Los enredos de tres corazones enamorados
Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko
SenHana SenRu RuHana
By Paz
Capítulo IX: Las sospechas de Sendoh
Rukawa contaba los días que le faltaban para acabar su contrato, continuaría sus estudios en la universidad de Kanagawa y así viviría feliz con su pelirrojo. Aquella noche se entretuvo marcando los días que habían pasado y los que le quedaban aún. Lo que más le alegraba es que tenía cuatro días libres y sabía en que iba a emplearlos. Le daría una sorpresa a su pelirrojo.
Sendoh a la mañana siguiente, al levantarse encontró el calendario de la cocina, con cruces rojas encima de los días que habían transcurrido. Sabía que el día anterior estaba limpio, lo cual indicaba que esa noche Kaede se entretuvo tachándolos.
-¿Puedes explicarme que significa? –preguntó cuando le vió aparecer.
-¿Qué cosa? –Siguió su mirada- Ah, eso. –Frunció el labio en un gesto terriblemente seductor- Nada de importancia. Estaba aburrido. –se sirvió su desayuno y cortó una generosa ración de tarta- ¿Quieres? –ofreció.
-Es toda tuya, amor –dijo con una cálida sonrisa.
Cuando Kaede regresó al dormitorio, le miró marchar con gesto dubitativo. No se había creído eso de que estaba aburrido. ¿Qué se traía entre manos Kaede? Levantó la hoja para ver el siguiente mes viendo que uno de los días aparecía marcado con un círculo rojo. Que él recordará no se trataba del cumpleaños de ningún conocido de ambos, así pues, ¿Qué significaba? ¿Que planeaba hacer ese día? Debía tratarse de algo muy importante para él, qué tan importante?
-¿Aún sigues ahí? –preguntó una voz impaciente.
-Ya estoy listo. –se apresuró a recoger su bolso y salió tras él.
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Durante el resto de esa mañana Sendoh se mantuvo sumamente distraído durante sus clases. La actitud de Kaede le resultaba muy sospechosa. Esa manía que tenía de no contar con él, le molestaba bastante. ¿Qué le ocultaba? ¿Por qué era tan reservado? Que le costaba contarle alguna de sus cosas. Solo quedaba una semana para esa marca. Estaría atento a cualquier cambio de sus costumbres. Solo así podía enterarse de lo que estaba tramando, no le cabía ninguna duda que Kaede iba a hacer algo ese día y si se lo estaba ocultando no era por desconfianza, sino porque no deseaba que lo supiera.
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No tuvo mejor suerte durante el entrenamiento, su juego fue una serie de errores, no conseguía concentrarse, y fue reprendido un par de veces, hasta que cansado el entrenador le mando al banquillo y le sustituyó por otro jugador.
Vió que Kaede miraba hacia él, en sus ojos había cierta inquietud y eso le ayudó a reconsiderar sus ideas. A lo mejor estaba haciendo una montaña con un grano de arena. Reconoció que estaba celoso, amaba a Kaede tanto que le dolía esa actitud de desapego que tenía con él.
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Tenía que estar equivocado. Kaede era honesto con él, si era capaz de decirle que no le amaba, ¿no iba a engañarle con otro? ¿Y si era así? ¿Y si le perdían? Cómo decirle a su amor, que no había sido capaz de llevarlo como se lo había prometido. No quería pensar en eso, él esperaba confiado en la casa de ambos, no iba a fallarle.
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Los días transcurrieron con aparente normalidad, cada uno llevaba su propia vida, aunque Sendoh se mantenía pendiente de los menores deseos de Kaede, quien últimamente se mostraba más cariñoso con él.
Sendoh empezaba a confiarse, y gustoso satisfacía sus pequeños caprichosos, como ir a comprar helado o traerle su tarta favorita.
Al despertar no le sorprendió encontrarse solo en la cama, Kaede una vez despierto no podía quedarse quieto, así que tras desperezarse se levantó.
-Kaede… -llamó.
Al no recibir contestación, salió del dormitorio, el apartamento era pequeño y de un solo vistazo vió que no había nadie. Seguramente marchó a correr pensó mientras se metía bajo el chorro del agua.
Tras vestirse fue a prepararse el desayuno y entonces vió la nota. Estaba pegada en la nevera, la arrancó y leyó:
“Akira, voy a estar fuera unos días. Rukawa”
Sus peores sospechas se habían confirmado. Kaede le estaba engañando. Había encontrado alguien a quien amar y no tuvo valor para decírselo. Solo así se comprendía su actitud.
Kaede estaba enamorado de otro, y él había fracasado. Cómo decírselo a…. –se llevó las manos a la cabeza, sentía ganas de llorar. A él también le faltó valor para hacer la llamada y decirle que le había fallado.
Continúa…