Mi vida se estaba derrumbando, lo poco que he conseguido construir se estaba destruyendo, mi futuro se caía a pedazos y golpeaba la realidad en la que me gustaba vivir, el responsable aún estaba en duda, podía ser él. Él me había hecho mucho daño, más que cualquier otra persona había regresado a mi mundo después de mucho tiempo, en mi tonta mente visualizaba un futuro juntos, una vida plena y feliz con la persona que amo, una vida en la que todas las lágrimas que llovieron de mis ojos algún día, valieran la pena.
Todo parecía perfecto, pero eso último no podía estar más alejado de la realidad.
La verdad es que si bien yo lo amaba mucho, él jamás correspondió mis sentimientos, nunca le interesó lo que yo podía sentir. Yo estaba resignado a esperar que me corresponda, sabía que era cuestión de tiempo.
Pero ya no pienso esperar más. Lo que pasó el día de hoy es la gota que colmó mi ya agrandado vaso.
Fui un completo idiota, fui un perfecto ciego, porque en todo momento me decía a mí mismo que él era perfecto para mí, que estábamos hechos el uno para el otro, que él era el amor de mi vida. Estos eran los ingenuos pensamientos que me distraían de la soledad que yo sentía cada vez que estábamos juntos, cuando yo estaba muy ilusionado de que me aceptara, al menos por una noche, mientras que el refunfuñaba debajo de mí, fingiendo gemidos y felicidad ante mis sinceras caricias. Ya no era como antes, cuando él me decía de niño que estaba tan feliz de que estuviéramos juntos, que podría morir en mis brazos, pero, fuese lo que fuese, lo que teníamos nosotros, era amor, y un fuerte dolor por la despedida, y a pesar de las horas pasadas, los dos siguen fastidiando a mi pecho con la misma intensidad que sentía cuando nuestro fin comenzaba.
Mucho tiempo ignorando todas las veces en las que me jodió el día, me veía la cara de idiota y se hacía el inocente e ignoraba mi desdicha mientras que yo creía yo era el único culpable.
Él debe tener algún problema, parece ser un pobre adicto a la tristeza, no parecía arrepentirse del todo, solo un poco, pero fue en el final de todo. Siempre es en el final. Le hubiera perdonado, de no ser porque el, descaradamente, me dijo que le gustaría que siguiéramos siendo amigos, lo dijo casi escupiendo las palabras ante mis ojos llorosos.
Yo me estaba rompiendo por dentro
Pero también debo admitir que muy en el fondo, estaba aliviado de que todo terminara.
Pero él no tenía por qué terminar todo de una manera tan horrible. Destruyo nuestras vidas, nuestro futuro juntos y se fue como si no hubiese hecho ni pasado nada, como si lo nuestro no fuera más que basura, creo que él no tenía que caer tan bajo, ya renunció a su trabajo y se de buena fuente que ya ordenó el traslado a su apartamento además de su teléfono desconectado y el cambio del número de teléfono celular. Ni si quiera necesitaba ser tan duro, me trató como a un perro, y que puedo decir, no soy de piedra, tanta indiferencia me dolió, ya es suficiente, ya me cansé de rogarle, me harté de mendigar por un beso, me aburrí de leer declaraciones de amor en insultos y reproches.
No sé que será de mi vida ahora, creo que estoy acostado en mi cama con alguien más y siento el calor de un líquido blanco y espeso escaparse de mi entrada, mojándome mis pálidas y blancuzcas piernas además de un par de brazos que me rodean. También veo varias botellas de alcohol barato regados en el piso, me duelen las caderas, y veo abierta la puerta de mi departamento, aunque eso es algo sin importancia, ya nadie más vive en este piso.
Es increíble lo que me acaba de pasar, solo han pasado algunas horas y ya me volví el uke de alguien más, me han montado a pelo sin piedad, mi departamento esta hecho una mierda, mi hígado me pagara factura algún día por todo el alcohol ingerido. Me voltee a ver quien fue la persona que me transformo de un semental a su uke por una noche, no pude ver gran cosa, todo estaba a oscuras de eso lado. Pero ya estaba volteado, mis caderas dolían a horrores y tenía mucho sueño, así que me entregué al sueño, esperando recuperar mi posición sexual a la mañana siguiente, ahora todo me vale mierda, nada me interesa en esta vida, cerré mis ojos y me dejé llevar por el sueño y por el sonido de un llanto que conseguí escuchar, yo no estaba llorando, y sea quien sea la persona que me había poseído esta noche, tampoco estaba llorando, era raro, muy raro.
Después de todo, la culpa solo la tenía Onodera Ritsu, pero eso ya no importaba ahora, porque Onodera Ritsu es ahora alguien al que yo solía conocer, ahora no es más que un extraño.
Me volteé a dormir, arrullado por el sonido del choque entre mi ventana y la lluvia de Noviembre.