Werther
- ¡Ya he dicho que no quiero! –grita furioso caminando hacia el salón.
- ¡Lo harás! Irás a esa escuela, estudiaras economía y te harás cargo de la empresa cuando ya no pueda. –camina exasperado siguiendo a su hijo.
- ¡He dicho que no quiero! No puedes obligarme –mira a su padre lleno de furia, a lo que su padre le ve desafiante.
- ¡Si puedo, soy tu padre!
- ¡Ojalá y no lo fueras! –le mira a punto de querer matarlo, por la sonora cachetada que recibió por desafiarle.
Vidal
- ¡Oh! ¡Por favor Vi! No seas tan aburrido, te la pasas en esta habitación la mayoría del tiempo y absorbiendo esos libros. – le reclama su mejor amiga, Ashley.
- Es lo que se supone que deberíamos estar haciendo Ashley, y deja de llamarme Vi. Suena como si estuvieses hablándole a una chica. –alega Vidal.
- No eres una chica, eres el chico mas lindo de este lugar. –le aprieta sus mejillas, en señal de afecto.
Le mira exasperado, apartándola. – ¡Ya basta Ashley! Estamos próximos al final de periodo y no puedo darme el lujo de perder el tiempo.
- Vidal por favor eres el primer lugar de los cuadros en el salón y el mejor alumno, sabes más de lo que sabe cualquier chico en este lugar. No des excusas.
Toma a la chica con cuidado, sacándola de la habitación.
- Está prohibido estar en las recamaras de los chicos a esta hora. –sonríe triunfante.
***
Hallstatt, Alta Austria, una localidad del distrito montañoso de Salzkammergut en Austria. A miles de kilómetros de distancia de donde vivo. Siendo arrastrado por mi padre para estudiar en el internado mixto de ‘Salzkammergut’.
- Aún no me he presentado, mi nombre es Werther tengo veinte años y me daré el gusto de hablarles sobre mi esplendorosa familia:
Mi madre, interesada en ella misma, el dinero y llama "su hija" a un collar de perlas. No haré de esto un drama, pues en realidad, no me interesa en lo más mínimo que haga o que deje de hacer.
Mi padre, un egocéntrico, hombre de negocios, dueño de varias empresas.
Y ahora es cuando me arrepiento de ser hijo único.
Al fin, luego de varias horas de viaje, llegué a lo que en mi mente pensaba que sería mi peor pesadilla.
Un internado, con chicos de mi edad, y lo que me faltaba. Me encontraba en el campo.
No se equivoquen, no suelo ser del tipo presuntuoso pero esto no es una pesadilla, era el peor de mis castigos y aquí, viene la peor parte de todo, tendré que compartir habitación con otro chico.
Si creyeron que era del tipo fácil de tratar, pues en eso también se equivocaron. Adoro marcar el territorio.
Me dirigí a buscar lo que seria mi habitación en este infierno, no me fue difícil pues, este lugar no era ni lujoso ni muy grande que se pudiera decir.
Le vi, de espaldas sentado en su silla leyendo un libro.
- Bienvenido. Mi nombre es Vidal, puedes acomodar tus cosas. La cama de abajo es mía. –me dijo aun sin mirarme al rostro.
- Al menos ten la delicadeza de mirarme a la cara y mostrarte al menos algo emocionado – espeté con ironía.
- ¿y porque haría yo algo….. –
Nos miramos ambos al rostro y al instante enmudecimos. E..Era su rostro, su hermoso rostro el que yo no dejaba de mirar.