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Busca y Encuentra o Huye y Sobrevive por Itachi Madness

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Notas del fanfic:

Este fic no es mío es de mi amiga vale!

espero lo disfruten!

Notas del capitulo:

Advertencias:


Shonen ai

Suspenso

Sangre y otros fluídos sanguinolentos

Mención de lemon y mpreg

No recomendable para menores de 16 años

El lector podría estar desperdiciando su tiempo en algo mejor

El viento soplaba fuerte. El sol quemaba el asfalto de una carretera llena de autos abandonados, y basura que era arrastrada por el frío viento.


Dos jóvenes son las únicas almas que se encuentran ahí, caminando entre camionetas y coches con vidrios rotos, con puertas abiertas, algunos medio destruídos, muy mal estacionados, o revolcados con las huellas de los neumáticos marcados en la vía.


Al frente estaba un joven pelirrojo de ojos aguamarina, rodeados por muy marcadas ojeras, de piel blanca, gran estatura y un tatuaje en la frente de “Ai” en kanji. Sostenía una escopeta en sus manos atento a cualquier cambio en el ambiente.


Detrás suyo, se encuentra un joven rubio de ojos azul celeste, como el cielo despejado, de piel bronceada, un poco más bajo que su compañero y con una marcas de nacimiento asemejando bigotes. También carga con una escopeta y camina de forma lenta revisando el perímetro en el que se encontraban.

Hola, mi nombre es Umino Naruto, el rubio. El pelirrojo de enfrente es mi hermano, Umino Gaara.

Sí, ya sé que no nos parecemos en nada, porque hace algunos años, nosotros vivíamos en un orfanato en Osaka, Japón. Nos conocimos ahí y nos hicimos amigos. Luego vino un hombre llamado Umino Iruka que quería adoptar, nos conoció, le caímos bien, y como Gaara y yo éramos inseparables nos terminó adoptando a los dos.

Poco después de seguir caminando, llegaron a una tienda de autoservicio, que al igual que todo lo demás se veía desolada y deprimente.


Gaara cargó su escopeta y de forma muy sigilosa entró sin hacer el más mínimo ruido.

Umino Iruka, era un maestro de primaria que después de mucho tiempo había decidido adoptar, porque siempre había deseado un hijo, pero era infértil y además nunca tuvo buena suerte con los hombres.

Durante un corto lapso de tiempo sólo fuimos nosotros tres, y éramos muy felices, ya que Iruka fue como la madre que siempre deseamos, amable, cariñoso, con gran instinto protector y muy bello.

Por aras del destino, un par de años después conoció a un policía llamado Hatake Kakashi. Salieron un poco y después de algunas citas, se volvieron novios.

A él nunca le molestó que Iruka tuviera “hijos”, siempre fue muy amable y considerado con nosotros. Pudo ser el padre que siempre quisimos también.


Cuando entraron a la tienda, Gaara se giró para ver a Naruto. El rubio asintió luego del mudo intercambio de miradas y el pelirrojo se giró de nuevo para ver hacia el frente, con los ojos escudriñando todo el sitio.


Comenzó a silbar una boba canción a veces oída en la radio, esperando algo. Poco después, se hartó de esperar y con el mango de la escopeta tiró todo un estante con productos de baño. Y sólo fue hasta que los frascos que contenían perfume y otras cosas, se rompieran con un ruido estrepitoso y que los líquidos de múltiples colores fueran derramados, que de uno de los pasillos una persona sucia, con ropa rota y con un rostro lleno de cortadas y manchado de sangre apareciera casi al instante.


Parecía ausente, con los brazos colgando de los costados, sus ojos se encontraban mirando hacia ninguna parte, había sangre coagulada en su rostro derramándose de la boca y despedía un olor repugnante.


La ya no persona dio un par de pasos como si estuviera cojo y los atacó, a una gran velocidad, uñas largas y ennegrecidas y la boca de la cual despedía tan vomitivo olor.


Gaara le disparó, dándole un tiro en la cabeza haciéndole un enorme hoyo y lo que antes fue un hombre de cabellos marrones cayó inerte al suelo salpicado con un líquido rojo oscuro y viscoso.


Pero entonces otros más salieron, una mujer y un tipo gordo en iguales condiciones que el primero. También atacaron, y ambos hermanos comenzaron a disparar. El hombre gordo fue el primero en caer con tres hoyos en el cuerpo gracias a que se había resbalado con el líquido que Gaara había tirado, pero la mujer de tacón alto llegó casi junto a ellos, cuando Naruto la golpeó con el mango de su arma y Gaara finalmente le disparó a la cabeza.


-Bien, ya no hay nadie. Saca la bolsa- Dijo el pelirrojo luego de bajar su arma más relajado. Naruto puso en modo vertical su escopeta y de uno de los bolsillos de su pantalón de mezclilla sacó una bolsa de plástico.


Se pasearon por el sitio tomando cosas como botellas de agua, comida, medicamentos, chatarra, vendas, desinfectante para manos y cualquier otra cosa que cupiera en la enorme bolsa que Naruto tenía bien guardada.


-¡Noooo! ¡Gaara-niisan! ¡Aquí no hay ramen de cerdo-ttebayou!- Dijo el ojiazul, haciendo berrinche frente al pasillo donde se encontraban las sopas instantáneas.

-Lo siento Naruto pero tendrás que esperarte un poco más- Gaara lo veía de reojo, calmado.

-Pero ya no quiero esperar. ¡Quiero comer mi ramen de cerdo dattebayou!- El menor se encontraba hincado en el piso haciendo pataletas, pero su hermano ni se inmutaba. Ya estaba acostumbrado a los berrinches de su infantil hermanito.


 Kakashi se mudó con nosotros después de un par de años de noviazgo con Iruka, y desde ese momento comenzamos a vivir como si en verdad fuéramos una de esas felices familias que aparecían luego en películas que pasaban por la tele. Un papá fuerte y trabajador, una madre amorosa que cuidaba y enseñaba a sus hijos, y los dos hermanos ya entrando a la adolescencia. Lo único que nos faltaba era un perro de raza grande; a mí siempre me gustaron los que parecían lobos siberianos.

Como Gaara y yo somos donceles, Kakashi nos llevaba a la estación de policía y a diferentes sitios como ese para aprender defensa personal, primeros auxilios, y manejo de armas de fuego. Según él, no había nada de malo en prevenir de más, y era tan sobreprotector que nunca confió ni en nuestros amigos de la escuela. A veces temía lo que podría suceder si un día  llegaba a casa y le presentaba a un novio.

Lo único extraño en sus enseñanzas fue que en todo ese tiempo en que se encargó de convertirnos en casi soldados, nunca le dedico ni un minuto a enseñarnos a conducir. Tal vez porque no lo veía como algo tan importante o porque creía que Iruka nos enseñaría cuando cumpliéramos 17 o 18.

Cuando se habían reabastecido y comido, retomaron su camino. No podían estar por mucho tiempo en un mismo lugar por la siempre presente amenaza de que un casi-muerto-rabioso apareciera y tratara de comerlos. Era mejor desplazarse y matar a todos esos seres que se pudiera.


Cuando el cielo se cubrió del manto estrellado, encontraron una camioneta espaciosa y completa para encerrarse y dormir tranquilamente hasta el día siguiente.


 A veces pienso que el destino nos odiaba a Gaara y a mí, ya que cuando todo iba bien y estaba a poco de tener mi perro siberiano, una extraña epidemia azotó a la mayor parte de la población mundial.

Verán. Hace algunos años, hubo rumores de que USA.  Más específicamente, el departamento de inteligencia, la CIA o como se llamen, estaban creando un nuevo virus para una nueva guerra bacteriológica. Como a Gaara y a mí no nos interesaban los chismes y esas cosas sobre una nación en donde hablaban del presidente como si fuera la reina de Inglaterra y vivían en la eterna paranoia de que todo el mundo estaba en contra suya, no les prestábamos mucha atención. Ni siquiera en casa hablábamos de ese tipo de cosas. Iruka estaba más interesado en la educación de los niños y que los precios en los alimentos siguieran estables y Kakashi como era policía local sólo le importaba la seguridad de la ciudad.


Sin embargo, unos meses después hubo unos brotes de una enfermedad del sistema inmunológico,  que causaba infarto cerebral en la fase terminal y era extremadamente rápida, ya que el virus atacaba en sólo unas horas, pero no mataba al infectado y sólo se transmitía por medio de la sangre y las mordidas.

Los primeros en ser infectados fueron aquellos científicos que trabajaban en ese proyecto y los reos de las cárceles con los que estaban experimentando, después fueron la gente gorda y los discapacitados… por razones obvias… no podían escapar lo suficientemente rápido.

Los síntomas eran bajas en la defensa autoinmune, y pérdida de la capacidad de regeneración, así que la persona infectada por mordida no cicatrizaba, y podía infectarse la herida. Pocos minutos después le daba fiebre, mucho enojo, un enorme apetito de sangre y carne, y luego le daba el infarto. Convirtiendo finalmente a la persona en un zombi caníbal increíblemente agresivo y con aspecto aterrador ya que si eso no fuera suficiente, tenían yagas sangrantes en las encías y al morder a las personas transmitía de ese modo el virus.

Gracias a la estúpida globalización, la enfermedad se dispersó matando o transformando a la población mundial en asquerosos zombis.

La luz del sol comenzó a colarse por los vidrios polarizados hasta los rostros de los chicos bien escondidos entre los asientos. Ese día debían de llegar a la costa. Todo ese largo y peligroso recorrido fue para llegar a la costa, en donde cada cierto tiempo, Tokio llevaba a un grupo de auxilio a cada una de las islas para rescatar sobrevivientes. Se alistaron y volvieron a retomar su camino por las desérticas carreteras con sus provisiones colgando de uno de los brazos del rubio, y sus respectivas armas bien sostenidas.


Aún faltaba casi medio día de extensa caminata, y había una horrible posibilidad de que no llegaran a tiempo y tuvieran que quedarse ahí hasta que el próximo grupo fuera enviado, pero eso no estaba tan mal, habían sobrevivido por largos 3 meses después del primer ataque tomando provisiones y luego yéndose a otro lado. Siendo nómadas se exponían a muchos peligros más.

Fue una cálida noche cuando ellos aparecieron. Iruka y Kakashi habían anunciado que iban a casarse y estábamos arreglando las cosas dentro de un salón blanco de fiestas que más bien parecía una cochera, pero era perfecta  para que una boda sencilla se celebrara ahí.

De repente comenzaron a oírse gritos, tratamos de saber qué sucedía pero Kakashi no dejó que nosotros saliéramos a ver. Tan sólo se asomó y comenzó a gritar que cerráramos las puertas.

Lo que sucedió después no lo recuerdo bien, más de la mitad de lo que pasó ahí o no quedaron bien registrados o fue algo tan horrible que mi mente decidió sellarlos como una laguna mental.

Sólo puedo recordar lo más importante de todo. Iruka usando su último aliento para protegernos y gritarnos que corriéramos lo más que pudiéramos sin mirar atrás y Kakashi haciendo volar el salón gracias a un corto circuito que él mismo inició para hacer un incendio. Ellos murieron salvándonos a nosotros y matando a los zombis con ellos. Gaara y yo sólo corrimos y corrimos, sin notar que nuestros brazos y piernas estaban llenos de mordidas y rasguños.

Fuimos a una farmacia donde encontramos todo para curarnos. En esos momentos no sabíamos nada sobre que el virus se transmitía por las mordidas, pero en las siguientes horas no nos ocurrió nada. Luego nos dirigimos con la policía buscando a alguien que nos ayudara, pero primero debíamos curar y desinfectar las heridas que habíamos sufrido, con la pestilencia de las bocas de los zombis no dudábamos que podrían tener quién sabe cuánta asquerosidad como pedazos de piel o huesos incrustados en sus dientes.

Entramos pero no había nadie, gritamos pero no vimos a nadie. Tomamos chalecos antibalas y pistolas, sólo por si se presentaba algo. Recuerdo que cuando seguíamos buscando hallamos un radio sintonizando un noticiero que hablaban del brote virulento y sus síntomas, alertando a toda la gente que se alejaran de aquellos que habían sido mordidos porque en tan sólo unas horas se volverían zombis. También dijeron que en Tokio estaban exterminando a los infectados, ya que cuando el huésped moría, el virus también, porque necesitaba vivo al infectado para seguirse alimentando. Por último hablaron que comenzarían a enviar transportes cargados de militares para buscar sobrevivientes en las demás islas.


Al principio nos aterramos ante la posibilidad de convertirnos luego de haber sido mordidos muchas veces, pero al ver que las heridas habían cicatrizado. No sabíamos cómo, pero parecía que éramos inmunes al virus. Se supone que en cada brote virulento, siempre existía un pequeño porcentaje de gente la cual no era afectada, tal vez por una inmunidad transmitida por sus padres o adquirida en algún momento de su vida. En nosotros era bastante improbable que tuviéramos algún tipo de lazo sanguíneo o algo. Recuerdo poco de mis padres, como que mi mamá era pelirroja y mi padre rubio, los padres de Gaara eran diferentes a los míos, su madre era rubia

arenosa y su padre castaño ceniza, y por lo que ambos sabemos ninguno tenía hermanos, así que tampoco podíamos ser primos. Tal vez hubiéramos adquirido la inmunidad cuando íbamos en el orfanato, pero eso tampoco era seguro.

Algunos días después entramos a una tienda abandonada de cosas de cacería y pesca y tomamos un par de escopetas y todos los cartuchos que había. Con eso iniciamos nuestro trayecto a la costa muy bien armados. Gracias al entrenamiento que nos dió Kakashi, habíamos desarrollado una muy buena puntería y eso más de una vez nos salvó.

Caminaban a un lado de una carretera para ocultarse entre la flora demasiado crecida, eso los volvía menos visibles y además se ocultaban de los rayos del sol.


El suelo que pisaban era inestable, había hoyos por todos lados y como estaba cubierto por las hojas caídas de los árboles, no se sabía en dónde pisar. Como Naruto traía la bolsa de provisiones le costaba equilibrarse más y muchas veces su pie se hundía.

-No creo que ir por aquí sea muy buena idea-

-Lo lamento Naruto, pero es esto y ocultarnos del sol, o ir en medio de la carretera y ser presas visibles-

-Buaaa, ¡no es justo-ttebayou!-

Gaara suspiró, él también estaba cansado, tenía hambre, hacía calor y el camino lleno de cosas tiradas en el suelo sólo dificultaba más su desplazamiento, de repente, apunto de dar otro paso se percató de que había un hoyo más grande y profundo que los otros, si lo pisaba podría perder el equilibrio y caer colina abajo o podrían golpearse con uno de tantos árboles, así que se detuvo procurando evitar pisar ahí. Pero no contó con que Naruto chocara con él, pisara ese hoyo… y se cayera.


El rubio había continuado caminando sin saber que su hermano se había parado, por eso cuando chocó con él por accidente, vió cómo Gaara se resbaló y comenzó a caer colina abajo. Asustado le gritó y trató de alcanzar su mano para evitar que siguiera cayendo, pero su peso fue más y él también perdió el equilibrio cayendo junto con él.


Luego de muchas vueltas llegando milagrosamente a salvo al fondo, se quitaron las basuras pegadas que tenían en el pelo y la ropa que se adhirieron por todas esas vueltas, cuando se dieron cuenta de que estaban rodeados de zombis.

 

Maldita suerte la nuestra…

 

Justo encima de ellos se hallaban decenas de gente semi-muerta, llena de sangre en la boca y en sus diferentes heridas, todos viéndolos llenos de hambre luego de haber estado buscando entre la basura del suelo. Los hermanos tomaron sus escopetas aterrados, esperando el momento en que comenzaran a atacarlos… El más grande de ellos, un hombre musculoso, aunque con partes faltantes de sus brazos llenos de sangre coagulada, dio el primer paso para que todos lo siguieran.


Gaara y Naruto comenzaron a disparar indiscriminadamente volando entrañas, cabezas y otras partes del cuerpo, tenían suerte de que los zombis se pudieran matar fácilmente, lo malo era que como no sentían dolor, si sólo los herías, eran capaces de seguir, incluso sin brazos o piernas.


Aún faltaban muchos más, estaban comenzando a desesperarse, pensaban en regresar escalando, pero no era buena idea porque entonces los seguirían y ya se estaban quedando sin cartuchos. Comenzaron a retroceder lentamente y a tratar de escalar sin quitarlos de la mira de sus escopetas, cuando a la de Naruto se le acabaron los cartuchos luego de tantos disparos, decidió usar la fuerza bruta y golpearlos con el mango. Gaara lo protegía y trataba de hacer retroceder a los demás, cuando sus cartuchos también se le terminaron. Debían de por lo menos hacer el intento de correr, ya no tenían más opciones. Luego de un rápido intercambio de miradas Naruto salió corriendo para dar certeros golpes en el cráneo y abrirles el paso. Zombi que se interponía terminaba muerto de un solo golpe, y si no, luego llegaba Gaara para rematar.


Salieron de ahí y siguieron corriendo, esta vez en la carretera mientras eran perseguidos. Gaara de pronto reconoció el olor a sal y supo que ya estaban cerca del mar cuando un ruido ensordecedor lo sorprendió. Naruto también reconoció ese sonido como de un motor que se acercaba a gran velocidad y en una curva, un gigantesco auto jeep con franjas verdes tipo militar apareció de la nada y viajando en sentido contrario al suyo.


El auto por poco y los atropella al pasar junto a ellos pero se alegraron al ver como los enormes neumáticos atropellaban a todos esos zombis. Del techo del vehículo, salió un joven de cabello azabache con una ametralladora y comenzó a disparar a todo lo que se movía, por eso se tiraron al suelo.

-¡No nos dispares! ¡Somos humanos!-

Gritó histérico Naruto sosteniéndose la cabeza con sus manos. El chico paró de disparar para ponerles atención, golpeó el techo y la puerta del jeep se abrió.

-¡Entren si quieren vivir!-

Se pararon y salieron corriendo a meterse, y cuando Gaara entró completamente la puerta se cerró de golpe y el jeep arrancó de inmediato.

-¿Sólo son ustedes?- Dijo una voz que apenas se oía por el ruido del motor, en el asiento del conductor encontraron a un hombre como de unos 28 años de pelo azabache peinado en una coleta baja.

-Sí, sólo somos nosotros dos-

-Bien-

Dicho eso, dio un violento giro en U y regresaron por donde habían venido.


Fue entonces que los Umino pudieron suspirar y relajarse sabiendo que estaban a salvo.


-Por cierto, mi nombre es Itachi, y el que estuvo disparando es mi hermano menor Sasuke-


Itachi se volteó para verles la cara y les sonrió de lado. Lo que más les llamó su atención eran las marcas bajo los párpados parecidos a grandes ojeras que en vez de hacerlo ver viejo, lo hacían ver muy bien.


-Un gusto- Dijo Gaara por cortesía, mientras Naruto trataba de acomodarse en los asientos, poco después, Sasuke bajó también con una sonrisa de lado sentándose junto a Itachi.


-¿Siguen vivos?- Preguntó en broma, obteniendo en respuesta un suspiro cansado y otro de desagrado.


-Eso creemos- Contestó Naruto, un poco indignado por la broma de mal gusto luego de acomodarse bien. Entonces pudo apreciar mejor a Sasuke, que al igual que su hermano tenía ojos y cabello negro, pero su peinado le recordaba al trasero de los patos.


 A todo el mundo le afectó diferente la epidemia de zombis, y un claro ejemplo de esto son los hermanos Uchiha.

Hijos del general Uchiha Fugaku, desde pequeños se les disciplinó y enseñó como si en verdad fueran soldados. Itachi era el hijo perfecto para Fugaku, fuerte, inteligente, ágil, buen estratega y aprendía rápido lo que fuera. Sasuke, no tanto.

Su hermano mayor era el hombre perfecto, guapo con cuerpo escultural, elocuente, tenía calificaciones perfectas, voz grave y a la vez suave, todas las chicas se ponían locas con él, y con sus estudios en administración tendría un muy próspero futuro, por eso es que Sasuke decidió ser como él y un día superarlo… mas nunca lo logró, cuando cumplió 13 años, supo que sin importar cuánto se esforzara no lograría hacer que su padre se fijara en él, por lo que decidió buscar en su hermano una falla o un secreto vergonzoso, porque era obvio que… ¡Nadie podía ser tan perfecto!

Cuando el ataque de los zombis, Itachi y Sasuke quedaron huérfanos como nosotros, sólo que su padre hizo explotar su propia casa con una granada  mientras sus hijos se refugiaban en un bunker subterráneo lleno de armas, comida y otras cosas. En él, Sasuke encontró una caja que decía “Itachi. No tocar”, sin hacer caso la abrió y se encontró con la colección completa del manga de Sakura CardCaptor y un buen número de revistas de Marvel Comics, incluyendo un gran póster de la película “Thor”. Por fín había hallado la prueba de que su hermano no era tan perfecto como todo el mundo creía, lamentablemente, ya no había nadie a quién contárselo. A Itachi, esto le había afectado en mucho menor grado, ya no tenía que guardar ese “oscuro secreto” ni estudiar

esa horrible y aburrida carrera, ni tampoco ocultar lo friki que era en relación con los comics de Marvel y su afición a los mangas de las CLAMP. Sin olvidar que él detestaba la forma en cómo Fugaku controlaba su vida y su madre no hacía nada por evitarlo. Así que con el ataque de zombis, aunque le dolió muchísimo la pérdida de sus padres, también lo liberó de su yugo, además aún tenía a su hermano.

Los llevaron a un pequeño barco que los esperaba en la costa, y en el camino a Tokio se presentaron. Los hermanos Uchihas provenían de Tokio, y como su padre fue militar lograron unirse a la resistencia para acabar con los zombis y rescatar a los sobrevivientes. También había un grupo de médicos que estaban trabajando para encontrar una cura para la enfermedad y se mantenían trabajando en una fortaleza donde iban a dar todos los sobrevivientes; a un pequeño pueblo de refugiados.

-No puedo creer que hayan pasado por todo eso para llegar hasta aquí- Decía Itachi, una vez arriba de la nave, estaba recargado en el barandal de la cubierta en la proa junto a los Umino y a su hermano.

-¡Y eso no es todo, al tercer día, nos salió una horda de abuelitos zombis y muchos no tenían dientes, usaban lentes o utilizaban sus andaderas! Son cosas que ni con años de terapia voy a poder olvidar-ttebayou- Naruto se encontraba contando todo lo que Gaara y él habían tenido que soportar por todo ese viaje, con tono melodramático y haciendo ademanes exagerados para dar énfasis a algunas cosas.


Sasuke se hallaba viéndolo de reojo, aparentando no estar poniendo mucha atención. No podía evitar sentirse muy sorprendido al ver a ese chico de cabello rubio, algo opacado por no habérselo lavado en mucho tiempo, con piel morena y ropas llenas de manchas por la suciedad y la sangre, dueño de una voz chillona, ruidosa e infantil, y poseedor de los ojos azules más intensos y preciosos que había visto, había conservado su inocencia y carisma aún después de haber pasado por la pesadilla de matar o ser comido.


El barco llegó a la costa de Tokio, donde un grupo los esperaba en la bahía. Bajaron y los Uchihas se adelantaron a hablar con la única mujer presente. Una rubia en bata de laboratorio de largas coletas bajas, ojos almendrados y una gran… “pechonalidad”.


Los hermanos relataban lo que sucedió en la costa de Osaka y cómo fue que los encontraron. Ella asintió y dio un par de pasos al frente para ver a los recién llegados.


Los ojos almendrados se abrieron con sorpresa y un poco de pena. Sólo eran un par de niños. Sucios, con ropas rasgadas, manchadas con sangre y lodo, cabellos grasientos y opacos. Tenían múltiples cortadas y raspones, nada de lo cual preocuparse a simple vista. Pero lo que más la impactó fueron los enormes ojos azules de Naruto. Brillaban tanto o más que el mar profundo. Realmente se veían intensos, y en ellos se podía ver todo el dolor y la angustia que tuvieron que soportar.

Una de esos grandes médicos fue Senju Tsunade, toda una prodigio en la medicina, conocida por su brillantez, su fuerza descomunal, su apariencia joven y hermosa, su afición al sake, su enorme busto, su legendaria mala suerte en las apuestas y su iracundo carácter.

Ella alguna vez trabajó en el hospital más grande de Tokio, así que fue testigo de cómo atacaba el virus a miles de personas. Después, junto con un gran equipo de doctores sobrevivientes, comenzaron a trabajar en una cura, pero el virus era demasiado fuerte y los recursos eran demasiado escasos. Lo máximo que pudieron hacer fue un medicamento que tan sólo retrasaba el proceso de zombificación.

Tsunade se detuvo justo en frente de los “niños” y los abrazó. ¿Cómo no poder sentir tanta pena?, los pobres apestaban a sudor y a otros fluídos.


-Bienvenidos. Aquí estarán a salvo. Siéntanse como en casa este será su nuevo hogar.-


Los hermanos se sorprendieron mucho por la calidez con que Tsunade les hablaba, pero también estaban muy felices por todo esto.


-¿Por qué no vienen conmigo y se toman un largo y relajante baño?-


La palabra “baño” hizo una especie de “click” en Naruto y Gaara, sus miradas antes oscurecidas por el cansancio, se iluminaron con emoción.


-¡¿De veras?!- Casi grita Naruto.


-¡Por supuesto, así que síganme!-


Todos siguieron a Tsunade y a los otros tipos que mas bien parecían adornos, ya que sólo se habían parado ahí sin decir nada.


Entraron a las instalaciones  donde pudieron ver a cientos de personas agrupadas. Tres niños jugaban y corrían por los alrededores felices, y sin poderlo evitar, chocaron con Naruto.


-¡Lo lamentamos mucho señor!- Decía el niño, de cabello castaño y con una larga bufanda verde en el cuello.


-¡No fue nuestra intensión!- Lo secundó una niña de cabello naranjo y mejillas rosadas.


-No vimos bien por dónde íbamos- Dijo el último niño, de lentes y cabello ceniza.


-No importa-ttebayou. Díganme, ¿se divierten?- Preguntó el rubio con ilusión.


-¡Sí! Aquí se encuentran todos los refugiados y nos permiten jugar.- Dijo el niño de la bufanda.


-Konohamaru, Moegi, Udon, ellos son nuevos, apenas llegaron hoy.- Dijo Itachi tomando la misma altura de los niños.


-¡Bienvenidos!- Saludaron al mismo tiempo los tres, antes de irse a seguir correteándose.


Recorrieron los múltiples pasillos bien iluminados hasta una puerta, donde les dieron ropa limpia y un par de toallas. Entraron y se encontraron con un grande y extenso baño, lleno de regaderas separadas por muros de loseta blanca que dividían los cubículos y tenían puertas transparentes pero que distorsionaban la imagen detrás de ella. Todos con un pequeño estante con jabón y shampú.


Tsunade, los hombres maniquí y los Uchihas se retiraron. Los hermanos fueron hasta una de las partes retiradas donde se sacaron rápidamente toda su ropa. Gaara la dobló y acomodó bien mientras que Naruto la dejó regada por casi todo el suelo. Abrieron las llaves y comenzó a salir agua tibia que poco a poco comenzó a calentarse más.


Naruto se sentó en el piso y cerró los ojos mientras sentía cómo el agua caía en su cabeza, le mojaba los cabellos, recorría su espalda y con ella se le iban las penas. Luego de relajar sus músculos tomó el jabón y se quitó las capas de mugre que oscurecían su piel, pasó varias veces el jabón hasta crear mucha espuma en lugares como sus axilas, pies y muslos para quitarles todo olor a sudor. Después tomó el shampú y casi lo vacía completamente en su cabello. El cual estaba tan opaco y sucio que hasta parecía castaño. Lo lavó muchas veces, cada enjuagada le devolvía un poco más de su color natural. Gaara terminó primero, se secó y se puso la ropa. Pero Naruto quería estar ahí más tiempo. Gaara iría directo a la cafetería donde esperaría a su hermano, se le hacía raro que él prefiriera el baño a la comida. El ya rubio, no tenía tanta hambre como la necesidad de sentirse limpio. Quería borrar de su piel la sensación de esas manos podridas tocarlo, quería borrar el olor a descomposición de su perfume natural y reemplazarlo con el del shampú de papaya y aguacate. Por último elevó su cara directo al rociador, cerró los ojos y la boca, por fin aliviado. Se sentía mucho más ligero y sereno. Cerró la llave y se secó. Se sentía fresco y felíz. Ya no percibía ningún olor extraño, su piel volvió a ser bronceada, y su cabello volvió a ser suave y brillante.


Ya estaba seco, bueno, su cabello aún estaba un poco húmedo, pero salió con una toalla anudada a la cintura. Cuando salió de su cubículo se encontró con la cara de Sasuke.


El Uchiha estaba como él, en toalla, tenía aún la ropa limpia entre sus manos por lo que veía que aún no se bañaba. ¿Cuánto tiempo se tomó? Él tenía la misma cara de sorpresa casi rayando a susto y entonces pudo notar cómo casi imperceptiblemente, los ojos negros estaban recorriendo su casi desnudo cuerpo.

-¡¡BUAAAA!! ¡¡NO MIRES BASTARDO!!-

Fue algo instintivo, más bien, fue por reflejo. El ojiazul asustado, molesto y avergonzado le dio un fuerte golpe en la mejilla, dejándolo noqueado.

Justo después de habernos dejado en el baño, Itachi y Sasuke fueron al despacho de Tsunade, quien en esos momentos estaba dirigiendo todas las operaciones de rescate y les pidió el informe de la misión. Luego, ella les dejó retirarse, Itachi fue directo a cambiarse sus ropas de militar a unas más cómodas, pero Sasuke decidió irse a dar un baño. Estaba muy sudado según él.

Cuando entró al baño no me vió ni escuchó porque me estaba secando. Yo tampoco lo escuché a él por estar aún metido en mis pensamientos. A él le gustaba bañarse en uno de los cubículos un poco retirados de la derecha, justo donde yo me encontraba y fue inevitable que nos encontráramos. Casi por reflejo lo golpeé, no me gustaba cómo me veía y cómo sus mejillas se habían sonrojado. Se veía muy visible en su níveo rostro.

Me vestí y esperé a que se despertara. La verdad yo también tenía la culpa por ser tan impulsivo, con el grito hubiera bastado, no tenía que dejarlo inconsciente. Aún así le agradecía mucho a Kakashi-san que me hubiera enseñado esa clase de golpes.

Cuando Sasuke despertó traté de disculparme pero él comenzó a gritar y a reclamarme, así que yo le contesté con un grito más fuerte pero él me contraatacó, cuando me dí cuenta, nos encontramos peleando como nunca antes nos habíamos peleado con nadie…

Gaara e Itachi se encontraban en una mesa juntos “hablando” de temas sin mucha importancia, ya que los dos eran muy callados así que realmente no había mucha comunicación. Mientras esperaban a sus respectivos hermanos, comían arroz con algunas verduras. No era mucho, pero sí suficiente para apaciguar su hambre. De repente, las puertas de la cafetería se abrieron completamente con violencia, causando un gran estruendo, y dos mocosos gritones y maleducados entraron haciendo todo el alboroto posible.


La sorpresa invadió a los hermanos mayores al reconocer a esos dos mocosos como sus hermanitos menores, quejándose de quién sabe qué cosa del jabón, los golpes, los tomates y la comida instantánea a un muy alto volumen llamando la atención de todo el concurrido sitio. Cualquier otra persona en su lugar hubiera deseado que la tierra lo tragase por la vergüenza, pero los hermanos mayores, más que avergonzados, estaban muy sorprendidos, casi estupefactos. Gaara conocía casi a la perfección la personalidad berrinchuda de Naruto, pero era la primera vez que lo veía discutir tan infantilmente con alguien. ¡Por kami, si a ése lo acababa de conocer y parece que en cualquier momento se le echaría encima!


Con Itachi era igual, Sasuke siempre fue un niño muy serio y frío, aunque un poco caprichoso, ¡pero nunca en su vida lo había visto pelearse como si fuera un niño berrinchudo! ¡Y mucho menos con un adolescente de su misma edad!


-¡Oigan ustedes dos!- Les llamó la atención Gaara. A ver si así reaccionaban y se daban cuenta de la escena que se estaban montando en la entrada de la cafetería.


-¡¿QUÉ?!- Gritaron los dos adolescentes desviando sus ojos centelleantes hacia Gaara e Itachi que los veían con un deje de decepción.  Cosa que poco les importaba.

Luego de parar de pelear, comimos un pequeño almuerzo a base de arroz. La verdad es que ese simple platillo  era lo más preparado que había comido desde el ataque de los zombis, y tenía un muy buen sabor, así que no me quejaba. Pero no pude disfrutarlo bien porque Sasuke me dirigía miradas afiladas que yo le respondía con la misma intensidad. A veces creía que de nuestros ojos salían rayos. ¡Era tan extraño! ¡De sólo verlo me daban ganas de golpearlo!

5 semanas después…


Los hermanos Umino ya se habían acostumbrado a vivir en la fortaleza. Dormían en una pequeña habitación con una litera de dos camas, y todas las mañanas, tardes y noches comían en la cafetería. Durante casi todo el día, la gente salía de las instalaciones de la fortaleza para comenzaba a levantar su caída ciudad, y devolverle su vieja gloria. La relación de Sasuke y Naruto cambió con el constante contacto casi obligatorio que debían mantener en la cafetería y en los trabajos de reconstrucción donde lamentablemente casi todos los días hacían una escena como la de la cafetería por pocos minutos antes de volver a trabajar como si nada hubiera sucedido. Conforme pasaban los días se fueron acercando y contentando. Si antes se medio toleraban. Ahora parecían uña y mugre. A donde fuera Sasuke iba Naruto y viceversa, eran los mejores y los peores amigos, peleaban por cualquier tontería y luego terminaban conversando tranquilamente o haciéndose divertidas bromas sin sentido. Su relación era algo así como amor-odio.


No hace mucho, Gaara pidió una reunión con Tsunade y le habló sobre su inmunidad al virus zombi. Tsunade casi se lo come a besos y lo mata con sus asfixiantes abrazos y ahora, gracias a su sangre y a la de Naruto, ella pudo crear una vacuna…. No era mucho pero con algo se inicia, ¿verdad?


En esos momentos, todo el mundo vestido con jeans, ropa fresca, pañuelos y guantes de jardinero, trabajaba en la reconstrucción de la destruída ciudad de Tokio, levantando edificios, negocios y casas y también embelleciendo la ciudad con plantas y árboles.  De eso tendrían que vivir por varios años antes de que el mundo regresara a su antiguo curso. El atardecer pintaba el infinito cielo con colores cálidos, mientras Sasuke y Naruto discutían (como siempre) y Gaara los ignoraba plantando sus hortalizas. Los tres niños Konohamaru, Udon y Moegi jugaban con una pelota de caucho e imaginaban estar jugando en un gran estadio de fútbol, cuando una patada mal dirigida hiso que el balón saliera volando hasta la cabeza de Naruto que se encontraba discutiendo cara a cara con Sasuke. La pelota lo golpeó en la nuca y perdió momentáneamente el equilibrio doblándose un poco para adelante chocando ruidosamente con los labios de Sasuke….


Los dos veían anonadados al otro, sus cuerpos estaban completamente inmóviles. Los carnosos y rosados labios de Naruto estaban sobre los grandes y pálidos de Sasuke. Los niños veían con horror la escena por más miedo al regaño que por la misma escena. Gaara había dejado de plantar también y estaba pálido.


Naruto recuperó la noción del tiempo y se separó suavemente de los labios del contrario para luego taparse su boca con ambas manos enguantadas y que su cara fuera cubierta por un intenso sonrojo al rojo vivo. Con Sasuke fue casi igual. Cuando apenas se daba cuenta de lo que sucedía, Naruto ya había separado sus labios de los de él y también se ruborizó. No tanto como el rubio,  pero igual de visible. Así que también trató de ocultarlo un poco con su mano y giró su cabeza hacia otro lado.


 Lo que sentí en ese instante fue una corriente eléctrica que comenzaba desde nuestros labios y pasaba por mis mejillas, corazón y llegaba a las puntas de mis dedos. Y creo que Sasuke también la sintió…

 

Ya caída la noche, los dos no podían dormir. Sus mentes no dejaban de pensar en lo sucedido, temerosos se tocaron los labios con las puntas de sus dedos para revivir esa sensación, y se volvieron a sonrojar, ésta vez por la vergüenza, antes de cubrirse con las cobijas  esperando que así sus corazones dejaran de latir tan fuerte.

Notas finales:

¡No esperen continuación! ¡Sean creativos e imaginen su propio final!

xD


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