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El secreto en mi corazón por Aomame

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Notas del capitulo:

Llegó el momento.


Sus ojos se cerraron.


Su alma se liberó.


El cielo se abrió.


 


“Bienvenido”

El Secreto en mi Sueño. 

 

Cometí un error, uno muy grave. Te lo contaré, porque necesito tu consejo. ¿Me escucharas? Puede que suene extraño, incluso es posible que no me creas, pero haz el esfuerzo, ¿sí?

Lo vi de nuevo. Siempre dentro de mis sueños, las imágenes difusas se quedan en mi mente, tatuadas nítidamente en mi memoria.

Se trata de una habitación  muy distante. Él y yo nos encontramos y tengo la sensación de que esa habitación, hace mucho tiempo atrás fue una habitación compartida por ambos.

Siempre que estoy ahí, escucho risas, palabras sin coherencia, me siento feliz, cómodo, como si ese lugar fuese el mejor lugar del mundo.  Él está ahí siempre que yo abro la puerta. Me sonríe. A veces hablamos, o al menos a veces recuerdo lo que dijimos.

Ayer lo vi de nuevo dentro de mis sueños, pero curiosamente me pareció haberlo visto también  cerca de la escuela, vestía de negro y me veía a la distancia. Nuestras miradas se cruzaron y en un parpadeo desapareció.

Me quedé ahí  mirando el espacio entre un carro y la pared, donde me pareció verlo. Mi novio me sacudió el hombro llamando mi atención.

-Hey Zero ¿qué pasa?

-nada.

-…- me miró como si me analizara, iba a decirme algo pero cambio de parecer y tomó aire para cambiar de tema- oye ¿qué quieres que hagamos en tu cumpleaños?

-lo que sea estará bien

-¿incluso si es nada?

-incluso si es nada.

-¡que aguafiestas eres!

Me encogí de hombros, realmente festejar mi cumpleaños nunca ha resultado en algo agradable, siempre sucede algo. Si  lo festejo al aire libre llueve, si lo hago en mi departamento ocurre un corto circuito, o bien,  estoy enfermo, o tengo un mal día en la universidad. La última vez me pase más de cuatro horas varado en el tráfico. Básicamente no es mi día favorito, ni tampoco el mejor del año.

-¿entonces?-me dijo.

-¿con qué?

-demonios Zero últimamente andas muy raro, como distraído.

-estoy bien.

Aunque la verdad es que últimamente disfruto más soñar que estar con él. Supongo que eso es un gran problema, me da miedo, porque yo lo quiero mucho.

-entonces, cenamos y después, no sé…- me dijo rodeando mis hombros con uno de sus brazos, acercándose y murmurándome al oído-podemos hacer cosas indecentes ¿te parece?

-ahhh Quita… Kaito, solo piensas en eso.

-discúlpame pero hace meses que no lo hacemos. ¡Hasta en eso eres un aguafiestas!

-pues si te parece…-dije enojándome, en el fondo sé que tiene razón pero hace meses que no tengo ganas de estar con él de esa manera. Hace meses, más o menos, desde que sueño con ese hombre misterioso.

-¡pues no me parece! ¡Me estoy cansando, ¿sabes?! ¡Es muy importante para mí!

-¡Ah déjame en paz!

Puede que esta tonta pelea te resulte superflua, lo es, pero escondía algo más. Una incomodidad que se esparcía más y más, inundando mi alma. Y es que mi corazón tenía una fuga y se derramaba cada vez que mis sueños me llevaban a aquella lejana habitación, donde el hombre de mirada castaña me sonreía y en cuya presencia yo era incapaz de sentir tristeza.

En fin, la mañana de mi cumpleaños me desperté temprano. Me atrevo a adelantarte que como el resto de mis cumpleaños, este,  resultó un desastre. ¿Por qué? Déjame continuar.

Esa mañana fui a desayunar a una pequeña cafería en la estación más cercana. Como siempre al terminar, pedí café y me dedique a leer un libro, con calma. Después de todo era sábado y yo disponía de todo el tiempo del mundo, ya me encargaría después de los reportes de la universidad. Y de mi novio, que me había citado en su departamento a las ocho de la noche.

Mientras leía, sentí la mirada de alguien sobre mí, intente no ponerle atención pero después de un rato, la sensación me fue muy molesta. Levante la vista, ahí a tres o cuatro mesas, estoy casi seguro, estaba el chico de mis sueños.

Estaba sentado con el periódico abierto en sus piernas, un cigarrillo consumiéndose  en el cenicero  y una humeante taza al lado. De nuevo nuestras miradas se cruzaron un segundo, él desvió la vista, se levantó, dejó cambio sobre la mesa y salió. Mi cerebro trabajó lentamente, sabía que era él pero la impresión me dejo estupefacto. Cuando al fin caí en cuenta me levante corriendo, pero al salir del establecimiento no había ni sombra de él.

Quizás pienses que alucino, pero te juro que fue real. Cuando volví al interior de la cafetería, sobre la mesa donde lo vi, estaban los yenes amontonados descuidadamente.

Con la idea de haberlo visto, pasaron las horas. Hora tras hora pensando en él. Y sin darme cuenta llegó la hora de ver a Kaito. En apariencia todo estaba normal ¿sabes? Cenamos, hablamos afablemente, bromeando, jugando. Todo parecía salir bien.

Hasta que a Kaito se le ocurrió la grandiosa idea de hacer el amor.

Al principio veíamos una película sentados en su cama, de un momento a otro, él estaba sobre mí, besándome, quitándome la ropa, yo lo acepte poco a poco, mi reticencia fue cediendo. Pero no. No por lo que te imaginas. Sino porque mi mente entonces se disoció de mi cuerpo, pero mantuvo con él un delgado hilo que le transmitía todo.

El sueño cobro otra dimensión, yo lo sentía en mi piel.

El hombre castaño y yo en aquella habitación. Estamos sentados en  el piso, la televisión parlotea, las latas de cerveza vacías se dispersan por la duela, no son muchas, no hemos bebido tanto, ni siquiera estamos mareados.

-qué forma tan perezosa de pasar este día- me dijo-¿no te habría gustado ir a otro lado?

-nah así está bien- le dije yo sonriéndole alegremente-estoy contigo y eso me es suficiente.

Él me mira, me sonríe, su mano atrapa mi mentón, me besa. Su cálida lengua se enreda con la mía. Me inflama, es algo voluptuoso que se extiende por mi pecho. Su beso se traslada con el mismo calor e intensidad hacia mi cuello.

Estoy paralizado, no puedo hacer nada, no atino a hacer algo.  Él lo hace todo. Con lentitud me recuesta en el piso, su peso, y el roce de nuestros cuerpos aun vestidos, me excitaba, así solo porque era él.

Sus manos se colaron por debajo de mi playera, me acariciaba, suave con ternura, pellizcándome probándome. En contraste me arrebató el pantalón con sensual violencia, me gustaba esa combinación de ternura y sadismo. Me deshacía en sus manos, sin defensas, sin fuerzas, era suyo.

-Feliz cumpleaños- me dijo

Sus dedos ya exploraban mi interior, al tiempo que me cubría de besos y yo suspiraba, temblaba incontrolablemente, estaba siendo llevado gentilmente al c entro de un huracán, quería llorar, gritar, reír, tantas emociones que él manejaba con los movimientos simples de la punta de sus dedos.

Sentí su miembro, iba a penetrarme y no había nada en el mundo que deseará más, no lo hizo de inmediato, me torturo con la espera dulcemente, besándome, murmurándome te quieros entre una caricia y otra. Y yo le respondía, decía su nombre, le decía te quiero, una y otra vez…

…y entonces una voz ajena a nosotros habló. La bruma desapareció y mi fantasía se derrumbó cuando al abrir los ojos Kaito me miraba molesto.

-¿Quién demonios es Kaname?- me dijo golpeadamente, los músculos de su cuello estaban tensos y su mirada ardía en coraje.

-¿eh?-estaba atolondrado, confundido.

-¿cómo que “eh”?- me dijo, me sacudió de los hombros furioso-¡¿quién es ese bastardo?! ¿te acuesta con él?¡¿eh?!

-¿qué? Espera… ¿qué?- no lo entendía, no sabía que me estaba diciendo, mi mente estaba la mitad ahí, la mitad en la habitación de mi sueño.

-¡¡¿Qué quién demonios es Kaname?!!!

-¿Kaname? No lo sé.

-¿no lo sabes? ¿No lo sabes?- para entonces él ya estaba de pie, medio vestido y dando vueltas como loco- ¿no lo sabes y dices su nombre? ¿no lo sabes y le dices te quiero? ¡Zero, no me quieras ver la cara de imbécil!

-no…no lo hago… te juró que no sé quién…

-¡cállate! ¡Cállate!- tomó su chaqueta y se dirigió a la puerta, me miró con reproche antes de salir dando un portazo.

La verdad no caí en cuenta de quién era Kaname hasta que pasaron un par de minutos. Kaname era el hombre que vivía en mis sueños. Pensé que Kaito no querría verme cuando volviera, así que me levanté, vestí y vine aquí.

Lamento haberte despertado. Pero ya ves, mi cabeza es un lío. No sé que hacer. En algún punto perdía algo de mi conciencia.

Yuuki, dime ¿qué debo hacer?

+++

La chica lo miró, estaban en el sillón de su casa, sentados uno junto al otro. Eran los mejores amigos  del mundo y no había secretos entre ellos. Cuando lo vio llegar, supo sin que le dijera nada, que algo había pasado, sus ojos no mienten. Y después de ofrecerle un té, él se abrió y le contó aquello que lo oprimía. Sopesó la situación y se dispuso a darle su opinión, no tanto como un consejo pero al menos sí, su parecer.

-mmm… Zero, pienso que debes hablar con Kaito kun. Él entenderá estoy segura, te quiere mucho.

-lo sé Yuuki. Quiero pedirle disculpas, restablecer las cosas. Pero ¿sabes? En el fondo no sé si quiero restablecerlas.

-¿qué quieres decir?

-a veces, pienso que quiero buscarlo, que si lo hago encontraré alegría, felicidad, amor y…

-¿al chico de tus sueños? Zero es solo eso, un sueño…

-pero te digo que lo he visto…

-¿y qué tal si solo son retazos de tus sueños? Quiero decir, que en realidad son sueños muy vívidos  y tú piensas que son reales.

Zero guardo silencio y pareció meditarlo para sus adentros. No lo sabía a esas alturas, ya no sabía nada. Hundió el rostro en sus manos.

-tranquilo-le dijo Yuuki palmeando su espalda-necesitas calmarte, lo que acaba de pasar es muy reciente, no lo ves con claridad. Incluso a mi me cuesta un tanto de trabajo, también tengo que meditarlo para poder ayudarte.

Él asintió.

-ve a casa. ¿Quieres que te acompañe?

-No Yuuki, está bien. Ya bastante has hecho al escucharme a estas horas, mañana tienes trabajo ¿no?

-¿o no quieres quedarte? Está lloviendo y…

-no, déjalo. Siento que necesito ir a mi casa. Estaré bien.

-ok. Te traeré un paraguas ¿está bien?

+++

Zero caminaba por las calles ya desiertas. La lluvia golpeaba la tela del paraguas estruendosamente, se dirigía a su casa en automático. Sus pensamientos no podían ahogarse en la lluvia y él no tenía la intensión de eliminarlos.

Un par de pasos más allá, vio una figura cerca del piso, no le encontró forma, hasta estar ya muy cerca. Era un hombre que, sentado en el piso, parecía deprimido, la lluvia lo empapaba por completo. No supo porque pero se detuvo a un paso de él.

Se inclinó, compartiendo el paraguas con él.

-¿estás bien?-le dijo, el hombre en la acera levanto la vista, la lluvia no le permitió reconocerlo.

-no lo sé-¿qué respuesta era esa?

-oye,  vas a enfermar, ven- le dijo, y no sabía porque aquellas palabras le sonaron conocidas, no supo porque, pero tenía la sensación de haber vivido eso antes, con aquella  misma persona-anda que me estoy cansando.

Aquellos ojos castaños parecieron entender algo que él no.  Parpadeando indecisos, asintieron después de un par de segundos y muy lentamente se puso de pie…

Notas finales:

Wola!! espero que les haya gustado. No pensabe escribir una segunda parte, pero de pronto se me ocurrió. En este caso quise darle a esto la idea de una reencarnación, como si todo fuera ciclico.

En resumen la historia puede repertirse, a menos que...

bueh! eso lo dejo para el proximo capitulo, espero que me acompañen...

 

continuara...


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