Feliz cumpleaños
Ese día Portgas D. Ace tuvo que hacer un esfuerzo monstruoso para despertarse antes de que amaneciera. Habría sido muy fácil quedarse allí tumbado, con la cabeza apoyada sobre el pecho de Marco y los brazos del mayor rodeándole la cintura.
Pero Ace tenía muchas cosas que preparar.
Apartó los brazos de Marco con cuidado para no despertarlo y salió de puntillas de la habitación. El primer sitio al que se dirigió fue a la cocina, donde cogió dos de las cajas de madera que utilizaban para hacer la compra en las islas y las llenó de comida que no era necesario cocinar y bebida. Después escribió una nota a los miembros de la tripulación diciéndoles que le había entrado hambre, sabiendo que nadie en aquel barco dudaría de que él podía comerse esa cantidad de comida en una sentada.
Cogió las provisiones y salió de allí, dirigiéndose a uno de los almacenes prácticamente abandonados del barco, donde había guardado sus compras de la última visita a una isla. En aquella isla no había encontrado ninguna tienda especializada en lo que buscaba, por lo que había tenido que improvisar. Ace todavía se reía al pensar en las caras de algunos dependientes cuando les había descrito lo que necesitaba.
El comandante de la segunda división se sentó en el suelo y comenzó a comerse con relativa calma el contenido de una de las dos cajas de madera.
Ahora era cuestión de esperar.
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Cuando Marco se despertó y se encontró solo en la cama no le sorprendió demasiado. Era cierto que Ace solía dormir más que él, pero tampoco eran raros los días en que el estómago del chico decidía ser más activo de lo normal y hacía que se levantase antes para ir a devorar todo lo que encontrara. Como en esos días Ace solía irse a echar una siesta por cubierta al terminar de comer, a Marco tampoco le extrañó no encontrarlo en el comedor.
Fue cuando no encontró al chico dormido en ninguna parte de la cubierta cuando se preocupó.
Le costó más tiempo del normal descartar los mástiles y las cocinas como posibles sitios donde encontrar a Ace, ya que ese día cada miembro de la tripulación que se encontraba lo paraba para hablarle, pero finalmente decidió que Ace debía haber decidido volver al camarote después de no encontrar ningún sitio que le gustase del todo para dormir.
No sería la primera vez.
Marco abrió la puerta del camarote que compartían y sintió cómo toda la sangre se le concentraba en un mismo sitio ante la escena que se encontró dentro: Ace estaba tumbado en la cama, desnudo salvo por un collar de cuero alrededor del cuello, en el suelo había una caja de madera llena de comida y de botellas y sobre la mesita de noche una caja de cartón repleta de objetos de la que colgaban unas esposas de kairoseki.
Ace se levantó y Marco pudo ver la plaquita metálica que colgaba del collar, en la que se podían leer dos palabras grabadas: Feliz Cumpleaños.
-¿Cierras la puerta?- Preguntó Ace, y Marco obedeció sin apenas darse cuenta, demasiado ocupado pensando en todas las posibilidades que había con esa caja y el más que dispuesto chico moreno que se acercaba a él.
Fin