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Hit the road por Manzanita Roja

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Bueno, hace muchísimos años que no escribo nada y éste fanfic ha salido de nada estos días de vacaciones. Dudé en subirlo porque realmente estaba teniendo serios problemas con el título, pero me inspiré bastante con una canción del anciano Ray Charles (Hit the road, Jack) y pensé que la canción tomaba perfectamente el camino que yo quería que tomara éste fanfic.

También quiero aclarar que en éste fanfic, Deidara se presenta como mujer. Sé que a muchos no le puede agradar la idea, a mí tampoco me agradó mucho al principio, pero quiero que ésto sea lo más realista posible y no quiero aplicar ese mundo donde todas las parejas son homosexuales (que no se malentienda). Aún así, si no soportas que Deidara sea mujer u el resto de los personajes aparte de Sasuke y Naruto sean homosexuales, es mejor no leer.

Advertencias: Este fanfic es un AU, contiene YAOI y –quizás- LEMON.

Declaimer: Naruto le pertenece a Kishimoto, yo sólo soy una humilde servidora que cumple sus fantasías con los personajes.

 

 

Hit the road

Capítulo I

 

 

Estacionó su automóvil justo en el momento en que su reloj de mano emitía un pequeño “beep” que anunciaba el cambio de hora. Eran oficialmente las 10 a.m. y suspiró. Bajó y sacó su negro portafolios de la maleta y se alejó de ahí. Ese día, especialmente, se sentía cabreado. Cualquiera que lo viera no lo notaría, claro, todos pensaban que aquella seriedad estaba grabada a fuego en sus facciones; sin embargo, hoy su ceño estaba bastante más fruncido. 

Presionó el botón para subir del ascensor y esperó a que bajara del piso trece al menos uno.

-Buenos días, señor Uchiha

Claro, debió notar que habría alguien ahí, siempre lo hay.

-Buenos días

Presionó el botón del piso quince y espero unos cuantos minutos. Dios, cómo hacía calor ahí. Hablaría luego con aquél idiota de asuntos técnicos para que arreglase el aire acondicionado, tal y como ya se lo había dicho dos veces antes. Cómo detestaba dar instrucciones más de una vez.

Él, Sasuke Uchiha, jamás en su vida tuvo que recibir una explicación por segunda vez, después de todo eso era lo que le había convertido en un tipo tan exitoso. En la escuela sólo tenía diez, en la universidad siempre sobresalió por sus habilidades con el cálculo de funciones e incluso llegó a ser el mejor de su promoción al graduarse de la facultad de economía. Su vida estaba destinada  a nada más ni nada menos que al éxito en su máxima expresión, como todos aquellos miembros de su familia.

A sus veintiséis años se encontraba en la cúspide. Era el dueño de una famosa empresa de negocios internacionales y era lejos uno de los hombres más acomodados de Japón.

Al llegar el ascensor a su piso, salió inmediatamente hacia su oficina, evitando a todo aquél idiota que lo saludara en el camino. Hoy no atiendo idiotas, dijo pasando entre la gente que lo hacía detenerse en medio del pasillo para consultarle, otras, simplemente para llamar su atención.

Y es que él no era el típico nerd enclenque con éxito en la vida, no. Su cabello era un manojo bastante apetecible de cabellos negros y ojos de igual color. Físicamente, era un tipo de brazos y piernas bastante marcados y tenía un porte por sobre el promedio. Las féminas que trabajaban ahí no tenían bastante claro.

-Qué cara traes hoy, ¿te han pasado un camión encima?

-Si no tienes nada inteligente que decir, puedes seguir trabajando, Kiba.

El chico castaño resopló ante el mal humor de su jefe mientras éste entraba a su oficina. Fue como si una bofetada de calor le hubiese golpeado en la cara al abrir la puerta. Aquél lugar era un horno, un maldito horno en un maldito día de verano en ese maldito lugar. Se dejó caer sobre su asiento de cuero y se dispuso a prender el ordenador para comenzar con su trabajo.

Ahí comenzaba el día más insoportable de su vida.

 

-.-

 

-¡Eh, Naruto, ven aquí!

Naruto se volteó a ver y divisó a una de sus buenas amigas que ya se encontraba en el pupitre al final del salón. Se sonrió, ansioso, y se acercó raudo al pupitre consiguiente.

-Buen día, Sakura-chan –la besó.

-Nada de buen día, ¿podrías decirme cuál es la gracia de tener un móvil si no vas a contestarlo? -  Naruto sólo alzó los hombros en señal de disculpa- Eres un caso perdido.

Se sentía demasiado vigorizado como para dejarse llevar por los quejidos de su amiga. Había llegado, al fin, a tiempo a las clases de la universidad, aunque fuese un par de semanas antes de salir de vacaciones. Respirar el aire veraniego hacía que le diesen ganas de levantarse y hacer cualquier cosa, incluso si era para anotar clases de su profesor de anatomía. El sólo hecho de pensar en aquél pobre anciano le provocaban ganas de bostezar.

-¿Me escuchas?

La verdad, no le había escuchado un ápice. Asintió distraído y pasó una mano por sus cabellos rubios. Hoy comenzaba su primer día de trabajo después de estudiar y ahí se quedaría durante todo el verano, ahorraría dinero para ir de paseo a la playa o comprarse una guitarra nueva. Claro, con diecinueve años y empleo en una cafetería no le alcanzaría tampoco para la gran cosa

Apenas comenzaron las clases, Naruto bostezó. Su amiga y también amante le dio un codazo en las costillas para que éste se incorporara y no comenzara a roncar.

Naruto apenas recordaba cuándo habían comenzado a salir, lo único que en realidad no podía olvidar fue la principal razón por la que había aceptado a la pelirrosa como compañera sentimental: había estado teniendo sueños extraños, eróticos, con hombres. Como gran solución a su preocupación de si se estaba volviendo un marica, como él mismo se denominaba al despertar de aquellos sueños, decidió que corresponderle a su amiga después de varios años podría ayudarle. Y claro que le había ayudado. Después de un año y medio de relación formal podía decir que nunca en su vida le habían gustado tanto las chicas, e incluso pensaba que jamás tendría sexo más glorioso que con Sakura.

Él la amaba y sabía que era recíproco. Su otra etapa de joven curioso había acabado para siempre y a esas alturas de su vida se dedicaba a que sus hormonas hiciesen lo suyo con su novia, además de salir de fiesta y estudiar. Todo estaba en completo equilibrio.

Durante el receso, luego de tanto pensar en todo aquello, se dedicó a mimar y a besar a su novia. Sabía cuánto le gustaba ser el foco de las muestras de afecto público de Naruto.

-¿Quieres que te acompañe a la cafetería? Podría esperarte ahí como una clienta más, no te distraeré – ofreció Sakura de buen ánimo. El rubio negó con la cabeza

-No te preocupes Sakura-chan, lo tengo todo bajo control –le guiñó- Aceptaría hacerte una visita nocturna luego del trabajo –sentenció un poco más bajo, cerca del oído de su amante.

La chica suspiró –Seguramente estarás cansado. Además mis padres estarán en casa.

-Está bien, será otro día –le dio un pequeño beso en los labios- Nos vemos mañana.

-Suerte, Naruto.

Así, ambos tomaron caminos distintos al salir de la Universidad de Tokio.

 

-.-

 

‘Rayos’

Escuchó su móvil sonar por enésima vez en el día y por enésima vez se negaría a contestarlo. El idiota de Sai, su primo, era imparable. Estaba consciente, completamente consciente, de cuál era precisamente el motivo por el que se había dedicado tanto a hostigarlo. Apenas el aparato dejó de sonar, Sasuke lo configuró a modo silencio.

Aquél día llegaba la novia de su hermano mayor, Itachi. Aquél Uchiha era del tipo ni-tan-indiferente-ni-tan-cercano que había causado revuelo en las chicas desde que tenía memoria. Éste, sin embargo, siempre se mantuvo muy al margen de tener aventurillas y que él supiera su hermano no había tenido más de dos novias en sus 30 años de vida. Parecía ser que con la actual chica, Deidara Namikaze, iba todo completamente enserio debido a que su relación había durado más de tres años y su hermano jamás pareció quejarse.

Y todo aquello tenía que ver con él porque Itachi le había pedido expresamente al bueno para nada de Sai que se encargara de ir a buscarla al aeropuerto ese mismo día. Sasuke conocía lo suficientemente bien a su primo como para saber que no le había prestado ni la más mínima atención a Itachi y éste había aceptado sin más. Y ahora, se encontraba intentando comunicarse con él en busca de un salvavidas.

Sonrió con sorna al imaginarse a Sai desesperado por ayuda. Su día mejoraba.

-¡Eh, Sasuke! –Divisó a Kiba asomando su cabellera castaña a través de la puerta -.Los chicos y yo vamos por comida a la cafetería cruzando la calle. ¿Vienes? O quizás prefieras que te traigamos algo.

-Compra un café –le extendió un par de billetes al de los sobresalientes caninos-, y algo para comer, nada de chatarra.

-Claro –sonrió.- Eh, amigo, deberías salir a tomar aire un momento, este lugar es un infierno y te la has pasado todo el día tras el ordenador. La orden de compra desde Nueva York ya está casi completada, sólo faltan unos pequeños detalles, así que despreocúpate – le animó –Lo tendremos todo controlado Shikamaru y yo.  Tú vete a sacarte ese palo en el trasero con el que te levantaste.

-Muy sutil – bufó-Bien. Tan solo tráeme lo que te pedí y en un par de horas saldré de aquí.

Kiba, bastante satisfecho con su persuasión, le guiñó un ojo y desapareció. Si, de verdad  necesitaba respirar aire fresco.

Suspiró luego de ver que la pantalla de su móvil mostraba que tenía una llamada entrante de Sai, otra vez. Suspiró.

-¿Diga?

-¿Tienes idea de cuánto te he llamado, tremendo soquete? – Escuchó del otro lado - ¿La tienes?

-Si es para pedirme favores, te digo enseguida que con esa actitud llegaremos a un… impase –Sasuke se sonrió a sí mismo, a pesar de todo. Sabía que eso haría que Sai se sintiese como un idiota (el idiota que realmente era, según él).

Sai gruñó- Lo siento. Y sí, necesito que hagas un pequeño viajecito por mí.

-Denegado. ¿Algo más? Estoy ocupado

-Oh, vamos, primo. Ni siquiera has escuchado lo que debo decirte.

-No iré por Deidara al aeropuerto, ¿tienes idea de porqué Itachi te lo pidió a ti y no a mí? Estoy demasiado ocupado. Haz que se vaya en algún taxi o lo que sea.

-¿Estás demente? Itachi me volaría los sesos. Por favor – pidió de forma humillada tras el teléfono- Prometo no volver a pedir nada por el estilo en muchísimo tiempo.

-Tentador, demasiado como que no se haga algún escrito bajo notario sobre eso.

-Todo eso y más, Sasuke, pero ve por la chica antes de que corra sangre

-¿A qué hora?

-Llega aproximadamente en…-Sasuke pudo percibir que la voz del otro lado del auricular se enredaba un poco-… unos veinte minutos.

-Grandísimo idiota

-Tú no me contestabas, imb… Sasuke.

-Sí, como sea – suspiró-.Adiós.

Pesaroso, tomó las llaves de su Audi negro y se dispuso a salir de su calurosa oficina, no sin antes dejarle una nota a Kiba diciéndole que había salido a tomar algo de aire y que dejase su encargo en el escritorio. También dejó aclarado que también dejase el cambio, que no era idiota.

Mientras el ascensor descendía al menos dos, Sasuke se preparó mentalmente para recibir a la rubia Namikaze. Sabía exactamente qué significaba el hecho de que la rubia californiana pusiese un pie en Japón y no era precisamente algo que tuviese que ver con tranquilidad.

Si conociese bien a Itachi, probablemente afirmaría que él y su noviecilla planeaban algo.

 

-.-

 

-Lo que debes hacer es bastante fácil: el primer botón es para un expresso, el segundo para un capuccino, el tercero para… eh, bueno, todos los botones tienen su nombre al lado, tú solo presiónalos. Debes ofrecer la especial del día como recomendación y aprenderte los precios y nombres de la carta. Por prestigio, tú sabes, aquí no utilizamos block de notas para anotar los pedidos. ¿De acuerdo? Tu uniforme se encuentra colgando en la parte de atrás. Te quiero aquí en 5 minutos.

Naruto, emocionado, asintió y se dirigió hacia la parte trasera para colocarse su nuevo uniforme.

Realmente no esperaba lucir bien, pero no se sentía como un mozo de una cafetería, si no que de algo con más clase. La camisa negra y los pantalones negros le quedaban bastante bien –aunque en realidad no le gustase el negro-, y aquél delantal anaranjado amarrado a sus caderas no le incomodaba en nada. Sí, se veía guapo.

Con una sonrisa adornando sus felinas facciones, salió al encuentro de Iruka, su jefe. A Naruto le había parecido que el hombre era del tipo afable y de gran voluntad que le hizo sentirse cómodo y en confianza desde un principio, tanto así que al llegar al lugar Iruka le había preparado un café para que se sintiese más tranquilo.

-Hey, Naruto –el aludido volteó la cabeza para encontrarse con el castaño-. Comenzarás por tomar los pedidos. La mesa tres, siete y nueve son tuyas. Las otras son de Ino y Lee.

Asintió y entonces observó a los clientes que sus mesas designadas. Cayó en cuenta de que sólo la nueve estaba ocupada por tres hombres de traje formal. Uno de ellos tenía el cabello castaño y alborotado, con unas ligeras marcas rojas en sus mejillas. El segundo tenía el cabello amarrado en una coleta y tenía un aspecto bastante aburrido. El tercero tenía el cabello negro, bastante largo y Naruto pudo notar, al acercarse, que sus ojos tenían un color y profundidad gris bastante peculiares.

-Bienvenidos a Konoha Coffee, mi nombre es Naruto, ¿qué desean servirse? –recitó de memoria con una gran sonrisa a los tres hombres.

-Eh, bien, Naruto… queremos… – confundido, el castaño miró a su amigo de coleta-¿Lo de siempre? –su amigo asintió-. Un mocaccino, un latte, dos expressos  y cuatro emparedados especiales. Para llevar.

-¿Qué ha pasado con Lee?

Naruto, que al recibir la información iba a partir corriendo antes que todo cayera al olvido, se detuvo en seco al escuchar al chico de los ojos extraños hablar. Al voltearse, se dio cuenta de que no era del tipo simpático.

-Lee atiende otras mesas ahora. Yo soy el encargado de esta mesa –le sonrió-. Vamos, te atenderé bien. Dame la oportunidad de traerte un mocaccino, un latte, dos expressos  y cuatro emparedados especiales. –recitó de forma impecable, sin casi creérselo. El Castaño rió.

-Ya no le des problemas al chico, Neji – se volteó hacia el rubio.-Soy Kiba. El perezoso  de aquí se llama Shikamaru. Es importante que nos conozcas, porque al parecer seremos tus nuevos clientes frecuentes, siempre estamos aquí. Trabajamos enfrente.

El rubio sintiéndose más cómodo, le sonrió- Será un agrado atenderlos seguido entonces, Kiba. Enseguida les traigo su pedido.

Apenas se encontraba en la cocina, dando la orden de hacer los emparedados cuando la alerta de mensajes de su móvil sonó. Se escabulló entre la bodega y sus cajas para poder leer el mensaje sin su jefe ni alguien que pudiese acusarlo de vagar en su primer día de trabajo.

‘Acabo de aterrizar’

Eso no podía significar nada bueno, sobre todo si venía de parte de Deidara.

Su revoltosa prima era para él el sinónimo de problema. A sus veintiocho años, se podría decir que la chica era un verdadero caso perdido. Cuando ambos vivían en California con su madre, Kushina, siempre dejaba sus porquerías tiradas por ahí y siempre estaba metiéndose en problemas.

Recordó el último evento vivido desde la última vez que la chica había puesto un pie en Japón, hace unos tres años. Tenía en memoria ese recuerdo porque ese había sido el momento exacto en el que había empezado a desvariar con respecto a su sexualidad: había conocido a un tipo de lo más apetecible. El novio de su prima, Itachi Uchiha, tenía un hermano menor que a ojos de Naruto había sido el equivalente a una culposa molestia en la entrepierna. El tipo tenía porte, unos ojos azabache intensos y una pose de arrogancia que a su parecer era insufrible, pero exquisito. Aquél prospecto tenía como nombre Sasuke Uchiha.

Aún recordaba esos dos tortuosos meses en los cuales trató de no mantenerse en ningún lugar cerrado junto al moreno. Para Naruto había sido terrible tener que lidiar con sus hormonas revoltosas de adolescente durante todo ese verano en el cual tenía que acompañar a Deidara a la mansión Uchiha y ver cómo el chico de sus más vergonzosos sueños le miraba con cara impasible.

Entonces, pocas semanas antes de que su prima tuviese que devolverse a los Estados Unidos, los dejó a Naruto accidentalmente encerrado en la habitación de Sasuke, con éste dentro. El ojiazul sospechaba que el otro chico también sentía alguna especie de deseo por él, pero logró confirmarlo al cien por ciento cuando comenzaron los besos intensos, famélicos, los toqueteos, los mordiscos, el roce de erecciones, la falta de aire y finalmente la confusión. Después de eso estuvo consciente de que Sasuke se sentía abrumado porque Naruto era considerablemente menor que él y eran hombres. Después de aquél día, no volvió a verlo y a saber de él. Muy en el fondo, Naruto sabía que su rubia prima había estado planeando aquello.

Y hoy, tres años después, volvía a Japón a sacudir su mundo. Se preguntó porqué rayos Itachi no podía viajar hasta california como lo había estado haciendo semanalmente durante todos esos años.

Consciente de los minutos que habían pasado, volvió a la cocina a buscar los pedidos y llevarlos a la mesa.

-Aquí está su pedido, chicos. Lamento la tardanza – se disculpó Naruto con una sonrisa.

-No hay problema. Nos llevaremos esto antes que se ponga frío, debemos volver al edificio. ¿Cuánto es?

-Kiba idiota, pagas lo mismo todos los días ¿cómo es posible que no lo recuerdes? – le reprendió Shikamaru.

-Vaya que andas con un humor tremendo. Sasuke llegó igual en la mañana, como si la noche pasada lo hubiesen molido a palos –gruñó. Buscó en su billetera y le pagó a Naruto.- Un gusto haberte conocido, créeme que seguiremos frecuentando con este par de idiotas.

Naruto, algo aturdido, se despidió de ellos amablemente luego de mirar el pago y toda la propina que le habían dejado.

Oh, no. No podían estar hablando de ese Sasuke.

 


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