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Una gota de color por Syarehn

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Notas del fanfic:

La inspiración para este fanfic llegó gracias a la baladita de Hyde, llamada “A drop of colour” [de allí el titulo], aspi mismo dejó el link de la canción con traducción por su alguien gusta escucharla, está en título de la misma allá abajo. 

Los personajes, por supuesto, son de los genios Stan Lee y Jack Kirby, así como de Marvel Studios, 

 

Notas del capitulo:

Es raro comenzar un FanFic con el color gris, pero hoy es un día lluvioso y frío, no me salió otra cosa. Por cierto, el narrador "designado" para este capítulo es Steve. 

I. Gris

. »« .

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“Confusión con las reglas del tiempo y el bullicio llena la ciudad; mis pensamiento se ahogan en el ruido ¿Cómo podrías saberlo? ¿Por qué deberías conocerme?”

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A drop of colour de Hyde

 

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—Tony, no me gusta la forma en que Banner te mira —aseguré mientras lo giraba para besar su espalda desnuda y me deshacía de mi propia playera.

—¿Y eso qué? No querrás sacarle los ojos ¿o sí? —Fue su escueta respuesta. Detuve mis caricias, molesto por su falta de interés en lo que yo sentía—. Vamos, Capitán, no puedes molestarte por una estúpida mirada. —No dije nada, dejé que la molestia en mis ojos hablara por mí—. Vale, unas estúpidas miradas —aclaró prolongando las “s”. yo sólo enarco una ceja—.  Sí, sí, sé que mi fama de Don Juan no me beneficia, pero si el hecho de tener una relación casi formal, con todo lo que eso amerita y aún bajo mi reticencia innata a los compromisos, no te dice nada…, pues es una causa perdida. Y mira que digo "casi" porque eres tú quién no quiere hacerlo público.

Él se giró sobre el sofá-cama para quedar de frente a mí. Suspiré. Tenía razón, él había dejado su vida llena de galantería y flirteos por mí.

—¡Pero me jode sorprender a Banner devorarte con la mirada! Verlo acercase como si no supiera que sales conmigo. Pero me molesta más que te encierres con él en el laboratorio —confesé deseando que él lo entendiera, pero sólo me miró molesto—. No desconfió de ti sino de él —aclaré antes de que se saliera de control.

—¡Para el caso es lo mismo, Rogers! —bufó Tony—. Si me “encierro” con Bruce es porque, a diferencia de ti, tenemos trabajo que hacer. Tú sólo entrenas y vas por ahí comprando costales box, pero él entiende de lo que hablo y lamento decir que tu intelecto no puede competir con el suyo en materia científica ─declara sin rodeos mientras yo únicamente podía tragarme la incomodidad.

—¿Me estás llamando idiota?

—Algunas veces —decretó, pero al final lo vi cerrar los ojos en un gesto lleno de exasperación—. ¿Por qué rayos estás tan inseguro? ¡Por dios! ¡Eres el Capitán América! El macho alfa, el héroe sexy y patriota portador de los valores más enarbolados de la nación. ¿Por qué simplemente no dejas de pensar en el gigante verde como una amenaza? —No puedo negar que me regocijé en sus palabras, así que lo abracé con más ímpetu, sonriendo como un idiota y evitando que él lo notara.

—Porque no quiero perderte, Stark —dije lamiendo su oído. Él gimoteó bajito.

—Mm… A veces eres tan estúpido y cursi, Capitán —comentó dejándose hacer.

—¿Y vas negar que te gusta? Es parte de mi encanto —susurré en un intento de coquetería, y lo sentí contraerse por la risa.

—Sabía que había algo de ególatra en ti —concluyó Tony antes de besarme con esa pasión que sólo él puede transmitirme.

—Aprendí bien —dije entre sus labios—. Iron Man es un gran maestro.

Dejé que se montara sobre mí, restregándose sensualmente, acariciando mis pectorales, excitándome al intuir lo que venía. Desabrochó el pantalón y percibí sus cálidas manos sobre mi miembro por encima del bóxer.

—Mm… Tony.

Sus suaves mordiscos en mi cuello y las caricias sobre la tela eran la brecha que prometía ser el inicio del largo y placentero camino hacia una tarde de buen sexo, misma que se vio interrumpida por la estrepitosa alarma de la Torre Stark y la voz de JARVIS.

Señor Stark, había un intruso en los pisos inferiores de la Torre.

—¿Había? ¿Y si ya no está ahí  por qué me molestas, JARVIS? —preguntó Tony molesto.

—Porque ahora se dirige a su oficina, señor. Está a 3 pisos de llegar a pesar de que he activado todos los protocolos de defensa. Es imposible detenerlo.

—¿Imposible? —se burló Tony, levantándose del sofá-cama en el que nos hallábamos para acomodarse la ropa—. ¿Pues quién demonios es?

—Es Hulk, señor.

Antes de poder si quiera levantarme, la enorme masa verde ya estaba derrumbando la puerta de la oficina. Me levanté lo más rápido que pude, aún sin camisa y con el zipper del pantalón abajo.

—Ey, Banner, ¿no estabas trabajando en el laboratorio? —cuestionó Tony acercándose a Hulk. El hombre verde gritó con furia y estrelló sus puños contra el escritorio—. Hulk, deja eso —le regañó Tony con firmeza, pero Banner lo ignoró—. ¡Hulk!

Entonces Hulk miró a Tony –de nuevo esa maldita mirada que tanto aborrezco–, luego me miró a mí con furia y se abalanzó en mi contra.

No supe en qué momento Tony se había puesto entre ambos, tratando de evitar una pelea. En realidad ya me lo esperaba, sabía lo que Banner sentía por Tony y era sólo cuestión de tiempo para la inevitable pelea entre él y yo.

—Hulk quiere a Iron man. Hulk no quiere verlo con él —dijo señalándome—. ¡Hulk quiere a Tony!

—Te lo dije —susurré triunfante dirigiéndome a Tony, aunque mi sonrisa no duró demasiado pues la enorme musculatura verde se lanzaba para golpearme.

Nuevamente Tony estaba en medio, pero Hulk no le haría daño... O eso pensé. Salí del error cuando vi a Hulk tomando a Tony de la cintura y llevándoselo con él. ¿¡Qué demonios ocurre con ese inútil!?

—¡Demonios! —grité furioso y salí de la habitación para ir tras ellos. ¿Desde cuándo Hulk es tan veloz?

Banner acababa de saltar de la torre y estaba adentrándose en la ciudad cuando Thor y Loki aparecieron a mi lado.

—¿Qué ocurre, Capitán? —preguntó Thor.

—Banner ha decidido secuestrar a Stark —me quejé. Las carcajadas de Loki nos hicieron girarnos hacia él y, en mi caso, mirarlo molesto, Thor sólo con desaprobación.

—No sé cómo es que no previste que esto pasaría, Steven —me dijo fingiendo seriedad—. Ahora son como esa historia donde un mono gigante secuestraba a la chica. —Thor rio por lo bajo y aparenté ignorarlos─. Pero claro, estabas más ocupado follando ¿no? —Mi cara de shock debió ser patética pues ambos asgardianos rieron con fuerza.

—¿Cómo demonios saben que…? ¿Acaso también leen la mente o algo así? —Loki continuó riendo y los colores se me subieron al rostro—. ¿¡Qué es tan gracioso!? —pregunté frustrado y avergonzado, mientras a mí alrededor la gente me miraba de forma indescifrable.

—Hasta donde sé —comenzó Thor tratando de aguantarse la risa—, en Midgard, salir sin camisa es común pero con el pantalón a medio poner y una erección… bueno, eso es perverso incluso en Asgard, Capitán —concluyó  entre risas. ¡Maldición! Ahora entendía las miradas de la gente a mí alrededor.

Apreté los labios tratando de pensar en qué hacer pero todo pensamiento se volvió una nimiedad cuando Banner se detuvo de golpe y dejó a Tony en el suelo. Corrí para alcanzarlo y los acuosos ojos de Hulk me descolocaron.

—Lo siento, chico verde —le decía Tony acercándose a Banner y colocando su mano sobre el puño cerrado de  Hulk, quien asintió e instantes después regresó a ser el escuálido, desnudo y desmayado Bruce Banner.

—¿Qué ocurrió? —cuestioné abrazándolo, pegándolo a mi pecho. No lo separarían de mí de nuevo—. ¿Estás bien?

—Sí —me aseguró Tony, girándose para mirar al dios del rayo—. Thor, mi querido fortachón, ¿podrías llevar a Bruce de regreso a la Torre y decirle a Pepper que cuide de él? —preguntó tranquilo, y Thor asintió tomando a Banner en sus brazos cubriéndolo con su capa.

—Bien hecho, Stark —ironizó Loki—. Tú sí que sabes cómo provocar a un monstruo y luego  imponer autoridad sin que te aplaste de un puñetazo —se burló—. Yo no me habría atrevido a discutir con él… de nuevo. —No entendí a lo que Loki se refería del todo, pero si capté que no deseaba otra sacudida cortesía de Hulk.

No me extrañó la sonrisa iracunda que Loki le regaló a Tony cuando se alejaba argumentando que tenía asuntos pendientes con su hermano.

Incesto —dijo Tony antes de que Loki se fuera, por lo que se detuvo enarcando una ceja en dirección a Iron Man—. Así le decimos aquí a la relación sexual entre parientes. Tienes suerte de no ser humano y no tener que seguir esas reglas morales.

Loki soltó una carcajada despectiva.

—También lo llaman así en Asgard, Stark. Y nunca me ha importado —concluyó Loki fingiendo desinterés, pero su sonrojo fue notorio.

Después de un rato tomé a Tony del brazo y caminamos sin rumbo definido hasta llegar a uno de los tantos callejones sin salida de Nueva York. Los últimos rayos solares estaban muriendo, gruesas nubes grises cubrían el cielo anunciando la lluvia, opacando el día haciéndolo fresco y húmedo.

 —¿Qué le dijiste a Banner? —le pregunté por fin, pues la duda me había estado acosando desde que Banner se desmayó. Tony siguió caminando si contestar, por lo que me detuve de golpe recargándome en la pared, como seña de que no me movería hasta que me contara.

Tony resopló sin ganas.

—Nada que deba repetir, Capitán —me dijo para luego seguir avanzando aunque a paso mucho más lento.

—Stark.

—¿Qué? —cuestionó incómodo—. Olvida el asunto. ¿Y por qué estamos discutiendo eso en un lugar lúgubre, peligroso y sobre todo tan público? —inquirió con reproche mirándome por fin, aunque con un claro gesto de fastidio en la cara.

—Tony, no estaré tranquilo hasta que…

—En pocas palabras no dejaras de fastidiar hasta que te cuente, Capitán cotilla. ¡Bien! Le dije que eres un idiota —dijo molesto.

—Vaya forma de tranquilizarme —le contesté irónico—. Hablo en serio, Tony.

Segundos después lo vi acercarse y suspirar con resignación.

—Es en serio —dijo con su tono casual, restándole importancia—. Le dije que eres un idiota, pero eres el idiota con el que salgo, el idiota con el quiero estar y que eso no cambiaría de momento. ¿Feliz?

Sonreí y lo jalé para apegarlo más a mí, él se dejó hacer dócilmente  —algo extraño en él, por cierto—. Pero ¿Qué más daba? Tony sentía lo mismo que yo y no tenia porque preocuparme de Banner.

—¿De momento? —cuestioné juguetón. Tony se encogió de hombros, provocándome. Entonces recordé que teníamos algo más que arreglar—. Tú y yo dejamos algo pendiente ¿recuerdas? —Mi voz sonó más gruesa y necesitada de lo que habría deseado pero como respuesta obtuve un seductor beso.

—¿Y el moralista Capitán América está dispuesto a retomarlo justo aquí, en un viejo y sucio callejón en los suburbios de New York?

—Esta nueva era me ha enseñado que la moral perfecta es la que es gris, Stark. Además, hoy es el día libre del Capitán América, es Steve Rogers quien quiere divertirse.

Tony sonrió antes de tomar mis labios con arrebato, paseando sus manos eróticamente por mi pecho, yo respondí  estrechándolo más contra mí, al tiempo que bajaba mis manos hasta su firme trasero, colando una pierna entre las de mi hombre de hierro y friccionándola sugerentemente contra su virilidad.

Tony gimió a mitad del beso. Su lengua descendió por mi cuello y pecho, delineado los músculos, permitiendo así que el frío de la tarde erizara mi piel debido al rastro húmedo que dejaba. En un rápido movimiento, Tony se dejó caer sobre sus rodillas sin dejar de divertirse con mi ombligo, simulando embestidas con su lengua traviesa para después liberar ágilmente mi creciente erección y continuar su juego oral.

—Ah~ Tony —jadeé.

 —Silencio, Cap, estamos en un callejón —murmuró Tony, separándose un poco, sólo lo suficiente para hablar pero sin privarme del calor de su aliento y su sonrisa maliciosa no desapareció aún cuando volvía a tomar mi miembro entre sus labios.

Eché la cabeza hacia atrás, recargándome en la pared, con la mirada perdida en el cielo grisáceo y las manos entrelazadas en el oscuro cabello de Anthony Stark. Sentí una de sus manos acariciando la base mi erección y la otra jugueteando con mis testículos. Tuve que morder mis labios para no “hacer tanto ruido”, pero pronto comenzó a aumentar la velocidad, intercalando suaves mordiscos con estremecedoras succiones.

—Ah~ —gemí de nuevo con reproche cuando se alejó de nuevo. Estaba tan excitado que dolía—. Stark, termina lo que empezaste —le exigí con la voz se entrecortaba.

Su sonrisa de superioridad se hizo presente, dio una larga y deliciosa lamida a mi pulsante miembro y se levantó, alejándose con ese andar suyo: elegante y provocativo. Caminó hasta unas escaleras y con un sensual movimiento comenzó a desabrochar su pantalón y a bajarlo junto a sus ajustados bóxer. Se sentó en el cuarto escalón con las piernas abiertas hacia mí, mirándome sonriente y frente a mi atenta mirada comenzó a masturbarse, lenta pero firmemente, sin dejar de observarme. Sus mejillas se sonrojaron y casi podía escuchar los jadeos que escapaban de su boca entreabierta, en la cual introdujo dos de sus dedos, lamiéndolos de forma casi obscena.

Yo seguía recargado en la pared, jadeante e inerme con una prominente erección. Gemí al ver como dejaba de lamer sus dedos e introducía uno de ellos en su entrada.

—¡Mmm! Steve… —jadeó cuando introdujo el segundo dedo entrecerró los ojos y los movimientos de su mano sobre su miembro se hacían más frenéticos—. Steve. Ah~ Steve… Ven —me llamó y no necesitó decirlo de nuevo, comencé a avanzar hacia las escaleras y sólo me detuve cuando lo vi frente de mí, en realidad enfrente de mi cadera—. Hazlo ya, Capitán.

Tony sacó los dedos se su interior y acercó nuevamente su boca a mi virilidad para besar la punta. Dejé de contenerme y lo besé haciéndole notar mi necesidad de poseerlo. Tomé su cintura y lo giré, él se sostuvo con ambas manos del escalón, usándolo como soporte mientras de una sola estocada entraba en su estrecho y cálido interior. Tony giró el rostro y nos besarnos de nuevo mientras yo acariciaba su pecho acelerando el ritmo. Sentí cómo el vaivén de sus caderas aumentaba frenéticamente y de forma inconsciente abría más las piernas.

Separamos nuestros labios cuando llegamos al orgasmo, aunque el erótico y masculino gemido de Stark y su lasciva mirada me aseguraban que esa noche, en un lugar más apropiado, la diversión continuaría. Me estremecí de sólo pensarlo.

—¿Cumplida su fantasía, capitán? —inquirió sarcástico, notablemente agotado pero intentando levantarse. Lo detuve sin mucha dificultad aunque sin salir de su interior.

—Ya te dije que hoy es el día libre del soldado —le susurré besando su cuello antes de embestirlo nuevamente.

—¡Oh, dios! —gimió con fuerza—. ¡Sí! Justo así.

La segunda ronda fue menos duradera pero no por ello menos placentera. Tony se vistió lentamente mientras yo me acomodaba los pantalones, la única prenda que llevaba.

La noche había caído y caminamos por las concurridas calles de la ciudad que no era tan oscura debido a la cantidad de nubes y a que eran iluminadas por la luz plateada de la luna y los relámpagos. Tony se detuvo frente a una tienda de ropa y sin decir nada se adentró en ella. Sin embargo, yo tan solo me quedé parado en la entrada.

—Vamos —me llamó desde la puerta—. Necesitas una camisa, pareces stripper… Aunque no sería difícil que consiguieras trabajo de eso y necesitas uno —se burló—. Pero está por llover, así que andando,

—¿Quieres que sea stripper? —le pregunté sonriendo mientras entramos y él comienza a escoger algo.

—Sí. ¿Por qué no? Podrías hacerme unos privados —contestó guiñándome un ojo, tan galante como suele ser, al tiempo que tomaba una playera gris y una chaqueta de piel.

Una vez vestido continuamos caminando hasta que volvió a detenerse por un café. Nuevamente lo esperé afuera.

—¿Una rosa? —me ofreció amablemente una chica, mostrándome la variedad de rosas teñidas que vendía. Lo pensé un momento antes de comprar una, tardando más para elegir el color.

—Te compré chocolate y donas —dijo Tony cuando salió del establecimiento, entregándome una bolsa. La tomé con cuidado y besé sus labios, atorando la rosa en su cinturón sutilmente. Cuando nos separamos la tomó entre sus manos, mirándola curioso—. ¿Y esto? ¿Es por algo que hiciste o que vas a hacer? —preguntó suspicaz.

—Puede que haga cosas tontas más adelante, pero te la doy ahora porque te amo —confesé sintiéndome estúpido aunque ya se lo había dicho con anterioridad.

Tony sonrió tratando de ocultar su sonrojo.

—¿Y por qué gris? —evadió el tema.

—Porque tú eres la gota que le dará color — Tony rio con fuerza, asintiendo antes de besarme,  justo cuando la primera gota de lluvia se dejó caer en su frente.

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Notas finales:

Espero que haya sido de su agrado, estoy pensando hacer otro capítulo, así que diganme que color desean ^__^. Pensé que el siguiente sería morado pero ya lo usé en el FanFic Stony  Jacarandas.


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