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Broken Toy | Shizuo x Izaya | {Descontinuado} por Psyche-kun

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Notas del fanfic:

Durarara!! (デュラララ!! Dyurarara!!) es una serie de novelas ligeras escritas por Ryohgo Narita, con ilustraciones de Suzuhito Yasuda, adaptado al manga por Akiyo Satorigi. 

Este fanfic sólo hace uso de sus personajes, ninguno de ellos me pertenece. 

Notas del capitulo:

¡Mi primer fanfic *^*! Pues, espero que disfruten de esta primera parte y sepan mas o menos como narro.

Es sobre mi pareja preferida del mundo yaoi, Izaya Orihara x Shizuo Heiwajima del animé/manga Durarara!!

Ojalá les guste ^^

>> ¿Por qué duele? No recuerdo el haberme golpeado últimamente, pero aún así siento una inquietante punzada en mi pecho. Me pregunto si fui atravesado por alguna estaca al verlos juntos, ya que siento claramente como un agujero se está formado justo en mi corazón, que extrañamente se abre al verlos estrechándose de aquella manera. Él no es afectuoso, así que no lo entiendo.

 

Yo… Yo no siento nada por él, absolutamente nada, él es sólo un juguete, nada más. Será que este dolor se deriva… ¿A la pérdida de tan importante juguete?

…¿Qué les da la autoridad de quitarme lo mío…?

 

Aunque tal vez no me lo quitaron.

 

Si mal no recuerdo, él se fue con esa puta por su propia cuenta, ¿No?

…Oh, que atrevido….

………………………………..

Tendrá que pagar las consecuencias, 

………………Y perder aquello que tanto le importa.<<

 

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Tras ponerse su típico chaleco negro, el azabache salió a dar un paseo. La rústica ciudad siempre le había agradado, aunque debía de admitir que lo que más le entretenía era la gente del lugar. Si bien sus sádicos deseos lo impulsaban a generar un “poquitín” de sufrimiento en ellos, generalmente la ciudad de Ikebukuro era bastante pacífica, sin mucho disturbio, claro, eso luego de que las bandas caóticas se tranquilizaran. 

Los cuadrados azules habían perdido la guerra, mientras que los pañuelos amarillos por alguna razón no estaban en movimiento, al parecer se encontraban en una etapa de reconstrucción luego de la batalla.

Aunque muchos dicen que aquel enfrentamiento fue el más duro de todos, nadie sabe que fue exactamente lo que ocurrió durante la última batalla. Bueno, nadie aparte de los involucrados y claro, el bien informado pelinegro.

 

Aunque, había una pequeña cosa más. Una cosilla que podría considerarse el juguete preferido del azabache, un pequeño detalle que Izaya jamás ha podido domar y que bien… Siempre ocasionaba problemas.

 

Y para su suerte, aquel juguete se acercaba rápidamente hacia él.

 

Luego de dar una vuelta por el parque, el pelinegro decidió comer un poco de Sushi donde Simon, el gran ruso que siempre lo invitaba a comer un roll cuando se encontraban en la calle.  

El informante caminó con aire tranquilo por las calles, percibiendo a la perfección como se le dedicaba más de una mirada repleta de odio, procedentes de personas que él conocía; viejos clientes que no quedaron a gusto con información que se encontraba bajo su poder, pero bueno, aquello era pasado, y el pasado le aburría bastante.

 

Para su desgracia, antes de que pudiese dar el primer paso dentro del restaurante, un poste de luz se plantó con fuerza justo frente a sus pies, rompiendo con facilidad el cemento de las escaleras.

 

Sonriente, el oji-carmín volteó su mirada hacia el núcleo de donde salió el poste, divisando con nitidez la cabellera absurdamente rubia del hombre más fuerte de la ciudad. El rostro del contrario se notaba algo agitada y sudorosa, como si hubiese corrido todo el camino.

- ¿Shizu-chan? – preguntó el azabache mientras surcaba una sonrisa traviesa en su rostro. – Como siempre, no tienes nada de delicadeza al saludar. – espetó con sarcasmo, mientras se acercaba con sutileza hacia el mayor, temiendo que en cualquier momento la bestia se le pudiese abalanzar.

 

Desde aquella distancia, el pelinegro pudo escuchar a la perfección el furioso gruñido procedente de la garganta del rubio. Este llevaba su prenda usual, aquel ridículo traje de camarero que le había regalado su hermano menor hace no más de cinco meses. Su postura, también usual en él, consistía en una pequeña curvatura hacia adelante con las manos escondidas dentro de los bolsillos del pantalón.

 

- Izaya…. – comenzó el rubio mientras tomaba con fuerza un poste de ceda el paso, hasta sacarlo de su lugar - ¡¿Cuándo entenderás que nadie te quiere en esta ciudad?! – exclamó furioso mientras comenzaba la persecución.

 

El joven, tranquilo como de costumbre, sacó un pequeño pañuelo de su bolsillo y lo extendió, imitando el acto de un torero, cosa que enfureció más al rubio.

 

Con la fuerza de un mastodonte, el camarero rozó la punta del poste con el cemento de la calle mientras corría, provocando una serie de chispas increíblemente peligrosas.

Todos los ciudadanos que caminaban por la calle tomaron precaución del asunto y se hicieron a un lado del camino de la bestia, después de todo, cruzársele llevaba a una muerte segura.

 

Cuando el camarero se encontraba a unos cuantos metros de distancia del azabache, este se hizo a un lado con facilidad, levantando triunfante su pañuelo mientras esquivaba el poste cual rozó sus cabellos.

- ¡Olé! – canturreó alegre mientras aplaudía infantilmente por su triunfo, retrocediendo unas cuantas zancadas, ya que sabía lo que aquel acto podría llegar a desencadenar.

 

Y no se equivocó.

 

El rubio, apretó los dientes con fuerza, intentando de contener inútilmente su furia. El ceño fruncido resaltaba en su pálido rostro, al igual que aquellos descontrolados ojos cuyas pupilas dilatadas atemorizaban a todo aquel que se encontraba en su camino, claro, a todos menos al informante.

 

De repente, justo antes de que el rubio pudiese dar el primer paso hacia el azabache, el estrepitoso tono de algún celular invadió el ambiente.

El camarero detuvo sus actos y tomó unas cuantas bocanadas de aire antes de sacar su teléfono.

- ¿Sí? – preguntó con absurda suavidad a través del teléfono.

 

Por unos segundos todos guardaron silencio, inclusive Izaya, que parecía algo pasmado, después de todo, luego de tantas peleas, ¿Cuándo su querido Shizu-chan se había contenido por una simple llamada? No lo entendía, o más bien, no le calzaba.

- Oh, está bien, enseguida voy para allá. – Finalizó el rubio mientras cortaba la llamada y guardaba el móvil en su bolsillo del pantalón derecho.

 

El pelinegro, que parecía estar en shock, levantó la comisura de sus labios en una sonrisa pícara, ocultando lo desconcertado que se había encontrado desde el momento en el que el rubio había contestado su celular. 

- Oh, ¿Quién era Shizu-chan? – preguntó mientras sacaba una de sus dagas y apuntaba al rubio con ella, en un intento de provocarlo un poco más- ¿Tú novia? No me puedo imaginar al hombre más fuerte de Ikebukuro en una cita. ¿Es alta? o... ¿Monstruosa al igual que tú? – insistió sonriente.

 

Por el otro lado, el camarero enarcó una ceja y ajustó sus lentes, mientras respondía con una tranquilidad fuera de lo normal en él.

- No es de tu incumbencia piojo, de todos modos, me tengo que ir.

 

Y sin más, se volteó y siguió caminando tranquilamente por la calle, como si nada hubiese pasado.

Los que hasta ese momento observaron la lucha, intentaron seguir el ejemplo del camarero, continuando con sus rutinas.

 

Izaya era el único confundido. Sin moverse de su lugar, bajó la mano que amenazaba con la daga, mirando absorto hacia dirección en la que se había marchado el rubio. No entendía que pasaba por la mente de Shizuo, y lo que más le extrañaba era el hecho que este no había negado la teoría del azabache.  

¿Realmente poseía una novia y por eso estaba tan tranquilo?

- Imposible… - musitó el pelinegro con una sonrisa traviesa pintada en su rostro, tan seguro de sí mismo…

 

…Aunque la mano que poseía la daga temblaba descontroladamente...

 

Tras almorzar, el azabache tuvo que hacerse cargo de unos clientes problemáticos, lo cual le tomó bastante tiempo puesto que ellos no tenían la intención de dejarlo ir con todo lo que sabía.

Izaya se las arregló fácilmente con los guardaespaldas, aunque no se esperaba que los clientes utilizarían armas de fuego, haciendo que su brazo izquierdo sufriera las consecuencias.

 

Para cuando terminó, el astro rey había abandonado el cielo, dejando atrás una inmensa oscuridad, acobijando al pelinegro. Desde pequeño que le había gustado recorrer las calles de noche, aunque esta vez no se sentía tan seguro como de costumbre, y no lograba entender la razón de aquello.

 

La pérdida de sangre le había comenzado a afectar, le zumbaban los oídos y la vista se le nublaba, no podía asegurar cuánto tiempo le quedaba antes de perder la consciencia. Caminó a paso lento mientras daba vueltas por algunos callejones, por primera vez en su vida se encontraba perdido en aquel nudo de calles... y cuando por fin encontró su camino... Se detuvo en seco. 

 

Al dar la vuelta por un callejón algo estrecho, por fin había logrado dar la avenida principal que se dirigía hasta su casa, aunque también se encontró con algo que hubiese preferido evitar... Un pequeño inconveniente que paralizó su corazón. 

 

Su pequeño juguete estaba fuertemente estrechado contra una mujer morena, cuyos rubios cabellos se mezclaban con los del camarero. Sus cuerpos encajaban a la perfección, como si hubiesen nacido el uno para el otro, además, la iluminación del lugar los hacía ver como actores, relucientes bajo las anaranjadas luces de los postes de luz. Lo único que no calzaba era el lugar en el que se encontraban. Estaban frente al único hospital de la ciudad, dándole cierto aire de "tristeza y consuelo" a la situación... Una descaración imperdonable.  

 

Jadeante, el pelinegro se pegó contra la pared del callejón,  tomándose con fuerza el brazo herido, haciendo que este sangrase más. 

¿Qué estaba haciendo su pequeño juguete con aquella mujer? Fue la primera pregunta que brotó en su mente.

No podía ser amor, era imposible, aunque el pelinegro debía de admitir que ninguno de los dos mostraba señales de querer disolver el abrazo. 

El azabache se mordió el labio inferior con fuerza, sintiendo como el sabor de su propia sangre invadía su boca, mientras reflexionaba irritado..., Si Shizu-chan no podía ser suyo… Si no podía monopolizarlo... Entonces no iba a ser de nadie más... Después de todo, ambos coexistían de forma recíproca... Alimentándose del dolor del otro. 

 

¡Eso es! Él iba a imponerle un castigo a esa puta por abrazar tan abiertamente a su juguete. Era su deber. 

 

Y si bien ella terminaba muerta… No era asunto suyo, aunque esta vez no se permitiría quedarse como un simple expectador. 

 

Una sonrisa llena de malicia se pintó en sus labios, aunque por alguna razón, no podía dejar de temblar. 

Notas finales:

No me gustó mucho como me quedó pero bueh...

De todos modos nos espera una larga jornada sádica y lemmon de nuestro pequeño azabache(?)

Espero con ansias sus críticas en los reviews, y si desean, ideas para los próximos capítulos ^^

Arigatou por leer.


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