Ejercicio 1
— ¿Sabes lo enfermo que puede llegar a verse eso? – cuestionó el guitarrista.
Tom estaba totalmente consternado. ¿Cómo se le ocurrió a su productor esa descabellada idea? ¿Más fama? ¿Es lo que quieren las fans? ¡¿Le estaban jodiendo?! Que le explicaran con manzanas como era que iban a conseguir eso.
—Yo, no lo sé, Tom. Tal vez debamos intentarlo. – decía dudoso Bill. No estaba seguro del todo, pero había una gran posibilidad de que funcionara. —He visitado algunas páginas en internet y al parecer las fans creen que tú y yo… bueno…
— ¿Bueno…?
—Parece que les gusta la idea de que seamos…
—No lo digas. – le cortó su gemelo. — Y la respuesta es no. – sentenció el de rastas rubias. — ¿Ahora me dejas ir, David? – no espero respuesta por parte del mayor cuando ya se disponía a abandonar su asiento y dirigirse a la puerta de la oficina.
—Alto ahí. – le detuvo Jost. —Al menos déjenme explicarles. – rogó un poco.
Ya se esperaba esa reacción negativa por parte del de rastas. De la decisión de Bill no especulaba, aunque sabía que el daba el todo por la banda.
—No perdamos más tiempo. La decisión está tomada.
—Tu decisión. – señaló el productor. —Bill parece pensar la idea.
Tom miró a la persona menor que el por diez minutos, quien le veía con cara esperanzada y no pudo más que volver a su lugar con un suspiro de resignación.
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Tom aun no entendía como era que se dejó lograr convencer. No. Realmente si sabía. Bill.
David les explicó que tras el éxito de In Die Nacht se encontraba todo aquello. A partir del lanzamiento de la canción las fans comenzaron a notar que la relación de los gemelos Kaulitz era realmente diferente a las demás.
No era que Tom considerara que no era especial su relación con su hermano, incluso estaba plenamente consciente de que eran bastantes dependientes el uno del otro, pero siempre fueron así, y él no le veía lo malo.
Sin embargo, los fans tampoco le veían algo de malo, es más, lo veían demasiado bien.
A partir de allí cada gesto o mirada de los gemelos hacia ellos era observado con lupa por sus admiradores, sacando conclusiones y locas ideas.
La web comenzaba a ser invadida por montajes de escenas comprometedoras entre los hermanos y capturas reales de ellos, como miradas o roces que los fans acompañaban con esencia de romance. Incluso Tom quedó sorprendido al ver alguna de esas imágenes reales de ellos, en muchas las miradas de los gemelos estaba acompañada por un brillo especial cuando miraban al otro.
Luego se dio paso a historias de ficción, foros de debate y opinión, y demás. Ese fenómeno, que ellos hasta ese momento desconocían, se estaba expandiendo como pólvora en todo el mundo y David Jost se encargaría de que conjunto a la pólvora también se expandiera la fama de Tokio Hotel.
“Démosle a los fans lo que quieren” fueron las palabras del productor.
Así que luego de un Bill saltando por todo la oficina alegando que serían más famosos y legendarios que Queen, The Beatles o Nirvana, Tom no pudo romper la emoción de su hermanito y se encontraba sentando frente al escritorio de una orientadora de parejas, que según David les ayudaría a falsificar mejor el romance.
—Bien, ¿Alguno de ustedes quiere decir algo o tiene alguna pregunta antes de comenzar? – cuestionó la doctora Olivia luego de haberse presentado.
—Solo aclararé que no tocaré indebidamente a mi hermano. – dijo Tom totalmente autoritario y casi desesperado por salir corriendo de allí.
— ¿Tom tendrá que…– preguntó asombrado el pelinegro y totalmente ruborizado.
— No, – rio. —La idea de esto es que ustedes sigan actuando de la misma forma que lo hacen, simplemente lograr que puedan transmitir de una forma totalmente sutil romance y deseo.
—Entonces deberíamos de estar en clases de actuación en vez de estar con usted ¿No cree? – cuestionó el gemelo mayor.
—Si lo actúan netamente se verá forzado y debe ser mostrado, como dije antes, sutil. – explicaba la doctora — Bien, aclarado esto, ¿Alguna otra duda? En vista de que no, comenzaremos con un ejercicio bastante sencillo. Cada uno le dirá lo que piensa de él al otro. ¿Quieres comenzar tú, Bill? – propuso la doctora al notar que era el que se mostraba más abierto a la terapia.
Pero si algo pudo notar Olivia era que si el menor hacia algo que quería, el mayor lo continuaría para que siguiera feliz.
—Está bien. – dijo sonriente pero un poco dudoso.
—Pero antes giren sus asiento, deben quedar uno frente al otro.
—Pues, Tom. – continuó luego de estar en la posición que pidió la doctora. — Eres… eres más que mi hermano, eres mi amigo y mi protector…– Bill comenzó a jugar con sus manos quitando con sus uñas el barniz negro de ellas y mirando atentamente cualquier cosa menos a Tom. Claro síntoma de nerviosismo. —… Eres muy decidido y el mejor guitarrista de mundo… – sonrió ante la fija mirada de Tom, quien lo escuchaba con atención. —…No podría pedir otro hermano, te admiro en muchos sentidos… – pensó un momento antes de continuar. —… Y te quiero mucho. – esta vez sí miro a Tom. Bill sentía un poco de calor en sus mejillas. Le costaba mucho hablar de lo que sentía por Tom sin mencionar que lo amaba de esa forma tan prohibida que ahora tendrían que intentar mostrar.
—Muy bien Bill. – le felicitó la doctora. — Es tu turno, Tom.
—Bien, Bill…– ambos presentes le observaban fijamente.
Tom, a diferencia de Bill, era más reservado con sus pensamientos y muestras de sentimientos. El menor lo veía con ilusión, estaba ansioso por saber que pensaba su hermano de él.
— Eres un buen cantante.
— ¿Eso es todo? – preguntó desilusionado y casi asombrado el vocalista.
—Bueno y eres mi gemelo así que también eres apuesto – finalizó y sonrió.
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—Hablaremos con David. – le dirigió el vocalista al fin la palabra a Tom al llegar a al apartamento de la banda.
A Bill no le cayó bien que Tom dijera cosas tan simples de él.
—Totalmente de acuerdo, no pienso ir una vez por semana. – continuó Tom.
—No me refería a eso… Tal vez deberíamos no hacer eso. – le dijo.
— Espera, espera… ¿Cuándo dices eso, te refieres a eso?
—Si…
— ¿Pero porque? Si estabas de acuerdo. Incluso hiciste bastante bien el ejercicio.
—Ese es el problema…
— ¿Cuál? – Tom no entendía a qué se refería su hermano.
—Yo lo hice bien. Tú parecías obligado.
—Estoy siendo obligado. – aclaró el mayor.
—Pudiste decir que no, siempre lo haces si no quieres algo. – le acusó Bill.
—Pero tú lo quieres. – se defendió haciendo sonrojar al menor.
—Eso no importa.
—Claro que importa, no seas testarudo Bill. Sabes que sí importa, que todo lo que es importante para ti lo es para mí. Y todo lo que tú quieras yo lo querré también.
— ¿Por qué no dijiste todo eso en la terapia? – preguntó el menor sonrojado y sintiéndose tonto.
—Sabía que tu cambio de opinión se debía a algo. – dijo acusador y con una ceja alzada. — Sabes que no digo ese tipo de cosas.
—Pero las acabas de decir.
—Por qué solo estamos nosotros dos y por qué tú no dirás algo. – sonrió.
— ¿Entonces podemos continuar? – preguntó Bill refiriéndose a lo que les pidió David.
—Supongo que sí. Hare algo de comer, ¿Quieres? – cambio el tema recibiendo un asentimiento.
—Tom, di que me quieres. – le pidió mientras el de rastas se dirigía a la cocina
—Sabes que lo hago.
—Pero dilo… – pidió con tono caprichoso.
—No. – contestó antes de desaparecer por la puerta.
Bill sonrió bobamente y se fue a lavar la cara para hacer desaparecer el carmín de sus mejillas antes de ir a ayudar a Tom.