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Cincuenta y un chicos para Sakuragi por Paz

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Notas del capitulo:

 

Recordé que mañana viernes estaré ocupada casi toda la mañana y que me sería imposible actualizar, así que aquí tenéis este capítulo.

Cincuenta y un chicos para Sakuragi

 

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

 

By Paz

 

Capítulo 3: Osito de peluche

 

Akagi escucha sorprendido la revelación que le hace Kogure, se le hace extraño pensar que Sakuragi este buscando pareja y no precisamente una mujer, sino un hombre. ¿En qué momento de su vida, sus inclinaciones sexuales dieron un giro de 180º? Aun recordaba las veces que tuvo que apartarle de su hermanita. Al pensar en ella se dijo que había actuado mal. Rechazar a Sakuragi para ir tras un sueño era una mala elección, cuando la vió un fin de semana que fue a visitar a sus padres se enteró por ella que Sakuragi se le había declarado y que le rechazó porque no perdía la esperanza de que Rukawa se fijara en ella y que comprendiera la paciencia que había tenido esperando que él se decidiera a declararse.

 

Tuvieron una discusión y la llama idiota, nunca encontraría mejor chico que Sakuragi, el pelirrojo la adoraba y ella podía conseguir de él cualquier cosa que se propusiera, amor, un hogar, hijos, prosperidad y ella lo echaba todo por la borda por un sueño irrealizaba, en el calor de la discusión le dijo lo que no dudaba que era así, aunque no tenía la certeza, que Rukawa nunca se le declararía porque era gay. Las ofensivas palabras de su hermana le hicieron saber que clase de persona era y fue en ese instante que dijo que no volvería a casa mientras ella estuviera allí. Esa misma tarde ya no tenía hermana.

 

Se preguntaba si su hermana era la causa por la que Sakuragi había dado ese cambio, si así era debía convencerle para que no insistiera en ese tema. Solo tenía dieciocho años, le quedaba toda una vida por delante para encontrar a la mujer que le estaba destinado.

 

Ahora lamentaba que, apenas supo lo que buscaba Sakuragi se apresuró a llamar a Uozomi pidiéndole que hablara con sus compañeros, porque se había enterado que Sakuragi estaba buscando pareja, tal vez Sendoh que mostraba ciertas preferencias hacia su compañero estuviera dispuesto a intentar una relación con visos a algo más serio, le dijo que lo que podía hacer por él era comentarlo entre sus amigos, solo esperaba no haberse adelantado a hablar de las preferencias que Sakuragi decía tener.

 

Ha pasado una semana mal de la cabeza, exactamente desde que Kimi-kun le habló del pelirrojo, no ha prestado mucha atención a sus clases, hasta el punto que fue llamado al orden un par de veces, sus distracciones habían comenzado en el mismo momento de conocer las preferencias sexuales de Sakuragi, no puede dejar de pensar en él.

 

Si realmente Sakuragi… sacudió la cabeza, debía olvidarlo, dejar de pensar en él. No tenia ningún sentido estar fuera de si, Sakuragi estaba en Shohoku, su ultimo año y luego empezaría la universidad, no le había visto desde hacia más de seis meses y aunque estaba buscando ayuda, no iba a acudir a él, después de todo era el hermano de la chica que le había rechazado, con toda posibilidad no quería saber nada de él.

 

Le comprendía.

 

Era impensable que Sakuragi se presentara allí, por lo que le dijo Kogure estuvo y no se pasó a verle. Ahora al recordar ese momento, pensó que le había notado un tanto jubiloso, igual que aquella vez cuando le contó que Mitsui se le había declarado y que eran novios. Y que él supiera no se veían desde hacia dos semanas.

 

En ese instante unos golpes en la puerta le hicieron saber que tenía una visita. Posiblemente Kogure necesitaba alguna cosa.

 

Se levantó. Había permanecido sentado en el suelo con la espalda apoyada en la pared y el brazo izquierdo sobre la mesa, donde tenía un tazón con te que dejo enfriar absorto en sus pensamientos.

 

Abrió la puerta de su apartamento y ahí estaba el objeto de sus pensamientos estaba allí. Se desconcertó y al mismo tiempo le complació darse cuenta que no había perdido la amistad de Sakuragi.

 

-Supongo que ya lo sabes –dijo Sakuragi al verle.

 

Akagi asintió haciéndose a un lado.

 

-Gracias…, por un instante pensé que me darías uno de tus puñetazos en la cabeza.

 

-Me siento responsable por… si ella…, me disculpo. -incapaz de dar una respuesta coherente se apartó a un lado.

 

Sakuragi pasó, se fijó que la vivienda era una replica idéntica a la de Kogure, excepto que Akagi tenía la mesa pegada junto a la ventana, su cama había sido desplazada de lugar, un metro un medio para dar espacio suficiente para ocupar los laterales de la mesa y el frente. Eligió el lateral que estaba despejado, aunque vió el tazón próximo a ese lado.

 

Fuera lo que pasara en esa habitación quería estar en una situación de poder maniobrar.

 

-¿Quieres té? –preguntó inclinándose para recoger su tazón y tirar su contenido.

 

-Te lo agradezco.

 

Enseguida le trajo un tazón humeante y otro para él. Se sentó enfrente del largo de la mesa teniendo la ventana frente a sus ojos, medio vuelto hacia Sakuragi que tomaba su te con parsimonia.

 

-Quiero disculparme…

 

-Ya lo has dicho, no es necesario que volvamos a eso. Olvídalo.

 

-Es por lo que he hecho…, yo no debí… temo haberme apresurado…

 

Sakuragi se quedo mirándole, era desconcertante ver a ese grandullón balbuceando una disculpa por algo que hizo.

 

-¿Qué hiciste? –dijo tras dar otro trago a su té.

 

-Hable con Uozomi…, Kogure me conto que tú le dijiste que buscabas… -la palabra se le atragantó.

 

-…pareja –le ayudó a concluir la frase.

 

-Eso… pensé que él podría hablarlo con sus compañeros y pasar la voz, a veces de boca en boca va más rápido y para ti sería más fácil porque les conoces, no es como si fueran un desconocido.

 

-Por supuesto… -interiormente le regocijaba saberlo.

 

-De todos modos, yo… creo que no debí hacerlo, no sin antes hablar contigo. Ahora mismo me estaba reprochando mi prisa.

 

-¿Por qué? –era sorprendente que Akagi estuviera pensando en él. Le dirigió una mirada por encima de su tazón antes de darle un sorbo.

 

-Me resulta difícil pensar que tú estés pensando que eres…, que seas…

 

-Uno de los tuyos- le dijo suavemente ya que al parecer Akagi no conseguía asociar su nombre a la palabra homosexual.

 

Akagi le devolvió la mirada asintiendo.

 

-Sakuragi se que hace menos de tres meses mi hermana te rechazó, que lo difícil que a ti te resulta saber que una vez más te ha pasado, pero eso no es motivo suficiente para abrazar de plano una posición tan a la desesperada.

 

Se había presentado allí sin saber como iba a afrontar ese nuevo desafío, Akagi sin saberlo le había dado la clave, mientras le escuchaba comenzaba a definir su estrategia.

 

-Comprendo tu preocupación, pero no hay razón para que pienses así, es algo que ha pasado, lo he superado, he tenido mucho días para pensarlo, noches con insomnio para poder pensar. Respecto a tu hermana, no le culpes de lo ocurrido, yo no lo hago, al contrario le estoy agradecido.

 

-Pero, ella te rechazó.

 

-Cierto, lo hizo, pero sabes, me ha salvado, me ha abierto los ojos a una posibilidad que ni yo mismo había creído posible.

 

-¡¡Por Kami, Sakuragi!! –Exclamó- No es posible, es un cambio radical. –Aún estando delante de él escuchándole no podía darle crédito- Tómalo todo con calma, tienes dieciocho años, solo piensa en tus estudios, en tu carrera como basquetbolista. Dijiste que tu sueño era ser el mejor de Japón. Solo tienes que dejarlo estar. Tienes toda una vida por delante, encontrarás una chica que te ame por lo que vales.

 

-Gori… eres muy amable. Se que eres sincero al decirme todo esto, que tu preocupación por mí es veraz. Dime que puedo hacer para demostrarte que soy lo que digo ser –ya que él parecía temer tanto esa pequeña palabra de tres letras, también él la evitaría. Se dio cuenta que su ex capitán estaba realmente conmocionado. No había reaccionado a su apodo, lo que ya era decir mucho.

 

-Solo… solo ha un modo. –incorporó el cuerpo echándose hacia atrás, enderezando el torso al dejar el apoyo de la mesa, como si ese enfoque le asustara.

 

-Exacto…, al parecer las palabras no valen contigo, solo los hechos. –antes que Akagi pudiera reaccionar se había sentado a horcajadas sobre él, su trasero se sentó sobre una muy evidente protuberancia, y una revelación se abrió en su mente, el Gori se había excitado durante toda la conversación, Akagi le deseaba. Solo así se explicaba esa abultada dureza, solo con imaginar lo que ocultaba sus pantalones se ponía duro- Déjame demostrarte…

 

No pudo seguir hablando, sus manos enormes se movieron hacia su rostro abarcándolo por completo, sus pulgares acariciaron sus labios, su boca fue atraída hacia la suya. El beso fue húmedo, intenso, una caricia demoledora, la boca de Akagi parecía que le absorbía, su lengua atravesaba su cavidad y le recorría con un frenesí desconocido hasta entonces, se sintió envuelto en un torbellino de deseos tan intensos que le quito el aliento.

 

Akagi tenía experiencia, tenía el don de saber lo que tenía que hacer y aunque hubiera podido en ese instante, Sakuragi se rindió a su poseedor, porque no le cabía dudas, Akagi iba a hacerle conocer una nueva experiencia.

 

Tras el beso Akagi le miró con los ojos velados de deseo, dándose cuenta que siempre se había sentido atraído hacia el pelirrojo, despacio sus manos suavemente fue quitándole la ropa. Le acomodó sobre el lecho, pasando sus manos por ese cuerpo de ensueño, recreando su mirada, deseoso de probarlo, se despejó de la suya a tirones, impaciente, sin apartar la mirada de Sakuragi que seguía sus movimientos con atención.

 

Creyó que al verlo se asustaría, saldría corriendo, sin embargo, la curiosidad y el deseo aparecieron juntos en su mirada, excitado aún más se ubicó a horcajadas sobre él, la cama crujió con su peso, pero el mueble resistió.

 

Se inclinó, sus manos se apoyaron a la altura de sus hombros, su miembro rozaba apenas su vientre, solo cuando su cabeza bajo hasta quedar paralela a la Sakuragi el contacto ahí se hizo más intenso, no pudo evitar restregarse contra su miembro y ver como Sakuragi se estremecía, su boca se abría con un jadeo, continuo frotándose contra él, miembro contra miembro, sintiendo como sus caderas se alzaban para que el contacto fueran más intenso.

 

Se apoderó una vez más de sus labios, esta vez había suavidad, ternura, una lenta caricia que exaltaba aún su deseo por él. Le sentía tan calido y dulce, tan increíblemente bello y en esos momentos le sentía entregado, deseoso de estar allí. Fue como un atisbo que asomó en su mente mientras le besaba, le deseaba, siempre se había sentido atraído hacia él, pero se contuvo, estaba enamorado de su hermana, ahora en cambio, estaba allí con él, sintiendo la respuesta entusiasta de sus besos, la respuesta de su cuerpo junto al suyo y comprendió, estaba enamorado. Su rivalidad con Uozomi le hizo creer que sentía algo por él, ahora junto a su hermoso pelirrojo supo que nunca le amó realmente y comenzó a hacerse ilusiones de cómo sería su vida junto a Sakuragi.

 

Y con esos pensamientos, fue tierno, suave, amante, cariñoso, consciente que esa era su primera vez, en eso tenía razón, solo que no era tan inocente como en sus pensamientos creía.

 

Él no era el primer hombre en su vida, ni tampoco supo nunca que solo fue un reto para Sakuragi.

 

En aquellos instantes, Akagi buscaba no solo su placer, sino también el de su amado, al que ya consideraba suyo, le pertenecía, sus manos se movieron suaves y experimentadas por todo su cuerpo, acariciando y presionando aquellos dos botones que luego su boca, su lengua reverenciaban, besos y lamidas iban humedeciendo cada poro, cada milímetro de su piel, complacido por sus gemidos, por los jadeos entrecortados que escapaban por entre sus labios hinchados por la brusquedad y el apremio de su primer beso.

 

Su enorme mano se cerró en torno a su miembro que se acomodó a la  flexibilidad de sus dedos que masajearon todo el tronco desde la cabeza a la base, rozando levemente su diminuto hoyito, por donde escapaban algunas gotas de presemen. Su lengua le rozó absorbiéndolas.

 

Sakuragi gimió más alto, no podía evitar hacerlo, sentía todo su cuerpo absorbido por un intenso placer, sus sentidos, sus emociones estaban desbordadas y aún no había hecho nada, solo los preliminares y él se sentía a punto de explotar solo con unas caricias.

 

Jadeó estremecido cuando una calida humedad le envolvió, y una lengua experta le hacia sentirse más allá de la realidad, aquello era como si hubiera alcanzado el nirvana, su cuerpo se estremeció, un desasosiego que comenzó en su entrepierna y fue trasmitiéndose por todo su vientre dejándolo arrebatado por el intenso deseo que brotaba de su cuerpo, sus manos se movieron hacia su cabeza, enredando sus dedos entre su cabello empujándole para no dejara de hacerle sentirse así. Embriagado por las emociones, su cuerpo se sacudió, su espalda se arqueó y sintió como convulsionaba.

 

Akagi comprendió que estaba por venirse, su boca y su lengua comenzaron a moverse más rápida hasta sentir como su miembro se sacudía en su boca soltando chorros de esperma espeso y de agradable sabor que comenzó a tragar con delectación.

 

La intensidad de su orgasmo había dejado todos sus músculos se aflojaron. Era como si le hubieran vaciado, una sensación muy extraña, no tuvo tampoco mucho tiempo para analizarse, no es ese instante cuando Akagi le volteaba y sentía sus manos sobre sus hombros y espalda que se movían acariciantes hasta alcanzar sus nalgas  para amasarlas entre sus dedos, sin esfuerzo, le izo sus caderas dejándole con las rodillas apoyadas en la cama y las piernas tan abiertas como le era posible.

 

-Akagi… no… -no puso seguir hablando, su boca se hundió en la almohada con un jadeo irregular, sentía como su lengua daba profundos lametazos a su ano. 

 

Todo su cuerpo se estremecía, era una sensación tan vivida que aceleraba la sangre en sus venas, sintiéndola como si fuera fuego líquido circulando por ellas, sus gemidos se hicieron más ruidosos, más fuertes, sentía espasmos cada vez que esa lengua aceleraba sus lengüetazos, succionaba como si estuviera prendido de un pezón, en ocasiones lamia su escroto y él comenzaba a perder el sentido, dejándose llevar por las sensaciones, en algún momento sintió como si estuviera penetrándole, el dolor era agudo pero soportable, cuando llegó que cedía, aumentó y supo que seguía preparándole, eran sus dedos, los que estaban siendo metidos dentro de él, los sentía moverse, estirar sus anillos, buscar el modo de dilatarle aún más y cuando un tercero le fue introducido no pudo evitar un gemido, el dolor había pasado de ser una ligera sensación para incrementarse, como si estuvieran metiéndole una dura barra, tuvo un pensamiento coherente hacia ese miembro grueso y rígido que había visto entre sus piernas y pensó que lo que ahora sentía no era nada si lo comparaba con lo que le esperaba y esa idea basto para que su erección descendiera en segundos.

 

Akagi era consciente que tenía que prepararlo bien, por ello se esforzaba en dilatarle, en abrirle al máximo, en aflorar sus anillos para que la penetración no fuera dolorosa, le había metido cuatro dedos y los movía como si estuviera embistiéndole, al mismo tiempo su mano se dirigió a su entrepierna y comenzó a moverla alrededor de su miembro que había perdido dureza, permaneció disponiéndolo todo de manera que no fuera traumático para su compañero, no deseaba lastimarlo y sabía que podía pasar si no lo hacia bien.

 

Su miembro estaba a tope, su glande asomaba fuera de su capuchón, venillas azuladas aparecían bien definidas, estaba duro, dolorosamente hinchado, necesitaba con urgencia metérselo dentro, hundirse dentro de ese cuerpo de ensueño que solo al contacto de sus dedos reaccionaba de un modo delicioso.

 

Los gemidos de dolor habían sido sustituidos por placer, si bien, era consciente que tenía que hacerlo muy despacio, sin apresuramientos, por eso cuando retiro sus dedos escuchó el gemido de protesta de Sakuragi, quien movió su trasero hacia él, no le hizo esperar, acercó su rígida vara hacia la dilatada abertura y empujó, apenas un par de milímetros y escuchó el quejido que salieron de sus labios, se inclinó para besarle en los hombros y cuello, dándole lametazos, al tiempo que su mano continuaba distrayéndole, mientras la otra se afianzaba en su cadera para evitar que rompiera el contacto, milímetro a milímetro fue penetrándole, entreteniéndole para hacerle olvidar el dolor, musitaba junto a su oído roncas palabras de animo y aunque su cuerpo le pedía metérsela de una sentada, se lo tomaba con calma, paso más de media hora hasta que sintió que sus nalgas quedaban asentadas en su pubis y su escroto golpeaba contra su cuerpo.

 

-Tranquilo, amor… ya esta…., me quedaré quieto hasta que tu digas –musitó en su oído pegándose su pecho contra su espalda, sintiéndole deliciosamente apretado en esa cavidad caliente.

 

Tenía la impresión que estaba desgarrado tal fuerte y punzante era el dolor, sus entrañas habían sido invadidas por una gruesa tranca que si bien permanecía quieto, su ano pulsaba dolorosamente. Estaba tan centrado en el dolor que no fue consciente del sentido de las palabras, las escuchaba más no las retenía. Era como si se originaran en un lugar lejano a él. Poco a poco el pulsante dolor fue cediendo en intensidad hasta sentir que desaparecía solo entonces movió sus caderas a modo de aviso.

 

Cerró los puños cuando le sintió deslizarse fuera de él y ahogó los gemidos contra la almohada para que no percibiera el tormento que significaba solo el que se moviera, y cuando se hundió nuevamente, su tormento recomenzó, no quería pensar que no iba a ser la única vez. Tuvo un pensamiento para sus “amigos”  mentándolos con todos los insultos que conocía, él más suave “baka”, el más fuerte “Chikushou”.

 

Notaba que durante sus embestidas estaba exhalando quejidos de dolor que intentaba ocultarle, al tiempo que su respiración acelerada se volvía más jadeante, como si el aire no le llegara a los pulmones.

 

Le acomodó en una posición más adecuada, ahora sus penetraciones eran más profundas, intentando alcanzar ese punto de placer, cuando sus gemidos fueron placenteros comprendió que ya podía emplearse más a fondo y sus embates se volvieron más fuertes y rápidos, ahora le oía gemir no ya de dolor sino porque el placer que estaba haciéndole sentir y cuando su cabeza golpeó contra su próstata, todo su cuerpo convulsionó y de su garganta escapó un grito que resonó en la pequeña habitación. Sabiendo que le estaba dando placer, volvió a guiarse hacia esa parte de su cuerpo.

 

La angustia cedió y el placer fue tan intenso que solo podía hacer una cosa gemir y gritar cuando su prestaba recibía como descargas que repercutían en todo su cuerpo, enviándole sensaciones de placer que le dejaban exhausto, sentía su garganta reseca y sus labios lastimados por alguna que otra mordida. Su mano llevaba el mismo ritmo que su pene dentro de él, su cuerpo convulsionó, se agitó, convulsivamente el orgasmo le alcanzó, sus esfínteres se apretaron una y una vez, creyó escuchar a su espalda jadeos entrecortados, la mano alrededor de su miembro comenzó a sacudirlo más fuerte, comenzando a soltar entre sacudida y sacudida un torrente de semen que cayó sobre las ropas de cama y su mano, su cuerpo quedo tembloroso y desmadejado, sintió afianzarse su otra mano en su cadera impidiendo que se derrumbara, dos embestidas más y sus entrañas recibieron la esencia de Akagi, llenándole con su calor, luego se derrumbó sobre él aplastándole con su cuerpo, incapaz de moverse se quedo quieto, al instante sintió como se apartaba, le acercaba contra su cuerpo al tiempo que sus brazos le rodeaban en un fuerte y calido abrazo.

 

Sus respiraciones agitadas sonaban al unísono, la suya resonaba con fuerza junto a su oído hasta que poco a poco percibió que se volvía más regular, le escuchó murmura algo instantes antes de caer dormido. Con cuidado fue desprendiéndose de su abrazo, al apartarse, Akagi quedo boca arriba, respiraba ruidosamente, al levantarse sintió como su esencia se deslizaba fuera de su ano. Se inclinó para recoger sus ropas, del bolsillo de su chaqueta sacó su móvil, enseguida lo acercó a su cuerpo y presionó para sacarle un primer plano.

 

Se metió en el aseo y se duchó hasta quitarse todo rastro de semen de sus entrañas, no deseaba que durante el regreso a apartamento fuera ensuciando sus boxer.

 


 

-Por Kami, el Gori fue como una apisonadora, no me dio opción para decirle que no quería ser sumiso. No espere algo así del Gori, tan violento, con ese genio que se gastaba y en la cama… suave como un osito de peluche. –contaba Sakuragi a su compañero que escuchaba sus confidencias con seriedad.

 

Al rato los dos estaban riendo ante la imagen que se presentaba en sus mentes, al reir cierta parte de su cuerpo se resintió. Aun estaba dolorido aunque intentara disimularlo y fue en ese instante que un recuerdo brotó en su mente, unas palabras que en aquel momento de éxtasis no prestó mucha atención, ahora volvían a su mente y eso fue capaz de borrar la sonrisa de sus labios.

 

Aquel “te amo” que Akagi había pronunciado en el momento en que le estrechaba contra su cuerpo y sus brazos le rodeaban y que volvió a repetir en sueños, justo cuando el “clic” de su móvil le sacaba una fotografía.

 

-Qué ocurre? –preguntó Rukawa.

 

-Nada…, solo que estoy cansado. –no podía decírselo. Ese sería su secreto. Akagi le había dado mucho más de lo que buscaba y aún sabiendo que no podía corresponder a sus sentimientos, le respetaba, era algo demasiado íntimo para hablarlo con Rukawa.

 

Continúa en el próximo capítulo…

Notas finales:

Glosario

Baka: idiota, tonto, estupido.

Chikushou: Hijo de ****


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