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Broken Toy | Shizuo x Izaya | {Descontinuado} por Psyche-kun

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Shizuo despertó helado. Nunca en su vida había sentido un frío así de desgarrador. Su torso, piernas y brazos estaban helados e inutilizables. Además, se encontraba cansado, muy cansado. Como si se le hubiesen abalanzado cinco grupos de delincuentes a la vez luego de que hubiese enfrentado a veinte deudores problemáticos de manera consecutiva.

Su cuerpo se encontraba húmedo, y el frío ya le estaba asustando, desde luego porque él nunca perteneció al grupo friolento, si no que todo lo opuesto.

Se incorporó lentamente en su cama, parpadeando un par de veces para acostumbrarse a la pálida luz solar que se colaba por las persianas de su habitación. Realmente se sentía hecho pedazos.

Dio un largo bostezo para luego ponerse de pie, dispuesto a darse una ducha caliente. Pero, antes de que si quiera tuviese la oportunidad de salir del cuarto, se dio cuenta de algo… Inusual. El falso rubio se rascó el cuello, confundido. Estaba mojado. No húmedo de sudor, si no quetotalmente empapado, como si le hubiesen echado un balde de agua sobre el cuerpo. Su pecho estaba goteando agua gélida, y el piso de su cuarto también estaba húmedo.

– ¿Qué mierda? –Susurró, claramente sorprendido.

Decidió seguir el camino de humedad, para encontrarle un fin en la ventana situada en el salón principal.

¿Acaso alguien había intentado de robarle luego de una torrencial de lluvia o algo así?

Fijó su mirada hacia el exterior, contemplado una fina línea de agua que cubría toda la calle. Al vivir en el segundo piso, no era muy difícil de visualizar.

¿Había estado lloviendo toda la noche? No lo recordaba.

Bueno, quién quiera que sea el responsable de esto, estuvo muy equivocado si creería que podía robarle a Heiwajima Shizuo. Podría casi considerarse un suicidio.

Bueno, tal vez por eso mismo estaba todo intacto.

El de ojos color moca giró su mirada alrededor del departamento, dándose cuenta de que la verdad no le faltaba nada. Todo estaba como lo dejó anoche.

Y eso le confundía aún más.

De repente, sintió un dolor punzante en su parte inferior. Un dolor que se volvería desgarrador si no lo trataba pronto.

Bajó la mirada, centrando sus ojos en un bochornoso y abultado lugar.

"Imposible…"

Pero vaya que era posible. Heiwajima Shizuo, el hombre más fuerte de la ciudad, estaba excitado, y por lo visto llevaba así bastante tiempo.

– ¿Cuándo? –fue lo único que atinó a preguntar antes de desaparecer tras la puerta del baño con una revista playboy en mano.

Lo que el rubio no sabía, era que la noche anterior un pequeño intruso había ingresado en su departamento sin previo aviso y prácticamente se le había abalanzado encima, despertando a su "gran amigo" con incesantes frotes.

Orihara Izaya respiraba entrecortadamente mientras enterraba y desenterraba una aguja en la abusada piel de su brazo izquierdo. Él no se consideraba médico ni nada por el estilo, pero sabía que aquellos improvisados puntos le ayudarían a soportar por lo menos una semana más. Quizás se abrirían pronto si llegaba a descuidarse, pero no estaba para darse el lujo de retrasos médicos.

Se negaba a visitar a un doctor de verdad, porque si lo hacía ellos lo encontrarían y volverían a cazarlo. Exacto, por increíble que sonase, Izaya estaba siendo perseguido por el grupo que le había disparado el otro día, y por nada del mundo se expondría, menos aún en un hospital. Además, estaba corto de tiempo.

Tampoco podía visitar a su antiguo amigo Shinra, ya que sabía a la perfección las preguntas que se le vendrían encima por parte del castaño. Y no estaba dispuesto a entregar su tiempo a ello, menos aún si Celty se encontraba con él.

Por otro lado, aunque odiase admitirlo, aquel dolor físico le hacía sentir bien. Realmente bien a decir verdad. De alguna retorcida manera le convencía de que realmente era su brazo lo que le dolía, y no el hueco que se estaba agrandando en su pecho.

La noche anterior, el había ido a visitar a Heiwajima Shizuo, vale, lo aceptaba. Pero su herida se había interpuesto de la misma manera en la que aquella rubia lo había hecho durante la noche anterior a esa, y tuvo que marcharse, pidiéndole a unos compañeros de confianza –o más bien de aquellos que están condenados a mantenerse atados bajo las irrompibles cuerdas del informante de por vida– que limpiasen el desastre que él había dejado, inyectándole un tranquilizante al monstruo para que no se despertase con nada.

Lo último que quería Izaya era que el bruto se enterase de su "pequeña colada" durante la noche anterior. No estaba dispuesto a que el falso rubio lo persiguiera ahora que estaba a mitad de su plan. Un plan en el que no podía fallar.

Luego de una buena lavada, se puso su usual abrigo negro, tomó un papel que estaba sobre su escritorio y se lo guardó en el bolsillo trasero del pantalón, para luego disponerse a salir de su departamento, pero, justo antes de que siquiera pudiese tocar el picaporte de la puerta, alguien la golpeó con fuerza desde el otro lado, y la voz de su buen amigo Shinra resonó estridentemente por el pasillo.

– ¡Izaya! ¡Muéstrate! ¡Izaya! ¡Estás gravemente herido, sal ahora mismo! Celty, Celty, ven… ¡Izaya!

Supo inmediatamente lo que aquel llamado significaba, así que rápidamente y sin gastar ningún segundo, el azabache se escurrió por su apartamento hasta la ventana que se encontraba ampliamente abierta en el comedor, y, por tonto que sonase, lo primero que hizo fue voltear su mirada torpemente hacia abajo. Cosa realmente estúpida.

Todo se veía minúsculo desde aquel ángulo, sus queridos humanos se veían como hormigas si no utilizaba los binoculares y aquello no le alentaba para nada a realizar a lo que acababa de plantearse. No es como si tuviera miedo a salir herido –de hecho le gustaba–, pero por nada del mundo podía arriesgarse a quedar inconsciente, o peor aún, al borde de la muerte.

Pero bueno, cuando escuchó como su puerta estaba siendo destruida en cientos de pedazos producto de la guadaña perteneciente a motociclista sin cabeza, sus instintos actuaron por él y saltó.

Saltó siete pisos para abajo.

Siete pisos para abajo de pura adrenalina y éxtasis, aunque no temor. El temor había sido erradicado.

Para su suerte, antes de que pudiese impactar con el suelo se había agarrado del palo para el desagüe que estaba firmemente incrustado en una de las orillas del edificio, lo cual disminuyó la fuerza de la caída, aunque el dolor que se apoderó de sus piernas al toparse con el cemento fue inminente, paralizándolo unos largos y agobiantes segundos. Para su suerte, luego de tantas peleas con la bestia de Ikebukuro, logró componerse más rápido de lo que pensaba para luego escabullirse por los callejones, de pasada revisando si el papel que se había guardado hace poco seguía en su lugar.

Efectivamente, el pequeño papelito seguía intacto, y aquello le sacó una brillante sonrisa al de ojos rojos.

Hoy mismo acabaría con sus problemas, y aquello, sería indispensable.

Se abrió paso por la ciudad, caminando con cuidado, desplazándose por los techos de los edificios para no exponerse más de lo necesario.

Tenía que tener cuidado; no lo podían atrapar ahora. Ni ahora ni nunca.

Se encaminó con mucha precaución hacia la dirección que tenía escrito en el papelito, sacando de los bolsillos de su abrigo un paño y un tubito pequeño que contenía un líquido transparente.

Se detuvo frente a una casa grisácea de una planta, que parecía medir el doble que el departamento de Shizu-chan. Así que era ricachona, eh…

– Número quinientos cincuenta casa C, huh… –comentó con un tono seco, carente del sarcasmo que suele utilizar–. Espero que esté presente para una agradable visita.

Tocó el timbre una vez, cuatro veces, seis veces… Antes de que una voz claramente irritada contestara el timbre por el otro lado.

– ¡Son las nueve de la mañana! ¿¡Quién es y qué quiere?! –La forma tajante en la que se había comunicado la chica fue más que suficiente para hacer reír a Izaya.

– ¿Es usted Clarissa Gray? –Preguntó sin más, arrugando el papelito y lanzándolo diestramente hacia un basurero.

– ¿Qué le importa a usted? –Exigió saber, dando a entender a Izaya que estaba en lo correcto–. ¿Quién es?

– Soy un amigo de Heiwajima Shizuo –le informó, colocando el líquido transparente que estaba en el tubito sobre el pañuelo, para luego esconder ambas cosas dentro de sus bolsillos–. Y necesito hablar algo muy importante sobre él.

El tono de la muchacha repentinamente se ablandó.

– ¿Shizuo-kun? ¿Algo ocurrió con él? –Preguntó claramente preocupada.

Su tono repugnó al azabache. Todo su ser se contrajo de asco. Asco y odio. Un profundo odio hacia la mujer. ¿Quién era ella para preocuparse de alguien como SU Shizu-chan? Él era indestructible, nada podía derribarlo, ¿Cómo podía siquiera pensar en algo así?.

– Lo lamento Clarissa-san –le dijo con una inocencia actuada–. Shizuo-kun me pidió que se lo dijera en persona. ¿Le importaría dejarme pasar unos minutos para explicarle?

– Sí sí, enseguida –contestó alterada, cortando la comunicación.

Al parecer, estaba tan inquieta que no notó la sobreactuación que se escondía en la voz de Izaya. Los macabros planes tras su inocencia.

La puerta de la entrada se abrió de forma apresurada, y la misma rubia de rizos perfectos de la última vez apareció tras las sombras. Cara pequeña, nariz respingada, labios carnosos, pequeña estatura, tez morena y unos grandes orbes oscuros y penetrantes. La belleza de Clarissa Gray era todo un prodigio. Pero, en vez de encantar, aquella abrumadora belleza asqueaba a Izaya, y aumentaba su odio considerablemente.

– Pasa pasa –lo invitó, abriéndole camino hacia dentro de la casa–. ¿Cuál es tu nombre?

La chica llevaba puesta una simple camisola color pastel y unos pantaloncillos cortos color blanco.

El informante posó su oscura mirada sobre la rubia, mandándole unos escalofríos que decidió pasar por alto, por un momento la chiquilla pensó que Izaya era temible. No no. Era imposible que un chico tan inocente como él tuviese algún tipo de problema, "debo estar imaginándome cosas, es sólo un amigo de Shizuo-kun", pensó para sí.

– Shinra – le respondió, adentrándose a la casa a un paso tranquilo.

El lugar tenía un decorado moderno, alfombras y sillones de piel blanca, con detalles rojos por aquí y por allá. Incluso habían algunos tradicionales decorados japoneses en algunos sectores, pero nada del otro mundo. Lo único que le llamó la atención al pequeño azabache, fue el tamaño del lugar, que era muy grande para que una sola persona viviera en él, y la chica no tenía ninguna clase de expediente de haberse casado.

Clarissa Gray –por lo que había investigado Izaya– era una psicóloga que estaba atendiendo a Shizuo en su consultorio desde hace tres meses, y que había mostrado gran cercanía con su mascota desde que se conocieron.

Sucio animal.

La chica llevaba once años en el negocio de la psicología, se había licenciado a los veintiuno y ahora tenía unos treinta y dos años, aunque –debía de admitirlo– seguía manteniendo el aire juvenil de los dieciocho.

Y aquello le cabreaba a Izaya.

La chica lo guió por el pasillo, mientras le hablaba energéticamente sobre el parecido de sus profesiones y cosas de poca importancia para el informante.

– Shizuo-kun me ha hablado de ti. ¿Así que eres un médico? ¡Vaya carrera! Es un honor pertenecer al área médica junto a ti. Shizuo-kun me dijo que le has salvado el pellejo más de las veces que puede contar. Además, Shizuo-kun––.

Shizuo-kun Shizuo-kun Shizuo-kun Shizuo-kun. ¿Es que esa mujer no tenía nada más que decir?

Oh bueno, da igual. De todos modos, Izaya se encargaría de silenciarla pronto.

– Siéntete libre de tomar asiento Shinra-san, prepararé un poco de té mientras me cuentas lo que sucedió, ¿Sí? –propuso, pintando una encantadora sonrisa en su rostro.

– Claro –aceptó, devolviéndole la sonrisa con mucha naturalidad mientras se sentaba en uno de los sillones de piel. Pff, que complicado es contener mi sarcasmo con esta mujer, pensó para sí.

A penas vio como la otra le daba la espalda para dirigirse a la cocina, Izaya se puso de pie, su mirada ensombreció y sus ojos se tornaron de un carmesí oscuro… como la sangre.

– ¿Y qué fue lo que ocurrió? –preguntó la rubia mientras se movía de un lado a otro en el pequeño espacio de la cocina que se encontraba pegada a la sala.

– Oh, sabrás, Shizuo-kun está siendo acosado desde hace un tiempo. Digamos que… Desde unos tres meses atrás –dijo, acercándose a un paso flemático hacia la chica que seguía dándole la espalda. Lentamente sacó el pañuelo que se escondía en su bolsillo y le untó un poco más del líquido del pequeño embase transparente, desplegando un potente olor que la chica pareció ignorar.

– ¡¿Acosado?! –Se exaltó, pegando la mirada al suelo, aún sin girarse–. Nunca había escuchado algo así…

– ¿Verdad? Digamos que, lo está acosando una puta –continuó, achicando cada vez más la corta distancia que los separaba.

La chica, aún cabizbaja, frunció el ceño y se quedó pensando unos segundos.

– ¿Cómo supieron eso? ¿Shizuo-kun la investigó? –Preguntó con cautela.

– ¡Claro que no! ¡Shizu-chan no sabe nada! –Rió histérico, sobresaltando a la muchacha–. ¡Lo sé porque la tengo enfrente de mí!

– ¿De qué habl–– –Clarissa de giró, pero ya era demasiado tarde.

Antes de que pudiese captar cualquier cosa, había sido empotrada contra la pared de mármol, y Izaya la miraba con ojos desafiantes mientras le aplastaba la boca fuertemente con el pañuelo. Un potente olor invadió sus fosas nasales y ni siquiera tuvo la oportunidad de oponer resistencia antes de caer desmayada en los brazos del informante.

– Duerme feliz puta –le susurró, sonriendo de manera socarrona mientras le acariciaba lentamente los cabellos–. Porque me aseguraré de que no despiertes jamás.

 

 

Notas finales:

Shin: ¡Hola chicos! ¿Qué les pareció el capítulo? La verdad, odiooo como escribo, en especial este fic, pero siento que voy bien con la historia. ¿Les gusta?

NO ESTUVO BIEN CORREGIDO, PUESTO QUE -para los que leen mi otro fic "broken deadman" (fanfiction)- ahí se explica que tuve 10 minutos para subirlo y esto es lo que tuve para darles un adelanto :) Quizás encuentren uno que otro error.

Sé que muchos esperaban con ansias el encuentro de IzaIza y ShizuShizu en la mañana luego del beso, pero no puedo meter a IzaIza en problemas… AÚN –risillas–. Oh cálmense cachorritos –les hace cariño– ya vendrá el lemmon salvaje, sean pacientes.

PD. Shizu-chan está húmedo porque los pobres desgraciados que vinieron a limpiar el desastre tuvieron que emplear mucha agua y un lindo cambio de ropaje~

PD2. ¿Les gusta mi nuevo método de escritura? ¿Es muy tedioso? ¿Prefieren el anterior?

ASODXJAOISX NECESITO OPINIONES O NO PODRÉ CONTINUAR(?)


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