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Jugando con fuego por Jazmin Negro

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Notas del fanfic:

Esto es algo que escribí para mi querida Dark Elric, como parte de un intercambio ^^ No tengo, como siempre, ni idea de dónde salió este fic.

Estoy bien, si a alguien le interesa. Tengo mucho que dibujar y más cosas que escribir. Pero me gustaría variar un poco, ya que en todos mis fics solo utilizo a Roy, Edward y Alphonse, y de ese trío no salgo.

Notas del capitulo:

Es un fic suavecito, de uno de mis pairings favoritos. No estoy segura por qué me gusta tanto el RoyAl, me parece que es tierno :3 Quizás este fic podría ser AU, aunque también queda con el final de FMA Brotherhood.

-No te preocupes, será nuestro secreto.

Eso dijo el Coronel Mustang la primera vez que me besó. Pero ahora, ahora que ya sé de las mentiras y de lo débiles que podemos llegar a ser, esas palabras no me traen esperanza y dicha, sino rencor y angustia. Y un poco de lástima también.

Empezó con pequeñas pero sugestivas miradas, que me hacían sonrojarme. Luego estuvieron los encuentros “inesperados” (que luego me di cuenta que eran más ensayados que otra cosa). Hasta que en un día anticipado e ineludible, me besó en la biblioteca del Cuartel, donde él sabía que me refugiaba mientras mi hermano trabajaba.

-Coronel, esto está mal –fue mi torpe y frágil intento de rectificar mis sentimientos. De negarme a lo deshonesto, a lo fatuo.

-¿Por qué habría de estarlo? ¿Está mal que te ame?

-P-pero… usted ama a la Teniente.

-Riza… ella es una buena persona, pero a quien en verdad amo es a ti –Mustang se aprovechó del minúsculo atisbo de ilusión en mi rostro. Intentó besarme otra vez, pero aparté el rostro.

-No puedo hacerle esto a la Teniente.

-¿No me quieres, es eso?

-¡No! –respondí inmediatamente, avergonzándome en seguida- Yo… no estoy seguro…

Roy entonces se dio la vuelta, dispuesto a marcharse, con su cara más triste y más desilusionada (falsa, por supuesto, como todo él), y yo lo retuve, tomándolo del brazo.

-Y… si ella se entera?

Roy sonrió, y así comenzó todo. Después, buscamos cada oportunidad para vernos, sin intentar ya mencionar alguno de los muchos obstáculos: que él estaba casado, que nos llevábamos más de diez años de diferencia, que yo era un niño; como si la clandestinidad pudiera quitarle importancia a todo lo que está mal. Era terrible aparentar ante la Teniente Hawkeye, saludarla y sonreírle -como si no pasara nada-  con la boca que besaba los mismos labios que la besaban a ella. Era difícil también ocultarle todo a mi niisan, yo nunca lo había hecho pero tuve que engañarlo, inventarme respuestas inocentes a sus preguntas. Por suerte, él trabajaba todo el día, lo cual me daba libertad para salir con Roy. Aprendí lo que era un beso, lo que era besar, las palabras que le gustaban y aprendí a abrazar de otra forma, a otra persona (solo abrazaba a mi hermano y a uno que otro amigo, pero con Roy conocí otro tipo de abrazos con un significado muy diferente). Aprendí también a mentir, a Riza y a mi hermano, y a todo aquel a quien fuese necesario hacerlo.

Lo único que me importaba era estar con él, toda esa hipocresía valía la pena por unos minutos de amor a la carrera; me conformaba con eso aunque, muy en el fondo, sabía que jamás podría aspirar a más con Roy. Todos condenarían nuestra relación, y alabarían por siempre la de él con Riza. Ella era una hermosa mujer, profesional y de más o menos la misma edad de Roy. Yo, en cambio, era un chiquillo sin familia, sin futuro, quizás, y además del mismo sexo que él.

Siempre temí que Riza se diera cuenta, porque, era cierto, lo que hacíamos no tenía excusa, o que mi hermano nos sorprendiera alguna vez. Pero ninguno de los dos sospechaba nada; nunca sospecharían de mí, Al, el hermano pequeño, el niño de ojos inocentes.

A veces Roy me asustaba, cuando me besaba con pasión, con avidez, y sus manos se iban por mis sitios más recónditos; yo me separaba de él con miedo porque nunca nadie me había tocado así, menos en esas partes, pero él me aseguraba que estaba bien, que no me haría daño y que lo hacía porque me amaba, eso hacían las personas que se querían, decía él. Yo entonces cedía, pero después, siempre, terminaba sintiéndome mal. A pesar de todo, esperaba con impaciencia el momento de estar juntos, porque Roy me hacía sentir especial, me mostraba nuevas formas de cariño que yo ignoraba hasta entonces. Me dedicaba pequeños detalles, y encontraba la forma de hacerme saber que pensaba en mí.

Ahora él yace a mi lado, en la misma cama donde duerme con Riza. Yo esbozo esa sonrisa con la que tranquilizo a mi hermano, aunque me duele el cuerpo y siento un poco de asco y desprecio por mí mismo y por él. Me rodea con sus brazos desnudos y me besa en la mejilla. Ha conseguido lo que quería, al fin. Sé que algún día Riza se dará cuenta, no sé qué haremos cuando eso pase, o debería decir qué haré, porque cuando llegue el momento estoy seguro que Roy me dejará solo. Niisan quizá llegue a enterarse, o quizás se lo diga yo mismo, cuando me canse de esta situación imposible que nos toca vivir. Pero, mientras siento su piel cálida y los latidos de su corazón, inalcanzable y prohibido, me recuesto en su pecho y pienso que quiero seguir representando esta farsa eterna.

 

 

5, Jul. 12

Notas finales:

Ya está, se terminó. Me gusta mucho el título, saben? Aún tengo dos series guardaditas por allí, que subiré un día de estos, y oh sorpresa! una de ellas es RoyEd ;D

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