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Esperando a que te conectes... por SeptimaKolera

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Notas del capitulo:

Gracia spor los revs ^^'

“Este sentimiento es algo que va más allá de mí, me rellena los cuencos oculares y me sega volviéndome inútil, incapaz de defenderme, pero no me siento impotente, me siento como víctima de la más maravillosa de la oportunidades: vivir. No quiero objetividad, no quiero orgullo, no quiero mirarme al espejo y sólo verme a mí, necesito formar parte de él, necesito enloquecer y olvidar que hay un yo, quiero que en mi vida ya no haya más primera persona, quiero que sólo me quede la opción de compartir mi existencia.

Imagino mi vida con él, imagino mañanas amarillas, tardes anaranjadas y noches azules. Imagino pisos de madera y ventanas abiertas, imagino palabras entrecortadas y rubor en las mejillas, imagino mundos enteros proyectándose en sus ojos… ¿qué sería de mí sin mi imaginación?, quizás no habría sueños y esperanzas, eso estaría bien siempre y cuando, tenga una realidad mejor que observar, quiero que esa realidad sea él.

Mi mente puede llenar todos los espacios que su ausencia me deja, puede lucubrar sus formas, su voz, su mirada y hasta el leve temblor de sus labios antes de besarme. Esto es para mí lo real, es extraño que un sentimiento intangible sea más real que mi cama, mi techo, mis cuadernos y todo aquello que mis manos pueden tocar. Él es un verbo, no un sustantivo. Él es una condición, no una opción. Él es un concepto, no un hecho. Él es un mundo… no una verdad.”

Cuando terminé de leer su poema mi impresión fue tal que me di cuenta que Itachi me miraba con los ojos muy abiertos, empecé a sentir el calor en mis pantalones, me había derramado el café encima mientras leía. ¿Cómo es posible que un niño de 15 años ame tanto?, tengo que desglosar el poema para tratar de ver indicios de una enfermedad mental mayor a la que estamos tratando, no quiero perder el caso declarando su “psicosis infantil” como una “esquizofrenia”, a su edad eso es casi una sentencia de muerte a nivel psicológico, una parte de mí quiere negar que ese niño está enfermo, pero lo cierto es que me resulta difícil intentar tratarlo sin medicación alguna. Sé que su problema es aislado, puedo fácilmente eliminar los “episodios”, el problema no es ese, el problema es “¿por qué llegó a desarrollar una psicopatía tan grande?”, puedo solucionar el problema local, el problema inmediato, es más que fácil hacer que elimine por completo esa voz en su cabeza, sólo hay que hacer que la identifique como parte suya, que aprenda a no temerle, que aprenda a aceptar que esa voz es él mismo queriendo morir, sintiendo culpabilidad, sintiendo que no puede ser él mismo en éste mundo. Pero el real problema… es lo que lo llevó a estos extremos… porque… se puede repetir más adelante, su cuadro patológico va a estar ahí para siempre, alimentándose en silencio de sus debilidades, como un fantasma, esperando el momento oportuno para salir a sembrar el pánico.

Itachi limpió el piso y se llevó la taza de café mientras yo aún meditaba, se arrodilló ante mí y me limpió el pantalón con un trapo. “Vas a tener que quitártelos”, apenas le puse atención, cuando estoy concentrado me pongo un poco ido, desabrochó el cinturón y he hizo que me levantara, yo mientras seguía releyendo una y otra vez el poema que me mandó Naruto al mail, a petición mía por supuesto. Itachi me bajó los pantalones y fue por unos nuevos, yo me tenía que ir al orfanato, pero cuando estoy sorprendido por algo no logro volver a este mundo hasta que lo haya comprendido en cabalidad. Una vez puestos mis pantalones nuevos Itachi me tomó de la mano y agarró las llaves de mi moto, me puso mi casco tratando de no hacerme perder el hilo de mis pensamientos. Salimos del departamento, él estuvo en silencio en todo momento, hasta que noté que él se había subido a la moto y la encendió con uno de los cascos puestos.

—¿Por qué estas subido a mí moto hum?

—¿Te crees capaz de conducir en ese estado de abstracción?, ¡no me jodas!, yo te llevo y aprovecho de hacer las compras antes de irme a la escuela, tienes la nevera vacía, desde que tomaste el caso de Naruto lo único que haces es leer y releer tus apuntes y sus mails, pero tranquilo, no pongas esa cara, no me desagrada en lo más mínimo, de hecho todo lo contrario, me produce admiración, realmente eres un gran psicólogo Dei-chan… y una excelente persona.

No pude más que sonreírle y subirme a la moto, guardando el papel donde estaba impreso el poema de Naruto, abracé a Itachi y este puso la moto en marcha. Desde hace un par de semanas que vivimos juntos, gracias a su apoyo he podido avanzar mucho en todos mis casos, incluyendo el de Naruto, aunque sólo hemos tenido 4 sesiones (dos semanales), los resultados son impresionantes, la mente de ese niño parecía ser compleja, pero la verdad es más que básica e infantil, realmente lo que hay dentro de Naruto Namikaze es la inocencia en su estado más puro, eso me emociona sobremanera, quiero descubrir cuáles son las verdaderas aristas de su personalidad, quiero encontrar al joven entusiasta y enérgico que me mostraron por un segundo sus ojos de determinación y pasión. Esta noche tengo una nueva cita con él… estoy emocionado.

**********************************************

Abrí la puerta sólo un poco, no quería que Zorro se escapara, aún es muy pequeño y no sabría como volver.

— Hola Sasuke, traje cervezas.

— Genial, pasa rápido.

— ¿Por qué tan apresurado?

— Es que… —No alcancé a terminar la frase cuando de pronto, Zorro se hizo notar con un ladrido. —Tengo un perro nuevo.

—¿Un perro?, ¿tú? — me ofende que se sorprenda tanto. A toda prisa vino Zorro desde el pasillo ladrando a los pies de Gaara y moviendo la cola de forma entusiasta —¡Es hermoso!, ¿lo adoptaste?

—…Un amigo me lo regaló.

—¿Un amigo?

—Si, un amigo… cambiando de tema, ¿cómo vas con Sai?

—Se va de nuevo, pero lo importante es que esta vez se va pensando en que volverá.

—¿A dónde va esta vez?

— Milán.

—¡¿Enserio?! Maldito suertudo, eso significa que sus dibujos animados son un éxito, a mi juicio son tan bizarros como Sai mismo, pero si a los italianos les gustan…

— A mí también me gustan, es bueno ver un poco de sin sentido abstracto en la televisión de vez en cuando. — Gaara me pasó una cerveza y nos sentamos en la sala a conversar, Zorro saltó hasta el sofá y se acurrucó en mi regazo, es un perro muy meloso. — Realmente es un perro muy lindo, parece un zorro.

— Precisamente se llama así, “Zorro”. — Le mostré el collar del perro a Gaara.

— No muy ingenioso Uchiha, un perro que se llama “Zorro” ¿y si tienes un gato le pondrías “Oveja”?

—Si tuviera un gato… negro… le pondría “Cuervo”.

— Creo que tus animales tendrían una seria crisis de identidad. Bueno, mientras a ese gato no le dé por tratar de volar, estaría bien.

— Todos tenemos derecho a tratar de volar… aunque sea una sola vez — susurré.

—¿Qué dijiste?

—Nada, jeje, creo que nuestra conversación se está volviendo tan abstracta como los dibujos de Sai. Lo cierto es que me corroe la envidia de que ése tipo vaya a Milán gracias a un oficio que él hacía sin esperar nada a cambio, ojalá todos pudiéramos obtener fama a partir de una pasión, no una profesión.

—¿De qué hablas Sasuke?, ¿acaso no ha sido ese tu caso?, ni siquiera te asomas por la oficina y nada te falta gracias a tus juegos de estrategia online.

—Es cierto, pero que me paguen por mi trabajo es casi “anti-natural”, al fin y al cabo uso “Linux”. Todos tenemos la utopía del software libre, y aún así gracias al “software pagado” tengo esta casa… con una gran vista…

—Nuevamente no entiendo a lo que te refieres, últimamente has estado bastante existencialista, antes te era indiferente todo, hasta tú mismo.

—Las personas cambian… ahora tengo un perro ¿no es así? Jaja.

Seguimos conversando de diferentes temas, sobre los siguientes trabajos en la empresa, sobre su apacible relación con Sai, sobre lo mucho que he cambiado en el último tiempo… Antes de irse Gaara dijo algo que me desconcertó: “Sé que no me lo vas a contar, pero has cambiado, y has cambiado gracias a alguien especial, y créeme, pienso que debe ser más que especial para hacer cambiar a alguien como nosotros. Ojalá que esa persona sea aquella por la cual uno espera toda la vida, suerte”. Besó mi mejilla para luego irse, no me pude ni mover ya que me dejó impactado. Me quedé un rato parado en el marco de la puerta mirando el vacío. Una vez que volví a reaccionar di media vuelta cerrando la puerta tras de mí, traté de volver a mi rutina, miré el reloj de la pared y vi que se me hacía tarde para darle de comer a Zorro, saqué el alimento para perros y lo dispuse en su plato, normalmente apenas pongo su plato en el piso, Zorro viene a toda velocidad a engullir su comida, pero esta vez no fue así. Le llamé un par de veces, lo empecé a buscar por todos lados… no está. Presentí lo que había pasado, mientras estuve embobado en el marco de la puerta, Zorro se coló a través de ella y yo ni cuenta me di. Agarré mi abrigo y salí corriendo a buscarlo, no puedo perderlo… ¡no puedo!

Estuve buscándole alrededor de una hora, al principio mirando para todos lados con discreción, pero luego ya había perdido la paciencia y mi desesperación fue tal que me puse a gritar su nombre por todo el barrio como un imbécil. De pronto sentí su ladrido, doblé la esquina en donde le había escuchado, grande fue mi sorpresa al verle meneándole el rabo… a… ¿mi vecino?, ¡maldita sea!, mi molesto vecinito quinceañero estaba con mi perro en sus brazos, mirándole como un idiota… esperen… ¿por qué lo mira así?, está impactado, es como si nunca hubiese visto un perro así en su vida… o como si ya lo hubiese visto en alguna parte. Me acerqué corriendo, yo ya estaba cansado y jadeante, él me miró con impacto, hasta retrocedió un paso, es como si hubiese visto un fantasma…

— Niño, ése perro, es mío, lo había perdido… gracias por encontrarlo.

—E-este… perro… e-es… ¿tuyo?

—Sí, ¿puedes devolvérmelo? —Lo hizo como si fuese un  robot. Tomé al cachorro en mis brazos. El chico estaba pálido, me miraba como si yo fuese lo más extraño que él haya visto en su vida. —Niño… ¿estás bien?, luces de muerte, ¿viste un fantasma o qué?

—T-t-tú… e-eres…

—Tu vecino, el “hombre mayor”… está bien, asumo que te caigo bastante mal, pero no es para que me mires así ¿o no?, ¿vas a tu casa?

—S-sí…

—¿Te acompaño?, estás temblando… —Me saqué la chaqueta y se la puse encima, el chico estaba pálido como un papel. —Tu padre ya debe estar en casa, noté que la semana pasada no fue a trabajar… ¿estás bien?, realmente pareces enfermo…

—Tú… Tú… no puede ser que… seas…

El chico no alcanzó a terminar la frase y se desmayó. Tuve que tirar a Zorro al piso para evitar que el chico diera con la cabeza en el cemento, a Zorro no le pasó nada pero el chico temblaba en mis brazos, lo llevé en mi espalda procurando que Zorro me siguiera el paso. Estaba delgadísimo, me pareció extraño, desde hace tiempo que no me dedico a espiarlo, pero no me acordaba que su contextura fuera tan ínfima. Llegué hasta la puerta de su casa, tuve que golpear la puerta con el pie, Zorro me ayudó a llamar la atención ladrando, se lo agradecí con una sonrisa. Al rato me abrió la puerta el apuesto padre del chico maleducado. Al principio no notó que traía a su hijo desmayado a mis espaldas, abrió la boca con ánimos de saludarme y cuestionarme que hacía yo parado delante de su casa hasta que se dio cuenta la razón por la cual me tenía frente a él.

—Hola, ¿Namikaze?, ¿no es así?, me encontré a su hijo en el camino y pues…

—¡Oh! Pasa por favor, déjame ayudarte…— Sacó al chico de mi espalda, lo tomó en sus brazos y lo llevó hasta el sillón más cercano. —Muchas gracias, esta semana se ha desvanecido con frecuencia… ¿la chaqueta que lleva puesta es tuya?

—Ah sí, después me la puede entregar, no se preocupe. — De pronto vi como Zorro entraba a curiosear dentro de la casa, perdiéndose en el pasillo— ¡Zorro!, ¡ven aquí!

—¡Oh qué lindo perro! — dijo Namikaze alcanzándolo. —Eres un perro muy curioso ¿no? , ¿Quién es un lindo perro?, ¿¿quién es un lindo perro??, ¡tú lo eres!, claro que lo eres, ¡pequeña bolsa cuadrúpeda rellena con ternura y pelos!. Es un mestizo de Spitz Finlandés ¿no es así?

—¿Eh?, si… eso creo. — me había quedado embobado mirando como Namikaze le sonreía al perro y le restregaba el rostro en su pelaje, realmente es un hombre más que atractivo, pero desvié por naturaleza mi mirada hacia el chico desmayado, lo miré unos segundos, realmente se veía bellísimo durmiendo, sus mejillas estaban colorándose de apoco, se notaba que se estaba recuperando, pero aún así su estado era preocupante. — ¿Su hijo va estar bien?

—Eso creo, como ya te dije, ha pasado bastante últimamente, ha… estado un poco delicado de salud desde hace un tiempo.

—Se nota, recordaba que él era un poco más robusto y moreno.

—Sí… ah por cierto, mi nombre Namikaze Minato, puedes llamarme Minato si gustas, el nombre de mi hijo es Namikaze Naruto.

—¿Naruto?

—Sí, su abuelo le puso así, es escritor y el personaje principal de su novela lleva ese nombre… ¿y tú eres…?

—¡Ah, sí lo siento! Mi nombre es Sasuke U…—Antes de terminar de presentarme vimos como Naruto se despertaba, se sentó en el sillón pero su padre lo detuvo en el camino y lo obligó a recostarse nuevamente.
 
—Hijo, estas débil, recuéstate.

—Papá…—Naruto miró a su alrededor confundido hasta que posó sus azules orbes en Zorro, su padre lo tenía sujeto con uno de sus brazos. Al ver al perro instintivamente giró los ojos hasta dar conmigo, nuestras miradas se apuntaron una a la otra como si fuesen armas, vi como su rostro adquiría de nueva cuenta la palidez de hace un rato — Tú…

—Hijo, él es Sasuke, el vecino de enfrente, dice que te desmayaste y él te trajo hasta aquí, así que deberías agradece…

—Gracias. — Lo dijo antes de que su padre pudiese terminar la frase, en completa seriedad, sin el mínimo rastro de verdadera “gratitud” en su tono de voz. Se puso de pie de forma violenta, se sacó mi chaqueta y salió de la habitación raudamente, escuché como subía las escaleras y luego cerraba la puerta de su cuarto con un sonido estruendoso.

—Tendrás que disculparlo… es bastante apático con la gente, pero es un bueno niño, ha tenido muchos problemas últimamente, sumado a su estado de salud…

—Bueno, está en una edad difícil después de todo. —Le dije a Minato sonriendo, éste se acercó y me pasó mi chaqueta y mi perro. Nos despedimos al rato, él se deshizo en disculpas y muestras de gratitud, pero yo sólo le sonreía, es un hombre muy jovial, definitivamente su maleducado hijo no tiene nada que ver con él.

 Al llegar a casa Zorro fue directo a su plato de comida, yo abrí una cerveza y fui directo a mi escritorio en el segundo piso, encendí el computador… ¡qué raro!, Fox no está conectado… miré por la ventana y pude apreciar que las luces del cuarto de Naruto están apagadas…


Continuará…



Notas finales:

Bye bee


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