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Tarde de verano por Angel_Chan

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Notas del fanfic:

Serie: Saint Seiya.

Pareja: Shun-Hyoga.

Clasificación: Romance-OneShot.

Advertencia: Lemon.

Notas: Secuela de ‘Primer día de primavera’

Fecha: 23/07/2002.

Beta Reader: Pleasy Stay.

Disclaimer: Todo lo referente a Saint Seiya pertenece a Masami Kurumada y a la Toei.

Tarde de verano.

 

Simplemente no podía dejar de hacerlo, tenía la maldita costumbre de deslizar sus ojos por él, como si fueran sus manos, las que acariciaban la piel tersa; era tan… ¡Tan pervertido! Pensando de aquella forma.

Hyoga se removía molesto consigo mismo; si tan solo pudiera enfocar su atención en otra cosa. Pero era casi imposible, si solo estaban ellos en la mansión. Seiya, Ikki, él y… Shun.

Se veía tan sensual, a pesar de la inocencia aparente rodeándolo, tan atractivo con el cuerpo totalmente mojado, y voluptuoso en aquel ajustado traje de baño.

—¡Ya, enfócate en otra cosa, maldita sea! —Se quejó entre dientes, tratando de no seguir mirando el cuerpo delgado.

No podía pensar en otra cosa luego de la primavera pasada, cuando con Shun, compartieron un beso suave y apasionado, sentados en el sillón de la mansión.

—¿Hyoga?

La voz suave se coló en sus pensamientos, sobresaltándolo. Hyoga tenía los ojos cerrados de manera relajada, pero sus puños aún continuaban crispados; debido a lo enojado que estaba con la reacción de su cuerpo.

El Cisne volteo, solo para encontrar el pecho de Shun a la altura de sus ojos; un poco más arriba estaba el joven muchacho, viéndolo entre preocupado y divertido.

—¿Te duele la panza? ¡No debiste comer tanto antes de nadar! —Shun le sonrió, sentándose a su lado, al borde de la piscina.

Andrómeda tenía el cabello recogido detrás de su nuca, y la coleta de pelo goteaba sobre su espalda; había acabado de emerger de la parte más profunda de la gran piscina, y ahora buscaba el lugar en donde estaba su niisan. Lo encontró en la sombra, quizás aparentando que dormía plácidamente estirado en una de las hamacas.

—¿Qué? ¡No!… solo, estoy disfrutando del día, nada más. —Comento Hyoga, a quien quizás ya no se le notaba el profuso sonrojo, debido al resultado de los rayos del sol en su rostro.

—Sí, es un día verdaderamente hermoso. Lástima que ni Sahori, ni Shiryu se pudieran quedar este fin de semana.

—Bueno, Shiryu está en China, y Rozan es un bello lugar por lo que cuenta, además… está muy bien acompañado. —Hyoga sonrió, al pensar que Shiryu buscaba algo de intimidad con Sunrei con ese viaje. —Y Sahori… ¡Bueno, ella si está en un mala situación! —Comento entre una sonrisa ligera, no quisiera estar en la posición de Sahori en esos momentos, cubierta de papeles, ataviada en aquel Tallier, yendo de una oficina a otra… no, realmente él no quería estar en su lugar.

Le gustaba más eso… ¡El verano, y Shun!

No paso mucho tiempo para que Shun comenzara a moverse incomodo, debido a que el sol estaba bastante fuerte esa tarde, y había secado rápidamente el cuerpo húmedo del joven Andrómeda, empezando a ser una molestia a su piel clara.

—¿Acaso llevas protector, Shun?

Shun se giró en el acto, ante la pregunta de Hyoga. Movía sus pies sobre la superficie del agua, creando ondas en esta.

—Sí, llevaba… pero ya se debe haber salido con el agua. Será mejor que vuelva a ponérmelo. —Se puso de pie al acabar su frase. Sin ver que sus movimientos eran seguidos de cerca por la mirada celeste de Hyoga.

El Cisne tenía el ‘leve’ presentimiento de que aunque se quedara mirándolo descaradamente todo el día, Shun ni siquiera se daría cuenta de ello.

—¿Me ayudas, Hyoga? —Preguntó, extendiendo un tubo de crema protectora de factor realmente alto.

—Claro…

Tragando saliva, Hyoga también acabo de pie junto a él; Shun era casi tan alto como sí, pero su cuerpo era mucho más delgado, mas elástico y grácil… eso lo podía notar fácilmente al ver sus movimientos.

Mordió sus labios, ante la imposibilidad de morder sus manos, tenía las palmas llenas de esa crema aceitosa, con la cual masajeaba la espalda de Shun, bajando suavemente hasta donde empezaba su traje de baño.

Acabo de esparcirla de forma pareja, y ya que aún tenía en las manos, tomo un poco para sí mismo; su piel era más morena que la de Shun, y no sufría tanto con las exposiciones al sol, pero sentía que su cara tiraba demasiado ya. Para cuando termino de cerrar nuevamente el tubo de crema, sintió como todo lo que había hecho en pos de su futura salud se iba con un balde de agua fría.

¡Helada! Pensaría más bien Shun, quien fue el que recibió el golpe en plena espalda.

Seiya reía de la reacción de ambos, quienes habían estado demasiado tranquilos para el gusto del Pegaso; allí hablando entre ello, y ajenos a él y a su aburrimiento, como para ser condescendiente con ellos.

Hyoga gruño, con la sola idea de salir tras él, pero Shun apaciguó su deseo de matarlo, con un mano firme en su hombro.

—Déjalo, de todos modos íbamos a volver al agua, ¿no?

¡Era verdad! Aunque aún llevaba sus bermudas sobre el traje de baño, pero antes no se las había quitado, debido al súbito calor que lo había tomado por sorpresa, cuando vio a Shun en aquel traje ajustado a sus caderas. Por lo menos ahora podía llegar a hacerlo, y gracias a que Seiya lo había ayudado sin saberlo con aquel baño frio.

Sí, pensó viendo su entrepierna; se notaba pero eso era debido a que no podía evitar ‘todo’ aquello con lo que había nacido… podía decir que era normal, que se notara.

Le sonrió a Shun, sabiendo que estaba a salvo de que el joven pudiera saber de aquellos pensamientos suyos.

—¿Quieres ir a nadar?… —Apenas tuvo tiempo de acabar su frase, que Shun salió de allí a la carrera.

—¡Ikki, suéltalo! —Ordenó, verdaderamente imperioso, mientras se acercaba a donde su hermano sostenía a Seiya del cuello, varios centímetros por sobre el suelo.

El Fénix solo sonrió de manera sínica y dejo que el Santo del Pegaso cayera al piso de manera pesada.

—En verdad estás enfermo, Ikki… solo era una broma. —Se quejó Seiya, masajeando su cuello.

—Lo sé, yo también estaba bromeando. —Sentencio Ikki, ensanchando su sonrisa.

Al Fénix, apenas le goteaba el flequillo, y tenía mojado parte de su hombro izquierdo. Pues como Shun ya lo había pensado, su hermano su aparentaba estar dormido, por lo que pudo evitar casi a tiempo el ataque sorpresa de Seiya.

—Niisan… —Shun apenas lo reprendió suavemente, pero sabía que Ikki decía la verdad, solo estaba bromeando con Seiya… muy a su estilo, pero una simple broma al fin.

Ikki le sonrió antes de girarse para buscar algo con que secar su cabello entre las cosas de su Otouto.

—¿A dónde vas, Niisan? —El Fénix lo miro unos segundos antes de alzar sus hombros, luego los dejos solos.

—Que comunicativo. —Se quejo Hyoga, mientras veía a Shun hacer el mismo movimiento de hombros que su hermano mayor, antes de pasarle una toalla.

Hyoga aun estaba goteando, así que la acepto, solo para secar su cabello y su rostro, lo cual no fue una buena idea; en cuanto su cara tocó la superficie afelpada, pudo notar el grave error que había cometido.

Olía a Shun, a ese aroma a hombre que jamás había sentido hasta entonces, una mescla de su piel y una fragancia delicada. Casi le recordaba la escena vivida en la casa de Libra, con Shun completamente traspirado sobre si, casi… pues en esos momentos no sentía, eso que ahora estaba sintiendo por Andrómeda.

Ahora Shun era más que un compañero de armas, más que el pequeño del grupo, al que necesitaba cuidar… no, ahora Shun, a sus ojos, era todo un hombre; un hombre activo y deseable. ¡El hombre que él estaba deseando!

Hyoga seguía a Shun con la vista, parecía no querer volver al agua, y permanecía sentado en una de las reposeras, bajo la seguridad de la amplia sombrilla.

A lo lejos escucho a Seiya gritarles algo, aun molesto por la falta de diversión que había en el lugar; de seguro iría con Miho al orfanato, el único lugar donde podía estar a gusto.

Seguía haciendo calor y el sol no parecía querer escaparse todavía; el almuerzo habían sido unos simples emparedados y varias latas de cerveza y gaseosas heladas.

Hyoga no perdió detalle, movimiento o expresión, a la expectativa de una situación similar a la del primer día de primavera; aun no podía creer que después de tantas salidas entre ellos no hubiera pasado nada, si Shun siempre  que estaba cerca suyo emanaba esa atracción tan particular.

La temperatura seguía sin querer bajar, y Hyoga se debatía entre volver al agua y quedarse sumergido por tiempo indeterminado, o permanecer allí a la espera de una señal.

—¿Harás algo más tarde, Hyoga? —Preguntó Shun con tranquilidad, de forma suave y casual, mientras revisaba el interior del emparedado que había tomado de la charola, y se encargaba del meticuloso trabajo de apartar el pepino del mismo.

—Nada. —Se apresuro a decir Hyoga, sin dejar de ver como su compañero dejaba lo que no comía sobre una servilleta.

—¿No volverás a irte a Siberia en estos días? —Shun tenía la vista fija en sus propias manos, y se oía ausente.

—No, no he planeado nada aun, y quizás falte mucho para que vuelva a pisar mi tierra.

Shun cruzo sus piernas sobre la silla, sonreía, aunque su pensamiento fuera egoísta, le entusiasmaba mucho la idea de que Hyoga no quisiera irse.

—¿Quieres volver al agua? —Pregunto Hyoga ya impaciente.

Shun negó con cuidado, meneando sus cabellos ya secos y sueltos como de costumbre.

—No quiero seguir al sol… ¡Mejor vayamos a dentro! —Se levanto de su silla, tomando su toalla y sus ropas. Sonrió con cierta picardía al rostro del rubio, quien pronto lo alcanzo con sus propias ropas en las manos.

Ambos fueron directamente al dormitorio de Shun, porque este era el más cercano, y porque en realidad, Hyoga no quería pasar por el suyo… sin antes estar con Shun.

—¿Te molesta si me cambio aquí?

—No adelante.

Shun asintió, mientras buscaba unas bermudas de jeans en sus cajones. Hyoga se deshizo de su traje húmedo, y sin más volvió a vestir sus propias bermudas sobre su cuerpo desnudo, y aprovechando que ya estaba seca.

Ninguno de los dos eligió vestir ninguna clase de prendar sobre su torso. Shun tenía la espalda y hombros enrojecidos, y parecía molestarle siquiera el rose de su propio cabello, por lo cual volvió a recogerlo detrás de su nuca.

—Me ayudas, Hyoga… —Shun tenía en sus manos un gran pote de crema humectante, algo que aseguraba refrescar su piel enrojecida, según lo que el Cisne había leído en la etiqueta.

—Va a arder esta noche… ¿Crees poder dormir? —Preguntó en broma el rubio, mientras seguía esparciendo la crema con sus manos, con mucho cuidado.

Shun se irguió de hombros, sin prestarle atención a la broma.

—De todos modos, no tengo sueño… tal vez no duerma nada en realidad.

Andrómeda se giro, quedando de frente al rubio Cisne; una sonrisa plantada en sus labios, y sus manos bailando por el torso moreno hasta pararse en su cintura.

Hyoga también sonreía, aunque estaba molesto de que siempre fuera Shun el que comenzaba con todo; aunque eso era simplemente porque él tenía demasiado miedo de hacer algo que a Shun no le gustase. Pero estaba idiotizado con las manos que lo recorrían como i ya conocieran su cuerpo por entero.

Los labios finos vinieron sobre los otros, presionándolos de manera suave, separándose luego de tan delicado toque.

—Si no tienes planes, ¿te quedas a ver una película conmigo?

Por supuesto que Hyoga aceptaría tamaña oferta, así y ya hubiera tenido una agenda a la que cumplir.

Shun tenía una gran colección de títulos de DVDs y OVAs de Anime, pero no eran ninguno de esos los que Andrómeda tenía en mente de ver en esa ocasión.

Acomodo su cuerpo en la cama y espero a que Hyoga le hiciera compañía; el televisor era lo suficientemente grande coma para que se viera con total nitidez desde donde estaban.

La imagen se vio borrosa al principio, y pareció como si estuvieran ajustando la cámara hacia algún punto del cuarto vacio.

—Es una grabación casera… me la prestaron. —Fue todo lo que explico antes de que se diera inicio la acción.

Esa era una verdadera película erótica, y ninguno de los dos respiraba… quizás Hyoga solamente se dedicaba a contener el aliento, cuando los protagonistas de la película se dedicaban a cambiar de posiciones en la pantalla. Estaba excitado, no solo por lo que veían sus ojos --sexo anal y del bueno--, sino por la falta de escrúpulos por parte de Shun. ¡Ponerlo a ver esas cosas! ¿Acaso no sabía lo que podía llegara a ocurrir?

¡Por supuesto que Shun lo sabia! Y tal vez fuera lo que más había ansiado en todo ese tiempo.

Paso una de sus piernas por sobre las de Hyoga, sentándose a horcajadas sobre su regazo.

—Lo siento… —Murmuro a su oído al inclinarse hacia él. —Pero si no hacia algo verdaderamente osado, tal vez seguirías sin darte cuenta. —Shun sonrió, y Hyoga sintió sus mejillas arder.

Debió haber seguido su instinto, el que le decía que debía actuar, pues Shun siempre había estado allí, esperándolo.

Sostuvo la cintura de Andrómeda, el cual tapaba por completo la pantalla del televisor, así que de la película solo escuchaban los gemidos a bajo volumen.

Las luces estaban encendidas, y las ventanas totalmente abiertas, quizás por eso el Cisne parecía sudar más de la cuenta, y las miraba de reojo de forma insistente; era el temor ante la idea de que fueran descubiertos o interrumpidos. Aunque no había nadie más que ellos en la mansión, hubiese preferido que esa escena se desarrollara de noche, y en otro lugar.

Hyoga parecía ser un caso perdido, pero mientras él perdía su tiempo pensando en cosas sin sentido, Shun ya había encontrado una forma rápida de introducir su mano en las bermudas del Cisne, atrapando entre sus finos dedos la hombría semi rígida.

El rubio jadeo al contacto, elevando sus caderas como un acto reflejo. Eso basto para que todo dentro de él despertara.

—¿Realmente quieres esto? —Pregunto al tiempo que Shun ponía los ojos en blanco.

¿Qué clase de pregunta era esa? Si prácticamente había saltado sobre él con muy claras intenciones de lo que estaba queriendo. ¿Qué mas estaba necesitando Hyoga para darse cuenta?

Shun solo asintió, echándose hacia atrás sobre la cama, mientras abría con arte su pantalón y revelaba los primeros y gloriosos bellos púbicos, ante la mirada celeste y terriblemente concentrada.

Hyoga ya había aceptado que Shun ya era todo un hombre, y ese reconocimiento no era para nada algo malo. Que ambos tuvieran el mismo cuerpo masculino no lo detenía… simplemente deseaba aquello.

Con un poco de torpeza y brusquedad, Hyoga se recostó sobre Shun, entre sus piernas abiertas.

—Hyoga. —Fue el simple jadeo que Shun emitió, al verse atrapado entre las fuertes sensaciones de su primera vez.

No fue sencillo, atravesar el dolor punzante, sin una preparación adecuada, pero a Shun no pareció importarle demasiado eso, mientras Hyoga estuviera allí para él. Había esperado mucho tiempo para que el Cisne diese ese primer paso, pues a él le había tocado ser el osado la vez anterior, pero el rubio parecía no encontrar nunca su valor y jamás se atrevió a proponerle nada después de las largas citas. Por lo cual, Shun opto por cambiar de estrategia, lo cual tampoco dio mucho resultado, y hasta casi logra que Hyoga regresara a Siberia pensando que las cosas entre ellos estaban muy mal.

—Hyoga… —Volvió a gemir, sintiendo la boca del rubio sobre su cuello, mientras su cuerpo seguía removiéndose con rudeza.

Y junto a los gemidos y resoplidos de ambos, el televisor emitía los suyos con diferentes grados de intensidad, hasta que solo los suyos se oyeron en la habitación.

Hyoga sintió como todo su cuerpo se relajaba ante las ultima envestida, al igual que podía sentir el cuerpo debajo suyo en igualdad de condiciones. Rodo hasta caer en la cama, junto a Shun; agitado, cansado y sonriente… Andrómeda por su parte, sentía que no podía estar más alegre, tal vez un poco más dolorido que el Cisne, pero con la misma sonrisa en sus labios.

Shun se dio vuelta sobre las abanas revueltas por el movimiento, y Hyoga creyó reconocer a alguien es aquella ‘película’, antes de que Shun apagara el reproductor.

—¿Estás bien?

—Sí, solo me arde la espalda. Creo que tendré que dormir boca abajo… —Comento Shun, y en el acto se echó a reír. —¡Por varias razones!

Hyoga apenas se sonrió, no porque no le hubiese parecido gracioso, sino porque no podía dejar de ver el perfil de Shun, acostado sobre la cama.

¿Sería que había algo que pudieran compartir además de la luchas?

 

Fin.

Notas finales:

Notas Finales: Uia, sé lo que están pensando… ¿Termina así? Parece que si, por lo menos así lo tengo en el manuscrito. No sé qué paso, pero aun falta una secuela… ‘Natsu no owari’


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