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¿Quién dijo que Jötunheim era hostil? por mitsui-chan

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Notas del fanfic:

Hay personajes que no son originales de Marvel pero que no son  OC ya que pertenecen a la mitologia nórdica. El resto de Avengers hará un cameo y habrá parejas mencionadas entre ellos.

Notas del capitulo:

Está basado en The Avengers... más o menos. También he metido otros personajes de la mitologia nórdica que no aparecen en la película y personajes Originales (OC).

Pero no os preocupeis, nuestros queridos heroes midgardianos apareceran. En algun momento u otro.

Loki estaba sentado en el ventanal de su gran habitación, mirando el cielo estrellado.

Siempre estrellado.

-Majestad.- dijo un centinela abriendo la puerta de su habitación y haciendo una profunda reverencia en cuanto se giró.- Sus hermanos han vuelto.

-Gracias.- dijo levantándose.- En un momento estaré presente.

-Sí mi señor.- contestó el guardia antes de volver a cerrar la puerta.

Cogió una de sus pieles y se las echó encima de los hombros, luciendo los pendientes de dientes de su hijo Fenrir, el brazalete de escamas de su otro hijo Jörmundgander y un collar hecho con los cabellos de su hija Hela, la Diosa del Inframundo. Además de que lucía el anillo que lo situaba como rey del mundo de los gigantes.

-¡Helblindi! ¡Býleistr!- dijo yendo hacia ellos para abrazarlos con fuerza.

-Loki.- ambos le devolvieron el abrazo, pues, a pesar de ser su rey, era también su querido hermano menor. Ese del que Odín les había privado por tantos siglos. Quizás no le habían visto crecer, pero ahora que le tenían a su lado, no iban a dejar de atenderle.

El ahora rey había llegado a Jötunheim cuando Odín le había revelado que era adoptado. Primero se había querido vengar, quitarle todo lo que tenía el padre de todos, vengarse de Thor, pero cuando vio la mirada de Frigga todos aquellos sentimientos se fueron tal y como habían llegado. La hermosa diosa se acercó a él y le abrazó contra su pecho, acariciándole el pelo con cariño, susurrándole que él siempre sería su hijo, que le daba igual si era o no un gigante del hielo.

Pasó días encerrado en su cuarto, sin aceptar ni una sola visita, saliendo por la noche a las cocinas a buscar algo y a pasear cerca del lago. Hasta que, una noche de luna clara, decidió lo que tenía que hacer: volver a Jötunheim, su tierra natal.

Se dirigió al puente, no sin antes haber dejado una carta a su madre explicándole las razones de sus acciones, mas le había dicho que, por favor, no les revelase ni a Thor ni a Odín de su localización.

-¿Cómo ha ido el viaje?- preguntó dirigiéndose al salón, donde les esperaba un banquete basado en carnes de los animales que tenían alrededores o que criaban ellos mismos y del más fino vino salido de las viñas heladas.

-Perfectamente.- contestó Helblindi, esperando a que su rey se sentara para poder sentarse él.- Nos hemos enterado de que en Asgard ya saben que tenemos un nuevo rey.- el menor de los hermanos Laufeyson entrecerró los ojos al oír aquello: él esperaba que al menos tardaran algunos milenios más en saberlo.- Pero aun no saben quien es.

-Pero pronto lo sabrán.- acotó Býleistr.- Están preparando la coronación de Thor, así que nos van a mandar una invitación de seguro.- dijo llevándose un trozo de carne a la boca.- Me gustará ver la cara de estos cuando vean que eres el rey, hermano. Y de que tienes hijos.- dijo sonriendo pícaro.

Loki no respondió nada, pero sonrió al imaginarse la cara de su hermano al enterarse de que era rey y de que lo había sido antes que él.

Siguieron comiendo y hablando, en un ambiente confortable y cálido, a pesar de estar rodeados de hielo. Tan distinto a Asgard, donde solamente se podía hablar si el rey daba su permiso.

En esas, los cinco guerreros entraron al salón y se sentaron a sus respectivos asientos, nos sin antes saludar al rey y a sus majestades. Siempre había sido así: en cuanto los hermanos habían terminado de dar las noticias y de discutir asuntos de la realeza, ellos tenían permitido entrar y unirse a la conversación, silencio o discusión.

El silencio era lo que encontraron aquel día.

Mientras comían, cada uno estaba sumergido en sus propios pensamientos. Býleistr pensaba en aquella hermosa hada del hielo que les había acogido en su castillo por dos noches y que respondía al nombre de Nun, Helblindi en cambio, pensaba en aquel hombre elfo de pelo negro y ojos violetas que había conocido en uno de sus viajes recientes a Svartálfaheim, Eoduun, se llamaba.

Y Loki… bueno, Loki solo estaba rememorando el día en el que llegó al país de hielo. Cuando Heimdal abrió el portal, se encontró con una comitiva capitaneada por sus hermanos, que se quedaron mirándole sorprendidos, asombrados de ver a un solo asgardiano, vestido solamente con una túnica.

Y sin armas.

Y luego pasó lo que los de la comitiva de bienvenido menos esperaban: su cuerpo creció, su piel se volvió azul t con rayas doradas, plateadas, negras y de azul oscuro, sus ojos se volvieron rojos, su pelo creció hasta llegar a sus caderas, y sus orejas se afilaron.

-Soy Loki Laufeyson.- dijo, mirando a los dos gigantes que tenía más cerca que se miraron sorprendidos al oír aquello.

-Acompáñanos, por favor.- dijo empezando a andar junto con el otro gigante, a lo que Loki les siguió sin decir ni una palabra.

En cuanto llegaron a palacio, le condujeron ante Laufey, quien al verle entrar se levantó y se acercó a él hasta poder cogerle el rostro entre sus manos.

-Bienvenido a casa, hijo.- le dijo, acariciándole las mejillas.

-¿Padre?- musitó, mirándole con los ojos casi anegados en lágrimas.- Oh padre…- sentía un nudo en la garganta, había esperado tanto para saber de donde venía, de poder llamar “padre” a alguien sin que fuera una vil mentira.

-Ve a descansar. Vamos a hacer una fiesta en tu honor. Por haber vuelto a casa, con nosotros.- hizo una seña a los dos chicos y estos le guiaron hasta una hermosa habitación hecha enteramente de hielo y de madera, (él ni siquiera sabía que el Jötunheim crecían árboles), pieles y libros, muchos libros. También había una gran ventana que daba a un hermoso lago en el que se reflejaban las tres lunas de aquel nuevo y hermoso mundo: Ío, Calé y Aedea.

Diez años después su padre había decidido que él sería el que llevaría la corona por razones obvias: era el que había viajado más, tenía más dotes diplomáticas que sus dos hermanos, era el único hechicero de la familia, además de excelente guerrero.

Una de las cosas que más le había gustado de haber decidido de ir a vivir a Jötunheim fue el hecho de que podía volver a hacer una de las cosas que más le gustaban aparte de ir gastando bromas a todo el mundo, costumbre que aun no había perdido por más rey que fuera, fue le hecho de poder a volver a estudiar: la nueva cultura, la nueva lengua, la nueva geografía, nuevos hechizos que en Asgard estaban prohibidos… Y nuevos libros que leer. Tan diferentes a los textos asgardianos.

-Sí me disculpáis.- dijo levantándose de la mesa, a lo que el resto de los presentes se levantaron también, siguiéndole cuando este abandonó la sala.

Luego, cada uno se fue a sus actividades: los guerreros a entrenarse, Býleistr y Helblindi a sus cuartos para descansar después de tan largo viaje y Loki se fue a su despacho para seguir haciendo papeleo.

Las días pasaron hasta hacerse semanas, las semanas pasaron a meses y, finalmente, llegó la invitación de la coronación del Príncipe Thor desde Asgard.

Los tres hermanos se reunieron en el salón familiar, donde solo los parientes directos de sus majestades tenían permitida la entrada.

-Entonces, ¿vas a ir?- le preguntó su hermano más mayor.

-¿Vas?- le contestó sacándose la piel de encima de los hombros para dejarla encima de una de las sillas.- Vamos a ir.- puntualizó.- ¿Qué clase de rey va solo con una comitiva? El del Jötunheim seguro que no.

-Entonces… ¿nos vas a llevar a Asgard?- a veces Helblindi parecía más crío que Loki cuando se dedicaba a gastarle bromas pesadas a todo el mundo.

-Sí. Así que id a empacar vuestras cosas porque saldremos mañana a primera hota.- Ambos hermanos asintieron y se levantaron.- Sino estoy, es porque he ido a buscar a Angrboda.- dijo saliendo de aquella habitación con aquel caminar elegante y altivo que siempre había tenido.

Salió de palacio y se dirigió al edificio contiguo, donde la madre de sus hijos tenía su cámara. Solía comer y hacer vida en palacio con ellos, pero aquel día se había disculpado y se había retirado a sus cámaras.

-Angrboda, querida.- dijo al entrar, a lo que todas las sirvientas, ninfas, se inclinaron profundamente.

-Oh, Majestad.- dijo la gigante, inclinándose levemente.- ¿Ocurre algo querido?

-Empaca tus cosas, mañana cuando Ío haya salida, nos iremos a Asgard.- le contó, sentándose a su lado.- Nos han invitado a la coronación de Thor. Y como mis hijos van a estar ahí, dudo que me perdonen si no les llevo a su amada madre.- dijo sonriendo.

-Está bien Loki. Iremos a Asgard.- dijo levantándose.- Y espero que hagas algo con ese pelo.-señaló tocándole y haciendo una mueca de disgusto.- Llévate a Chan.- dijo señalando a una hermosa ninfa de piel azul celeste, cabellos blancos con mechones violetas y de ojos verdes.

-Gracias querida.- le dijo antes de levantarse.- Y no cojas ropa muy gruesa, hace calor allá.- le dijo.- Mul, acompáñame.

-Sí, mi señor.- dijo la chica, siguiéndole con pasos cortos y gráciles hacia palacio.- Y vosotras cuatro ayudad a Angrboda a hacer su equipage. El resto id a prepararse un baño.

-Sí, Majestad.- dijeron antes de dispersarse con sus graciosos pasitos.

Cuando llegaron a la recamara del rey, la chica se quedó de pie, esperando recibir más ordenes.

-Vamos, entra.- la alentó a entrar en el baño con él. Lentamente, y a medida que avanzaba dejaba caer la escasa ropa que le cubría, hasta quedar completamente desnudo delante de la mujer, que estaba completamente sonrojada.

Se metió dentro del agua helada, y se sumergió hasta que su pelo estuvo completamente mojado. Los gigantes no necesitaban de jabón ya que el agua misma les limpiaba al reconocer su esencia, purificando su piel y retirando cualquier impurificación que pudiese haber. La chica se acomodó detrás de la bañera, justo donde la cabeza del hombre estaba y empezó a peinar el suave y oscuro cabello.

-¿Qué peinado le gustaría que le hiciese, su Majestad?- pronunció la ninfa.

-Trenzas.- le contestó, sintiendo y disfrutando el tacto de los suaves dedos entre su pelo.

-Está bien su Majestad.- dijo la chica antes de empezar a trenzar el pelo de Loki en pequeñas pero fuertes trenzas, haciendo un diminuto nudo con uno de los cabellos, impidiendo así que se soltaran.- Ya está su majestad.- le comunicó.

-Perfecto, pero no te vayas aun. Quiero que hagas algo más.- dijo alzándose, por lo que Mul bajó la mirada, apenada. Con un rápido conjuro secó su cuerpo e invocó a una de sus batas.- ¿Pero qué haces aun en el suelo? Levántate, anda.- ordeno al verla aun de rodillas en el suelo.- se sentó en uno de los sillones y dejó caer sus largas trenzas por el respaldo.- En el cofre que hay en la mesa hay una caja de color dorado, cógela y llévamelo.- tal y como le había dicho, cogió la cajita de dentro del cofre y se la llevó. Loki la abrió y de ella sacó unas bolitas: unas eran de color verde, otras de color azul y otras de color dorado.- Pon una en cada trenza.

Al cabo de unas horas, Mul ya había terminado de poner las bolitas en las trenzas del rey .

-Ya está, mi rey.- le dijo levantándose de la silla que le dispuesto para poder hacer mejor su trabajo.

-Puedes retirarte.- le dijo.- Si tienes hambre pasa por la cocina y pide lo que te apetezca.

-Gracias, majestad.- dijo haciendo una profunda reverencia.

En cuanto la chica salió, Loki chasqueó los dedos y sus maletas se empezaron a hacer solas.

-¿Loki?- Býleistr abrió la puerta y llegó a él esquivando la ropa que iba hacia la maleta.

-¡Hermano! ¿Qué pasa?- dijo sentándose a la cama, haciéndole espacio a su hermano mayor.

-Quería pedirte si podría llevar alguien a Asgard con nosotros.- le comentó.

-Claro. Ya sabes que sí. Así que dudo que hayas venido expresamente para preguntarse solamente eso.- le contestó.

-Cierto. Solo quería ver como te encontrabas. Vamos a volver al sitio que por muchos años fue tu casa. Volverás a ver los que fueron tu familia. Así que, ¿cómo te encuentras?

-Estoy bien. Supongo que será algo raro al principio, pero bueno, me las arreglarle.

-De acuerdo.- dijo levantándose otra vez.- Iré a buscar a Nun y a decirle si quiere venir.

-No tardes.- expresó antes de que saliera.

Y finalmente, la hora de marchar había llegado: los tres hermanos se encontraban junto con Angrboda y Nun justo donde el Bifrost los “absorbería”.

-Buenos días Loki.- dijo Heimdal, inclinando la cabeza.

-Buenos días Heimdal. Supongo que no hace falta que os presente, así que, ¿han llegado mis hijos?

-De hecho, sois los últimos.- dijo sonriendo a lo que todos asintieron.- Pero os están esperando, así que id pasando. Te diría el camino, pero algo me dice que ya lo sabes.

Sin decir nada más, empezaron a ir al castillo, cubiertos con sus elegantes ropas armaduras. Cuando llegaron a palacio, los guardias se les quedaron mirando con la boca abierta, y no era una reacción exagerada, ya que eran por lo menos, cinco metros más altos que ellos. Las puertas del salón se abrieron y ellos entraron, causando que el silencio se instalara en dicho salón, pero no duró mucho, ya que todos empezaron a cuchichear.

Y no era para menos, por supuesto que no: Loki, que encabeza la comitiva, iba vestido con una armadura hecha de un material que parecía oro, pero se veía que no lo era porque brillaba mucho más, su pelo recogido en las trenzas, su piel azul brillaba con luz propia. Angrboda y Nun iban vestidas con ropas de seda y los hermanos vestían unas hermosas armaduras, no tan hermosas como las del rey, pero no tenían nada que envidar.

-¡Su Majestad el Rey Laufeyson de Jötunheim, la dama Angrboda, los príncipes Laufeyson y Laufeyson y la dama Nun!- les anunció uno de los guardias.

-¡Padre! ¡Madre!- todo el mundo se giró a ver la hermosa chica de pelo negro y de ojos ligeramente rojos, corriendo hacia ellos: Hel, la Diosa del Inframunda. Y detrás de ella iban dos chicos: ambos de pelo oscuro y corto, pero uno tenía los ojos verdes y el otro violetas oscuros.

-Hijos.- ambos abrazaron a sus hijos.

Y luego se dirigieron hacia donde Odín, Frigga y Thor estaban de pie. Aunque Thor… no parecía Thor. Más bien era una sombra de lo que Loki recordaba que su hermano era.

-Padre de Todo, Madre de Todo.- dijo arrodillándose a lo que el resto de su comitiva le imitaron.- Hermano.- dijo mirándole con una sonrisa.

-¡Loki!- la mujer salió disparada hacia él, abrazándole por el cuello.- Me alegro tanto de verte, hijo mío.

Y lentamente, el Loki asgardiano volvió ante los ojos de todo el mundo: las ropas verdes, la armadura negra, dorada, las botas de piel negra, la capa verde, el pelo negro pero más corto, peinado hacia atrás, la piel clara, los ojos verdes, la dentadura perfecta y brillante.

-¿Loki?- dijo Thor acercándose a él con el paso vacilante.- ¿De verdad eres tú?

-Claro que sí, fortachón.- dijo acercándose a él para tocarle el rostro.

-Loki.- el rubio se acercó a él y le abrazó con fuerza, pegándolo a él lo más que pudo.- ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué nos… me abandonaste? ¿Hice algo mal? ¿Y como es que eres rey? ¿Y tienes hijos? ¿Con ella? ¿Y tienes hermanos? ¿Y Laufey? ¿Está muerto?

-Te lo contaré… cuando seas oficialmente rey de Asgard.- le prometió.- Aunque no te creas que eres el único que tiene preguntas. Me tienes que explicar quien es esa Jane Foster y porque pareces un esqueleto.

-Loki.- la voz de Odín resonó en todo el salón.- Es bueno verte de nuevo.

-Padre de todos.- dijo inclinando la cabeza antes de volver a su forma original dirigiéndose hacia los sitios que les habían sido asignados por la cena. Curiosamente, Thor estaba a su lado.

Y supo quien lo había organizado todo: Frigga.

Notas finales:

Nun: Nieve en coreano.
Mul: Agua en coreano.
Eoduun: Oscuridad en coreano.


Decidme sino os gusta me lo decís y lo saco si? Y dejad reviews, porque en caso de que sí os guste lo seguiré, y los reviews me dan la inspiración para escribir más rápido! 

Besos y abrazos!


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