Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Un día aburrido se puede convertir en todo lo contrario por BlackHime13

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

És mi segundo fanfic ^^. Bueno quería decir que los personajes no me pertenecen. Yo solo hice una historia paral.lela a la de la seríe.

Losa personajes no me pertecen, són de la gran Akira Amano ^w^ A la que adoro, aunque podría haver hecho la serie más yaoi XD

Notas del capitulo:

Hai, hai.... hola otra vez. Este cap, és un poco menos románico que el primero que subí pero espero que os guste igual. ^.^

Bueno, lo único que os puedo decir és: DISFRUTAD!!! XDDDDD.

La verdad es que estoy muy aburrido. En mi vida no hay nada interesante, además de que no soy una persona que destaque en algo, así que al fin y al cabo solo soy una persona normal y corriente. ¿Por qué no me podrá pasar algo diferente?” son mis pensamientos al despertarme aquella mañana.

Escucho el despertador y con mucha pereza lo apago. Aunque llevo un rato despierto mirando el techo, sigo cansado y sin ganas de levantarme. Desperezándome un poco me dirijo hacia el baño para alistarme e ir a la escuela. Al cabo de un rato, bajo las escaleras y me dirijo a la cocina dónde me espera mi madre.

-¡Tsu-kun! ¡Buenos días!- me saluda como siempre junto con un asfixiante abrazo.

-O-ohayo… kaa-san – le digo con mi mejor sonrisa. Luego me siento en la mesa para comenzar a almorzar.

-Nee… Tsu-kun. ¿Estarás bien en la nueva escuela?- me cuestionó con un deje de preocupación.

-Kaa-san, no te preocupes tanto. Sólo es una escuela y no me pasará nada.- respondí disimulando mi nerviosismo.- Bueno, ya me tengo que ir. Ittekimasu. - me despedí dándole un beso en la mejilla y con una gran sonrisa salí de casa.

-Itterashai.- me respondió con otra sonrisa.

 

Bien, me presentaré. Soy Sawada Tsunayoshi y a causa del trabajo de mi padre, me tuve que mudar a otra ciudad, Namimori. Hasta ahora había vivido toda mi vida en Italia, pero como mis dos progenitores son japoneses decidieron que desde pequeño debía de aprender el idioma. Al principio me pareció muy molesto, pero ahora que estoy en Japón siento un gran alivio, no habría sido muy agradable el no entender ni pizca cuando me hablen.

Hoy es mi primer día de clase en el nuevo instituto y estoy nervioso a más no poder. Siento que todo el cuerpo me tiembla de la inquietud pues no tengo ni la más remota idea de cómo serán las personas de este país.

Mientras camino hacia la escuela, primero me tropecé, luego un perro en la calle me persiguió un rato y cuando ya creía que no me iba a pasar nada más, en un cruce me choco con un chico, cayendo al suelo en el impacto y con el susodicho encima.

-I-itte...- me quejé con los ojos cerrados. Al abrirlos, vi a un pelinegro sobre mí. Tenía unos profundos ojos grises metalizados que no apartaban la vista de mí, algo que hizo que me ruborizara. Luego me dí cuenta de la posición en la que estábamos, así que con mucha timidez intenté hablar.

-E-etto… podrías...- antes de que acabara la frase, el chico me besó. Fue impactante ya que no me lo esperaba para nada. No correspondí, pero tampoco lo empujé demasiado estupefacto como para moverme. Por mi mente miles de pensamientos a una gran velocidad chocaban entre si, pero lo que si logré notar fue como mi sonrojo aumentaba considerablemente. El contacto no duró mucho, apenas fue un roce de un par de segundos, pero fue suficiente como para robarme el aliento.

-Eres realmente lindo, Sawada Tsunayoshi.- susurró en mi oído para luego levantarse y extenderme su mano para ayudarme a mí.

-¿Co-cómo sabes mi nombre?- logré preguntar entre tartamudeos nerviosos, todavía no lograba procesar las acciones tan inesperadas del joven moreno enfrente mío.

-Hmp. Conozco a todos los alumnos de Namimori.- fueron sus palabras con una, casi imperceptible, sonrisa, pero yo logré verla gracias a mis agudos sentidos, solo que estos no solían funcionar muy a menudo ni cuando yo quiero así que no ayudan en mi torpe ser.- Bueno… te acompañaré hasta allí.- declaró para a continuación tomar mi mano y comenzar a caminar a paso lento, pero seguro. Yo no llegué a reaccionar y para cuando me di cuenta, ya estábamos en la entrada de la escuela.- Bien… nos veremos más tarde Tsunayoshi.- me susurró esto último al oído dejándome totalmente sonrojado.

 

La verdad es que no quería pensar en todo lo sucedido así que después de pasar por secretaría para que me dieran mi horario, me dirigí a mi aula. Antes de llegar, yendo tan despistado como iba, volví a tropezar conmigo mismo, pero esta vez no impacté contra el suelo sino que caí yo sobre alguien. Hay días en que es mejor no levantarse, sobretodo cuando se es una persona tan malditamente torpe como yo.

-Lo-lo siento...- me disculpé sobándome un poco la cabeza y levantándome lo más apresuradamente posible.

-No… pasa nada.- oí que decía una voz grave y claramente masculina que ocasionó que un escalofrío me recorriera el cuerpo entero.

Cuando subí la mirada, pues el joven se había levantado al igual que yo, observé un par de ojos bicolor, primera vez que conocía a alguien con heterocromía, y una inusual cabellera peliazul. A pesar de tener una apariencia tan fuera de lo común no pude evitar pensar en que tenía un atractivo indudable. Nervioso por quedarme viéndole como bobo aparté la mirada mientras revolvía mi cabello con nerviosismo.

-Realmente lo siento...- repetí tímidamente, sabiendo que mi sonrojo era visible para el más alto.

-Está bien...- me aseguró de tal forma que otro escalofrío me recorrió entero. Sentí sus dedos en mi barbilla con los cuales me obligó a volver a levantar el rostro, el cual había agachado por la vergüenza, y se acercó hasta posar sus labios contra los míos. ''¡Oh dios mío!'' pensé. ''¿Por qué me besa él también?” por dentro estaba entrando en pánico al no comprender la situación en la cual me encontraba.

-He. Eres realmente lindo.- se acercó a mi oído mientras me acariciaba la mejilla izquierda.- Como un pequeño conejito.- susurró con la voz repleta de diversión.

Yo me ruboricé aún más ante esas palabras. Acto seguido el joven, claramente mayor a mi, siguió su camino, y yo permanecí allí, pasmado ante lo que me había acabo de ocurrir.

Primero, el pelinegro me besaba y me acompañaba hasta la escuela y, después, el peliazul también me besaba y me decía que parecía un conejito. ¿Qué estaba pasando ese día?. Definitivamente era uno de mala suerte para mí.

Soltando un gran suspiro, volví a encaminarme hacia mi clase, ya que no quería llegar tarde por aquél suceso. Al entrar, todos me miraban con ojos lujurioso. Estoy acostumbrado a las escuelas de solo hombres, pero he de reconocer que esos chicos me incomodaban con esas miradas pero, yo aún así sonreí como mejor sabía ganándome unos cuantos silbidos, aplausos y gritos. Me descolocó un poco lo atrevidos que podían ser frente al profesor el cual solo parecía resignado a tal comportamiento. Una vez todos los ruidos menguaron, el maestro procedió a presentarme.

-Bien… a partir de hoy Sawada Tsunayoshi-kun formará parte de nuestra escuela. Ha estado viviendo en Italia y es su primera vez en Japón, aunque sabe el idioma perfectamente así que no creáis que podréis tomarle el pelo. Tratarlo bien ¿entendido?- explicó y posteriormente amenazó a sus alumnos con una mirada severa.

Un gran sí se oyó por todo el lugar, sorprendiéndome un poco. Entonces el profesor me indicó un asiento libre, al fondo del aula y junto a la ventana. Me dirigí hacia allí y me senté dónde me dijo. En realidad, no presté ninguna atención a la clase y para cuando me di cuenta ya se había acabado.

Una vez el profesor salió de clase, una marabunta (es un gran grupo) de chicos me rodeó haciéndome una y mil preguntas a la vez, a las cuales yo no sabía qué responder. Comenzaba a ponerme realmente nervioso e incómodo, odio llamar tanto la atención. De un momento a otro, alguien me jaló del brazo levantándome de mi asiento y juntó su cuerpo al mio.

Instintivamente levanté la mirada y vi a uno de los chicos de mi clase el cual, sin ningún tipo de reparo comenzó a acercar su rostro al mío con claras intenciones de besarme. A pensar y logré reaccionar como para poner mis manos en su pecho e intentar apartarle, cosa que no parecía funcionar puesto que no tengo mucha fuerza. Al ver que no lograría detenerle lo único que pude hacer fue cerrar los ojos y esperar el inevitable contacto. Aunque, en ese momento, alguien apartó al chico de mí, fue tan repentino que lo tiró al suelo en el proceso.

Abrí los ojos con rapidez y me sorprendí al encontrarme con el moreno y el peliazul de esa misma mañana quienes a pesar de sonreír, bueno solo el último lo hacía, parecían matar con la mirada a todos los varones. Ante la presencia de esos dos, los alumnos que quedaban en el salón se callaron enseguida, cosa que me extrañó, pero teniendo en cuenta esa expresión severa yo tampoco me atreví a decir nada.

-Bien chicos… Tsunayoshi-kun tiene cosas que hacer con nosotros así que no le molestéis.- anunció el peliazul con una mirada siniestra en su rostro, dirigida al chico de antes. Luego me dirigió una sonrisa a mí.- Bien… vayámonos.- me instó y sin dejarme opinar me llevaron hasta una sala cuya placa decía ''Comité Disciplinario''.

Una vez dentro, el de ojos grises se sentó en un sofá mientras que el otro lo hizo en el de enfrente. Yo no supe que hacer así que me quedé de pie en la puerta.

-Tsunayoshi-kun. Ven, siéntate.- me indicó con una sonrisa el peliazul.

-N-no gracias.- rechacé tímidamente. Como no sabía qué hacia allí exactamente, y siendo sincero esos dos me hicieron algo muy vergonzoso antes, no sabía cómo actuar en su presencia.

El pelinegro me miró con una ceja alzada y sin decir nada se acercó a mí, cogiéndome de la mano por segunda vez esa mañana, haciéndome sonrojar, y luego se volvió a sentar dejándome sobre sus piernas.

-¿Q-que estas...?- intenté preguntar más rojo que un tomate. Hice el amago de levantarme, pero como sus brazos me rodeaban la cintura fue imposible lograr mi cometido.

-Shh… no digas nada.- susurró en mi oído. Pude ver la expresión de enojo por parte del peliazul, pero no se quejó.

-Bueno, Tsunayoshi-kun. Me presentaré, soy Rokudo Mukuro, 2º año y presidente del consejo estudiantil. Encantado.- se presentó sonriéndome, dejando su anterior rostro de molestia.

-Hibari Kyoya.- esta vez fue el moreno quien habló, tan escuetamente que le miré algo confundido.- Presidente del comité disciplinario.- añadió tranquilamente y yo solo asentí lentamente no sabiendo que más hacer.

-H-hai... etto...- murmuré un poco incómodo ante las personas que se habían atrevido a besarme antes.- ¿De qué queríais hablar?- pregunté no muy seguro de querer saber la respuesta, pero el silencio era insoportable.

-Hmp. Solo te queríamos dejar en claro que nos perteneces.- declaró Hibari muy seguro con una sonrisa prepotente.

Yo me levanté bruscamente de encima suyo, cosa que no parecía esperar pues me miró curioso, y bastante enfadado ante el comentario le grité.

-¡Yo no le pertenezco a nadie! ¡Y mucho menos a dos personas que acabo de conocer!- después de decir eso me alejé hacía la puerta pero, antes de abrirla, Rokudo me habló.

-No te enfades, Tsunayoshi-kun.- dijo con una casi imperceptible sonrisa. Cosa que hizo temblar mis rodillas, pero lo disimulé, mas centrando en lo que diría a continuación.- Nosotros lo decidimos desde el momento en que te vimos por primera vez y, quieras o no, serás nuestro.- luego se puso a reír un poco, cosa que me enfadó aún más.

-!Eso ni hablar¡ ¡Y por mucho que lo digáis no voy a aceptarlo!- en realidad yo no suelo enfadarme, pero no me gusta que me traten como a un objeto.

-He. Eso ya lo veremos, Tsunayoshi.- habló el ojigris de forma que su voz sonó con cierto tinte a burla, claramente creía que mis palabras solo eran eso, palabras sin ningún peso.

-¡Pues intentadlo si creéis que podéis!- exclamé retadoramente antes de abrir la puerta y salir dando un portazo.

 

*Después de que Tsuna se marchara*

-Kufufufu… parece que el conejito tiene garras e hicimos que las sacara.- comentó Mukuro quién seguía sentado en el sofá, mirando divertido en dirección a la puerta por la cual había salido el de ojos color miel.

-Hmp. Pero aún así nos pertenece.- respondió el ojigris, quien se había sentado en la silla detrás de su mesa.- Bien, si no tienes nada más que hacer aquí, lárgate o kamikorosu.- amenazó mirándole con intento asesino.

-Oya, oya… no te enfades tanto, Ave-kun. Recuerda que estamos juntos en esto. Nos vemos luego.- después de decir eso se fue a paso tranquilo hacia su propia oficina.

 

*En el pasillo*

Iba más que molesto por el pasillo, recordando las palabras de los mayores. Realmente, ¿quiénes se habían creído para decir eso? Yo no era ningún juguete ni objeto como para pertenecerle a nadie. Con gran ira, me dirigí hasta mi salón. Una vez allí, recogí mis cosas dispuesto a regresar a mi casa. Las clases habían terminado y no queriendo encontrarme con ese par casi corrí en dirección a la salida. A penas vivía a 15 minutos de la escuela y el recorrido se me hizo realmente corto puesto que por mi mente no dejaban de pasar los sucesos de ese día.

Saludó a su madre y le dijo que iría a hacer su tarea. Subí hasta mi cuarto y me dejé caer con pesadez sobre el mullido colchón, enterrando mi cara en la almohada. Me encontraba agotado tanto física como mentalmente. Sin poder evitarlo volví a recordar los besos que me habían robado ambos jóvenes y sentí mis mejillas arder.

Gemí avergonzado y enterré con más fuerza mi rostro en el cojín. No quería admitirlo, pero cada vez que lo recordaba sentía un cosquilleo en la parte baja de su estómago. No era algo que hubiese sentido antes y no lograba que desapareciera la sensación de la leve calidez del aliento ajeno junto al posterior contacto, suave y delicado, tan efímero que fue como una leve caricia producida por una pluma.

Decidí irme a duchar para eliminar esa extraña sensación de mi cuerpo. No se por qué parecía estar impaciente por algo, como si deseara algo que… siendo completamente honesto no quiero reconocer pues sé muy bien qué quiere mi cuerpo, pero no estoy dispuesto a dejarme doblegar por mis bajos instintos.

Pasaron un par de días en los cuales me di cuenta de varias cosas. Después del primer días los intentos por flirtear conmigo o incluso acercarse a mí habían desaparecido por completo. Al principio me pareció curioso, pero como no me gustaban esos actos el ver que se habían terminado me hizo sentir bien, Luego oí los rumores que corrían sobre mi: “Si te acercas tendrás una muerte segura”, “Los sempais lo reclamaron como suyo y nadie debe tocar sus cosas” y más cosas por el estilo. Aquello me molestó puesto que sigo sin ser un objeto, pero parecía que todos los alumnos les tenían miedo y no se atreverían a desobedecer las órdenes que ambos varones dieron.

Cansado simplemente decidí dejarlo pasar, pues otra cosa que aprendí fue que no podría llevarle la contraria a ese par durante mucho tiempo. Sin importar qué, para todos los descansos lograban arrastrarme para que comiera a su lado y cuando las clases terminaban me veía en alguno de los dos salones haciendo mis deberes hasta que los dos acababan con su trabajo. ¿Por qué? Pues por el simple hecho de que habían decidido que me acompañarían hasta mi casa todos los días y aunque lo rechacé y me negué en rotundo no hubo manera de hacer que desistieran. Al menos era mejor que el que me siguieran con auras aterradoras hacia todo el mundo que me saludaba o simplemente se cruzaba en mi camino, cosa que sucedió el día siguiente de conocernos.

Entrando la segunda semana en esa escuela sentía que mi cuerpo no aguantaba más. Estaba agotando pues a pesar de negar que me gustaba cuanto me prestaban atención, mi cuerpo no dejaba de desear por que hicieran más. Era evidente que no habían desaprovechado ningún descuido mío para besarme o tocarme un poco más de la cuenta y ahora mi cuerpo estaba constantemente a la expectativa de que esto sucediera.

Las horas de ese día pasaron lentas para mi, que solo quería irme a casa. Cuando por fin la campana sonó, recogí todas mis cosas lo más rápido que pude y me dirigí a la salida. No tenía ganas de quedarme a esperarlos, al menos no cuando sabía que mi resolución por mantenerlos alejados se estaba quebrando con demasiada facilidad.

Estaba a punto de marcharme cuando me topé con ellos. Habla del demonio y este aparecerá. Debería creer más en los proverbios pues por algo habían existido durante tanto tiempo.

-Oya, oya… ¿y esa prisa?- preguntó con sorna el de ojos bicolor.

-Quiero irme a casa. ¿o es que no puedo?- dije claramente inquieto. No les quería ver en ese momento y eso claramente lo notaron pues me miraron frunciendo el ceño.

-Raro… no recuerdo haber hecho nada para que estés tan a la defensiva…- murmuró para sí Mukuro. Si ahora les llamo por el nombre, cosa que me obligaron a hacer hace dos días, alegando que no debía llamar tan respetuosamente a mis parejas.

-No tengo ganas de quedarme eso es todo. - medio gruñí alejándome cuando el mayor intentó tocarme.

Comencé a caminar de nuevo, pero una mano me agarró del brazo y me lo impidió. Sentí mi cuerpo estremecerse por completo y estoy completamente seguro de que ambos se dieron cuenta de es. Al girarme para ver quién de los dos había sido, unos labios se juntaron con los míos,''ERROR'' pensé. Era Kyoya. Intenté soltarme del agarre pero, aunque lo conseguí, no importó mucho ya que el moreno había bajado sus manos hasta mi cadera la cual rodeó firmemente, impidiendo que me apartara. El beso, no era como los anteriores sino que, era muy apasionado y demandante. Primero me lamió los labios lujuriosamente y luego, me los mordió salvajemente, indicándome que quería entrar. Yo no tenía pensado darle permiso, pero unas manos desde atrás, que me abrazaron, me distrajeron y el pelinegro aprovechó para introducir su lengua en mi boca.

Al principio aquella sensación me pareció rara, pero a medida que el mayor iba profanando, más y más, mi cavidad el placer fue aumentando.

Mientras el de ojos grises se distraía con mi boca, el peliazul comenzó a bajar las manos hasta colarlas por debajo de mi camisa, haciéndome gemir un poco ante el contacto. Pude notar como Kyoya sonreía contra mi boca al igual que Mukuro lo hacía desde mi cuello el cual había comenzado a besar. Claramente se sentían orgullosos por mi reacción antes sus actos. El de ojos bicolor seguía jugando con sus manos, tocándome todo el torso y la espalda y Kyoya no se quedaba atrás, succionándome la lengua, mordiéndola suavemente e intercambiando su saliva con la mía. Pensaba que iba a volverme loco por todas esas sensaciones, pero nos hizo falta respirar por lo que el mayor se alejó de mí. Eso sí, sin apartarse ni un centímetro más de lo necesario.

-Será mejor que vayamos a otro lugar.- susurró Mukuro contra mi oído desde atrás. Una corriente eléctrica recorrió mi espina dorsal y un gemido escapó de mis labios.

-N-no… yo.. .debería irme.- dije intentado soltarme pero, no lo conseguí. A pesar de que el 99% de mi ser me gritaba ceder ante sus caricias, el 1% restante era fuerte y seguía firme en su convicción de detenerlos.

-De eso ni hablar.- declaró el otro besándome la mejilla.- ¿O me dirás que no te ha gustado lo que hicimos?- preguntó con sorna. Su mirada hacía que lo poco de resistencia en mi estuviera por desaparecer por lo que aparté la mirada.

-N-no se… de que me estás hablando. A mi no...- no terminé la frase cuando, ahora era el peliazul el que me estaba besando. Había volteado un poco mi cabeza con una de sus manos para mantener mi rostro accesible desde su posición detrás mio.- hmmammp...- otra vez, era otro beso húmedo y lleno de lujuria que hizo mis piernas temblar como gelatina. Sin poder evitarlo me aferré con fuerza a la camisa del moreno puesto que sentía que si no lo hacía me caería al suelo.

-No mientas...- me susurró el pelinegro.- A tu amiguito parece gustarle.- comentó divertido pues al tener nuestro cuerpos tan juntos mi zona íntima rozaba con la suya. Ante esas palabras me sonrojé tanto. Es verdad, no lo podía negar, esos besos tan expertos me habían excitado y era todavía más vergonzoso el notar como el de ojos grises también estaba excitado junto al peliazul quien rozaba su intimidad contra mi trasero sin el más mínimo pudor.

Una vez Mukuro dejó de besarme, me cogió en brazos estilo princesa y me llevaron hasta la sala del comité de disciplina. En el camino intenté soltarme y salir corriendo pero, para mi mala suerte el peliazul me tenía bien cogido. Sabía que en cuanto entrase a aquella estancia ya no habría vuelta atrás, todos mis intentos por negar lo obvio se irían al caño.

En mi cabeza las exclamaciones de “¡Por fin!” resonaron con gran fuerza cuando, ya dentro del aula, el de ojos bicolor me depositó suavemente sobre uno de los sofás mientras veía como Kyoya cerraba la puerta con seguro.

Estaba realmente nervioso y mis acompañantes lo notaron así que, con mucho cuidado, Mukuro se sentó a mi lado mientra que, Kyoya se colocó detrás y me dio un suave beso. Al peliazul no le hizo mucha gracia así que, me dio otro. Ante ese gesto solté una pequeña risita que a ellos les extrañó.

-¿Por qué te ríes?- me preguntó el pelinegro un tanto confundido.

-Ah… es que… Mukuro… se puso celoso y me hizo un poco de gracia.- respondí soltando una leve risita otra vez.

-Hmp. Es verdad.- comentó el ojigris mirando con burla al mencionado.

-¿Y qué si me puse celoso?- habló este con el ceño fruncido. Casi podría jurar que estaba haciendo un puchero, pero su orgullo no le permitiría algo como eso.

-Ma, ma... ¿no te enojes si?- intenté contentarlo sonriendo. ''Qué lindo'' pensaron los dos semes.

-Contigo... jamás.- aseguró dándome un beso en los labios de nuevo, sonriéndome.

-Bueno… ¿que tal si continuamos con lo de antes?- me susurró al oído Kyoya, para luego morderme el lóbulo de la oreja, sacándome un leve gemido.

-He. Buena idea...- le siguió Mukuro lamiéndome el cuello.

-Ch-chotto… ma-matte...- pronuncié entre suspiros. Pero ellos no me hicieron caso y siguieron a lo suyo.

Kyoya comenzó a sacarme la parte superior de la ropa, mientras que Mukuro ya se había encargado de desabrochar mi camisa y me estaba lamiendo todo a su alcance. Primero fue el cuello, bajó a la clavícula succionando y dejando pequeñas marcas, luego fue bajando hasta llegar hasta uno de mis pezones comenzando a lamerlos. Yo iba soltando pequeños suspiros y gemidos ante el contacto. Una vez llegó a mis botoncitos y sentir como los lamia, succionaba y mordía, solté un sonoro gemido. Ante esta reacción, comenzó a tocar el otro con su mano derecha, pellizcándolo y masajeándolo. Cosa que me encantó y noté como mi parte baja estaba reaccionando.

Por su parte, Kyoya me besaba el cuello de la nuca y me acariciaba la espalda. Fue bajando su mano y la dirigió a mi entrepierna. Cuando rozó con su mano la tela del pantalón solté un gemido.

-Parece que ya está muy despierto.- comentó lamiéndome la oreja.

-E-eso es...- intenté excusarme muy sonrojado.

Antes de que me diera cuenta, me habían sacado el pantalón junto con el bóxer, quedando totalmente desnudo. Me avergoncé muchísimo al estar así delante de ellos aunque, a mi parecer, ellos parecían encantados ante esa situación.

Kyoya comenzó a masturbarme desde atrás. El contacto era increíble. Yo nunca me lo había hecho a mí mismo así que en poco tiempo me corrí en su mano. Mientras yo disfrutaba de aquel contacto, el peliazul se levantó y cogió algo de un cajón. Al volver me cambiaron de posición: Kyoya se sentó en el sofá, a mí me pusieron en cuatro con la cabeza en su entrepierna y Mukuro se colocó detrás mío.

Vi como el pelinegro se lamia mi esencia de la mano, sin dejar ni una gota. Se fueron quitando las prendas una a una como si fuera un strip-ties, y mientras más veía más maravillado estaba. Ellos estaban tan bien formados, su tersa piel, sus músculos bien tonificados y se marcaban un poco… era una vista que te dejaba sin aliento.

De un momento a otro, el peliazul se untó la mano con la crema que había cogido de uno de los cajones y me introdujo un dedo en mi entrada. Me sentí un poco incómodo pero luego bastante placer cuando lo comenzó a mover. Mientras mi seme de detrás me preparaba, el mayor al frente me dijo que comenzara a lamerle su miembro y con un poco de miedo, a causa del gran tamaño de éste, lo fui introduciendo en mi boca. Al principio me costó, pero a medida de escuchar un pequeño gemido ronco por parte del mayor, cogí más confianza y empecé a devorarlo sin compasión. He de decir que era la primera vez que la mamaba pero, supongo que no se me daba tan mal después de oír como me pedía que lo hiciera más rápido.

En medio de esa penetración oral que me estaba haciendo el pelinegro, el peliazul ya había introducido tres dedos y noté como los movía en forma de tijeras. Era un poco dolorosos pero en un momento me sentí realmente bien. Cuando comenzó a simular embestidas moví inconscientemente las caderas para que me alcanzara más profundo. En cuanto Mukuro se dio cuenta, sacó sus dedos e introdujo su miembro de una sola estocada haciendo que soltara un grito que fue ahogado por el miembro de Kyoya. Al principio no se movió, esperó a que me acostumbrara a tenerlo en mi interior. En cuanto el dolor menguó, moví las caderas indicándole que podía moverse.

En ese período de tiempo, no dejé ni un momento de darle servicio oral al moreno que parecía disfrutarlo bastante. En un momento, colocó sus manos en mi cabeza haciendo que su miembro me llegara hasta la garganta. En cuanto el peliazul comenzó a moverse dentro de mí, la polla del ojigris me llegaba tan profundo que, en un par de ocasiones, casi me atraganté. No sé en qué momento comenzaron un enfrentamiento por ver quién me lo hacía más fuerte y duro, aunque no me importó, esa sensación me encantaba. Un rato después, sentí como, tanto Kyoya como Mukuro, se iban a correr así que el peliazul comenzó a frotar mi hombría con la mano para que me corriera antes. Y así lo hice, en poco tiempo me vine en su mano mientras que, el peliazul se corrió dentro de mi trasero y el ojigris en mi boca. Por mi parte, me tragué su esencia por completo.

Estaba bastante cansado pero al parecer esos dos todavía tenían energía, así que me cambiaron de posición otra vez. Hicieron que me sentara sobre el moreno de espaldas a él, mientras el de ojos bicolor se colocaba enfrente mío. Así, Kyoya hizo que me autopenetrara con su miembro y Mukuro me la metió en la boca. De esta manera seguimos haciéndolo un buen rato. Ni siquiera sé cuantas veces me corrí ni cuantas veces me la metieron. Lo que sí recuerdo es que a cada posición mejor se sentía. En la última, estaba de pie junto a la pared con las piernas enrolladas a las caderas de Kyoya mientras me follaba, Mukuro estaba detrás mío haciendo que le masturbara con las manos.

 

Cuando desperté, seguía en la oficina del comité, sobre las dos personas con las que me había acostado unas horas antes. No tardé ni un segundo en ruborizarme al recordar todas las cosas que hicimos. Intenté moverme pero me dolía demasiado la lumbar como para hacerlo. Incluso la boca me dolía bastante, aunque no me extraña, después del trabajo que hice antes.

Al moverme un poco, hice que los dos cuerpos junto a mí se despertaran y me miraran fijamente.

-¿Q-qué?- pregunté muy nervioso y sonrojado.

-Hmp. Nada. Solo que eres hermoso.- fue lo primero que salió de la boca del moreno. Lo dijo de tal forma que un escalofrío me recorrió la espalda. Aquello había sonado como si fuese un hecho inegable.

-Ne… Tsunayoshi-kun.- llamó mi atención el peliazul, que estaba a mi derecha.- A partir de ahora serás nuestro y de nadie más. No dejes que nadie te toque.- declaró mirándome a los ojos fijamente.

Ante la sinceridad y lo posesivo de esas palabras, no pude evitar sentirme feliz, aunque unos días antes me habían enfadado aquella actitud.

-He.. Está bien...- accedí sonriendo cosa que les hizo sonreír contentos.- Después de lo que hicimos dudo que pudiera estar con alguien más.- añadí sintiendo mis mejillas arder por reconocerlo.

-Entonces… ¿qué tal si vamos por otra ronda?- comentó el pelinegro, invirtiendo posiciones, quedando yo debajo suyo.

-¿Eh-ehhh...?- exclamé un poco sonrojado.- Pe-pero lo hicimos hace nada...- tartamudeé nervioso.

-Mmm… está bien, te dejaremos descansar.- cedió Mukuro, pero por su sonrisa maliciosa supe que lo que seguiría a aquellas palabras no me iba a gustar.- Pero solo hasta mañana.- susurró en mi oído y supe que mi intuición estaba en lo correcto.

Dios ayúdame. Estoy saliendo con dos demonios pervertidos con un aguante y energías inhumanos.” me lamenté para mis adentros.

 

Después nos quedamos dormidos, en la misma posición que cuando me desperté. A la mañana siguiente, me gané una gran reprimenda de mi madre por no volver la noche anterior. Aunque le gustó mucho la idea de conocer a mis nuevos novios quienes fueron invitados a desayunar por mi progenitora. Entre las miles de preguntas que les hizo a ambos se giró a mi y me pregunto si a mi papá le haría tan feliz como ella la actual situación. Yo suspiré para negar con la cabeza, ya podía oír los lloriqueos del rubio mayor y solo de imaginarme la escena me daba migraña.

Pero eso daba igual pues me encontraba juntos a las tres personas que más quería en el mundo y me alegraba ver que esos dos parecían muy cómodos junto a mi madre.

 

Fin.

Notas finales:

Bueno....espero que os haya gustado. ^^

Dejad reviews pleaseeee!!!!

Bueno nos veremos en otro fic. Matta nee!!!!!!   


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).