Era un tranquilo atardecer. Shion regresaba a su nuevo hogar disfrutando de los rayos del moribundo sol que provocaban unos curiosos reflejos en su blanco pelo tras un duro día de trabajo, tratando de descubrir la forma de repoblar los yermos mas allá de Nº6.
Cuando estaba llegando a su casa vislumbró una figura recortada contra el sol poniente. El peliblanco entornó sus ojos carmesí aguantando la respiración del sobresalto sin poderse creer que hubiese regresado pero su figura era inconfundible.
-¡Safu!¿Que haces aquí!- dijo al borde del llanto, confundido mirando a su amiga de la infancia.
-Hola Shion, ¿no te alegras de verme?- pregunto esta mirándolo divertida.
-Claro que si- respondió sonriendo dulce mientras la abrazaba- aunque ahora que eres una diosa o algo así no esperaba verte- añadió riéndose abriendo la puerta mientras secaba una lágrima traicionera– entremos.
Y así era su amiga de la infancia se había unido hace poco mas de un mes Elyurias una especie de diosa abeja gigante pero eso parecía una locura cuando la veía preguntando por que le había pasado en ese tiempo, con sus ojos marrones brillando cada vez que le miraba, su pelo castaño y liso que ondeaba acompañando su risa y su adorado jersey tejido por su abuela.
-En realidad he venido a pedirte un favor- afirmó la castaña mirándolo con culpabilidad poniéndose roja mientras el aludido comenzaba a sentirse mareado- te juro que no te lo pediría si no lo necesitara de verdad....
Shion empezó a revolverse molesto, huyendo de los rayos de sol que le molestaban a través de sus párpados cerrados.
-Buenos días, dormilón- escucho una voz femenina en su oído.
-¡Aahh!- alcanzó a gritar antes de caerse al suelo del susto.
-¡Jajaja!¿Estás bien? - preguntó divertida.
-Pero ¿que ha pasado?- el chico se puso pálido al llegarle recuerdos vagos de lo que hicieron la noche anterior y si, fue sexo.
-¿No te acuerdas?-preguntó cantarina con una gran sonrisa – solo nos dejamos llevar por nuestro instinto de perpetuar la especie provocado por la secreción de la hor.
-Algo..me siento como si hubiera bebido...-interrumpió hablando mas para si mismo mirando el suelo por lo que no se dio cuenta de la cara culpable de su amante.
Un peliazabache caminaba admirando los rápidos trabajos de reconstrucción, apena quedaban zonas afectadas tan solo siete meses tras el desastre del día de la fundación. Pero lo que mas lo impresionaba no eran estos sino que ya había visto a algunos de los antiguos habitantes del distrito este la mayoría conviviendo felizmente entre los ciudadanos de la ciudad. No pudo evitar una sonrisa al recordar cuando su Shion hablaba de destruir la muralla y como el le decía que la gente de ambos lados se destruirían la una a la otra, no podía alegrarse mas de haberse equivocado. Lo único que le molestaba eran las miradas curiosas que había sentido sobre el como si les sonara a todos.
-¡Nezumi! - escucho un grito provocándole nerviosismo al darse cuenta de que las miradas se tornaban en reconocimiento.
-¡Es el de verdad!
--¡Nezumi, no me lo puedo creer!
-¡Ven conmigo!- escuchó un segundo antes de sentir como alguien tiraba de su brazo . Se preparó para pegarle pero se relajó al darse cuenta de que se trataba de Rikiga.
-¡¿Que está pasando?!- preguntó Nezumi extrañado.
-Parece ser que se grabó vuestra pequeña incursión a la cárcel, lo subieron los rebeldes a la red nadie sabe exactamente lo que pasó, pero entre lo que se ve y lo que ha intuido todo el mundo ¡Shion y tu sois héroes!- contestó alegremente ignorando la molestia del ojinegro.
-¿Que mierda estás diciendo?- replicó tan amable como siempre.
-Todos creen que matasteis a la reina de las abejas asesinas creadas por el gobierno, mi hijo quería decir la verdad pero yo le convencí de que los dejara hablar.
-¿Tu hijo? -preguntó Eve mirándolo como si tuviera una tercera cabeza.
-Si, es que estoy saliendo con Karan -dijo prácticamente con flores alrededor provocando un estremecimiento en el otro.
-No puede ser, así que la madre es tan idiota como el hijo -comentó Nezumi dándole la espalda burlón.
-Que desagradable eres y pensar que he estado a punto de ser tu suegro –afirmó despreocupado el periodista.
-¿Que quieres decir con eso?-
-¿Eh?-
-¡Que quieres decir con eso! -gritó el pelinegro estampándolo contra la pared con el cuello aprisionado con el brazo.
-Yoo, estoo -dijo el pelicastaño tratando de librarse.
-¿Donde está? -interrogó apretándole mas el cuello -¡Donde vive!
-Barrio Chronos -contestó como pudo -24- al fin lo soltó el actor mientras Rikiga lo veía correr dándose cuenta que llevárselo a un callejón podría haber sido su peor idea en mucho tiempo aunque le daba un poco de pena por lo que se iba a encontrar.
Al fin llegó jadeando a la dichosa casa, que resulto ser la misma en la que se conocieron y tratando de convencerse a si mismo de que era imposible que se hubiera olvidado de el tan pronto notó la puerta abierta y entró.
Iba a gritar a ver si había alguien en casa cuando escucho unas risas de la antigua habitación de Shion.
-Sabes que habría tardado años sin tu ayuda, si llego a hacerlo, ahora Ceres a lo mejor nace antes que nuestros pequeños – escucho decir a Shion desde dentro mientras su cerebro tenía un cortocircuito.
-¿Pequeños?- susurró acercándose a abrir la puerta.
-No digas esas cosas -se escucho riendo una voz que le resultaba familiar.
-Pero es verdad sin ti no se que habría hecho -respondió Shion recostado con la oreja pegada en la abultada barriga de Safu que le acariciaba el pelo -¿Nezumi?
-Hola solo pasaba a saludar, vais a ser unos padres estupendos -espetó el ratón con una sonrisa ácida mientras se iba para no empezar a gritar y a pegar a esos imbéciles.
-¡Nezumi! -gritó Shion corriendo a alcanzarle desesperado.
-¡Shion!¡Nezumi!¡Esperad! -se oyó la voz de la chica pero fue ignorada por ambos.
-¡Nezumi espera! -suplicó Shion agarrándolo del brazo.
-¿Que quieres? -respondió con su mirada mas gélida.
-Yo, yo, lo siento Nezumi, yo no se- trataba de decir Shion sollozando.
-Déjalo, tampoco es como si hubieras prometido esperarme o estuviéramos saliendo -lo cortó el pelinegro evitando mirarlo a la cara para mantener su fría fachada.
-Pero yo te quiero -susurró el albino sin soportar la idea de perder al pelinegro.
-Hasta nunca, Shion -respondió este robándole un último beso de despedida para irse dejando a su amor llorando de rodillas en el suelo.