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Una muerte sin sentido por Paz

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Notas del capitulo:

Aquí tengo otro fic que todavía tengo material suficiente para actualizar...

 

 

Una muerte sin sentido

 

Por Paz

 

Capítulo 3: El rescate

 

 

 

Laderas de verdes pastos, tapizadas con grupos de árboles de hojas oscuras, un hermoso paisaje para contemplar.

 

Ninguno de los tres muchachos intercambiaban palabras, los tres se movían por una estrecha senda con tupidos árboles a su alrededor y rocas que debían ir cuidando de no pisar mal.

 

Una caída desde aquella altura habría sido fatal para cualquiera de ellos.

 

Mientras intentaba no distraerse, Hanamichi pensaba que no debía haber aceptado tomar ese camino, se había dejado convencer porque aún le duraba el arrebato de la noche pasada cuando Kaede le hizo el amor de un modo tan tierno y salvaje al mismo tiempo que le había echo desear que siempre fuera así entre ellos.

 

Respiró hondo para controlar el deseo que brotaba en su interior, aquel no era el momento adecuado para excitarse. Su fuerza de voluntad apagó el anhelo de su cuerpo y fue entonces cuando sucedió, un fuerte golpe en su cabeza, como el ramalazo de una rama al apartarla de su camino y soltarla antes de tiempo, sintió como si perdía el equilibrio y se agarró a lo que tenía más próximo la mochila de Kaede que también se desestabilizó.

 

De improviso se encontró sentado en el borde del precipicio al sentir que tiraban de él hacia atrás.

 

-¡¡Hey, que cerca estuvo eso!! –dijo pasando su mano por su cabeza y notándola pegajosa. Estaba sangrando- Dame la mano –dijo al sentir que el peso de la mochila le impedía moverse en aquella estrecha y pedregosa senda que descendía.

 

Hisashi la alargó en su dirección.

 

Él afianzó sus pies en el suelo para darse impulso, ayudándose con el sostén de su amigo. Sentía que a su espalda Kaede sostenía su mochila para aligerar el peso que soportaba su espalda.

 

-¿Estas bien? –la mirada inquieta de Kaede quedo fija en su rostro.

 

-Si, debí llevarme por delante una rama –eso era lo que creía porque se había distraído unos segundos- Prosigamos.

 


 

La señal de alarma de un equipo GPS comenzó a emitirse durante las horas de la tarde, alertando a continuación al grupo de emergencias de montaña se dirigió al lugar desde donde llegaba la señal.

 

Montañeros experimentados del ejercito barrieron la zona desde donde llegaba la señal hasta que comenzaron a encontrar restos desperdigados por la ladera, en su búsqueda encontraron a dos jóvenes conmocionados que avisaron que con ellos iban un tercer joven. La búsqueda prosiguió hasta encontrarle cincuenta metros más abajo.

 

Tres senderistas se había despeñado desde una escarpada senda, las señales de la caída eran evidentes, dos de ellos presentaban heridas leves, el tercero estaba en estado grave.

 

Sacarlos de aquella zona fue un rescate de riesgo, no solamente por los heridos sino también por los hombres que participaban en el mismo, desde helicópteros. La zona era abrupta y no permitía el aterrizaje, por lo que se vieron en la necesidad de bajar una camilla, sostenida desde sus amares dentro del helicóptero hasta alcanzar un punto seguro donde habían trasladado a los heridos. El primero en recibir asistencia y ser trasladado de inmediato al hospital fue el más grave, los otros una vez evaluados sus daños, fueron asistidos en el mismo lugar del rescate y  trasportados por tierra, primero en camillas portadas por dos hombres hasta una zona llana donde otro helicóptero pudo aterrizar llevando a los dos jóvenes al mismo hospital donde el otro joven se debatía entre la vida y la muerte.

 


 

Estaba dando carpetazo a su último caso cuando se le acercó su jefe.

 

-Kurogane, ve al hospital y entérate que ha pasado con los excursionistas que Salvamento de Montaña rescató hace unas horas, después te acercas al lugar y echas una ojeada. Quiero un informe para mañana.

 

Asintió, normalmente se trataba de una inspección rutinaria.

 

Cuando llegó al hospital preguntó por su hermano, al saber que estaba libre subió a su planta para hablar con él.

 

-Hola… que sorpresa verte. –exclamó Ginzó cuando tras golpear la puerta de su despacho paso.

 

-Venía a informarme del estado de los excursionistas.

 

-Uno de ellos de camino al hospital tuvo una parada cardiorespiratoria, aunque consiguieron reanimarle su estado es grave, en estos momentos esta en el quirófano, tiene tres costillas rotas, una de ellas le perforó un pulmón, están reparando los daños internos que ha sufrido, tiene la tibia y el peroné quebrados con herida abierta en el pie derecho, tres metatarsos rotos en la mano derecha y dos en la izquierda, posiblemente intento frenar inútilmente la caída y una herida sangrante en la coronilla, indudablemente golpeó contra una roca y eso fue lo que posiblemente impidió que continuara cayendo. Golpes y hematomas por todo el cuerpo.

 

-¿Y los otros? –inquirió.

 

-Considerando la altura por la que cayeron, se podría decir que han vuelto a nacer.

 

-Sabes si llevaban entre sus efectos una identificación.

 

-El paciente que esta en el quirófano es Sakuragi Hanamichi, los otros Rukawa Kaede y Mitsui Hisashi.

 

-¿Qué lesiones presentan?

 

-Rukawa tiene raspaduras en brazos y piernas, hematomas en su rostro y en el pecho, el otro Mitsui un corte en la mejilla y un esguince de tobillo.

 

-¿Eso es todo? –preguntó sorprendido.

 

-Si.

 

-Es extraño…, cayeron por el mismo lugar, uno esta tan grave que posiblemente no se recupere y los otros están se puede decir que ilesos.

 

-¿Te han dado el caso a ti? –preguntó entonces el médico que en su bata llevaba su identificación, Kurogane Ginzo.

 

-Si. –comenzaba  a creer que no iba a resultar un trabajo más.

 

-Me sorprendió cuando me dijeron que preguntabas por mí.

 

-Bueno, considerando que eres el mejor de los especialistas supuse que serían tus pacientes.

 

-Solo Sakuragi, los otros han sido dados de alta.

 

-Supongo que no dijeron a donde se dirigían.

 

-En alguno de los hoteles de Matsumoto. Me comentaron que apareció el padre de uno de ellos para preguntar por él.

 

-¿De quién?

 

-Rukawa.

 

-Llamaré a los principales para enterarme donde se alojan. Te dejo, suerte con tu paciente.

 

En ese instante, uno golpe en la puerta y una entrada rápida.

 

-Kurogane-sensei…, el paciente ha entrado en coma, no han podido reanimarle.

 

-¿Presenta coma cerebral? –preguntó levantándose.

 

-No.

 

-Tengo que dejarte. Por cierto, olvidaba comentártelo, cuando lo trajeron después de reanimarlo, estuvo consciente unos segundos, estuvo murmurando unas palabras que no se entendían. Acerque mi oído a sus labios y creí entender oírle decir "¿Por qué?" lo repetía una y otra vez hasta que lo metieron en el quirófano.

 

-¿Estas seguro?

 

-Eso fue lo que me pareció oírle decir.

 

-¿Qué puede significar?

 

-Lo que sea él no podrá decírnoslo. Te dejo.

 

Kurogane salió apresuradamente.

 

-¿Por qué? ¿Que quisiste saber? –se dijo saliendo del despacho y dirigiéndose hacia los ascensores.

 

Cuando estuvo en la calle hizo un par de llamadas, una vez conseguida la información que buscaba subió al coche, lo puso en marcha  y arrancó.

 

Media hora después se detenía frente al hotel donde se alojaban los supervivientes de la caída.

 

Mostró su placa al tiempo que preguntaba por la habitación de Rukawa-san.

 

Al llamar a la puerta de la suite le abrió un hombre de unos cincuenta años, su porte y su expresión eran firmes.

 

-Kurogane… -sabia que desde la recepción le habían avisado de su llegada.

 

-Adelante… -se hizo a un lado- ¿Qué es lo que quiere saber de mi hijo? –fue directo al asunto.

 

-Me han pedido un informe del accidente y necesito la declaración de –echó una mirada a su libreta- Rukawa Kaede y de Mitsui Hisashi.

 

-Mi hijo esta destrozado… ha sido necesario darle un calmante y ahora descansa, en cuanto a Mitsui también esta reposando, veré si esta despierto.

 

Kurogane asintió. Le siguió con la mirada, le vió abrir una puerta y pasar al interior, desde donde estaba no le llegaba el sentido de los palabras, pero supuso que le estaban diciendo que la policía deseaba hablar con él.

 

Al poco se asomó en el umbral de la puerta llamándole.

 

-Puede pasar.

 

Kurogane vió a un hombre joven, no más de veinticinco años, sentado en un sillón con la pierna vendada hasta la rodilla.

 

-Disculpe que no me ponga de pie. –dijo al verle- Me llamó Mitsui y me dicen que desea hablar conmigo.

 

-Si, desearía que me contara lo que recuerde de lo que paso esta mañana –dijo haciendo un gesto para pedir permiso de sentarse. Lo hizo, sacó una grabadora de su bolsillo, la llevaba por si olvidaba algunos de los matices que podía haber en la voz del joven. Era un recurso que llevaba a cabo siempre que podía- ¿Tiene inconveniente si grabo su declaración, más tarde será transcrita para que la firme, solo es un paso burocrático. –explicó al ver la interrogación en su mirada.

 

-Puede hacerlo. –concedió.

 

-Gracias. –la encendió dejándola sobre la mesa, entre ellos.

 

-¿Sabe como se encuentra mi amigo?

 

-Hace menos de una hora que entró en coma. –vió como los músculos de su rostro se contraían por el dolor.

 

-¿Puede morir?

 

-No soy médico… no sabría decirlo. Solo sé que su estado era de gravedad y que ahora esta en coma… -observó la reacción del joven.

 

Mitsui se llevó la mano al rostro, como pretendiendo ocultar el dolor que había en su mirada.

 

-Le dijimos que era peligroso ir por allí, pero insistió, Kaede no le niega nada y por eso le hicimos caso.

 

-Comience desde el principio, por favor.

 


 

Continúa en el próximo capítulo…

 


 

 

 

 


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