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I'll hold you like diamonds, treat you like a star. por hexotic

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Notas del fanfic:

Personajes:

Wu Fan (EXO)

Oh Sehun (EXO)

Mencion de otros artistas kpop.

 

Incesto. La clasificación del fanfic cambiará con los siguientes capítulos (donde habrá lemon, of course)~

 

 

 —¿Qué es exactamente su negocio, padre? —Sehun preguntó, justo cuando la aeromoza le preguntaba al señor que deseaba de tomar.  — ¿Papá? ¿Me escuchaste? – Dijo un poco más inquieto, el silencio le ponía de malas y más si le ignoraban.

—Te he dicho que hables con respeto, Sehun, además padre está demasiado cansado y esos asuntos no te incumben. — Habló el hermano mayor de Sehun, Yi Fan. Su tono de voz estaba entre el fastidio y cansancio. Le había repetido aquello montones de veces al menor y seguía sin entender.

—Pero… Fan… ¿Por qué nos tenemos que mudar de nuevo? A  penas estaba acostumbrándome al francés… sé ingles, pero del otro no entiendo nada —hizo una pausa, volteando a ver a su hermano —es muy cansado aprender idiomas solo porque cambias de país ¿no pueden dejar el mismo idioma en todos lados? – Dijo en voz baja Sehun, temiendo que su padre les castigara por hablar alto.

—Así la vida sería aburrida y en Francia hablan francés, no puedes cambiar eso.– —murmuró Yi Fan mientras veía a través de la ventana. —Además,  si quieres ser parte de los negocios de padre, debes aprender por lo menos 4 idiomas.

— ¿Y cómo voy a hacer eso, Yi Fan? No soy un genio como tú. — Le replicó Sehun haciendo un leve puchero, cruzando sus pequeños brazos y, en el descuido, dejo caer por lo menos varios de los cacahuates que la aeromoza le había dado sin que Yi Fan se diese cuenta.

—No me llames genio, solo tengo 12 y por lo estricto que es padre, he aprendido 3 idiomas, pero eso no es nada, padre puede hablar más que todos esos tipos presumidos de la embajada. —Contestó su hermano, no le gustaba alardear sobre su padre pero le daba un orgullo enorme y no podía parar.

—Oh… entonces trabaja en la Embajada — Contestó el pequeño, sintió como si por fin le revelaran el secreto del universo, su padre seguía siendo alguien misterioso para él, incluso si vivían en la misma casa.

—Claro que no— Le dijo Yi Fan en tono molesto. —Padre no trabajaría con esos tipos, el tiene un mejor negocio, por eso es que vamos a Francia.

—¿Y en dónde viviremos? Los hoteles no me gustan, las señoritas del aseo se molestan si faltan jabones. —Comentó Sehun, abriendo más la bolsa de cacahuates para poder tomar los restantes— ¡Rayos! Hermano ayúdame a recogerlos —Sehun dijo en voz baja, temiendo despertar a su padre que dormía plácidamente al lado de ellos. El pequeño se inclinó más en su asiento, casi cayéndose debido a su corta estatura, tratando de alcanzar las pequeñas bolitas de crujiente placer que tanto le gustaban.

—Déjalas ahí, están sucias y no es bueno que comas eso. Vamos, no llores, te compraré algo al bajar del avión ¿te parece?

~

—Fannie recuerdas que-

—-No me llames Fannie cuando no estamos en casa ¿Es tan difícil que entiendas?

—Lo siento… no pasará de nuevo hermano.

Sehun se apoyó en el hombro de Yi Fan, el viaje era largo y tedioso. Dejo salir un pequeño bostezo y con unos movimientos más, se quedó dormido al lado de su hermano. Yi Fan le miró con una sonrisa tanto en su boca como en sus ojos, brillando como pequeñas perlas al recordar todo lo que ha pasado para estar con su querido hermanito.

  ~

Yi Fan era seis años mayor que Sehun, Fan le cuidaba y corregía de miles formas solo para que fuese como él, parecía que no era así y que lo hacía para que el menor se sintiera mal cada vez que habla cosas que no debería cuando no debería.

Yi Fan solamente era cuidadoso en una forma que muchos tomarían como represora, pero a él no le importaba. Sehun era su todo y no quería que nadie le lastime. Nadie más que él. Yi Fan empezó a ser ese temido hermano sobreprotector y maduro desde antes que Sehun naciera, pero con el paso del tiempo, cada que veía la sonrisa de Sehun, se asombraba hasta dónde puede llegar su amor y pasión por el niño: ese sentimiento desbordante que hacía a su corazón vulnerable pero cálido a la vez, solo él podía causar ese efecto.

 

Tiempo atrás, una voz en su cabeza le decía que algo no andaba bien.

Y la ignoró.

 

Sabía que las cosas entre sus padres no iban nada bien y que su madre no estaba enamorada de su padre; se lo dijo en repetidas ocasiones, gritándole y poniéndose furiosa desde que Yi Fan tenía tres años,  apenas y podía morder las crayolas.

Yi Fan soportó todo eso: los constantes ataques de furia de su madre, como corría por la casa gritando que los asesinaría un día y que ella no merecía estar en ese infierno. Yi Fan todavía no comprendía por qué su madre constantemente llevaba diferentes hombres a la casa cuando su padre anunciaba que no regresaría en semanas o meses. A veces era uno, a veces dos, otras veces eran mujeres y hombres al mismo tiempo.

 No comprendía que hacían, solo escuchaba gritos, gruñidos, como la cama golpeaba contra la pared, veía a las sirvientas correr de un lado a otro con cara preocupada, mientras que las sirvientas más jóvenes, Kristine y Stephanie, se encargaban de Yi Fan y  lo llevaban lejos, a veces a  la azotea donde podía respirar aire fresco o a veces le llevaban a las jardineras ubicadas en los balcones para que les ayudará a cuidar los hermosos rosales plantados por ambas; cuando eran días lluviosos le encerraban en su cuarto, le ponían a escuchar música clásica a todo volumen para tapar los gritos y de vez en cuando, si Stephanie no estaba, Yi Fan y Kristine jugaban a ser el Rey la Reina, nombramiento que Kristine rechazaba por su naturaleza humilde, pero terminaba siempre aceptando al ver la cara enojada del pequeño.

 A pesar de que Yi Fan era hijo único en ese entonces, sus dos niñeras -que eran pobres desde antes de ser concebidas-  le inculcaban siempre que debía ser humilde con todas las personas. No ser creído ni egoísta, aunque tuviera todo el dinero del mundo, debía de ver por los demás, cosa que Yi Fan comprendía poco a poco, a veces haciendo berrinche por querer jugar  con los caballos, sus niñeras acudían a él y le regañaban, todo a su tiempo, decía Kristine.

 Yi Fan las veía como si ambas fuesen sus madres biológicas; Stephanie era más estricta que Kristine, le inculcaba los valores que sabía que su madre nunca tomaría en cuenta, le llevaba un conteo de los dulces que comía, le dejaba jugar en los jardines siempre y cuando hiciera primero la tarea y saludara a su padre como se le indicaba, con todo el procedimiento aprendido de memoria; siempre entrando con la cabeza gacha al cuarto favorito de su padre,  nunca haciendo muecas ni gestos de aburrimiento, era siempre a las 6:00am sin excusa ni pretexto, limpio, con su ropa elegante de siempre y una Stephanie arreglada de una manera que sus ojos brillaban más, el cabello suelto y su vestido clásico negro completamente, no dejando ver nada de piel a excepción de sus manos y su cara. Yi Fan tenía que aceptarlo, cuando hacían los saludos de la mañana, Stephanie se veía hermosa. Después de contemplar la belleza escondida de la niñera, tenían que entrar en  una pequeña oficina donde estaba el ventanal que daba directo al bosque, la parte trasera de la enorme casa, acompañada de un pequeña mesa para dos personas justo enfrente del escritorio, con la altura exacta para que Yi Fan se sentara sin tener que pedirle ayuda a Stephanie, a un lado, un armario lleno de libros viejos y algunos paquetes sin abrir, probablemente, más objetos lujos que su padre recibía de todos sus conocidos. 

Siempre que llegaba ahí, una de las sirvientas le esperaba con un chocolate caliente, jugo o té, variando de la temporada y el humor del pequeño. Lo que procedía del “ritual” era que Stephanie  informase sobre las comidas, de las porciones y cosas diarias que hiciera en el colegio el pequeño Wu. A veces el pequeño hacía dibujos  sobre la casa o su familia y se los mostraba a su padre cada que se reunían, era una de las pocas formas de acercarse a su padre sin tener que hacer algo formal y aburrido.

El hombre siempre estaba muy agradecido con Stephanie por cuidarlo y enseñarle tantas cosas, era la parte estricta y rígida que el niño necesitaba para comprender la vida. Claro, con Kristine era otra cosa.

 Kristine era más dulce y soñadora que Stephanie, se encargaba de que el pequeño no se lastimara, le daba comida de contrabando y al mismo tiempo le arrullaba y cantaba antes de que se fuera a dormir. Yi Fan sentía un gran aprecio a sus dos niñeras, pero Kristine era diferente. Siempre fue diferente. Sus ojos marrones contrastaban perfectamente con su cabello de color avellana, su piel blanca era como de muñeca y sus facciones la hacían encantadora aun cuando vestía ropa más informal, como cuando tenía que bañar al pequeño Yi Fan y usaba un blusón que se transparentaba un poco, pero no le importaba, veía a Yi Fan como a un hijo y él veía a Kristine como una Diosa.

él era aún pequeño para entender sobre el amor, pero sabía que Kristine hacía su corazón temblar, que sus manos se agitaran y sudaran repentinamente, empezó a sentir dolor de estómago constantemente y Stephanie creía que era por todas las galletas que comía a escondidas.

El estar con Kristine le hacía olvidar todo lo que escuchaba de su madre y cada que preguntaba, Kristine le callaba y le tomaba de la mano,  se arrodillaba ante él para besarle la frente y con una sonrisa, decirle que todo estaría bien y solo debía sonreír y disfrutar la vida que le tocó vivir.

 

*

 Unos meses después, su madre estaba muy pegada a su padre, incluso despidió a la cocinera para ella misma hacerle la comida, cosa que el padre de Yi Fan no tomó muy bien y por su desconfianza hacía la señora siempre le ordenaba a Stephanie que  cocinara, pero ella era más mala que la propia madre y tenía miedo de hacer algo mal para el apetito del pequeño Yi Fan; en cambio, el padre no se preocupaba por el mismo, era un hombre bastante grande y fuerte como para soportar el hambre y deseo de una comida hogareña, así que optó por pedir comida en su oficina.

Poco tiempo pasó hasta que la madre de Yi Fan dijo estar embarazada de su “amado” esposo.

Yi Fan moría de ansias por saber cómo sería su hermano.

La madre de Yi Fan era la mujer más hermosa del país. Aseguraba Kristine con los ojos llenos de respeto y a la vez, tristeza.

 

Yi Fan seguía creciendo y según Stephanie, se convertiría en un hombre alto, guapo, rico y de buen corazón como su padre. A su edad, era bastante alto comparado con los demás niños del colegio, incluso más alto que los niños de grados superiores  - muchas de esas cosas gracias de la dieta rigurosa que Fanny le tenía bien controlada día a día y sus buenos genes. Solía salir con Kristine y dar paseos largos, si tenían tiempo y permiso iban hasta las montañas, donde tomaban algunas fotos y las revelaban en la ciudad al día siguiente. El entonces pequeño era muy bueno en los deportes, pero lo que más le gustaba era correr por los jardines, todos afirmaban que tenía una muy buena condición física, cosa que el negaba cada que terminaba exhausto por tanto ejercicio.  

 

Se dio cuenta de que todos estaban en lo correcto cuando vio a su primer amor en los brazos de su padre, haciendo lo mismo que su madre hacía hace unos meses antes con desconocidos.

Pero eso dolía más que ver a su madre con otro hombre. Estaba viendo a su ejemplo a seguir con la primera persona que le mostró cariño y comprensión.

Ese día, corrió tanto como pudo. Se raspó las rodillas cuando tropezó con un mosaico roto cerca de la fuente del jardín principal. No podía ni llorar. No sabía que sentía.

¿Coraje? ¿Rencor? ¿Odio? …. ¿Alegría?

Todos los sentimientos estaban ahí, doliéndole enormemente y cortándole el corazón en pedazos diminutos, pero algo le hacía sentirse bien.

Nunca antes había visto a su padre sonreírle de tal forma  alguien y eso, dentro de su pequeño corazón, le hacía feliz.

 

Las palabras de Stephanie eran sabias y que cuando el llegase a ser tan alto, guapo, rico y de buen corazón como su padre, podría tener a Kristine con él, podría conseguir una mujer hasta más hermosa que Jessica, la hija del cuidador del establo; podría viajar alrededor del mundo con una mujer llena de personalidad y vitalidad como su tía Chaerin o talvez, casarse con Suzy, su compañera de clase que era la más bonita y con los ojos más encantadores que jamás hubiese visto. 

Sabía que no todo estaba perdido.

Aún tenía a su hermano en camino ¿No?

 

NO.

 

 

Su madre se desplomó sobre el comedor principal, con su cabeza encima del plato de la ensalada. Muerta. Totalmente. Después de sobredosis de drogas y alcohol, dijo el doctor.

 

 

¿Y el niño? 

¿Cuál niño?

 

 

Todo era una farsa.

 

Yi Fan no sentía nada.

No extrañaba a su madre.

Era su madre… ¿Y?

 

Nunca se mostró como tal ante el niño. Siempre lo dejaba con las dos niñeras y olvidaba constantemente sus cumpleaños o fechas importantes, así como sus logros escolares o simplemente, olvidaba que era su hijo.

¿Qué querían que hiciera?

¿Qué llorara?

Eso era injusto para él.

 

 

*

Unos meses después, Stephanie era la encargada de todo en la casa.

Kristine estaba en su habitación. En su nueva habitación.

No junto al padre de Yi Fan, pero si en una especial, estaba embarazada y todas las sirvientas la trataban como la señora de la casa.

Stephanie principalmente se encargaba de que comiera bien, seguía siendo igual de estricta con Yi Fan y ahora cuidaba de Kristine también, su hermana menor.

Yi Fan amaba a Kristine pero no sabía que eso era amor en sí, simplemente quería que estuviera bien.

Un día en especial, le llevó una taza de té que Jessica especialmente traía de Toronto cada dos semanas que iba a visitar a su novio.

Kristine quiso pararse para ayudar a Fan a poner la bandeja en la mesita sin derramar el té, pero le dolía tanto la espalda que no podía ni posarse bien sobre su cama. Yi Fan colocó el té en la mesita contigua, se aseguró de llevar una pequeña mochila en su espalda y la abrío, en ella había un estuche con una cuchara y una servilleta de seda, llevaba incluso pequeños sobrecitos de azúcar de diferentes marcas, temiendo que una no le gustará a Kristine y no permitiese luego que le llevara el té. Yi Fan, en ese momento, le dedicó una suave sonrisa y puso sobre sus manos todos los sobrecitos de diferentes colores y tamaños, gesto que a Kristine le pareció adorable y sin poder moverse mucho, le indicó cual quería. Después Yi Fan mezcló el azúcar con el té, era mucha, pero creía que la gente amable y dulce tenía que comer mucha azúcar, le dio unas vueltecitas de más y le dio un sorbo rápido, moviendo la cabeza de arriba abajo indicando que la temperatura era adecuada para que lo tomara y no quemará sus dulces y delicados labios. Espero a que Kristine terminara el té para limpiarle la boca con la servilleta y guardar los utensilios de nuevo en su estuche que tanto le insistió a la tía Chaerin que le consiguiera en sus tantos viajes alrededor del mundo. El estuche especial para Kristine y su té especial. Rodeó la cama y se acostó al lado de Kristine, cubriendo su pijama de dragones y entrando en calor junto a su adorada.

Kristine empezó a silbar suavemente mientras su mano derecha acariciaba los finos cabellos del niño, moviéndolos de un lado a otro.

–Fannie… ¿Qué piensas de mi… y.. y tu padre? –

 

Yi Fan no contestó.

 

–Fannie… ¿Me quieres?...

 

 

Yi Fan se acomodó de tal forma que quedaba viendo de frente a Kristine,  removiendo un poco la ropa de cama para hacer una pequeña cuevita donde sus serios y fríos ojos salían a la luz de la noche.

 

Silencio.

 

 Kristine estaba muy preocupada por cómo sería la reacción de Yi Fan con ella, pero el pequeño se mostró como siempre le había visto, con cara seria, como si el mundo no importase, pero ella sabía muy bien que era solo la fachada del pequeño, su corazón era grande y precioso.

 

—Fannie ¿Verás a mi hijo como tu hermano? ¿Lo cuidarás?

—Claro… — Dijo Yi Fan con un pequeño suspiro, apretando el suave cobertor mientras ordenaba sus pensamientos y emociones. —Kristy…. ¿Puedo decirte madre?.

—No. — Contestó con voz seria Kristine, mientras tomaba un lazó de color menta para atar su cabello. Tratando de no hacer mucho esfuerzo para evitar dolor, lo consiguió.

—Llámame Mamá. — Contesto ahora con un tono más dulce, con su delicada voz llenando de alegría el corazón de Yi Fan. Mientras su mano tocaba suavemente la cara del menor, limpiándole las lágrimas.

–Eres un ángel, Wu Yi Fan, quiero que tu cuides de mi hijo y lo ames tanto como yo te amo a ti. Quiero que le enseñes todo lo que has aprendido y le corrijas como un buen hermano mayor, quiero que seas su ejemplo, quiero que le sonrías tiernamente como lo haces conmigo y espero no lo asustes con tu intensa mirada, mi amor. –Le dijo Kristine limpiando cuidadosamente las lágrimas del niño que salían como la fuga en la tubería del baño principal.

—Tú eres mi ángel, Kristy,  m-mi hermano…– Yi Fan tartamudeo un poco para decir eso, estaba tan feliz con la idea de tener un hermano que no sabía bien que decir. –—¿Le tengo que dar de mis galletas secretas?

Kristine rió ante esto último, no burlándose, si no, para ahogar las lagrimas que escapaban de sus ojos y hacer creer al niño que lloraba por su ocurrencia, más no de felicidad, profunda y eterna felicidad y gratitud con la vida.

Su hijo nacería en una bella familia, con un padre ejemplar y un hermano mayor que le amaría sobre todas las cosas.

Aun así, ella sabía que no podría ver esa familia crecer.

 

Kristine falleció cuando daba a luz a su único hijo de sangre, Sehun. Durante el parto sabía que no tenía que preocuparse, su hijo no estaría solo, tenía un hermano mayor, Yi Fan quién vería por él y le amaría, le daría todo ese amor que ella no podría dar en vida.

Sabía que no podría siquiera despedirse de Sehun ni pudo hacerlo de Yi Fan, pero recordó aquella primera noche en que Yi Fan durmió con ella y le llamó mamá. Con eso fue suficiente para irse feliz.

Cerró los ojos cuando supo que no aguantaría más, escuchando los maravillosos sonidos que una madre podría:

 

 En el exterior, un llanto de un recién nacido.

 En su mente, las bellas palabras de Yi Fan, cuando le dijo que la amaba. Que amaba a su mamá Kristy.

Y en su corazón, una armoniosa y perfecta combinación de sonidos, de sus dos amores, de sus dos más grandes amores, sus tesoros, sus ángeles, su vida.

 

 ~

—Yi Fan… – ¿Por qué padre te llama Kris?


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