sencillamente. Sin duda no eran las circunstancias más adecuadas, pero, simplemente era inevitable, después de todo, por algo llevaba más de una hora sentado en esa banca del otro la de donde el muchacho se encontraba solo para observarlo.

 

 

-Eh…creo que…iré a casa…se han de preguntar por qué he tardado tanto- Por segunda vez intentó colocarse de lleno en la tierra sin mucho éxito flaqueando un poco. Sin embargo no pudo ni sentir el piso dado que había sido sostenido firmemente por aquellas manos tan masculinas.

 

 

-¿Vives cercas de aquí? Puedo llevarte- Intentó parecer relajado, pero por dentro deseaba pasar solo un poco de tiempo más con el dueño de aquellos ojos violetas. Las descargas eléctricas que le provocaban los roces entre los dos lo estaban volviendo loco.

 

 

-No vivo lejos, pero…- No pudo terminar su frase ya que de un momento a otro el moreno ojos miel lo tenía entre sus brazos regalándole una sonrisa algo peculiar pero hipnotizante.

 

 

-Solo dime por donde ir…¿Te parece?-. Amigable y cordial, él era así.

 

 

-Cla…claro…es por allá- Señalo con un dedo la dirección que usualmente tomaba de regreso a su casa, pero…, esta vez decidiría el camino más largo para llegar a su hogar.

 

 

Llevaban apenas unas cuantas cuadras y el moreno no mostraba ni un poco de cansancio, al más chico no le importaba ser llevado como damisela en apuros por todo su vecindario, pero simplemente le parecía inevitable poder dejar de mirar aquellos ojos que mostraban seguridad y armonía. Rodeaba con sus delgados brazos cubiertos por aquel lindo suéter color hueso el cuello de su protector; dentro de su mente se imaginaba una escena bastante romántica y un tanto comprometedora si alguien los viera por ahí, pero la calles en esos momentos ya en oscuridad pero iluminadas por las farolas y el brillo natural de la hermosa luna llena de la noche, hacia que su mente imaginara mil cosas.

 

 

-Eres bastante liviano…- Después de unos cuantos minutos de caminar con lentitud solo para poder seguir percibiendo aquel olor fresco a rosas que el de cabellos añiles emanaba, soltó al aire aquel comentario algo extraño.

 

 

-Eso creo…no es necesario esto, de verdad, ya puedo caminar solo-.

 

 

-Creo que si es necesario, no me molesta de ninguna manera llevarte-. Bajo su mirada para encontrarse con un leve enrojecimiento en el rostro del que en esos momentos cargaba. La imagen le parecía sumamente extaciante, le parecía un semblante tan delicado con una belleza propia y natural, de la cual no podría cansarse de admirar solo un poco más. Le parecía insólito sentir tantas cosas por alguien que acaba de conocer formalmente hacia menos de una hora, pero…sin duda era la primera vez que sensaciones como esas atravesaban su mente tan vigorosamente.

 

 

-El niño…el pequeño con el vienes al parque…el es…-.

 

 

-Es mi sobrino y solo viene de vez en cuando a casa, cuando eso sucede, lo traigo a que se distraiga, y así poder…verte-.

 

 

Los ojos del Yukimura se abrieron como reflejo ante tal declaración, su corazón se aceleró un poco sin decir nasa. No recordaba exactamente los días o meses que llevaban en esa situación de tener un encuentro “fortuito” en el jardín dos o tres veces por semana, pero si sabía que no era coincidencia que justo los días que asistía era cuando podía ver a aquel hombre y el crio.

 

 

-Y dime, la pequeña…-.

 

 

-Es mi hermanita, hoy se encuentra en reposo por una leve gripe que a cogido-.

 

 

-Espero que tu no cojas una también, hoy hace bastante frio-.

 

 

-Tranquilo que no sucederá Sanada-.

 

 

-Esa es mi casa…-. Al momento el más alto lo bajo tomándolo de los hombros para asegurarse que ya podía mantenerse de pie. Para Seiichi había sido el gesto más atento que había recibido en toda su vida, la atención que ese “extraño” le otorgaba era lo mejor que en años le había sucedió, pero…ya no era un misterio, era Sanada, Sanada Genichirou, un hombre que sin duda sería muy difícil de sacar en un buen rato de su mente a pesar de que ya llevaba un rato invadiéndola.

 

 

-Estoy bien gracias Sanada-san…No…no tenias que…-.

 

 

-Dime Genichirou, por favor, no es necesario tanta formalidad, después de todo, nos besamos ¿No?-. Rio un poco bajo, estaba nervioso sin duda y solo así soltaba las cosas más estúpidas.

 

 

-Cierto, solo si tú me llamas Seiichi a mí te llamare a ti por tu nombre-. Sonrió de manera divertida, de manera algo inusual se sentía atraído a ese tipo del que solo sabía su nombre y que color de urbes poseía. Eso era normal ¿no?, sentir un especial acelero desenfrenado y un nerviosismo extremo en todo su cuerpo.

 

 

-Claro…Seiichi-.

 

 

-…-.

 

 

-…-.

 

 

Se miraron por no sabían cuantos minutos o segundos, pero, se habían dado cuenta que la despedida más difícil que habían tenido en todas sus vidas estaba sucediendo justo en ese momento. Solo unos minutos y ya sentía la necesidad de pasar un poco más de tiempo juntos, pero, imposible, la noche comenzaba a avanzar y no era para nada normal sentir aquel impulso de insuficiencia con alguien.

 

 

-Bien, creo que…que debo- El más grande fue interrumpido por un gesto algo peculiar por parte del mu chacho, el de ojos violáceos rodeaba su cuello con una bufanda café con rayas negras como decorado, sintió la brisa de esa esencia embriagante llegarle hasta lo más hondo de sí, recorriendo de pies cabeza sus sentidos.

 

 

-Creo que…así habrá una excusa para volver a vernos, ¿No lo crees?, Genichirou…-. La luz que les proporcionaba la tenue farola de la entrada de la residencia y el ruido lejano de las bocinas de algunos coches era sumamente perfecto, Seiichi estaba seguro de que podía oír claramente a los grillos que usualmente merodeaban por su jardín recitar esa melodía tan característica.

 

 

-Claro, este…es mi número, no dudes en llamar por favor- Y como acto reflejo y como crio de instituto, tomo la palma de la mano ajena y comenzó a escribir lo prometido con un bolígrafo que extrañamente llevaba en su abrigo. Nunca en su vida había hecho eso, y podía estar seguro que no se arrepentiría.

 

 

-Si…claro, muchas gracias por traerme a casa “Genichirou”, fue…fue un verdadero placer conocerte, y espero que nos veamos muy pronto-. Como mera y discreta insinuación, tomo con sus manos lentamente el rostro sonrojado del más grande acercando su boca lentamente poniéndole los pelos de punta al más alto.

 

 

-Te llamare…Geni…chirou- -Dulce y sensual voz…-, solo eso cruzo por la mente del atónito moreno grandulón que no movía ni un solo musculo de su cuerpo. Después de aquel susurro un cálido beso le fue proporcionado en su mejilla, que como fuego ardiente sintió aquel gesto quemante.

 

 

-Hasta…hasta luego…Seiichi…- Observo como esos labios junto con aquella mirada desaparecían entre un portón occidental muy tradicional. ¿Qué había pasado? No tenía ni idea, pero…no pensaba realmente en ese momento, no quería estropear todo aquel mágico encuentro casual con aquella persona tan poco normal comenzando a reflexionar sobre lo poco ético que había sido todo eso. Lo disfrutaría, y esperaría a que el dueño de sus pensamientos en esos momentos lo llamara lo antes posible.

 

 

 

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-Syusuke, es que…., no te imaginas lo condenadamente atractivo que era aquel hombre viéndolo tan de cerca, una cosa es verlo a lejos pero…

 

 

No había esperado ni cinco minutos desde que había despedido al mencionado afuera de su casa para llamar y contarle todo a su terapeuta personal Fuji Syusuke. En palabras del castaño estaba bobamente atontado y deslumbrado por aquel tipo. Aunque debía admitir que ya había pasado un largo tiempo desde que el primogénito de los Yukimura se había escuchado tan emocionado, no por algo llevaban prácticamente toda la vida de conocerse.

 

 

-Si…así como un espía en cubierto que vigila a lo lejos ¿cierto?-. Una de las actividades favoritas que ambos compartían era fastidiarse mutuamente sin razón aparente.

 

 

-Calla… ojos miel con una piel moreno tan contrastante, romántico y atento…-.

 

 

-¿Romántico? Acaso se han comprometido-.

 

 

-Ya basta Syusuke hablo en serio, es tan diferente, tan…-.

 

 

-¿Estas seguro de que no te quieres casar con el Seii?- Una risilla inocente y juguetona se escuchaba de parte de su amigo de la infancia.

 

 

-Syusuke, no seas pesado, es solo que…, no tienes idea de lo deliciosos que eran aquellos labios, y de lo increíblemente fuerte que eran sus brazos-.

 

 

-Tezuka también es fuerte-. Con algo de enfado defendió a su “amigo”.

 

 

-¬¬…Nadie esta hablando de tu “amigo”, idiota, concéntrate por favor-.

 

 

-HEY¡¡¡, ¿Por qué el “amigo”, sarcástico? Y no me digas idiota, idiota-.

 

 

-Tal vez porque…ammm… A MI NO ME ENGAÑAS FUJI SYUSUKE, ¿Sales con el, si o no?- Era momento de la verdad, y con tono acusador pregunto a los gritos, deseaba saber que eran en realidad esos dos castaños tan ridículamente diferentes pero iguales.

 

 

-Eh…define salir más específicamente-. Sonaba algo nerviosos si no es que aterrorizado.

 

 

-Pareja, novios, amantes ETC, dilo AHORA Fuji Syusuke-.

 

 

-Mmmmm, ¡KUNIMITSU SEIICHI PREGUNTA SI SOMOS NOVIOS¡-. El mencionado se sorprendió al oír que del otro lado del teléfono el otro preguntaba al parecer a Tezuka.

 

 

-¿Estas con él?-. Dijo algo impresionado. o.O

 

 

-Claro que si, las parejas hacen eso-.

 

 

-AJA¡¡¡ Así que lo admites, TU y TEZUKA SI salen-. {ñ{ñ

 

 

-Eeeeehhh…DEBO IRME, ADIOS-. Y un largo sonido molesto, significado de que le había colgado, fue lo último que escucho justo antes de colgar el aparato comunicador. Esa se la pagaría el castaño de ojos zafiros cobarde.

 

 

-Pffffff…Geni…chi…Genichirou…- Miró la palma de su mano que comenzaba a borrarse ligeramente.

 

  

-Debería apuntarlo, tal vez, tal vez deba llamarlo-. Miro el reloj digital que yacía junto aquella mesita de madera junto a su cama, eran pasadas las doce y no era una hora muy razonable para llamar. Mañana lo haría, por ahora solo iría a dormir y tal vez poder soñar con aquel moreno que le había más que encantado, sus labios tocando los suyos era lo más maravilloso que había sentido en mucho tiempo y sin duda quería volver a sentir ese calor de nuevo.

 

 

 

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Notas finales:

 

 

Y pues bueno ese fue el primer capitulo, espero no me odien por lo extremadamente meloso que estuvo pero no siempre va a ser así, ustedes saben todos tenemos de idiotez exagerada que sufrimos cuando creemos haber encontrado al amor de nuestras vidas. O ¿No? Espero no ser la única que lo haya vivido u.u

También quiero agregarle un poquito más de humor a todo esto dado que la historia verdadera no lo tuvo pero ya veremos que sale de esta mente loca.

Me despido, un beso y espero no tardar mucho en volver a actualizar.

:*

 

 


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