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Los enredos de tres corazones enamorados por Paz

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Notas del capitulo:

Hemos llegado al último capítulo de este fic, ya me diréis en conjunto que os ha parecido.


Desde aquí quiero agradecer a dulce_kokoro, inge, Suge Kou, Mizuno y Dan que a lo largo de estos capítulos han ido dejándome sus comentarios, muchas gracias a todas, tambien le quedo agradecida a todos los que anonimamente lo han seguido hasta el final.


 

Los enredos de tres corazones enamorados

 

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko

 

SenHana SenRu RuHana

 

By Paz

 

Capítulo XIX: No se juega con el corazón

 

 

 

Cuando despertó, tuvo un ligero sobresalto, al sentir bajo su cuerpo la dureza de su lecho, seguía recostado entre almohadones con Hana y Kaede a su lado, al mirar alrededor vió la bandeja con los restos del desayuno que seguían en la mesilla próxima, pensó que solo había tenido un mal sueño, aunque al final lo había disfrutado.

 

-¿Qué ha ocurrido? –preguntó incorporándose y al hacerlo una punzada de dolor le hizo comprender que todo lo ocurrido había sido real, no lo había soñado, nunca hubo un secuestro como creyó, esos dos con expresiones angelicales estaban implicados en todo. Les haría sentir el mal rato que al principio le hicieron pasar. Él preocupado por ellos  sin saber que estaban allí a su lado. Tenía que reconocer que habían sido ingeniosos y que a su modo había disfrutado su celebración. Su bromita no iba a quedar impune.

 

-Nada amor, estábamos hablando de darte tus regalos y te dormiste. No quisimos despertarte, porque parecías tan cansado. Aquí están –le entregaron dos paquetes. Ese es el mío –dijo al ver que intentaba abrir el envoltorio de color rojo.

 

Sabía que sus palabras no eran ciertas, porque cierta parte de su cuerpo estaba ciertamente dolorida y bien sabía porque.

 

-Es preciosa –dijo sacando una camiseta haciendo juego con el color de sus ojos.

 

-Pensé que así podías lucirla cuando vayas a correr. –dijo Hana.

 

-La pondré todas las mañanas, gracias –le besó agradecido.

 

Abrió el regalo de Kaede y encontró un marco de plata.

 

-Es precioso.

 

-Te oí decir que ibas a buscar un marco apropiado para la foto de tus padres y bueno, creí... que… te gustaría este.

 

-Me gusta mucho. Gracias. Son preciosos vuestros regalos.

 

 

 

****************

 

 

 

Para confiarlos, en ningún momento les hizo ver que había perdido un día de su vida, porque su cumpleaños fue celebrado al día siguiente ya que le estaban haciendo creer que solo había trascurrido unas horas desde que se durmió. Así pues le llevaron a un restaurante de lujo donde se aprovechó y pidió los menús más exóticos y caros. Casi reía viendo sus expresiones, les imaginaba pensando en cuanto yenes llevaban encima.

 

Pasaron los días y una semana más tarde, durante la celebración de la fiesta nacional en la que todos disponían de cuatro días libres, aprovechó para llevar a cabo su plan.

 

Hana y Kaede despertaron y se miraron sorprendidos al encontrarse que los dos estaban maniatados de pies y manos en su propia cama.

 

-Creo que no le ha gustado nada –dijo Hana con gesto apenado.

 

-Te dije que era peligroso. –aseveró Kaede- Qué ira a hacernos.

 

-Usa tu imaginación –murmuró Hana con una risa burbujeando en su garganta.

 

-¿Te diviertes? –preguntó Akira apareciendo ante ellos- ¿Por que?

 

-¿Por qué no? Fue placentero mientras duró. No nos negarás que lo disfrutaste.

 

-Y mi preocupación por vosotros, creyendo que estabais en peligro. ¿Eso también fue placentero? –les reprochó- Sabía que estabais preparando algo. Creí Kaede que tú le contendrías y en lugar de ello participaste en su locura –debía mostrarse serio para evitar que pensaran en repetir su hazaña.

 

Hana bajó la mirada, esa parte no le gustaba.

 

-Lo lamento –murmuró Kaede.

 

-Pudisteis pedírmelo. Sabéis que nunca os niego nada –siguió reprendiéndoles.

 

-Es cierto, Aki. Excepto eso, si lo intentamos, siempre lo evitas. Solo quisimos que conocieras las delicias de la sumisión. –Objetó Hana- No quisimos preocuparte, solo que pasarás un momento agradable.

 

Akira reconoció ante si mismo que había razón en sus palabras. Nunca dejaba que le poseyeran, siempre era él quien tomaba, todavía no era tiempo de reconocer que aquella había sido la unión más increíble que había tenido y que debido al conjunto de circunstancias fueron las culminaciones más sorprendentes que había conseguido en su relación con ambos.

 

-Os traigo dos regalos –les mostró las pequeñas cajas que portaba.

 

-¿Nos has perdonado? –Hana se sintió feliz.

 

-No. –Se sentó a los pies de la cama, entre ambos. La desazón que vió en sus rostros no le conmovió- Veamos que tengo aquí para vosotros. Abrió el primer paquete y lo miró con curiosidad- ¡¡¡Que bueno, Hana, es el tuyo!! rojo, tu favorito –se lo mostró con una sonrisa maliciosa. La mirada de Hana quedo fija en el objeto que le mostraba, luego se volvió hacia Kaede que se encogió de hombros con una fría mirada- Este el tuyo, Kaede. Azul. –mirada imperturbable- ¿No decís nada? Que poco sentido del humor tenéis cuando os toca a vosotros. ¡¡Que suerte trae baterías!! –Se inclinó sonriente junto a su amado Hana, acarició su mejilla, sintiendo entre sus dedos las hebras rojizas de su cabello- A veces me preguntó porque te amo tanto –se apoderó de sus labios y comenzó a besarlo apasionado, pellizcando sus tetillas, arrancando sublimes suspiros de entre esos labios tentadores. Mientras prolongaba la caricia, sus dedos le preparaban para la invasión, cuando le sintió dilatado recogió el regalo de Hana y se lo introdujo de un golpe. El grito de dolor del pelirrojo se quebró dentro de su boca, sus ojos le miraron  alarmado. Se acercó a su oído y le susurró- Lo siento, amor.

 

A su lado, Kaede esperaba impasible su castigo, porque sabía que se trataba de eso, Akira no quería que volvieran a repetir algo así y les iba a dar un escarmiento. Algo que les hiciera recordar que él no deseaba sorpresas de ese estilo. Miró hacia su pelirrojo, más nada veía, en ese instante odió al puercoespín porque estaba haciendo daño a su chico.

 

-Maldito seas, Sendoh. ¡¡Déjale tranquilo!!! –se revolvió hacia él sin poder alcanzarlo. Sus ataduras le permitían moverse apenas, no le importó el dolor de sus tobillos y muñecas.

 

-Guarda tus energías, porque las vas a necesitar –dijo sorprendido por la reacción del chico. Entonces comprendió, estaba defendiendo a Hanamichi, más quien le defendía a él. Se acercó a su rostro y en sus ojos vió un brillo revelador.

 

-Te odio, maldito… -sus palabras se cortaron con la brusca caricia.

 

-Yo no puedo dejar de amarte –dijo apartándose apenas, para volver a tomar su boca a pesar de que trataba de apartarle de su lado. Su rebeldía era agradable de sentir. Le hacia saber que estaba vivo, la pasividad de Hana le indicaba que estaba arrepentido, más por cuanto tiempo?- Voy a hacerte daño. –le aviso.

 

-Haz lo que tengas que hacer –dijo entredientes, apartando su rostro, sintió sus labios en su cuello y en su pecho y aunque sintió el quemante dolor de sus entrañas, apretó las manos y le miró imperturbable.

 

-Hanamichi… -susurró el chico de ojos azules, mirando hacia donde estaba.

 

-Lo siento, Kaede. No debí involucrarte –dijo pesaroso alzando la cabeza lo más que podía.

 

-Tranquilo. Recuerda esto, tu y yo siempre juntos, en las alegrías y en las tristezas. Te amo, Hanamichi.

 

-Yo también te amo, Kaede –miró a Akira que les contemplaba en silencio- Te amo, Akira, pase lo que pase siempre te amo.

 

-Os amo… -y tomando los mandos en las manos los puso en funcionamiento.

 

Veía sus rostros congestionados, excitados al máximo y sin posibilidad de satisfacerse, cada vez que subía la potencia, la rigidez de sus miembros parecía a punto de estallar y así ocurría, habían tenido cada uno tres orgasmos y aún podía seguir aumentando la potencia.

 

Era increíble lo que se conseguía con esos aparatitos, pensaba mientras jugueteaba con los mandos, subiendo y bajando la potencia, comprobando que los tenían bien colocados o metiéndoselos aún más profundamente. Cada vez que lo hacia Hana gemía o jadeaba sin fuerzas, mirándole a través de sus ojos empañados por el deseo incontrolable de su cuerpo.

 

-Por favor, Akira, páralo, no puedo más –gemía Hanamichi, con el cuerpo estremecido.

 

-Claro… -sentado a los pies de la cama, viéndoles arquearse por el efecto de los vibradores dentro de sus cuerpos, tomó el mando que correspondía a Hana y subió la potencia.

 

Al instante, Hana dejo escapar un aullido, su estallido le tomó desprevenido, y su semen les alcanzó a ambos.

 

-Oppss, me he confundido –dijo con expresión inocente- debe ser este botón, la aumento más, era increíble lo rápido que actuaba aquello, ya lo tenía nuevamente erguido, su cuerpo tembloroso, sin resuello, sus ojos marrones le miraban enturbiados por el dolor. Él no quería eso, dio al botón correcto y lentamente, Hana comenzó a respirar con más normalidad- Vaya debí leer antes las instrucciones. Miró a Kaede que con los labios apretados, intentaba no mostrar hasta que punto le afectaba tener dentro de un cuerpo un aparato que vibraba y tocaba los puntos más sensibles, le dió más potencia para hacerle saltar para que expresara con palabras lo que sentía. Al cabo de un rato, supo que nunca obtendría de él esa satisfacción y comprendió que si continuaba él realmente le odiaría y bruscamente, apagó los vibradores y se los quito de sus cuerpos, enseguida les soltó por completo y les abrazó estrechándoles contra su pecho- ¿Por qué me hacéis esto?

 

-Perdóname, Akira. –Pidió el pelirrojo- Será lo que tú deseas.  Si no quieres nunca te pediré que lo hagas.

 

-Entonces tómame, Hana. –le dijo, los tres rostros juntos- Yo también he recibido una enseñanza. Estaba equivocado, no soy menos hombre por hacerlo así y desde hoy en adelante, por favor, pedirme cualquier variante que deseéis hacer, eh? No quiero verme en una situación parecida, aunque la disfrutara. ¿No dices nada, Kaede? –inquirió pues no había pronunciado palabra en un largo periodo de tiempo.

 

-¿Que quieres que diga? –aún le duraba el enfado- ¿Vas a dejarme así? –él aún no había alcanzado el orgasmo y tenía su miembro dolorosamente henchido.

 

-Basta de palabras –dijo risueño y besándole consiguió que respondiera con ardor y mientras se besaban y abrazaban, su mano descendió a su miembro y comenzó a masajearle suavemente pero con firmeza, luego descendió hasta su altura, sus labios dieron un pequeño beso a su punta, Kaede se estremeció y dejo escapar un gemido. Akira satisfecho de su respuesta, lo fue metiendo suavemente en su boca, pasando su lengua a lo largo de ese tronco, chupando y sorbiendo. No había transcurrido ni dos segundos cuando sintió que se derramaba con prodigalidad su néctar y comenzó a tomarlo hasta la gota final.

 

Hana estaba dejando cálidos y suaves besos en sus hombros, descendiendo por su espalda, dejando un rastro húmedo y calido, siguiendo la ruta que le marcaba el amor.

 

Entretanto, como temiera de lastimarle, suavemente preparó a Kaede y le tomó despacio. Este, le miró a través de sus ojos entrecerrados y con un suave jadeo, estiró su mano hacia su nuca y bajándole a su altura le advirtió.

 

-O me tomas como siempre o entonces si que te odiaré para siempre. –le amenazó y como un zorro juguetón le paso la lengua  por la mejilla.

 

Akira se apresuró a cumplir con sus deseos, que también eran los suyos y mientras lo hacía estaba obteniendo el mismo placer que Kaede.

 

 

 

****************

 

 

 

Fue un largo día aquel, empezó con un castigo y concluyó después de medianoche, porque Hana y Kaede encontraban variadas posturas y querían probarlas todas. Así lo hicieron, una tras otra hasta que finalmente, agotados y rendidos cayeron sobre el lecho.

 

-Mis locos maravillosos, os amo –dijo Akira recostándose entre ellos y entregándose a un bien merecido descanso.

 

Por encima de él, Hana y Kaede se entregan a un dulce beso.

 

-Lo conseguimos, Kitsune. –murmura sobre sus labios.

 

-Gracias a tu idea. Después de todo fue genial.

 

-Este tensai siempre es un genio.

 

-Presuntuoso. –rió feliz.

 

-Dejar de ensalzaros e intentar dormir –murmuró Akira somnoliento, pasándoles los brazos por sus cinturas.

 

-Lo que tú digas –dijeron a un tiempo y felices se tendieron definitivamente junto al chico que amaban. Kaede con su mejilla apoyada en su pecho, Hana lo mismo en el lado contrario, se miraron en silencio, acercaron sus manos por encima de él y las unieron entrecruzando sus dedos.

 

Instantes después dormían. Los tres abrazados, siempre juntos.

 

FIN

 

Tres Cantos, 5 de enero del 2004

 

Corregido a fecha 9 de octubre de 2012

Notas finales:

Llegamos al final.


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