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¡Adiós, Señor Sorpresa! por Kielgrave

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Notas del capitulo:

Ver notas finales.

 

 

 

 

¡Adiós,  Señor Sorpresa!
Capitulo único

 

 

 

Suspiró, cansada, después de tan horrible y agotador día; aún le dolía la cabeza después de todos los eventos ocurridos y, ni estar cómodamente sentada en la austera salita del enorme recibidor de la casona o tener un puñado de coloridas galletas recién horneadas frente a ella, le hacía sentir bien (lo cual le hartaba más que cualquier cosa en el mundo, ya que amaba los dulces con locura). Con sus delgados dedos, dio tres vueltas a la fina taza Chiemsee  en donde su Darjeerling reposaba y dejaba salir sus aromáticos vapores.

 

Su mano libre empezó a jugar con un rizado mechón de cabello, enredándolo en su índice y jalando para liberarlo, con aspecto distraído.

 

No importaba cuanto tratara de pensar en otras cosas, siempre su cabeza volvía a la escena de la mañana, aquella donde el joven Rhys no hacía más que pasar sobre ella e ignorando todo lo que pudiera opinar, ni que decir de la vergüenza  que sintió cuando la Duquesa salió volando –semidesnuda- del cuarto cuando por fin encontró donde se estaba quedando su pelirrojo y malhumorado compañero.

 

Tapo su cara con ambas manos al recordar como persiguió la huesuda figura de la Duquesa, disculpándose de lo ocurrido (¡cuando ella ni la culpa tenía!); fue una fortuna que su Señor, el amo Atros, llegara en el momento justo para tranquilizar a la clienta (con a ella de paso) y ajustara la membrecía para, así, mantenerla callada.

 

Recordó sus gimoteos estando frente a él, así como sus palabras: No deberías de meterte en medio de sus asuntos, Claret.

 

-          Como si hubiera querido meterme, desde un principio – se quejó su mente en voz alta.

 

Después de eso, por alguna idiota razón, regresó a donde había dejado a los chicos, esperando no ver sangre o alguno herido; juntó sus manos, rogando que no hubiera pasado nada malo, pero la falta de sonidos la asustó tanto que se abalanzo sobre la puerta, intentando abrirla, cuando un estruendoso y ronco gemido la dejó congelada con la mano alzada.

 

No tenía que ser un genio para saber lo que estaba ocurriendo en esa habitación, por lo que se sonrojó hasta las orejas y cubrió su boca con sus manos, en un gesto que preocupó a la albina guardaespaldas del amo que, al parecer la había seguido. Dentro de su estrés, sonrió al recordar como Argent había sacado su espada y refunfuñaba acerca de sacarlos de ahí para darles su merecido por lo que habían hecho (se sintió agradecida, pero tuvo que detenerla y evitar que se metiera en problemas –que nunca pasa-).

 

Si lo pensaba seriamente, aquella era la primera vez que ella mostraba algo fuera de su duro estoicismo a todo y todos.

 

Suspiró nuevamente y tomo una de galleta rosa del plato a la que, rápidamente le dio una pequeña   mordida.

 

De hecho, si se ponía a pensarlo, ella nunca se metía en los asuntos de ninguno de los acompañantes, siempre estaba a un paso detrás del amo para cuidarlo (ni idea de qué, pero si) así como para cubrir pequeños detalles que se le escapaban cuando se ocupaba de más en su estudio o cuando Yvette venía a la Mansión, que últimamente ocurre muy seguido. El punto era que,  prefería mantenerse aislada en un rincón (¡ni siquiera le aceptaba un cup cake recién hecho a Rory! Y eso que están deliciosos, si señor).

 

Al terminar la galleta, sacudió sus dedos sobre un pañuelo beige con decoraciones en hilo de oro, y procedió a tomar otras. Alcanzó a darle una pequeña mordida cuando, de repente, una voz detrás suyo la hizo dar un saltito en su asiento – ¿Aún despierta, señorita Claret?

 

La suave y seseante voz de la albina arrulló sus sentidos, haciendo que se relajara contra el asiento y con la galleta desmoronándose en sus dedos – Si, pero solo será hasta que me termine el té. No puedo dormir si no bebo una taza de té, al menos – respondió con voz risueña, aun bajo los efectos relajantes - ¿Gustas una taza?

 

Pasaron unos segundos de silencio, donde apenas y se escuchaba el murmullo del viento entre los árboles, hasta que la sonrisa en los pálidos labios le sorprendió – Me encantaría.

 

Sin poder evitar el cosquilleo en sus labios, se levanto para tomar una taza limpia del mismo juego que el suyo, y empezar a servirle un poco del aún caliente té, sonriendo ampliamente. Se lo tendió, con un leve movimiento en sus labios, sintiendo el suave roce entre sus dedos; se sintió sonrojar levemente, lo bueno es que Argent no le miraba a la cara en ese momento. Durante esos minutos, en los que ella le daba tragos a su bebida, no aguantó las ganas de mirarla con más detalle: sus largas pestañas blanquizcas que parecían rizarse perfectamente de manera natural (no como ella que ya casi había tronado su rizador, por lo duro que apretaba), o sus delgados labios en un rosa pálido, todo contrastando contra el brillo que su cabello parecía enmarcarle a todo su rostro.

 

La primera vez que la vio, pensó que era una aparición angelical como muchos llegaban a pregonar, con la cálida luz solar cayendo en su cabeza y hombros, parada solemnemente detrás del amo.

 

El inconfundible sonido de la porcelana chocar contra la madera, la sacó de su cavilaciones, dándose cuenta que su interlocutor ya había terminado el té y ahora lo dejaba en la repisa de platos por lavar. Suspiró, dándole la espalda para tomar la canasta con galletas y guardarlas en el refrigerador.

 

Fue en ese momento que sintió una terriblemente cálida mano posarse  en su hombro. Al voltear, y ver tan de cerca a Argent, quien sonreía tímidamente, se sonrojó; pero en el momento en que sus rostros parecían acercarse como imanes, se sintió arder. Y así, sin nada que lo evitara, los labios hicieron contacto, acariciándose lentamente, reconociéndose. Para Claret, fue el beso más hermoso que había recibido nunca.

 

Aquello fue como el premio escondido dentro de todas las sorpresas del día.

 

Fin

 

 

 

 

Notas finales:

Y este, es el primer día de mi auto reto (que empieza a correr desde que se coloca la primera historia, no el reto en sí).

 

¡Uff, por fin se me hizo hacer una historia de ellas (y de Teahouse)! Desde que vi las últimas actualizaciones del comic, tuve las tremendas ganas de escribir algo cute de esta pareja; no sé si quedo realmente lindo, pero me gusto, ehehehehe.

 

El porqué del título, es por un juego –tonto- con las palabras “Surprise” y “Sr. Prize”, siendo como mala y buena suerte, respectivamente, para las mujeres. En fin, pueden ignorarme…

 

Espero que les haya gustado la historia, y si algo no les pareció o pudo haberse visto mejor, díganmelo por favor, para trabajarlo más.

 

¡Besos!

 

Kiel
Octubre 2012


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