Prologo: The Beginning
Los marrones ojos del policía siguieron con sigilo cada uno de los movimientos que efectuó ese hombre de cabellos azabaches y contextura delgada frente al viejo y desgastado armario empotrado en la pared contraria–abriendo y cerrando puertas con torpeza– a donde le había dejado recargado con la severa advertencia de que guardara silencio ¿Cómo podía permanecer quieto cuando alguien atentaba tan cínicamente contra su trabajo en sus propias narices? Kim Hyun Jun se caracterizaba por ser un profesional a tiempo completo, no por nada había obtenido ese ansiado ascenso hace menos de una semana, detuvo el movimiento nervioso de sus dedos – que luchaban por desatar la soga que aprisionaba sus manos– detrás de la espalda al notar esa profunda mirada negra sobre sus labios, bufo fastidiado común esa presuntuosa y lasciva sonrisa aparecía en la expresión de su–ahora– captor, un repentino escalofríos le sacudió sin permiso cuando le vio deshacerse de ese roído pasamontañas negro revelando por fin su rostro, los escasos rayos de luz artificial – producto de las lámparas de la calle– que penetraban a través de esa única y descuidada ventana –ubicada a una altura exacta para clasificarse como inaccesible– impedían visualizar detalladamente las facciones de ese bastardo.
Rebusco con brusquedad en los bolsillos delanteros del desgastado vaquero negro que vestía en busca de un tabaco, la corriente de viento que envolvía la estancia era casi nula, sin embargo no necesitaba la excusa de una noche de invierno para darse ese mimo enfermizo, el vaho del frio se pegaba al cristal de la puerta apropiándose de la visibilidad que los mismao solían proporcionar todos los días, soltó un suspiro descontento sin hallar el encendedor que siempre cargaba encima, observo por unos segundos el cigarrillo entre sus dedos antes de dejarlo caer desganadamente al suelo y aplastarlo con la punta de uno de los zapatos de vestir que hacían juego con el saco y el chaleco color platino que llevaba puesto desde la mañana.
Contemplo de reojo la expresión en el rostro de su victima, frustrándose al no reconocer esa típica mueca de miedo –que casi siempre asomaba después de evidenciar su identidad– alterando la línea de seriedad que en ese instante eran los labios de Hyun Jun. Como policía que era había aprendido a controlarse, se recordó a si mismo que no era la primera vez que aquello ocurría, lo único distinto de esta ocasión era quizás que su secuestrador le atraía sexualmente, le gustaba, se sonrojaba y era incapaz de sostenerle la vista por mas de dos segundos continuos, golpeándose mentalmente por la torpeza de sus instintos.
–Oh, Vale pero si hasta tus sonrojadas mejillas son monas–Comento casualmente el pelinegro sin aproximarse ni acotar nada mas, únicamente permaneció con las manos escondidas en los bolsillos del saco y recargado contra la pared del armario inquietándole con esos vistazos escasos.
–…–Se mordió la lengua con rudeza para no mandarle al demonio.
– ¿Eres tímido no? –Carcajeo con ganas al verle rodar los ojos–Vale, hablaremos en tu idioma entonces–Le guiño un ojo “dulcemente” sin fijarse en ese color rosáceo que se agolpo de nueva cuenta en los pómulos del policía.
Los pasos de su captor eran pausados y fortuitos común iba acortando la distancia entre los dos, desconoció todo a su alrededor al percibir ese fuerte olor a colonia cara y a hombre atestándole la nariz excesivamente cerca, Hyun Jun se tambaleo un poco arrimándose con necedad a la pared para no caer, ese brillo de diversión en los ojos del pelinegro le revolvió el estomago provocándole arcadas debido a las inesperadas nauseas asentadas en la base de su garganta, ese sopor de la inconsciencia provocada por el pañuelo sobre sus entreabiertos labios era insoportable, partícipe aun de las yemas de los dedos que le recorrían desde la quijada hasta los parpados intento empujarle sin éxito, abrió los ojos lo suficiente para registrar esa sonrisa abundante de triunfo y placer en sus borrosos minutos de lucidez.
–Shh, Hyun Jun-ah, el juego recién a comenzado.