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El engaño. por Itachiisgod

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Notas del fanfic:

Me aburría, y tenía ganas de un ItaNaru e_e amo esa pareja, en serio D: Espero que les guste. A veces pienso que soy muy cruel en mis fics,pero me va demasiado el angst jejooo.

Me hice un espacio por fin para poder subir algo. Espero poder actualizar "Condúceme al amor" n_n

Notas del capitulo:

Espero les guste u_u

Si son tan amables, dejen un riviewcito, onegai.

Sasuke: Nadie te quiere, y más si me hacer cornudo en todos tus méndigos fics.

Zazu: Te callas, Sasuke.

Sasuke: Nadie te quiere, todos te odian...

Zazu: Subiré el fic que tu ya sabes...

Sasuke: Ni te atrevas...

Zazu: ^^

     Habían sido largas horas de sexo salvaje. Una brillante cabellera dorada se fundía en otra negra, y sus perfumes se mezclaban, junto con el sudor. Sus pechos subían y bajaban dificultosamente, a la par que sus entrecerrados ojos parpadeaban. Estaban al borde de caer en brazos de Morfeo, pero el más pequeño se dio cuenta de que ése podía ser un error fatal y se reincorporó, ignorando la punzada de dolor en su zona dorsal.

—Itachi, debes irte.

—No—el Uchiha mayor se sentó también, y besó en los labios al rubio—. ¿Temes que mi hermano nos encuentre así?—Todo se detuvo para el de ojos cerúleos.  Su idiota amante sabía muy bien las consecuencias que podría traer el que Sasuke los encontrara durmiendo juntos. Claro que eso debió haberlo pensado antes de probar por primera vez los deliciosos y adictivos labios de su cuñado en la noche que se casó con el que había sido su mejor amigo años atrás. Pero ya no había remedio para esta alocada enfermedad que le encantaba tener por ambos Uchiha. Itachi parecía no estar a disgusto de ser «el otro» en una relación de ahora tres. Pero si el pequeño azabache se enteraba… Ardería Troya. No solo  por lo posesivo, maniático y admirador de la venganza que era su esposo, sino por el odio rotundo que le despertaba su aniki. Lo detestaba con cada célula de su cuerpo, y aún más si hacía cumplir  con Naruto el famoso segundo mandamiento Uchiha «Lo tuyo es mío, y lo mío también es mío». No, no les convenía a ninguno de los dos que se enterase. No si querían seguir gozando del mejor sexo de sus vidas.  Itachi  se colocó su ropa con cuidado de no dejar nada que lo evidenciara. El blondo lo miró con detenimiento, intentando guardar en su mente cada detalle de aquella esbelta figura. Al momento, se sentó junto a él en la cama y lo besó fogosamente. No como despedida, sino como un «Hasta luego». Pronto volvería el placer de sentir esa carne enterrarse dentro de sí.

     Sasuke se adentró en la casa media hora después de que Itachi se vaya. Naruto salió de bañarse justo en ese momento, y se lo encontró camino a la habitación.

—Hola, mi amor.

—Hola, Sasuke ¿qué tal el trabajo?

—Cansador, como siempre—lo abrazó, y besó dulcemente—. ¿Y tu día?

—Tranquilo, muy tranquilo…

—Quiero hacerte el amor, Naruto—comenzó a depositar besos en el acanelado cuello, que empezaba a temblar de placer. Naruto sudó helado. Le dolía demasiado el trasero.

—Sólo con una condición…

—Dime… Tus deseos son órdenes.

—Esta noche tú serás el uke.

—¿Debo cumplir ese morbo?—el rubio asintió picarón—. Bien, te dejaré ser el seme por hoy—se echó de lleno en la cama, enredando sobre él a Naruto con las piernas—. Te amo, Kitsune…— Dijo antes de ser sodomizado lenta, casi tortuosamente. Oh, sí. Jamás se cansaría de la dulzura de Sasuke como marido… Ni el salvajismo de Itachi como amante. Todo era perfecto.

—También yo…—o eso creía.

 

     Pasó exactamente un mes desde aquel día. Naruto estaba en la clínica donde trabajaba su madrina Tsunade. Estaba ansioso, más que eso, nervioso. Desde ya hacían cuatro semanas habían despertado en él síntomas extraños, como vómitos o mareos repentinos. Al principio pensó que podía haber comido ramen de más, o leche agria como le había pasado una vez. Pero cuando esto continuó y continuó, no tuvo más opción que acudir donde su doctora amiga.

     Tenía el rostro entre las manos, y se reincorporó cuando oyó unos tacones acercarse. Era Shizune, una enfermera. Le comunicó que Tsunade estaba en su oficina, y lo había mandado a llamar. Le pareció algo extraño, pero la siguió sin más. Al llegar, vio a una alcohólica rubia de gigantes senos con gesto de espanto en el rostro.

—Siéntate.

—Sí…

—Escucha muy bien lo que te voy a decir, porque no lo repetiré. Es muy duro para mí informar algo como esto.

—¿Qué tengo de malo? ¿¡Me voy a morir!? ¡Suéltalo de una vez, ttebayo!

—Cálmate un poco. No te morirás, es peor que eso… Dime, Naruto… ¿Tú sabes lo que es un doncel?

—¿Un qué?

—No, al parecer no—dio un largo suspiro, y bebió un trago de sake—. Un doncel es… Un hombre que puede quedar embarazado.

—¿Qué dices? Eso no puede pasar, es imposible.

—No, claro que no lo es. Son extraños los casos, se da en uno cada un millón de muchachos. Tiene que ver con el hermafrodismo, pero no nos meteremos muy hondo en ese terreno. Se habla de un doncel, cuando hay un hombre que, si bien tiene aparato reproductor masculino, habita en él también lo más parecido a un útero, y los óvulos se forman en ambas esquinas de él, en pequeñas bolsitas que simulan ser los ovarios. Pero éste no presenta el síndrome menstrual, ni mucho menos. Por eso es que también, aunque el doncel puede concebir es muy raro que éste quede embarazado… Y si lo hacen, no ha habido casos en el mundo de que éstos hayan tenido más de dos hijos.

—Ya. ¿Qué tiene que ver esto con lo que me está pasando? ¿Qué me quieres decir con esto?

—Mira, Naruto. Te he echo los análisis, y los resultados me fueron mmuy confusos. Según ellos, tú... estás embarazado.

—¿Q...?—se le heló la sangre, y casi puso sentir que algo se rompía en su pecho. No… Él no podía estar embarazado. Eso era improbable.

—Eres un doncel, Naruto.

—No… ¡Claro que no! ¡Estás mintiéndome!

—Tranquilízate. Le hará mal al bebé.

—¿¡Cuál bebé, Tsunade!? ¡Yo no estoy embarazado!

— ¿Cuáles son los síntomas que has estado teniendo?

—Mareos, desmayos y vómitos.

-          ¿Cuáles son los síntomas que tenía Sákura cuando quedó embarazada de Lee?

—Mareos,… desmayos,… y vómitos. Oh, por Dios…

—Según mis estudios, llevas un mes de embarazo. ¿Cuándo fue la última vez que tuviste relaciones sexuales?

—Hace… un… me—se quedó perplejo. Ya no le asustaba tanto la idea de tener un hijo, pero… ¿Quién era el padre? Aquel día habíase acostado con los dos hermanos Uchiha ¿quién lo habría dejado en estado?

—Ven, levántate. Te haremos una ecografía—como autómata, siguió a su madrina. No, no, y no. Ese hijo debía ser de Sasuke.

      Al llegar a la sala indicada, hicieron acostar al rubio en una camilla, y le colocaron un gel en el vientre. Se sentía húmedo y viscoso, todo un asco. Aun así, cuando encendieron la pantalla, y los zafiros de Naruto se postraron en ella, observando una figura singular y bonita, aunque algo dispersa,  y se sintió feliz. La incertidumbre que lo envolvía desapareció momentáneamente para ser ocupada por la felicidad. Eso que estaba ahí era una criatura que sólo vivía gracias a él. Fue… Hermoso. No le importaba quién era el otro padre, no lo sabía. De lo único que estaba seguro era que ese pequeño era su hijito.

—Supongo que Sasuke estará contento—salió de su ensimismamiento al oír la voz de la mujer.

—Sí, eso creo—de nuevo, el temor.

—Lo único que le ha preocupado frente a su gusto sexual, es que el clan Uchiha se acabaría en él. Si es que su hermano no tenía un hijo—se quedó callado—. Naruto… ¿Hay algo que debería saber?

—¿Eh? ¿Por qué lo dices?

—Por tu cara de espanto, por supuesto.

—Es el rostro que me tocó, no te quejes.

—Bien—no, no le había creído ni una palabra—. Deberé hablarte de algunas cosas. Pero no tengo demasiadas ganas de hacerlo así que seré breve: Sólo debes saber que no tienes que hacer mucho esfuerzo, y aliméntate bien. Y eso significa NO RAMEN TODOS LOS DÍAS. Y en cuanto al nacimiento… Por supuesto que deberá ser por cesárea.  El resto lo veremos con el tiempo. Calcula que para octubre estará naciendo el niño. Imagínate que nazca en tu cumpleaños…

—E-etto… esperemos que no.

—En serio, te noto muy tenso.

—Estoy bien, ttebayo—debía hablar con Itachi de inmediato—. Me iré a caminar… al centro.

—No te esfuerces.

—No lo haré.

Salió apresuradamente de aquel lugar, y llamó a su amante.

«—Hable.

—Soy Naruto, Itachi.

—Oh, hola mi amor. ¿Qué necesitabas?

—Que hablemos.

—¿Pasó algo? Estoy saliendo del trabajo ahora, podemos encontrarnos en el café de siempre…

—Me parece bien. En media hora estate allí.

—De acuerdo…»

     Muy puntuales eran ambos, que a la hora indicada estaban los dos sentados, frente a frente. El aire viciado hizo toser a Naruto y un mareo lo amenazó con aparecer. Pero lo ignoró, y comenzó a hablar.

—Itachi… ¿Sabes lo que es un doncel?

—Sí, hombres que pueden quedar encinta. ¿Por qué?

—Gracias por ahorrarme la explicación. Verás… Soy un doncel, y…

—¿¡Qué!?

—Estoy embarazado.

—Y-yo—esta era una de las pocas veces que se podía tener la oportunidad de ver a Itachi Uchiha sorprendido—.¿Hace cuánto?

—Un mes—abrió los ojos como platos. No podía ser…—¿Me estás diciendo que… Yo soy el padre?

—No. Estoy diciéndote que no sé quién lo es. Ese mismo día, cuando tú te fuiste… Me acosté con Sasuke. La idea era ser yo el seme, pero acabé siendo tanto activo como pasivo. Y… Tengo esa duda metida en la mente desde que Tsunade me lo dijo. No sé qué hacer…— se jaló los cabellos con desespero, y un par de lágrimas quisieron aparecer en sus ojos—. Voy a ser papá… Tengo un hijo en el vientre, pero no puedo ser feliz por completo porque desconozco quién es el otro progenitor de mi bebé… Quiero morirme.

—No digas algo así—ae cruzó donde él, lo abrazó, y besó su cuello—. No morirás. Ni tú, ni el bebé que está en ti—le pasó la mano por esa zona, y se sintió… Bien. Sí, no le desagradaba la idea de ser padre.

—Cuento con el beneficio de que ustedes dos son muy parecidos. Y… son hermanos. Imagínate si me acostaba con Gaara y el niño salía pelirrojo. Moría.

—¿Tú crees? ¿Qué hay si sale con rasgos similares a los míos? No somos idénticos…

—No me hagas pensar en eso ahora…

—Debes ir a decírselo a Sasuke. Pronto llegará de trabajar.

—Sí… Adiós, amor.

    Otra despedida de besos, y pronto el rubio estuvo en su casa. Esperó a que Sasuke llegara, y le dio la noticia…

—¿¡Que eres un QUÉ!?—exclamó, más pálido de lo normal.

—Un doncel. Y estoy esperando un hijo…

—Yo… No sé qué decir. Vamos… Vamos a ser una familia…

—Sí— un abrazo efusivo rodeó al rubio, quien lo devolvió gustoso

— Te amo Naruto, te amo como nunca amé a alguien… A ti, y a nuestro hijo—el pecho de Naruto se oprimió, y debió contener las lágrimas. La incertidumbre lo mataba…

 

     Ocho meses habían pasado. Era veintidós de octubre, y la barriga de Naruto ya había pasado su fase tope, y ahora había vuelto a estar más chata. No había subido mucho de peso durante el embarazo, puesto que estaba acostumbrado a comer en demasía, y sus antojos no eran más que Ramen y helado. Descansaba aún agitado, y con una sonrisa bobalicona en el rostro. Sasuke se había desmayado momentos atrás, durante el parto, y yacía en otra habitación. Al instante,  Shizune entró con un bulto entre los brazos y se lo dio al padre. Naruto lo observó minuciosamente. Era una niña. Tenía una pelusita dorada como cabello, por lo que había heredado los genes Namikaze a la hora de colorearle el pelo. Era blanco, más no pálido, y tenía los ojos oscuros muy abiertos. Eran rasgados, con pestañas rubias tupidas. Parecía a su entorno atento, curioso. Si te ponías a observar bien sus facciones era tan, tan similar a…

—Itachi— susurró. Pero eso no decía la verdad. La niña era un Uchiha, y podría haber heredado esas facciones del padre de su marido. Sí, eso sería. Se había convencido ocho largos meses de que ese bebé sería de su cónyugue. Por mucho que amara a su amante, su esposo siempre lo sería. No  quería perderlo, ya lo había hablado con Itachi. A éste no le gustó mucho la idea, y menos sabiendo que ese bebé podía ser suyo. No, no, no. Debía sacarse a su cuñado de la cabeza. ¿Qué importaba el mejor sexo de su vida, si tenía ahora una familia? Bueno, tal vez lo visitara cada tanto…

—Naruto… Felicidades—una monocorde voz se oyó en la habitación, y el rubio se sobresaltó—. ¿Puedo cargarla?

—Sí…—se la dio, aún inseguro, y frunció la boca.

—Vaya, qué bonita es. ¿Ya pensaron un nombre?

—Himeko. Himeko Uchiha.

—Himeko… Mi princesita…

—No es tuya, Itachi.

—Yo sé que sí…

—No digas tonterías…

—Ya sal de tu embotamiento. Sabes que la niña es mía, Naruto…

—Calla.

—Lo callaré. Veremos por cuanto tiempo.

—¿Me estás amenazando?

—No, no lo estoy haciendo… Solo digo que quizás algún día me canse de fingir que mi hija es mi sobrina.

—Sabes el revuelo que se armará si haces eso.

—Y por eso es que pienso callarme, que no salgo a los gritos reclamando por ella. No quiero tu mal, pero tampoco permitiré que por tu bien yo salga herido.

—Qué basura eres…

— ¿Por qué? ¿Por querer que mi hija sea reconocida como mía? ¿Quién fue el que se acostó conmigo estando casado?

     Un mutismo invadió el cuart­o. Le había dado justo donde dolía. Presionó la llaga, abrió la herida que no había terminado de cerrarse.

—Vete. No será tu hija hasta que lo contrario se demuestre.

—Y eso será muy pronto, créeme. Y trata de no serle infiel a mi hermano estando tu hijita en casa ¿quieres?

—Desgraciado. ¡Devuélvemela!

—Toma, jamás lastimaría a mi primogénita—le devolvió a la beba, y se fue medio sonriendo. Él sabía algo que todos los demás no…

     Media hora más tarde, luego de un par de visitas un poco menos importantes, entró el «padre» de la criatura.

—¿¡Dónde está la niña más linda!?

—¡Cállate que duerme, Sasuke!

—Aw… Es rubia, qué desgracia.

—¡Oye!

—Es broma, será sexy como su padre rubio. Esperemos que herede mi inteligencia, porque si es más Namikaze que Uchiha, estamos al horno— la alzó en brazos luego de recibir un puñetazo en el brazo. La miró detenidamente, y medio sonrió—. Parece un Uchiha, de todos modos. Mi primogénita… Mi bella Himeko.

—Seremos buenos padres, Sasuke…

—Lo sé. Gracias Naruto, si no fuera por ti…

—Calla idiota, no te pongas romántico.

    Los dos rieron, y miraron a la niña hacerlo de igual forma. Sí, mimarían a su niña como jamás lo hicieron con alguien.

 

     Dos años tenía la pequeña Himeko. Por supuesto, Sasuke ya se había quejado del hecho de que su hija fuera tan exactamente igual a Itachi, diferenciada por las hebras amarillas como el sol resplandeciente. Pero bueno, eran hermanos al fin y al cabo ¿no? No era nada anormal que ella saliera así de similar a su tío. Sólo esperaba que fuera tan buena persona como quienes la criaban. Pero había un vacío dentro del azabache. Se sentía mal, mal por no poder darle a Naruto justamente lo que le dio a él: una pequeña bola de felicidad, que cada vez crecía más aceleradamente. Un día, harto de esa sensación incómoda, decidió tomar las riendas y hacerse cargo. Tomó la decisión de alquilar un vientre. Sí, le costaría acostarse con una mujer, puesto que éstas le resultaban desagradables y por un momento envidió la bisexualidad de Naruto. Pero si era por agrandar un poco más a su familia, lo haría sin protestar. Buscó una rubia de ojos azules, y la única más parecida a su amor era una joven llamada Ino Yamanaka. Claro que le faltaba belleza, y mucha, para alcanzar el esplendor de su marido, pero no le dio demasiada importancia. A espaldas de su esposo, organizó una cita con ésta mujer para hablar de los condimentos necesarios para que el alquiler fuera ejecutado de la manera más eficaz posible. Se sometió a unos estudios, bastante despreocupado de ellos, y se los alcanzó a la doctora que estaba junto a la mujer que pronto daría a luz un hijo suyo. A la semana siguiente, fue a por los resultados, encontrándose con una muy desagradable sorpresa…

—Lo lamento mucho señor Uchiha… Pero me temo que usted es infértil.

—¿Qué yo soy qué? Disculpe, pero debe ser un error.

—No lo es, hicimos dos veces la prueba con sus muestras. No hay duda alguna, usted no puede procrear desde que tuvo su primera eyaculación hasta ahora. Sus espermatozoides no tienen la fuerza suficiente como para sobrevivir por más de dos, o tres horas. Jamás lograría poder fecundar.

—Está equivocada… ¡Muy equivocada! ¡Yo ya tengo una hija!

—¿Una hija?—la mujer se veía perpleja—, y… ¿Está seguro de que es suya?

—Yo… C-claro que sí.

—Creo que debería averiguar bien si esa niña es sangre de su sangre, señor Uchiha…

—Claro que lo es.

—¿Cómo fue concebida?

—Mi marido es un doncel…

—Ya veo. Entonces, no hay margen de error, no fue un alquiler. Reitero ¿está seguro de que esa pequeña es de usted?

—Y-yo… Sí. Naruto jamás me engañaría.

—¿Ella es parecida a usted? ¿Puede asegurar con solo verla que es su pariente?

—Por supuesto. Himeko es muy parecida a mi hermano.

—¿A su hermano?—la mujer levantó una ceja.

—S-sí. ¿Por qué me mira así? ¿Qué está insinuando?

—Mire, Uchiha. Yo no soy una destructora de parejas. Pero creo que debería sentarse a charlar muy seriamente con su esposo. Usted es infértil, eso es un hecho. Si quiere intentar dejar encinta a Ino cien veces, hágalo. Pero ella no quedará en estado. Arregle sus asuntos. Con permiso— la mujer se dio la vuelta, caminando coqueta, dejando a Sasuke en un océano de pensamientos. No podía ser… Naruto no pudo haberlo engañado con Itachi…

    Caminó a paso ligero, hasta llegar a su casa. Entró, con un plan en la cabeza.  Nadie podía engañar a Sasuke Uchiha… No por mucho tiempo.

—Naruto—dijo serio, al ver al rubio sentado en el sofá viendo la televisión. A esa hora su hija estaba en la visita semanal a la casa de su… tío.

—¿Qué pasa, koi? ¿Qué hay con esa cara?

—No, tú dime la cara que tienes. ¿Cómo pudiste haberme engañado?

—¿Qué? No sé de qué estás hablando.

—Esa niña… No es mía, Naruto. Ya lo sé todo.

—¿Qué? ¿Cómo es q…?

—¿Cómo es que lo sé? Itachi, Itachi me lo contó todo. Himeko es su hija ¿verdad?

—No… Ese maldito… ¡Himeko es tu hija, Sasuke!

—¡No es mi hija! ¡Es la hija de Itachi! ¡Me engañaste con ese malnacido! ¡Eres de su misma calaña!

—No… No, Sasuke. Yo estoy seguro de que Hime-chan es tuya… Lo sé, lo sé.

—Naruto… Quiero oírlo de tus labios… ¿Tú te acostaste con mi hermano?

—Aaaaay, ¡Él y yo hablamos, él me prometió que no te diría nada! ¡Es un mal hombre, es…!

—¡Él no me dijo nada, Naruto! ¡Tú me lo estás confirmando con tus dichos! ¡Yo no he cruzado palabra con él desde la semana pasada!—sí, el tonto había caído. Ya sabía la verdad.

—Yo… Entonces… ¿¡Cómo diablos sabes que no es tuya!? Sí, lo acepto. ¡Me acosté con él, pero…!—un golpe fue a parar directo a su boca, impidiéndole el habla.

—¿¡Pero qué!? ¿¡No sabes de quién es Himeko!? ¡Eso sólo le pasa a las prostitutas! ¡Te hiciste la Matahari y te salió mal!

—¡Yo no sabía que podía quedar embarazado!

—¡Y menos mal que así es, porque me hubieras seguido metiendo los cuernos!— Ambos lloraban con amargura. Las lágrimas de Naruto se mezclaba con la sangre de su labio.

—¡No sé de quién es la niña, pero mi corazón me dice que es…!

—¿¡Qué es qué!? ¿¡Qué es mía!? ¡YO SOY INFÉRTIL, IDIOTA! No puedo tener hijos…

—¿Eh? ¿Y cómo lo sabes…?

—Yo…— Sasuke se sentó en el suelo, devastado— Quería darte una sorpresa, y traer un niño al mundo, como creí que tú lo habías hecho para mí, mediante un alquiler de vientre… Cuando me hice los exámenes para ello, salió claramente que no puedo tener hijos… Y no hay margen de error en eso, pues lo hicieron dos veces…—sí, el rubio se sentía la peor basura del mundo. De verdad, la mentira tiene patas cortas... Pelo rubio, y ojos negros.

—Sasuke, yo…

—No me hables—lo miró con los ojos llenos de lágrimas, y le dijo con aspereza—. Vete. Recoge tus cosas y las de la niña, y vete de mi casa. Llévatela con su verdadero padre. Yo te daré el divorcio, no te hagas drama.

—No puedes estar hablando en serio… Sasu, yo te amo a ti…

—Yo ya no te amo más. Se van. Los dos. Tú, la Matahari del siglo XXI, y la bastarda. Ambos fuera. Te doy una hora—dio un portazo, y se fue a despejar a la plaza más cercana. Naruto llamó a Itachi, contándole lo sucedido. Le dijo que los aceptaría en su hogar sin problema alguno. Después de todo, él desde un principio supo de lo que padecía su hermano y por eso amaba y trataba a Himeko como a su hija. Ya conocía el odio que Sasuke le profesaba, así que vivir con más rencor contra él no le molestaría. No si tenía a su primogénita y al lindo padre de su hija viviendo junto a él. Sabía el momento duro que Naru debía estar pasando, pero se empeñaría en hacerlos a ambos lo más felices posible.

     La única que no entendía para nada era Himeko. De un día para el otro, el que decía ser su tío pasó a ser su padre, se mudó y no vio más al que ya había titulado como «papá». Claro, era muy pequeña aún. Y para cuando creciera, su realidad sería esa. Pero así es como suceden los traumas de los niños. Pagan las consecuencias en este mundo cruel, por la culpa de un peligroso engaño…

Notas finales:

Muahahhaa (?)

Bien... Si les gustó... ¡REVIEW!

Sayonara n_n


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