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Cincuenta y un chicos para Sakuragi por Paz

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Notas del capitulo:

A veces los chicos tranquilos dan sorpresas.

Cincuenta y un chicos para Sakuragi

 

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

 

By Paz

 

Capítulo 6: Un chico tranquilo

 

La práctica de ese día había concluido, llegaba el fin de semana, dos días para descansar, porque esta vez su encuentro sexual ya estaba programado para esa misma tarde.

 

Rukawa como capitán del equipo de basquetball y Sakuragi como sub capitán Akagi Haruko como la manager, formaban parte de un nuevo grupo de chicos a los que durante dos años habían preparado para cuando ellos ya no estuvieran, destacando entre ellos jóvenes promesas. El legado que dejaban atrás tenía que ser superado si querían que sus  nombres estuvieran a la altura de los dos compañeros que el próximo año ya no estarían con ellos.

 

Ese era el último año de cinco jóvenes, Ishi Kentarou, Kuwata Toki, Sasauka Satoru, Rukawa Kaede y Sakuragi Hanamichi, en poco mas de dos semanas acabaran la preparatoria alta, luego una semana de vacaciones y en abril recomenzaban nuevamente el curso, esta vez en la universidad. Todos ellos terminaban una etapa de sus vidas comenzando otra que en cuatro años más les lanzaría ya como adultos a la rutina de un trabajo, ya sea por elección propia o por obligación.

 

Más aquella tarde, ninguno de ellos pensaba en el futuro. Si no en algo más próximo, el Campeonato Nacional, habían conseguido pasar los preliminares de Kanagawa y la ronda final a nivel estatal. Solo quedaban cuatro equipos, ellos tenían que jugar contra el Aiwa, ese equipo era una espina en el corazón de Rukawa y Sakuragi, porque cuando estaban en primero no pudieron jugar contra ellos debido al cansancio físico de los jugadores que el día anterior a ese partido se habían enfrentado al Sannoh en un partido apoteósico, donde Sakuragi se lesionó.

 

Al año siguiente no se dio el que se enfrentaran, más esta vez si y ellos, Rukawa y Sakuragi deseaban vencerles, hacerles saber que eran los mejores, aún cuando aquel año Dai Moroboshi se convierte en el mejor jugador de Japón. Su único pesar es saber que no podrán enfrentarse a él, pues ya esta cursando su segundo año como universitario.

 

El Aiwa había ido ascendiendo en el rating, el nivel de juego de sus jugadores era excelente, sin embargo, Shohoku estaba más motivado y tras intensas jugadas que mantuvo en vilo a los espectadores, Shohoku se alzó con la victoria, ahora solo les quedaba enfrentarse al equipo del otro grupo.

 

Supieron que se trataba del Kainan, el campeón del año pasado y ellos están dispuestos a destronarle.

 

Lo consiguieron. Son campeones. Rukawa y Sakuragi destilan por todos los poros de su cuerpo la enorme satisfacción que sienten, el resto del equipo y sus seguidores no son menos que ellos. Sin embargo, la razón se impone y Rukawa tras darles un par de días libres para reponerse, vuelve a los ejercicios diarios.

 

Y esa tarde, luego de enviarlos a las duchas Rukawa añadió mencionó a dos de sus jugadores.

 

-Ishi… Arai… vosotros os quedáis.

 

Los mencionados asintieron sabiendo lo que se esperaba de ellos. Limpieza del gimnasio. Rukawa había impuesto la norma no verbal de que un titular y uno de la reserva se ocuparan de limpiar y recoger el material empleado durante la práctica, excepto en el caso que alguno de ellos no pudiera quedarse. Ninguno de los que allí están sabe quien se queda hasta el último momento, en el tiempo que estaba como capitán ninguno de los chicos había sido castigado para realizar esa tarea.

 

Sakuragi ve como Arai se acerca a Rukawa hablándole durante un par de minutos, ve como su superior asiente y el chico se inclina respetuoso dándole las gracias.

 

Rukawa va en su dirección.

 

-Sakuragi te quedas… -le avisa.

 

La mirada que ve en él le hace saber que el zorro ha actuado taimadamente, sabía perfectamente que Arai no podía quedarse y lo ha hecho a adrede, sus ojos se abren sorprendido al comprender, le ha proporcionado la oportunidad para quedarse a solas con Ishi, recuerda haberle dicho que una vez acabada la preparatoria iba a perder contacto con algunos de los chicos de su lista y que tendría que buscar nuevos candidatos. Ahora Rukawa le ofrece la posibilidad de intentarlo con Ishi.

 

Marzo se presenta ventoso, por ello cuando los chicos dejen el gimnasio lo hacen bien abrigados para combatir el frío, pero allí dentro del edificio, moviéndose de un lado a otro de la duela pasando la fregona el calor se hace sentir, al llegar al centro coinciden los dos.

 

Sakuragi le entrega su fregona.

 

-Guarda los útiles de limpieza, yo me ocuparé de guardar la canasta con los balones –dijo Sakuragi- Por hoy hemos acabado.

 

Los dos llevan el mismo camino. Solo que cada uno va a un cuarto diferente, Sakuragi al cargar con la pesada canasta se demora más. Sabe lo que tiene que hacer.

 

Esta terminando de acomodar su carga cuando escucha el sonido de una puerta al cerrarse y los tenues pasos que se alejan. Sakuragi se dirige a los vestuarios siguiendo los pasos de su compañero de equipo, ha llegado a tiempo para oír cerrarse la puerta. Ishi esta dentro. Sabe que el picaporte suele aflojarse y cuando eso ocurre se suelta impidiendo que del otro lado pueda abrirse la puerta.

 

Despacio abre la puerta prestando atención a los sonidos que provienen de su interior. Oye el agua correr, por lo que puso en práctica su plan. Aflojar la manija cerrando la puerta con cierta brusquedad, sonrió al escuchar el sonido metálico al caer.

 

Estaban encerrados.

 

No era la primera vez que pasaba, por ello, si eran rescatados a la mañana siguiente todo quedaría en un pequeño accidente, si en cambio, venía Rukawa en su rescate, nadie llegaría a saber que estuvieron encerrados.

 

Se dirigió a su taquilla de su interior sacó un par de paños que dejó sobre la banca, se desnudó cubriéndose con uno de ellos, el otro lo puso alrededor de su cuello. Tomó su canasto donde guardaba el jabón y los paños para asearse, con ello y los paños para secarse pasó al área de duchas. Ishi estaba sentado en uno de los banquillos echándose agua acabado su aseo. Se sentó en el otro extremo dándole la espalda. Recogió agua con uno cuencos de plástico y se la echó por encima de los hombros, dejándole caer por su espalda, lo llenó nuevamente echándose el agua sobre pecho que se escurrió hacia sus muslos formando pequeño charco que fue disminuyendo al no tenerlos apretados, mojó también sus piernas, se inclinó para recoger de su canasto un paño que humedeció y enjabonó para pasárselo por todo su cuerpo. Su aseo fue minucioso, sabiendo que no tenía ninguna prisa.

 

Media hora después con un paño alrededor de su cuello para que recogiera las gotas de agua que chorreaban de sus cabellos y el otro paño secándose el pecho con parsimonia se dirigió hacia su taquilla.

 

Se detuvo adoptando una expresión de sorpresa al ver allí, sentado sobre una banca al tranquilo Ishi.

 

-¿No te has ido? –preguntó sin hacer intención de cubrirse ante la mirada del chico inmutable del chico, como si ver hombres desnudos fuera algo usual en él.

 

-Estamos encerrados.

 

-No es posible… -dijo y sin más se dio media vuelta y ante la mirada del chico se dirigió hacia la puerta tirando del picaporte un par de veces hasta confirmar sus palabras- Estamos encerrados –confirmó- ¿Tienes móvil? –podríamos llamar para que vengan a sacarnos de aquí.

 

-Esta descargado…, esperaba que tú… -apartó la mirada.

 

-No lo tengo aquí… -rogó para que ninguno de sus amigos tuviera la ocurrencia de llamarle. Había notado que el chico comenzaba a dar muestras de nerviosismo. Posiblemente su actuación estaba dando sus frutos. Su mirada descendió a su entrepierna y observó el bulto que mostraba su entrepierna. Ishi estaba excitado.

 

-¿Te pongo nervioso? –preguntó aun sabiendo la respuesta.

 

-No...

 

-¿Te gusta lo que ves? –dijo caer el paño que sostenía en la mano, en su taquilla ya había guardado sus cosas de aseo.

 

-No esta mal… -reconoció- Mi novio lo tiene mejor.

 

-Ah… tienes novio, y aún así te excitas conmigo.

 

-No puedo evitarlo –no lo negó- Te has exhibido descaradamente.

 

Rió al escucharle.

 

-¿Quieres comprobar quien es mejor si tu novio o yo? –preguntó divertido.

 

-No… -se levantó con sobresalto al verle que acortaba la distancia entre ellos.

 

-Creo que si, cada vez estas más excitado. –Ishi fue retrocediendo de espaldas hasta dar con la pared- Ya no tienes escapatoria –el chico se había colocado en una posición en desventaja. Alzó sus manos llevándolas al costado de su rostro, le quito las gafas que él siempre llevaba puestas dejando ver sus ojos, cuyas pupilas azules se asemejaban a las de Rukawa, aunque estas tenían un tono más claro-  Ahora no vas a necesitarlas –dijo al ver su intención de hacerse con ellas, las dobló y sin esfuerzo las puso encima de una de las taquillas. La altura del muchacho le impedía alcanzarlas.

 

Echó hacia atrás su cabeza para pudiera verle, en tanto él, inclinaba la suya para mirarle al rostro, sus miradas la de Ishi desenfocada se posaba en la suya, en ella veía expectación. Sus manos se apoyaron alrededor de su cuello, como si pretendiera ahogarlo, su pulgar derecho presionó la garganta del chico, un gemido se escurrió entre sus labios apenas entreabiertos, se apoderó de sus labios, jugando con ellos hasta que el chico comenzó a moverlos bajo los suyos y su boca anhelante se abría a la caricia. Su lengua le invadió ardiente, recorriendo todos sus recovecos, percibiendo su sabor y sintiendo como la suya le salía al encuentro, el beso fue correspondió con arrebatador deseo. Sus manos se movieron sobre su pecho desabotonando su camisa, aflojó la cinturilla de su pantalón para poder descamisarlo. Cuando la necesidad de aire le apartó de su jugosa boca, la suya fue trazando un sendero húmedo por su pecho, de marcados músculos imberbes, se sentía cómodo moviendo sus labios por esa piel suave como la seda, sus gemidos se hicieron más sonoros cuando sus dientes y lengua se entretuvieron mordisqueando y lamiendo sus tetillas hasta dejarlas tan excitadas que el chico se retorcía entre el muro y su cuerpo, donde el mismo se había ubicado pretendiendo escapar de su mirada ávida.

 

Apartó sus caderas de las suyas dándose espacio, mientras una mano se posaba acariciante en su cadera la otra descendió hasta llegar a su entrepierna, donde se entretuvo largo rato.

 

Ishi no pudo evitar un profundo suspiro de deseo cuando su mano se deslizó por dentro de su pantalón abarcando y presionando su excitación, y siguió gimiendo y jadeando momentos después cuando Sakuragi terminó de desnudarle y le condujo hasta una banca próxima, donde le hizo recostar la mitad superior de su cuerpo, momentos después cuando aún su mente respondía a sus pensamientos, le hizo comprender que no tenía comparación. Sakuragi era mucho mejor. A su novio le amaba, Sakuragi solo era un buen polvo.

 

Sakuragi le embestía con fuerza, complacido al escuchar que el chico estaba tan abierto que apenas si tuvo que esforzarse en penetrarle y cuando se hundió dentro de sus entrañas Ishi, el tranquilo muchacho se transformó en una fiera deseosa de sexo, gimiendo y exigiéndole que le diera fuerte y él así lo hizo.

 

-Más fuerte, más fuerte… -exclamaba entre jadeos entrecortados, aferrándose al borde de la banca, sus nudillos blanqueaban con el esfuerzo, dejando escapar gritos cuando su próstata era alcanzada y que enviaba espasmos por todo su cuerpo, las sensaciones que recibía eran tan intensas que todo su cuerpo se estremecía, y aun así quería mas, mucho más, le sentía dentro suyo, fuerte, vigoroso, un trozo de carne que le hacia vibrar, la potencia de sus embestidas le dejaban sin aliento, aún así su voz enronquecida de deseo exigía- ¡Mas fuerte!! Dame fuerte! Quiero sentirte más profundo! –y mientras era complacido, pensaba que Sakuragi era el dios del sexo renacido y cuando su mano comenzó a masturbarle al ritmo de sus embestidas, se reafirmó en ese pensamiento, hasta que las intensas emociones le hicieron colapsar, sus sacudidas se intensificaron, el intenso orgasmo le alcanzó derramándose en esa mano que tanto placer le proporcionaba y en ese falo que seguía hundiéndose en sus entrañas hasta derramar su ardiente esencia dentro de él.

 

Sakuragi se mantuvo quieto, dentro del chico, sintiendo como su respiración se iba tranquilizando y su pene quedaba flácido.

 

-Voy a bañarme… -dijo saliendo de su interior- Te propongo que te reúnas conmigo, no tendremos mejor cosa que hacer.

 

Ishi reconoció la verdad de sus palabras, estaban encerrados.

 

No habían transcurrido ni dos minutos cuando una voz les sobresaltó.

 

-¡Sakuragi! ¡Ishi! ¿Estáis ahí?

 

-¡Rukawa! ¡Que bueno que has venido! –salió de las duchas arrollando un paño alrededor de su cintura.

 

-¿Qué hacéis aquí todavía? –preguntó.

 

-Nos hemos quedado encerrados…, pero eso ya lo sabes –le costaba porque solo por fuera podían sacarles.

 

-¡Eres un idiota! –Bajó el tono de voz- Solo a ti podía ocurrírsele tal tontería. –y alzándola nuevamente- Podías haberos quedado todo el fin de semana. ¿Acaso no pensasteis que mañana no viene nadie?

 

-¡¡Ooopsss!!! –exclamó Sakuragi cayendo en la cuenta de ese detalle.

 

-Lo siento… debí poner más cuidado al cerrar.

 

-Daos prisa para salir… me encargaré de cerrar el gimnasio –dijo saliendo del vestuario.

 

-Ya puedes salir de ahí –dijo Sakuragi a Ishi que avergonzado permanecía en la sala de baños, recogiendo sus gafas y entregándoselas.

 

Quince minutos después ya vestidos también ellos salían del vestuario, Sakuragi se fijo que no dejaban ningún rastro de su fogosa entrega.

 

Fuera de las instalaciones estudiantiles, Ishi tomó un camino diferente a sus compañeros, no viendo que ambos se marchaban juntos conversando animadamente.

 

-¿Cómo fue?

 

-Ese chico es puro fuego, nadie lo diría fijándose en su aspecto. ¿Sabias que tiene novio?

 

-No, no lo sabía.

 

-Pues si. Ha sido muy intenso. Gracias por propiciar el encuentro.

 

-No tenía mejor cosa que hacer… -se justificó- ¿Qué harás mañana?.

 

-Lo de siempre… -se refilón vio que daba un respingo, sonrió. Estaba descubriendo que su compañero era también un pervertido, estaba bien que era joven, pero dos seguidos eran demasiado incluso para él- Hare limpieza general, tendré lavado y secado. –Aun sin mirarle escuchó el leve suspiro que dejaba escapar su compañero- ¿Te ofreces a echarme una mano? –le provocó divertido.

 

-Tengo mis propias ocupaciones.

 

-Entonces nos veremos el lunes en el gimnasio. –habían llegado a un punto que debían separarse.

 

-Si acabo pronto… si quieres puedo pasarme por tu casa…

 

-Ven… -aceptó.

 

Continúa en el próximo capítulo…


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