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Trust in the howl. por BlueJeep

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Notas del fanfic:

En especial dedicación a Aeriel :)

Stiles se revolvía de forma limitada bajo el edredón, pesaba demasiado sobre su cuerpo y, aunque le proporcionaba bastante calor, llegaba a resultar molesto. Miró hacia la mesita de noche, que se hallaba junto a su cama, el reloj marcaba las tres de la madrugada. Suspiró aliviado, aún le quedaban unas horas más antes de tener que ir a clase. Metió las manos bajo la almohada y echó su mejilla sobre ésta. Algo no cuadraba. Se incorporó sobre los antebrazos y observó su escritorio con una mueca de duda. La pantalla de su ordenador portátil estaba cerrada, y él estaba -completamente- seguro de que lo había dejado abierto. Sacudió la cabeza hacia ambos lados y, encogiéndose de hombros, pensó que tan solo sería una sensación suya. Se dejó caer sobre uno de sus cojines y cerró los ojos, dejando a un lado aquel pequeño detalle.

Estaba seguro de que era de día, a pesar de tener los ojos cerrados. Finos rayos de luz se colaban entre las rendijas de la persiana. Giró sobre sí mismo, dándole la espalda a la pared, y abrió los ojos muy lentamente. Frente a él, el despertador, a dos minutos de sonar pidiéndole que se despertase. Stiles sonrió, desactivando la alarma. Se sentó al borde de la cama y se frotó los ojos con fuerza. Aquella mañana no tenía legañas en los ojos, y pudo abrirlos sin ninguna dificultad. Se puso de pie y estiró los brazos hacia el techo. Su espalda crujió, con el característico chirrido que le indicaba que ya estaba listo para ser persona, ese día. Como cada mañana, no podía faltar su ducha de agua fría; eso le ayudaba a despertarse, aún más. Se desnudó, dejando la ropa a un lado y se hundió bajo el caño. No tardó más de tres minutos en salir, aunque esas duchas siempre se le hacían eternas. Tomó algo de ropa limpia de la cajonera y se vistió, mientras su ordenador decidía si encenderse o seguir durmiendo. Stiles no entendía por qué no terminaba de arrancar, nunca había tenido problemas, era nuevo -de hacía siete meses-. Chasqueó la lengua, colocándose la camiseta. Echó un vistazo a la habitación en busca de su mochila, no estaba en el rincón de siempre (bajo la ventana) donde solía tirarla, después de llegar a clase. Dio una vuelta sobre sus pasos y la divisó junto a la papelera, bajo el escritorio.

- Qué raro… Juraría que… -Murmuró.- Perfecto, ahora estoy perdiendo la cabeza. Muy bien, Stilinski.

Resopló cogiendo la mochila, de mala gana. Sacó los libros que no necesitaba ese día, y los cambió por los de Física, Química y Literatura. Dios, Literatura, qué asco le daba esa asignatura; era abrir la página y darle náuseas. Cerró la mochila y se giró hasta su escritorio. Nada, el ordenador no le encendía. Probablemente, estaría sin batería. Le conectó el cargador y lo dejó allí, enchufado, mientras que el iba al colegio. Recogió su sudadera negra del respaldo de la silla y se dispuso a bajar las escaleras, hasta la cocina. A medida que se acercaba, el aroma a café iba aumentando. Ese día su padre parecía estar de buen humor, o esa fue la sensación que le dio al entrar en la habitación. Le dio un suave beso en la mejilla, y sonrió soltando la mochila junto a su silla.

- Buenos días. -Respondió con cierto entusiasmo, tras comprobar que no tenía que hacerse el desayuno. Pues ya había una taza de café con leche, y dos cucharillas de azúcar, sobre la mesa.

- ¿Cómo has dormido? -Preguntó su padre con curiosidad, sentándose en frente suyo.

- Bien, me desvelé a las tres o así, pero nada más. -Contestó con cierta inseguridad, tras recordar el detalle de su ordenador. Dio un sorbo de su café y le miró.- Oh, papá, mi ordenador no enciende. No sé si es que está sin batería o qué le pasa. Lo he dejado cargando, arriba.

- Y, ¿eso? No le habrás dado ningún golpe, ¿no? -Enarcó una ceja enfadado.

- No, no, te lo prometo. -Se apresuró a responder el muchacho.- Anoche estuve trabajando en mi proyecto de economía e iba perfecto, de verdad, que no le he hecho nada.

- Bueno… Luego cuando vuelva de la comisaría, si no enciende, le echaré un vistazo. -Le propuso su padre, dándole vueltas a la cucharilla.

- Gracias, papá. -Murmuró terminándose el desayuno.- Me voy, que si no llego tarde.

- ¿Tarde? Aún tienes veinte minutos. -Repuso extrañado, recogiendo la mesa.

- Es que tengo que ir a recoger a Scott. Su madre le ha castigado sin coche, por colarse en la casa de Allison, sin que lo supiese su padre. Imagínate el resto. -Se echó a reír, sacando las llaves del Jeep del bolsillo de su chaqueta.- Luego te veo.

- Adiós, hijo. -Se despidió.- ¡No te metas en lío!

Aquella frase fue un murmullo para Stiles, quien ya había salido al porche, cerrando la puerta tras de sí. A penas tardó unos minutos en llegar a la casa de su amigo, quien le esperaba sentado en el bordillo de la acera. Al ver girar la esquina la tartana azul de su medio hermano humano, se levantó y se sacudió la ropa.

- Gracias por recogerme, tío. Podía haber muerto de camino al instituto. -Se rió, mientras se ponía el cinturón de seguridad, y echaba su mochila en el asiento trasero junto a la de Stiles.

- Qué dramático eres cuando quieres. -Replicó poniendo los ojos en blanco.

- ¡Oh, vamos! -Scott le soltó un leve puñetazo en el hombro.- Tú ni te levantarías de la cama si no tuvieses el coche.

- Eso es cierto. -Asintió dejando caer una fuerte risotada. Su amigo empezó a olisquear, tal y como lo hace un animal. Stiles lo miró, por un momento, frunciendo el ceño.- Scott. Scott, ¿qué haces?

- ¿No… No hueles como… como a perro? -Murmuró desconcertado, dirigiendo su nariz hacia el chico de pelo castaño.

- ¿De qué hablas? Oye, deja de meterte con mi coche. Que, yo al menos tengo algo con cuatro ruedas. -Se defendió ante lo que parecía una mofa de Scott.

- No, no, en serio. -Negó con rapidez.- Hueles a perro. A perro sucio, tío. ¿Dónde coño estuviste ayer?

- ¿Qué? ¿Eres imbécil? Ayer estuve en mi casa, y me he duchado esta mañana. -Stiles vio el momento perfecto para devolverle el puñetazo, pero con algo más de fuerza.- Deja de usar tus súper poderes lobunos, y compórtate como una persona normal. Aunque no lo seas.

- Serán imaginaciones mías… -Suspiró, tras dejar de olisquear el ambiente.

Aparcaron en la acera de enfrente a la puerta principal del instituto, y, delante de ellos, se hallaba el coche del padre de Allison. Ambos se bajaron del Jeep y observaron a los miembros de la familia Argent. La hija de Chris agachó la mirada avergonzada, al igual que Scott. Caminaron hacia el interior de los pasillos, dejando atrás el bochorno de coincidir con el padre de su novia. Y, entonces, el hombre lobo se olvidó de su amigo y se unió a la chica, quien se había juntado con Lydia y Jackson. Stiles decidió pasar de largo, estaba intentando calmar su obsesión por la chica pelirroja, y una de las reglas era no estar en los mismos dos metros a la redonda. Abrió su taquilla y metió la mochila dentro, sacando tan solo lo que le hacía falta.

- Oye, Stiles… -Oyó decir tras de él. Cuando se giró hasta Isaac, lo vio con la nariz tapada y una mueca de asco dibujada en su cara.- ¡Dios, Stiles!

- ¿Qué? - Respondió molesto, cerrando de un portazo su taquilla.

- Hueles a perro. -Murmuró, en un burdo intento por calmar sus sentidos.

- Otro con lo de que huelo a perro. -Contestó Stiles, dejando caer su espalda contra la pared.

- ¿Otro? -Preguntó Isaac, echando a caminar hacia el aula de Historia.

- Scott también me lo ha dicho, pero no me he mezclado con chuchos. A excepción de vosotros. -Comentó, intentando darle un toque de humor.

- Posiblemente sea de alguno de nosotros. -Repuso el rubio encogiéndose de hombros, sin terminar de entender por qué Stiles olía tan fuerte a un canino.

- Bueno, ¿qué querías? -El castaño le miró, reprimiendo una sonrisa, mientras pasaban al interior de la sala.

- Es por el trabajo de mitología griega. -Le explicó sentándose a su lado, observando al resto de su manada entrar en la clase.- Ya sabes, Allison y Scott, Lydia y Jackson. Me preguntaba si querrías hacerlo conmigo.

- Eh, Stiles. -Le saludó Scott, colocándose detrás suyo, junto a Allison.- ¿Hacemos juntos lo de Griego?

- Voy a hacerlo con Isaac. -Se excusó, ésta, dándose la vuelta. Su amigo asintió extrañado. Isaac no dijo una palabra, echando la espalda de forma relajada.

 


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