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Online. por karasu

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Notas del fanfic:

Este fanfic me ha costado muchísimo de escribir, y no sé si va a gustar.

Pensaba subirlo como oneshot, pero me quedó algo largo y... bueno. Dos capítulos.

 

Notas del capitulo:

Hola. Llego con un nuevo fanfic y esas cosas.

La verdad es que... bueno, da igual, me quejo abajo, ¿sí? Así no tenéis que leerme, lo sientou >_<

Es un Reita x Ruki,  yo no entiendo por qué tanto odio a esta pareja, pero bien.

Espero que os guste. Subiré la continuación cuando lo crea conveniente y si recibo suficientes reviews.

Lamento que en este primer capi no haya mucho porn bonito, el próximo está un poco más llenito de guarradas :3

Los pensamientos están entre "--"

Nya~ Dicho esto, os dejo leer.

Navegaba por internet, como siempre. Sentado en esa cómoda silla con ruedas acolchada, con la mirada fija ante suyo, los ojos le brillaban en la oscuridad por el reflejo de la pantalla. Su rostro de piel clara estaba iluminado también, sus manos se movían rápidamente del ratón al teclado, dónde sus dedos danzaban a una velocidad vertiginosa. 
Buscaba la letra de una canción que sonaba a máximo volumen en los auriculares que cubrían sus orejas. Era de una de sus bandas favoritas, pero la había descubierto hacía poco, y se moría por cantarla. Sus ojos se iluminaron cuando en una de las páginas que el buscador había encontrado apareció la letra completa, en inglés, junto a la traducción en japonés. Empezó a reproducir la canción de nuevo y cantó. 
Aún y su pequeña estatura y su aspecto algunas veces hasta aniñado, su voz era grave. Y amaba cantar. 
Cuando acabó de cantar y se dejó caer en la silla, con los ojos cerrados, relajándose. Tenía que aprendérsela.
Su mano se posó de nuevo sobre el ratón, inspeccionando aquella página, un blog, en el que había encontrado la letra. Un enlace, en letra azul que destacaba sobre el fondo negro, le llamó la atención. Dirigió la pequeña flecha hasta él y lo abrió en otra ventana. No tardó en cargarse, sorprendiéndolo. Era un cover, según indicaba el título del vídeo. Un cover de bajo de la canción que acababa de cantar.
Sin pensarlo demasiado, esperó a que aquella barra oscura se llenara de un color más claro para luego dar la orden de empezar a reproducir el vídeo. 
No apareció una pantalla en negro con el título en letras de mal gusto. En los primeros segundos se veía un chico, delgado, con un bajo colgado del cuello, ante una pared blanca. Una voz grave anunció con un susurro el nombre de la canción. Y el chico del vídeo colocó las manos en su sitio, la izquierda en el mástil del instrumento, la derecha sobre las cuatro cuerdas, sacándoles notas graves que se escuchaban sobre la canción con la púa que sostenía.
Y el chico de detrás de la pantalla no pudo pensar en nada mientras duró la canción. Ese chico del vídeo se movía casi imperceptiblemente, al ritmo de la música. Su aspecto y su ropa llamaron la atención del chico que lo miraba. Llevaba una camiseta negra, bastante estrecha, con un dibujo sobre el pecho, las mangas llegaban por sobre su codo, dejando sus antebrazos al descubierto. En ellos se marcaban levemente las venas por el esfuerzo de tocar. La imagen cortaba un poco por encima de las rodillas, por lo que lo único que se veía de sus pantalones era que eran estrechos y bastante claros, y que llevaba un cinturón de cuero con detalles de metal. Todo esto podía considerarse normal, era de un estilo que el chico del ordenador había visto anteriormente en fotos y vídeos y hasta alguna vez en alguien en la calle. Simplemente creía que era de muy buen gusto, adoraba ese estilo y soñaba con vestir así algun día. 
Pero lo que más sorprendió y agradó al chico fue el rostro del bajista. Un pañuelo alrededor del cuello, y una cinta blanca cubría su nariz, ojos rasgados, y unos labios rosados, aunque era difícil evaluar su forma con la calidad del vídeo. 
Aún y la cinta, el chico estaba seguro de que ese bajista era atractivo, y aquella tela sólo le daba un toque misterioso.
Además de su aspecto, su bajo sonaba bien. Las valoraciones y los comentarios del vídeo solo lo reafirmaban. Parecía que era un chico con talento. 
El chico del ordenador empezó a mirar si en aquella misma página había más enlaces a covers de aquel bajista, realmente deseaba escuchar y ver más, le había caído bien. Acababa de encontrar otro video cuando se percató de que en una de las muchas ventanas que tenía abiertas había una notificación, alguien le hablaba por el chat. 
Era su amigo, el único que tenía en la "vida real", Kouyou, llamado Shima por sus amigos desde pequeño, llamado Uruha en internet.

U: Ruki. 

U: ¿Estás?

Ru: Sip

U: Qué hacías? Siempre respondes en menos de diez segundos, te has superado

Ru: Hehehe Encontré un vídeo, me lo estaba viendo

U: ¿Porno?

Ru: No soy como tú, maldito pervertido...

U: No lo escondas~~ Nadie va a rechazarte por esto~

Ru: Serás... Lo digo en serio, era un cover.

U: ¿Cover...? ¿De?

Ru: Bajo. Estaba bien, y el tío... no lo sé, tiene... estilo.

U: Eso significa que está bueno?

Ru: Voy a optar por ignorarte.

Ru: ... quieres verlo?

U: Claro. Cuaaaando te he dicho que no, enano...? 
 

Con aquello, el llamado Ruki pasó el enlace a su amigo, que estuvo unos minutos sin responder. El pequeño esperaba impaciente a que el otro le diera su opinión.

U: Hey.

Ru: ¿Sí? ¿Qué te pareció?

U: Es bueno. Ya le conocía. Tiene más covers, todos buenos.

Ru: Dónde.

U: Busca en su blog, ahí están todos. Y por lo de si está bueno, te digo yo que sí, por ahí hay fotos.

Ru: Wow. Pareces saber mucho de él.

U: Le conozco.

Ru: De... de verdad?

U: Bueno, sólo en internet. Es Reita.

Ru: ¿Reita?

U: Así se hace llamar. De hecho, tengo su dirección de correo electrónico.

Ru: Mierda. Pásamela.

U: Noooo~ Te lo tendrás que ganar, pequeñín. Sal de tu cueva y nos vemos en el parque para dar un paseo.

Ru: No.

U: Bueno, pues te quedas sin hablar con el sexy bajista.

Ru: Joder. Pídeme otra cosa.

U: No pienso cambiar de opinión. Sólo... ya veremos cuanto tiempo aguantas. Hehehe~ Adiós~

Ru: Eh, coño, ¿has venido a hablarme sólo para joderme un rato?

U: No, tontito. Me apetecía hablar contigo, ¿no puedo? Ahora tengo que irme, yo sí tengo vida social.

Ru: Vete a la mierda.

U: Oiii, esto de estar encerradito no te hace bien... Espero que te alimentes correctamente... Ya nos veremos.

Y Uruha se desconectó, dejando a Ruki solo, pensativo, en silencio. Salir a la calle para conseguir hablar con el chico del cover. ¿Qué pesaba más? 
Decidió pensar en ello más tarde y se dispuso a buscar más vídeos y a examinar a fondo el blog de aquel bajista.

Pocos días después, Ruki se sabía de memoria cada una de las canciones de las que el bajista había hecho un cover, la ropa que el chico llevaba en cada una y se había familiarizado con su forma de moverse al tocar. Había leído su blog, entero, más de una vez, grabando con fuego en su mente cada detalle, y había guardado todas las fotos que pudo encontrar. 
El pequeño adoraba mirar las fotos de Reita, durante largos ratos, examinando cada uno de los detalles de su rostro, el maquillaje que llevaba, cómo iba peinado; y buscaba pequeños defectos que hicieran que no fuera perfecto, y, aún y encontrarlos, sus defectos se le hacían adorables. 
Aún y haber hecho todo esto, el chico del ordenador no había intentado contactar con Reita, dejar un comentario en su blog, en uno de sus vídeos. No se atrevía, no lo había conseguido, cada vez que llevaba el cursor hasta aquella casilla e iba a empezar a escribir su corazón se aceleraba, y no se le ocurría nada, su mente se quedaba en blanco.
Pero la situación no duró mucho, los días son largos y Ruki pronto necesitó algo más que fotos y vídeos en esa pantalla iluminada.

*   *   *   *   *   *   *   *

Reita lo miraba fijamente, a los ojos. Y sonreía. Entonces bajó la cabeza, y un leve sonrojo tiñió sus mejillas, pero no dejó de soreír. Llevó sus manos a su camiseta y con un rápido movimiento se despojó de esta, quedando su torso desnudo. Era delgado, y no demasiado musculoso, justo como a él le gustaba. Es perfecto. 
El bajista se acarició uno de los oscuros pezones, pellizcándolo luego, cerrando los ojos, olvidando su sonrisa, haciendo descender su manos por sus propios costados, llegando a la cadera, donde una pasó a acariciar su abdomen mientras la otra acariciaba el botón de los tejanos que llevaba puestos. Levantó la vista de nuevo cuando se desabrochó el pantalón, dejándolo resbalar por sus piernas hasta que llegó al suelo. Entonces caminó, acercándose a él, que se encontraba en una cama, sentado, apoyando su espalda en la cabecera. El la ropa interior de Reita se marcaba un bulto, él parecía saberlo, en su expresión seria, que se transformaba en una de risueña de vez en cuando, se veía un rastro de sonrojo. Llegó hasta esa cama y se subió a ella, a cuatro patas, gateando de forma sensual hacia él. Se detuvo. Y su juguetona mano estiró el elástico de sus bóxers, dejando ver un poco más de piel. Se puso de rodillas ante suyo y se bajó los bóxers, que quedaron a la altura de sus rodillas. Su miembro estaba completamente duro, levantado, rojizo, venas se marcaban en su piel. Gimió cuando esta piel sensible entró en contacto con el aire. Entonces se puso a cuatro patas de nuevo y siguió avanzando. Estaba tan cerca... Veía su miembro tambaleándose cuando abanzaba. Su sonrojo. Los músculos que se contraían y relajaban al avanzar. Su cara, esos ojos rasgados que se sabía de memoria, la bandita impidiéndole ver su nariz, esos labios rosados que, aun y estando él serio parecían dibujar una sonrisa.
- ¿Te gusta lo que ves? - sus labios se movieron, dejando escapar una voz grave, en un tono inocente que sólo hicieron que él creyera poder correrse simplemente escuchándolo. Todo eso era demasiado, Reita era incluso más perfecto de lo que había imaginado.
El bajista avanzó un poco más, llegando entre sus piernas, sin tocarlo, acercándose peligrosamente.

Despertó bruscamente, sentándose en la cama de un salto, su vista era borrosa. Miró a su alrededor, desorientado. Su corazón latía demasiado rápido. Reita... Estaba solo. En su desordenada habitación, en su cama mal hecha y arrugada, rodeado de estanterías que contenían una mezcla de manuales de ordenadores, cables, manga, objetos que estaban ahí desde su niñez y, principalmente, polvo. 
Tembló y se abrazó a si mismo. Había sido un sueño. Un sueño. Nunca antes había soñado en algo parecido. No se había interesado nunca por el sexo, hasta el punto de creer que no existía el deseo sexual en él, pero ahora llegaba ese sueño. Repentino. 
Aún con Reita en la cabeza, decidió levantarse, no iba a pasar todo el día en la cama. Cuando retiró las sábanas de sobre de su cuerpo descubrió el bulto que había entre sus piernas y lo incómodo que era. 
- Mierda.- habló en voz alta, para si mismo. Acostumbraba a hacerlo cuando estaba en problemas o se estresaba. Se levantó con cuidado, decidido a darse una ducha fría para bajar esa erección matutina. Los pantalones cortos del pijama rozaban con su miembro, demasiado sensible, sacándole algun jadeo. 
Llegó al baño y se duchó tranquilamente, tomándose su tiempo. Tal como había previsto, su problema fue solucionado sin más esfuerzo por su parte, y Reita salió de su mente por unos momentos. Sólo por unos momentos porque cuando se sentó ante el ordenador todas las ventanas abiertas en el navegador tenían algun tipo de relación con el bajista. Aquello ya rozaba... no, ya era una obsesión propiamente dicha. 
Ruki estaba inspirado esa mañana, aun y el pequeño problema que se había encontrado en levantarse. Se sentía valiente. Había visto cómo Reita respondía los comentarios de la gente, siempre de forma amable, amigable, algo que sólo hacía que la adoración del pequeño llegara a un nivel superior. Decidió comentar él también. Deseaba que Reita supiera de su existencia, lo necesitaba.
Se decidió por el primer vídeo que había encontrado. Colocó las manos sobre el teclado y escribió. Se detuvo y corrigió varias veces, pero consiguió un comentario que, según su opinión, era mínimamente decente.

"Me ha encantado el cover, adoro la canción, y, de verdad, está genial. Parece que eres un buen bajista, ¡sigue así! Tu estilo es realmente original, me gusta mucho. Te admiro, quisiera ser como tú."

--No. Quisiera estar contigo.-- pensó Ruki. Pero tampoco iba a añadirlo en ese comentario. Buscó algo por hacer mientras esperaba respuesta, no sabía cuanto tiempo podía tardar, pero supuso que bastante, la mayoría de gente no estaba tan pendiente de esas cosas cómo él. Pero se equivocó. En menos de media hora, un correo llegó a su bandeja de entrada, notificándle que le habían respondido.  

"Wow, muchas gracias. Lo intentaré, ¡ahora mismo estoy trabajando en otro cover, espero que lo veas! Estoy seguro de que eres mejor que yo."

Era un simple comentario, bastante cálido, pero como el resto de los que mandaba ese chico, pero para Ruki fue demasiado. Sus pálidas mejillas se tiñieron de rojo, y no pudo despegar los ojos de esa respuesta en toda la tarde, examinando la forma de escribir del otro, la elección de las palabras, el significado de estas. Se dormió ante la pantalla brillante, sin que Reita saliera de su cabeza.

Despertó. Todo su cuerpo dolía por haber pasado la noche en esa maldita silla. Se sentía extraño. No tardó en descubrir por qué.
- ¡Mierda!- gritó.- Oh, joder, otra vez, otra vez no... Qué coño. ¡MIERDA!- gritó de nuevo, levantándose de golpe, mirando ese bulto que hacía evidente la erección que cargaba, sospesando si tomarse una ducha fría como había hecho la mañana anterior, había funcionado... - Joder...- se dejó caer de nuevo en la silla, hundido, aquello no era normal en él. ¿Era por Reita? Aquello había llegado demasiado lejos. Maldita obsesión. Pero ese bajista era demasiado... Le podía. Si tan solo pudiera conocerle. Pudiera acercarse a él. Y después, que pasara lo que dios quisiera. Pero para eso necesitaba hablar con él, ni que fuera detrás de una pantalla, y Uruha tenía la solución al problema. 
Después de un largo rato pensando, de llenar su cabeza de pros y contras, de llegar a argumentos sin sentido, Ruki decidió ver a su amigo. --Pero mañana, sí, eso, mañana.-- Ya encontraría la fuerza de voluntad para salir mañana. Mientras, otro problema más immediato no había desaparecido. El chico maldeció por lo bajo. Y una idea pasó por su cabeza. Era una idea loca para él, pero algo en su interior le gritaba que lo hiciera. Y decidió hacerle caso. 
Respiró hondo, hundiéndose en los cojines de la silla, y llevó una mano hasta su entrepierna, acariciándose encima de la tela fina del pantalón deportivo que llevaba. Soltó un suspiro. No se sentía para nada mal. Apretó aquel bulto, sacándose un gemido sorprendido. La temperatura de sus mejillas aumentaba, y estas adquirieron un tono rojizo. Empezó a acariciarse, lentamente, estimulando esa piel sensible con una leve presión y el roce con la tela. Suspiros escapaban de sus gruesos labios. En poco rato necesitó más, volvió a dar un apretón a su entrepierna, gimiendo de nuevo. La ropa era incómoda, apretaba, le contenía. Acabó por apartar el pantalón y la ropa interior, dejando su miembro al descubierto. Se miró, medio curioso, y acarició la cabeza de su erección con las yemas de los dedos.  
-hhm...- aquello se había sentido aún mejor. Iban pasando los minutos, y la confianza del chico aumentaba, acabando por agarrar su erección, deslizando la mano bruscamente desde la cabeza hasta la base, para después hacer el movimiento contrario. De su garganta salían algunos gemidos roncos que rompían el silencio de la estancia. Y él apareció. Reita. El del sueño. Pequeños recuerdos del sueño se repetían en su cabeza. El bajista desnudándose. Se acercaba... Estaba tan cerca... Si debería poder tocarlo alargando la mano... Y el orgasmo le llegó de repente, sorprendiéndole cuando se corrió en su propia mano. 
Se quedó immóbil, con la respiración agitada, algo sudado, sintiendo los restos de las olas de placer que habían recorrido su cuerpo, pensando en lo que acababa de hacer. No había estado mal, para nada, había sido placentero. Pero a su misma vez una sensación de vacío le torturaba, no estaba satisfecho. ¿Qué significaba eso? Se miró la mano, manchada con su esencia que pronto empezaría a secarse. Siguiendo un impulso, se acercó la mano a los labios lentamente, para sacar su pequeña lengua y dar una lamida en la punta de su dedo, llevándose un poco de ese líquido viscoso. Se levantó con cuidado y se dirigió al baño. Al final, también tendría que ducharse. 
Cuando regresaba de la ducha, habiéndose cambiado de ropa y con el pelo húmedo, un sonido molesto, algo familiar, empezó a sonar en ese pequeño y vacío piso. Pasados unos segundos cayó en que era el teléfono. El teléfono. Hacía tanto que nadie no le llamaba... Tampoco tenía intención de responder, fuera quien fuera, ya se cansaría. 
Pero sus previsiones no se cumplieron, pues, después de un largo rato, el teléfono conectó el contestador automático. Después del pitido que anunciaba que se podía empezar a hablar, la voz de Uruha resonó por toda la estancia.

-PUTO ENANO, RESPONDE, SÉ QUE ESTÁS, ESTÁS SIEMPRE.- después de gritar eso se hizo el silencio, Ruki supuso que su amigo esperaba que respondiera, pero no lo hizo.- Taka... por dios, ¿no puedo ni escuchar tu voz? Taka...
La voz casi suplicante, dolida, de su amigo le hizo morderse el labio. No, si al final haría que se sintiera culpable. Se sentó ante el ordenador y buscó a Uruha entre todos sus contactos. Ahí estaba, conectado.

Ru: No voy a responder...

U: Eres idiota. Un completo idiota. Joder. Deja de pensar solo en ti mismo, deja de ser así de egoísta.

Ru: ¿A qué viene esto ahora?

U: A que quiero hablar contigo. Y quiero verte. Parece que mi pequeño chantaje con lo de Reita no sirvió.

--Oh, ya te digo yo que sirvió--

Ru: ¿Qué necesidad hay de vernos si podemos hablar por aquí?

U: Puede que tú no, pero yo soy humano y esta mierda no es suficiente para mí. Y, ¿quieres saber qué? Te echo de menos. Y vete a la mierda.

Dicho eso, Uruha se desconectó. Y Ruki se sintió vacío de nuevo. Pero por otra razón. Dejó caer su cabeza sobre el teclado y cerró los ojos, queriendo desaparecer. Evidentemente, no lo consiguió, pero pasó un largo rato con los ojos cerrados, intentando dejar la mente en blanco sin éxito. Las palabras de Uruha le golpeaban una vez tras otra, algo en su pecho se encogía. Mierda.

*  *  *  *  *  *  *  *

Horas después, el teléfono móvil de Uruha sonó. El chico respondió sin siquiera mirar quién le llamaba, y en su rostro se dibujó una expresión molesta, no estaba de humor para hablar con alguien. Esa expresión cambió al instante cuando oyó la voz del otro lado de la línea.

- ¿Taka?- preguntó, casi gritando. Estaba emocionado. 
- S-sí...- respondió la voz grave y algo tímida desde el otro lado.
- Has llamado. N-no lo esperaba... 
- Siento... no haber respondido antes. No lo sé... ¿Crees que he cambiado, Shima?- preguntó. Su voz temblaba y la inseguridad teñía sus palabras. 
- Yo... no lo sé. No sé si te conozco, Taka. ¿Cuánto tiempo hace desde que nos vimos? ¿Un año? 
- U-un año y quince días. 
- ¿Llevas la cuenta?- preguntó el castaño, risueño, aunque realmente en su estado de ánimo no le apetecía reír.
- Simplemente no puedo olvidarlo. 
- Bueno... Me alegro de poder escuchar tu voz... Ya solo recordaba que era grave y hermosa. 
- No digas tonterías...- susurró el pequeño.
- Es la verdad, enano. Espero que sigas cantando. 
- No podría dejar de cantar.
Con eso, entablaron una conversación que duró más de una hora. Uruha creía morir de felicidad, había echado de menos a Ruki, aunque nunca le confesaría hasta que punto. Nunca conseguiría entender por qué se encerró en su cueva particular. Iban a despedirse, Uruha intentaba que el otro le prometiera llamar de nuevo, cuando Ruki recordó.
- Ah... Shima... Creo... Sabes lo que me dijiste de darme el email de Reita...?
- Con que me llames no sirv-
- ¿Tienes algo que hacer mañana?- le interrumpió Ruki rápidamente cuando este iba a quejarse.
- No... Taka... ¿Vas a salir?¿De verdad?- preguntaba, entre incrédulo y feliz su amigo. 
- Sólo si vienes a mi puerta y me arrastras fuera...
- Lo haré encantado~ Me muero por verte... Espero que estés bien...- respondió e hizo una pausa.- ¿Lo... lo haces por Reita?  
- Sí...
- Yo... no sé si vale la pena, digo... No sé si deberías... Él es... Él tiene...
- Me da igual lo que pienses, Shima. Sólo tienes que darme su email y te olvidas.
- De acuerdo.- respondió Uruha bruscamente.- Mañana a las diez estoy en tu puerta. Adiós.
- Hey, no! A las diez estoy durmie- había colgado. El pitido que amenazaba en perforar su tímpano lo anunciaba. Ruki colgó el teléfono intentando no lanzarlo contra el suelo. ¿Por qué se había enfadado? Si lo había llamado, ¡y hasta iba a salir con él! Decidió hacer como si nada hubiera pasado. 
Tendría que ir a dormir temprano, no estaba acostumbrado a despertar antes de las doce. Y tendría que vestirse con algo mejor. Se decidió por buscar en su armario, hacía tiempo que no lo abría, tenía dos prendas de cada y cuando llevaba unas lavaba las otras. El armario olía a cerrado y a humedad. Estaba lleno de ropa, la mayoría bastante vieja, pero había algunas prendas nuevas, sin usar, que sus familiares le habían traído junto a la comida en alguna ocasión. La nostalgia le atacó cuando descubrió que su uniforme del instituto aún estaba ahí, y lo sacó, estudiándolo, para luego lanzarlo sobre la cama. Se fijó en todas esas prendas que antes le gustaban tanto. No le apetecía vestirlas. Acabó decidiendo coger las prendas deportivas más decentes que tenía, buscó algo para comer en la nevera, se cambió y se acostó, dispuesto a dormir. Aún y los nervios para lo que podía pasar el día siguiente, sus ojos no tardaron en cerrarse.

Abrió los ojos con calma. Giró la cabeza, buscando con la mirada el reloj que había al lado de su cabeza. Aún era temprano, solo las nueve y media, podía dormirse otra ve... Se golpeó mentalmente. En media hora Uruha estaría en su puerta. Debía arreglarse, o adecentarse un poco, como mínimo. Con un esfuerzo sobrehumano, se levantó de un salto, apartando las sábanas de sobre de su cuerpo, cogiendo la ropa que había escogido el día anterior para encerrarse en el baño. Veinte minutos después ya caminaba de forma nerviosa por toda su casa, vestido, peinado, para nada bien vestido, pero tampoco le importaba. --Por qué debería importarme lo que piensen los de ahí afuera, tampoco me van a ver más...-- se decía, mientras seguía dando vueltas por ese pequeño piso. Consultaba el reloj cada pocos segundos. Se creía capaz de estallar de los nervios. Tenía que ver una persona y hablar con ella. Y tendría que salir a la calle. Se pasó una mano por el pelo, intentando relajarse, cuando el timbre sonó. El timbre. Desde hacía un año timbre significaba comida nueva. Se la dejaban ante la puerta de casa y él solo abría para arrastrarla dentro. Pero ahora el timbre no significaba comida, era una persona, y una persona que quería verlo y sacarlo de ahí. Ruki empezaba a arrepentirse. No debería haber llamado, tampoco era para tanto. Y podría haber buscado otra forma de conseguir el email de Reita... Reita. Cerró los ojos, dejando que en su mente se formara una imagen de su obsesión. Abrió los ojos de nuevo, respiró profundamente y se dirigió a la puerta. Miró quien era antes de abrir. Se sorprendió. Uruha había cambiado. Juraría que había crecido, y la estructura de su cuerpo era distinta. Llevaba el pelo algo más largo, ahora completamente liso, y era castaño, tirando a rubio. Llevaba ropa oscura, realmente se veía bien. 
El castaño, por su lado, empezaba a aburrirse de estar en la puerta, pensando que Ruki era capaz de estar durmiendo, o de estarse escondiendo en algun sitio. Volvió a llamar, sorprendiéndose cuando el ruido las llaves girando le llegó al instante desde el otro lado de la puerta. El sonido cesó, y la puerta se desplazó un poco hacia dentro, dejando una pequeña apertura, sin llegar a abrirse del todo. 
- ¿Taka?- preguntó. 
- Hola.- respondió esa voz que había escuchado ayer por teléfono. En la apertura se dejó ver un ojo oscuro,a Uruha le costó reconocerlo, Ruki antes solía llevar lentillas claras. 
- ¿Qué hacemos? ¿Me dejas pasar o sales?- preguntó. Se obligaba a tratarlo con cuidado, no sabía si podía haberse convertido en una persona inestable durante su encierro. 
- Mejor pasa...- respondió, abriendo la puerta, escondiéndose él detrás. Uruha entró, lentamente, mirando a un lado y a otro. La casa no había cambiado demasiado, simplemente estaba más desordenada. 
- ¿Dónde se fue tu obsesión por el orden?
- Se quedó fuera.- respondió la voz grave de nuevo. Y el castaño se giró para verlo señalar la puerta. Ambos rieron, y, después, se hizo un silencio. Se examinaron mutuamente, recorriéndose con los ojos. Pasaron unos minutos así, hasta que Uruha rompió el silencio.
- Has cambiado. 
- Probablemente...- sonrió el más bajo.- Tú también has cambiado. Te ves incluso mejor que antes.
- Gracias...- respondió en voz baja el amigo, tocándose el pelo, algo avergonzado. 
- Pasa. Está todo hecho un asco, pero...- dijo Ruki, girándose, dispuesto a adentrarse a su casa de nuevo, invitando al castaño a seguirlo. Iba a mirar atrás al no oír respuesta cuando la voz de Uruha en su oído lo sorprendió. 
- No vas a salvarte de salir...- susurró, dejando que su aliento chocase con la oreja del otro, tomándolo de la mano para arrastrarlo fuera, dejando el cuidado con el que lo había tratado al principio. Abrió la puerta, aún sujetando a Ruki, que se revolvía, intentando soltarse.
- Nooo, Shima, e-espera, solo un momento... ¡Nooo!- casi chilló cuando se vio fuera de su casa, cuando la puerta se cerró a sus espaldas. El castaño lo había soltado para intentar cerrar con llave, y el bajito intentaba impedírselo, apartándole las manos, tirando de sus mangas para que no pudiera cerrar, suplicándole que le dejara. El corazón de Ruki latía demasiado deprisa, a su misma vez que se encogía por el miedo, y lágrimas se aglopaban en sus ojos. Intentaba parar a su amigo, pero pronto la puerta estuvo cerrada y las llaves fueron guardadas en el bolsillo de Uruha. Y él estaba fuera. El castaño se giró hacia Ruki, con una sonrisa satisfecha en los labios.
- ¿Ves? No era tan difí...- se quedó a media frase cuando vio el estado de su amigo.- Taka...- El Taka en cuestión estaba sentado en el suelo, abrazándose las rodillas, con los ojos excesivamente abiertos y brillantes de lágrimas, respirando deprisa, medio temblando. Parecía un animal asustado. "Pues sí que era para tanto" se dijo Uruha. Se acercó a su amigo, arrodillándose ante suyo, acariciándole el pelo con cuidado. En un principio el chico huyó del contacto, pero después, tembloroso y medio llorando, dejó que Uruha tomara su cara entre las manos, y este se lo quedó mirando. 
- ¿Qué te da miedo, Takanori?- preguntó suavemente. Como única respuesta obtuvo una negación con la cabeza.- Mírame... - consiguió que Ruki alzara la mirada y sus ojos se encontraran. Entonces sonrió.
- Nadie te va a hacer daño, no te va a pasar nada malo...- susurró.
- Mentira. 
- Mientras estés conmigo no dejaré que te hagan nada malo.- el castaño hablaba, aunque no sabía cuál era el miedo de su compañero. Tardó más de media hora en conseguir que se calmara y convencerlo a levantarse y caminar. 
Finalmente, los dos chicos salieron por la puerta de ese bloque de pisos, cogidos de la mano. 
Uruha estaba decidido a llevar a Ruki al parque en el que solían pasar muchas horas cuando aún estaban en el instituto, cuando se saltaban clases, cuando quedaban; todas las tardes se reunían en ese sitio, escondidos entre los árboles, sobre el césped, sin que nadie los molestara. No sabía qué efecto provocaría volver al sitio en el pequeño, hasta el momento no lo había pensado, y empezaba a dudar. Ruki no parecía estarlo pasando bien, su mirada estaba clavada en el suelo, en sus zapatos deportivos, en sus pasos, y el castaño notaba su mano temblando contra la suya. No se atrevía a hablarle, pues parecía estar demasiado concentrado en no soltarse y correr hacia su casa. 
Los nervios de Uruha aumentaban, esperaba que a Ruki dejara aquella actitud pasado un rato, pero al parecer estaba equivocado. Aun así siguió caminando, siguiendo aquella ruta que conocía demasiado bien, hasta que llegó en aquel parque. Las puertas metálicas estaban abiertas, y las atravesó, arrastrando a Ruki consigo. 
Éste no parecía haberse fijado en donde estaban, no había levantado la cabeza ni cuando el suelo bajo sus pies se convirtió en un empedrado. Uruha estaba un poco decepcionado. Pero decidió llevar a su amigo un poco más lejos, siguiendo aquel caminito. A su alrededor reinaba el silencio, los sonidos de la ciudad se escuchaban amortiguados, no parecía haber nadie en todo el parque un domingo a esa hora. 
El castaño no tardó en encontrar el camino entre los árboles, pasando a caminar sobre el césped. En pocos minutos estaban en su rincón. Cuando se pararon, Ruki no reaccionó, siguió mirándose los pies. Uruha soltó su mano, y el bajito se sorprendió, abriendo los ojos desmesuradamente de nuevo, levantando la cabeza y mirando a su alrededor de forma insegura, parecía que acabara de despertar de un sueño. 
- Taka.- la voz de su amigo le hizo percatarse de su presencia, que parecía haber olvidado. Lo miró, interrogante. - Mira a tu alrededor. ¿Sabes dónde estás?
Ruki desvió los ojos de la cara de Uruha para fijarse en el sitio. Había pasado miedo durante el camino. Mucho miedo. Desde que había salido de su casa. Era un miedo irracional, que no tenía motivo de ser, que no entendía. Pero era miedo. Gracias a la mano de Uruha había podido aguantar. Las palabras de su amigo conseguían calmarlo un poco. Y ese sitio al que lo había llevado había silencio, y algo ahí le transmetía calma, también. Se permitió relajarse, aquella tensión había dejado su cuerpo excesivamente cansado. Se sentó en el suelo, en la hierba, al lado de Uruha, apoyando sus manos en el suelo, dejando un largo suspiro. Entonces, volvió a mirar a su alrededor, y sintió como si despertara de un sueño. Se giró para su amigo, con los ojos brillantes.
- Shima, me has llevado al parque...- susurró, mirándolo fijamente. Su alrededor no había cambiado en todo un año. Los árboles tenían hojas nuevas, el césped estaba algo más verde -el año pasado la lluvia escaseaba-, los arbustos habían crecido y eran más altos, protegiéndolos mejor de cualquier mirada; pero el sitio era igual, era el mismo.
- Sí.- respondió Uruha. Estaba algo molesto, la salida no estaba yendo como esperaba, Ruki había cambiado, este Ruki parecía un inútil, miedoso, poco confiado, tímido; no como ese Ruki alocado, original, inteligente, rechazado por la mayoría de sus compañeros por sus excentricidades que él conocía, del que se había hecho amigo. 
- Gracias...- dijo Ruki, lanzándose al cuello de su amigo, haciéndolo caer sobre el césped. El más bajo quedó con todo su torso encima del cuerpo de su amigo, rodeándole el cuello con los brazos, pegado a él. Uruha parecía sorprendido, no reaccionaba. Y en la mente de Ruki apareció una imagen de sí mismo, de esa persona que era antes, y comprendió el porqué de la sorpresa del castaño. Su yo de antes nunca habría hecho eso, nunca habría sido tan cálido, nunca... ¿Tanto había cambiado? Se separó bruscamente, sin atreverse a mirar a Uruha. - Lo siento.- susurró. Su voz sonó quebrada, ignorando sus esfuerzos. 
- ¿Lo siento? Si no has hecho nada. - respondió el castaño, sin mirarlo. Suspirando, acabó por girarse, para ver qué pasaba. Se encontró con una expresión desolada, dolida, pero a su misma vez ausente. Ruki no lo miraba, y habló, como si lo hiciera para sí mismo. 
- Perdóname.- volvió a pedir. Uruha no respondió, simplemente se dejó caer, quedando estirado sobre la superfície verde. Pasaron un rato en silencio, hasta que el más alto habló otra vez.
- Taka... ¿sabes...? Tengo novio.- dejó escapar. Lo dijo como si no fuera importante, como si hablara del tiempo que hacía. La reacción de Ruki fue exagerada, girándose hacia su amigo y gritando un "¿qué?" demasiado fuerte. Uruha se lo quedó mirando con los ojos muy abiertos.
-¿Qué pasa con esto?- preguntó.
- Perdona... solo... no lo esperaba. - respondió el más bajo, viendo que se había excedido.- Felicidades.- acabó con una sonrisa, bajando la cabeza.
Los dos hablaron por un largo rato, contándose cómo habían pasado ese tiempo separados, hablando de cosas que no habían hablado por internet. El rato pasaba, y pronto llegó el mediodía. Fueron a buscar comida para llevársela luego a ese rincón, Ruki estaba aterrado ante la opción de pasear por la ciudad, entre todos sus habitantes. Después de comer siguieron hablando, los temas parecían no tener fin, saltaban de uno a otro sin siquiera pensarlo. El tiempo pasaba deprisa, la tarde llegó y se fue. Cuando el sol amenazaba en esconderse, bañando la ciudad con luz rojiza, Ruki decidió decir lo que desde hacía horas estaba en su mente, pidiéndole a Uruha la dirección de correo electrónico de aquel chico que le obsesionaba. 
- Sí. Te lo digo, ¿te acordarás?- respondió el amigo a la petición. Ruki solo asintió, grabando en su mente esa combinación de letras y números sin sentido que eran su esperanza.
- Gracias. Muchas gracias, Shima.- le agradeció el más bajo sinceramente mientras Uruha se levantaba y le ofrecía la mano.
- Volvamos. Ya oscurece. Ha sido suficiente.- respondió solamente el amigo, ayudando a Ruki a levantarse, caminando sin soltarle la mano, alejándole de ese rincón que no sabía si volvería a ver. Caminaron por las calles en silencio, cada uno inmerso en sus pensamientos. Ruki volvía a temblar, aún y la mano de Uruha, viéndose expuesto al mundo, a esos grandes edificion, a la poca gente que caminaba por esa zona. No entendía su miedo, no sabía el porqué de aquello, solo sabía que no volversía a salir en mucho tiempo.
El cielo aún estaba iluminado, pero las calles eran oscuras en aquella hora, cuando las farolas aún no brillaban. 
Acabaron por llegar, subieron juntos hasta la puerta de Ruki. Ahí, ante la mirada brillante del más bajo, Uruha sacó las llaves del bolsillo, abriendo la puerta. Su amigo entró con casi desesperación, cerrando los ojos y dejándose caer sentado en el suelo después, respirando lentamente, convenciéndose de que todo había pasado. Estaba en casa, estaba 'a salvo', y podría escribirle a Reita. A Reita. El ritmo de su corazón se alteraba cuando tan solo pensaba su nombre. 
- ¿Estás bien?- la voz de Uruha lo sacó de sus cavilaciones.
- Sí, sí. Ahora sí...
- Lo...- el castaño iba a preguntar alguna cosa, pero acabó por dejarlo, preguntando otra. Al contrario que Ruki, él no había cambiado tanto, y este notó que no decía lo que realmente quería, aunque no dijo nada.- ¿Lo pasaste tan mal?
Ruki estuvo un rato callado, repasando los hechos en su mente, hasta sacar conclusiones.
- He pasado miedo. Lo he pasado bastante mal. Pero el rato contigo no ha estado mal, digo, me lo he pasado bien hablando, hacía bastante que no hablaba con alguien. Creo... que en el fondo si te echaba de menos. Gracias por el día.- lo soltó todo seguido, sin pensar si aquello era lo que sentía o lo que sabía que tenía que decir. Tampoco le importaba. Lo importante era Reita. 
El castaño le sonreía.
- Siento si te lo he hecho pasar mal, Taka, pero tenía que intentar sacarte. Nada... Ya nos veremos, ¿no? O como mínimo nos seguimos escribiendo...- acabó, susurrando una despedida, dirigiéndose a la puerta. Ruki lo acompañó y cerró después de despedirse una última vez. 
Uruha bajó las escaleras mientras una sensación extraña, incómoda lo invadía. Algo le decía que debía subir y quedarse con Ruki, que no debería haberle dado el correo de Reita, que... Eran demasiadas cosas. Además, una rabia, o tristeza, o impotencia que había estado sobre suyo todo el día se negaba a irse. El castaño no quería pensar de esa forma, se detestaba mentalmente por pensar aquello, pero no podía evitarlo. Ruki había cambiado, demasiado. Para él, ese ya no era Ruki. Solo era alguien que lo había conocido demasiado bien, pero que ya no lo sabía todo de él. Era alguien en quien había confiado todos sus secretos tiempo atrás. Era alguien a quien había conocido mejor que nadie, hasta el punto de ser capaz de saber que pensaba en algunas ocasiones, pero que ahora ya no conocía. Ere Ruki se le hacía imposible de comprender. Y el pensamiento de que la amistad que los había unido ya no estaba y nunca volvería lo destrozaba. También le dolía el saber que Ruki solo había accedido a verlo por Reita, por otra persona, a cambio de algo. Se mordió el labio. Notaba sus ojos humedeciéndose. Sabía que acabaría llorando si seguía pensando en eso, y se limitó a acelerar el paso para llegar a casa tan rápido como pudiera, para refugiarse en los brazos del hombre que lo esperaba y olvidar por unas horas.

 

Notas finales:

¿Qué tal? ¿Más o menos?

Dejad review si sóis buenas personitas, cada review que no dejáis, sesión de fotos nueva que se hace Reita con capucha.

Me moría por subir algo.

Pero estoy algo depre porque siempre me siento ignorada y últimamente no he recibido muuuchos reviews. Y ver gente que recibe muchísimos más quejándose de que recibe pocos mata. Y... bueno, supongo que será porque el nivel no es el mismo, mis fics no son tan buenos.

Nada, siento ir poniendo cosas "personales" aquí, pero soy una quejica, necesito soltarlo (???)

Dadme amor o algo vía twitter @_tuixo ;_______________;

 


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