Primer Deseo: Tu calidez…
Aun recuerdo cómo te conocí. Me parece hermoso recrear una y otra vez esas imágenes en mi cabeza.
Mi relación con Uruha fue hermosa, el me enseñó a confiar en mi mismo, pero siempre nos hizo falta algo. No me gusta comparar, pero tal vez hizo falta la magia que contigo nació desde el primer momento en que te vi.
Cuando Uruha decidió repentinamente que ya no más de “nosotros”, yo quedé en estado de shock, de un día para el otro todo había cambiado. Aun así yo estaría todo el tiempo para el, volviendo a ser los amigos que antes fuimos.
Dos días después me enteré de que Uruha estaba saliendo con alguien más, uno de nuestros compañeros de banda. Hicieron una reunión en uno de esos bares de los que le gustan a Uruha para anunciar su relación. Sinceramente me acerqué a felicitarlos, pero Aoi se lo llevó rápidamente, alejándolo de mi. Fue muy extraño.
Durante las semanas siguientes, Aoi evitaba que me acercara a Uruha, pero no le di importancia, pues mi ahora ex novio y, de nuevo, amigo se veía feliz.
Un día, antes del ensayo de la banda, Uruha me pidió que saliéramos de la sala. Estaba muy triste y me contó que había terminado su relación con Aoi. Era lo contrario que cuando terminamos. Ahora estaba triste, todo el tiempo perdido en sus pensamientos, en su dolor.
Y ahí apareció lo más lindo y conflictivo de esta historia: Kazuki.
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Yo estaba en la cafetería de la PSC arreglando unos papeles de mi nueva composición.
-Hola, Ruki.- me saludó Jin.
-Hola.- contesté.
-Oye, en tu sala no has visto a mi querido guitarrista??
-A cuál de los dos??- le pregunté.
-A Kazuki.- suspiró.
-A Kazuki?? En mi sala??- me sorprendió. Jin solo afirmó con la cabeza.- No, no lo he visto, pero dime, por qué crees que esté ahí??.- quise salir de mi duda.
-Ay Ruki.- abrió los ojos exageradamente.- Pues qué no sabes??.- preguntó como si la respuesta fuera obvia.
-Saber?? Qué??.- Mi curiosidad.
-Kazuki y Aoi son novios.
Sin duda, me sorprendí. Creo que a este tiempo todos lo sabían, menos yo.
-Bueno, disculpa.- soltó una risilla.- Y no pienses que soy un chismoso.- entonces se fue y yo me quedé pensativo.
Luego fui a la sala y en los pasillos me encontré con que Kazuki y Aoi caminaban hacia el lado contrario. Al llegar entré y vi a Uruha haciéndole cariños a Reita. Ese era el día de las sorpresas, pues también caí en cuenta de que yo era el que tardaba más en encontrar pareja después de terminar alguna relación.
En mi mente rememoré los momentos en que había socializado con Kazuki. Eran pocos. Sabía casi nada de el, pero era tan extraño todo lo que ocurría, o eso al menos para mi.
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Una fiesta más no se hizo esperar. Cuando entré a aquel departamento de mi compañero pelinegro, lo primero que visualicé fue la preciosa sonrisa de Kazuki, que inesperadamente se apagó al notar mi presencia. Después de eso, a lo cual no le tomé importancia en el momento, la noche fue grata, hasta donde pude tener conciencia, pues creo que bebí de más.
Múltiples encuentros, casualidades que no puedo explicar, lo más inevitable de una vida es enamorarse, o eso comprobé yo.
Las sonrisas de Kazuki alteraban el ambiente cuando visitaba la sala. No podía abstenerme de observar su cuerpo, sus labios. Su amabilidad me sacaba de mi. Yo era participe de ese juego creado por nosotros mismos sin darme cuenta y… caí.
Cuando llegaba me embobaba en sus rasgos, me perdía en el aroma que imaginaba desprendía. Me sentía culpable al ver aquellas interminables acciones: a cada beso, a cada caricia que Aoi le daba a Kazuki, yo me estremecía de coraje, de impotencia. Más aun con el juego de Uruha: montaba escenas, ayudado por Reita, para provocar a Aoi, lo cual resultaba muy bien.
La incomodidad de Kazuki ante las respuestas de Aoi no se hizo esperar, pero, a caso yo era el único que lo notaba??
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Un día llegó Aoi con Kazuki de la mano. Habíamos hecho una pausa. Las miradas incomodas se desprendía entre los dos guitarristas de mi banda. En un acto de provocación, Uruha fue a sentarse en las piernas de nuestro bajista, todo en respuesta al abrazo que compartían Aoi y Kazuki, lo cual me carcomía por dentro, inevitablemente.
Mis ojos posados en la cintura de Kazuki, rodeada por las manos de Aoi, rápidamente se distrajeron al escuchar los gritos que Uruha daba entre risas: Reita le besaba el cuello haciéndole, notablemente, cosquillas. De nuevo, casi en automático, mi mirada se centró en la otra pareja: Aoi observaba a Uruha “disfrutando” en brazos de mi rubio amigo, mientras Kazuki recargaba su cabeza con pesadumbre en el hombro de Aoi. Era una pena tener ese ángulo de visión, desde donde yo podía ver cómo se cerraban los ojos de Kazuki, mientras la ropa de Aoi se arrugaba con la fuerza que el castaño ponía en su agarre.
Coraje, envidia y unas ganas enormes de romperle la cara a Aoi, casi tan grandes como mis ganas de ser yo quien ocupara su lugar, por estar por estar haciéndole pasar aquello a Kazuki. Me sentí impotente, casi con la misma fuerza con que Kazuki se debilitaba en aquellos brazos que, segura y obviamente, deseaban abrazar a alguien más.
La ira acumulada en mi ser se espesó cuando sentí un golpe que me traía de vuelta a la realidad, aquella donde yo no podía, en ese entonces, cambiar la situación del castaño guitarrista de Screw. Kai me golpeó la cabeza.
-Oucch.!- me quejé al tiempo que me tocaba la parte afectada y volteaba a ver al causante.
-Qué difícil, no crees??- evadió mis quejas por su acto.
De inmediato comprendí que se refería a la situación de Uruha junto a Reita en contraste a Kazuki con Aoi, y sobre todo a Aoi y Uruha. Asentí, pensando profundamente que era difícil también para mi, no solo por la incomodidad del ambiente, que seguro Kai sentía, si no por el grado de dificultad que representa aceptar que te gusta la pareja de uno de tus mejores amigos, que ese chico que tiene entre los brazos es el que te atrae, sin querer hace que tus noches se llenen de insomnio.
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Los días pasaron, agrupándose para convertirse en un par de semanas. Semanas en las que vi la misma escena repetirse casi a diario, los días solo se iluminaban por esas cálidas sonrisas, en contraste con el viento del frio otoño.
También tuve el tiempo de desear aquella calidez desprendida de aquel cuerpo perfecto ante mis ojos, de desear aquellos sentimientos que le regalabas a alguien más, dejándome de lado.
Pero todo habría de cambiar… pronto me daría cuenta de la existencia del amor inevitable, del palpitar de la culpa en mi pecho enamorado. Ante su belleza total yo, simplemente… caí.
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La tarde que no podré olvidar se componía de un profundo silencio entre la soledad que me acompañaba en la sala, además del brillante sol otoñal que adornaba el cielo. Las ráfagas de aire frio se colaban por la rendija de una ventana. Me hacía estremecer el chocar del viento frio en mi cuerpo, aún cuando llevaba puesto el saco y una bufanda, pero no tenía intenciones de levantarme a cerrar por completo la ventana.
Estaba totalmente solo en la sala, probablemente en todo el piso, concentrado en una melodía que no lograba completar para partir de ahí la composición musical. Hasta que unos golpecillos en la puerta me sacaron de mis pensamientos. De alguna forma sentí un sobresalto en mi corazón, como si temiera o se emocionara por lo que iba a encontrar a continuación, pero la reacción de mi mente fue realista: pensé que sería Kai que habría olvidado alguna cosa. Con pereza me levanté, crucé la distancia que había desde el pequeño escritorio hasta la puerta y, tomando la manija plateada y fría, la giré.
Lo atribuí a una premonición. Mi corazón se reactivó con fuerza en mi pecho cuando vi a la persona del otro lado de la puerta.
-Hola.
Ni si quiera puedo describir las emociones que tuve al verlo ahí, dirigiéndose a mi, porque todas se enredaron juntas, mezclándose para dejarme estático con la puerta sostenida con mi mano izquierda.
-Hola.- contesté más por reflejo.
-Estas solo??- preguntó con algo de pena en la voz, agachando su mirada.
-Si, todos se han ido.- le dejé claro. Seguramente vendría a buscar a Aoi y en ese momento se iría ya que no creí que hubiese algo que le interesara en aquel lugar además de su novio.
-Puedo pasar??
Pero no fue así, su voz tímida sonó a penas, mientras sus ojos me veían fijamente. Por un momento no creí lo que escuchaba, solo asentí, seguramente, con torpeza.
-Claro.- Fue lo que mi estado me permitió contestar, haciéndome a un lado para que el chico que ocupaba mi mente ahora ocupara la estancia conmigo.
El entró con timidez y a paso lento, pasando por mi lado, desprendiendo ese aroma que era millones de veces mejor a lo que mi pobre mente me dejaba imaginar. Se quedó de pie casi al centro de la sala y volteó a mirarme como esperando algo. Tenía que reaccionar, pero, cómo lo hacía??
-Ah… siéntate.- logré ser cortes como se hace con las visitas. El sonrió y miró hacia la ventana. Hacía frío, entonces pensé en lo mejor para quitarlo en ese momento.- Quieres café??- pregunté más que nervioso, viéndolo como se acomodaba en el sillón negro.
-Si…- dejó salir en medio de una sonrisa.- Dos de azúcar, por favor.- me indicó poniéndome más nervioso, como tomaba la taza blanca para verter el líquido caliente que se preparaba en la jarra de cristal.
Cumplí, llevándolo hasta donde el estaba, tendiéndoselo con máximo cuidado ya que mis manos temblaban. En ese momento la duda se juntó en mi garganta y la cercanía me permitió preguntar:
-Y, qué te trae por aquí, Kazuki??- Lo hice mientras comenzaba un enlace con sus ojos castaños.
-Eh…- dudaste un momento.- Ocurre que Screw ha terminado las labores por hoy.- comenzaste a explicar mientras huías del contacto con mis ojos y dirigías tu mirada al liquido de la taza.- No tengo nada que hacer…- sonreíste cómplice con tus ideas.
-Entnces…- sugerí que continuaras después de tus segundos en pausa.
-No tenía nada que hacer y pensé en platicar con alguien.- me afirmaste rápidamente como las palabras se atoraban entre tu emosión.
-Y pensaste en Aoi??- supuse en voz alta, mientras, por lo bajo, mi corazón se comprimía al recordar aquellas imágenes.- Pero el se ha ido.- agregué para engañar a mis propios pensamientos.
-Lo sé…- dejaste salir como si nada.
En mi cara se marcó la duda que expresaba el remolino creado en mi interior, a lo cual acudiste con una firme respuesta.
-Sé que el se fue, pero no veo nada de malo en venir a tomar un café contigo.- sonreíste, de esa forma que me hacía descontrolarme por completo, olvidando la duda y llevándome a convencerme de que te complaciera. Esa fue la primera vez.
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El otoño palpitaba en el ambiente. Cada tarde veía la cafetera llena mientras pensaba en una nueva excusa para ocupar yo “solo” la sala hasta tarde, cuando mis amigos se iban a cualquier otro lugar, incluyendo a Aoi. Me sentaba en el sillón a esperar el llamado en la puerta que me indicara tu llegada para quedarte conmigo, platicando de lo que quisiéramos, dejando salir nuestros pensamientos en palabras que comprendíamos aún sin terminar alguna oración.
Algunas veces el tomaba alguna guitarra y me maravillaba con su habilidad al manejarla, mientras lo veía sonreír feliz porque yo reconociera su talento. Otras veces construíamos mundos en el aire con nuestra imaginación, solo para nosotros dos, hasta que alguno recordaba la presencia de aquel al que “realmente” pertenecía mi precioso castaño.
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El invierno se acercaba…