Cambio 1.- Mi otro yo sale a la luz
Abro mis ojos, “ha que fastidio” es todo lo que puedo pensar, otro día mas, eso es lo que tengo que pasar, “no puedo más”, si suena tonto lo sé, pero no encuentro razón para vivir, no hay nada solo está el vacio, no hay nada que me impulse, solo estoy yo y la nada, “¿Por qué vivo?” es lo que me pregunto, hay alguien allá afuera que me puede dar lo que mi alma necesita, es solo un sueño tonto, no existe nada para mi, entonces “¿Por qué vivo?” vuelvo a preguntar, pero me fastidio de mi monologo interno. Al fin me levanto cansado de preguntar sin respuesta hallar, igual en mi nada bueno puedo encontrar, ¿Por qué?, pues fácil, porque soy un hipócrita doble cara, os preguntareis como es eso posible, si está claro que estas vacio, que mas puedes mostrar que una cara aburrida del diario vivir, pues déjenme decirles que si se puede, y que es fácil, simple llevo una doble vida.
Como es que puedes llevar dos vidas, preguntareis pero admito que difícil no es, sencillo hago lo que quiero en ambas vidas, en una, mi yo diurno soy un estudiante con calificaciones promedio, no me cuesta nada solo me tengo que dormir en los exámenes, y aun así tengo calificaciones decentes, lo sé es absurdo, como es que no saco cero en todos los test, pues diré que es fácil ya que soy un genio, ya he obtenido toda clase de títulos universitarios, cuando tenía siete me aproveche de la gente y obtuve diez títulos en distintas carreras, a los nueve podría decirse que llevaba todas las carreras que pudieran existir en mi cabeza. Regresando al tema solo pongo mi “nombre”, por el que los ingenuos me conocen y contesto unas cuantas preguntas saltadas, dejo otras en blanco y el resto de los 55 minutos de la hora duermo. Soy un completo antisocial, diría que no soy una paria, pero ya todos pasan de mí, no hay quien en mi clase me dirija la palabra, eso me hace feliz, porque así logro estar solo, aunque creo que algunos me consideran su amigo, no sé porque pero bueno, no me importa mientras no me hablen, lo cual raramente lo hacen.
Mi yo nocturno, es como la gente llamaría el Rey de la noche, y en verdad me llaman así, nadie conoce mi nombre, solo me llaman “King”, me acuesto con quien quiero, no diferencio sexos y soy muy sociable, conozco a casi todos los caminantes nocturnos, y quien viera mi yo diurno y mi yo de la noche jamás me reconocería, es como ver el color blanco y luego el negro en un pedazo de tela, nadie se dará cuanta que es la misma tela porque lleva otro color, no cambia que sean lo mismo pero la gente no lo nota.
Me alisto para mis clases, como siempre en una mansión que solo a mi me pertenece, los criados ya se acostumbraron a mis excentricidades, desayuno un lujoso manjar preparado especialmente para mi, con los mejores ingredientes que el dinero puede pagar, os advierto algo, se equivocan al pensar, este es un hijito de papá, no me trago lo que otro gana por el contrario, soy inversionista y tengo mucho dinero, aunque diría más bien que tengo tantos trabajos que me dan ingresos como estrellas hay en el cielo, y la verdad es que no invierto más que una hora diaria en ellos.
En el colegio lo mismo de siempre, o eso es lo que creo, pero hoy la vida me tiene preparada una bofetada y una bien dada, que me volteara mi vida diaria y la pondrá de cuadritos, pero no nos adelantemos a los hechos, primero que nada va el inicio de mi desgracia, mis compañeros, aquellos que dije se creían mis amigos, solo porque comiera con ellos y les contestara lo necesario no significaba amistad, al menos no para mí, pero ellos creían que sí.
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-Isaac, estoy hasta la coronilla, no puedes solo ir de tu casa al cole y del cole a tu casa, es que eres un maldito cangrejo ermitaño- grito exasperado un pelirrojo artificial en el que se notaban las raíces rosadas, muy enojado de que su amigo al que regañaba no le había escuchado y había contestado a su pregunta para salir con su típico, “no sé”
-Erick no pierdas el tiempo no te va a escuchar, que no lo ves, ah mira ya está mirando por la ventana otra vez- decía un ya resignado peliplata sorprendentemente natural, iba contra la ley de la naturaleza pero era real
-Marco no te metas, siempre lo consientes es por eso que es tan antisocial, se encerró en una maldita burbuja que ni siquiera es débil, es que parece una doncella de hierro y nosotros apenas estamos ligeramente cerca de él-le dijo exasperado- Marcus a que tengo razón- el aludido solo asintió, era primo del peliplata y sorprendentemente y contra la ley de la naturaleza también tenía el pelo de color verde, lo peor es que en él se veía bien.
-Vamos que te cuesta salir con nosotros esta noche, te hará bien y mañana es feriado no hay escusas de “mañana hay clases” que valgan- dijo el peli verde –en serio yo que tu aceptaría ya sabes cómo es Erick, te hará la vida imposible si no lo haces-
-Eso es verdad- sonrió de lado –o sales con nosotros esta noche o me pego como chicle a tu zapato y te seguiré incluso en el baño, y por pegarme me refiero a que no vas a poder evitar que conozca tu casa- rio triunfante, sabía que al castaño no le gustaba para nada la idea de que alguien viera su casa
-“a no, eso sí que no, ya me saliste con eso el año pasado y por ello tuve que cambiarme de casa, con lo bien que me iba en el pent-house, y la mentirota que les tuve que inventar” pensó- está bien voy, pero dudo que me divierta- dijo enfurruñado y asiendo un puchero, propio de él cuando no obtenía lo que quería, y luego a regresar a su cara inexpresiva.
-Deberías corregir esa actitud Isaac, no sabes que todos en el cole te llaman el Rey de hielo “Ice”, tu junto al Joker (Erick) Rey de los naipes, Light (Marco) Rey de la luz y Darck (Marcus) Rey de la oscuridad, sois nada más y nada menos que los cuatro reyes, apenas tenéis 16 años y ya todo el mundo os respeta incluso los maestros, es frustrante- decía una bermeja de ojos verdes, con reproche hacia sus amigos de la infancia exceptuando al hielito
-Samanta- corearon los tres chicos
-por favor vístelo de manera que parezca decente, no quiero que vuelva a aparecer con esas fachas suyas para que tengamos que dejarle regresar a casa, ya sabes la última vez…- les cayó una gotita de sudor a todos al recodar ese fatídico día en el que alguien mato a la moda, o mejor dicho masacro –tú la muy respetada Reina de la moda en todo el cole, dale algo que lo haga ver bien- rogaba el pelirrojo, casi arrodillaba mientras la chica asentía ante la problemática
-está bien, acepto el reto- mientras le brillaban los ojitos y salía del salón bailando imaginado que haría con las ropas de su amigo
-no me digan que soy popular, todo el maldito cole me conoce- decía pálido, casi en el tono azul, “como es posible, trate de no destacar, ah rayos son ellos de seguro llaman mucho la atención” los miro atentamente por primera vez, y lo que vio lo dejo atónito, en todos sus años de fingir ser un estudiante normal juro no fijarse en sus compañeros, pues los chicos de su edad son muy ingenuos y enamoradizos prefirió no ver para no toparse con ninguno que lo atrajera, y allí estaban esos malditos chicos, si eran dignos de ser llamados reyes, hermosos condenadamente atractivos, de hecho dejaban por los suelos a sus usuales conquistas. Las parejas con las que salía solo por una noche eran siempre lo mejor de lo mejor, lo que la gente llamaría ángel al verlos, pero estos chicos, pasaban mas allá de eso eran –dioses- se tapo la boca, al percatarse de que había dicho sus pensamientos en voz alta.
-eh, que pasa- pregunto preocupado el pelirrojo, su amigo estaba morado por así decirlo –no me digas que te asusta que la gente te mire, es por eso que no hablas con los demás- pregunto cavilando la posibilidad, mientras los otros chicos se fueron al escuchar gritos de la clase contigua, “de seguro Samanta hizo otra de sus locuras” pensaron los dos y el resto de la clase que con curiosidad se fueron dejando solo a los dos reyes.
-eh, no,… no es eso, yo solo me di cuenta de que….- estaba a punto de soltar algo que no debía, pero no podía evitar seguir mirando atentamente al chico cabellos rojizos y rostro perfecto delante de él –no es nada- y no dejaba de comerlo con la mirada
-oh, que es esa mirada, noto admiración, sorpresa, y un poco de…. oye eso me ofende hermano- este chico siempre podía descifrar a los demás viendo sus rostros, la razón de su nombre era muy clara, era porque nunca perdía un juego de cartas, sin importar que juego fuera, y en la mayoría era porque podía descubrir lo que pensaba su contrincante por su mirada y rostro –espero que tu mirada no sea de incredulidad, decepción- dijo exasperado, al parecer aun le faltaba aprender ciertas cosas de la vida para ser mejor en leer a las personas, el castaño solo se dio contra el pupitre –oye no me digas que hice algo que te fastidiara- el realmente se preocupaba cuando lastimaba a sus amigos y peor cuando los decepcionaba.
-no es eso- le dijo molesto consigo mismo, no podía creer ese maldito habito nocturno de no poder ser malo con ninguna cara bonita, mejor se quedaba sin ver nada, suspiro, no podía ser malo con esos chicos, no ahora
-entonces que, hice algo que te decepcionara- y ahí estaba la maldita pregunta que transformaba la cara del menor en la de un hombre que se quema vivo
-no, no hiciste nada malo, no te pongas así- “maldita sea, como puedo ser débil a las caras bonitas, me odio”, el otro chico comenzó a lagrimar, creyendo que terminaría siendo odiado –maldición como puedes enredar todo de esa manera, que eres idiota- le dijo levantándose bruscamente de su puesto, para que el otro chico rompiera en llanto, en toda su vida el castaño era el único que lo había visto llorar y lo sabía, porque sus amigos le habían dicho que jamás lloro, por nada. Pero frente a él y cuando estaban solos siempre lo hacía, porque le demostraba semejante lado de si, -maldición- dijo casi en un grito cuando lo abrazo fuerte y aprisiono su cuerpo, colocando la cara del joker en su pecho, este chico era más bajo, en realidad el castaño era el más alto de la clase, -no llores, no lo soporto, a donde se fue tu lado fuerte y alegre- estaba cediendo su comportamiento frio, por la cara bonita del menor, el que separo su rostro del cuerpo del otro para mirarlo con unos ojos que derramaban delicadas lagrimas, haciendo que se viera más que hermoso, más que divino, algo fuera de la comprensión humana. Delicadamente acaricio sus mejillas limpiando el rastro de toda lagrima –no te odio- susurro en el oído del menor sabiendo que esto lo tranquilizaría, y a este se le ilumino el rostro con una dulce sonrisa que noqueo los sentidos del mayor “maldición”, fue su pensamiento, cuando lo abrazo con fuerza de la cintura y levemente se acerco a los labios del menor con un delicado rose al juntarlos, poso sus labio con mucho cariño, su lado de King salió a la luz –eres importante para mí- le sonrió con dulzura haciendo que el menor se sonrojara como un tomate y lo mirara como una chica enamorada.
-adivina que hielito ya tengo tu camisa lista- entro como un tifón la muchacha de cabellos rubios, para encontrar un joker muy rojo y desorientado apoyándose al filo de una mesa como si de ella dependiera su vida y a su amigo frio dirigiéndose a la salida con una cara de extrema molestia
-escúchame bien Erick, lo que paso, no fue más que una broma, perdón me propase- decía socarronamente –ya no aguantaba tu lloriqueo, no lo malinterpretes, no podrías importarme menos, en fin me largo- dijo con odio en la voz que se dirigía mas hacía el mismo, por haberse dejado dominar por sus hábitos e intentar algo con su compañero de clases, lo cual logro, ya lo había conquistado y eso era antes de siquiera hacer un movimiento se percato, puesto que cedió muy fácil al beso –ah y no crees que eres un maldito hipócrita, mira que intentar engañarme con ese lloriqueo fingido- él era el más hipócrita del mundo, no es que pudiera reclamar algo, pero era mejor decirlo, que se percato del hecho de que intento seducirlo, dejo a un pelirrojo muy pasmado al ser descubierto y verdaderas lagrima caían por sus mejillas –no creas que voy a consolarte ahora, ah y Samanta pasare por tu casa una hora antes de cuando quedamos para coger la ropa que me prepares, bey- y se fue dejando a una rubia muy sorprendida y a un pelirrojo artificial limpiando sus lagrimas, a los que se les unían el resto de los reyes del cole, con cara de confusión al ver al chico de típica expresión fría con una mirada de odio en la cara.