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Break Love por catsdream

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Notas del fanfic:

Ok este es el producto de mis noches de insomnio y de mi deseo de escribir con un estilo diferente.

Tal vez lo logré, tal vez no pero el resultado me gusta.

Notas del capitulo:

Sé que debería estar trabajando en "El Origen" pero esta historia no quería salir de mi cabeza hasta que la escribiera. Espero que me disculpen.

 

 

A leer~

 

 Mi mayor pecado es lo más hermoso que tengo

 

 

 

 

Cuando era apenas un chiquillo y no conocía la maldad ni sabía qué era lo correcto o lo incorrecto, solía ser tranquilo, obediente y respetuoso, toda una maravilla para mis padres. Sin embargo cuando tenía tres años de edad, nació Kouyou, quien poco a poco se convirtió en la persona más importante del mundo para mí, ni siquiera la presencia de mis padres hizo que mis días fueran tan felices. Kouyou tenía la facilidad para que mis irrelevantes preocupaciones de infante quedaran relegadas ante sus risas y juegos propios de un pequeño que empieza a explorar su mundo.

 

Los años pasaron pero no disminuyó con eso el mutuo apego, sin sospechar que en un futuro mis sentimientos tomarían otra forma y me atormentarían de allí en adelante

 

Tarde me daría cuenta de mi pecado, en un punto en el que no había retorno y aún así a pesar que lo  que sentía podía ser lo más aberrante para cualquiera, para mí era lo más bello que existía porque recaía en él. Puedo afirmar con seguridad que a pesar de ser hermoso mi secreto, no fui consciente de ello en el mejor momento pues los delirios adolescentes pueden ocultar lo que es verdadero y por mi salud mental supuse o más bien quise convencerme de que era un episodio hormonal más. Dolorosamente me dí cuenta tiempo después que mis afectos nada tenían que ver con calenturas de adolescencia.

 

Estaba yo en mis 16 años, aprendía a ver a mis congéneres como algo más que compañeros de clase. Tenía a una gran cantidad de chicas y chicos a mi alrededor dispuestos a experimentar, al fin y al cabo, modestia aparte ya para esa época tenía yo un físico muy favorable, mis rasgos de niño habían quedado relegados ante los de un joven más maduro, un cuerpo más atlético y por supuesto las largas hebras de mi negro cabello, esto último gracias a la poca permisividad de mi madre. El punto es que con una apariencia por demás favorable y una popularidad ganada con los años, estaba rodeado de jóvenes dispuestos a experimentar lo que fuera conmigo pero hasta el momento yo no encontraba a nadie que llamara mi atención del todo. No es que yo fuera un exigente como decía Reita, mi mejor amigo, es solo que todos, hombres y mujeres, parecían tan comunes que no lograban captar mi atención,  pero para mi sorpresa  y desazón finalmente mi atención fue captada justo por él.

 

Eran las vacaciones de verano y mis padres decidieron que sería relajante ir a la playa y disfrutar de la calma del mar que para esa época era todo menos calmo, la gente pululaba en las playas y esta podría ser en mi opinión una oportunidad para encontrar algo nuevo y dar rienda suelta a mis deseos. Mi pequeño hermano seguía siendo mis más preciado tesoro pero debía aceptar que aquella figura infantil había quedado atrás, pues su cuerpo parecía cambiar a la par del mío, probablemente debido a su arduo trabajo en el club de tenis, aunque sólo me di cuenta de esto al verlo con su pantaloneta de baño puesta, así que por un momento consideré la posibilidad de que él también encontrara ese tipo de experiencias en estas vacaciones, de inmediato alejé esos pensamientos de mi mente, pues no iba a ser yo quien patrocinara tal cosa .

Arrastrado por la ilusión casi infantil de Kouyou por chapotear un rato en el mar, le ayudé a convencer a papá y mamá de que desempacar la ropa podía esperar y debíamos aprovechar al máximo el lugar.

 

Siempre supe que amaba a mi hermano más que a nadie pero nunca fue un problema, al fin y al cabo tan sólo era amor filial, algo total y perfectamente normal… claro, muy normal.

Ese escudo lleno de mentiras se destrozó aquel dia en la playa en que la cercanía de su cuerpo casi desnudo, el roce de su tibia piel sobre la mía y los abrazos juguetones e inocentes que me brindaba causaron en mí una reacción diferente a la usual, su aroma me hizo perder la noción de la realidad, sólo podía pensar en abrazarlo y probar el sabor de su piel, de sus labios… ¡Oh dios! Esos labios… ¿Por qué carajos no me había dado cuenta antes de lo bello que él era? ¿Por  qué nunca antes sentí tanta necesidad de él? “Porque es tu hermano” la respuesta llegó a mí como una bofetada en el rostro, justo ahí me dí cuenta de lo que estaba haciendo, lo estaba abrazando fuertemente y había hundido mi naríz entre la curvatura de su cuello y el hombro, al parecer papá y mamá se habían ido a descansar y yo ni cuenta me dí de cuándo acabó el juego, me separé de mi pequeño que me miraba con los ojos abiertos como platos, no supe identificar si su gesto era de sorpresa, desconcierto o miedo, tal vez se trataba de las tres cosas, en todo caso no quise saberlo. Kouyou se había dado cuenta de mi excitación y yo ya no podía verlo a la cara.  

 

—Yuu - susurro mi hermano

— Perdóname... ¿olvidalo si? - articulé como pude sintiendo un nudo en mi garganta.

 

Pensé que me odiaria pero el sólo atinó a abrazarme y negar, como restandole al episodio la importancia que tenía. Desde entonces supe que de una u otra forma debía alejarme un poco de él o no lograría deshacerme de los pensamientos que empezaron a inundar mi mente desde ese día cada vez que lo veía. Y como si la vida se ensañara en mi contra, cada vez que intentaba hacer cosas que me mantuvieran alejado de él, terminaba haciendo lo contrario. Ya me resultaba casi imposible estar a su lado y controlar mis impulsos, lo peor es que parecía no darse por enterado del efecto que producía en mí y seguía siendo tan afectuoso como siempre. Literalmente sentía como si me estuviera ahogando, la angustia de estar en esa situación era casi palpable pero la paz que sentía al decidirme por tan sólo disfrutar el momento era invaluable.

 

 Pronto encontré la oportunidad que necesitaba para alejarme de él y poner en orden mis sentimientos. Me había graduado de la preparatoria y había aplicado a la universidad de Tokio, por lo tanto debía irme a vivir a la capital y qué mejor que rentar un pequeño departamento con mi amigo Akira. Kouyou se entristeció y sólo logré que volviera a hablarme prometiéndole que podría quedarse en mi departamento; definitivamente me dejaba controlar por ese chico.             

Me mude e ingresé a la universidad, por los gastos no debía preocuparme pues mis padres tenían la capacidad para solventarlos.    

                   

 Poco a poco fui encontrando lo que buscaba: chicos y chicas que llamaran mi atención, el género realmente no me importaba, solamente tenía en cuenta las muchas experiencias que pudiera vivir y así arrancarme esta obsesión del corazón. Fue así que en menos de un semestre me converti en un donjuan, un libertino total, tratando de encontrar satisfacer a mi deseo de él en otros cuerpos.   

 

Los meses pasaron, las fiestas navideñas se acercaban,  yo ya tenía poder sobre mis sentimientos y el episodio de enamoramiento de mi hermano había quedado atrás como algo que ya había logrado superar. Estaba dispuesto a disfrutar de las fiestas navideñas con mucho alcohol, música y por supuesto tal vez alguien que quisiera darme como obsequio una “Buena noche”.

 

Todo era perfecto, incluso me libré de ir con mis padres a  las aburridas reuniones familiares con gente que solo veía cada año, Reita y yo ya habíamos preparado nuestros planes para Noche Buena y hasta le había comprado un obsequio a ese tonto que tenía por amigo. Una llamada fue suficiente para cambiar absolutamente todos mis planes: Kouyou no iría a la odiosa fiesta familiar y no pudo hacer más que proponerle a mis padres que lo enviaran a pasar esos días conmigo, al fin y al cabo desde que me mudé no nos veíamos. Mi corazón se aceleró de cero a cien en un segundo de tan sólo pensar que lo vería de nuevo “Calma Yuu” me dije, “Es tan solo la emoción de ver a tu HERMANO después de tanto tiempo”

 

El día de su arribo a mi departamento llegó, por supuesto fueron mis padres quienes lo trajeron y al verlo supe que yo estaba perdido.

 

—Yuu! hijo, ¿cómo has estado?

En cuanto me vio, mi madre me abrazó como si no me hubiera visto en años

— Hijo tú madre ha estado muy preocupada porque ya ni siquiera nos llamas para contarnos cómo estás - dijo mi padre sonriente mientras ingresaba al apartamento con una maleta enorme

En ese momento Reita salió de su habitación y saludó cordialmente a mi padre

—Lo siento - dije retomando el tema - es que realmente no me ha quedado tiempo

Reita bufó, seguido de una tonta risilla.

— Reita ¿Me ayudas a servir un poco de té para mis padres? - pedí con la intención que ese idiota no tuviera la oportunidad de decir nada imprudente y también para safarme del abrazo sofocante de mi madre que aun no me soltaba

— No es necesario, nosotros ya nos vamos - dijo mi padre tomando a mamá por los hombros y liberándome al fin de su acosadora preocupación

Salieron del lugar y mi hermano y yo nos quedamos en la entrada hasta  que desaparecieron por el pasillo

—¿Se van a quedar en la puerta? vamos, entren! - dijo Reita sacándonos de nuestros pensamientos.

Kouyou ingresó primero y al ya estar en la sala, se giró y se lanzó a abrazarme como yo había deseado que lo hiciera desde que lo vi.

— Te extrañé tanto – susurró

— Yo también – respondí con toda sinceridad. El hecho que yo hubiera querido reemplazarlo en mis fantasías no quiere decir que lo lograra ni  mucho menos que olvidara a mi pequeño.

 

Durante esos días de festividades me encargué de llevarlo a todos los sitios que me pidió, a cine, a comer e incluso a beber, todo, claro, con el dinero que mis padres amablemente me dejaron para la “manutención de Kouyou” durante su estancia en Tokio. Dicho sea de paso que siendo el menor, era él quien se llevaba la gran parte de los mimos y atenciones, incluso de mi parte. Los días se pasaban a la velocidad de la luz, pues me fue fácil olvidar mis impulsos y dedicarme sólo a divertirme siempre que estuviéramos en un sitio público pero las noches eran otra historia.

 

Siendo un pequeño aparta-estudio, solo contábamos con dos habitaciones: la de Reita y la mía, así que por obvias razones mi hermano debía dormir conmigo en la única cama que yo poseía... de verdad luchaba porque siguiera siendo lo único que poseyera pero los brazos de mi hermano rodeando mi cintura y su respiración golpeando contra la piel de mi cuello lo hacían realmente difícil.

 

 

La psique se derrite.

Brota, flor temblorosa.

La susceptibilidad se rompe de nuevo,

se hace pedazos.

 

 

Difícilmente logré soportar ceder a mis impulsos todas esas noches hasta que él tuvo que volver a casa con mis padres para reanudar el ciclo escolar pero de allí en adelante venía a quedarse conmigo durante el fin de semana y entonces mi determinación de no tocarlo y mi fuerza de voluntad se iban evaporando ante el calor de semejante cuerpo que poseía mi querido hermano.

 

Para contrarrestar los efectos de él en mí, decidí volver a las andadas, volver a descargar mi deseo de manera desenfrenada, así que en las visitas del fin de semana Reita se quedaba con él desde que llegaba el viernes en la noche hasta el sábado en la tarde, cuando yo ya me recuperaba de la tremenda borrachera en la que llegaba en las madrugadas, en las que con todo el dolor de mi corazón me acostaba en el sillón de la sala en vez de mi suave cama junto a mi tibio Kou, siempre temeroso que mi estado etílico me hiciera abalanzarme sobre él sin importarme nada más.

 

Así continuaron las visitas los fines de semana pero noté cómo poco a poco Kouyou parecía cada vez más distante, se me acercaba menos pero aún así parecía mirarme más, como si yo fuera un animal exótico del cual él quería ver todas sus reacciones. Pensé que era lo mejor, así tal vez, teniéndolo cerca sin tener más contacto físico del necesario, retomaría mi control de nuevo y en cierta forma así fue, me sentía menos ansioso y más capaz de disfrutar agradables momentos con él sin pensar en nada más que pasar un rato con mi hermano como era hace años pero él por otro lado, parecía querer pasar más tiempo con Reita. En cierta forma lo entendía, pues ellos fortalecieron su amistad durante mi ausencia… y no sabía qué tanto.

 

Habían pasado ya varios meses desde que comenzaron las constantes visitas de Kou y yo como de costumbre me había encargado de deshacerme en alcohol, al fin y al cabo, mi deseo era como una bestia dormida a la que mantenía controlada con ciertas rutinas que ya eran un hábito. Era una noche bastante fría, estábamos en otoño pero este año los vientos de invierno parecían haberse adelantado a la estación a la que pertenecían  por lo que dormir en el sofá no me pareció para nada tentador, prefería la calidez de mi hermano que estaría reposando entre mis sábanas y me dirigí a mi habitación. Sin prender la luz, para no molestar su sueño, llegué a tientas hasta mi lecho pero al rebuscar a oscuras la forma de meterme en él, quedé en shock.

 

 

Me senté en el suave colchón, no me gustaba para nada lo que había allí, o más bien lo que NO había… ¡Mi hermano no estaba! Y entonces mi alcoholizada mente empezó a atar los cabos que no fue capaz estando en sobriedad.

 

 

Con la ira brotando por los poros me encaminé a pasos largos hacia la habitación del que hasta ese momento fue mi mejor amigo y con toda la fuerza posible abrí de golpe la puerta encendiendo de inmediato la luz. Allí, entre los brazos de mi amigo, estaba mi hermano, el objeto de mi amor… me sorprendí a mí mismo pensando de esa manera acerca de él y por un momento la confusión se reflejaba en el rostro de los tres presentes, ellos tal vez por verse descubiertos antes de lo planeado y yo porque me di cuenta de lo que realmente sentía y que intenté subestimar reduciéndolo a un vil deseo carnal.

 

 

 

Rómpeme.

Por favor, mátame con tu hermosa mano

antes de que te destroce por dentro.

Por favor, mátame con tu hermosa mano

antes de que te ensucie por dentro.

 

 

 

Tomé mi decisión que dolería pero sin duda sería lo mejor para todos. Caminé cual bestia furiosa hacia la cama que compartían y abofeteé a mi hermano con toda la fuerza que fui capaz de usar en su contra. Reita no interfirió, en realidad sólo escondía su mirada avergonzada de la mía fúrica. Kou puso una mano en la mejilla golpeada y contrario a lo que me esperaba, me enfrentó con sus ojos llenos de unas lágrimas que aún no dejaba caer. Se levantó y se encaminó a mi habitación, lo vi perderse por el pasillo y amenazante miré de nuevo a mi amigo

 

— Contigo arreglo después.

Ingresé a mi habitación y allí sobre mi cama estaba acurrucado mi pequeño. Sollozante me miró

— Eres injusto Yuu

— ¿Injusto? ¿Acaso no te das cuenta que esto lo hago por ti? ¿Acaso no sabes que Reita no tiene pareja porque no toma a nadie realmente enserio? ¿Acaso quieres que se de placer contigo y luego te tire cuando no le sirvas?

— YA LO SÉ! – gritó con sus bellos ojos cerrados - ya lo sé – susurró esta vez – pero no es muy diferente a lo que tú mismo haces no?

— ¿Lo que yo hago? ¿Te refieres a las aventuras que tengo? No es lo mismo – me defendí – ellos ya saben que será sólo una noche, es un mutuo acuerdo

— No eso, sino lo que hiciste conmigo

— Por el amor de dios Kouyou! De qué demonios me hablas?

— DEJA DE FINGIR YUU!! – grito de nuevo con desespero pero la verdad es que no tenía idea de qué estaba hablando.

 

 

De nueva cuenta Kouyou se levantó y allí me fijé en que vestía una camiseta enorme mía que difícilmente le cubría los muslos. Lo siguiente que supe fue que pasó sus brazos por mi cuello y juntó sus labios con los míos en un beso desesperado pero desbordante de pasión. Todas mis alarmas se prendieron pero ya era tarde. En cuanto me tocó, mi deseo de tenerlo sólo para mí escapó desde mi subconsciente como un animal furioso escapa de su jaula y como tal, lo lancé en mi cama y lo hice presa de mi amor y mi deseo.  Entre las sábanas le confesé  por medio de caricias, besos húmedos y susurros, lo mucho que lo amaba y me arrepentí de no haber hecho esto antes. Profané su cuerpo con el mío mientras su calor se encargaba de derretir la vergüenza que suponía tener este sentimiento desbordándonos. Mis manos y mis labios lo marcaron como mío sabiendo que pasara lo que pasara, seguiría siéndolo por siempre.

 

 

Por favor, elimina mi existencia.

Rezo por tu felicidad

antes de destrozarte por dentro.

Por favor, mátame con tu hermosa mano.

 

 

Esa noche murieron todos mis miedos a amarlo, esa noche él se encargó de reducirlos a nada con el fuego que avivó en mí.

 

 

A la mañana siguiente me enteré que la causa de haber montado semejante show no era como yo pensé. Kouyou me contó cómo todas las noches en las que yo estaba en los brazos de a saber quién, él se deshacía en llanto en los de mi amigo, los cuales eran su único sustento en esa soledad en la que yo me encargaba de sumirlo. Reita jamás juzgó todo aquello que Kouyou le contaba sentía por mí, de hecho al parecer lo alentó varias veces para que me lo dijera.

 

— Era obvio que te morías de amor por tu hermano – me dijo el rubio cuando quise saber la razón de su apoyo

 

Han pasado dos años desde aquello  y Kouyou ya está listo para ingresar a la universidad. Por supuesto aplicó a la Tokyo Business School, una mente tan brillante como la de mi hermano no podría estar en otro lugar. Reita se ha mudado a otro lugar con un chico con el cual tiene una relación hace ya un año, un chico de linda sonrisa pero de temer cuando se enoja, en definitiva alguien perfecto para domar a mi rubio amigo.

 

Al final viviré de tiempo completo con mi hermano, mi amor, mi dulce pecado y aunque sé que es algo que tendremos que ocultar por siempre de los demás, será lo único que realmente va a importar: nuestro amor culposo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Bueno, espero que les haya gustado, si es así dejen reviews, si no, también ^^

 

Gracias a Alejandra y a Mony por revisarlo.

 

De nuevo Feliz Cumpleaños lider-sama, espero que te guste tu regalo y perdón por la espera ♥


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